Periodista cultural todoterreno, Ramón de España (Barcelona, 1956) consiguió pasar de la prensa underground a la prensa mainstream sin tener que hacer demasiadas concesiones. A finales de los setenta se curtió escribiendo sobre música rock en cabeceras hoy míticas de nuestra contracultura como Star, Disco Expres o Vibraciones, para pasar en los ochenta a convertirse en todo un referente de la crítica de cómics.
De sus manos han surgido álbumes tan recordados como La noche de siempre (1981) y Fin de semana (1982), ambos firmados junto a su amigo Montesol. Es autor de nueve novelas y una docena de ensayos, entre los que destaca El canon de los cómics (1997), escrito a medias con su inseparable Ignacio Vidal-Folch.
La realidad, no obstante, se le impuso un buen día y lo transformó en uno de los comentaristas más ácidos de la actual situación sociopolítica de Cataluña, como así atestiguan sus encendidas columnas.
Ramón de España estuvo con nosotros en la pasada edición del festival Bookstock, en la que nos presentó la revista Letra Global —spin-off cultural de Crónica Global— acompañado por su viejo compañero de fatigas Diego Carrasco y por el periodista Carlos Mármol, actual coordinador de este singular proyecto.
Te habrán hecho esta pregunta mil veces, pero no me resisto a intentarlo de nuevo, confiando en que esta vez cuentes la verdad: ¿es De España realmente tu apellido?
¡Hombre, por favor, a estas alturas del curso! [risas]. Mi apellido es totalmente auténtico, sí. Es de hecho lo único que le queda a mi familia, que fue de la aristocracia destronada, de tradición militar… El apellido «España» y el «de» es lo único que nos queda de aquella época en la que según me cuentan hubo dinero y títulos nobiliarios. Eso fue mucho antes de que yo naciera, claro. Cuando vine al mundo ya lo hice en la puta clase media [risas]. Hay gente que cree que estoy forrado, ¿eh? Que me codeo con la aristocracia y tal. Cuando empecé a colaborar en El País hubo por ahí rondando una teoría creada por los nacionalistas catalanes según la cual yo era un pseudónimo que se habían inventado Xavier Vidal-Folch y Lluís Bassets para tocar los huevos al «régimen». Pero yo venía del underground, venía firmando con mi nombre toda la vida, lo que ponía de manifiesto que el underground fue un terreno que los nacionalistas no transitaron mucho. Ahora se ve que ya se han acostumbrado. Me siguen odiando pero a mí, directamente, como persona, no como firma.
¿Pero tienes la sensación de que tu apellido pesa ahora más que antes?
Depende de con quién te trates, porque la gente normal sabe que lo del apellido es una lotería, que lo mismo se puede llamar uno Pérez o Matute o De España, lo que te toque. Pero al sector independentista, como no estamos en muy buenas relaciones, me consta que le irrita especialmente mi nombre. Un amigo mío un día me contó que un conocido suyo independentista le dijo: «Este amigo tuyo, ¿por qué se llama Ramón de España?» [risas]. Fíjate el nivel. La pregunta es absolutamente imbécil. Como si yo hubiera elegido mi apellido solo para joder.
¿Qué recuerdos tienes de cuando Ajoblanco publicó en 1979 el libro Lo que queda de España, de Federico Jiménez Losantos? Te lo pregunto porque Mariano Antolín Rato me dio a entender en su día que ese fue un poco el principio del fin de las «buenas vibraciones» entre los catalanes del underground.
A Mariano Antolín Rato lo conocí más o menos en aquella época, sí. Su mujer era quien llevaba la colección Los Juglares de la editorial Júcar, donde publiqué dos libros sobre música, uno sobre Roxy Music y el otro sobre Buddy Holly.
En el underground de Barcelona lo que ocurría es que había mucha gente que llevaba dentro al burguesito nacionalista, pero no lo sacaba entonces a pasear porque quedaba paleto. Pero gracias a Jordi Pujol y a todos lo que vinieron después, ese paletismo, esa imperiosa necesidad de reivindicar tus raíces, se convirtió en cosa de obligado cumplimiento. Este amigo del que te hablaba antes me contaba también que hubo una época en la que cada vez que se cruzaba con alguien en Barcelona y te decía que era independentista, terminaba diciendo: «Es que yo tengo una tía en Manlleu, ¿eh?» [risas]. Había como que dejar claro que tu familia era de origen rural y que por mucho que vivieras en Barcelona no te ibas a dejar contaminar por esa ciudad, en la que había mucha gente rara.
Recuerdo la publicación del libro de Jiménez Losantos y el revuelo que se formó, pero yo no tuve con él nunca ningún trato. Él formaba parte de un grupito que miraba a los rockeros y a los comiqueros como nosotros muy por encima del hombro, porque consideraban que eso era subcultura. Para ellos éramos una panda de garrulos. En su grupo estaba también Alberto Cardín, José Manuel Broto, Biel Mesquida —que curiosamente acabó luego pasándose al pancatalanismo—, Lluís Fernández Calpena —que había ganado un premio de literatura catalana—… Se hacían llamar el grupo Trama. Eran una pandilla de sobrados. Lo que pasa es que Federico pagó aquello muy caro. Un poco más y lo matan. Él decía siempre: «Llegué a Barcelona en tren y me fui en ambulancia». Yo creo que ahí fue donde se empezó a zumbar, porque por muy estirado que fuera entonces no era el energúmeno que todos conocemos ahora. Pero hay hechos que te cambian la vida, y acabar atado a un árbol con dos tíos que te quieren matar porque se supone que eres anticatalán, pues… Yo creo que ahí algo le hizo clic y se convirtió en el personaje que es ahora, que, por otra parte, le ha sido muy rentable, ¿eh? Quienes le hicieron aquello fue Terra Lliure, que juraría ha sido la única banda terrorista que se ha disuelto por su propio bien. Cada vez que ponían una bomba moría uno de ellos. Menos mal que Ángel Colom los convenció para que lo dejaran antes de que se exterminaran [risas].
Por aquella época comenzaste a colaborar en la prensa marginal, escribiendo sobre todo de música rock en cabeceras como Star, Disco Expres o Vibraciones. ¿Te imaginabas entonces que cuarenta años después iba a estar escribiendo casi exclusivamente contra el independentismo?
No. De hecho me resistí mucho tiempo a hacerlo. Estaba empeñado en que mi agenda era mía y no me la tenía que imponer nadie. En realidad me aguanté hasta 2013, cuando la situación se me hizo insoportable y publiqué el libro El manicomio catalán, que sentó muy mal, realmente mal, tal y como yo esperaba por otra parte. Hasta entonces yo había sido un señor que escribía de cultura, de tebeos, de música… Era un señor que había hecho algunos álbumes de cómic con distintos dibujantes, al que habían incluso dejado rodar una peli, un señor que había publicado un montón de libros, había traducido otros… Yo intentaba ir a lo mío, pero es que hubo un momento en que me dije: «Aquí hay que decir algo». Y además decirlo desde la perspectiva más hiriente para este tipo de gente, que es la perspectiva irónica y sarcástica, que es algo que llevan muy mal. Fíjate que esta gente prefiere discutir con Jiménez Losantos antes que hacerlo conmigo. En este sentido, yo ya estoy amortizado para ellos. Ahora lo que más les molesta es cuando una celebrity se pone a opinar en contra de sus intereses, como fue el caso de mi amiga Isabel Coixet, que dijo lo que pensaba y le montaron un linchamiento vergonzoso, con piquetes en la puerta de su casa y gritos de «¡Fascista!». ¿Te has fijado la alegría con la que se usa ahora ese término?
Te iba a preguntar por eso precisamente. ¿Qué ha pasado en Cataluña para que gente como Serrat, Nazario, Pérez Andújar o la propia Coixet hayan acabado siendo tildados de «fachas»?
