Es difícil decidir cuál es el mejor break de batería del mundo. Aunque para Michel Houellebecq está bastante claro: el de «Child in Time», el tema que Deep Purple publicó en 1970. «El break de Ian Paice es fabuloso, sin duda el más bello de la historia del rock», sentencia el escritor francés en Serotonina, su último libro.
Sin embargo, los halagos no parecen surtir mucho efecto en Ian Paice (Nottingham, 1948). Seguramente por una cuestión de carácter —tiene la cabeza bien amueblada— y también porque el tipo lleva nada menos que cincuenta y un años oyendo piropos: exactamente desde 1968, cuando él y cuatro amigos pusieron en pie una banda a la que decidieron bautizar como Deep Purple. Paice no solo es uno de los miembros fundadores de ese grupo legendario que ha vendido unos 150 millones de discos y que ha cambiado la historia del rock. Además, a sus setenta y un años, es el único que siempre ha estado ahí, ininterrumpidamente, empuñando las baquetas de la batería sobre el escenario mientras les veía el culo a los sucesivos miembros que iban desfilando por Deep Purple.
Considerado uno de los bateristas más influyentes de la historia, Paice ha vivido en primera persona los que quizás fueron los años más locos, extravagantes, excesivos y gloriosos del rock. Sentado en el porche de su casa en Menorca, frente al mar, nos cuenta cómo funcionaba la industria de la música en la década de los setenta y cómo todo se ha ido irremediablemente al garete.
Con permiso de Houellebecq, a mí su solo de batería en «The Mule» me parece aún mejor que el break de «Child in Time». ¿Usted con cuál se queda?
Déjeme que le diga algo. Lo que para usted y para mucha gente es algo histórico, para el músico es solo un momento en el tiempo. Para mí, ese solo de «The Mule» son diez minutos en una noche. Una noche, eso sí, en la que tuvimos la suerte de que hubiera por allí un equipo de grabación que recogiera ese solo.
¿Y el solo de la versión instrumental de «Child in Time»?
De nuevo, fue una cuestión de suerte. Probablemente hicimos cuatro o cinco versiones de ese tema, pero la primera fue la mejor. Por lo general, la primera siempre es la mejor, porque no tratas de recrear nada, lo estás creando por primera vez. Si tienes suerte, esa primera versión funciona. Y si no tienes suerte, tienes que repetirla otra vez, y tal vez otra, y otra, y otra. Y es posible que lo bordes, que te salga perfecto, pero suele faltar algo. Cuando todo sale bien a la primera y además lo has podido grabar, lo tienes para siempre, lo has hecho inmortal, entonces se convierte en algo histórico. Pero le repito que para el artista es solo un instante en el tiempo, un instante en el que todo ha salido bien. Y cuando ese momento termina, uno se relaja.
Tal y como lo cuenta parece que fuera muy fácil…
No, en realidad no es fácil. Para que salga bien, tienes que tocar de manera que tu corazón y tu alma queden expuestos, abiertos a todo el mundo, tienes que correr todos los riesgos posibles para tratar de llegar a la esencia de tu manera de tocar, a eso que te hace diferente. Y para lograrlo tienes que dejar salir todo lo que hay en ti. Es un riesgo muy grande. Es muy fácil llegar a un estudio o a un escenario y tocar de manera segura, sin cometer errores y sin arriesgar. Si arriesgas puede que te salga algo catastrófico, es verdad. Pero, si tienes suerte, también te puede salir un trozo de magia, la Mona Lisa, un Picasso, un instante en el que todo es perfecto. Para conseguir algo grandioso hay que correr riesgos.
Entonces usted ha debido de tener suerte muchas veces, vistos los muchos momentos mágicos que nos ha proporcionado.
Sí. Pero estoy seguro de que en algunas grabaciones guardadas en archivos hay otros efectos míos que no eran tan buenos y que obviamente no usamos. Estoy convencido de que Rembrandt también pintó cuadros que le parecían una auténtica porquería y que desechó. Cualquier artista pasa por eso, no hay ninguna garantía de que te vaya a salir algo bueno. Tratas de hacerlo lo mejor que puedes, de dar lo mejor de ti, y si te sale bien, es fantástico. Y si te sale mal pues tampoco pasa nada: lo repites hasta que te salga bien. Yo no trabajo en un hospital operando cerebros, lo que yo hago no es así de importante y trascendental, me puedo permitir correr riesgos y que me salga mal.
¿Por qué empezó a tocar la batería?
Porque me hacía feliz. En cualquier forma de arte, cuando empiezas lo haces porque te hace feliz, lo haces para ti mismo, para tu propio disfrute. A mí no me importaban absolutamente nada los demás, me importaba yo mismo, ser feliz. Y me junté con otros que también tocaban porque eso les hacía felices, y fue fantástico. Pero «primero» [lo dice en español] era yo: empecé a tocar porque me hacía feliz. Y creo que le sucede así a cualquier artista. Si decides que quieres pintar, cantar o jugar al fútbol, lo haces porque te hace sentir bien, porque te hace feliz a ti, no a los demás.
Usted es el único miembro de Deep Purple que sigue en la banda desde que nació en 1968. ¿Cuál es su secreto para tener una carrera tan larga?
He trabajado con otra gente fuera de Deep Purple, con algunas personas muy, muy famosas. Y está genial, es muy divertido. Pero cuando toco con esa otra gente toco su música, y además tengo que tocarla a su manera. En Deep Purple toco mi música, y la toco a mi manera. Deep Purple es mi casa, así que ahí tengo libertad de hacer lo que me parece bien. Cuando he trabajado con Gary Moore o Paul McCartney debo tener una disciplina diferente, porque no es mi música, es la suya. Puedes tratar de añadir tu espíritu a la música, pero no deja de ser la de otro. Suele ser muy divertido, eso sí, porque tienes que ponerte a prueba de varios modos con esas otras personas. Pero la libertad que te da ser tu propio jefe, ser el que decide, el que dice que así no, el que decreta que tiene que ser de determinado modo, eso… Eso no tiene precio. Creo que todo aquel que es su propio jefe sabe a lo que me refiero: tú tomas las decisiones. Da igual que dirijas una compañía, una revista o una aerolínea: las cosas se hacen como tú quieres. Y esa es una de las mejores cosas de ser tu propio jefe.
