Solo dos días después del accidente, el 30 de noviembre de 2016, investigaciones preliminares señalaron que la causa del accidente del vuelo 2933 de LaMia fue la falta de combustible. Apunta todo a que el depósito de la nave se quedó vacío a pocos kilómetros del aeropuerto de destino, en Medellín, y que, por ello, el avión se precipitó contra las montañas. Setenta y un muertos, entre ellos casi toda la plantilla del equipo brasileño de fútbol Chapecoense, lo que añadió humanidad al duelo.
A las 10:47 horas del 24 de marzo de 2015, un Airbus A320 de la compañía Germanwings que volaba de Barcelona a Düsseldorf se estrelló a setecientos kilómetros por hora contra un talud de los Alpes, en Francia. Solo cuarenta y ocho horas después, los investigadores descubrieron que el copiloto Andreas Lubitz se había quedado solo en la cabina, había bloqueado la entrada al piloto y había programado un descenso con el piloto automático hasta los treinta metros de altitud. En la grabación de la caja negra se puede oír al piloto intentando derribar la puerta y la respiración —no acelerada— del copiloto, que no responde en ningún momento. Después, el impacto. Ciento cincuenta muertos.
En Barajas, el 20 de agosto de 2008, un McDonnell Douglas MD-82 de Spanair se estrelló cuando apenas se había elevado una decena de metros en su despegue, dejando ciento cincuenta y cuatro fallecidos. Cinco días después se comenzó a especular con la cadena de fallos que habría originado el accidente y en dos meses ya había informe oficial: los flaps y slats de las alas no habían sido desplegados para el despegue. La alarma que debería haber avisado a los pilotos no saltó, debido a una reparación a pie de pista que resultó negligente ya que el manual del fabricante no la contemplaba. El avión fue incapaz de sustentarse y se precipitó contra el suelo. Lo último que se escucha en la caja negra es un grito del copiloto.
Los agigantados avances en tecnología y seguridad aérea han reducido los accidentes de aviones. Siguen siendo espectaculares cuando ocurren: tragedias impactantes que inyectan miedo en el cuerpo. Pero —proporcionalmente— hay menos accidentes que nunca y, para que tengan lugar, se necesita o bien una cadena de fallos casi estrambótica o bien una intencionalidad. Sea cual sea el motivo, el mismo avance en seguridad aérea permite establecer causas y diagnósticos en tiempo de plusmarca. Cajas negras, transpondedores, satélites, radares… Las herramientas para saber qué, cómo y por qué se multiplican. Las respuestas llegan enseguida. Casi siempre.
Quedan a veces enigmas que bien valen un artículo. El vuelo 370 de Malaysia Airlines desapareció en el aire súbitamente hace seis años y todavía no se sabe qué pasó con aquel avión en el que volaban doscientas treinta y nueve personas.
«El mayor misterio de la aviación civil de la historia», dijo el entonces primer ministro de Australia Tony Abbott.
Era un Boeing 777-200 y despegó del aeropuerto de Kuala Lumpur a las 00:42 del 8 de marzo de 2014. De Kuala Lumpur despegan y aterrizan, cada día, unos novecientos setenta y un aviones, según datos del propio aeropuerto. Esto se traduce en, aproximadamente, cuarenta y nueve millones de pasajeros al año. El MH370 era solo un punto en un océano de vuelos y viajeros que cada año fluyen por la capital de Malasia. Un vuelo más que tenía como destino Pekín.
A bordo viajaban doce tripulantes, todos ellos malasios. El comandante se llamaba Zaharie Ahmad Shah y tenía cincuenta y tres años. El copiloto era Fariq Ab Hamid y tenía veintisiete años. En la cabina volaban ciento cincuenta y cuatro pasajeros chinos (uno de ellos de Hong Kong y otro de Taiwán), treinta y ocho malasios, siete indonesios, seis australianos, cinco indios, cuatro franceses, tres estadounidenses, dos canadienses, dos iraníes, dos neozelandeses, dos ucranianos, un holandés y un ruso. Dos pasajeros volaban con identidades falsas, esto es, con pasaportes robados. El gobierno de Malasia no quiso hacer público quiénes eran y se limitó a informar de que no se trataba de ciudadanos malasios y de que los pasaportes robados eran italiano y austríaco y habían sido sustraídos en Tailandia. Semanas después, la prensa estadounidense revelaría, citando a fuentes del FBI, que los dos pasajeros con identidades falsas eran los iraníes y que su situación tenía que ver con inmigración irregular, no con terrorismo.
