Rafa Nadal volvió a ganar Roland Garros y cualquier adjetivación se queda corta ante la hazaña. Rara vez las hipérboles encajan tan bien en el suceso. El mallorquín ganó el torneo por decimotercera vez en su carrera (lo ha jugado dieciséis veces y en una tuvo que retirarse), lo hizo a los treinta y cuatro años, sin perder un set en todo el campeonato y después de haber jugado tres partidos de competición oficial en los últimos seis meses. No solo eso: pese a tener un cuadro relativamente amable, se cruzó en la final contra el número uno del mundo, un jugador que solo había cedido un partido en todo el año y por descalificación… y a la hora y media de partido ya iba ganando 6.0, 6.2. No hay palabras.
Tampoco las hay para el torneo de Iga Swiatek, que también se paseó por la tierra batida parisina sin ceder una sola manga pese a empezar su gesta fuera de las cincuenta primeras de la clasificación WTA. Cosas como la de Swiatek son las que se echan tanto de menos en el circuito masculino, donde las jerarquías siguen contando tantísimo. No hubo nada de suerte en el recorrido de la polaca, que se cargó camino del título a Simona Halep, la gran favorita, a la argentina Nadia Podoroska, la otra gran sorpresa del torneo, y destrozó en la final a Sofia Kenin, la campeona este mismo año del Open de Australia. Si esto es el principio de algo o se va a circunscribir a dos semanas de dulce no lo sabemos. Analicemos, mientras, casi todo lo que nos dejó esta extraña edición de Roland Garros:
1. Lo normal es empezar con el campeón, pero en esta ocasión voy a empezar con el propio torneo. Acostumbrados al esplendor de la primavera, al calor de las pistas abarrotadas de gente, los planos picados de la realización francesa enfocando el sol y la tierra, esta edición ha sido un anticlímax total. Aparte de las fechas, se cambiaron incluso las bolas, pues al parecer beneficiaban a Rafa Nadal y eso no se podía tolerar. Las imágenes de los jugadores y jugadoras disputando sus partidos en manga larga mientras las decenas de personas que podían entrar en las gradas se calentaban con mantas parecía un escenario postapocalíptico. En parte, lo era. Roland Garros es otra cosa. Es una fiesta llena de vitalidad y no este mustio protegerse del frío y del viento. En cuanto a las bolas Wilson, en fin, digamos que no afectaron mucho al resultado.
2. Porque, ahora sí, el caso es que ganó el mismo de siempre. Se dijo que el frío le perjudicaría, que la pista no cogería sus efectos, que la bola beneficiaba a los que jugaban más plano, pero a Rafa Nadal le dio todo bastante igual. No hubo un solo momento en sus siete partidos en el que se le viera en apuros. Quizá, como mucho, en los cuartos de final contra el italiano Jannik Sinner, cuando solo un break en el último juego del primer set evitó que se le escapara la manga. En la final, hizo un nuevo ejercicio de dominio no solo tenístico sino mental. Desde luego, nunca dio la sensación de que la diferencia en el rendimiento diera para un 6-0, pero supo ser dos puntos mejor que su rival en todos los juegos. De eso trata este deporte. Rafa no falló cuando no tenía que fallar y actuó como un tirano. Sin piedad.
3. Al otro lado de la red, el serbio Novak Djokovic era un festival de inconsistencia, desesperación, lamentos… y molestias físicas. Djokovic se jugaba buena parte de su legado en el doblete US Open-Roland Garros y los dos torneos se le han escapado. Su hombro le ha dado para ganar Cincinnati y Roma pero no para el premio gordo. Eso y una dudosa conexión con la realidad. Todo lo que vienen haciendo Djokovic y su entorno últimamente (desde que se largó de ahí Boris Becker hace ya unos cuantos años) suena raro. Desde las quejas por no poder ir todos juntos a la «burbuja» de Nueva York hasta las extrañas declaraciones de Goran Ivanisevic en la previa asegurando que Nadal «no tenía ninguna opción». Yo quiero pensar que su intención era tapar algo, probablemente un nuevo problema físico. Si de verdad es lo que pensaban, normal que la cosa acabara como acabó.
4. Porque, sí, aunque se magnificaron mucho las palabras de Pablo Carreño-Busta en las que venía a criticar al serbio por pedir atención médica justo cuando iba perdiendo (luego matizó sus palabras), lo cierto es que Djokovic no tiene el hombro bien. Cómo maneja el dolor, lo desconozco. Desde luego, parece dolerle más cuando las cosas no le salen bien en la pista, pero eso nos pasa un poco a todos en la vida. En las semifinales contra Tsitsipas ya lo vimos: el partido iba camino de un cómodo tres sets a cero y, de repente, se bloqueó el hombro, se bloqueó el brazo, Djokovic perdió su servicio tres veces seguidas… y hasta el quinto set que nos fuimos. No creo que fuera casualidad que en la final perdiera su servicio cinco veces en dos sets para un total de siete en todo el partido. Algún problema en el movimiento tenía que haber.
5. Acabemos con la rivalidad Djokovic-Nadal repasando algunos datos: incluyendo 2011 (es decir, diez años), el serbio y el español se han repartido veintisiete de los treinta y nueve torneos del Grand Slam en juego. A menudo, hablamos del «Big 3» o el «Big 4» o lo que se ponga de moda para obviar la realidad: esta década ha pertenecido casi en exclusiva a estos dos gigantes. Solo Federer, en dos breves períodos de 2012 y 2017, y Andy Murray tras aquel épico sprint final de 2016 que, a la larga, le costó la salud, han conseguido apartarles del número uno del mundo. Diez años turnándose. Y si sumamos el maravilloso 2010 de Nadal, cuando se impuso en Roland Garros, Wimbledon y el US Open, tenemos once años de dominio (casi) absoluto.
6. Vamos con el resto de los humanos, y empecemos por Dominic Thiem. Finalista en las dos pasadas ediciones de Roland Garros y reciente campeón del US Open, muchos daban al austriaco como candidato a todo en esta edición. La verdad es que nunca se le vio cómodo en la pista, y eso que en principio las condiciones se amoldaban bastante bien a su juego. Sufrió innecesariamente en octavos de final con el joven francés Hugo Gaston (no es una locura pensar que, con público en las gradas, habría perdido) y cayó en cuartos ante el argentino Diego Schwartzman. Se apreciaba un cierto cansancio en el número tres del mundo que era más mental que físico. El camino hasta el primer grande ha sido tan agotador que es normal que después el cuerpo y la mente se relajen. Y, en París, relajado, solo gana uno.
7. Ante el paso atrás de Thiem, la generación noventera tuvo en Stefanos Tsitsipas a su estandarte. El griego necesitaba una actuación así: después de estar casi en la calle contra Jaume Munar en primera ronda, se recuperó con creces sobreponiéndose a un cuadro bastante complicado: Aljaz Bedene, Grigor Dimitrov, Andrei Rubliov… todos fueron cayendo hasta las citadas semifinales contra Djokovic, en las que lo mejor que se puede decir de él es que no se rindió. Dependió demasiado de los altibajos del serbio, pero supongo que ese es ahora mismo su lugar en el circuito. Experiencia ganada, en cualquier caso.
8. El cuarto semifinalista, Diego Schwartzman, ya venía de avisar en Roma, donde llegó a la final y puso en apuros a Djokovic. El problema que tiene Schwartzman es que, con su altura, necesita jugar al ciento veinte por ciento cada minuto de cada partido para aspirar a algo grande. Es mucho exigir. En cualquier caso, «el Peque» ya tiene premio para su larga lucha y su inconformismo: no solo alcanzó en París las primeras semifinales de Grand Slam de su carrera sino que dicho éxito le coloca entre los diez primeros de la clasificación ATP, en concreto, el número ocho. Un buen final de temporada y le veremos en las World Tour Finals si la pandemia permite que se celebren…
9. Hablando de la pandemia, el gran elefante en la habitación, pocos deportistas han mostrado una mayor irresponsabilidad que Alexander Zverev. El alemán, reciente finalista del US Open, ya se vio involucrado en junio en el affair del Adria Tour, cuando varios tenistas dieron positivo por coronavirus después de haber pasado las noches juntos celebrando en discotecas y colgando sus vídeos en redes sociales. Zverev pidió perdón públicamente, se mostró muy compungido y a las dos semanas ya estaba otra vez colgando vídeos de otra fiesta en otro lado. Lo que hizo en Roland Garros, sin embargo, supera todo eso: Zverev se levantó una mañana con fiebre, malestar general y dolor de garganta y en vez de quedarse en el hotel y hacerse un test, se fue a jugar su partido de octavos de final ante Jannik Sinner, poniendo en riesgo la salud de muchísimos trabajadores. Al final, la cosa quedó en nada, una PCR negativa, pero si sigue jugando con fuego, acabará quemándose.