Deep Purple ha vendido toneladas de discos. Algo así como 150 millones…
Sí, hemos vendido unos cuantos.
¿Qué legado deja Deep Purple?
Creo que el legado de Deep Purple son momentos. Hay un par de discos muy potentes y sólidos, que siempre estarán ahí. A ningún músico le gusta absolutamente todo lo que ha hecho. Algunas cosas te gustan, otras están pasables y otras directamente no te gustan. Eso no significa que no lo hayas hecho lo mejor que podías. Además, un grupo de música de cuatro o cinco personas es una cooperativa, y tienes que trabajar para ella. Puede que algunas piezas de música de esa cooperativa personalmente no me gusten, pero aun así he hecho mi trabajo lo mejor que he podido.
Cuando vuelvo la vista atrás y pienso en el legado que deja Deep Purple, creo que hay algunas piezas increíbles, complejas, virtuosas. Tuvimos mucha suerte, porque en la banda había tres personas que a nivel individual tocaban de manera alucinante, y otros dos que eran buenos músicos y que además eran unos genios a nivel artístico, con unas cabezas que creaban melodías y letras increíbles, me refiero a Ian (Gillan) y a Roger (Glover). Y a nivel instrumental, Jon (Lord), Ritchie (Blackmore) y yo éramos muy buenos. Pero lo mejor es que éramos totalmente libres estando juntos. Y esa libertad crea magia. No todo el tiempo, pero hay momentos… Hay momentos en los que no eres siquiera capaz de explicar por qué has hecho lo que has hecho, pero es justo lo que había que hacer.
¿Me puede poner un ejemplo?
Recuerdo cuando estábamos grabando en los noventa el tema titulado «The Battle Rages On…». Estuvimos en el estudio cinco o seis horas, tratando de que aquello saliera adelante. Lo que habíamos hecho estaba bien, pero no tenía magia. Así que decidimos intentarlo una vez más. A mí se me encendió una lucecita y decidí tocar la batería de manera completamente diferente. Y fue genial, pero sabía que lo podía hacer aún mejor. Así que me retiré cinco minutos y entendí cómo tenía que hacerlo. Fue como si se abriese una pequeña ventana durante un momento y luego se cerrara de golpe. Volví, se encendió la luz que indicaba que estábamos grabando y me puse a tocar rememorando esos cinco minutos, porque de otro modo no podía hacerlo. Pero la información estaba ahí. Esos son los momentos a los que me refiero. Y si consigues agarrarlos, entonces se convierte en algo histórico.
Me imagino que para una estrella del rock’n’roll debe de ser muy fácil convertirse en una parodia de sí mismo…
Sí. Facilísimo. Y, de hecho, conozco a muchos a los que les ha pasado eso.
A usted no le ha ocurrido. ¿Cómo ha conseguido que no se le fuera la cabeza?
Creo que se debe en parte al instrumento que toco. Los baterías estamos siempre en la parte de atrás del escenario. Y tienes que tener cierta mentalidad para aceptar eso, para asumir que mientras el guitarra y el cantante se mueven por el escenario y acaparan todas las miradas del público, a ti apenas te va a echar nadie un ojo. A mí no me importa que no me miren. Yo hago mi trabajo y gano lo mismo que los otros, así que está bien. Y también entiendo muy bien en qué consiste mi trabajo, que es hacer más fáciles las cosas a mis compañeros. Si yo no hago mi trabajo al fondo del escenario, ellos no pueden hacer el suyo delante. Y esa mentalidad es la que te permite decirte a ti mismo: «Vale, no necesito ser una diva, no necesito ser una rock’n’roll star. Me siento feliz con el talento que he recibido y con la suerte que tengo, hago lo que me gusta y tengo una buena vida. Y cuanto más dure, mejor».
Cuando no toca la batería, ¿qué hace?
La batería es mi vida, yo no hago otra cosa que tocar la batería. Cuando puedo, salgo con mi barco y hago como que pesco. Si pesco algo, muy bien, pero si no pesco nada es aún mejor, me llevo un libro y me pongo a leer. También me gusta ver deportes en la tele, pero no hago nada en la vida excepto tocar la batería. Pero tampoco soy un músico fanático. Es bastante normal que pase en casa cuatro o cinco semanas seguidas, y durante ese tiempo muchas veces no toco una sola vez la batería, no me importa. Si me apetece toco, y si no me apetece no toco, exactamente igual que cuando era un chaval de quince años. Para mí tocar la batería tiene que ser algo divertido, y si no me divierte, no la toco y punto. Cuando estoy de gira trabajando durante cinco, seis o siete semanas, dando conciertos, es diferente. Ese es mi trabajo, es el modo de mantener económicamente a mi familia y de sentirme vivo.
¿No se plantea jubilarse?
Mire, tengo setenta y un años y he visto a muchísimos músicos tirar la toalla, retirarse. Y, en un año, han pasado de tener sesenta y cinco años a tener el aspecto de un tipo de ochenta. Eso ocurre porque no tienen ninguna razón para vivir en su día a día: ya no tocaban su instrumento, no salían de gira, no veían a nadie, se encerraban en su casa a beber y a comer, a ver cómo su dinero iba menguando, y envejecían de golpe. Un músico, un artista, lo es hasta el día que muere. Y si sigues cultivando tu arte, consigues mantener alejada a la muerte. Pero si dejas de hacerlo la muerte se te acerca mucho. Y, sobre todo, ¿por qué vas a dejar de hacer algo que te divierte? En el rock’n’roll, a la gente como yo, los periodistas muchas veces nos dicen si no somos ya un poco ancianos para seguir en esto. Y yo me pregunto: ¿Le decían lo mismo a BB King cuando tenía ochenta y cinco tacos y seguía tocando? ¿Le decían eso a Pavarotti el día antes de que muriera? ¿Se lo dicen al director de una orquesta de música clásica? ¿Se lo dicen a un violinista? ¿A un músico de country? No. Solo nos los dicen a los músicos de rock’n’roll. En el rock’n’roll se supone que cuando cumples treinta años es un delito seguir tocando.
