Cuando servidor iba al colegio, había un niño que resolvía el cubo de Rubik en un abrir y cerrar de ojos, en pocos segundos, y fue el héroe del recreo durante un par de semanas. Creo que nunca llegué a resolver el cubo ni por capítulos, así que la hazaña me parecía mágica, irreal, fascinante. ¿Cómo era posible? ¿Cómo podía una mente humana desentrañar de aquella manera el misterio del dichoso tetraedro mágico? Yo miraba los colorines del cubo y solo veía colorines. No veía patrones, ni fórmulas, ni relaciones geométricas. Colorines y punto.
¿Qué hice? Seguí con mi vida, haciéndome a la idea de que lo del cubo de Rubik no era para mí. Y eso se puede aplicar a muchas cosas. ¿Nunca ha tenido la sensación de estar perdiéndose algo que encandila a gente de su entorno, pero que a usted lo deja perplejo? Y no hablo de esos casos en que los demás ensalcen algo que a usted le parece mediocre. Hablo de algo que, en muchos aspectos, le parece que está bien hecho. Algo que posee evidente calidad, pero que usted, pese a todo, no consigue entender.
Esto me ha sucedido con Dark, la serie alemana que ha obtenido estatus de culto por la creciente, y hacia el final para mí insondable, complejidad de sus misterios (representación audiovisual de servidor viendo la tercera temporada de Dark). Hacia el desenlace, ya náufrago, me sumergí en la página Reddit —en su versión en inglés, que me parecía como más científica—, en busca de respuestas. Y, en vez de respuestas, encontré desazón y extravío. Había comentarios que, la verdad, me descorazonaron porque me recordaron mi condición innata de niño imbécil que no sabe resolver el cubo de Rubik. Un comentarista comenzaba diciendo: «Aunque creo que no necesariamente tienes que ser inteligente para que te guste Dark…». Aunque, ha dicho aunque. Es como decir: no creo que seas tonto, pero. Primer punto en mi contra.
La respuesta de otro usuario no ayudó: «Mira, Dark es algo especial. Se requiere ser un cierto tipo de persona para entrar en esta serie y disfrutarla. En ella hay temas que van mucho más allá de aquello que la mayoría de gente piensa en el día a día. La mayoría de la gente no mira al cielo, preguntándose de dónde venimos. La mayoría de la gente no va a captar aquello de lo que realmente se habla en esta serie». Empecé a tragar saliva, intentando contener las lágrimas. Pero el siguiente comentario fue otro clavo en el ataúd de mi autoestima: «Hay diferentes niveles de inteligencia, y hay diferentes géneros [narrativos] que se ajustan a ellos». Solamente encontré un pequeño asomo de esperanza cuando otro usuario, bendito sea, expresaba, de manera simple y breve, una perspectiva distinta: «Tíos, hay tanto viaje en el tiempo y tantos giros de guion que no es fácil de seguir».
Admito que no soy lo bastante inteligente como para entender ciertas cosas que otra gente sí entiende. Y admito que, para colmo, mi capacidad de atención es, por decirlo con un término constructivo, «dinámica». Me gustan las cosas con argumentos sencillos. Es una cuestión de preferencia, no de juicio. No los considero ni mejores ni peores, sino más aptos para las cabezas dispersas. Solo ante el peligro tiene un argumento sencillo: unos bandidos van a ir a un pueblo en busca de venganza y el sheriff del lugar es el único dispuesto a plantarles cara, mientras sus convecinos prefieren negarle toda ayuda y esconderse. Perfecto. Las ideas subyacentes son profundas —honor, deber, solidaridad, miedo, lealtad, traición, etc.—, pero no necesitan una estructura argumental complicada. Incluso me gusta 2001: Una odisea del espacio porque tiene un argumento relativamente sencillo que se puede resumir en una sola frase; es verdad que está narrado de manera tan poco convencional que a la primera no se entiende, ni a la segunda, ni seguramente a la tercera. Pero me gustaba la experiencia audiovisual. Lo mismo sucede con algunas películas de David Lynch, donde el argumento, una vez descifrado, no siempre es tan complejo como parecía al principio: la sensación de complejidad provenía de la manera abstracta y simbólica que Lynch había elegido para contar esa historia. Así que creo que hay que distinguir entre un argumento sencillo narrado con un lenguaje difícil de descifrar, y un argumento que sí es realmente complejo y tiene muchas tramas enmarañadas entre sí.
