La peor pesadilla del machirulo ya no es la mujer sexualmente activa, sino la profesionalmente competitiva. Competitiva en ambos sentidos del término, es decir, combativa y competente. Los machos cavernarios pueden soportar que una colega sea competente si es sumisa, e incluso pueden soportar que sea combativa si es mediocre; pero una mujer a la vez combativa y competente —una mujer que lucha y triunfa— es demasiado para la endeble autoestima del «sexo fuerte».
De lobos y lobas
Teniendo en cuenta los orígenes agrícolas y ganaderos de la civilización, no es de extrañar que el lobo sea el villano recurrente de fábulas y cuentos tradicionales. Los lobos eran los enemigos naturales de los primitivos pastores de ovejas, y diez mil años después esta pugna entre depredadores que compiten por los mismos recursos no se ha extinguido del todo.
Pero, por otra parte, el lobo fue el gran aliado del ser humano en su etapa de cazador recolector; es el antepasado del perro, «el mejor amigo del hombre». Paradójicamente, el mejor amigo del cazador se convirtió en el peor enemigo del ganadero. Y, rizando el rizo de la paradoja, los descendientes directos de los lobos son nuestras mascotas favoritas.
La ambivalencia del lobo en general como arquetipo y como símbolo se mantiene en el caso concreto de la hembra, aunque con variantes que tienen que ver con nuestros estereotipos de género. La loba (lupa en latín) es la venerada madre adoptiva —y nutricia— de Rómulo y Remo, los fundadores míticos de Roma, y a la vez es la vilipendiada prostituta (de ahí el término «lupanar», que sigue siendo sinónimo de prostíbulo). En última instancia, el mito fundacional de Roma expresa la misma «fusión de contrarios» que la consabida expresión «de puta madre».
En su faceta de depredador astuto e implacable, el lobo, como el tiburón, y sin perder sus connotaciones tradicionales, se ha convertido en símbolo del ejecutivo agresivo, y la incorporación de las mujeres al mundo laboral —o, más exactamente, al mundo empresarial— ha resemantizado también el símbolo de la loba.
Si la mujer fatal utiliza su atractivo erótico —sus labios— para someter a los hombres, la ejecutiva agresiva utiliza sus armas profesionales —sus garras— para destrozarlos. En términos metonímicos, se podría decir que, en el imaginario masculino, se produce un desplazamiento de la boca (de fresa) de la vampiresa a la mano (de hierro) de la licántropa. Si la vampiresa proclama ferozmente el poder del sexo femenino, la licántropa —la lunática que se convierte en loba en la jungla laboral— reclama con igual ferocidad el sexo femenino del poder.
De diosas y diablesas
El cine de las últimas décadas ofrece reveladores ejemplos de estas lobas empresariales que, tras la «revolución sexual» iniciada en los años setenta del siglo pasado, parecen destinadas a tomar el relevo de las vampiresas tradicionales en su diabólica tarea de atormentar a los hombres. Veamos tres ejemplos correspondientes a otras tantas épocas: uno del pasado reciente, otro rabiosamente actual y un tercero situado en un futuro próximo.
En Network (Sidney Lumet, 1976), haciendo honor al título con el que la cinta se exhibió en España, Un mundo implacable, se muestran las despiadadas luchas por el poder en el seno de una productora de televisión estadounidense, a la vez que se perfila un pionero paradigma de loba empresarial magistralmente encarnada por Faye Dunaway (cuya interpretación le valió un Óscar y un Globo de Oro). Diana Christensen es una modesta productora de programas de entretenimiento que asciende rápidamente a lo más alto utilizando, sí, su atractivo erótico, pero, sobre todo, gracias a su astucia profesional y su falta de escrúpulos, como un híbrido o espécimen de transición entre la vampiresa tradicional y la licántropa moderna (o posmoderna). En una secuencia memorable, Diana cabalga cual amazona desbocada sobre un apabullado Max Schumacher, el veterano productor interpretado por William Holden, mientras no para de hablar de sus planes profesionales, ni siquiera en el momento del orgasmo, que resuena como un breve grito de guerra en medio de una arenga militar.
En El diablo viste de Prada (David Frankel, 2006), Meryl Streep encarna a la tiránica redactora jefa de una revista que controla el mundo de la moda, lo que la convierte en una mujer extraordinariamente poderosa. Y en Prometheus (Ridley Scott, 2012), Charlize Theron es la cínica directora ejecutiva de una misión interestelar cuyos aspectos científicos le tienen sin cuidado. Aunque la primera es una comedia satírica y la segunda una inquietante parábola futurista, ambas películas coinciden en presentar un mismo estereotipo femenino llevado a extremos rayanos en la psicopatía: la alta ejecutiva omnipotente que lo sacrifica todo, incluidas sus relaciones personales, al logro de sus objetivos profesionales.