Pero la batería es un instrumento muy físico… Supongo que la edad influirá, ¿no?
Deje que le diga algo: yo toco mucho mejor ahora que cuando tenía treinta años. Hay cosas que hago ahora que no podía hacer cuando tenía veinte. Es verdad que la fuerza física no es la misma en un periodo u otro de tu vida, pero el conocimiento que has ido acumulando con los años te permite reemplazar eso con otras cosas. A lo mejor hay una cosa que ya no puedo hacer, pero hay otras cinco que antes no podía y ahora sí. Mientras me divierta lo que hago y a mis amigos les divierta, podremos seguir haciendo lo que hacemos bien, sin convertirnos en espectros de lo que fuimos. Así que seguiremos tocando hasta que nos parezca que ya no es posible. Y esa es la razón por la que seguimos: porque somos muy buenos, realmente muy buenos, porque hay mucha gente que quiere ver lo que hacemos y porque nos lo pasamos bien. Nos divertimos más que la mayoría de la gente.
¿Cómo era en los años setenta ser miembro de Deep Purple, el grupo más importante de rock de ese momento? Me imagino que ha debido de ver muchas, muchas cosas…
Sí, he visto de todo. Pero recuerde que en los setenta yo era un veinteañero, la vida para mí era una gran fiesta. No sabía cuánto dinero ganaba, pero vivía en una casa agradable, tenía un bonito coche y dinero en el bolsillo, y eso era todo lo que me importaba, era un chaval. Llevaba una buena vida. Daba la vuelta al mundo y encima había alguien que me pagaba. No pensaba en nada más allá. A la gente de mi generación, especialmente a la del rock’n’roll inglés, la idea de tener éxito, de hacerse famoso y rico no se nos pasaba por la cabeza, nos parecía que eso no tenía nada que ver con nosotros. De pronto alguien te daba un golpecito en la espalda y te decía: «Hey, eres famoso». Pero no era algo que buscaras. Para nosotros se trataba de estar con tus amigos, de divertirte, de pasarlo bien… Y, de repente, la diversión se convertía en tu negocio. Pero no por ello dejaba de ser divertido.
¿Cuál era su relación con los miembros de otras bandas, como Led Zeppelin o Black Sabbath? ¿Había mucha competencia?
No tenías trato con ellos. En aquellos días todo el mundo trabajaba todas las noches. Y si no estabas tocando sobre un escenario estabas grabando en el estudio. Y, además, era fácil estar en polos opuestos del mundo: tú podías estar en América, los otros en Australia… Si tenías una tarde libre y coincidías con ellos, te ibas al bar a tomar unas copas, charlabas, les preguntabas qué tal les iba… La verdad es que no competíamos unos con otros, en realidad todos hacíamos lo mismo, pero con soluciones diferentes. Led Zeppelin transitaba por el camino del blues, Jethro Tull por lo medieval… Pero todas las bandas tratábamos de hacer lo mismo: conseguir sacar nuestro propio espíritu, un sonido propio. Y te daba igual si Led Zeppelin había reunido en un concierto a ochenta mil personas y tú solo a sesenta mil, al fin y al cabo, reunir a sesenta mil no estaba mal. Y si era al revés y éramos nosotros los que superábamos a Led Zeppelin, estoy seguro de que a ellos también les daba lo mismo. Al final hacíamos lo mismo, aunque de manera distinta, y eso es lo que lo hacía mágico. Y creo que eso es algo que ya no es posible. Hoy no hay diferencias entre los músicos ni entre las músicas y el público no está tan preparado a nivel musical como lo estaba antes.
¿A qué lo atribuye?
Creo que las emisoras de radio y las cadenas de vídeos de MTV y VH1 han extendido una visión muy estrecha del mundo de la música, así que la mayoría de la gente ya no tiene ni idea de música. La gente que venía a los conciertos de rock’n’roll sabía un montón. Hoy hablas con el espectador medio de MTV y no tiene ni idea. Le encanta un artista durante tres o cuatro años y cuando ese artista deja de hacer música porque las compañías ya han hecho suficiente dinero con él tan solo se acuerda de una de sus canciones. Yo viví el mejor momento de la música.
¿Y por qué su época fue la mejor?
Por la libertad. La generación anterior a la mía aún estaba muy controlada por las compañías de discos, los editores, las emisoras de radio… La música tenía que contar con su beneplácito o si no, no se tocaba, no se oía. Pero a los responsables de la industria discográfica de mi época se les ocurrió que si dejaban hacer lo que les diera la gana unos chavales chiflados quizá harían mucho dinero. Y es lo que hicieron: nos dejaron en paz. Y salieron al mercado discos interesantes, no todos eran fantásticos, pero muchos te hacían pensar. Y la gente de la industria discográfica ganó una auténtica fortuna dejando a esos chicos que hicieran lo que les diera la gana. Eso hoy ya no es posible. Las bandas jóvenes tienen muy limitado lo que se les permite hacer. Pero en los buenos tiempos… En los buenos tiempos la compañía de discos te decía que tenías un millón de dólares para que grabaras un disco. Y cuando se acababa el dinero entregabas el disco, te daban las gracias y entonces se vendían cinco, seis o diez millones de discos, así que era una magnifica inversión.