Volviendo al cubo de Rubik, las historias sencillas pero abstractas me gustan porque dejan lugar a la imaginación y, como espectador, no me siento forzado a intentar resolver el acertijo. ¿Qué más da lo que signifique 2001 cuando ves esas imágenes acompañadas de esa música? Por el contrario, no me suelen gustar los complicados juegos de lógica, aunque estén narrados de manera convencional. Con los argumentos muy complejos me pierdo y me canso —no sé qué sucede primero—, y mi interés se termina desvaneciendo. Esto se aplica también a cosas que van más allá de la ficción: cuando veo a alguien resolviendo rompecabezas matemáticos, creo que puedo entender la satisfacción que dicha persona obtiene de esa admirable y difícil actividad, pero sé que no es para mí.
La serie Dark, por si usted no la ha visto, es un enorme rompecabezas lógico que gira en torno a los viajes en el tiempo. Empieza como un misterio sencillo, la desaparición de un chaval en un pequeño pueblo alemán. Poco a poco, ese misterio se va desdoblando en otros misterios. Durante dos temporadas, el crescendo de misterios es más o menos masticable, pero la cosa se va ramificando hasta el punto de que, en la tercera y última temporada, mi indefenso cerebro terminó pidiendo una tregua, demandándome dirigir la atención hacia cosas más asequibles: la merienda, la colada, la actualización del Microsoft Word. Ojo, no me entiendan mal: Dark está muy bien hecha, al menos en aquellos aspectos que sí entiendo. Las atmósferas están muy conseguidas. Los actores y actrices son muy carismáticos, y sus interpretaciones son bastante buenas en general. En cuanto a la dirección, hay episodios muy bien hechos con algunas escenas memorables. Además, me gusta la particular mitología de la serie: la central nuclear, los túneles, las máquinas con diseño demodé, la croqueta radioactiva, y hasta las muy manidas pero siempre eficaces y bienvenidas analogías bíblicas. Los mimbres de la serie son buenos, esto es innegable, y el nivel general de la producción también lo es. Puedo entender que mucha gente haya disfrutado con Dark.
Mi problema ha sido la progresiva desconexión emocional, producto de la creciente confusión en que me sumía la trama. Quizá haya influido el no haber visto la serie del tirón. El dejar pasar tiempo entre un episodio y otro no ayuda, porque acaba habiendo unos cuantos personajes mostrados con diferentes edades en diferentes líneas temporales. Reconozco que me habían recomendado tener cerca un esquema genealógico con las caras de los personajes y que hice caso omiso porque ese tipo de cosas matan mi inmersión en la historia. El tener que estar consultando apuntes me recuerda a la insoportable modorra de la época escolar, algo que, la verdad, prefiero no recordar, y menos cuando estoy viendo una serie. En el agónico momento en que mis capacidades intelectuales se vieron superadas, Dark se convirtió para mí en un bucle, en un eterno retorno a un momento mil veces repetido en que me preguntaba: «Y, ¿este tipo quién era y qué hace ahí?». La tercera temporada, en particular, me requirió bastantes esfuerzos no ya para entender lo que estaba pasando en el argumento, que se me había escapado definitivamente, sino sencillamente para mantener la atención en la pantalla y no ponerme a pensar en las musarañas.