10. Por cierto, Jannik Sinner ha salido ya dos veces en este artículo y siempre en relación con alguien y no por sus propios méritos. Creo que tengo un problema con el italiano: me parece demasiado endeble. No es un juicio técnico ni tenístico, sino estético, casi. Le veo en la pista y me parece que se va a romper. Tiene diecinueve años años y aparenta aún menos. Sin embargo, qué golpes tiene y qué palmarés está empezando a juntar. Campeón vigente del Masters para jóvenes (no me acuerdo ni qué nombre le ponen a la cosa esa, creo que Nitro Finals), Sinner no llegó al circuito como una superestrella en ciernes, algo que sí les pasó al propio Zverev o a Auger-Aliassime más recientemente, pero a base de trabajo y silenciosamente ya está entre los cincuenta mejores del mundo y dentro de un año estará luchando por el top ten, como lo está ahora su compatriota Matteo Berretini.
11. Berretini, por cierto, sigue sin arrancar después de su excelente pasada temporada. Una tercera ronda ante Altmaier parece poco balance para todo un «top ten». Tampoco cumplieron Denis Shapovalov (segunda ronda ante Roberto Carballés), Borna Coric (primera ante Norbert Gombos) ni el mencionado Felix Auger-Aliassime (primera ante Nishioka). Sí lo hizo Andrei Rubliov, quien, tras el impulso del título en Hamburgo (precisamente frente a Tsitsipas) al menos llego hasta cuartos de final, donde el griego se tomó la revancha. Para no ser su superficie favorita, hay que resaltar su esfuerzo. Más que nada porque no siempre ha sido así.
12. La noticia más triste del torneo, en mi opinión, fue la presencia fugaz de Andy Murray. A los treinta y tres años, con la cadera destrozada, solo él puede saber si tiene sentido competir al más alto nivel para no rendir como el gran campeón que ha sido durante tantísimos años. Su enfrentamiento de primera ronda ante Stan Wawrinka, otro viejo guerrero que sabe de primera mano lo que es vencer a las lesiones, prometía ser una batalla épica… pero se quedó en un paseo incluso doloroso: 6-1, 6-3 y 6-2. De momento, el británico se ha apuntado al torneo de San Petersburgo, esperemos que ahí pueda cosechar mejores resultados y, sobre todo, muestre una mejor imagen.
13. El tenis español sigue donde estaba: Nadal lo eclipsa todo y por detrás, pues poco a poco… Muy bien Pablo Carreño, llegando a cuartos de final tras las semifinales del US Open. En su sitio Roberto Bautista, que cayó en tercera ronda precisamente ante Carreño. Imposible pedir más a Jaume Munar ni a Roberto Carballés. El problema es que no hay nada detrás o no lo hay con consistencia: tras su excelente US Open, Alejandro Davidovich tuvo la mala suerte de cruzarse con Rubliov en segunda ronda y cedió en cuatro sets. De Nicola Kuhn hace tiempo que no se sabe nada bueno, y la gran promesa, Carlos Alcaraz, perdió en la primera ronda clasificatoria, algo esperable a los diecisiete años. Eso sí, a las dos semanas, se resarció en el challenger de Barcelona, logrando su segundo triunfo en dicha categoría. Esperemos que no se quede por el camino porque le necesitamos urgentemente.
14. Vamos ya con el cuadro femenino. Si al principio del torneo nos dicen que las cuatro semifinalistas iban a ser Iga Swiatek, Sofia Kenin, Petra Kvitova y Nadia Podoroska, no nos lo habríamos creído. Tampoco es que hubiera muchas alternativas, una vez Naomi Osaka anunció que no iba a jugar, Bianca Andreescu y Ashleigh Barty siguen lesionadas, y Serena Williams se presentó en París pero tuvo que retirarse antes de comenzar su segundo partido. Conforme iban pasando las rondas, a Simona Halep se le iba poniendo más cara de favorita, pero chocó de bruces con el huracán Swiatek, que no solo no cedió ni un solo set en el torneo sino que apenas perdió veintiocho juegos. Ninguna rival le hizo cinco en una sola manga y solo dos (Kenin en la final y Hsieh en segunda ronda) llegaron a cuatro.
15. La irrupción de la joven polaca (diecinueve años) eclipsó hasta cierto punto el fabuloso torneo de Kenin, que se va consolidando como una de las top del circuito, y la sorprendente actuación de Petra Kvitova, cuya carrera peligró tras un asalto salvaje a su casa en el que casi pierde la movilidad de una de sus manos hace ya cuatro años. Kvitova, doble campeona de Wimbledon, hacía ocho años que no pisaba unas semifinales de Roland Garros, y ella parecía la primera sorprendida en sus declaraciones. Nunca se le ha dado bien la tierra batida, pero las condiciones, hasta cierto punto, la beneficiaban un poquito más.
16. Con todo, la otra gran historia de este torneo ha sido la de la argentina Nadia Podoroska. Podoroska, de veintitrés años, tuvo que ganar sus tres partidos de las rondas clasificatorias solo para poder participar en el cuadro principal. Una vez ahí, se impuso a Putintseva y a Svitolina entre otras para plantarse en semifinales y ser debidamente arrasada por Swiatek. Podoroska entró como la 131ª del mundo y sale como la 48ª. Dos semanas le han cambiado por completo la vida. En un circuito en el que la continuidad brilla por su ausencia, igual consigue hacerse un hueco en la élite.
17. Lo de Serena Williams: tiene treinta y nueve años y su último torneo de Grand Slam data de 2017 (Australia) justo antes de su embarazo. Uno se siente tentado de descartarla para ganar el deseado 24º grande que la iguale con Margaret Court-Smith, pero creo que aún hay que esperar. Primero, no hay suficiente jerarquía en el circuito como para descartar a nadie. Si Iga Swiatek puede brillar durante dos semanas sueltas y ganar Roland Garros, lo mismo puede hacer Serena donde le dé la gana. Segundo, en este período que va ya para cuatro años, sus resultados en Grand Slam no han sido malos: cuatro finales y unas semifinales, todas ellas, eso sí, a repartir entre Wimbledon y el US Open. Esperemos lo mejor para ella en 2021.
18. La mejora de Garbiñe Muguruza respecto al año pasado es evidente. Ya no es la jugadora perdida que transitaba por el circuito sin ganas de estar ahí y sin saber muy bien qué se esperaba de ella. Ahora bien, después de la final en Australia, sus resultados en Grand Slam han sido mejorables: tras la derrota en segunda ronda del US Open, llegó una nueva eliminación temprana, en tercera ronda, ante Danielle Collins, una jugadora «alérgica» a la tierra batida. Con Garbiñe hay que insistir en lo de siempre: cada semana es una novela distinta. ¿Cómo será la de Australia 2021? Imposible saberlo de antemano.
19. Quien sí dio un paso adelante importante fue Paula Badosa. La española nacida en Nueva York, gran promesa del tenis patrio cuando debutó en Copa Federación con diciséis años en 2014, Paula ha tenido que ganarse cada paso en el camino y quizá haya jugado su mejor tenis como profesional esta semana en la que se llevó por delante a Sloane Stephens y a Jelena Ostapenko para plantarse en octavos de final. Quizá se esperaba más de ella en el enfrentamiento contra Laura Siegemund, pero ahí se le apagó la luz. Estabilizada ya entre las cien mejores del mundo, los resultados de esta temporada invitan a pensar en que pronto pueda ir un poco más allá. Tenis tiene de sobra para ello.
20. ¿Qué nos cabe esperar del resto de la temporada? Difícil decir nada en un sentido ni en el otro. A cierre de la edición de este artículo, el torneo de San Petersburgo ha comenzado pese a que uno de los participantes ha dado positivo. Con el virus en plena expansión por el otoño europeo, todo dependerá de la seriedad con la que ATP y WTA se tomen sus propios protocolos. Si actúan como en el fútbol o en el baloncesto, es decir, apurando al máximo y que sea lo que dios quiera, es probable que el calendario, más o menos, se pueda terminar. Si no, pues por lo menos intentarán salvar las World Tour Finals y punto. Todo eso beneficia a Djokovic, por supuesto, que sigue aumentando semanas como número uno del mundo sin que se vea el final de su reinado: van ya doscientas noventa semanas en lo alto del ranking, solo veinte menos que Federer. Lo superará y ampliamente. Queda por saber quién conseguirá acabar el año como líder de la clasificación. Si son Nadal o Djokovic (Thiem también tiene una ligera opción), será el sexto año para cualquiera de ellos. Federer solo pudo hacerlo cinco veces. La última, en 2009.