Hoy ya no se venden discos…
No. La industria ha dado un vuelco completo. A principios de los setenta se vendían discos por un tubo y hacías giras para promocionar el disco, porque el disco es lo que daba dinero. Ahora haces una gira y sacas un disco para promocionar esa gira, porque lo que da dinero es la gira. Ese cambio se debe a que hoy ya no necesitas comprar un disco para disfrutar de la música, mientras que en aquella época sí. Todo empezó cuando Philips comercializó el primer reproductor de casetes, que te permitía pasar discos a cintas en el salón de tu casa. A partir de ahí ya no necesitabas comprar el disco, se lo podías pedir prestado a un amigo, lo ponías en el tocadiscos y lo grababas. Y luego llego el CD y lo cambió todo. Con los CD, la industria discográfica, en su estupidez absoluta, puso a la venta másteres de grabaciones, porque eso es lo que es un CD. No hay ninguna diferencia entre lo que sale del estudio y lo que compras en un CD. Es un máster, lo pones en el ordenador y lo puedes copiar una y otra vez… Hollywood nunca hizo algo así de idiota, fueron más listos. Lograron retrasar todo eso unos quince años haciendo buenos encriptados y protegiendo las películas. Si querías un DVD tenías que comprarlo, entonces no lo podías copiar, aunque al final encontraron el modo de hacerlo. Pero la industria del disco dio directamente la posibilidad de copiar los discos pensando que nadie lo haría, que la gente seguiría comprando discos. Se equivocaron. Si antes se vendían diez discos, con el CD se vendía uno, y el que tenía ese uno se lo copiaba a todos sus amigos. Por eso ahora las entradas para un concierto son tan caras, porque es de lo que viven los artistas. Antes los conciertos eran mucho más baratos porque si un disco tenía éxito,se ganaba mucho dinero con él.
Decía antes que no existía rivalidad entre Deep Purple y otras bandas. Sin embargo, es famoso lo ocurrido en 1974 en el California Jam, cuando Ritchie Blackmore [guitarrista de Deep Purple] la lio parda y destrozó varios amplificadores cuando se enteró de que no iba a ser su grupo, sino Emerson, Lake & Palmer, el que cerraría ese festival. Ya en 1970, en un festival en Plumpton (Inglaterra), prendió fuego a los equipos de música para evitar que Yes pudiera tocar después de Deep Purple.
Bueno, Ritchie siempre ha sido… Cómo decirlo… No tengo malos sentimientos hacia Ritchie y desde luego no ha cambiado con los años, sea como sea, siempre ha sido igual. Y lo aceptas como es o no lo aceptas. La música que Ritchie creó, las cosas que ayudó a crear, eran increíbles, son invaluables. Si no hubiera estado ahí, Deep Purple no sería lo que es. Pero debo confesarle que en un momento dado dejó de ser divertido salir de gira con él, porque nunca sabías si iba a tocar en el concierto, si iba a salir a escena y, si lo hacía, cuánto tiempo iba a estar ahí… Todo eso hacía las cosas difíciles. Pero ya le digo que no era nada nuevo, Ritchie ya hacía esas cosas en los primeros tiempos. Me acuerdo de un concierto que dimos en el 68 o el 69… A Ritchie no le gustaba la sala, así que se quedó en el camerino todo el concierto, tocando desde allí la guitarra, no pisó el escenario. Era así desde siempre. Pero una vez que alcanzas cierto éxito, entiendes que el público se merece un cierto respeto. Da igual cómo te sientas personalmente: tienes que salir, dar todo lo que tengas y mostrarles tu respeto. Yo lo veo así, pero igual Ritchie lo ve de otro modo. Trabajar con Ritchie era siempre extremo: o era absolutamente fantástico o desesperadamente dramático. Siempre fue así. Pero en los primeros tiempos, cuando teníamos menos éxito, cuando nadie sabía quiénes éramos, era más fácil de llevar. Sin embargo, cuando nos fuimos haciendo cada vez más famosos, fue cambiando. Muchos de nuestros fans compraban las entradas para los conciertos con tres meses de antelación, y durante ese tiempo toda su vida giraba en torno a ese concierto. Y a esa gente no la puedes decepcionar: no es justo y no es correcto.
Usted ha salido muchísimo de gira con Deep Purple y lo sigue haciendo. Supongo que ir de gira en un grupo así de mítico es como estar en una burbuja, en una realidad paralela.
Es una realidad, una realidad pasajera. Y si te crees que estar de gira es la única realidad que existe, te vuelves loco. Porque cuando vuelves a tu casa no hay nadie que te diga a qué hora te tienes que levantar, te vaya a recoger a casa con una limusina, te meta en un avión privado, te vaya a buscar al aeropuerto con otra limusina aún mayor, te lleve al mejor hotel, te dé de beber champán… Cuando estas de gira todo es así. Y así debe ser, porque de lo que se trata es de que estés lo más a gusto posible, lo más relajado posible, para que luego toques lo mejor que puedas. Pero cuando vuelves a casa, todo eso se acaba y entonces tu mujer te dice: «Saca la basura», «La lavadora se ha roto, encárgate de buscar a un tipo que la arregle». Y esa es tu realidad. Entonces te das cuenta de que sí, de que has vivido en una burbuja y que esa burbuja está muy bien y es necesaria, pero no es la realidad. Existe solo mientras estás de gira y busca que todo sea para ti lo más fácil posible. Pero la realidad es la que te encuentras cuando vuelves a casa. Y si no lo tienes claro te vuelves loco. Hay gente que ejerce de estrella del rock’n’roll las veinticuatro horas al día. Estoy seguro de que esa peña, antes de meterse en la cama por la noche, se mira el pelo a ver si lo tiene bien colocado. Y oye, si eso les hace felices muy bien, a mí no me parece mal. Lo que yo digo es que tienes que entender que eso no es la realidad, que la realidad es cuando vuelves a tu casa. Y ahí lo que cuenta es si tienes la suerte de tener una casa lo bastante buena a la que volver.
Me da que usted tiene una casa bastante buena a la que volver.
Jackie, mi mujer, y yo llevamos casados cuarenta y tres años. Una sola mujer, un solo marido, un montón de hijos y un montón de nietos. Sí, estamos muy bien. Algunos de mis amigos han tenido cinco o seis esposas y, además de la confusión que todo eso genera, no les queda nada de dinero, las mujeres se lo han llevado.