Tuve otros problemas ya desde el inicio. Me costó tres o cuatro intentos el conseguir arrancar con la serie. No por la lentitud —que no veo como un problema, al contrario—, sino porque la serie prestaba más atención a los misterios centrales que al desarrollo de los personajes. En Dark, son los actores, más que el guion, quienes hacen por darle definición a cada personaje. El guion está más centrado en construir un aparato lógico y ayudaba poco en ese aspecto. Tampoco me entusiasmó el cargante uso de la música constantemente empleada como si cada secuencia fuese importantísima en el misterio. Pasa el autobús: música misteriosa. Se mueven las hojas secas: música misteriosa. Vuela un mosquito: música misteriosa. No conseguía distinguir la información relevante, que al parecer era toda, del excipiente dramático. Pero bueno, da igual. Si la inmensa mayoría de los críticos y muchísimos espectadores alaban con entusiasmo la coherencia lógica de Dark, soy muy consciente de que el problema lo tengo yo. No voy a decir es que el argumento no tiene sentido o que contiene agujeros lógicos, y no lo voy a decir porque, la verdad, no tengo ni la menor idea de si es así o no. Sé que el argumento tenía sentido mientras aún era capaz de entenderlo, y no vi cosas que me chocasen. Pero llegó un momento en que descubrí que no soy de esos que miran al cielo preguntándose por el origen de las cosas. Las frases filosóficas, las referencias a Schrödinger (señores y señoras guionistas, ¿no hay otro físico en la historia en la humanidad?), y las referencias a cosas cuánticas, la verdad, me sonaban bastante a ínfulas. Pero qué sabré yo. Sabe Dios que no tengo ni la menor idea de cosas cuánticas. He oído a famosos físicos decir que la física cuántica no la entienden ni sus propios colegas, así que me fascina que los guionistas de Dark sí la entiendan.
No quiero establecer paralelismos, porque no se trata exactamente del mismo caso, pero me sucedió lo mismo con aquella película sobre viajes en el tiempo llamada Primer. Un trabajo independiente, muy bien hecho si tenemos en cuenta el ínfimo presupuesto con el que contaba, que en su día me recomendaron fervorosamente: «Te va a encantar». La vi y no, no me encantó. No entendí nada. Y ojo, resultó que la lógica estaba allí, como pude comprobar con esquemas de esos que hace la gente en internet para explicar estas cosas. De acuerdo, yo no la había captado. Pero, en el caso de Primer, la culpa era de la película. Cuando la volví a ver por curiosidad, comprobé que durante los primeros dos tercios de metraje los personajes se la pasaban soltando jerga tecnológica hueca para alargar un argumento que, la verdad, no daba para mucho más que para un mediometraje. Al final había un pequeño festival de diálogo de exposición que me dejó claro que el guion, por muy lógico que fuese, no expresaba bien las ideas. Primer no había sabido contar su historia y transmitir su información de la manera en que se supone ha de hacerlo el cine. Para comprobar esta tesis, me bastó comparar Primer con Coherence. Esta no trataba sobre viajes en el tiempo, sino sobre universos paralelos, pero perfectamente hubiera podido prestarse a confusión. Sin embargo, en Coherence las ideas estaban fantásticamente bien presentadas, incluyendo trucos simplones pero efectivos (los colores de la barritas de luz; usted ya sabe a qué me refiero si la ha visto; si no, véala, que pasará un buen rato).
Tanto Primer como Coherence eran películas independientes de bajo presupuesto, ambas con argumentos de ciencia ficción basada en artefactos lógicos. La gran diferencia entre ambas residía en que Primer estaba escrita con el foco puesto en el artefacto lógico en sí mismo, y no en cómo ir transmitiéndole la información necesaria al espectador. Y Coherence estaba escrita con el foco puesto en el polo receptor de la narración audiovisual, en la idea de que el espectador debe entender lo que está sucediendo, a poder ser sin que le revienten las venas de la sien. Habiendo revisitado Primer, lo de la gente que decía que se entendía perfectamente sin ayuda de esquemas me parece un esnobismo, salvo que lo dijese alguien como Grigori Perelman. Pero asumamos por un momento la extravagante tesis de que ni usted ni yo somos Grigori Perelman. Al final me di cuenta de que Primer estaba mal contada, por muy consistente que fuese la lógica de sus paradojas temporales.
Insisto: no quiero dar a entender que Dark es como Primer. Asumo que con Dark sí tiene razón la gente que dice que la serie se puede entender, a la primera y hasta el final, sin necesidad de esquemas. Si usted me dice que en Dark todo encaja y que no hay cabos sueltos ni complicaciones innecesarias ni subtramas sobrantes, yo le creo, y lo digo sin ironía. Mi problema es que llegó un momento en que dejó de importarme si la serie tenía sentido o no. Me gustaban el ambiente y la mitología, pero no me apetecía dedicar más esfuerzos al intento de seguir todos los hilos sin perderme. Poner misterio sobre misterio no acrecienta mi curiosidad, sino que la mata por agotamiento.