Poco que añadir salvo el asunto de las bolas y la humedad etc. El cambio a Wilson no ha sido por joder a Rafa por mucha tirria que queramos ver en los franceses. Simplemente se trata de pasta, y las compañía norteamericana paga más que la francesa. A quien más ha perjudicado la humedad y las bolas es al que más violentamente y con más revoluciones pega a la bola, es decir, al austriaco Thiem. También a Sock, que es el que más spin le mete a la pelota, pero el norteamericano no contaba ni para llegar a segunda ronda. Thiem, aparte de desgaste mental, sufrió con Gaston una auténtica tortura física. Que te masacren a dejadas (casi 50 nada menos, y la mayoría bien hechas) supone un desgaste brutal para la musculatura por las continuas arrancadas, de ahí que no llegara nada fresco ante Schwartzman. Me queda la duda de qué hubiera ocurrido entre Nadal y el austriaco estando este en plenitud física. Estoy seguro de que Rafa hubiera ganado, pero creo que le hubiera puesto en algún aprieto, puesto que a día de hoy es el que más problemas le ha planteado en tierra durante los últimos años.
Por lo demás, el favorito en RG, independientemente de factores externos no puede ser otro que Nadal dada su trayectoria. Es el grande donde ha mostrado un dominio sin parangón respecto a cualquier tenista en la historia, y parece lógico pensar que engrosará su cuenta personal con al menos 3 RG más, si contemplamos un horizonte de 5 años. La incógnita es Djokovic, quien parecía lanzado, y que en Australia tendrá opción de resarcirse. Recordemos que es más joven y que es fiable en cualquier superficie, pero las desconexiones mentales y aspavientos que sufre me hacen dudar. Creo que se ha autoimpuesto demasiada presión verbalizando su intención de ser el GOAT etc, sin centrarse en los objetivos más inmediatos. No obstante, su temporada es magnífica, y quizá le sirva de estímulo esta derrota sin paliativos, como le ha servido a Nadal recordar la similar paliza que sufrió a manos del serbio en Australia 2019.
Está por ver si aparte de Thiem, hay algún candidato más a luchar por los GS. Sigo sin ver a Tsitsipás mientras no se deshaga de su padre como entrenador, quien le consiente demasiadas impertinencias. Zverev tiene un potencial brutal pero mentalmente no parece enfilado a pesar de haber empezado a trabajar con Ferrer. Medvedév me pareció fiable pero ha pegado el cante en Nueva York y París, tendrá que espabilar. Y la nueva hornada (Sinner, Aliassime etc.) la veo demasiado tierna todavía, aunque me impresionó Sinner por su madurez y temple, pero creo que no está todavía para grandes empresas, al menos hasta dentro de un par de años. Por tanto, veo la misma terna peleando por los GS: Nadal, Djokovic y Thiem. La incógnita será Federer, a quien en todo caso solo le concedo algo de chance en Wimbledon.
Sigo sin entender por qué Nadal no viajó a Nueva York para defender el US Open. Entiendo que la prioridad es seleccionar el calendario, pero los descartes no deberían ser los torneos grandes, no sé. Habrá que ver qué torneos decide jugar el año que viene, porque como ha manifestado, el físico no es el mismo que hace 10 años. Lo mismo vale decir de Djokovic aunque de chasis lo veo más entero, sin embargo, su cabeza es lo que no ha funcionado del todo bien. Dependerá de si se centra en el día a día en lugar de pensar en la posteridad.
Poco que decir respecto al cuadro femenino, de nuevo una montaña rusa. Veremos si la polaca prevalece o se estabiliza, pero de los últimos grandes, 10 ganadoras distintas dice bien poco del compromiso de las féminas para con su profesión.
De acuerdo en lo de las bolas. Me parece sorprendente que Guillermo Ortiz caiga en un chauvinismo barato como ese. Nadal tiene más detractores en España que en Francia. Otra cosa sería que hablásemos de Djokovic, que tiene que jugar todos los partidos viendo cómo animan al rival.
Y, como de costumbre, una crítica absolutamente injustificada – por no decir un montón de basura – sobre el tenis femenino. De Iga Świątek no espero que gane ocho Grand Slams en los próximos tres años, pero me extrañaría mucho que no acabe su carrera con al menos tres o cuatro. Si quieres estabilidad en el circuito femenino, te recuerdo que Osaka ha ganado 3 Grand Slam en dos años. Que Kenin lleva dos finales este 2020. Que Andreescu llega a la final (y normalmente la gana) de cada torneo en el que participa sin estar lesionada.
Y hablar de falta de compromiso por parte de las jugadoras es mitad insulto, mitad ceguera. Para falta de compromiso el de los hombres, que juegan a ver quién le pone el culo más abierto a los tres grandes. Nick Kyrgios es gilipollas, pero no le falta razón cuando dice que si te presentas a un partido contra Nadal con la intención de pedirle la camiseta, mal vamos. Compromiso es de Świątek, que el año pasado jugó un Roland Garros magnífico hasta que se cruzó con Halep, que la arrasó 6-1 6-0 y este año se ha presentado aquí dispuesta a arreglar cuentas. Igualito que Thiem con Nadal, vamos. A no ser que por compromiso con el deporte te refieras a jugar con fiebre y síntomas de Covid tu partido de octavos de final, como Zverev.
De los 20 grandes que lleva Nadal, 10 o doce son por su talento y el resto por la desidia del resto de jugadores. No se trata ya de que no le puedas ganar porque es muy bueno, es que Nadal llega a las finales sin sudar porque los rivales se van quitando de enmedio conforme pierden la primera manga, o incluso antes. Si los hombres se tomaran el tenis con la misma intensidad y profesionalidad que las mujeres Nadal habría perdido alguna final simplemente por llegar agotado, como los toros a la cuarta suerte de picadores. Pero qué va… el que se enfrenta a Nadal ya ha hecho las maletas y cancelado la habitación del hotel la noche antes.
La crítica podrá gustarte o no, pero no es injustificada. Que hayan ganado jugadoras como Stosur u Ostapenko (por no mencionar a Stephens o Andreescu) que luego no se han vuelto a oír prácticamente, nos retrotrae, por encontrar un paralelismo más o menos equivalente en el circuito masculino a Thomas Johansson, aquel sueco que ganó Australia en 2002.
Lo que a algunos os parece competencia a mí me parece dejadez e inconsistencia. Ahí está el ejemplo de una Serena Williams crepuscular, que con el físico que gasta es capaz de llegar todavía a finales de GS.
Que los jugadores salgan rendidos frente a Nadal es mérito del balear por haber forjado una carrera en la que su regularidad, compromiso y consistencia mental han sido sus mejores argumentos.
Lo de Korda es una anécdota y, supongo, que algún día alguna mujer se asentará. Sigo pensando que Halep es la más regular de todas, a pesar de la paliza que le infligió la polaca que, quién sabe, igual cambia la tendencia y se impone como la nueva rival a batir.
Cuando las feministas dicen que los hombres son incapaces de reconocer el mérito de una mujer, no hablan por hablar, sino con mucho conocimiento de causa. Todo lo que se ve meritorio en un hombre se vuelve descrédito cuando es una mujer. ¿Federer llega a semifinales del Open de Australia cojo y enfermo, Djokovic a la final de Roland Garros con un hombro lesionado, Nadal la gana después de seis meses sin competir y con las rodillas de una prostituta jubilada? Es porque son buenísimos, la hostia en verso, lo mejor que ha existido desde el Big Bang. No soy digno de comerle la polla a ninguno. ¿Serena Williams sigue llegando a finales de Grand Slam a la edad de Federer? Es porque las tías no saben competir.
Y así con todo.
Que los jugadores salgan rendidos frente a Nadal es porque los tíos seremos más competitivos por instinto, más agresivos, con más adrenalina… pero mucho más proclives a aceptar la derrota rápidamente cuando vemos que llevamos las de perder, y por eso en todos los matrimonios del mundo se hace lo que dice la mujer. Serena Williams lleva más GS ganados que Federer o Nadal, y ni ahora, ni hace cinco años, ni hace diez he visto jamás a las chicas rendirse ante ella como los tíos lo hacen con Nadal o Federer. Les disputan el primer set, si eso, a ver si suena la flauta y están lesionados, y si no es el caso a hacer lo mínimo para pasar el trámite y a cobrar el cheque. Que ganar 13 veces Roland Garros tiene su mérito, no digo que no, pero si de siete partidos cinco son partidos homenaje, pues tampoco es tan difícil…
Pues claro que no es dificil. Lo hace hasta el tonto de mi pueblo. Como decia el gran Evaristo Paramos en una de sus canciones, » tu que te quejas de la represion, la vas creando a tu alrededor» . Y llamame machista, que mi mujer se partira la caja.