No es casual que tres grandes divas del cine contemporáneo, Faye Dunaway, Meryl Streep y Charlize Theron (cabría añadir a la Jodie Foster de Elysium y a unas cuantas más), hayan encarnado a sendas lobas emblemáticas, como no es casual que tantas grandes actrices del pasado se convirtieran alguna vez en vampiresas. Materializar las pesadillas de los hombres es un desafío artístico no menos apasionante que dar forma a sus sueños.
No suelo dejar comentarios negativos, pero después de leer «machirulo» y «machos cavernarios» más un repaso en diagonal, he finiquitado este panfleto patrocinado por Ireno Montera. Por cierto que «Network» está basado en el suicidio en vivo y en directo de la presentadora Christine Chubbuck allá por el 74; ella no demostró, lamentablemente, ser tan fuerte como Faye Dunaway. Es curioso que siempre que se menciona esa película, nadie comente que está basada en un hecho terroríficamente real.
Pues, yo mantuve conocimiento en el sentido bíblico hace mucho tiempo con la que era en ese momento mi jefa y fue una experiencia muy agradable, ¿eh?
Afortunadamente, las mujeres reales no son como los estereotipos del imaginario machuno.
Señor Frabetti, he leído unos cuantos de sus artículos y he llegado a la conclusión de que las feministas deben estar muy felices de tenerlo en sus filas. Tan felices como los hinchas del Barça de contar con Messi, mire lo que le digo. Al final resulta hasta algo paradójico que usted por un lado nos quiera convencer de la fuerza, el coraje y la autosuficiencia de las mujeres -cosas de las que ya estábamos convencidos- y por el otro se sienta en la obligación de salir a la caza del machirulo. Las mujeres no lo necesitan. Si yo fuera mujer, su actitud me resultaría empalagosa.
¿Cosa de la que ya estamos convencidos? ¿Quiénes? ¿Cuántos?
Qué fácil es aveces llegar al fondo de una mente, ¿eh?
Curioso: «¿Cosa de la que ya estamos convecidos? ¿Quiénes? ¿Cuántos?».
¿Me permite hacerle la misma pregunta? «La peor pesadilla del machirulo ya no es la mujer sexualmente activa, sino la profesionalmente competitiva. Competitiva en ambos sentidos del término, es decir, combativa y competente. Los machos cavernarios pueden soportar que una colega sea competente si es sumisa, e incluso pueden soportar que sea combativa si es mediocre; pero una mujer a la vez combativa y competente —una mujer que lucha y triunfa— es demasiado para la endeble autoestima del «sexo fuerte»» ¿QUIÉNES? ¿CUÁNTOS?
Quiénes y cuántos: los que hacen posible que en España muera una mujer a la semana por violencia machista, que un altísimo porcentaje de mujeres hayan sufrido abusos y acosos en el trabajo, los que llaman feminazis a las feministas…
Disculpe, pero me ha contestado a una pregunta que no le he hecho. Le he preguntado «quiénes y cuántos» no podemos soportar a una compañera profesionalmente competitiva, competente y combativa? Y usted, en un salto (i)lógico ha dicho que «los que hacen posible que en España muera una mujer a la semana por violencia machista, que un altísimo porcentaje de mujeres hayan sufrido abusos y acosos en el trabajo, los que llaman feminazis a las feministas…».
Entiendo que no quiera (o no pueda, por imposible) contestar a mi pregunta, que era muy concreta («quiénes y cuántos no soportan a una compañera de trabajo»), pero por favor, no me responda a lo que no le pregunto.
La misma mentalidad que ve en las mujeres objetos sexuales, o personas que deberían ser sumisas, explica la fobia a las mujeres empoderadas, que da lugar a estereotipos caricaturescos como la mujer fatal y la loba empresarial. ¿Cuántos son? A juzgar por los efectos sociales del machismo en sus distintas facetas, todas ellas ramas de un mismo tronco, muchos todavía. Menos que antes, sin duda, pero siguen siendo muchos.
Vuelvo a repetir mi pregunta, lo mismo a la tercera va la vencida: ¿quiénes y cuántos? No me ha dicho quiénes (ha hablado de una mentalidad, que no es alguien) y no me ha dicho cuántos. ¿Muchos? Soy de la opinión de que uno ya es mucho. Pero sé sumar: son pocos. Desde luego, son muy pocos, prácticamente ninguno, comparados con los que sí respetamos y estamos encantados de trabajar con mujeres capaces y competitivas.
En tu último comentario no aparece la opción Reply, por lo que la respuesta está abajo del todo.
Pero sí que te necesitamos a ti para que le digas a Frabetti lo que nos debería empalagar o no. Chapeau.
Amor es despertar a una mujer y que no se indigne…
Pudo ser una buena nota de no ser por el inicio, con ese tufo progre nauseabundo («machirulo», «cavernarios») que empapó de viscosa humedad bartoliniana todo el artículo.
¿Se vino usted así, de pronto?
Aún a riesgo de ser lapidado por «tiquismiquis», debo decir que no está validada genéticamente la hipótesis según la cual el perro desciende del lobo.
Lobos y perros pertenecen a la misma especie, Canis Lupus.
Hasta ahí hemos llegado, sólo a un etiquetado taxonómico que aporta más bien poco.