Todo esto es muy subjetivo, pero quizá la serie me hubiese llegado más si hubiese estado contada de otra forma. Un ejemplo es la infinitamente entrañable (y, me temo, mucho más sencilla) serie británica Life on Mars. En el primer episodio, el protagonista es atropellado por un automóvil. Cuando despierta, en una increíble secuencia acompañada con la maravillosamente bien elegida canción homónima de David Bowie, el protagonista se da cuenta de que ha viajado a los años setenta. Ya está: un viaje en el tiempo, un único misterio, eso es todo lo que necesito. El ver cómo esto afecta al protagonista. Eso, junto con los toques de humor y de costumbrismo anacrónico, era perfecto para los espectadores simples como servidor. Como con los acertijos matemáticos, puedo entender que la progresiva acumulación de misterios excite la imaginación de otras personas. Pero también creo que hay una creciente tendencia a confundir lo estructuralmente complejo con lo inteligente. Pocas cosas hay más complejas que el ser humano. Películas como El apartamento o Plácido tienen una estructura sencilla y sus argumentos pueden ser entendidos por cualquiera, pero eso no significa que no contengan dosis extremadamente altas de inteligencia en su manera de construir un juicio sobre eso tan complejo que es la condición humana. Lo que pasa es que lo inoculan en un formato de comedia aparentemente sencilla.
¿Es posible que Dark sea más inteligente que El apartamento y que por eso no la entiendo? Es posible, pero también es posible que algo más complicado genere la tentación que confundir lo inteligente con lo difícil. Dark es una buena serie, en algunos aspectos es una gran serie, y su argumento es enormemente ambicioso. Y, si de verdad se atan todos los cabos lógicos, reciban los guionistas toda mi asombrada admiración. Pero mejor explicar todo esto recurriendo a otro glorioso comentario de Reddit: «Odio Dark. Desde que la vi, no puedo ver ninguna otra serie sin aburrirme en los primeros episodios, porque los conceptos en todas ellas son demasiado básicos. Incluso algunas series complicadas que he intentado ver no son realmente interesantes, y no me enganchan».
Este usuario de Reddit al que acaban de leer —llamémoslo Sheldon Cooper— y yo vivimos en universos diferentes. No veo qué problema hay en que una serie tenga un argumento sencillo, si eso sirve para desarrollar a los personajes sin que tengamos que estar tomando notas en un cuaderno. Comparar series por su sencillez o complejidad es como comparar música por el número de notas. Es como lo que pasa cuando se confunde oscuridad con madurez en el subgénero de los superhéroes. ¿Es más adulta Man of Steel que la Superman de Richard Donner, que estaba dirigida al público infantil, y donde Superman vestía de colorines? No, no lo es. Porque la Superman de Donner era una película muy consciente de su propia naturaleza, y por ello introducía elementos adultos dirigidos a los padres (la comedia romántica y los clarísimos subtextos sexuales), muy a sabiendas de que esos elementos contrastaban con el tono infantil que predominaba en el metraje. En este sentido, casi cualquier película de Pixar es más adulta que Man of Steel, dirigida, en realidad, a un público adolescente que va al cine sin sus padres.
Entonces, ¿me parece recomendable Dark? Si es usted adicto/a a los rompecabezas, sin duda. Si quiere pasarse cada episodio estableciendo conexiones, desentrañando misterios, e interpretando pistas y señales, esta es su serie. Desde Lost, probablemente no haya otra serie que lo vaya a satisfacer igual en esta faceta. Pero si es usted es disperso/a como yo, y tiene propensión al dolor de cabeza en cuanto las cosas se complican, sepa que la migraña irá en aumento conforme se acerque el desenlace de la serie. Que está muy bien hecha. Pero también está muy bien hecho el cubo de Rubik y jamás he conseguido solucionarlo.
Un cubo no es un tetraedro. Un tetraedro es una pirámide.
Gracias, Sheldon Cooper.