Acaba de terminar una gira de siete semanas en Estados Unidos con Deep Purple. ¿No se le hace largo?
Para nosotros, a estas alturas, sí, es mucho tiempo. Pero el final se acerca. Si el año que viene podemos seguir será fantástico, pero dudo que podamos ir mucho más allá. No lo sé. Estamos en un punto en el que los demás miembros de la banda tienen otras cosas que quien hacer. Y quizás no les apetezca estar de gira cinco o seis semanas. Si ocurre eso, por supuesto que me afectará, pero eso no significa que vaya a dejar de tocar. Si me apetece tocar y considero que lo puedo seguir haciendo bien, hay otros vehículos para seguir haciéndolo. Quizás puedo vivir del legado de Purple, tocando música de Purple, no tengo ningún problema en hacerlo. Y también puedo tocar la música de otros, lo que también está bien. Poder seguir saliendo de gira para mí ahora es un privilegio. Siete semanas es mucho tiempo, lo normal es que estemos cinco semanas. Cuando tenía veinticinco años, cinco semanas de gira no era nada, ni doce. Ahora cinco semanas es mucho tiempo, hay otras cosas en mi vida real que no quiero perderme: mis nietos, mi mujer, sentarme en mi silla, en mi casa, ver mi tele, ir a mi cocina, hacerme mi café. Todas las cosas normales, cuando no las tienes durante cuatro o cinco semanas, realmente las echas de menos. Ya puedes estar en el mejor hotel del mundo y pedir un café: no es lo mismo que hacértelo tú en tu casa.
Deep Purple ha llegado a hacer giras de cuarenta y cuatro semanas. ¿Cómo se sobrevive a eso?
Bueno, no es tan loco como podría parecer. En realidad, estás cuatro semanas de gira por allí, tres libres, otras cuatro semanas de gira por allá, otras tres libres… Te daba tiempo a pasar algunos días en casa y, si no, te llevabas unos días a tu familia adonde estuvieses. Ese es uno de los privilegios que te da el éxito, que te puedes permitir cosas como pagar unas vacaciones de tres semanas en el Caribe a toda tu familia, algo que cuesta una pasta. Las bandas que no han tenido ese éxito viven una situación mucho más complicada. Por eso me cabrea cuando gente que tiene mucho éxito se queja de lo difícil que es su vida. No, su vida no es difícil. Y todo eso que dicen de la presión, del estrés emocional… Una mierda. Uno lo que tiene es que dar gracias a dios de ser de los pocos afortunados que tienen éxito porque, allá donde vas, hay mil personas que pueden hacer algo parecido a lo que tú haces y que querrían estar donde tú estás. Hacer esto tampoco es muy difícil: consiste en salir dos horas a escena y darle al público todo lo que tienes. No todas las noches es igual, claro. Algunas noches es fantástico y otras está simplemente bien, pero lo que nunca puedes es estar mal. Y si eres un buen músico nunca estás mal. Lo que no puedes garantizar es que todas las noches vayan a ser increíbles, los espectáculos en vivo no funcionan así. Puedes ver una obra de teatro con los mejores actores del mundo y una noche es alucinante y otra simplemente es buena.
Conoce a todos en el mundo de la música. ¿Hay alguien que le haya impresionado especialmente?
Todo lo que sé es que las grandes estrellas, las de verdad, son gente de lo más normal del mundo. No necesitan ser diferentes, ni en lo emocional ni en lo económico: pueden permitirse ser personas normales. Son megaestrellas… y son gente maja. El problema está en quienes no han entrado en la categoría de los grandes y tienen que dar la impresión de ser más de lo que en realidad son. Toda la gente grande de verdad que he conocido y con la que he trabajado era maravillosa, personas normales que hacían cosas extraordinarias.
Usted que lleva toda la vida en esto, ¿tiene la receta del éxito? ¿Sabe cuándo un tema lo va a petar?
No, ya no. Pero antes sí podía. En los días de gloria había un montón de buenos músicos, y los que destacaban eran los que no trataban de ser como nadie más, los que eran ellos mismos, los que tenían claro lo que sabían hacer y lo hacían lo mejor que sabían, los que eran conscientes de que no podían hacer cosas que otros sí hacían y ni se molestaban en intentarlo. Yo creo que es eso lo que hace que salga una estrella. En Inglaterra, un país tan pequeño, fuimos muy afortunados: cuando yo tenía dieciocho años, solo en el área de Londres trabajaban diez mil grupos de música, lo que significa que había 45 000 o 50 000 músicos. Y con que solo un pequeño porcentaje de ellos fuera realmente bueno ya tenías un montonazo de talento. Ya no es así. Yo no digo que a los chicos de hoy no les guste la música, pero se ha convertido en una parte más de su ocio. Cuando yo crecí, la música era lo único que había. No había ordenadores, no había teléfonos, apenas había televisión, no teníamos dinero, no teníamos coche. Lo que tenías era el concierto que una banda iba a dar el sábado, y te pasabas la semana hablando de eso. La música era muy importante para nosotros. Ahora, la música es solo algo más, los chavales conducen coches, tienen ordenadores, móviles, viajan… Nada de eso era posible para mi generación.
Confiese: ¿no está harto de tocar las mismas canciones de Deep Purple una y otra vez?
Sí, claro que lo estoy. Pero bueno… A lo mejor tocas una canción en tres giras, y entonces les dices a los otros que sería mejor sacarla del repertorio, que te aburre, te dicen que vale y se pone otra canción en su lugar.
Pero en todos los conciertos, fijo que tiene que tocar «Smoke on the Water».