Desde luego ha sido un torneo raro. No es ya que Vondrousova, Azarenka y Halep no consiguieran llegar a cuartos (aunque dos de ellas por el mismo motivo: Iga), es que las que sí llegaron fueron Petra Kvitova, Nadia Podoroska, Danielle Collins y Martina Trevisan. Y no es que se debiese a la impredecibilidad del circuito femenino, es que a ver quién conocía a Ugo Humbert o Jack Sinner antes de este Roland Garros. Y si os sonaba algo más Sebastian Korda es porque os estáis confundiendo con su padre, Petr.
No sé si será el frío, la falta de público, la humedad, el viento – menudas ventoleras ha habido este torneo – o qué, pero ha sido el Roland Garros más atípico de la historia, excepto en la constante de que siempre gana Nadal. En cualquier caso, final aparte, me ha parecido mucho más disfrutable que el US Open. Ha tenido partidos notables, con algunos jugadores ciertamente destacables como Sinner o Humbert. Destacables, sobre todo, porque son la noche y el día. Un cruce entre ellos habría sido memorable.
Thiem, en efecto, estaba cansado. Yo también creo que más mentalmente que físicamente. Estaba fallón y poco concentrado, y lo acabó pagando ante Schwartzman… pues porque se libró de milagro ante Humbert, pero no estaba en condiciones de ser un finalista este año. A Tsitsipas lo vi muy bien, la verdad. Cuando no se dedica a darse de leches con su padre y está más centrado es un tenista muy completo. Le falta afilar el revés, que ahora mismo es casi exclusivamente un golpe defensivo, lo que le obliga a andar cambiándose de mano constantemente para usar la derecha – esa sí, un arma bien afinada – pero por lo demás se mueve bien, escoge bien los golpes, tiene un saque, si no tan potente como el de Zverev al menos muchísimo más fiable y me extrañaría si no ganase unos cuantos Grand Slam. Cuando se retiren Nadal y Djokovic, eso sí, porque ganarles no lo veo ganándoles, la verdad.
En el circuito femenino… pobre, pobre Daria Kasatkina. Es, quizá, la jugadora que más me gusta del circuito. Hábil, inteligente, con una muñeca increíble, magnífica movilidad y una serie de golpes maravillosos – mi favorito, el revés a dos manos en el aire, dando un pequeño saltito, que le sale de vicio. Hace unos años tenía el segundo peor saque del top 100 (y seguramente del top 500 también) detrás del de Jelena Ostapenko. Tras lo mucho que ha mejorado Oliona en ese aspecto, ya no hay color: el de Dasha es el peor saque del circuito femenino. Tras tener que retirarse por lesión en Roma ante Vika Azarenka, jugando un tenis fantástico, llega a Roland Garros, se le escapa por un pelo el primer set ante Aryna Sabalenka… y deja de jugar. Le volvieron a romper el servicio en el primer juego del segundo set, y directamente dejó de correr detrás de la pelota. 6-0.
Está claro que debe de ser desesperante ver como cada vez que sacas te rompen el servicio. Ahora mismo Kasatkina solo puede ganar partidos rompiendo el servicio de la rival una vez más de lo que se lo rompen a ella, pero eso es escalar una montaña cada partido. No sé qué va a a tener que hacer esta chica para mejorar su saque, pero está claro que o lo consigue, o que se dedique a otro deporte. :(
Ostapenko es otra que venía haciendo un torneo estupendo, y por eso mismo me fastidió sobremanera perderme su partido ante Paula Badosa. La letona ha aprendido a sacar y ya no es aquella adolescente que cometía veinte dobles faltas por partido – sigue cometiendo cuatro o cinco, pero vamos, la mejora es evidente. Youtube está lleno de las anécdotas de Oliona al saque, desde aquella vez que sacó dos veces contra la cabeza de su compañero en dobles mixtos en Wimbledon, a aquella vez que ganó un punto en dobles… sirviendo accidentalmente al cuerpo de la tenista que estaba esperando en la red en lugar de acertar en el cuadro de saque de al lado. :D :D :D La verdad es que ahora su saque, sin ser una maravilla, no está muy lejos del nivel de una Simona Halep, y su tenis también se ha vuelto algo más pausado, más táctico, aunque sin perder esa esencia de jugar a tumba abierta que la caracteriza.
Petra Kvitova repitió la actuación del pasado US Open, atrapando una derrota de las manos de la victoria, aunque en este caso mucho menos exageradamente. A fin de cuentas, la rival era Sofia Kenin, y aunque sigo sin ser fan de su juego «djokoviesco», la americana demuestra que lo del Open de Australia no fue una casualidad. Aún así a Kenin se la veía agarrotada, resoplando de alivio cada vez que conseguía anotarse un juego al saque. Petra jugaba largo a la línea, la mitad dentro, la mitad fuera, y fue ese juego a la Ostapenko el que la condenó. Una cosa es que Sonya se mueve mejor y se defiende mucho mejor que ella, y por eso la checa no quería alargar los puntos, y otra cosa es jugarse cada bola con un intento de winner. A Petra le faltó paciencia en algún punto clave, sobre todo cuando a Kenin le falló su virtud más «djokoviana», el jugar sus mejores puntos bajo presión, y se las apañó para perder el saque cuando servía con 5-4 a favor en la segunda manga. Kvitova, generosa, perdió el suyo a continuación para concederle un segundo intento a la americana, que esta vez no falló.
Y bueno, qué decir de Iga Swiatek. Ya había visto partidos de la polaca, que ya apuntaba maneras de futura campeona hace dos años, pero nunca hubiese apostado porque se estrenaría con Roland Garros, teniendo en cuenta que es una jugadora con un marcado perfil de superficie dura. Pero lo cierto es que Świątek (sí, he copiado y pegado el apellido :D) considera Roland Garros su torneo favorito, desde que ganara el Roland Garros Junior a los 15. Iga lleva dos años entre la élite del tenis femenino, pero en la parte del furgón de cola. Tiene un revés demoledor y una derecha todavía más temible. Ahí van dos datos: su revés más rápido fue de 122 km/h, ¡igualando el mejor revés de Dominique Thiem! Su mejor derecha, 127 km/h, apenas 5km/h menos que la derecha más rápida del circuito, la de Jack Sinner.
A Iga le gusta Roland Garros porque su punto más débil quizá sea el desplazamiento horizontal por la pista. Eso le ha llevado a perder partidos en superficie dura cuando el rival ha conseguido moverla de lado a lado, como hizo Osaka en su monumental enfrentamiento en Toronto el año pasado (o eso parece: no vi el partido, solo he leído una crónica y visto los resumenes, que la verdad tienen una pinta fantástica). En tierra batida a Świątek sí le da más tiempo a llegar a la bola y pegarla, y no es de esas jugadoras que necesitan de la fuerza del rival para apoyarse, no. Cuando vi cómo arrasaba a Halep en octavos de final supe que el torneo era suyo. Lo supe, porque Halep no jugó mal. No jugó bien tampoco, claro, no jugó su mejor tenis, pero no es que perdiera la cara al partido o tuviese un día desastroso que no le entraba nada. En todo el primer set Halep solo cometió dos errores no forzados, y aún así se llevó un 6-1.
En fin, veremos lo que nos depara el resto del año, las finales – si se celebran – y esperemos que el año que viene sea todo mejor que este. En todos los sentidos, por favor.
Thiem no jugó contra Humbert, creo que te refieres a Gaston. No sé como desprecias a Nadal tan facilmente diciendo que no es difícil ganar 13 Roland Garros. Vale que el mejor es Djokovic, pero ganar tantas veces no es fácil. Por otro lado, el tenis femenino tiene menos nivel que que un torneo de leyendas. Todos son fallos, su mentalidad es débil, muchas veces van 5-1 un set y acaban 7-5. En fin…
Con comentarios así, por su extensión y precisión , voy a ser breve : un saludo.
«No soy digno de comerle la polla a ninguno»… fantastico ¡¡¡¡… primera vez que una crítica tenística me hace reir ¡¡¡ Bárbaro Valhue ¡¡¡¡
Siempre es interesante leer la crónica de Guillermo Ortiz y los comentarios de los lectores. A ver qué puedo aportar que añada algo a lo dicho.
