Año 2023. Es la fecha en que nos recuperaremos de esta crisis en España, según la OCDE, que además nos sitúa como el país con mayor caída económica después de Argentina. Pero esa posible recuperación no es más que una cifra del PIB, ignoramos cómo será para los individuos y familias. Pinta feo en un país con la tasa de pobreza infantil más alta de los industrializados y en un año, 2021, en que una de cada tres personas de este planeta necesitará ayuda humanitaria. Agua y comida. Lo básico.
Nos está pasando factura ser la tercera potencia mundial en turismo, porque a diferencia de las otras dos, Estados Unidos y Francia, no tenemos industrias con qué sustituir esos 63 000 millones de euros que hemos dejado de ingresar. Hay unos nuevos presupuestos generales que aspiran a cambiar esto inspirados, dicen, en Mariana Mazzucato, la economista que más asusta del mundo. Mazzacato asegura que el capitalismo puede transformarse para que funcione para todos, y que la actual pandemia es nuestra oportunidad para hacerlo. Desterrando la idea de que el Estado solo ralentiza la economía, y que el único valor es el precio. Una hereje, como nuestros presupuestos. Solo el futuro dirá si ese modelo funciona. Un futuro que hablará de eso, y también de cómo buscamos vacuna los españoles durante la gran enfermedad que inauguró el siglo XXI.
Ad honorem
Tres de nuestros científicos dirigen la búsqueda española. Mariano Esteban, Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), calcula tener una vacuna en el tercer trimestre de 2021. Setenta y seis años. Vicente Larraga, Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, está convencido de que en 2021 tendremos la vacuna española. Setenta y dos años. Luis Enjuanes, el más optimista, dice que nos dará datos antes de fin de año de una que seguramente funcionará. Setenta y cinco años. Los logros, si se alcanzan, los habremos conseguidos gracias a estos eméritos que trabajan ad honorem, bonito latinajo para decir «de gratis». Porque en lugar de disfrutar de su pensión han decidido seguir trabajando. Dirigiendo a un equipo de investigadores entre los que se cuentan esos jóvenes científicos para los que la palabra precario se queda incluso corta. O no tan jóvenes: el 70% de los contratados para los equipos de la vacuna son temporales… aunque lleven quince y veinte años de carrera en estas condiciones.
Es evidente que seremos de los últimos en anunciar nuestra vacuna porque no hemos invertido en ser los primeros. Lo increíble es que en estas condiciones nos sobre capacidad y cerebros para conseguirlo. Merece la pena recordar que uno de los principales avances en investigación de las proteínas, anunciado esta semana como análisis de DeepMind, la IA de Google, se basa en un método desarrollado por un científico español hace treinta y cinco años… en el EMBL, Laboratorio de Biología Molecular Europeo.
La vacunación es el mes que viene. Sí, o sí, o no
Moderna anunciaba el lunes una eficacia del 100 % en su vacuna, y días después Reino Unido aseguró que ya va a comenzar a vacunar, la semana que viene con la de Pfizer. Pero ojo, que el laboratorio nos anunció el viernes que será incapaz de producir los cien millones de dosis anunciadas, si acaso llegará a cincuenta. Hemos acelerado la ciencia, una disciplina que necesita sosiego para desarrollarse y para ser comunicada. Ignacio López-Goñi, doctor en Biología y catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra, y divulgador, nos recordaba los malentendidos que esa aceleración está provocando. Hay incluso médicos, como el doctor Cavadas, poniendo en cuestión que la vacunación sea segura antes de dos o cuatro años. Dudas como estas, sembradas desde un perfil científico que no es especialista en el campo de la epidemiología, ha hecho que Sanidad esté sopesando la posibilidad de que en España la vacuna sea obligatoria. Nos vacunaremos sí o sí, a menos que no haya dosis suficientes.
Dado que la UE aprobará las vacunas de Moderna y Pfizer este mes, la previsión es que aquí en enero los mayores que viven en residencias, los sanitarios y personal que los atiende, y nuestro personal sanitario serán los primeros vacunados. No podemos pecar de ingenuos ni de alarmistas, hay preguntas en el aire. Pfizer tiene algunas a las que aún no puede responder: cuántas dosis serán necesarias para la inmunidad, si los vacunados contagiarán o no la enfermedad en caso de contraerla, o si podrá vacunarse en el futuro a los niños. Aún no existen estudios sobre menores de dieciséis años. La autorización de uso por parte de la UE y Estados Unidos es «de emergencia»: para administrarla antes de haber terminado la investigación. Es lo mejor que tenemos para no seguir sumando enfermos y muertos.
Nuestra transformación económica
Además de vacunarnos en 2021 necesitamos comenzar a cambiar nuestro modelo, y dicen que los Presupuestos Generales del Estado pueden conseguirlo. Esperemos que sea para crear un país donde los jubilados no trabajen gratis ni muchos trabajadores lo hagan en precario. Y también donde el 66,1 % de los jóvenes de hasta treinta y cuatro años dejen de vivir con sus padres.
Para ese milagro necesitamos proyectos y dinero. Los fondos europeos no se pueden transferir mientras Hungría y Polonia se opongan. Estos dos países no quieren garantizar los derechos humanos en su territorio, como les exige la UE, y por ello mantienen el bloqueo a la transferencia de los fondos de cohesión. El dinero en que la coalición de gobierno ha basado sus presupuestos generales.