Sí, pero está bien. Es una canción cojonuda, realmente buena. Y con lo simple que es, puedes hacer pequeños cambios internos y divertirte. Y, por supuesto, cuando la tocas, recibes una fuerte descarga de energía por parte del público, que siempre quiere oírla. Dan más problemas esas otras canciones que están bien pero que no son las megacanciones y llevas tocándolas tres años. Hasta que un día te hartas y le dices al resto de la banda que por qué no la aparcamos durante los próximos seis meses y ponemos otra canción en su lugar. Y eso es lo que hacemos. Porque, además, si pierdes el interés en tocar una determinada canción, no la tocas bien, y estás pensando en lo que vas a comer al acabar el concierto. El éxito consiste en que tienes un repertorio muy, muy limitado que tienes que tocar. Si no tienes éxito puedes tocar lo que te dé la gana, puedes tocar temas de Zeppelin, de Purple, de los Beatles, de los Stones, de quien te dé la gana. Cuando tienes éxito, y gracias a dios nosotros lo hemos tenido, estás limitado. La gente va a los conciertos a oír tu música, y es tu música la que tienes que tocar. Sí, hay noches que no te apetece nada volver a tocar una canción en concreto. Pero aun así lo haces lo mejor que puedes. Y cuando la acabas, te da un subidón, porque te la has quitado de encima y pasas a la siguiente.
«Hush», su primer single, ya fue gran un éxito. ¿Marcó ese tema el resto de su carrera?
No, no lo creo. Esa canción era una visión de lo que podíamos llegar a ser. Tuvimos en éxito enorme con «Hush» en 1968 y fue estupendo, pero en la banda ya teníamos la sensación de que la línea que llevaban Rod Evans (el cantante) y Nick Simper (el bajista), más Rod que Nick, no encajaba con la nuestra, que necesitábamos hacer algo más duro. A los pocos meses del éxito de «Hush» sabíamos que habíamos llegado al final del camino, que teníamos que hacer cambios si queríamos seguir adelante… Y hacer eso fue la cosa más difícil del mundo. Yo ya llevaba con Rod dos años antes de que se creara Purple, era mi mejor amigo en el grupo. Pero Rod simplemente no podía ir adonde se estaba dirigiendo nuestra música. Fue muy difícil, pero Jon (Lord), Ritchie (Blackmore) y yo decidimos que teníamos que dejar de lado nuestros sentimientos y cambiar de cantante. Rod no podía hacer lo que nosotros queríamos que hiciera, físicamente no podía. Es como si yo quisiera participar en unos Juegos Olímpicos, por mucho que quisiera no podría competir contra Usain Bolt. Fue muy duro, muy difícil, pero uno tiene que vivir en el mundo real, aunque te rompa el corazón porque a la persona a la que le estás haciendo eso es tu amigo. A nadie le gusta hacerlo.
El mundo del rock está lleno de excesos. ¿Ha visto a muchos morir a causa de las drogas?
Bueno, si consigues vivir lo suficiente,es inevitable que acabes viendo esas cosas. Purple es una institución que tiene cincuenta años de vida y, por suerte, solo hemos perdido a dos músicos. En los setenta perdimos a Tommy Bolin, un tipo maravilloso y un adicto a la heroína sin remisión, estaba claro que tarde o temprano acabaría mal. Y en 2012 perdimos a Jon (Lord) a causa de un cáncer. También hemos tenido a managers y jefes de gira muertos, asesinados… Pero bueno, así es el mundo en el que vivíamos. Hemos tenido suerte, la mayoría de los miembros de Purple aún estamos aquí y todo nos sigue funcionando más o menos bien.
El concierto de Deep Purple en el Rainbow Theatre de Londres en julio de 1972 les hizo entrar en el libro Guinness de los récords como «la banda más ruidosa del planeta». ¿Cómo se siente con ese título?
Sí [ríe]. Bueno, eso fue hace mucho tiempo. Imagínese que durante un tiempo solo hubiera dos coches en el mundo: un Seat y un Ferrari. El Ferrari se consideraría el coche más rápido del mundo porque fue el primero cuya velocidad se midió, aunque después vinieran otros más veloces. Pues algo así nos pasó a nosotros. Fuimos la primera banda cuya estridencia se midió y sí, hacíamos ruido. Pero no éramos tan estridentes comparados con lo que vino después, con AC/DC y Metallica, esos sí que hacen ruido. Si tocáramos con ellos, a nosotros ni se nos oiría. Pero como fuimos los primeros en hacer ruido, se sigue considerando que mantenemos el récord. Además, Purple nunca trató de ser ruidoso, sino de ser potente. Lo que pasa es que cuando éramos jóvenes la tecnología era tan mala que el único modo de dar la sensación de potencia era a través del volumen. Ahora puedes bajar el volumen y dar más sensación de potencia, porque la tecnología de los PA [sistemas de amplificación electroacústica, de las siglas de «public address system»] es muy buena. Nosotros usábamos el volumen como un instrumento más. Volvamos al Ferrari: si vas todo el tiempo a trescientos kilómetros por hora, deja de ser excitante. Pero si reduces y luego aceleras a tope, eso sí que es excitante. Y lo mismo pasa con el volumen. Cuando lo necesitas para dar intensidad, se convierte en otro instrumento. Pero no lo puedes usar todo el tiempo. Hoy es fácil dar intensidad, pero entonces era difícil.
¿Qué otros baterías le gustan?