Ahora es cuando me voy, pasito a pasito…
Gracias, Canis, los comentarios «tiquismiquis», que aportan matices y puntualizaciones, son los más útiles, al menos para quien los recibe. Dawkins añadiría, incluso, que el concepto mismo de especie es equívoco y solo tiene un sentido coyuntural.
Leyendo estas reflexiones quisiera volver a la cueva “varginal” de la cual me arrojaron a la realidad. Con las dos pulsiones. Dicen los que saben interpretar el mundo a partir del color primigenio, el negro, que fue un acto de amor. Tengo mis dudas fundadas porque ni ellas mismas saben el motivo que, de una hacer dos. Es evidente de que hay una conjura internacional de esas ingenuas tontas que ahora se dan cuenta de poseer un arma formidable. No será una lucha pareja. Hasta mi pareja lo niega y esto fue motivo de divorcio, un respiro después de todo, pues ya era gallina vieja que no se cocinaba de un solo hervor. ¿Y qué culpa tenemos si solo ellas envejecen mientras nosotros maduramos sin descanso? Pensar que toda esta desgracia comenzó cuando, con nuestras superiores inteligencias nos regalamos la tecnología para que, entre otras cosas, tuvieran más tiempo libre, que en vez de usarlo para estar más deseables lo gastan en pensar, en ser mejor que nosotros y todas esas insensateces. Es una miserable traición pues, ¿qué haremos con toda la literatura y sus dolores lancinantes que hasta merecieron premios Nobel? Habría que dar inicio a un movimiento masculino paralelo, algo así como “nosotros, más que también”. (Espero que las POCAS MUJERES que participan en este foro entiendan la ironía)
Otra poesía de un sofista libertino que terminó en cárcel por anárquico. ¿Y en qué otra cosa podía ser y terminar?
Es difícil descifrar tu sonrisa.
No se sabe si es guiño
del Infierno o migas del Edén,
y en el espejo te repites vanidosa,
al infiniiiiiiiito,
sin los paños que te atan y obscurecen,
y ríes
sin razón sabiendo
que te observo desde atrás.
Mas creo que sea por mi asombro
al descubrir tus omóplatos paralelos
que me dan la orientación
hacia tu cuello y tus cabellos
donde no hay ocasos,
solo amaneceres con perfume
de mujer
(pero sigo sin entender
el motivo de tu risa
y sé que es inútil tratar de saber).
Tranquilo… usted tranquilo que no pasa nada, ahora arroje lejos de usted el arma. Pero usted tranquilo, ¿eh?
Sí, esperemos que la ironía no desfallezca y sea entendida. Es curioso que algunos hombres se pongan nerviosos nada más oír -o leer- palabras como «machista» o «machirulo», independientemente del uso que se haga de ellas. Esto me recuerda que, por increíble que parezca, hubo un tiempo, no tan lejano, en el que no podía usar la palabra «dialéctica» en mis artículos. Daba igual que hablara de Platón, o de Hegel, o de la relación dialéctica entre ciencia y tecnología, sin la menor alusión a Marx; decían que era una palabra «comunista» y que su mero uso era «tendencioso». Y puede que los censores franquistas tuvieran razón: reflexionar es tendencioso.
Un servidor tiene un pequeño negocio y al cabo del día trata, persona, por teléfono, a través del correo con muchas personas. Clientes, proveedores,, transportistas, bancos, subcontratistas. Gente de todo pelo, desde gente con cargos de mucha responsabilidad, hasta currantes rasos. Y te encuentras de todo. Gente encantadora, amable, colaboradora y también auténticos hijos de puta que venderían a su madre por apuntarse una medalla ante su superior o por conseguir un 1% más de descuento. Pues bien. En ambos casos no soy capaz de hacer distingos en cuanto a su sexo. Ni a su dieta.
Escribe usted muy bien Frabetti. Pero para mi gusto se repite un poco.
¿Me repito un poco? Si me hubieras leído más, sabrías que me repito mucho. Por dos razones: porque hay temas que creo que no se tratan lo suficiente, o que hay poca gente que se ocupa de ellos (como el carnivorismo, sí, causa directa de esta pandemia y de otras catástrofes sanitarias), y también por mis limitaciones personales.
En cuanto a que hay gente buena y mala de todos los pelajes y colores, totalmente de acuerdo; este es (y el anterior sobre la mujer fatal() un artículo sobre los estereotipos femeninos del imaginario patriarcal, que, afortunadamente, tienen poco que ver con las personas reales. Gracias por tus asiduos comentarios.
«Machirulo» es un término tan despectivo como «negrata» o «panchito». Demasiado etéreo como para no pegárselo a cualquiera que no cante loas al ministerio de igualdad y no tan preciso como el de «fascista», «violador» o «vago».
Quizás a la visión que tiene usted de los hombres de otra época sea poco compleja. Ruego que eche un vistazo a los comentarios del artículo:
https://www.jotdown.es/2020/05/suicidio-fallido/
He leído esos comentarios, algunos muy interesantes; pero no veo una clara relación con este artículo.