Ha ocurrido que los nacionalistas catalanes parten de la teoría de que todo lo que ellos hacen y piensan está bien, y todo lo que no sea darles la razón está mal. Todo esto está además fomentado desde el poder, porque el numero de independentistas en Cataluña nunca había pasado del 20 %, que era el mismo número que había cuando vivía Franco y era también el que había cuando vivía Alfonso XIII, no sé si me explico. Pero, claro, cuando toda la ingeniería del pujolismo se puso en marcha… Esto lo hemos confirmado ahora, por más que fuera una cosa que ya intuíamos todos, gracias a que se ha revelado el contenido del «Programa 2000». Pujol es un tipo que llegó al poder con un proyecto a largo plazo para recatalanizar Cataluña, y para ello contó con la colaboración de una serie de gobiernos centrales que, por cortoplacistas, por pillar votos al instante, fueron tragando. Durante el franquismo todos teníamos claro al menos que no nos teníamos que creer nada. Veíamos el NO-DO y nos daba igual, pero con esta gente, estando ya en democracia, pensaba uno que…
La cosa es que tras cuarenta años de nacionalismo español, yo y muchos más lo que no queríamos era cuarenta años de nacionalismo catalán, sino vivir en una ciudad normal, como fue Barcelona durante cinco o seis años, entre la muerte de Franco y el primer gobierno de Pujol. Fue una época en la que no se sabía muy bien qué estaba prohibido y qué no. Se hacía el animal y no pasaba nada. Aquello nos pilló a muchos con veinte años, así que seguro que no fue tanta cosa, pero con el tiempo piensa uno: «Joder, se vivía bien entonces». Era esa la sensación. Pero fracasamos estrepitosamente, porque aquella idea demencial que teníamos algunos de convertir a Barcelona en el Nueva York del Mediterráneo no pudo llevarse a cabo al darnos cuenta de que los que no pensaban como nosotros lo que querían no era eso, sino ser la capital de una nación milenaria. Y desde entonces han tenido mucho tiempo para desarrollar esa idea. Ha sido como la película aquella, La invasión de los ultracuerpos: tú dejabas de ver a un tío un año, y cuando te lo cruzabas de nuevo ya era uno de ellos. Te veía y te señalaba con el dedo, chillando [risas]. Te salía con unas cosas que no había contado en su vida. «Hostia, otro oprimido», te decías. Pero el tío resultaba que vive mejor que tú. Pero, nada, estaba oprimidísimo. Te decía: «En Madrid no nos entienden». Y, claro, no te quedaba otra que decirle: «Pero, a ver, en los años setenta esto no era ningún problema, ¿no? No recuerdo haberte escuchado decir nada de esto entonces». Porque de lo que se trataba en aquella época era de librarnos de una tabarra para ser un país normal, no para apuntarnos a la siguiente tabarra. Yo, es cierto, venía vacunado de casa, porque mi padre era un coronel franquista y ya me turró largo y tendido en su día sobre la grandeza de España, pero que ahora vengan estos a contarme la misma mierda pero con Cataluña… Ha cambiado la bandera, el himno, el idioma, pero las bases del discurso nacionalista catalán son exactamente las mismas que las del franquismo.
Tú date cuenta de que la palabra «cosmopolita» se ha convertido ahora en un insulto. Cuando yo era joven, era un halago. Hacía referencia a un tipo que sabía moverse por el mundo. Pero los indepes lo usan ahora a modo de sarcasmo. Para ellos un cosmopolita es alguien que no siente los colores. Hemos sustituido un patriotismo rancio por otro. Y te preguntas, ¿cómo es posible que de todos los tocomochos del siglo XX el único que haya sobrevivido sea este? El fascismo y el comunismo ya se vio que eran una mierda pinchada en un palo, el anarquismo es inaplicable, pero entonces coge y nos sobrevive la patria, la tribu. Joder, para este viaje no hacían falta alforjas. Y luego está la extraña comprensión de la llamada extrema izquierda, los Pablo Iglesias de turno, capaces de ponerse de parte de una revolución de burgueses. Y es justo por eso por lo que esto no puede salir bien. No conozco ninguna revolución que haya triunfado que la hayan montado unos tíos con segundas residencias, dos coches y pasta en el banco. No puede salir bien, porque una revolución la tienen que montar los desgraciados, los que no tienen nada que perder. Si esta gente no está dispuesta a hacer algo gordo de verdad, mejor que se callen la puta boca, porque están quedando además como una pandilla de supremacistas. Hay un fondo ahí muy desagradable que ellos niegan, pero está, porque esa lectura que han acabado haciendo los nacionalistas de la inmigración andaluza y extremeña de los años sesenta, esa teoría delirante de que los enviaba Franco para acabar con la patria catalana, de tal modo que los opresores vivían en barrios de mierda y los oprimidos en la Diagonal… ¿Pero dónde se ha visto esto? Son lecturas tan mezquinas, tan miserables… Tomarla con un colectivo que se moría de hambre, y que venía a Barcelona a hacernos los trabajos que los señoritos no queríamos hacer, y encima considerarlos fuerzas de ocupación… Es difícil ser más miserable. Esa mezcla de supremacismo y complejo de inferioridad es una cosa muy catalana. Eso de pensar que eres el mejor del mundo y a su vez creer que todo el mundo te está timando… La principal actividad de los gobernantes indepes es potenciar lo más bajo, lo más vil del pensamiento nacional. Y, ojo, que este raca-raca va a durar, ¿eh?
Ese cambio de mentalidad del que hablas, ¿también se dio entre la gente que estaba en tu onda, entre los que os movías en el underground?
Sí, ha habido gente que ha cambiado de bando de la forma más radical. El caso más evidente es el de Ferran Mascarell, a quien conocí cuando era del PSC y era más o menos colega, vamos, todo lo que colega que puede ser un político. Pero llegó un momento en que como vio que no le salían las cosas bien con los sociatas, se pasó directamente a CiU de la forma más ruin. Esto me lo contó otro sociata, que estaba ese día presente: estando los del PSC reunidos en las oficinas de la calle Nicaragua para hablar de política cultural, a Mascarell le sonó el móvil, se salió de la sala y cuando volvió dijo: «Bueno, me voy. Me ha fichado Artur Mas». ¡En plena reunión! Entró socialista y salió convergente. Y luego se ha convertido en el ideólogo de cabecera de Mas, es un indepe desaforado, pero cuando yo lo trataba me decía: «Yo con los indepes no voy ni a la esquina». Pues ahí lo tienes.
Ha habido más casos como este, ¿eh? Incluso dentro del frente cultural. Cineastas, escritores… Hubo una época en Barcelona en la que no había esa distancia brutal que hay ahora entre los que escribimos en castellano y los que escriben en catalán. El idioma era un poco lo de menos, nos sentíamos todos del mismo sitio. Cada uno escribía en lo que le parecía mas cómodo, pero ahora somos compartimentos estancos. Yo solo tengo trato cordial con Sergi Pàmies, que es un tipo al que se la pela todo esto, porque Quim Monzó, que habíamos sido semicolegas, ha acabado adoptando una actitud radical y cascarrabias que no se entiende, la verdad. La sociedad está totalmente partida. No llegamos a las manos porque no somos vascos. Ya lo dijo Arzalluz, que lo del tiro en la nuca no iba con el carácter mediterráneo [risas].
Estudiaste Ciencias de la Información en la Universidad Autónoma de Barcelona. ¿Había entonces muchos periodistas licenciados trabajando en la prensa marginal?
Bueno, aquella era una facultad calamitosa. No se puede decir que yo estudiara nada allí, la verdad. Pero, no, no era normal ver a licenciados en periodismo escribiendo en Star o Disco Expres. De la facultad estaba yo y estaba Juan Bufill, que ahora es crítico de arte en La Vanguardia. De todos modos, date cuenta de que cuando muchos empezamos a colaborar en esas revistas teníamos veinte años o así. Lo mismo no habíamos ni acabado la carrera, la que estuviéramos haciendo cada uno. Recuerdo que por aquellas redacciones te podías encontrar a Manuel Huerga, que ahora se ha hecho del procés, o a Ignacio Juliá y Jaime Gonzalo, que luego montarían Ruta 66. Lo curioso de la época era eso, que gente con veinte años tuviera cierto poder, porque aquellas revistas no eran fanzines, llegaban al quiosco y las leía mucha gente. Eso es algo que, creo, no se ha vuelto a dar. Siempre me lo pregunto de hecho: los equivalentes actuales a nosotros, ¿qué están haciendo? Lo mismo lo que están haciendo es mucho más underground que lo que hicimos nosotros en su día. Pero el caso es que de aquella época lo que yo recuerdo es que había una cierta escena en la ciudad, creada en parte por nosotros. Te encontrabas siempre a la misma gente en los bares, en las inauguraciones de las exposiciones, en las presentaciones de libros, y la edad media de aquella «pandilla basura» sería, eso, de veintitantos.
¿Cómo de exclusiva era esa «pandilla basura» de la que hablas? ¿Era difícil entrar a colaborar en aquella prensa marginal?
Existía una cierta leyenda urbana de que era imposible entrar ahí. Recuerdo a uno que me dijo un día: «Ni lo intentes. Eso está copado por Manrique y Ordovás, por todos esos viejos» [risas]. Esos «viejos» tendrían entonces treinta años o así. Y no, no era verdad. Dando unos pequeños codazos se entraba. Funcionaba mucho el boca a boca. Alguien te presentaba a Juanjo Fernández, terminabas enviándole un par de artículos y ya entrabas a formar parte del establo de Star.
Respondía todo también a cierto espíritu juvenil, porque ¿quién quería con esa edad entrar en nómina en La Vanguardia? ¡Nadie! En la prensa mainstream estaba todo muy encorsetado. Estaba prohibida la primera persona, determinados comentarios, pero en la prensa underground podías hacer lo que quisieras. Éramos gente muy poco politizada en realidad. Pasábamos de los sermones de Vázquez Montalbán que daba gusto, estábamos con la vista puesta en otro sitio, un poco en la inopia. Tangencialmente colaboré también con Ajoblanco, y aunque ahora estamos todos en el mismo saco, en aquella época estábamos por un lado los del rock y por otro los pseudoácratas de Pepe Ribas, con quien siempre he tenido una relación muy cordial, ¿eh?, pero ya en su momento me parecía que había un punto de iluminación en lo que decía que no… Aunque éramos jóvenes, teníamos la edad suficiente para darnos cuenta de que las quimeras de Pepe no eran muy viables. Es que, claro, Pepe siempre ha sido rico. Fíjate si era rico que a veces se le olvidaba pagarte. Y no lo hacía por mala fe, es que no caía en la cuenta de que alguien pudiera necesitar dinero todos los meses para pagar el alquiler.