Sobre la final apunto dos breves comentarios. Por un lado, los bajos porcentajes de Djokovic de servicios ganados con su primer saque y, en general, su mal comportamiento en el primer y segundo set con su servicio. Por otro, de qué forma el recurso a realizar dejadas pudo condicionar el resultado de la final. Que Djokovic contaba con este golpe en su arsenal de tácticas está lo suficientemente claro al recordar los muchísimos puntos que le dio en su triunfo frente a Tsitsipas y cómo en el primer juego del partido utilizó hasta cuatro dejadas para intentar ganar su servicio. Mientras veía el partido no dejé de pensar en que esta opción táctica favoreció el triunfo de Nadal dado que le obligó a hacer algo que muchas veces no hace, o se olvida de hacer: tras cada resto, avanzar para jugar más cerca de la línea de fondo y desde esa posición ser más agresivo. El hecho de jugar adelantado, pendiente de las dejadas del rival, le obligó a Nadal a ser expeditivo. La prueba es que los rallies cortos del partido se los llevó Nadal por una gran diferencia. Por otra parte, esa situación más adelantada hizo que Nadal ganase la mayoría de las dejadas del serbio. He aquí cómo un recurso que funcionó con el griego en la semifinal fue fundamental para que Djokovic perdiese la iniciativa táctica.
No estoy seguro de creerme los problemas físicos de Djokovic en su hombro que aduce el señor Ortiz en su crónica. El pronóstico de Ivanisevic antes del partido no acompaña mucho esta tesis. ¿Tienen sentido estas declaraciones tan poco prudentes si el jugador estaba mal físicamente? Tampoco lo sucedido durante el partido: el serbio no acudió al fisio en ningún momento (¿vamos a creernos que no lo hizo por las declaraciones de Carreño?) y el tercer set registró una mejoría notable de su servicio. Al acabar ni Djokovic ni sus entrenadores alegaron nada en este sentido. Yo creo que la derrota del serbio se construyó en su mente y en una mala lectura del partido en la que el tema las dejadas tuvo mucho que ver.
En el intercambio de opiniones Dani-Valhue han salido a colación dos asuntos interesantes: el carácter impredecible o no del circuito femenino y los méritos de Rafa Nadal a la hora de haber conseguido 20 GS.
Sobre el primero de los asuntos el señor Ortiz parece expresar el deseo de que un fenómeno como el de Swiatek pueda producirse en el circuito masculino donde imperan las jerarquías. Yo creo que una cosa es que un rival inesperado gane un GS y otra que los cabezas de serie caigan prematuramente. Mi impresión es la de que el tenis femenino no es fiable en cuanto que no esperas que una gran jugadora caiga de forma anticipada contra un rival con un ránking muy inferior. Y eso suele suceder con más frecuencia en el circuito femenino de lo que a mí me gustaría. Pongo varios ejemplos:
En este mismo torneo de Roland Garros 2020, Pliskova, la número dos del cuadro, pierde claramente frente a Ostapenko en segunda ronda para perder esta última casi de la misma forma frente a Paula Badosa en la ronda siguiente. En su siguiente enfrentamiento la española pierde luego contra Siegemund sin ofrecer apenas resistencia en el segundo set cuando tenía el primero en su mano. Cada partido parece impredecible.
Valhue apunta a que Osaka ha ganado tres GS en dos años. Bien. Lo que yo no espero es que esta misma jugadora después de ganar Australia en 2019, haga tercera ronda en Roland Garros, caiga eliminada en primera ronda en Wimbledon y al año siguiente caiga en tercera ronda contra Gauff en el torneo en que defendía el título. Yo no quiero que eso suceda. Prefiero empezar un torneo con la idea de que en cuartos estarán los/las grandes del circuito. Y eso no suele suceder en los torneos femeninos.
En cuanto a los méritos atribuidos a las victorias de Nadal pues no estoy muy de acuerdo con lo que se ha dicho. Si en casi todos los deportes un resultado deportivo deriva de la extraña interrelación entre méritos del ganador y deméritos del perdedor y cómo uno y otro interfieren entre sí, en el tenis, donde toda bola que me viene devuelta es por culpa de un contrincante que está al otro lado, el reparto de méritos y deméritos se me antoja muy difícil. Tan solo voy a dejar varios datos para la reflexión. 1. Salvo en RG 2010 y Wimbledon 2010, Nadal siempre se ha enfrentado en los GS que ha ganado bien con Djokovic, bien con Federer o bien con los dos. Y en muchos de ellos ha tenido que superar también a Del Potro, Wawrinka o Murray. 2. Que Nadal ha caído en primera ronda de Wimbledon frente a Darcis y de Australia frente a Verdasco, entre otros fiascos. 3. O que en los años 2015 y 2016, dos años en los que Nadal tuvo serias crisis de juego no achacables a problemas físicos al menos de forma clara, perdió varias veces contra jugadores como Verdasco o Fognini.
Mi impresión es la de que si el rival intuye que Nadal está con problemas, va a por él, sea donde sea. Otra cosa distinta es el mimo y la preparación que Nadal ha tenido para afrontar Roland Garros En cualquier caso, no sé por qué motivo no se dice cosa igual de Djokovic o Federer y se establece con claridad cuántos de sus GS han sido por demérito de sus rivales y no por ellos mismos. En fin. Lo que hay que leer.
Lo dejo aquí. Me quedo con las ganas de hablar de más cosas como de la carrera para obtener el GOAT que ahora parece, de forma incomprensible para mi, disparada a favor de Nadal. O del injusto reparto del dinero en el tenis: entre los organizadores y los jugadores, y, respecto de estos últimos, entre jugadores con ránking elevado y los que tienen que jugar las previas de los grandes torneos. Solo apunto a que el jugador masculino número 1.000 del mundo en baloncesto o fútbol, por ejemplo, es un privilegiado frente al jugador número 150 de la ATP que se tiene que arrastrar casi perdiendo dinero en pequeños torneos para intentar acceder a las grandes competiciones.
Un saludo y gracias por la lectura.
Muy interesantes tus aportaciones. Estoy completamente de acuerdo con el análisis que del circuito femenino haces. No se pide un Big 3 equivalente en la WTA, sino cierta fiabilidad que no se atisba ni por asomo. Respecto a la carrera para el GOAT, en mi opinión no es incomprensible que ahora esté decantada a favor de Nadal puesto que se ha producido un cambio que ha desplazado el ocaso de los deportistas de los 30 a casi los 40 años. Se veía venir desde hace tiempo que, una vez que Federer acusa cierto estancamiento y la hegemonía en la última década de Djokovic, la pelea iba a estar entre este y el español. En relación al reparto del dinero es algo sobre lo que precisamente el serbio está peleando al crear esa asociación paralela a la ATP, que algunos ven con recelo. No me parece que sea lícito comparar un deporte individual con modalidades colectivas. Que el jugador 150 de la ATP se tenga que «arrastrar» tiene que ver con el carácter solitario de este deporte. En un equipo, un mediocre puede vivir de las rentas que le produce estar en un ecosistema generador de dinero y patrocinios, véanse auténticas medianías como Del Horno, Karembeu, por citar 2 ejemplos de entre muchos otros. ¿Es injusto? Probablemente, pero el fútbol, desgraciadamente es el opio del pueblo y concita más seguidores y, por tanto, ingresos.
Me parecería más pertinente la comparación con el golf o el atletismo, por mencionar 2 ejemplos antagónicos donde la disparidad de ingresos es sangrante en relación a los méritos contraídos.
Lo del GOAT solo se podrá evaluar cuando los tres acaben sus carreras. En el año 2019 cuando Nadal se enfrentó a Federer en Australia creí que era un momento decisivo en la carrera de ambos para que Nadal tomara el relevo del suizo en esa competición tan peculiar de ser el mejor de la historia. La derrota de Nadal fue una pequeña decepción para mí porque veía necesario que Nadal ganara GS al margen de RG y US Open. Sigo viéndolo necesario. Creo que Nadal tendrá argumentos a su favor para la candidatura del GOAT si gana Australia y Wimbledon alguna vez más. Confieso que a Federer lo veo en el tercer puesto aún a pesar de sus muchos méritos, por esas victorias previas sin Federer y Nadal en el circuito y porque los H2H frente a los otros dos pues son claramente en su contra.
El tenis es un deporte único por muchos motivos. Comparte ciertos rasgos con el golf pero este deporte no tiene la agresividad de los enfrentamientos cara a cara entre ambos contendientes. En el golf cada deportista compite más contra sí mismo que contra sus rivales. Otro aspecto que el público en general no suele tener en cuenta, y que es similar en el golf, es el carácter empresarial del tenis. Cada jugador es un empresario que decide qué equipo va a contratar para ayudarle a ganar y qué calendario va a seguir cada temporada. Pero necesita ganar. Si no hay victorias o puestos avanzados en los torneos, el negocio se va a pique. Esta situación es tan dura que muchos jóvenes se van a inclinar por practicar otros deportes antes que el tenis. Creo que detrás de la escasez de nuevos talentos en EEUU está precisamente este fenómeno. Un chico amante del deporte va a preferir la cobertura que le ofrece el fútbol americano, el béisbol o el baloncesto antes de arriesgarse con el tenis. Esa soledad en el negocio es también soledad en la cancha donde no es posible esconderse frente al público y frente a uno mismo en torneos future o challenger en donde se gana muy poco dinero.