Es super habitual cuando la gente se refiere a términos matemáticos o científicos no tener claro de lo que habla y justo abres tu artículo de esa manera y rechina un poco. Prueba a no ponerte a la defensiva y a no atacar cuando has cometido un error por simple desconocimiento. De verdad, no pasa nada por no saber. Otra cosa que puedes probar es a informarte mejor cuando vas a usar términos de una materia que desconoces… Cómo ves, hay un montón de opciones además de intentar ridiculizar a quién te señala un error.
Un cubo no es un tetraedro, es un hexaedro.
Gracias de nuevo, Sheldon Cooper. Ya lo sabemos, pero esto no es un tratado de geometría.
Tu respuesta no podía retratar mejor el problema: la incultura matematico-cientifico-tecnica asumida como algo normal, incluso motivo de risitas y cierto orgullo («Yo es que soy de letras, jijiji jejejeje»). El problema no es que esto no sea «un tratado de geometría», es que el listón debe ponerse a la par que el de incultura humanística. Te reto a imaginar que hubiera ocurrido si el artículo hablara por ejemplo del «Gernika de Dalí», o de la «Toccata e fuga de Mozart». Seguro que si alguien corrige al autor diciendo que el Gernika es de un tal Picasso, hubieras posteado «Esto no es un tratado de pintura». Segurísimo.
Pues no solo no debes avergonzarte por no haber entendido nada, sino que estoy segurísimo que son muchos los que les ha ocurrido lo mismo, incluso entre las legiones de fans que dicen lo contrario y tratan de disimular el auténtico embrollo guionístico de la serie mediante apelaciones a la «inteligencia» de los espectadores.
Vamos a contextualizar: Soy Físico e Ingeniero Industrial. Me considero una persona bastante inteligente, con cultura tanto cinematográfica como literaria, y por así decirlo, «culturilla general», por encima de la media. Que nadie se engañe, soy la mar de humilde. Sólo lo digo para indicar que cuando me hablan de Física cuántica, entiendo lo que me quieren contar (y en la mayoría de las veces, lo que me quieren colar).
Y dicho esto, no tengo ningún problema en reconocer que no he entendido absolutamente nada de la serie a partir de su ibsufrible tercera temporada. La cosa empezó a torcerse en la segunda, cuando se abandona el registro de misterio rural en paralelo con toques fantásticos, para centrarse exclusivamente en las lineas temporales paralelas, los saltos en el tiempo y las paradojas. Ahí empieza mi desconexión emocional de los personajes, que culmina en la tercera temporada, donde ya no me interesa nada de lo que me cuentan, porque soy incapaz de entender el propósito de cada uno de ellos y por consiguiente empatizar con sus sufrimientos. De hecho, prácticamente no hay desarrollo de la historia a partir de la tercera temporada, sino más bien una sucesión continua de escenas donde todos los personajes sueltan peroratas filosóficas sobre el sentido del universo, nuestra existencia y nuestras miserias, mientras van pasando cosas.(no se sabe muy bien qué cosas). No hay ningún diálogo «normal», todo son sucesiones de monólogos supuestamente profundos insufribles que teóricamente deben guiarnos al desenlace final, cuando y hace horas que unos está ya totalmente desconectado de los personajes.
En resumen, una serie con un gran potencial, una fantástica puesta en escena, una buen mitología y açunos actores más que notables, que pierde el rumbo totalmente, en una huida continúa hacia adelante, desembocando en uno de los finales más tramposos que recuerdo últimamente.
Y por cierto, yo tampoco entendí Primer.
La segunda temporada me pareció magistral hasa los últimos 5minutos, con tal cliffchanger no se podía esperar nada bueno de la tercera temporada. Que considerando el percal donde se habían metido, tampoco se cerró tan mal. Pero por supuesto el nivel general de la serie quedó afectado. Al menos no han destrozado la serie como en Lost, y aunque los secundarios pierden protagonismo, sus historias siguen siendo tremendamente interesantes. Especialmente los padres en busca de su hijo desaparecido y la policía huerfana que comparte madre e hija.
¿Y cómo te va con el cubo de Rubik? :)
Muy de acuerdo con casi todo, pero la última temporada, tanto a mí como a todos los que he preguntado sobre la misma, se nos está haciendo más dura que a un «sprinter» el Angliru.