Los baterías que más me influyeron son todos de la generación anterior a la mía y están todos muertos. Había muy buenos baterías cuando yo tenía quince o dieciséis años, y me encantaba escucharlos. Pero no intentaba copiarlos, porque eso no funciona. Lo que trataba era de entender qué era lo que les hacía buenos, aprender de ellos. Ringo es un gran batería, en cualquier disco de los Beatles está estupendo. Y no es que Ringo hiciera cosas difíciles o complicadas, simplemente hacía que sonaran bien. Tres cuartos de lo mismo con el batería de The Hollies, Bobby Elliott: no necesitaba ser un genio, pero era interesante. Había cuatro o cinco baterías del rock’n’roll simple y sencillo de los años sesenta que me gustaba escuchar y que me interesaban porque hacían las cosas a su manera. Pero también oía otras cosas. Mi padre era pianista, un pianista muy bueno, por cierto, y le volvían loco las grandes bandas, el swing, los tríos de piano, y esa música siempre sonaba en mi casa cuando yo era pequeño y ni siquiera pensaba en ser batería. Pero esas influencias estaban ahí y cuando empecé a tocar, primero con las agujas de hacer punto de mi madre, salieron a la luz. Porque uno aprende escuchando. Y si tienes la suerte de ver tocar a uno de esos tipos, de ver cómo mueve los brazos o cómo contiene un poco el ritmo para luego soltarlo de golpe y aumentar así la intensidad, eso es una lección magistral. Así es como se aprende. Y si no lo sabes, si no estás abierto a aprender de alguien que sabe más que tú, mal vas. Da igual lo bueno que creas que eres, en mil kilómetros a la redonda seguro que hay un chaval de quince años que es la bomba, que es fabuloso, que tiene un talento inmenso, que es una estrella, aunque se convierta o no en una estrella públicamente. Por eso tienes que saber que da igual el tiempo que lleves tocando la batería: nunca serás el mejor, siempre habrá alguien que haga cosas que tú no puedes hacer o que nunca se te habían ocurrido. El verdadero artista coge cosas de los demás y las cambia, las trasforma y las convierte en suyas, las ajusta a su estilo y se convierten en propias.
Y, además de tener talento, ¿es importante tener suerte?
La suerte es fundamental. Mira: yo podría haber nacido el mismo año en que nací, el mismo día, a la misma hora, de los mismos padres… en Rumanía. Y mi vida para nada habría sido la misma. Si hubiera nacido en un país comunista, seguramente a los quince años habría empezado a trabajar en una fábrica. Ser inglés ha sido una suerte, Inglaterra me ha permitido toda una serie de oportunidades que en otros sitios no habría tenido jamás. Es una suerte estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Pero también hay un dicho famoso: «Cuanto más trabaja uno, más suerte tiene». Y creo que es verdad. Tienes que creer en ti mismo y correr riesgos. Y la mayoría de la gente no lo hace, toca de un modo seguro.
Se acerca el Brexit… ¿Qué le parece?
Yo voté a favor de seguir en la Unión Europea. Si algo no te gusta de un ente no hay que irse, porque las cosas solo se pueden cambiar si estás dentro, si estás fuera no puedes cambiar nada. La UE no es un problema, el problema es Bruselas. Nadie tiene la más mínima idea de qué hace esa gente de Bruselas a la que nadie ha votado. A mí me encantaría ser eurodiputado en Bruselas, cómo no: no pagan impuestos sobre la renta, no pagan alquiler, viajan gratis y reciben dinero para sus gastos. Pero esa gente hace cosas inútiles que encima nos cuestan un montón de dinero. Así que, aunque yo voté a favor de seguir en la UE, puedo entender la rabia de los que votaron por el Brexit. La Unión Europea es una gran idea, pero creo que era mejor cuando era la Comunidad Económica Europea, la CEE. Es importante que el Gobierno de España sea el que lleve las riendas de España, el gobierno inglés las de Inglaterra, el alemán las de Alemania… Los gobiernos estatales deben tener el control de sus países, no Bruselas. Inglaterra es una isla peculiar: somos parte de Europa y no lo somos. Y para nosotros es muy difícil que gente a la que no hemos votado nos diga lo que tenemos que hacer, sobre todo cuando esas personas son idiotas cuya mayor preocupación es mantener sus puestos de trabajo. Pero, dicho eso, el Brexit va a ser un lío gigantesco. Un lío fruto de un referéndum que nunca debió celebrarse y que, una vez que se celebró, nunca debió ser vinculante, dada la escasa diferencia entre los que querían irse y los que querían quedarse. El Gobierno tendría que haber dicho que entendía el sentir de muchos británicos pero que, al haber votado un 52 por ciento a favor del Brexit y un 48 por ciento a favor de permanecer en la UE, el resultado era demasiado estrecho para ser vinculante. Eso habría sido lo honesto. Pero no lo hicieron.
No está mal la entrevista pero me hubiera gustado más que los entrevistados fueran Bob Dylan, Elton John, Neil Young, en fín, gente así. ¡Ánimo, Jot Down, vosotros podéis!
Está chupao.Y ya puestos, que entrevisten también a John Lennon y Jimi Hendrix…
Creo que estos están muertos, listillo.
¡Ja, ja, ja, ja! ¿Sabe qué…? Le voy a conceder el beneficio de la duda.
El de la queja no puede faltar
Yo hubiera preferido a Napoleón y al Ché, no un músico del tres al cuarto que sólo lleva 150 millones de discos vendidos y más de 50 años de carrera.
…encima inteligente y con la cabeza en su sitio…En fin la sabiduría y sobre todo la humildad,son dones cada vez más escasos…!!!
Claro xq uno de los mejores baterías de siempre,de una de las mejores bandas de siempre-y encima con la cabeza amueblada e inteligencia-, no tiene ningún interés no??
Lo q hay q leer!!!
Excelente,logra revelar y desde lo doméstico conocer a Ian Paice, como un ser común, humilde y contrastar con cualquier perspectiva mítica o condicionada por el impacto o no se la nota,buen reportero…un pilar del rock y también un estilo único…..
Muy buena nota, excelente músico y mejor persona, simple, concreto, no se la cree nada, solo dedicación y trabajo, amor por la música y su música y compañeros de ruta. Emoción de escucharlo por discos de pasta en 70 y verlos 20 años después en escenarios en Córdoba Argentina, Juniors, Cosquin Rock, Orfeo. Muchas gracias
Excelente y extensa entrevista a un grande al Hard Rock, felicitaciones.
Excelente entrevista y preciosas fotografías. De un tiempo a esta parte, Ian Paice se prodiga en entrevistas e intervenciones en YouTube, y ha resultado ser un hombre muy elocuente, con un carácter perfectamente definido, y quizás el miembro mas interesante de Purple. Más allá de la relativa antipatía de Gillan, las estridencias de Ritchie (si, si, ya se que no está en la banda), o la bondad de Morse y Glover.