Yo creo que parte del problema está en ese reparto del que yo hablaba. US Open dedica el 15 por 100 de su presupuesto a pagar a los tenistas. En la NBA los propietarios tienen que gastar el 50 por 100 de los ingresos en los sueldos de los jugadores. El ganador que en ocasiones lo habrá sido por detalles se lleva el doble que el finalista. E infinitamente más dinero que un jugador de la previa que no accede al cuadro final del torneo. Eso hay que resolverlo y parece que el sindicato de jugadores actual no ha hecho mucho al respecto.
Es curioso ver cómo esto que acabo de comentar es muy diferente en el tenis femenino. Estas mujeres están mucho mejor pagadas que en otros deportes, relativamente respecto a sus compañeros masculinos y también frente a muchas otras deportistas, y a muchas chicas no les importa arriesgar en el tenis porque ganarse la vida en otros deportes no está tan garantizado como en el caso de los hombres. ¿Puede esta circunstancia influir de algún modo en esa característica del tenis femenino de la que hemos hablado? Pues algo sí, pero no creo que sea de forma decisiva.
Un saludo.
Ya que habláis de la candidatura para el GOAT, aporto otro factor que sin ser determinante tampoco es baladí; ya sé que lo más importante está en el número de GS y a continuación en otros torneos, tales como ATP Finals, JJOO, Masters 1000, …; pero hay un aspecto que debemos considerar y es la relación victorias/derrotas de sus respectivas carreras; es decir, más allá de los enfrentamientos directos, también deben considerarse los indirectos: y en este apartado, a día de hoy, la situación es la siguiente: RF: 1242/271; RN: 999/201; ND: 930/189; de lo cual resultan los siguientes porcentajes de victorias sobre el número total de partidos jugados: RF: 82,08%; RN: 83,25%; ND: 83,11%. Es decir, en estos momentos, aunque sea por escaso margen, Rafa líder el ranking. Por cierto, el siguiente partido que gane Nadal, será la victoria 1000 de su carrera; ahí es nada!
No hay que dejarse llevar demasiado por esta estadística que mencionas porque en el caso de Nadal hay cierto factor de selección. Nadal ha sabido preparar muy bien la primera parte de la temporada y en especial el circuito de tierra ganando muchos torneos Master 1000 en esa superficie (Montecarlo, Madrid/Hamburgo, Roma) y más tarde aprochenado otros torneos en tierra de la gira sudamericana. A partir del US Open y cuando se inicia el circuito bajo techo Nadal históricamente ha tenido una presencia más reducida. ¿Que los otros dos grandes del tenis también han seleccionado especialmente Federer hacia el final de su carrera? Desde luego, pero creo que no tanto como lo ha hecho Nadal. Hay demasiados factores a tener en cuenta en esto del GOAT, los suficientes como para considerar muchos matices.
Un hecho de la carrera de Nadal que casi nadie tiene en cuenta y que me parece muy meritorio es que es el único jugador de la historia del tenis que ha ganado los torneos de verano de la USTA en el mismo año (Canadá, Cincinati y US Open) y los torneos de primavera de tierra (Montecarlo, Madrid, Roma y Roland Garros) en el mismo año. Cuando en el verano del 2013 Nadal en la gira USA apabulla a todos sus rivales (a Djokovic le gana dos veces y Federer una vez en esa gira) en pista dura en los torneos de la gira americana, por la cabeza de muchos aficionados pasó la idea de que Nadal no era simplemente un jugador fenomenal en tierra, Nadal podía er intratable en cualquier superficie.
¡Qué diferente el Nadal de su primer RG al que fue creciendo a lo largo de los años! Esa capacidad de mejora en todos los aspectos del juego junto con su fortaleza mental es única en él.
Hay otro dato interesante de las carreras del Big 3, y que tiene que ver con el desequilibrio en los títulos ganados según superficie:
-Nadal, 86 títulos repartidos entre:
a) Tierra (60), 69,76%
b) Dura (21), 24,41 %
c) Indoor dura (1), 1,16%
d) Hierba (4), 4,65 %
-Djokovic, 81 títulos repartidos entre:
a) Tierra (15), 18,51%
b) Dura (47), 58,02%
c) Indoor dura (13), 16,04 %
d) Hierba (6), 7,4%
-Federer, 103 títulos, repartidos entre:
a) Tierra (11),10,67%
b) Dura (46), 44,46%
c) Indoor dura (26), 25,24%
d) Hierba (20), 19,41%
Según el calendario ATP, hay 67 torneos al año, repartidos entre:
a) Tierra (21), 31,34%
b) Dura (24), 35,82%
c) Indoor Dura (14), 20,89%
d) Hierba (8), 11,94%
Si asignamos esos pesos obtenemos la siguiente valoración:
-Nadal: 69,76% (tierra) * 0,3134, + 24,41 % (dura) * 0,3582 +1,16 (indoor dura) *0,2089 + 4,65% (hierba) * 0,1194=21,862784+8,743+0,242324+0,55521 = 31,400534
-Djokovic: 18,51% (tierra) * 0,3134, + 58,02 % (dura) * 0,3582 +16,04 (indoor dura) *0,2089 + 7,4 % (hierba) * 0,1194=5,80+20,782764+3,350756+0,88356 = 30,81
-Federer: 10,67 % (tierra) * 0,3134, + 44.46 % (dura) * 0,3582 +25,24(indoor dura) *0,2089 + 19,41 % (hierba) * 0,1194=3,34+15,925572+5,272636+2,317554 = 26,8557621
Nótese que a Federer y a Djokovic les penaliza muchísimo tener 8 y 5 Wimbledon respectivamente pero al tener poco peso la hierba en el circuito ATP, se ve rebajado su coeficiente. Evidentemente, habría quizá que subir el porcentaje de hierba en detrimento de indoor dura. Si intercambiamos ambos porcentajes, obtenemos:
-Nadal: 69,76% (tierra) * 0,3134, + 24,41 % (dura) * 0,3582 +1,16 (indoor dura) *0,1194 + 4,65% (hierba) * 0,2089=21,862784+8,743+0,138504+0,971385 = 31,715673
-Djokovic: 18,51% (tierra) * 0,3134, + 58,02 % (dura) * 0,3582 +16,04 (indoor dura) *0,1194 + 7,4 % (hierba) * 0,2089=5,80+20,782764+1,95816+1,54586 = 30,08
-Federer: 10,67 % (tierra) * 0,3134, + 44.46 % (dura) * 0,3582 +25,24(indoor dura) *0,1194 + 19,41 % (hierba) * 0,2089=3,34+15,925572+3,013656+4,054749 = 26,333977
Aun así, las variaciones son mínimas, e incluso Nadal sale beneficiado, porque equiparar los escasos torneos de hierba (con Wimbledon incluido) diluye el peso del grande inglés en el global de forma más acusada que RG en el resto de torneos de tierra, y el Us Open y Australia en los de pista rápida.
Podrían ajustarse más los pesos subiendo a la hierba en detrimento de la tierra y la pista rápida en la proporción en que estos contribuyen al porcentaje general. En cualquier caso, todo esto no es más que una aproximación únicamente teniendo en cuenta la distribución de torneos por superficies, sin tener en cuenta el H2H de cada uno con los otros dos, semanas como #1, nº de títulos, Copas de Maestros, número de GS, JJOO, récords de Masters 1000 (o ganarlos todos), porcentaje de victorias y las estadísticas que quieran agregarse, pero sí que parece claro que en la esta estadística de títulos por superficie el suizo parece el más descolgado.Si añadimos estas variables, e, insisto, siempre puntualizando que habría que establecer un peso a cada una en función de su importancia (mediante algún tipo de consenso), la cosa estaría muy igualada y en todo caso habría que esperar a la retirada de los 3.
Interesante sin duda.
Habría que comentar que la copa de maestros que se celebra a finales de año siempre es en pista dura lo que lógicamente dificulta las posibilidades de que lo gane Nadal.Quizas lo más justo sería una rotacion de superficies cada año en ese título.
Menudo análisis. Ofrece una perspectiva distinta e invita a reflexionar.
Lo primero que he pensado es que quizá esta ponderación que has hecho no tenga tanto sentido en esta época en la que el peso de los GS y de los Máster 1000 es muy grande. Y más a estas alturas cuando el Big 3 supera los treinta holgadamente y ya no se quieren mojar en torneos 250 o 500.