Le felicito por el artículo
Pues miren, si no es el señor «Yo veo cosas para adultos» encantado con una sobrevalorada serie para niños hecha para epatar hasta al espectador más tarugo y casual y mainstream. Que otra cosa se puede esperar de este señor, cuyos gustos son como una brújula invertida.
Bien dicho: inteligente no tiene por qué ser sinónimo de difícil o complicado. De hecho, tengo para mí que lo que distingue lo inteligente es explicar algo complejo de manera sencilla.
Y en lo que se refiere a grandes misterios, no hay que ir demasiado lejos: pregunte a los hombres por las mujeres o al contrario ;)
«¿Nunca ha tenido la sensación de estar perdiéndose algo que encandila a gente de su entorno, pero que a usted lo deja perplejo? Y no hablo de esos casos en que los demás ensalcen algo que a usted le parece mediocre. Hablo de algo que, en muchos aspectos, le parece que está bien hecho. Algo que posee evidente calidad, pero que usted, pese a todo, no consigue entender.» Muchas veces. No diré que sea la historia de mi vida, que no lo es. Pero le comprendo perfectamente.
A mi me agotó, cada capítulo me dejaba exhausto. La terminé de ver por cierto masoquismo que tengo, debo terminar lo que he empezado…estoy de acuerdo con todo en su texto, no está solo. Añadiría que esa serie me recordó esos libros de filosofía alemanes, que requieren libro trás libro que los explique, y que después de veinte textos explicando el original, no acabas de entender nada…
Coincido con Emilio de Gorgot y subo más la apuesta. «Dark» es un truño de dimensiones cósmicas. La primera temporada es fantástica y se nota que era una serie de 1 temporada. El problema viene cuando el éxito «obliga» a los creadores a seguir estirando el chicle, como con tantas otras series. A este respecto no puedo dejar de mencionar que en una reciente entrevista en El País a raíz del estreno de la 3ª temporada, su creador llamó «gilipollas» a los que le quisieron comprar su averiada mercancía diciendo literalmente que «tenía pensado desde el principio» que la serie serían 3 temporadas y que daba las gracias a Netflix por haberle permitido desarrollar el arco argumental de los personajes. Yo la dejé en la segunda temporada, me pareció tal tomadura de pelo que acabé harto del viejo calvo del futuro que cada vez que salía solo sabía decir con voz solemne y quebradiza, como si fuera algo epatante: «El futuro esá conectado con el pasado». No es una serie compleja. Tiene el síndrome «Nolan» que tanto daño ha hecho, hacer pasar por compleja una historia sencilla para que pajilleros granujientos expongan sus teorías en la web creyéndose inteligentísimos. Como bien dice el artículo, eso lo sabe hacer Lynch porque domina el onirismo como nadie y además es un mundo que requiere sus propias reglas.
En lo que no coincido es en la crítica a «Primer». A mí me pareció una película fascinante, independientemente de que no te enteres de nada o casi nada. «Coherence» es magnífica también, y recomiendo en ese estilo de ciencia ficción poco conocida, «Triangle» (australiana) y «The One I Love».
Dani, acabo de leer su comentario después de escribir el mío. No conozco «The one I love» pero, viendo su opinión sobre las otras que sí conozco, la veré. ¿Sabe si está en alguna plataforma?
Tutéame por favor. Creo que «The One I Love» está en Filmin, pero no estoy seguro, porque googleando también aparece Netflix. Yo la descargué por torrent de la página antes de tener suscripción a plataforma.
Lo que hace que la primera temporada sea tan interesante es precisamente el equilibrio justo entre misterio rural, drama y pequeños toques fantásticos. Los personajes están fantásticamente desarrollados, y la(s) historia(s) son muy buenas.
Como decía alguien, ahí es donde se nota que era una serie de una temporada (no, no me la vais a colar con lo de las tres, showrunners).
Luego todo se va al garete, como ya he expuesto en otros posts.
Por cierto, no se ha hablado mucho de lo técnico: mención especial para el cutreapocalipsis, esa semiesfera que lo engulle todo, que parece pintada en Edding negro en stop motion… o esos bujeros espaciotemporales que se abren en el búnker, que dan vergüenza ajena…
Una vez Netflix soltó la pasta, podrían haberle dedicado algunos eurillos más a los (pocos, por suerte) FX necesarios.