A ver, los frentes estaban bastante claros, y los de Ajoblanco eran de los nuestros, pero a diferencia por ejemplo de los de Disco Expres, que siempre tuvieron buena relación con la gente de la línea chunga del cómic, con los de El Rrollo enmascarado y tal, que eran gente más desenfadada, los de Ajoblanco tuvieron siempre ese punto de querer soltarte un sermón. En Star eso no ocurría tampoco, aunque a Juanjo le diera de vez en cuando por hacer un editorial de esos suyos petardistas. Éramos todos muy jóvenes. Nos gustaba Tom Wolfe y Hunter S. Thompson, ese tipo de cosas. Lo nuestro era una respuesta al Nuevo Periodismo americano, solo que lo hacíamos en plan de pueblo. Se hacía lo que se podía.
¿Sobre qué solías escribir entonces? ¿Cuáles eran tus principales intereses?
En Disco Expres estabas un poco obligado a escribir sobre música, sobre novedades, lo que pasa es que coincidió con una época musicalmente muy rica. Te hablo de los años 1977 a 1981, con todo el postpunk y la new wave, grupos como los Talking Heads, los Ramones o los B-52s. En Star te dejaban luego tener tus manías musicales. Me acuerdo de que Juan Bufill estaba obsesionado con Brian Eno, Ignacio Juliá con Lou Reed y Jamie Gonzalo con Iggy Pop. Era un poco cada loco con su tema, y ahí estaba Juanjo para ordenar el puzle. Yo quizás era el más pop de la pandilla, porque me gustaba mucho el rock inglés de los sesenta, los Stones, los Kinks y compañía, y también Roxy Music y David Bowie, esas propuestas en las que siempre había una cierta relación entre la música y el arte contemporáneo. El caso de Bowie es muy claro en este sentido, de ahí que a mi edad provecta vaya todavía con una camiseta de un disco suyo del año 1972. A ver, ¿no voy a ir con una camiseta de Kurt Cobain, no? ¡Haría el ridículo! [risas].
Luego, dependiendo de cómo te camelabas al jefe, te podían dejar escribir sobre cine, sobre cómics o sobre literatura. Podías incluso colar algún relato. Era todo muy artesanal. Los contenidos se decidían muchas veces sobre la marcha. Recuerdo que haciendo Cairo, un día apareció Ignacio Vidal-Folch diciendo que había descubierto unos tebeos de un amigo de Hergé que era buenísimo, un tal Edgar Pierre Jacobs, y compramos los derechos. Yo mismo me encargué de traducir La marca amarilla, y lo publicamos directamente. Había mucho terreno virgen que recorrer, años de atraso y desconocimiento en esas áreas. No era tan difícil hacerse el listo en aquella época [risas].
De hecho en Star publicaste un artículo muy llamativo titulado «Somos los hombres de los setenta y todo está a nuestro alcance».
Bueno, aquello fue un delirio paranoico-crítico un poco moderniqui que ahora me da bastante vergüenza, la verdad, pero lo cierto es que entonces nos creíamos muy listos, tío. A veces creo, siendo honestos, que fuimos bastante arrogantes. Pero cuando te ríen las gracias, los cuatro gatos que lo hicieran, no se quiere uno mover del sitio. Se está muy a gusto ahí arriba, ¿sabes? Es lo que te decía antes: entre estar escribiendo en el Star o trabajando para La Vanguardia había un abismo. La perspectiva aquella de estar en nómina en una redacción escribiendo sobre cosas que no te interesan nada era como para pegarse un tiro. Luego es verdad que te vas haciendo mayor, vas viendo cual es la realidad y buscas el camino menos gravoso. Sabes también que hay sitios a los que no puedes acercarte, porque te dispararían si lo hicieras, pero cuando tienes esta manía que tengo yo de hablar en público, de decir lo que piensas, supongo que no te queda otra que pasar por una serie de fases, de tal modo que, para mí, pasar del underground al mainstream fue algo bastante natural.
Cuando empecé a escribir en El País en teoría estaba prohibida la primera persona, pero yo empecé a usarla y nadie me dijo nada. Hubo un conato de motín por parte de los puristas, pero al cabo de tres meses estaba ya todo el mundo usando la primera persona para explicar lo que le pasaba. Las cosas habían cambiado y encima yo tuve suerte con los jefes que me tocaron, Vidal-Folch y Bassets. Los años noventa en El País de Barcelona fueron muy entretenidos también, porque empezaba tímidamente la resistencia al pujolismo y la función que cubre ahora Crónica Global la cumplíamos entonces nosotros. Y lo pagábamos, ¿eh? Cada vez que se organizaba algún almuerzo oficial con los políticos, al tío de El País lo sentaban debajo del chorro del aire acondicionado o con vistas al retrete. Se nos hacía ver que no hacíamos ni puta gracia [risas].
En esa época Bassets me dejó hacer también una serie de columnas que titulé Sospechosos habituales, de las que luego publiqué una selección en Anagrama. Eran como perfiles de gente famosa, pero por los que siempre salía yo por un rincón. Intentaba evitar a la gente que me caía mal, porque tampoco creo que la prensa esté para ajustar cuentas personales, pero alguno se me rebotó con aquello. Luego hice otra serie que se llamó Amigos y vecinos, que eran como conversaciones y que publicó Plaza y Janés en un libro chiquito. Durante esos años sentí que me encontraba en el sitio adecuado, como antes había estado cuando trabajaba en Star o Disco Expres.
En Disco Expres entraste en la época en la que la revista estaba en manos de Gay Mercader, el gran promotor musical. ¿Se notaba aquello en lo financiero?
No, y, fíjate, yo pensé también eso mismo al principio cuando entré. «Joder, tenemos a un magnate detrás», me decía. Pero no se notaba mucho, la verdad. La redacción era un cuchitril al que se llegaba por una escalera que era lo más agónico que he visto en mi vida. Miguel Gallardo, el de Makoki, la llamaba «la escalera que aprieta», porque llegabas destruido arriba. Cada piso tenía una altura diferente entre los peldaños, con lo cual no había manera de pillar un ritmo. Llegabas arriba echando el bofe directamente. Era todo muy cutrillo, pero salvo problemas puntuales, se cobraba. Poco, pero se cobraba.
El problema de Disco Expres no era Gay Mercader sino su socio, José María Baqué, que había sido también el socio de Pepón Coromina, el productor de Bigas Lunas. Por donde pasaba el tal Baqué llegaba la catástrofe. Recuerdo un cristo que le montamos al pobre Gay Martí Font y yo un día que estábamos en la sala Zeleste, bastante cocidos los dos, la verdad, porque llevábamos un mes y pico sin cobrar, por culpa del tal Baqué, y nos encontramos allí con un colega del TeleXpres y le dijimos: «Ven aquí, que te vamos a dar una exclusiva, neng: Gay Mercader no paga a sus empleados». Y aquello salió al día siguiente casi en portada, tío. El Mercader se puso como las cabras. Afortunadamente, con el tiempo, conseguimos enderezar la relación y ahora me llama incluso de vez en cuando y se paga una comida. Gay es un tipo estupendo, de verdad. El problema era su socio, que era tremebundo, un moroso profesional. Porque a Gay no le da la gana de hacerlo, pero yo me he ofrecido ya varias veces para hacer un libro de conversaciones con él, pero no hay manera. Le he dicho que con una semana me vale, no quiero más. Que me aloje en la casa de invitados esa que tiene, que me deje grabarlo durante cuatro horas al día, y hecho. ¡Si el tío no hace otra cosa que hablar! Pues no quiere.
También estuviste brevemente de redactor jefe en Vibraciones. Siempre me pareció llamativo que la revista pudiera permitirse el mandarte a ti y a Diego Carrasco a Nueva York para entrevistar a Eduardo Mendoza.
[Risas] Eso no fue así como tú piensas. Te cuento cómo ocurrió aquello, para que veas como funcionaban las cosas entonces. La revista no nos mandó a ningún sitio, lógicamente. No podía permitírselo. Lo que ocurrió es que Diego Carrasco estaba viviendo entonces allí, en Nueva York, porque se había echado una novia muy guapa y muy simpática, pero que acabó echándolo a patadas. Y yo pillé una beca de artista, con mi amigo Carlos Pazos, gracias a que presentamos un proyecto absurdo al Ministerio de Cultura sobre las relaciones entre el rock and roll y el arte contemporáneo, que no sé cómo coló. Estuve entonces como tres meses viviendo entre Nueva York y Los Ángeles, con el sentido de la oportunidad que siempre me ha caracterizado, porque el día que me fui de Nueva York con destino a Los Ángeles, porque vivía allí entonces Martí Font, fue justo tres días antes de que mataran a John Lennon y no pude disfrutar de la histeria colectiva.