Pues claro que es un término despectivo, puesto que alude a una actitud despreciable. No es tan despectivo como «violador» o «fascista!, y nadie se escandaliza pòr su uso, cuando viene a cuento. Si yo aplicara el término a los hombres en general (lo cual sería un tanto paradójico siendo yo uno de ellos), entendería este comentario y otros similares; pero lo único que se desprende de este artículo es que hay machistas y que el machismo sigue siendo una lacra de nuestra cultura. Echaré un vistazo a los comentarios que propones.
¿De dónde se ha escapado Carlo Frabetti?
De un ERE de elpaís?
De la sección de comentarios de eldiario de (Pre)Escolar?
De Público, el periódico del comunista millonario independentista Roures?
O es alguien que sólo conocen en su casa y se dedica a escribir memeces en el tiempo libre que tiene cuando no está planchado-bragas?
Un hombre de 70 sabe mucho del pasado, pero nada de la vida. A los 15, mi hermana comenzo a liarse con un tipo de 22. Cuando mi padre se entero, puso el grito en el cielo. Para evitar su censura, su chorbo puso a mi hermana un abogado y mi padre tuvo que irse de su propio hogar gracias a una orden de alejamiento. No nos lo podíamos permitir. Había poco dinero y el se ocupaba de un montón de cosas. Mi padre no se rebajo a aguantar ese estilo de vida, nunca volvio. De cuando en cuando recibíamos algún dinero. Comenzamos a vivir siempre apretados. Pero mi hermana siguio a lo suyo. Ladillas, tricomonas y un herpes genital antes de cumplir la mayoría de edad. Resetea un «novio» con otro y hay que hacer amnesia del anterior o se pone como una loca gritando que ella no es una ramera. ¿Vampiresa? No. ¿Licantropa? Tampoco. Es una yonki. Siento lo que le pasa y lo mal que le va la vida, pero tambien creo que se lo que merece. A ella no creo que vaya a echarla de menos. A mi padre y la vida que debimos tener, si.
Tu frase inicial es una contradicción in terminis: el pasado, o sea, el tiempo, y la vida no son cosas distintas. En cuanto al resto del comentario, las mujeres reales no son vampiresas ni licántropas; afortunadamente, no suelen parecerse a los estereotipos de la cultura patriarcal.
Vaya. Cuantos comentarios sin desperdicio.
Con respecto al término “dialéctica” (un vocablo que tuvo mala suerte: nació mal y se expandió peor) y los tendones a flor de piel que irrita, pienso que sea un acto reflejo, que no es una manifestación exclusiva de unos o de otros. En mi caso me provoca los mismos sobresaltos al oírlo, (y no sólo ese vocablo) idéntico a cuando, (todavía hoy) escucho decir judío. A un medio pelo curioso como yo le resultó ardua la lectura de El Capital, y desilusionante la explicación en novecientos y pico de páginas del concepto de plus valor. Yo, mis padres y mis abuelos, ya sabíamos que, al patrón, para continuar a enriquecerse, le era necesario que trabajáramos más de aquel tiempo suficiente para nuestras sobrevivencias y sus pocas diversiones, (incluido hacer hijos porque, aún si no existía la tv, siempre estaba ese “canal” preferido por nosotros). ¿Eran necesarias tantas páginas con conceptos filosóficos en vez de prácticos? Salvando distancia temporal, sujeto, objeto y utilidad me recodaron a las interminables listas genealógicas, (siempre masculinas, por supuesto, como si los hombres parieran) de la Biblia, libro a la base de ese antisemitismo que el cristianismo desparramó a manos llenas. Disquisiciones para las clases cultas a las cuales no todos podemos acceder, ni por pecunia, intelecto o por fe. A la Biblia y El Capital espero que podamos darle la debida y honrosa sepultura que se merecen por los servicios prestados en cada época, tal vez sin el alto siniestro puño amenazante, rígido, crispado y aún ardiente por las esperanzas que no morirán en los pocos y últimos deudos al funeral. A La República la dejaría como reliquia extraña, ya que fue uno de los primeros a tener en consideración, si bien mínima, a las mujeres en aquellos tiempos. Solo por espíritu de contradicción, ya que considero que somos un organismo equivocado en un lugar maravilloso, continuaré a ser un orgulloso pequeño capitalista, cualquiera sea la interpretación que se le dé a este último término, un satisfecho burgués (habitador de ciudades, no un habitante), un proletario con sus límites pero aspirante a la cultura, un lumpen desconfiado, un reaccionario por motivos de humanidad y ética, un herético revisionista por sentirse defraudado, un crítico palmariamente equivocado y clasista, un defensor de la democracia burguesa (lamentablemente la única “prostituta promiscua e ingenua que no conoce el valor del mercado y recibe a todos en su seno) capaz de defendernos, y trataré de hacer entender que el fetiche del dinero y los objetos no son nuestra esencia ni nuestro fin último (y no solo gracias al tío Karl, porque antes de él hubo tantos que lo proclamaron). En vez de “dialéctica” por qué no llamarla comunicación, semántica, lenguaje, charla, tertulia (exagerando, polis tertulia), diálogo, etc. etc. Sería una manera para evitar los sobresaltos inconscientes por las esperanzas depositadas en un dogma y los catastróficos resultados obtenidos, igual al proceso psíquico que me asalta aún hoy cuando escucho decir judío, negro, gitano, homosexual, todas categorías negativas según ciertas corrientes intelectuales musculosas. ¿Bochornosa consciencia? Lo acepto. Puede ser. Espero que el presente sea el último comentario sobre este tema porque comienzo a ver que soy repetitivo.