El avión despegó con normalidad y se dirigió, sobre lo previsto, rumbo a Vietnam. A la 01:19 contactó por última vez con las autoridades malasias. En concreto, con la torre de control de Subang, última isla malasia al norte. Ese último contacto fue por radio. O el piloto o el copiloto —no se sabe con certeza— dijeron: «Buenas noches Malaysia Tres Siete Cero». En ese momento preciso el control del avión debería haber sido transferido a Ho Chi Minh, la capital vietnamita, pero las autoridades del país aseguran que nunca llegaron a contactar con el MH370. Según la investigación oficial del gobierno de Malasia, tras la comunicación oral del piloto, alguien desconectó el ACARS (Aircraft and Communications Addresing and Reporting System), uno de los sistemas de comunicación del Boeing. El ACARS envía datos automáticamente y cada cierto tiempo sobre el funcionamiento de los motores y otros parámetros a los centros de mantenimiento y a los fabricantes. En este caso, las señales eran enviadas a Rolls-Royce. También fue desconectado en ese momento el transpondedor, sistema encargado de comunicar la nave con la red de control aéreo civil. En lugar de pasar a las pantallas de los controladores vietnamitas, el MH370 desapareció de los radares. Se esfumó.
Existen otras dos formas de comunicación desde el avión. Ambas se activan en caso de siniestro: las balizas de emergencia (ELT) y la caja negra. Ninguno de los dos sistemas, que se sepa, se activó tras la desaparición de la nave.
Lo que pasó tras la desconexión solo se puede intuir. Y se puede intuir gracias a los radares militares, que sí siguieron la pista al avión. Según el informe del gobierno malasio, que coincide con la investigación independiente llevada a cabo por el gobierno de Australia, a las 01:22 horas, un minuto después de la desconexión, un radar militar malasio detectó un giro a la derecha del avión y, justo después, un viraje constante hacia la izquierda, rumbo suroeste. Esto es: alguien en el avión desconectó los sistemas de comunicación y cambió el rumbo hacia el océano Índico. Otro radar militar vietnamita también detectó el avión. Ambos dieron constancia de que la nave siguió volando rumbo suroeste al menos hasta las 02:40 horas, momento en el que le perdieron la pista. En ese momento el MH370 sobrevolaba, invisible, la isla de Pulau Perak, en el es trecho de Malaca.
Se desconoce todavía hoy qué ocurría en aquel avión en esos momentos. Por qué había cambiado su rumbo sin avisar. Los sistemas de comunicación seguían desconectados, no se emitió ninguna señal de alarma ni de socorro y el avión volaba rumbo al interior del océano. El combustible que portaba el Boeing le permitiría volar, según confirmó la propia compañía posteriormente, siete horas y treinta y ocho minutos. El vuelo a Pekín era de cinco horas y media, pero en el actual rumbo no había ningún aeropuerto al alcance del depósito. Se dirigían a la nada.
China y Tailandia dieron el primer aviso: el avión al que esperaban no había entrado en su espacio aéreo. Todavía pendiente de aterrizar, el suceso se hizo público. El MH370 había desparecido.
Un satélite de la compañía británica Inmarsat, dedicada a dar soporte a telefonía móvil, siguió la pista a la nave a partir de las 02:40 horas, después de que desapareciera de los radares militares. El satélite recibió siete señales automáticas de rutina, conocidas como señales ping. Un ping cada hora desde que los militares lo perdieron. Esto demuestra que el avión siguió volando. Y que lo hizo al menos siete horas y treinta y un minutos más, ya que la última señal ping que recibió el Inmarsat fue a las 08:11 horas. Una hora después, cuando tendría que haber llegado el siguiente ping, solo hubo silencio.
Las señales recibidas por el satélite Inmarsat permitieron a las autoridades reconstruir la trayectoria que habría recorrido el avión después de variar su rumbo. La recreación indica que el avión había volado hasta el Índico Sur, a unos dos mil kilómetros de la ciudad australiana de Perth. En ese momento se habría quedado sin combustible. Las autoridades comprendieron que, probablemente, el avión se había estrellado en medio del océano.
Malasia, China, Vietnam y Australia, apoyados por varios países más, comenzaron enseguida las labores de búsqueda de los restos de la aeronave en el área estimada donde se habría terminado la autonomía. Sin éxito. Tras un año de intensa búsqueda, de estupefacción e incredulidad por parte de todos, seguía sin aparecer ni rastro del avión volatilizado. Mucho menos existía una respuesta de por qué había desconectado sus sistemas de comunicación y había cambiado su rumbo hacia el mar.
La total ausencia de respuestas duró hasta el 29 de julio de 2015. Un año, cuatro meses y once días después del accidente, miembros de una asociación dedicada a limpiar la costa de la isla Reunión hallaron unas noventa piezas que parecían de avión. La isla, territorio francés de ultramar, está situada frente a Madagascar, a unos cuatro mil kilómetros del punto donde se calculaba que se habría estrellado el MH370. Casi todas las piezas halladas eran demasiado pequeñas, pero había un alerón de unos 2,5 metros que fue enviado a Toulouse para ser analizado. La fiscalía francesa confirmaría semanas después que, efectivamente, el alerón pertenecía al Boeing 777 de Malaysia Airlines desaparecido. Alan Lau, profesor de ingeniería mecánica de la Universidad Politécnica de Hong Kong, afirmó tras el hallazgo que la forma en la que el alerón parecía haberse desprendido del avión señalaba que no había sido desplegado y que, por lo tanto, el avión no intentó el amerizaje, sino que se habría estrellado contra el mar.