Por aquella época, en Barcelona, si no estabas a punto de irte a Nueva York o acababas de volver eras un mierda, un mindundi y un desgraciado [risas]. París acababa de ser sustituida por Nueva York como nueva capital cultural del mundo, así que hubo un montón de artistas locales que pasaron largas temporadas allí. Carlos Pazos, Francesc Torres, Antoni Miralda, Antoni Muntadas… Todos estos fueron siempre muy hábiles poniendo boca abajo a la gente con dinero. Lo de Muntadas es de hecho una cosa admirable. Qué capacidad tiene para sacarle dinero a la gente. En Nueva York tiene un club de fans que fliparías. Allí hay un montón de artistas de medio pelo que lo consideran un Dios. El tío se lo ha montado muy pero que muy bien.
El caso es que en Nueva York coincidí con Diego y nos fuimos un par de noches a cenar con Eduardo Mendoza, que vivía entonces allí y se había convertido en algo así como el guía oficial de la ciudad para los barceloneses. Me acuerdo de que nos decía: «Cada semana me suena el teléfono y es un amigo de un amigo de un amigo de un primo que viene a Nueva York y me pide que lo saque a pasear» [risas]. Yo al menos venía apadrinado por Carlos Pazos, que era íntimo de Eduardo, y Diego Carrasco y él ya se conocían de antes, no sé por qué. Pero fue así como surgió la entrevista, no fue de otra forma.
¿Se podía vivir entonces solo de trabajar en esos medios?
Lo que ocurría es que con el dinero que ganábamos cubríamos nuestras necesidades más básicas, porque al margen del escaso sueldo podíamos luego entrar gratis a muchos conciertos, nos enviaban los discos que queríamos y teníamos barra libre en algunos bares. Para cualquier joven alternativo de veinte años, esas son las necesidades básicas. Sabíamos que no estábamos trabajando para Rolling Stone. Lo nuestro era puro voluntarismo. Se hacía lo que se podía, por eso intentábamos aprovecharnos de las situaciones que nos surgían, como la que te acabo de contar, para darle brillo a nuestro trabajo.
También, en cierta medida, escribir en esos sitios era como un estilo de vida. Todo te sentaba bien entonces: el alcohol, las drogas, hacer el animal… Recuerdo ahora una tarde yendo al concierto de Iggy Pop, con un atasco enorme en la Gran Vía, lloviendo a cántaros, todos montados en el jeep de Juanjo, que era un tío que no bebía, no tomaba drogas, pero cogió y dijo: «Vamos a llegar tarde». Y subió el jeep al paseo central, y llegamos así hasta la plaza de España sin que nos parara nadie. Era para que nos hubiera caído una bronca de cojones, ¿eh?, porque íbamos todos puestos. No hubiéramos resistido una detención. Pero teníamos veinte años y te parecía normal hacer eso porque llegabas tarde al concierto de Iggy Pop. Con vivencias así, ¿qué más daba entonces lo que uno cobrara? [risas].
La mayoría de aquellas revistas marginales desaparecieron con la llegada de la Transición. ¿Por qué crees que esto ocurrió?
Sí, es verdad, fue como si de repente hubiera pasado su época. Pienso que aquello ocurrió porque las cosas que eran marginales entonces empezaron a ocupar espacio en la prensa tradicional, y quizás nos volvimos un poco redundantes. En los noventa El País sacó El País de las Tentaciones, y cuando lo veía decía: «Estos están haciendo ahora con dinero lo que nosotros hacíamos antes con dos duros». La gente joven fue haciéndose mayor, incorporándose a la digamos vida real, y de aquella época solo quedaron fanzines muy marginales. Esto es un poco lo mismo que luego pasó en los ochenta con las revistas de cómics, que fue un espejismo. Parecía que teníamos una industria consolidada, pero no era así.
Ocurrieron también algunas cosas no previstas durante aquella transición entre la prensa underground y las revistas especializadas en cómic. Date cuenta de que la revista Star había sido creada por Juanjo gracias a que su padre tenía una editorial muy rara que lo mismo publicaba tebeos que publicaba colecciones de literatura en las que podías encontrar obras de Tolstói o libros del tipo Las carceleras lesbianas de las S.S., cosas así. Juanjo era aficionado a las carreras de coches, y un día se pegó una hostia que casi la diña, y su padre le dijo: «Mira, te doy dinero para lo que quieras, pero, por favor, ocupa el despacho que está al lado del de tu hermano». Y así fue como nació Star. Eso tuvo su parte buena y su parte mala, claro, porque cuando el padre de Juanjo cerró el grifo nos tuvimos que ir todos a la mierda. Y ahí a Juanjo le faltó un poco de empuje, porque yo creo que El Víbora lo tenía que haber sacado él, no Josep Maria Berenguer, que no se había distinguido por nada hasta el momento. De Berenguer sabíamos que había viajado a Holanda y que era un fumeta simpático, pero quien tenía entonces la estructura y los conocimientos editoriales era Juanjo. Pero no se atrevió, y todos los dibujantes que habían pasado por sus manos acabaron en El Víbora.
Para desquitarse, una vez que palmó Star, Juanjo montó la revista Bésame mucho, que yo estuve controlando un año o así y que luego heredó Ignacio Vidal-Folch. Juanjo era el jefe, pero la verdad es que delegaba muchísimo, hasta el punto de que más que de director de lo que hacía era en verdad de productor. Nos reuníamos en su despacho de vez en cuando para ver los contenidos y siempre nos decía que sí a todo. Digamos que lo controlaba todo pero sin hacer nada [risas].
En Bésame mucho empiezas a escribir de forma asidua sobre cómics. ¿En qué momento te interesaste por el medio?
Los cómics fueron mi primer interés cultural. Luego ya vino la literatura, la música, el cine y el arte contemporáneo, pero lo primero fueron los cómics y era lógico, por otra parte. Mi generación se destetó con Tintín. Mi hermano mayor, que era también muy aficionado al cine, fue quien me introdujo tanto en el cine como en el cómic, aunque él se quedó en la parte más clásica del asunto. Yo pillaba sus tebeos de Flash Gordon, Rip Kirby, El Príncipe Valiente, los clásicos americanos de los años treinta y cuarenta era lo que le gustaba, porque mi hermano no se interesó luego por el underground ni por la música pop. Empecé entonces aficionándome a través de los tebeos de mi hermano y de los que me podía comprar cuando conseguía algo de pasta de mis padres. Mi adolescencia coincidió luego con la época en que en Europa se empezaron a tomar un poco en serio la cuestión del cómic, y los italianos sacaron la revista Linus y en Barcelona Antonio Martín publicaba Bang!, que era una revista muy sesuda, y digamos que así pasé de los tebeos para niños a los de adultos, porque por primera vez en muchos años se hicieron tebeos solo para adultos.
Y cuando empezamos a hacer Bésame mucho ocurrió un poco lo que te decía antes, de que coincidió con una época en la que había mucho material suelto, de modo que en aquella publicación pudieron verse cosas insólitas. Yo empecé ahí a sacar cosas de Gérard Lauzier, que me gustaba mucho, y Juan Bufill empezó a escribir unos artículos de cuatro páginas sobre los cineastas underground más oscuros y desconocidos del planeta. Esto es una cosa que yo creo que se ha perdido también, ese escribir teniendo la sensación de «a quién coño le importa esto», porque ahora parece que está claro a quién te diriges, porque si no lo sabes es mejor callarse la boca.
En Bésame mucho comienzas a publicar La noche de siempre, junto a Montesol.
Sí. A Montesol ya lo conocía de antes, y un día me vino con que tenía cuatro páginas dibujadas con unos personajes y tal, pero que no sabía cómo continuar, hacia donde tirar, y que si le echaba una mano. Me dio las cuatro páginas y a partir de ahí elaboré tranquilamente toda la historia, y el siguiente álbum, Fin de semana. Aquello surgió así. Era, como te contaba antes, una cosa muy de la época, de encontrarte con alguien en la barra de un bar y decir: «Oye, como tú escribes y yo dibujo, ¿y si nos ponemos?», Y nos pusimos y nos salió aquella especie de retratito de una ciudad, en un momento concreto, dentro de un círculo social muy específico y que yo tenía también la sensación de que no lo había leído nadie, pero con el paso del tiempo he podido comprobar que fue un álbum muy querido. No paro de encontrarme con gente que se lo había tragado en su día [risas].
Juan Puchades de hecho lo calificó como «de lo mejor del tebeo moderno de aquel periodo y de lo mejor de la historieta española de todos los tiempos».
Leí aquella reseña, sí. Juan Puchades siempre me ha caído bien, la verdad, pero no nos conocemos apenas. Aunque suene muy a boy scout, en esos tiempos casi todo se hacía según las relaciones humanas. Hice también un álbum con Sento, Velvet Nights, porque le tenía un gran aprecio y él a mí, y acabamos haciendo aquella historieta que transcurría en Las Vegas, donde no habíamos estado ni él ni yo [risas]. Es más, aquello lo hicimos en un piso en Alcoy, en plena fiesta de moros y cristianos, porque su mujer daba clases en un instituto de allí. Era la cosa esta que dicen los americanos de «Have gun, will travel», ¿no? Tengo una pistola y estoy dispuesto a viajar. Fue lo mismo que ocurrió con Keko, con Seguí, con Fornies… Partías siempre de las sensaciones que tenías con esta gente, de estar en la misma sopa.