El 80% de los que dicen que entendieron Dark mienten y lo dicen para dárselas de inteligentoides. El otro 20% directamente la han entendido mal.
No es una serie para entender, sino para ver, dejarse llevar y disfrutar. El problema es que a partir de mitad de la segunda temporada el disfrute desaparece. Verla en versión original subtitulada sin hablar ni papa de alemán no ayuda. Coincido en mucho de lo que se expone en este artículo y en los comentarios.
Ahora, Primer me pareció un peliculón desde el primer visionado aun sin entenderla. No es difícil, en el segundo se entiende bien.
Y Coherence otro peliculón.
Recomiendo Triangle. No se dejen engañar por su comienzo de peli de adolescentes borrachos americanos. Les gustará.
Pues a mi me ha encantado. Cierto que la tercera temporada casi me explota la cabeza y me perdí un poco y me estaba temiendo un final tipo Lost, pero el final es perfecto.
Se ve que es una serie que estaba pensada desde el principio así, con ese final y no es la típica serie que van improvisando según avanza.
Joder, pues si lo de la 2ª temporada no es improvisar, es peor, alargar hasta la exasperación en bucle la frase «el pasado está conectado con el futurooo» del senil.
Coincido con el hecho que casi nadie la entendió… yo tampoco. A primer la vi y no la entendí aunque me gusta mucho el tema de viajes en el tiempo. Saludos
Es una pena porque las 2 primeras temporadas se pueden seguir sin volverte loco y la 1ª es excepcional.
En la ultima yo me perdí y desconecté de la serie, el final me encantó pero la 3ª temporada en conjunto es nefasta y para contar la historia me parecen innecesarios tantos saltos.
No te justifiques tanto, ni te tires a menos… A mí tampoco me gustó Dark en lo más mínimo. Soy más del estilo de Borges por ejemplo, quién podía plasmar conceptos igual de abstractos y complejos y para colmo hacerlo en las pocas frases de un cuento o un poema, y que por si fuera poco podían entenderse sin necesidad de consultar reddit, tomar notas o leer filosofía alemana. Por lo tanto encuentro a Dark mas complicada que compleja. Y además es lenta y aburrida.
No esperaba leer un artículo donde se explicase que si uno es mentalmente disperso es mejor no realizar actividades que requieren un mínimo de concentración, pero mira, aquí estamos.
Y no, no hace falta ser Sheldon Cooper (por suerte) para saber que un cubo es un hexaedro. Ojalá la incultura científica de este país no fuera tan evidente y, sobre todo, no se celebrase tan habitualmente.
Insufrible desde la segunda temporada. Los personajes tienen un problema de comunicación entre ellos gordísimo, los silencios dramáticos y preguntas sin respuesta, combinados con lo de la música para que todo parezca importante y sobre todo con las constantes voces en off con filosofía del todo a cien como si Paulo Coelho se hubiera tragado un paper de Einstein, hacen que con el único que pueda identificarme mínimamente es con el tío que se cuelga nada más empezar la serie.
Me ha encantado esa visión de Paulo Coelho comiéndose (y eructando) un paper de Einstein, coincidio totalmente.
Escena tipo de la 3a temporada: Personaje A angustiado dando tumbos y saltos sin ton ni son, de un lado a otro, adelante y atrás, arriba y abajo, cual Chiquito de la Calzada espaciotemporal. de repent llegan apresuradamente a algun momento donde se cuece algún tipo de tensión dramática, y sueltan una pregunta angustiada al Personaje B. El Personaje B no responde nunca directamente, sino que empieza a soltar su perogrullada coelhista con gran cara de afectación. El Personaje A no ha entendido nada, como tampoco el espectador. Ambos tienen la (ingenua) esperanza de que lo entenderán «más adelante». Todo ello amenizado con una banda sonora que te hace creer que cada segundo del capítulo es un clímax en potencia. Como decía, un desastre narrativo absoluto.
Lo de la autojustificacion de las tres temporadas es totalmente risible, un insulto más a nuestra inteligencia (si, la que no consigue entender la serie).
Me pareció increíble lo que has escrito, has sido sincero y te has explicado claramente con una extensión pertinente