En los meses posteriores aparecerían más piezas en Madagascar, Mozambique y Sudáfrica. Ninguna tan concluyente como el alerón. Expertos franceses aseguraron que la aparición de piezas coincidía en el tiempo y en el espacio con las corrientes oceánicas. Para entonces, tanto China como Malasia y Australia ralentizaron las labores de búsqueda ante el enorme gasto y el casi nulo resultado.
Una última bocanada en la asfixiante espera para los familiares de los desaparecidos llegó 1 de noviembre de 2106. Un informe de la Oficina para la Seguridad en el Transporte de Australia (ATSB) anunció que el avión experimentó un rápido descenso antes de estrellarse contra el mar, lo que llevó a las autoridades australianas a concluir de forma definitiva que el Boeing 777 voló hasta quedarse sin combustible y, después, se precipitó al océano sin intentar el amerizaje.
Teorías hay muchas, algunas de ellas de la conspiración, claro. De manera oficial no se ha hecho pública ninguna hipótesis como definitiva. De forma extraoficial, la prensa malasia ha planteado la posibilidad de un suicidio por parte del piloto, Zaharie Ahmad Shah. La hipótesis cobró fuerza tras el accidente deliberado de Germanwings y muchos se adhirieron de forma definitiva a esta posibilidad cuando el pasado 27 de julio el FBI encontró en casa del piloto un simulador de vuelo.
Según las autoridades australianas, el disco duro del simulador revelaba que Ahmad Shah recreó varias rutas en su casa en las que despegaba desde Kuala Lumpur, después viraba y se desviaba hacia el océano Índico. La simulación continuaba volando hasta que el avión se quedaba sin combustible. Sin embargo, ni las autoridades malasias ni el FBI han encontrado indicio alguno que haga pensar que Shah tenía planeado suicidarse o cometer un acto terrorista. Muy al contrario, en entrevistas con amigos y familiares se les dibujó una persona sociable, vinculada a varias organizaciones de caridad y amante de la aviación. Lo mismo sucedió cuando investigaron al copiloto.
Sakinab Shah, la hermana del piloto, tras conocer las investigaciones, afirmó a Associated Press: «Si no tienes nada tangible, ninguna evidencia, es equivalente a decir que es culpable mientras no se pruebe que es inocente. Eso nos devuelve a la Edad Media». Tan es así que las autoridades australianas restan credibilidad a la hipótesis de un suicidio.
¿Qué pasó entonces? La única realidad es que no se sabe. Nadie, en los años que han transcurrido desde la desaparición, ha reivindicado un acto terrorista. Tampoco se ha podido demostrar un sabotaje ni un fallo mecánico. Y no se ha hallado la caja negra. Lo único cierto es que alguien hizo desaparecer el avión de los radares desconectando los sistemas de comunicación, que este planeó por el Índico durante más de siete horas rumbo a ninguna parte y que, probablemente, cayó finalmente y sin combustible a sus aguas matando a todos los pasajeros.
Australia, China y Malasia cerraron la investigación del vuelo MH370 en enero de 2017. «El mayor misterio de la aviación civil de la historia».
¿Malasios o malayos?
Malasios es el gentilicio del país Malasia. Malayos son la etnia mayoritaria, por delante de la china y de la india
Malasios.
Magnífico artículo.
Malasitanos
A ver, el accidente de Spanair, de negligente reparación a pie de pista nada… Si no de saben los procedimientos y se lee la resolución judicial se sabrá el porque, sabe fue un relé, de 100 dólares el mismo relé que falló en Detroit en el 82, el mismo relé que siguió fallando durante décadas en todos los aviones del mismo modelo, y que el fabricante, las FFAA, solo mandaron una recomendación de acción, en Línea solo se tiene media hora para atender el avión, mientras baja el pasaje, la carga, se recarga el combustible, y sube nuevo pasaje y carga, el mecánico lee el parte de vuelo, y trata de arreglar lo que hay escrito, si no puede hay un libro en todos los aviones que se llama MEL (minium
equipment list) donde dice si el avión puede volar, y condiciones (go, no go, go if) la avería declarada por el piloto era un go if, si usted es periodista investigue , pero no diga que fue una acción negligente. Por que siguieron los manuales…si estos están mal…busque usted culpables… Por cierto hubo más fallos aquel día y otros ecos desde el 82. Antes de emitir un juicio así investigue.
Se aprecia que sabe (o parece saber) de lo que habla. Pero el quisquillosismo le deja en evidencia como alguien que no busca corregir un error, que puede existir, si no criticar, como bien queda patente en au última frase.
Refiriéndome sólo a la forma y no al fondo: si ha fallado varias veces, creo que es lógico decir que es una negligencia, aunque esta pueda ser del fabricante.
Por otro lado, el artículo no va de ese accidente, si no que lo utiliza para poner contexto. No seamos tan pejilleros, aportemos y corrijamos lo que sea necesario, pero no queramos tirar por la borda un buen articulo por un fallo en el contexto.
Sin querer ahondar más, me escuecen un poco los ojos leyendo «accidente deliberado»…