Tanto La noche de siempre como Fin de semana ofrecían un retrato muy estimulante de aquella Barcelona de principios de los ochenta. Con todo, ¿quién crees que ha sabido retratar mejor todo aquel ambiente?
Nazario. Lo que pasa es que él ha retratado su mundo, claro, igual que hicimos en su día Montesol y yo, porque lo nuestro era un poco un retrato de burguesitos, con pretensiones además. Lo nuestro era un cómic para gente de clase media con estudios, mientras que lo de Nazario ha sido siempre lumpen total. Nazario parece que no ha salido nunca de la plaza Real. Por allí estaba su novio Alejandro, que era un vagazo de siete suelas, de estos que se te suben a la chepa y no te suelta, y el Ocaña, que era un tío bastante tonto, la verdad, un artista muy malo al que cuando detenían aprovechaba para chupársela a todos los detenidos. Esa inconsciencia mezclada con cierto alcoholismo rampante quedó muy bien retratada por Nazario. Es la foto de un tiempo y de un lugar muy concreto, también de un medio social, marcado a su vez por la condición homosexual del autor, pero la obra de Nazario es sin duda todo un documento.
No parece que piense lo mismo la Generalitat. ¿Cómo has vivido la salida de Barcelona, con destino al Archivo Lafuente, de los archivos personales de Nazario, Mariscal, Pepe Ribas, Pepichek, Montesol…?
Bueno, es que esa es otra prueba de la política cultural que tenemos. Hace unos años se anunció un museo del cómic, y en su lugar lo que hay es un museo privado en Sant Cugat, que no está mal, pero no es el museo público que tendríamos que tener. Ya me lo dijo Mascarell cuando todavía me hablaba: «El problema que tienen los cómics es que no podemos hacer con ellos un museo nacional». Pero digo yo, ¿qué falta hace que sea «nacional»? ¿Qué empeño es ese de que todo sea «nacional»? Que si el teatro nacional, que si el museo nacional… No puedes hacer un museo nacional del cómic catalá siempre y llanamente porque todos los historietistas catalanes han hecho su producción en español. Si tú lo que quieres es tener un museo con cómics en catalá, pues no tienes para llenar las paredes. Y al final no hacen nada.
Barcelona sería un sitio lógico para montar un museo nacional del cómic, entendiendo por nacional lo español, claro, pero son incapaces de tragar con eso. Tendría todo el sentido del mundo que un museo de ese tipo estuviera en Barcelona porque en Madrid no ha habido nunca tradición, más allá del cómic de posguerra falangista, tipo Flechas y Pelayos. La tradición editorial estuvo siempre en Barcelona o en Valencia. Uno de los dos sitios debería albergar un museo en el que pudieran verse todos los fondos de Brugera, por ejemplo. Pero no hay voluntad para ello, porque no pueden rentabilizarlo políticamente. ¡Cómo iban a montar un museo en el que todo lo que estuviera colgado estuviera en español! El coco no les da para más. Sin embargo tenemos un museo de los castellets. Un museo sobre unos tipos que reptan unos encima de otros de manera simiesca para que un niño cuando llega arriba haga así… Esto es ahora una cuestión de Estado, cuidado. En los telediarios nacionalistas se pegan unos diez minutos hablando de este tema, que era un tema que le importaba una mierda a todo el mundo hace dos días. Pues nada, ahora hay un museo de eso, de una cosa intangible. Tenemos también un museo del cántaro catalán, pero sobre los cómics, nada. Ocurre igual con la fotografía, ¿eh? Barcelona ha dado una cantidad de fotógrafos acojonantes, pero como no se puede rentabilizar patrióticamente, pues nada. El modo en que han tratado aquí a gente gloriosa como Català Roca, Miserachs, Masats, Colom… Nada, no parece que tengan ningún interés. Claro, al visitante del museo del cántaro todavía puedes comerle el tarro y decirle que el cántaro catalán es único en el mundo, pero al tío que le gusten los cómics o la fotografía no se les puede sacar rédito por ahí.
Al director del Museo Nacional de Arte de Cataluña, el pobre Pepe Serra, lo tienen frito por este tema. La exposición que ha hecho sobre El Víbora ha sentado como un puto tiro. Van a terminar librándose de él como hicieron en su momento con Lluís Pasqual, director del Teatre Lliure, teatro que él mismo había fundado, y se lo follaron porque tuvo la osadía de decir en una reunión con la superioridad que con él no contaran para toda esa chorrada del procés. Fue decir eso y firmar su sentencia de muerte. A esta gente no le interesa la cultura para nada. Les interesa solo el idioma, y según para qué, porque yo recuerdo que cuando eran los tiempos de la nova canço, los que a mí más me gustaban, el Sisa, Pau Riba, Ia Clua y Jordi Batiste, estaban muy mal vistos, ¿eh? Por mucho que cantaran en catalán, se les consideraba una panda de botarates. La gente buena era entonces Maria del Mar Bonet, Raimon, Lluís Llach… las personas serias, vamos. Es que no dan más de sí, tío [risas].
En 1997 publicaste junto a Ignacio Vidal-Folch El canon de los cómics. ¿Por qué esa «obsesión» por canonizar un medio tan, digamos, popular?
Porque el cómic es en el fondo un medio muy bastardo, o mestizo, lo que te suene mejor. Es literatura gráfica, pero al mismo tiempo su montaje le debe mucho al cine. Es un medio que chupa de muchos medios anteriores muy respetables para el gran público, lo que en el fondo le da empaque, porque el cómic siempre ha estado acomplejado. Yo me he encontrado a Montesol o a Keko poco después de que el Museo del Prado les encargara algo e iban los tíos como con diez centímetros por encima del suelo, en plan «cuidado conmigo que me han llamado del Museo del Prado». Tres meses después están de nuevo lampando, intentando vender un proyecto donde se pueda. Montesol de hecho vive de la pintura, no ha vivido nunca del cómic. La mayoría de esta gente se ha quedado por el camino en la pura ruina. ¿Cómo no va a uno a intentar canonizar lo que hacen? Gallardo es un caso claro de esto que te estoy contando. Gallardo es un buen ilustrador. Es así como se gana la vida ahora. Pero Gallardo sobre todo es un buen dibujante de cómics. Y ahí está el problema: si lo que se te da mejor no te permite llegar a fin de mes, no te queda otra que dedicarte a hacer otra cosa, porque las historietas dan un trabajo de cojones y al final uno ve que no sirven para nada. Por culpa de esta mentalidad hemos perdido a un montón de gente buenísima, gente que son en el fondo como todo el mundo, gente que normalmente tiene a algún niño que alimentar, y vete tú ahora a decirle a ese niño que no se cena porque papá es underground.
Y de aquella Barcelona underground, ¿qué queda? ¿Qué debería canonizarse?
Barcelona sigue siendo una ciudad que está bien, por más que se estén encargando de envenenarla. El hecho de que vengan tantos turistas ajenos a la, digamos, «situación sociopolítica» te dice que es una ciudad bastante chollo. Tiene además unas dimensiones muy humanas y de una lógica aplastante: la montaña arriba, el mar abajo; los ricos arriba, los pobres abajo, y la clase media en medio para que los pobres no maten a los ricos o los ricos no echen al mar a los pobres. Barcelona durante la Transición tenía muchas posibilidades, pero ha sido vencida por la Cataluña rural. Pujol le tuvo siempre mucha manía a la ciudad, porque en ella había demasiada mezcla, no había pureza de sangre. Aquí había mucho extranjero, mucho maricón, gente incluso de Madrid o de Andalucía, y al nacionalismo catalán lo que le gusta son las antorchas, como al Tercer Reich o al Ku Klux Klan. Aquí en Cataluña siempre se la ha tenido asco a las grandes ciudades. Ocurre igual con los nacionalistas del País Vasco, que parten del sueño del vascuence con la boina puesta partiendo troncos, ajeno a las modas… Es la garrulería disfrazada de patriotismo. La cosa es que desde que somos trending topic permanente con toda esta tontería de la independencia, están por aquí los ánimos muy caldeados. Pero, bueno, la verdad es que yo no puedo quejarme mucho [risas].
Gran entrevista, muy lucido y muy claro. Los nacionalismos parecen una secta y se comportan como una secta porque en esencia son una secta, lo malo es que la mayoría de las sectas terminan mal.
Es el vecino de la secta el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde, de la secta.
Nos hemos quedado un poco atascados en las réplicas del instituto ¿eh?, bueno, seguro que para ti fue una etapa más gloriosa que la actual. El independentismo es una catetada racista, idiota y como vemos hoy dia contraproducente.
Muy buena entrevista, un tío cojonudo y con las ideas claras. En Cataluña si no eres independentista el ambiente es insoportable, suerte de tipos como él que dicen la verdad y que no se vende.
Es verdad, no se puede soportar. Yo vivo allí y como no soy independentista tengo a mi madre encarcelada y a mi me sacaron un ojo con una bala de goma. Además unos neonazis le dieron una paliza a mi novia. Y no me dejan hablar en castellano por la calle.