Hungría ha sido noticia esta semana por el eurodiputado József Szájer, a quien la policía encontró participando en una orgía gay en Bruselas y que es el principal aliado de Orbán con su partido de extrema derecha Fidesz. Una formación que no defiende precisamente el sexo homosexual en grupo. El colectivo LGTBi está siendo activamente perseguido en Hungría y Polonia. Y en esta situación sin aparente salida la Comisión está preparando un plan para dejarles fuera del sistema de fondos. Y otro para impedir que los millonarios que apoyan a Orbán sigan recibiendo dinero de la UE.
Pero el milagro de nuestra transformación económica depende de otros factores más difíciles de cambiar. No podemos sustituir el 10 % del PIB que depende del turismo, ni el 23,4 % corresponde a las exportaciones (afectadas también por la pandemia) así que el único camino es reforzar otros sectores, adoptando nuevas tecnologías y cambios operativos en nuestro trabajo, vidas y empresas. Es el modelo Estados Unidos, con el que la COVID-19 se ha cebado, pero cuya economía se ha mantenido sana. El plan de inversión en inteligencia artificial, 600 millones de euros, puede ser un primer paso, junto a la transformación del modelo energético. En el ámbito de la energía renovable comienza a avanzarse en la adopción del hidrógeno, un combustible controvertido (depende de si es verde, azul o negro), pero que está acaparando grandes inversiones, como la primera planta de hidrógeno verde en España, que abrirá en 2022, o los 100 000 camiones basados en este combustible que pretende introducir Europa en sus carreteras. Mientras que las bolsas desbancan ya a las petroleras como los grandes gigantes económicos. De hecho Iberdrola invierte ya un 32 % más que las energéticas del petróleo.
Necesitamos recaudar y los paraísos fiscales son el enemigo
Los fondos europeos no pueden ser la única fuente de financiación, poner en marcha de nuevo la economía supone también recaudar para mantener funcionando al Estado. Esta semana surgió la pregunta de si es posible existiendo el paraíso fiscal de Madrid, con seis mil ricos que ya han huido a refugiarse en su fiscalidad.
Tal paraíso fiscal no existe, es solo un invento político, lo dice incluso el líder del PSOE catalán, Iceta. El vicepresidente Pablo Iglesias tiene otra opinión, y asegura que la CAM tiene peores hospitales debido a esa fiscalidad. La presidenta Isabel Díaz Ayuso, en respuesta, ha prometido dar la batalla por ella. Y en el gobierno hay planes para la armonización fiscal de todos los territorios.
La Comunidad de Madrid defiende impuestos bajos que permitan recaudar y construir infraestructuras: hospital de pandemias, transporte público, etcétera. A la vez tiene que impedir contrataciones que le supongan un coste fijo, y precisan mayor presión fiscal. Por eso es la única comunidad autónoma que ha despedido a los profesores de refuerzo contratados para la pandemia, que no ha reforzado la atención primaria mientras se expandía el coronavirus, y que tampoco contratará personal para su nuevo hospital. Por el mismo motivo es la comunidad autónoma que menos invierte en sanidad, según los datos evaluados de la última década. Pero a cambio ofrece impuestos bajos.
Si se habla de paraíso fiscal es porque esos impuestos benefician sobre todo a los más ricos. En Madrid no se paga el impuesto de patrimonio y el de sucesiones solo tributa al 1 % si los herederos son directos (hijos). En cambio sucesiones es muy alto en Asturias, Castilla y León y la Comunidad Valencia, solo en Galicia tiene también cuota cero. Y en Aragón, Extremadura y Cataluña se abona mucho más por patrimonio. Es el mapa de la discordia, y la única solución es que el gobierno dicte una ley nueva que lo impida o que lo armonice. De momento no hay consenso.
La City es relevante en este cambio
Hace treinta años del Big Bang que no es, obviamente, el origen del universo, sino la conversión de la City de Londres en un centro financiero de primer orden. La primera ministra Margaret Tatcher lo puso a la altura de Nueva York, y gracias a desregular las transacciones financieras se crearon de golpe mil quinientos millonarios, y una estructura que genera desde 1989 enormes beneficios económicos para el Reino Unido. Las negociaciones en vigor con la UE sobre el Brexit la amenazan seriamente, ya que Bruselas exige que el mercado de derivados financieros opere desde centros radicados dentro de la UE —no en la City— y eso significa que billones de euros saldrán de Londres. El Brexit la está echando a los leones.
Si gigantes de los fondos de inversión como BlackRock pasan a negociar sus títulos en París o Amsterdam arrastrarán a todos los demás, incluidos bancos de inversión, brokers, analistas y otros fondos. La Comisión Europea no se ha limitado a pedir que se negocien en su territorio las acciones, también los derivados y coberturas de seguros. Millones de euros que ya circularán por Reino Unido, a menos que negocien de una vez su salida para continuar siendo la capital financiera de Europa. Si no lo hacen, los impuestos de las transacciones financieras podrían venir a la UE, a menos que Reino Unido cumpla su antigua amenaza, convertirse en un paraíso fiscal.
Y nuestro idioma
Cuyas palabras cambian, sin que la RAE admita muchos términos que aún no se han impuesto, como guarrindongada, heteroglosia o cocreta. Por lo que la iniciativa de este diccionario, el Diccet, es un arma más de consulta, sobre la que nos puso al tanto Yorokubu. Incluye origen etimológico, y términos tan de nuestro tiempo como trambólico, cuya raíz y significado parece evocar a Trump. Quién sabe. Lo seguro es que este diccionario ha sido hecho ad honorem. De gratis.