Creo, caro Eduardo, que has tocado un punto clave, al que intentaré dedicar un artículo: el desgaste de ciertos términos y/o su resemantización negativa en función de usos y abusos erróneos o tendenciosos. Si dejamos de decir «judío», «gitano» o «negro» porque algunos descerebrados e indeseables usen estos términos despectivamente, les cedemos terreno.
Pués sinceramente, he tenido que aguantar a varios mánagers de dudosa procedencia (pijoputas de carrera subencionada por Popó, apellido ranciuno, o peso politico/síndicoso…tanto varones como hembras, y lo siento el que llegaba a sustituir al anterior igual o más inútil…menos uno solo. No depende del sexo, un líder es un líder, y un negligente también. El sexo del sujeto solo cambia el género de los insultos que se le lanzan, para el… media de seda rellena de mierda,…para ella …. El que uséis en vuestras empresas.
En la actual jungla laboral, es frecuente que alguien que llega a un puesto directivo sea una persona con pocos escrúpulos, independientemente de que sea hombre o mujer; pero este artículo no habla de eso, sino de ciertos estereotipos femeninos que aparecen en la literatura y el cine, y que expresan, en mi opinión, la fobia de algunos hombres a las mujeres empoderadas, sea sexual o profesionalmente.
Para el que quiera jugar un rato con su propia psique…
https://www.google.com/search?tbm=isch&sxsrf=ALeKk039uSCfllRbHsMHpcn00xci5BxnoA%3A1590491491461&source=hp&ei=Y_nMXsD1GZKoa9OWk7AF&q=pasi%C3%B3n+de+china+azul&oq=pasi%C3%B3n+de+china+azu&gs_lcp=ChJtb2JpbGUtZ3dzLXdpei1pbWcQARgAMgQIHhAKOgcIIxDqAhAnOgQIIxAnOgIIADoGCAAQCBAeOgQIABAYUNcTWISHAWC3mQFoAXAAeACAAYIGiAGUH5IBDTAuOS4yLjMuMS4wLjGYAQOgAQGwAQU&sclient=mobile-gws-wiz-img#imgrc=KKQcrH6SXp0VBM
Hola Carlo
Sin querer entrar en polémicas y más por sana curiosidad, me gustaría comentar cierto aspecto. En Prometheus, me pareció que Scott quería sembrar la duda sobre si Vickers (Charlize Theron) es en realidad humana o “sintética”. Con ese planteamiento, la imagen de cínica sin escrúpulos no sería un simple estereotipo al azar (que los hay a miles, cierto, y no solo sobre las mujeres), sino un recurso narrativo. En ese caso, Weyland habría diseñado su mente y creo que el mencionado estereotipo sería coherente de algún modo u otro con sus delirios.
No sé si ando muy perdido porque hace tiempo que vi la película. Ya me cuentas.
Por alguna razón, mi respuesta ha salido más abajo.
Con respecto al comentario de Terikay y similares, no sé Frabetti, pero las bragas de mi mujer no las plancho porque considero inútil gastar tantos kilowats en prendas que no se pueden lucir, como sábanas, camisetas, etc. etc. Esto, las pulcras y metódicas mujeres todavía no lo entienden. Allá ellas. Yo me niego. Pero hablando de machismo y feminismo (y me estoy repitiendo nuevamente) creo que sería necesario reflexionar por qué tenemos tetillas. La razón la sabemos todos desde no hace tanto. Somos mujeres modificadas. Ellas siempre llevan una mujer incorporada, sus dos X. Nosotros solo le cambiamos el sexo según la “demanda”. Todos los mamíferos machos son féminas modificadas. ¿Y por qué sucedió esto? Porque al inicio, mucho tiempo atrás, cuando nuestras primeras antepasadas se dieron cuenta de que la copia que generaban, siempre del mismo sexo (si hablar de sexo tiene un sentido), andaba perdida por la hostilidad del medio ambiente, se programaron para darle fuerza y astucia a su desdoble que les permitieran ser defendidas, primero como “madres” y luego como “esposas”, las “hermanas” no tanto. Pero esto pasó hace millones de años, y fue justo y necesario hasta no hace mucho, porque había tribus o fanáticos que nos las querían robar, pero ahora, ¿Para qué servimos? Solo para seguir pensando en la competición con las guerras pasadas y posibles posteriores, y ahora, como medio de poder: competir en las finanzas y en otras actividades que son subrogados de las guerras; para ver quién la tiene más grande como decía el catalán y otras actitudes que me avergüenzan como humano civilizado, como la mala educación, la prepotencia y la violencia, siempre teniendo en segundo plano a nuestras madres, hermanas y esposas, y si es posibles violarlas o maltratarlas porque no tienen vigor físico. Es duro el velo masculino, lo sufro en carne propia, pero tendríamos que comenzar a pensar en llegar a un acuerdo. Antes que nada, la paridad en todos los quehaceres sociales, culturales y políticos, luego que dejen de criar a las niña/os pensando en su género: que lo elijan los recién llegada/os qué quieren ser (y a las niñas que dejen de peinar muñecas y aprendan política) porque estoy seguro de que la sensibilidad femenina está abriendo brechas: cada vez y en aumento mayor generarán seres feminizados: los horrores que hemos causado como machos es también información correctiva en ellas: menos hombres más paz, menos incongruencias, paradojas, contradicciones, violencia etc. etc. Y digamos la verdad: de frente a la aventura épica que nos espera, con la conquista de otros espacios estelares, ¿cuál ejército va a la batalla con dos comandantes? Machos del mundo uníos porque cada vez tendremos más hijos feminizados. Habrá que resignarse.