Nunca faltan sagaces comentaristas como Don Pelayo para sepultar al rival con verdades como puños, válgame. Tómese un ansiolítico la próxima vez que le apetezca escribir sandeces.
Cuando no hay por donde salir un sarcasmo estàndard te lo soluciona y hasta parece que tienes razón.
Jordi, padre de la patria petita, devuelve la pasta y déjate de excusas.
Pese a no caerme muy bien el entrevistado (sin conocerlo de nada) y tras haber leído la entrevista…
Al principio me parece que el entrevistado tira a dar a diestro y siniestro sin muchos argumentos, después explica algunas anécdotas verosímiles y al final no sabes si es un payaso, un genio, un iluminado, un listillo, un fantasma…?
Ni falta que hace. Lo que me gusta de las entrevistas de Jot Down es que dejan al entrevistado contar su versión y es tan válida como cualquier otra.
Quizá no te caiga bien por entrar en esa categoría que los anglosajones definen como «Hard to see». Por lo demás, yo me río bastante con sus ocurrencias dejando aparte todas esas pijadas políticas. A mí me pasa como a Sergi Pàmies, que me la pela…
Un payaso triste.
«Ya lo dijo Arzalluz, que lo del tiro en la nuca no iba con el carácter mediterráneo [risas]»
Los sicilianos y calabreses deben vivir bañados por el mar de Bering, entonces.
Parece que ese estilo se acabó con la pareja Sastre/Tarragó.
Hay que reconocer que R. de E. llega a ser gracioso en su trasnochado patetismo de pijoprogre que algún dia estuvo en la pomada y y al que apenas ya nadie daria bola de no ser porque por su incontinente vomitera anticatalanista tiene una clientela asegurada. . Vomitera que casi diría antiperiférica, porque claro ,según él , lo catalán y por ende lo periférico solamente pueden ser algo «rural» y por tanto, anti-moderno.. Que seria de él y otros como él sin el independentismo, que hijos del franquismo biológico siguen sosteniendo sin rubor alguno que Barcelona era un páramo cultural hasta que claro, aparecieron ellos, autoproclamados enfants terribles de la Contracultura , oh ! que lejano concepto con el que por vergüenza , – y por fortuna -, quizáls ya no se atreven.. Gente bien, naturalmente apolítica, pero que pronto tuvieron en su gran Satán a Pujol y al catalanismo, Ellos estaban muy por encima, creían ser el underground pero ojo! , underground del Upper Diagonal y último ginfizz en el Bikini. s Tiene suerte que el independentismo le proporciona algún discurso porque realmente no tiene otro, siempre le queda pontificar y y contar chismes sobre amiguetes de antiguas barras/farras ..
Venganza kármica. El pujolismo destruyó la Barcelona y la Cataluña abierta y él se entretiene zurrando a los zombies creados por el pujolismo.
Tu si que tendrás una venganza cármica como no espabiles… te has leído, boxeador?
El pugilismo destruyó la Barcelona.
El pugilismo destruyó la Cataluña abierta.
El pugilismo se entretiene zurrando a los zombies pugilistas.
Madre mía, son más matracas con el temita los anti indepes que los indepes.
Todo mal en Barcelona y Cataluña pero el tío lleva 40 años viviendo de periodista cultural y arremetiendo contra el nacionalismo
40 años, no. Desde 2013.
¿Propone su expulsión de Cataluña, estilo Nuria de Gispert?
¿Es incompatible ser catalán, vivir en Cataluña y arremeter contra el nacionalismo catalán?
¿Sugiere que es un cínico por no ser catalanista y vivir en Cataluña?
¿Hay alguna contradicción metafísica entre ser periodista cultural, no ser nacionalista y vivir en Barcelona?
Será que como soy del Ebro para abajo no llego a entender las sutilezas europeas .
2013? :)))))))
Máximo en creatividad, mínimo en comprensión lectora.
Solo se exclama de lo pesado de su obsesión, y constata que está más pasado que un trapo viejo.
Lo cual es verdad.
Sí, arremetiendo contra el nacionalismo desde que publicó El manicomio catalán, en 2013.
Lleva siendo antinacionalista toda la vida y se aguantó de largarlo hasta 2013, que es lo que le jode a Fops, no que sea un trapo viejo o sea periodista cultural o de Burgos.
No sé lo que no he entendido, señor pederasta.
No propongo nada de eso, solo digo que es matraca con el temita
Ya, ya…
Gran cachondo, me encanta. Leo habitualmente sus artículos de Crónica Global y veo sus vídeos y siempre provoca sonrisa y a veces puras carcajadas. Además, con bastante sentido común.
Es el ejemplo perfecto de cómo lo peor que les sienta a los austrolopitecus es el sentido del humor y la risa.
Leyendo a la grey, aprecio una considerable gerontofobia.
Aquí parece que, si ya andas por los 60, tienes que callarte o lo que tengas que decir sólo es resentimiento.
Otro gran columnista cosmopolita español que no asume ser un rancio nacionalista y que si sigue publicando es por su odio a la cultura catalana y no ser su teórica ironia. Nada a seguir vinculando el independentismo con el supremacismo burgués de Convergencia y ignorar todo el trabajo de la izquierda anticapitalista. Es el problema de seguir vinculando Catalunya a Barcelona, sus segundas residencia y como mucho Girona y ignorar la existencia de les comarques.
Sí, esa izquierda anticapitalista que le hace el caldo gordo a la derecha y que es reaccionaria hasta las cachas. Gran trabajo. Grandísimo.
Nos faltaba el subnormal de la CUP que hiciese compañá a Humbert Humpert.
¿Y cual ha sido el gran trabajo realizado por la izquierda anticapitalista catalana aparte de investir presidentes convergentes?
Le preguntaría a Fran G Matute si ha escuchado, visto, leido que alguien llame facha a Serrat. Aparte de la leyenda urbana
Yo no soy ese señor Fran. Pero sí he oído llamar «facha» a todo lo que no es independentista o complaciente con ellos.
Y el propio Serrat se preocupó de responder a quienes lo tildaban de eso, así que algo habría oído él mismo, ¿no?
https://www.huffingtonpost.es/2018/04/17/la-impecable-respuesta-de-serrat-en-el-hormiguero-a-quienes-le-llaman-facha_a_23413667/
Vuelvo a lo mismo. Declaración de alguien acusando de facha a Serrat.por que el discurso de, que vergüenza que llamen facha a Serrat. Cuando nadie se lo ha dicho más allá de un tuitero con 0 seguidores
Puntúa usted tan mal que casi no se entiende qué dice, mejore la expresión.
Vuelvo a lo mismo, se lo han preguntado y ha respondido. No ha dicho que sea algo inexistente o banal, reconoce que ocurre y están crispados, él sabrá mejor que usted si le han dicho algo, pienso yo.
Claro, es el mundo de twitter, poblado por neandertales que suman pequeñas tribus. Pero haberlos, haylos.
Joser, cientos de veces, aunque sólo desde 2017. Y soy nacido y residente en Barcelona desde hace casi 60 años.
Yo leía sus artículos en El País y siempre me pareció un tipo muy divertido. Le tenía la pista totalmente perdida pero tengo que recuperarlo. Cualquiera que se dedique a sacar las vergüenzas a las hordas de paletos que pululan por ahí, es más que necesario.
Recuerdo con cariño sus artículos en El Jueves cuando aun era yo un adolescente. Interesante entrevista, pero poca duda hay de que está desfasado y bastante resentido. La crítica underground ocupa el mismo lugar que ocupaba entonces: El que consigue una mejor relación precio-difusión. En los 80 los fancines, hoy los vídeos de Youtube y los podcasts. Y por mucho que este de acuerdo con algunas de sus visiones sobre el nacionalismo, compararlo con el KKK, aún intentando ser gracioso por hipérbole, me parece pasarse de frenada.
Ramón de España ha sido un gilipollas prejuicioso ayer, hoy y siempre. Y tiene un record escandaloso de escribir artículos y columnas sin tener ni puta idea de lo que habla (sin desentonar mucho con el columnista medio, ojo), compensándolo con un supuesto humor que, si a alguien le hacía gracia en su dí, actualmente se ha quedado bastante rancio.
Quiero decir que vamos sobrados de gilipollas con aspiraciones de graciosillo y enfant terrible: como mínimo podría retirarse para darle el relevo a alguien un poco más joven y documentado. Que seguro que le pone más ganas y, esperemos, tenga algo nuevo que decir.
A mi lo que me hace gracia es como despachamos todo aqui con ataques adhominen, da igual lo que uno diga, que saldrá algún iluminado diciendo, pues devolvía las cintas del videoclub sin rebobinar, no es muy de fiar. Me la sopla mucho de que escribiese las columnas que menciona usted puesto que no son objeto de esta entrevista, cuando toque juzgarlas, se las juzgará aunque dudo que ese dia llegue.
También es normal ese revanchismo, hemos asistido a un movimiento patrocinado (subvencionado vaya) con el dinero de todos los ciudadanos para señalar y atacar a gente que desde el sentido común se atrevía a cuestionar el credo nacionalista, lease Coixet que es una tia, aparte de buena profesional, entrañable. Para el independentismo todo valía, hasta llamar facha a Serrat, y a quien denunciaba esa locura se le atizaba, asi que bueno, en este caso me parece bastante justificado el revanchismo, poco me parece la verdad.
