La realidad no ofrecía a principios de semana buenas esperanzas. Desde Europa amenazaba otra tanda de recortes, ¿qué nos quitarían ahora? Parece que no el doble irlandés con sándwich holandés, una elaborada técnica fiscal para «evadir» impuestos que permite a las empresas pagar poquísimo, y solo posible gracias a esos países ahora denominados frugales. Con Holanda a la cabeza y todo cien por cien legal.
Lo mejor que podía decirse del plano internacional es que nada empeoraba más. Las mascarillas que usamos para protegernos se producen con el trabajo esclavo de los Uigures, minoría musulmana en China. No es una novedad, el pasado marzo se publicaron noticias en todo el mundo sobre cómo Nike, Adidas y otras marcas se aprovechaban de estas terribles condiciones laborales.
Japón ha respondido a la pregunta de si es hora de no seguir dependiendo del gran fabricante asiático y reindustrializar los países. Su gobierno va a dedicar 536 millones de dólares como incentivo para que sus empresas abandonen la fábrica china. Es un cambio radical de estrategia, dado que hasta la fecha ha sido el país con más inversiones allí y con una cadena de suministro más dependiente de los chinos.
En Estados Unidos la policía federal estadounidense se llevaba en furgones sin identificación a manifestantes del Black Lives Matter, sin destino conocido. Al menos en las primeras horas de pánico y confusión, donde se violaron los derechos constitucionales de personas que al parecer tampoco estaban siendo detenidas sino retiradas a la fuerza del escenario de las manifestaciones.
Aquí en el plano doméstico dos tercios de la población aguantan la respiración preguntándose si un nuevo confinamiento les dejará sin vacaciones. Dos tercios, porque el otro tercio no puede pagarse ni una semana de descanso al año. Se quedan sin ejercer una actividad que ahora es considerada por algunos como una una expresión de patriotismo, porque sostiene la industria turística nacional. La cual vuelve a tambalearse con los rebrotes: quienes iban a venir están cancelando. El secretario general de la Organización Mundial del Turismo llama a repensar el modelo, y sugiere que podemos estar ante el fin del turismo de masas.
Y entonces el mundo giró desde Europa. O no
Qué pasó en la cumbre europea y por qué en general no amanecimos dando palmas. La letra grande es que contaremos con suficiente dinero como para transformar nuestra economía hacia un modelo más moderno, sostenible y productivo. 140 000 millones de euros, lo más parecido a un Plan Marshall. Pero ningún préstamo es gratis, y ahora los recortes se llaman reformas, por lo que nuestra economía será parcialmente dirigida desde Bruselas. En caso de que una medida determinada no contente a nuestros socios, el Consejo Europeo tendrá tres meses para pronunciarse, y eso, además de retrasos de hasta un año, obligará a negociaciones o cesiones. Esta es la razón para que se haya anunciado ya que la reforma laboral, de momento, no se toca. Primera cesión de muchas.
Nuestra soberanía en las decisiones, esa sí, se respeta. Decidiremos en qué proyectos queremos invertir, aunque la UE nos pide en un documento de recomendaciones lo siguiente:
-Reformar los impuestos para hacer la deuda sostenible.
-Reforzar la contratación de personal sanitario e invertir en infraestructuras y equipos médicos.
-Ayudar al empleo y su mantenimiento reforzando el paro para trabajadores atípicos.
-Mejorar la cobertura de la renta mínima.
-Proporcionar liquidez a PYMES y autónomos haciendo hincapié en no retrasar los pagos.
-Fomentar las energías limpias, y la gestión adecuada del agua y los residuos de forma sostenible.
Todo eso incluye el documento enlazado, que podría titularse «abordar de una vez nuestros principales problemas» o según las grandes cabeceras nacionales esta semana «interpreto lo que me da la gana para decir lo que me conviene». Para una interpretación larga desde el arco izquierdo, este artículo, y este otro desde el arco derecho. Lo relevantes que Europa no ha pedido que no cambiemos la reforma laboral o privaticemos la sanidad, solo ha dado unas líneas maestras, y dependerá de las decisiones del gobierno cómo se haga.
A nosotros Holanda nos seguirá costando mil millones
Más aún a los alemanes e italianos, mil quinientos, o a los franceses, dos mil setecientos. Son las cantidades que hace perder a los Estados el paraíso fiscal holandés. Es una de las razones de que Rutte haya perdido parcialmente su apuesta de castigar a los países del sur, y por tanto triunfado el plan de ayudas. Ha contribuido también que Angela Merkel haya querido firmar su retiro dejando para la historia una defensa del proyecto común europeo, al que tanto ha hecho sufrir con su austeridad. Aunque lo mejor ha sido que Reino Unido ya no estuviera, habría molestado más que ayudado, como siempre. Existe además una idea de fondo compartida por populares y socialistas europeos, ir armonizando la fiscalidad y eliminando pseudoparaísos como el de Holanda e Irlanda.
