Los límites de nuestra mente empiezan a ser explorados en algún momento del siglo XIX en lugares recónditos, como oscuros laboratorios perdidos, lúgubres clínicas psiquiátricas, salas polvorientas de museos olvidados o magnificentes mansiones donde se revisan los umbrales que separan la vida de la muerte. Todo nace con el mito de Frankenstein, donde la joven Mary Shelley coquetea con la idea de la resurrección de la carne muerta y remendada a partir de pedazos de cuerpos obtenidos de las morgues más tétricas.
Más tarde Paul Broca empieza a comprender las relaciones entre las regiones del cerebro y las funciones que ejerce. Muchas veces los descubrimientos son fortuitos, otras veces imaginarios, siempre retadores. En la propia comprensión del cerebro que nos hace humanos está la esencia de reconocernos como especie.
Muy bueno este test. Interesantísimo.