Dejo una cita del mismo Ramón, «Crecí detestando a la derecha -bueno, la sigo detestando- y acabé despreciando a la izquierda, o lo que por tal se entiende en mi país. A estas alturas, solo quiero gestores honrados que no me digan si son de derechas, de izquierdas o de centro, personas que cobren por organizar las cosas de una manera decente y que no prometan paraísos.», Me da igual que lo diga Ramón de España o cualquier fulano, la mayoría de los ciudadanos firmariamos eso y que nos dejaran en paz de una vez.
Si hubiera sabido que el mismisimo Ramón de España se iba a ofender por un ad hominem siendo que el propio Ramón de España los lleva usando desde hace años me hubiera ido a buscar unas palomitas antes de leer tu comentario.
Cierto que vamos sobradios de gilipolas: eres un ejemplo viviente de ello.
Nadie es responsable por sus progenitores, pero siempre llama la atención la gran cantidad de hijos del Franquísmo que hay en el mundo de la cultura en España.
¿Más que en otras sectores de este «gran país»? No lo sé, sospecho que si, pero no lo se la verdad.
Es posible que no, es posible que se trata más bien de que uno tiene expectativas distintas de la gente del inmundo de la cultura, que serán de familias más de izquierdas, un prejuicio sin más.
Hay cineastas cuyos abuelos estaban en Nuremberg directamente por ejemplo, y lo llevan como si nada… adeptos del Tercer Reich y haciendo pelis sin despeinarse mucho menos afrontarlo.
Ramón de España por lo menos lo dice, que sus papi era un Coronel franquísta, que se agradece, o mejor dicho, que habla bien de él, consciente por lo visto que eso solo puede pasar factura, una factura más o menos pesada según como se enfoque el asunto (negarlo y ocultarlo o aceptarlo y vivir con ello), pero una factura al fin y al cabo…
Bueno, me tengo que ir a una misa virtual, a rezar por España por internet…
Ya apareció el escocés loco antiespañol, el patois de Walter Scott, el señor Redgauntlet.
Que tu padre sea esto o aquello da igual. Nadie es responsable de la vida de sus ancestros.
Lo que sí apesta es ir de una cosa y ser otra. O tergiversar la biografía de los referentes políticos, que para los efectos que aquí interesan es lo mismo
Que den lecciones de antifranquismo catalanistas que antes eran franquistas recalcitrantes, duele. Y eso es lo que eran muchos que luego han ido de demócratas sin mácula y luchadores por la libertad. Y que no se cortan un pelo de llamar fascista/franquista a cualquiera que no trague con el supremacismo.
Derechona españolista, antes, y derechona catalanista, después. Los mismos tipos.
https://cronicaglobal.elespanol.com/politica/todos-alcaldes-franquistas-absorbio-ciu_143348_102.html
Todo esto parece que no es digno de reseñar por el picto expatriado, el caledonio irredento, sólo vomitar sobre lo español.
Y es que nunca debe faltar un progre con «análisis sutiles» para justificar lo reaccionario del nacionalismo carlistoide y paleto.
Para no ser usted nacionalista se preocupa mucho sobre cualquier mínima ofensa a «lo español». Quítese la careta buen hombre. Tiene usted el mismo derecho a ser nacionalista español como cualquier catalán a ser nacionalista catalán. Solo le ha faltado decir que Franco era catalanista. Es usted fascinante.
A mí me pasa igual con usted, lo veo como un gato peloteando con una bola de lana, no va más allá, en ese sentido también fascina.
Sí, me ofenden los populistas de derechas y los reaccionarios neo-feudalistas que se creen de izquierdas, qué le vamos a hacer, cada uno se entretiene como puede.
No me tengo que quitar careta ninguna, defiendo el Estado-nación y lo hago sin chauvinismo. Destruir los estados es ir en contra de las clases populares. Estamos hablando de Europa, siglo XXI, no del imperio español en América en el XIX, ni del francés o inglés del XX o de la Alemania nazi, ni esto es Irlanda en 1914.
Unos a esto no lo llaman nacionalismo, otros sí y otros lo llaman patriotismo. Puede llamarlo nacionalismo político, mientras no lo compare con el idealismo volkisch, me vale. No discuto sobre nombres.
Y no ridiculice, a Franco que le den por culo, no he dicho que no hubiera antifranquismo en Cataluña y aún menos que Franco fuera complaciente con el nacionalismo catalán, digo que en Cataluña hubo mucho adepto hasta que se dio la vuelta a la tortilla. Y que en Barcelona loaban a Franco más que en otros sitios, y que muchos de los convergentes antes fueron franquistas. Eso son datos, no se interpretan. No deben fascinar a nadie, salvo si se es ignorante o malintencionado. Pregúntese el origen, la causa, de esa conversión.
Sobre la legitimidad: vale. Y yo para decir lo que quiero, ¿o no? ¿O tengo que ser complaciente con la derecha supremacista catalana o con los progres neofeudales catalanes?
Además, eso es lo peor, no compare a los que quieren separar porque tienen más y no van más allá de plantear conflictos territoriales (y ya de paso ideologizan con su supuesta superioridad moral) y a los que no quieren separar.
Agradezco su razonadísima respuesta. Escribe usted muy bien, bastante mejor que yo, y supongo que eso me convierte mas en ignorante que en mal intencionado. Pero dígame una cosa: si tanto defiende el estado-nación, porqué no defiende el derecho a construir un estado-nación catalán por cauces democráticos? Por qué debe existir la nación Española y no la Catalana? Por qué defender la nación Española es democrático y justo y defender la nación Catalana es derechista y supremacista? Que yo sepa los independentistas catalanes piden un referendum de autodeterminación. Tan antidemocràtica es esa reivindicación? Se puede ser de izquierdas y ser españolista, como es su caso, y no se puede ser de izquierdas y ser independentista catalán?
Por supuesto que se puede. Pero son izquierdas de distintos adjetivos. La españolista, como usted dice, es definida; la otra, es indefinida. La nación política es un invento de las izqdas en el XIX y consiste precisamente en tener a todos por igual. Las naciones europeas occidentales se estabilizaron durante ese siglo, en general. Romperlas es reaccionario.
A mí me interesa la nación en la medida en que puede ser ocupada por los trabajadores, es el mejor instrumento para su emancipación. En otros sentidos, la nación me es indiferente. Pero romperla es un crimen de lesa izquierda.
Y sobre el derecho de autodeterminación, es una trampa. Ese derecho lo tienen las colonias y los territorios sojuzgados, y eso no existe en este caso, se pongan como se pongan los filisteos.
https://www.elviejotopo.com/articulo/entrevista-santiago-armesilla/
https://www.google.com/amp/s/www.elespanol.com/opinion/tribunas/20190409/nacion-politica-idea-originalmente-izquierdas/389581042_12.amp.html
«La nación política (…) consiste precisamente en tener a todos por igual». Madre mía, cuánta ingenuidad. Seguramente producto de la escasez de lecturas, más allá de Victoria Prego y otros estandartes de la imparcialidad juancarlista.
De la wiki, por no ir más lejos
«¿Qué es una nación? Un cuerpo de asociados que viven bajo una ley común y están representados por la misma legislatura».Sieyès.
«Si antes el rey era el Estado, ahora lo es la «Nación». Surge así el Estado-nación que llaman Francia, nación «política» que reúne a los ciudadanos de las «provincias» de la Monarquía (sin distinciones entre ellos), y tras la caída de ésta, de toda la República»
«Una distinción clásica, con respecto a la mencionada Revolución, ejemplifica en la Constitución francesa de 1791 la soberanía nacional, ejercida por un parlamento elegido por sufragio censitario (visión conservadora), y la soberanía popular en la Constitución de 1793, en la que el pueblo es entendido como conjunto de individuos, lo que conduciría a la democracia directa o el sufragio universal (visión revolucionaria).»
Te animo a que analices lo que copies y pegues, porque me da que de comprensión y del conocimiento de la realidad andas justito.
Altiplano, debería dirigirse a mí usando el «usted».
Le recomiendo que se aplique su consejo.
Me da a mí que el no coge las cosas desde la primera réplica es el consejero, que no sabe distinguir lo teórico de lo empírico.
Y se la da de tío duro y ladino.
Discrepe y argumente, no trolee. Pero conmigo ya llega tarde. Agur.
«No conozco ninguna revolución que haya triunfado que la hayan montado unos tíos con segundas residencias, dos coches y pasta en el banco.» El desconocimiento que tiene este señor de la historia es francamente preocupante. Así luego puede hablar del KKK con esa alegría. Creo que estaba desfasado en 1980, y ahora parece que ejerce de bufón reciclado al que el procés de la ha dado una oportunidad única de tener algún seguidor.