Queremos esa vacuna ya. Pues va a ser que no
No es solo que los ciudadanos queramos volver a la vida de antes, no amenazada por la enfermedad. Tener un vacuna es una aspiración compartida y financiada por gobiernos de todo el mundo. Pero donde nosotros vemos una carrera, y las empresas fabricantes prometedoras oportunidades de anuncios que les hagan subir en bolsa, los científicos solo ven una doble maratón andando.
Nos lo ha recordado la española Ana Fernández-Sesma Cordón, ningún político pensó que iba a ganar votos haciendo planes para pandemias, y tampoco habrá vacuna en otoño, puede que se tarden diez años en tenerla. Al menos una tan segura y eficaz como para asegurarnos la inmunidad de grupo (que no de rebaño). Manda un recado a España, hay que mantener los puestos de trabajo de los científicos sin que se acaben los contratos cada dos años, e invertir a largo plazo para obtener resultados.
También el epidemiólogo Jeremy Farra se lo ha recordado al Parlamento británico, incluso con una vacuna seguiremos viviendo con el coronavirus durante décadas.
Un apunte. Oxford ya no es parte de la UE —hay que acabar el Brexit, pero démoslo por hecho— y la otra vacuna prometedora viene de Estados Unidos. ¿Conseguiremos una en Europa, aunque más tarde? El acuerdo europeo ha metido un recorte sustancial a los presupuestos de ciencia, como parte de una negociación donde había que salvar otros fondos, como los que se dedican a ayudas a la agricultura —que también se recortan, pero menos—. Si el horizonte económico es la ciencia y la tecnología habrá que pensar a qué quieren dedicar los líderes UE esa lluvia de millones. Ah, sí. A comprar las vacunas que fabriquen otros. Para el seguimiento de los ciento cuarenta proyectos en marcha en el mundo, esta pieza del New York Times.
Menos mal que Trump se ha vuelto conciliador y moderado
Al menos esa fue la actitud demostrada al retomar las ruedas de prensa en la Casa Blanca, solo esta vez, y con una mascarilla en el bolsillo que sacó para asegurar que es patriótico llevarla. Todo lo contrario a lo que ha afirmado hasta el momento. Las encuestas para su reelección pintan feas, y su gestión de la pandemia en EE. UU. ya no es admisible ni para sus partidarios.
Pero Trump es Trump, y hemos asistido atónitos al despliegue de la policía federal en su país. Este es el único cuerpo que él puede controlar, y lo envió a Portland porque allí las protestas del Black Lives Matter derivaron en la quema de una comisaría. Acudieron en vehículos sin identificar y con uniforme militar, y según testimonios de los presentes los metieron en furgones sin leerles sus derechos ni decir quiénes eran, para soltarlos al cabo de un tiempo en lo que parecía una mera estrategia de intimidación. El alcalde de Portland ha pedido que se marchen, porque están empeorando la situación y la abogacía del estado ha presentado una querella por haber violado las libertades civiles de los manifestantes.
Estados Unidos, con todos sus fallos, es una democracia con garantías constitucionales en la que esto no tienen ningún sentido. Muchos de sus ciudadanos no entienden que hayan desplegado a la «gestapo» (el término lo han puesto ellos) ni el anuncio de que en los próximos días vayan a ir también a New York, Philadelphia, Detroit, Baltimore, y Oakland. Aunque ya no se hable tanto de ellas, las protestas BLM se suceden por todo el país, pacíficas o violentas, en un incendio social sin precedentes y de momento sin final previsible. Portland llevaba cincuenta días ininterrumpidos antes de la llegada de los federales. Quizá sea verdad que esto es un experimento de Trump para remontar en las encuestas electorales.
Entonces anestésiame con más plataformas de streaming
En el mercado de las series y las películas en plataforma, los clásicos dan un paso al frente condicionados por el éxito de Netflix y HBO. NBC, cadena propietaria de los estudios Universal, ha lanzado Peacock, otro canal más de streaming pero completamente gratis. En el fondo, un canal de toda la vida como los que se siguen emitiendo en antena. Lo interesante aquí es la estrategia empresarial, pues el objetivo es quitar contenido a las otras plataformas, impidiendo que otros canales de distribución se beneficien de sus licencias. Si funciona, Netflix y los demás tendrán que acabar dependiendo de sus producciones propias. La duda es si harán una bueno por cada diez estrenos, como hasta ahora, o si por fin su catálogo dejará de llenarse de morralla. La gran virtud de la mayor parte de su contenido es dormirte en el sofá. Lo cual, viendo la situación, quizá sea lo mejor.
La humanidad está ante una bifurcación histórica. Un camino lleva a la desesperación y a la renuncia total. El otro, a la extinción definitiva. Roguemos tener la sabiduría que hace falta.
https://youtu.be/ai2ISCu3bRU