El hecho de que se acueste con el capitán de la nave y otros detalles ligeramente «pasionales» de su conducta parecen indicar que es humana, al menos un poquito; pero siempre cabe la duda. ¿Era humana Margaret Thatcher?
Cierto, cierto. Supongo que me distraen los replicantes de Scott en Blade Runner. Tan pasionales ellos también.
Respecto a la señora Thatcher… claro que era humana. Los intentos de deshumanizarla llamándola la dama de hierro son también bastante pasionales. ¿O me equivoco? No sé… Con tanto ruido en los comentarios de arriba, puede que no estemos hablando de lo mismo.
Thatcher era cosa chunga, acabó con la sanidad pública de los británicos, por ejemplo…
Lo de Thatcher era una ironía, o un chiste malo. Quería decir que a veces las personas obramos de forma tan fría y poco empática que parecemos máquinas.
¡Ah…! Pero, ¿no somos nosotros acaso máquinas?
Parece que esta vez hayas tocado en hueso a juzgar por los comentarios (¿de dónde salen? Como el famoso arbol de la metáfora filosófica: si no hubiera ni un solo cajetín de comentarios en todo Internet donde expresar su miserable alma ¿realmente los heaters machistas existirían?). Deja que ladren; algo estarás haciendo bien!. Sobre el artículo, solo puedo decir que la imagen de la mujer competente y exitosa en el cine suele caer en el mismo arquetipo de psicópata desalmada que la de su homólogo masculino. Ahora que ya hemos avanzado un poquito ya sabemos que el problema está en el perfil de la persona que ocupa ese puesto, el de Directivx/Ejecutivx/CEO y no tanto en su sexo. Pero si pensamos un poco más lejos, podría suceder que tenemos ese arquetipo creado en el inconsciente colectivo por culpa de las personalidades masculinas que sistemáticamente han ocupado esos puestos y – quien sabe – quizás la tendencia femenina en puestos directivos no tendría que ser necesariamente esa. En mi experiencia real y personal, he tenido peores jefas que jefes. Peores experiencias y evidentes conflictos. Aún sigo dándole vueltas al por qué.
Puesto que una mujer ha de esforzarse más para conseguir lo mismo que un hombre, y en las luchas por el poder suman la competencia profesional y la falta de escrúpulos, es comprensible que una mujer directiva pueda ser más competente o menos escrupulosa -o ambas cosas a la vez- que sus homólogos varones. A menudo los peores maltratadores son quienes fueron maltratados.
En cuanto a los haters, veámoslos como una valiosa fuente de información sociológica. Y es buena señal que el feminismo levante ampollas: los machirulos se sienten amenazados, y con razón.
Hitler fue un niño maltratado por su padre… y mimado por su madre.
Sobre mujeres en puestos de poder: estos días he podido escuchar y leer en diferentes medios que los países que tienen una presidenta al frente son los que mejor han afrontado la pandemia. De los 16 paises en los primeros puestos (empezando por Alemania) 10 de ellos tienen un gobierno dirigido por una mujer y que esto no es casual. Dicen estas fuentes que de esto se está hablando mucho a un nivel más Internacional y que España no se está haciendo mucho eco de esta noticia. Se halaba la gestión de Sanna Marin (primera milenial como Primera Ministra) en Finlandia, de Jacinda Arden en Nueva Zelanda, de Erna Solberg en Noruega y por supuesto la de Angela Merkel. Que en España nos falta un hervor, es evidente. Que nos falta un hervor en cuanto a la igualdad de género es aún más evidente. No entiendo por qué debe ir unida la ideología al machismo y me pregunto si eso es un síntoma más de un pais retrasado. Quería dejar aquí esta reflexión por si tuviera la inmensa suerte de que tú, Frabetti, algún día escribieras un artículo sobre este asunto. Un cordial saludo!