Por otra parte hay semanas en que son coincidentes dos o tres torneos de la misma superficie lo que debería de ajustarse de algún modo en el modelo, pues por mucho que hubiese querido Federer explotar sus habilidades en la hierba no tiene más remedio que elegir entre Halle o Queens, por ejemplo.
Gracias por compartir el trabajo.
Un saludo.
El año en que Nadal perdió frente a Federer en Australia fue en 2017. ¡Cómo pasa el tiempo!
Cuando hice la relación de GS ganados por Nadal en los que no tuvo que enfrentarse a Djokovic o a Federer pues metí la pata. Busqué con curiosidad este tipo de estadística que elaboré por mi cuenta y me paré al llegar al 2013 porque presté más atención a las victorias del principio de su carrera. Además de los dos torneos de 2010, Nadal ganó sin tener que enfrentarse a Djokovic o a Federer en RG 17, US Open 17, RG 18 y US Open 19. Así que de los 20 GS ganados por Nadal en seis no ha tenido que vencer a Djokovic o a Federer. ¿Pueden considerarse como GS de regalo aún a pesar de que en ellos se haya enfrentado a jugadores como Thiem, Del Potro o Wawrinka? Yo no diría tal cosa.
Lo que hay que entender es que a pesar de jugarse con las mismas raquetas y pelotas, y en las mismas pistas, o más bien precisamente por eso, el tenis femenino y el masculino son deportes distintos. La clave de la impredecibilidad del circuito femenino está en esas diferencias, por ejemplo, en el servicio.
Como ya comentaba unos cuantos posts más arriba, el revés de Iga Świątek vuela igual de rápido que el de Dominique Thiem y su derecha casi tan rápido como la de Jack Sinner. Sin embargo, el servicio de las mujeres es, de media, unos 25 o 30 km/h más lento que el de los hombres. Desde una perspectiva masculina acostumbramos a pensar que el tenis es un deporte donde tiene ventaja el que saca, pero eso no es necesariamente cierto. Cuando la bola está en juego el rival te puede tirar la bola a la izquierda, a la derecha, hacer una dejada… lo que quiera (y pueda). En el servicio tú ya sabes a dónde te va a sacar el rival. Lo ajustará más a la T o más abierto al lateral, pero en esencia solo tienes que defender la mitad de la cancha que defiendes normalmente. Aparte, la red está a la misma altura para todos, pero las chicas suelen (¿solían?) ser más bajitas, lo que reduce muchísimo la ventana de saque. Imaginad si ahora se introdujese una nueva regla de saque en la ATP por la que se prohibiese sacar a más de 190km/h. ¿Cuántas roturas de servicio veríamos por set? Pues cinco o seis, lo habitual en las chicas.
Una de las características definitorias del circuito femenino es que la número 300 del mundo va a clavarte un winner con tu segundo servicio, así que basta un día en que tu servicio no sea excelente para irte a casa. No es el único factor de impredecibilidad, desde luego, pero es uno importante. Otro factor crucial es jugar a tres sets. En tres sets, si empiezas frío puede que hayas perdido el partido antes de enterarte de qué pasa. No es casualidad que la Next-Gen haya sido capaz de tumbar al Big Three en masters y otros torneos menores pero no en Grand Slams.
Independientemente de que falten jugadoras como Osaka – o Kenin – que tengan esa fuerza mental y esa sangre fría en los momentos críticos para no venirse abajo y sacar partidos complicados a base de oficio, creo que el tenis femenino moderno siempre será más impredecible que el masculino, incluso con todos jugando a tres sets, solo por el tema del saque. «Tal jugadora sacaba para ganar el partido y acabó perdiendo»; ya, pero es que a menudo en el tenis femenino ganar al resto es más fácil que ganar al saque.
Tienes razón en que el tenis femenino y masculino no son el mismo deporte. A una tenista la bola le puede correr un montón e incluso llegar a velocidades comparables con la de los hombres pero el spin o el peso de la bola es distinto.
El tenis es una rareza dentro de los deportes con red en el medio. Solo en este deporte el saque es el golpe más importante. En el tenis de mesa, el volley, volley playa, bádminton, pádel… el saque es más el medio de poner en juego la bola que otra cosa. Incluso me sorprende que en algunos de estos deportes, como el pádel, se siga con la norma del segundo saque.
En el tenis el saque es una agresión al contrario. Si ese golpe sale mal nos dejan repetirlo para intentar seguir obteniendo algún tipo de ventaja contra el adversario. El saque es un golpe tan complejo que yo tengo la impresión de que nadie lo hace del mismo modo. Siempre hay alguna pequeña diferencia. Como esa pequeña flexión en el tronco que realiza Federer y que hace que su servicio en mi opinión no sea tan perfecto como el de Sampras o Edberg.
En el tenis femenino se siguen manteniendo estas premisas pero el escenario es distinto a los varones. Pocas tenistas no ven como su rival les espera dentro de los límites de la pista para devolverles el segundo saque lo más cerca posible y afinar ángulos. Y tienes razón en que los márgenes de seguridad no son los mismos y, por tanto, hay un factor añadido de impredecibilidad. Pero creo que eso no sirve para explicarlo todo.
Empecé a ver tenis femenino con Graf. Entre los años 87 a 93, ambos inclusive, en los torneos de GS que jugó (solo dos ausencias) su peor posición fueron cuartos de final. El resto fueron victorias, finales y semis. En ese periodo están incluidos los dos años mágicos de Seles (años 91 y 92) en los que ganó seis GS y fue finalista en otro. Entre los años 87 a 90, ambos inclusive, Martina Navratilova hizo cinco finales de GS y dos victorias. Su peor resultado una cuarta ronda. Entre los años 93 a 96, ambos inclusive, el peor desempeño de Arancha fueron varias cuartas rondas. Muchas finales, hasta cinco, y dos victorias.
Fueron años dorados del tenis femenino en los que convivieron grandes talentos al mismo tiempo. En los años siguientes Hiingis o Davenport darían muestras de una regularidad similar aunque en periodos de tiempo más cortos.
De esa situación al escenario actual del tenis femenino hay un trecho muy grande y no todo puede explicarse en razones que ya estaban ahí en el tenis de los 90.
Ahora te fijas en Kerber que firma un esplendoroso 2016 y el resto de sus grandes intervenciones en los años siguientes se disuelven como un azucarillo. Y lo mismo sucede con otras muchas jugadoras.
Y no sé si esa falta de continuidad, de regularidad en el juego, va a ser algo transitorio o será la etiqueta del nuevo tenis femenino. Como no encuentro una explicación razonable, yo me inclino a pensar que será lo primero y que nuevas jugadoras llegarán tarde o temprano para dominar el tenis como antes lo hicieron antes Evert, Navratilova, Graf o Henin.
La contrapartida de esta situación en el tenis masculino ofrece opiniones no siempre unánimes. Mucha gente está deseando que lleguen nuevos actores que desbanquen a los tres gallos. Obviamente lo que tenga que ser será, pero yo me siento muy afortunado de ver duelos entre los tres grandes. Muchos de ellos entre los partidos más legendarios del tenis masculino (por ejemplo las finales de Aus 2012, Wimbledon 08 o Wimbledon 19). Cada final entre estos señores es un regalo para el aficionado. Y yo sigo queriendo que me regalen cosas.
Un saludo.
Esa regularidad, como la de Nadal-Federer-Djokovic tiene dos componentes. Uno es, como dices, la regularidad física y sobre todo mental de estos jugadores para rendir a un gran nivel en cada torneo en el que participan, y falta de rivales que jueguen a su mismo nivel. Para eso también hacen falta dos cosas: que ellos sean muy buenos, y que los demás no sean tan buenos, o lo que es lo mismo, mucha calidad de unos pocos o falta de calidad en el resto. Depende de si ves la botella medio vacía o medio llena.
Lo que no acabo de entender es la preferencia porque los torneos siempre se los repartan entre tres o cuatro personas distintas. Yo lo achaco al fútbol. Como todo Dios es fan del fútbol, pero de tenis como mucho ve las finales, pues puede que el aficionado medio sea capaz de recitar la alineación completa del Atlético de Madrid B, pero del tenis no es capaz de retener más de tres nombres distintos. Y claro, si cada final la gana alguien distinto, se pierden. Es eso, o hay demasiado fan de Codere entre los aficionados. Desde luego, los que tengan cuenta premium en BetWin mejor que se mantengan alejados del tenis femenino.