Gran entrevista a uno de los mejores baterías que he tenido la suerte de escuchar y ver junto a Deep Purple, una de mis bandas favoritas.
Además, me dio gusto conocer al artista de excelencia y a una mejor persona. Se nota su grandeza en la humildad que expresa. Grande Ian Paice.
Ya somos dos.Vino a Vigo dos veces,una de las cuales tocó como los ángeles-la otra no sabría decir,en algún momento de la actuacion,el whiski no quiso combinar bien con el hachís..-.
Excelente bateria,entre los tres más grandes del rock y bellísima persona-no así Blackmore…-,cabeza amueblada,personalidad simple y agradecida…Muy buena entrevista!
Me encantó el tipo,siempre digo que una cosa importante en las personas es la ubicación y éste hombre le sobra…musicalmente, tengo 53 años y lo escucho desde los 14,él y John Bonham se mantuvieron, para mí, en el tope hasta hoy, pero cómo el dice, hoy la música pasó a otro plano.
Da igual lo bueno que creas que eres, ….. Por eso tienes que saber que da igual el tiempo que lleves tocando la batería: nunca serás el mejor, siempre habrá alguien que haga cosas que tú no puedes hacer o que nunca se te habían ocurrido.
Que gran verdad, extensible a tantas otras cuestiones de la vida.
Anoche escuchaba DEAD OR LIVE ,,,, J
on Lord toca increíble,,, toda una cohesión entre cada uno de los Deep Purple……
Ian siempre ha parecido ser tan sereno y ecuánime como finalmente lo confirma esta entrevista.
Cada disco de DEEP ,,,,,,, sigue siendo una esperada aventura .
Saludos desde Mexico ??.
… todo un personaje, que desde atrás mira y siente el contexto de la vida de un artista y de una forma de vivir…siempre mostró esa imagen el más pequeño de la mejor banda Deep Purple…claro para mi, cada uno con su preferencia…y muy contento por haber leido este reportaje tan lindo por el contenido que le da Ian… y seguramente leeré mucha veces más…gracia Ian Paice y gracias también a lod DP que estuvieron en la banda…cada uno dejó y deja su huella…
Muy buena entrevista, sin duda una historia de vida que muestra la realidad del trabajo artístico y lo aterrizado y enfocado que debes ser en la industria musical para no morir en el intento. Saludos desde Chile.
Execelente cátedra de humildad, que es lo que le falta a muchos músicos de poca monta.
Este hombre es de una sensatez abrumadora. Un verdadero placer leer esta entrevista. Cuánta verdad eso de que los grandes son gente sencilla. Me hizo pensar inmediatamente en Paco de Lucía.
Verdad?q sencillez y humildad.Todo un profesional…Da gusto leer como da gracias por haber nacido con un don q le hace feliz y encima le hace vivir cómodamente y ver q en cada actuacion intenta hacerlo mejor q puede!!(yo lo vi 2 veces en Vigo,años ha…)
Excelente nota a un MUSICO notable pero sobre todo a un ser con los pies sobre la tierra y con mucha humildad. Párrafo aparte para describir lo q sucede con la pobrisima música actual. .
Hace bastante que no leía una entrevista tan entretenida, honesta y aterrizada como esta, fuera de ser un baterista histórico del Rock su forma de contestar nos muestra a un ser humano muy completo, inteligente y lúcido, grande Ian..
¿Qué versión instrumental de Child in Time? No se puede hacer una entrevista así y publicar una traducción incorrecta.
Buena entrevista a un tío cabal
Muy bien amueblada esa cabeza.
Pingback: Ian Paice: « Lo que para mucha gente es algo histórico, para el músico es solo un momento en el tiempo» – Jot Down Cultural Magazine | Ni tan Malos, ni tan Malditos
Qué gustazo de lectura, la verdad. Personaje interesante, nunca fui un gran fan de los Purple aunque con el Made in Japan, como a mucha gente que conozco, nos explotó la cabeza. Sin embargo, y sin socavar el talento musical de este pedazo de monstruo de las baquetas, creo que lo más interesante de esta entrevista es a un nivel humano. Tiene unas perlas estupendas de sabiduría. Ojalá envejecer así de bien.
Felicitaciones a la periodista y al fotógrafo. Una auténtica exquisitez.
Si tocan con metallica si usan los mismos equipos puede ser que apenas se oigan a los deep purple sonaria mucho mas fuerte metallica porque es trash pero si tocan con ac/dc usando los mismos amplificadores estarian emparejados en general sonaria algo mas ruidoso ac/dc pero no por tanta diferencia es mas en el california jam 74 para mi es mas ruidoso deep purple que en un recital de ac/dc de ahora fue un descontrol al final cuando richie blaxkmore rompe todo.
escucho a deep purple desde los 13 años y no me hubiera imaginado leer esta entrevista con ian paice , es increible
Deliciosa entrevista de uno de los mejores baterías q ha dado el rock.Buena y sencilla personalidad,a destacar dentro de un mundillo y ,sobre todo en una epoca, en la q facilmente haría a más de uno (de hecho fue a bastantes…) perder los papeles e incluso la vida misma…
Gracias por los dos conciertos en los q pude ver tu arte,cuando hicisteis a bien venir en sendas ocasiones a Vigo.-la verdad es q en uno de los mismos ,no pude apreciar como hubiese querido ese arte q tienes puesto q el WhisKiTo ingerido no imaginó del todo bien con el hachís fumado…-
Un placer…
Hola, como músico y seguidor de deep purple agradezco la entrevista. Ha sido un agrado de leer de principio a fin.
Pingback: El peor concierto de sus vidas (1) – Jot Down – Hispanopress: Nuevas perspectivas, nuevas posibilidades
Pingback: El peor concierto de sus vidas (1) - Jot Down Cultural Magazine