Gracias por la sugerencia, LS, me pongo a ello. Es un tema complejo. Entre otras cosas, hay que tener en cuenta que un país en el que una mujer llega a la presidencia es, probablemente, un país ética y políticamente más avanzado (a no ser que la dirigente sea una dama de hierro). En cuanto a la unión de ideología y machismo, es síntoma, me temo, de un mundo atrasado, no solo de tal o cual país; un mundo en el que hace solo unas décadas que, al menos sobre el papel, se reconoce la igualdad de derechos de las mujeres.
Dado que de pronto se ha llenado este foro de frikis voy a aprovechar para felicitarles a todos…
https://images.app.goo.gl/h6fgnC9PhSkvfvVj8
Según eso, Paco, también son pocos los que matan a sus compañeras o ex compañeras: unos 50 al año en una población de 47 millones es una proporción bajísima. Seguro que hay muchos hombres encantados de trabajar con mujeres competentes; pero hasta hace muy poco se cuestionaba seriamente incluso la mera capacidad de las mujeres para ocupar puestos de responsabilidad, y pasar de ahí a la generalizada aceptación de que una mujer dé órdenes a un hombre no es fácil ni rápìdo. ¿Cuántos hombres no aceptan -o no aceptarían- de buen grado obedecer a una mujer? Ninguno de los que se creen con derecho a pegar, acosar o ningunear a las mujeres. Los suficientes, entre otras cosas, como para que la cultura de masas genere estereotipos, igual que el miedo a la ciencia ha generado el estereotipo del «sabio loco».
Pues, anda que no existe el estereotipo del enfermo mental sospechoso sin causa de ser un asesino…
Carlo he revisado mis preguntas, sus respuestas, en resumen, nuestra conversación y (aparte de que pueda estar de acuerdo o no con lo que dice aquí) tengo claro que su respuesta/comentario sigue sin contestar a mi pregunta.
Creo recordar que yo estaba hablando de un párrafo de su artículo (el suyo, no el mío), y en concreto quiénes y cuántos no pueden soportar a una compañera profesionalmente competitiva, competente y combativa, y me encuentro, nuevamente, con que no contesta a mi pregunta. Como mucho, parece decir que es evidente que son pocos, sin atreverse, y para no terminar de decirlo, me habla de otros temas.
Disculpe, puede que sea debido a limitaciones mentales por mi parte, pero tengo la manía de esperar que me traten como un adulto y me contesten a lo que pregunto. En otras palabras, si pregunto A (y recuerdo, es su artículo, no el mío) me gusta que me contesten a A, no a una pregunta J o hablando de X.
Como imagino que su tiempo es tan valioso como el mío, no haré que lo siga perdiendo conmigo.
Gracias por su tiempo.
El Maestro escribe recto con renglones torcidos… parece mentira que no te des cuenta.
No es ninguna pérdida de tiempo, todo lo contrario, y a los lectores que plantean sus preguntas o críticas con educación no solo les contesto por deferencia, sino porque el diálogo me ayuda a aclararme y a ver las lagunas de mi argumentación. Todo parte de una repuesta/pregunta irónica a tu afirmación «cosa de la que ya estamos convencidos». ¿Quiénes? ¿Los hombres en general, los lectores de Jot Down? Mi comentario era una forma irónica de decir: «Puede que tú y muchos lectores de JD estéis convencidos, pero si ese convencimiento fuera general, las cosas irían de otra manera». Evidentemente, no tengo cifras ni nombres o franjas de población; tampoco sé cuántos y quiénes usan el automóvil sin necesidad, pero sé que son muchos por los efectos observables. Creo que decir que si un hombre ve a las mujeres como objetos o se siente superior en cualquier aspecto, difícilmente aceptará de buen grado que una mujer le dé órdenes, es una respuesta adecuada. Probablemente haya estadísticas al respecto; pero mi artículo -junto con el anterior- va de la creación de un estereotipo y su interpretación. Gracias a ti por tus comentarios.
Gracias a usted por su respuesta. Lo cierto es que la conversación no parte de mi afirmación «cosa de la que ya estamos convencidos», sino de la de un tal Rafa, al que no tengo el gusto de conocer. En ese momento vi una «trampa» (con cariño) en su respuesta, al preguntarle «quiénes y cuántos» estaban convencidos de que las mujeres son competentes, capaces y respetables. Más que una pregunta, era una insinuación: «no tienes datos, es una opinión». Mi pregunta era la misma, pero desde el otro punto de vista: en qué datos se basaba para su interpretación. Respuesta (suya, hace unos minutos): en ninguno. Se basa en la existencia de un estereotipo. Ahí vino mi pregunta: estaba exigiéndole a una persona que probase un hecho más o menos notorio (o al menos, más evidente que ese que usted daba por sentado) con datos concretos, cuando usted no daba un dato concreto que defendiese su postura.