La cosa es que a mí me gusta el tenis, pero no soy forofo de nadie – como mucho de Halep – a diferencia de lo que pasa en el fútbol, donde si eres del Madrid lo que te importa es que gane, y si juega bien o no es lo de menos, y si puede ganar al Barça 7-0 mejor que solo 5-0 y a ser posible el último de caño y de tacón, para humillar más. Yo también me crié con el tenis de Steffie Graff, y sigue siendo a día de hoy mi jugadora favorita de todos los tiempos, pero el doble rosco a Natalya Zvereva en 32 minutos, apasionante lo que se dice apasionante no fue. Como la última final de Wimbledon. Halep hizo el partido de su vida, pero tanto, tanto, que no tuvo gracia. Antes, en el tenis masculino eso solo pasaba entre rivales de segunda fila, o cuando dos de los tres grandes se enfrentaban entre sí, y ahora mismo ni eso. Nadal y Djokovic parecen cada vez más un elefante y una ballena, los dos invulnerables en su terreno y animalillos indefensos en el terreno del otro. Y a Federer le quedan uno o dos cartuchos como mucho por quemar. Pero vamos, que encuentro mucho más satisfactorio no poder predecir los finalistas del torneo con un 100% de certeza y el ganador al 90%, como me pasa con los hombres.
Ya no me acordaba del doble 6-0 de Graf. La mayoria de las finales que disputó contra Seles, Navratilova o Sánchez Vicario fueron partidos muy igualados. Y eso es lo que yo desearía ver en la actualidad: partidos reñidísimos entre jugadores que han demostrado mucha solidez antes de llegar a las rondas decisivas.
La final de Australia en 2019 fue decepcionante. Como esta de Roland Garros. Pero la historia dice que los partidos entre Djokovic y Nadal en GS no suelen ser así.
Antes de la final de Aus 2019 creo que nadie podía prever que la final se iba resolver de ese modo cuando ambos se plantaron en el último partido del torneo de forma incontestable. La final de RG 2020 se me antojaba muy igualada. Pero tu última afirmación parece sugerir otra cosa. La cuota de las principales casas de apuestas para la victoria de Nadal en ese partido no sugería en absoluto que sus posibilidades de ganar eran del 90 por 100. A lo mejor hasta le sacaste provecho ganando mucha pasta…
Sé que me reitero, pero tengo que decirlo otra vez: es una delicia leeros. Sorprende gratamente la alta calidad de la sección deportes en una revista cultural como JotDown, especialmente en ciclismo y sobre todo en tenis. Esto supongo que hace que los comentarios también sean de un nivel altísimo.
PD: los deportes de equipo (normalmente asociados a una localización) siempre tirarán más al público y generaran más dinero que los individuales, por una sencilla ecuación: perduran más. Yo podré ser y vivir partidos del Depor o del Betis toda mi vida, pero de Nadal lo seré a lo sumo durante 20 años…
Daros la enhorabuena tanto al autor del artículo como a los espectaculares comentarios.El nivel es altísimo y no se me ocurre que más podría añadir a lo que habéis explicado tan bien
Mencionar simplemente que me da la sensación que,a pesar de los buenos resultados de este año, Djocovic no tiene la fortaleza mental habitual.Lleva un año con continuias polémica ( el Adria Tour,el conflicto de la presidencia,el pelotazo etc) y en la final se notó desde el primer momento que no estaba fresco.
Creo que cuando Djocovic y Nadal se enfrentan los tres primeros juegos son muy importantes para la evolución del partido y en esta ocasión el manacori los arrasó.
En cuanto a la lucha por ser el GOAT como sabéis llevo muchos años pensando que Nadal será el mejor. No es por chauvinismo,sino pq como seguidor de muchos deportes me he dado cuenta que al máximo máximo nivel la cabeza es realmente lo decisivo. Hay miles de ejemplos de deportistas que con un talento normal llegaron más lejos que otros con mayor talento por su ambición o capacidad de superación y no recuerdo ningún deportista con la fortaleza mental de Nadal.Ese es mi principal argumento por el que apuesto por él.
Como siempre digo deberemos esperar hasta que finalicen sus carreras para poder decidir y seguramente el ganador necesite un photo finish.
A día de hoy,si se retiran en este momento cualquiera de los tres tiene argumentos de sobra para decir que fue el mejor.Veremo como acaba esta apasionante carrera.
Gran artículo, como suele ser habitual en cada GS. Para mi el debate del GOAT a día de hoy es un debate vacuo, ya que hay demasiados factores que se pueden tener en cuenta y es sencillo encontrar motivos particulares por el que cualquiera de los tres podría ser el vencedor. De la misma manera centrarse en algunos datos clave nos hace caer en el ridículo (por ejemplo, no tiene sentido que por el hecho de tener un RG más, de repente Nadal es el claro favorito para ser el mejor cuando hace dos semanas no lo era, simplemente es absurdo).
Dicho esto, y siendo más nadalista que el Tío Toni, en estos último años me he ido convenciendo que el serbio era el mejor de los tres, por mucho que estuviera por detrás en GS. Principalmente, me parece increíble el logro de obtener todos los masters 1000 al menos 2 veces, aparte del H2H ganado a los otros dos. Con el tiempo me ha dado sensación que más allá del respeto Djokovic es el único que infunde miedo a Nadal y Federer, incluso de cara a una final en su GS favorito, La dramática final de Wimbledon 2019 es de esas que queda en la historia y puede decantar la balanza, siendo además la tercera que le gana a Federer en su torneo fetiche. Por otro lado, Djokovic es el único que ha conseguido dominar a Rafa en tierra (aunque no a 5 sets, claro), y ciertas declaraciones el año pasado de su entorno diciendo que era un alivio no enfrentarse a Djokovic en la gran final y encontrarse a Thiem en su lugar, reforzó mi opinión de que al serbio le tenían un pánico. tremendo (y encima hay que tener en cuenta que el precedente era la paliza de Australia 2019). Y sin embargo… todo mi razonamiento se vino abajo con esta final de Roland Garros. Ni en mis mejores sueños podía imaginarme la manera en la que Nadal arrasó, sin titubeos, entrando a la pista seguro y empezando como un huracán. En parte es un gran alivio, y me da mucha esperanza de cara a ver futuros enfrentamientos al nivel de esa semi de WB2018, fuera de la tierra de París. Por último mencionar la cantidad de oportunidades perdidas por parte de Djokovic (la más reciente en Nueva York), y como a veces ha tenido ciertas lagunas mentales que le han privado de ganar más GS. Quizá otro argumento en su contra en este debate perpetuo.
Respecto al debate que se ha planteado entre los circuitos masculino y femenino prefiero no comentar demasiado, pero me inclino a ir por la línea del articulista. La falta de constancia en las jugadoras me parece mucho más un demérito personal que por exigencia o competencia del circuito. Hay una fragilidad mental en esta última década qiue es sujeto de análisis. Curiosamente, en esto sí que es posible que ambos circuitos se asemejen, aunque los tres monstruos estén eclipsándolo. La fragilidad mental que a veces muestran jugadores como Zverev, Thiem, Tsitsipas…¿Es un producto generacional? ¿Son Nadal y Djokovic una excepción de lo que está por venir?
¿De verdad te parece que Dominic Thiem es débil mentalmente? Ha ganado a Djokovic y a Nadal, a las este último en tierra a tres sets, y a cinco en Australia 2020, en un partido muy psicológico que creo que influyó para que perdiera contra Djokovic por el desgaste psíquico. Cada vez que veo cómo al austriaco se le mete en el mismo saco que a Zverev o Tsitsipás, basta con echar un vistazo a su palmarés y enfrentamientos con Rafa y Nole y comparar su regularidad con la de aquellos.
Tienes razón, no debería meter a Dominic en el mismo saco que a Zverev, pero sí que le he visto muy flojo a la hora de la verdad en finales de GS, para torneos no tan importantes es suficientemente fuerte. En ese sentido sí que está por encima de sus compañeros de generación. Igual son muchos años también viendo como Nole y Rafa aguantan la presión en las grandes citas de manera anormalmente efectiva. Tampoco se le puede achacar nada por perder finales de GS con las dos mentes más privilegiadas de la historia, pero la decepción de su final del US2020 no me la puedo quitar (y eso que la ganó). Si es que tiene tenis para levantarle GS a cualquiera, pero ves esos momentos y dices «es por esto por lo que nunca podrá ganar a Rafa en la Chatrier o por lo que perdió la final en Australia».
Qué manía la del autor con que se echa de menos la dispersión del circuito femenino en el masculino. Muchos verán una ventaja en que haya 90 potenciales ganadoras de Grand Slam en el circuito, yo no. Yo prefiero que haya 3-4 jugadores dominantes y otros 10-20 aspirantes. Transmite la sensación de que para ganar un grande hace falta sudar sangre. Que no lo regalan, vamos.
¿Dónde están las Ostapenko, Andreescu, Stephens,etc? Por supuesto que tiene mérito, pero un circuito en el que cualquier jugadora dentro del top 100 puede ganar un grande y luego «desaparecer» de la escena principal no puede ser la referencia.