Voy a intentar explicar mi discrepancia (de nuevo, no tiene nada que ver con el contenido, en ese tema no me he metido, ni voy a hacerlo) Partamos de un hecho (entiendo que no vamos a «discutir» hechos):hay más gente que respeta a las mujeres que gente que no. ¿Si? Sin embargo, dice que el estereotipo es la mujer loba. Es ahí (imagino que sin ninguna intención de hacer trampa por su parte) cuando veo que falla la lógica: En vez de partir del hecho indiscutible -o más fácilmente constatable- (más hombres respetan a las mujeres que hombres no lo hacen en una relación laboral) para concluir «el estereotipo no se corresponde con la realidad», lo hace al revés: «hay un estereotipo, vamos a darlo por válido, luego eso implica que hay mucha gente que no concibe que una mujer pueda ser su jefa».
Creo que lo que digo tiene lógica: si utilizo su argumentación, dado que no hay estereotipo (y si lo hay, no tan generalizado como el de mujer loba, o yo no lo conozco) de que los hombres seamos respetuosos con las mujeres, ¿resulta que no lo somos?
En resumen, creo que para realizar análisis sociales (que es lo que hace en su artículo, con toda la buena intención) es necesario partir de datos y hechos, no de estereotipos.
Un saludo
En términos generales, estoy básicamente de acuerdo con lo que argumentas (en este foro nos tuteamos habitualmente). Pero lo que yo hago, o intento hacer (y no excluyo la posibilidad de no haberlo dejado lo suficientemente claro), es, al analizar un estereotipo y su evolución (de la vampiresa a la loba), deducir su causa. No parto de un análisis sociológico para acabar descubriendo que hay un estereotipo que expresa lo analizado: parto de la existencia del estereotipo y su evolución, así como de la evidencia de que el machismo sigue siendo un problema grave, para deducir -o inducir- la fobia subyacente. Por eso he puesto el ejemplo del sabio loco: hay una ciencia cada vez más poderosa e ininteligible para mucha gente, y hay un estereotipo cultural que expresa de forma caricaturesca y catastrofista los peligros que entraña la ciencia, ergo es razonable deducir que existe un miedo irracional a la ciencia y la tecnología avanzada. Y un detalle importante es que, aun suponiendo que la mayoría de los hombres que obedecen a mujeres lo hicieran de buen grado (y es mucho suponer), todo parece indicar que hay muchos que no lo aceptarían o no les haría ninguna gracia. Las fobias no las genera necesariamente una situación real, sino la imaginación. Como dicen los ajedrecistas, la amenaza es peor que la ejecución.
Para estereotipos, vaya con los suyos. de finales de los 60s. El feminismo hispano de nuestros días no pasa de ser un revival. Acaban de descubrir el Mediterráneo. Pues qué bien. Debiera usted leer a Camille Paglia, por ejemplo, para variar.
Tampoco sé qué pretende usted. Todo este azufre moralista sólo sirve para cancelar suscriptores. Menudo favor está haciendo usted a la revista.
Está usted esparciendo la hiel de la derecha machista, ¿verdad?
No es hiel, caro Cimex, es puro miedo. Ahora solo falta que alguien desempolve a Esther Vilar.
Quedarse en lo conocido por miedo a lo desconocido, equivale a mantenerse con vida pero no vivir, ¿verdad?
Tanto avispero espantado por una costumbre que pocos quieren cambiar y tantos mantener, hasta hemos dejado de fumar o beber porquerías (se acuerdan de las gaseosas en los cines? pura química) por qué no hacerlo ahora: la humanidad es mitad y mitad, pero siempre queremos mandar nosotros. Ay, que nuestra vida no se vaya por los sumideros de la costumbre. Somos, a pesar de todo, fantásticos, en un lugar más fantástico todavía. Hay una balada de Vasco Rossi, «cambia-menti». Habría que escucharla
En realidad la cosa está muy chunga, ¿eh…?
Sí. Tan divertida que hasta me trajo viejas canciones que de pibes cantábamos para divertir a los mayores. Que se sumaban al coro. Imágenes idílicas.
Un bichito colorado mató su mujer
con un cuchillito de punta alfiler
le sacó las tripas y se puso a vender
a veinte a veinte las tripas de mi mujer.
En mi infancia en Uruguay la cancioncilla tenía el agregado macabro: “a veinte a veinte las tripas calientes de mi mujer”
Bueno… sin ir más lejos el cantante Loquillo no hace mucho publicó una canción en la que expresaba a ritmo de rock que quería matar a su novia de él.
https://youtu.be/01OK7VZkXxE
Hace poco? Más de treinta años son pocos?
Treinta años son en el tiempo como ir a por tabaco a la vuelta de la esquina.
https://youtu.be/aEPDNfgLA8Q
Che, Rafa, paisano oriental, esa cancioncilla tan simpática era un estribillo de una más articulada, o solo una muestra de nuestra desbordante y sudamericana fantasía musical en pocas palabras. Me gustaría conocer, si lo tiene, el contexto general. Gracias
El contexto general de la Humanidad es de diagnóstico chungo, ¿eh…?
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