Ha conocido a la clase obrera de verla en fotografias
He leído entrevistas con porteras con mucha más sustancia…
Máximo, no se cuantas veces me ha insultado en estás páginas, pero van varias veces ya y le ruego que deje de hacerlo, vale? Además, con referencias a mi país natal. Como un buen ultra nacionalista español, es usted un poco xenófobo, y por tanto anti-europeo, como Trapiello, como Muñoz Molina, como tantos ultra-nacionalistas que no aguantan que un extranjero critica España. No será tan «gran país» como dicen ustedes si no se admite la opinión de los extranjeros que hemos vivido tantos años allí, pagando nuestros impuestos…
En cuanto su dominio de la historia de Europa, pues no llega a mucho. La historia de los estados naciones no es lo mismo en la Europa occidental que en el resto del continente. Reino Unido, España, Francia, Portugal, todos datan del siglo XVIII, o antes en el caso de Portugal y Francia, pero es en la Europa occidental sin duda donde los Estados se consolidan antes en el continente.
Los dos estados naciones importantes que si se forman en la segunda parte el Siglo XIX son Alemania y Italia, dos «naciones sin estado» en cuanto a cultura y lengua durante siglos que por fin, y en gran parte inspirado por el romanticismo y su correspondencia política, el nacionalismo, por fin se unifican. No es casualidad que Italia y Alemania son los dos países más agresivos de la primera parte del Siglo XX porque sus élites tienen la sensación de que han perdido el tren de la historia y tienen ansías de un imperio como tienen sus vecinos al oeste.
Pero aparte de los casos de Alemania y Italia, hay tres imperios en 1914 que dejan de existir durante la Gran Guerra de 1914-1918: el imperio austro-húngaro, el imperio de los Zares de Rusia, y el imperio Otomano de los Trucos. Eso es la mitad de Europa o más. ¿Cómo que los estados actuales se forman en el siglo XIX entonces como dice usted?
La mayoría de las fronteras se imponen primero en el Tratado de Versailles en 1919, y después, otra vez, tras la Segunda Guerra Mundial, en Potsdam. En otras palabras, la experiencia de los países del oeste del continente no tiene que ver con los países europeos del este.
Y hay fronteras que día de hoy incluso en la Europa occidental que uno supone que, con el tiempo, tendrían que modificarse. Por ejemplo, es de suponer y esperar que, con el tiempo, y de forma consensuada, Irlanda del Norte vuelve a formar parte de la República de Irlanda.
Como es de esperar que Gibraltar un día pase a tener una soberanía compartida, o incluso que sea español. Es un caso clamoroso de colonización, una cesión impuesta a la fuerza en 1713 a España, de las mismas fechas que la Unión de 1707 fue impuesta al pueblo escocés en un momento en el que Inglaterra está en plena expansión imperialista.
Pero lo importante en todo caso es acercarse a estas cuestiones de forma racional y democrática. No anteponer dogmas ni saltar las reglas del juego, ni perder el respeto por los que piensan distinto a uno….
PD: En cuanto a los eurobonos, no vale patalear en contra de los europeos del norte del continente, por enésima vez en estos últimos años. Habría que armar un discurso, elaborar un argumento bien pensado, bien construido, lo suficientemente sólido para convencer a los trabajadores alemanes y holandeses que haya buenas razones por las que es mejor para todos que respalden la deuda española.
Y no vale tampoco repetir lo de que España es un país muy europeísta, sino habrá que verlo en los hechos, ¿no? Da un poco de vergüenza ajena el discurso de los medios españoles, que dan por hecho que los trabajadores alemanes y holandeses tienen la obligación de estar a favor de eurobonos cuando son los mismos columnistas y periodistas que hacen la vista gorda sobre la corrupción de la Zarzuela y la amnistía fiscal de Montoro. Yo creo que los alemanes tienen bastante razón en ser escépticos, aunque a lo largo los eurobonos son imprescindible si la UE va a seguir progresando a mi juicio…
Ja ja ja
Eurobonos, no.
Razón: que los columnistas españoles no critican suficientemente a la Monarquía y a Montoro.
Eso son huevos como balas de cañón de barco bucanero.
Viva Calvino.
«Máximo, no se cuantas veces me ha insultado en estás páginas»
Las mismas que usted a mí, ni más ni menos.
No puedo ser xenófobo y no le explicaré por qué no puedo serlo.
España no es un gran país, es un país, punto pelota.
No incurra, además, de ese modo tan flagrante en una falacia. Como Trapiello et alia son xenófobos (¡¡!!), España no será tan gran país. ¿Usted se relee?
«Pero lo importante en todo caso es acercarse a estas cuestiones de forma racional y democrática. No anteponer dogmas ni saltar las reglas del juego, ni perder el respeto por los que piensan distinto a uno….»
Bla bla bla
Qué cuajo, caballero. ¿Usted se relee, repito, cuando ha intervenido en tantas ocasiones poniendo a parir sin ton ni son a todo quisque que no comulgue con el nacionalismo escocés, con el europeísmo beato, con los prejuicios protestantes del Norte y con sus diatribas contra España?
Ah, pero usted es british, bebe whiskey y desciende de presbiterianos; tenemos que callar para escuchar la voz de la racionalidad. La racionalidad piratesca británica, por no salir de las tradiciones.
Por cierto, dije «países de Europa occidental, en general».
Deme un solo ejemplo le he insultado, Máximo, anda, no será capaz, porque no lo he hecho… usted me ha dicho que vaya a mi país o parecido en otro espacio en estas páginas hace poco, y otra vez en su réplica aquí recurre a su arsenal de insultos a los europeos nacidos en el norte de Europa de carácter un poco xenofobo y además trasnochado (no soy protestante por cierto)…
…y todo esto a pesar del gran drama de la pandemia que estamos viendo, que debería de unirnos un poco más, poner las cosas en su sitio, resaltar lo importante.
En cuanto a Andrés Trapiello, pues acusó a Paul Preston de ser anti-español hace poco, como usted me acusa a mi en este hilo, de forma gratuita, como Muñoz Molina acusó a John Lee Anderson de ser anti-español después de las cargas policiales del 1-O, como otros como Javier Marías han dicho que Ian Gibson coja la puerta si no le gusta España en alguna ocasión con referencia a Lorca…
…empieza a ser un poco cansino tanta matraca, o más, es ya un poco incómodo… y lo mejor es marcharse y dejar este «gran país» que a mi me ha gustado durante muchos años de mi vida pero estos últimos, no, nada, la Madrid de banderas y la corrupción, suelen ir juntos.
Y en cuanto a Escocia, me he limitado a decir que no es asunto de España la independencia o no de Escocia, y que es muy poco solidario amenazar con un veto español a la entrada a la UE, además de ir en contra de las reglas de la diplomacia europea… nada mas que eso.
En cuanto a los eurobonos, no veo porque el contribuyente alemán o holandés tenga que respaldar la deuda de un país cuyo jefe de Estado tiene cuentas opacas en Suiza… ¿por qué han de hacerlo? ¿Por qué ustedes son un «gran pais»? Cuentas opacas en Suiza no ha tenido ningún Jefe de Estado en la Unión Europa que yo sepa… y constituye un gran escándalo desde el punto de vista europeo, y están al tanto Merkel y otros dirigentes europeos sin duda.
En fin, no se puede defender eurobonos si España no toma el asunto de la corrupción de la Casa Real / Jefe de Estado en serio, y nadie parece tomarlo en serio…
No solo de tamaño bucanero, sino del mejor hierro. Sus testículos, digo.
Reconozco que está feo eso de mandarlo a su país, no me gusta, mea culpa, pero deje su prepotencia en la puerta. Pero no es mala respuesta con usted, ¿eh? Sería xenofobia si yo rechazara a alguien por etnia, religión u opción polítca (como hace de Gispert con Arrimadas, como hacen los supremacistas catalanistas con los «colonos»), pero si yo lo mando a su casa, es por sus ofensas embadurnadas con el merengue de su esnobismo, por pura profilaxis..
Ya, no será protestante por la sangre irlandesa y demás, pero su oxígeno cultural sí lo es.
Y siga, siga con lo que quiera, con Trapiello, con Muñoz Molina, con la Monarquía y con Montoro… Todo le vale para descalificar… Coge un grano y pontifica contra España, desde que era Redgauntlet.
Está hecho usted un austromarxista, con tanto europeísmo y tanta sensibilidad nacional (etnicista).
Hasta otra, guárdeme una botellita.
¡¿Por qué no te callas?!
Devuelve tú también la pasta, Borbón.
Me congaratulo…
No soy ni católico ni protestante, y el oxígeno cultural tanto de Escocia como de Inglaterra es multicultural y internacional a estas alturas, no ya nacional. Lo interesante es más en lo internacional y lo local, no ya lo nacional…
El que es ahora Ministro de Fianzas del gobierno británico, Rishi Sunak, es hijo de hindus emigrantes a Reino Unido hace tan solo una generación, el anterior a este, Sajid Javid, es hijo de emigrantes paquistaníes… es una cartera segunda solo al Primer Ministro en importancia en el gobierno británico…llevada por hijos de inmigrantes, cosa inimaginable en la España ultra nacionalista excluyente de los extranjeros, donde todo funciona por enchufe…
Y eso es la derecha inglesa, yo no los votaría nunca, pero es una derecha a años luces del cabal de chorizos, ultra católicos, opus deiístas, franquistas y auténticos necios (Casado) que es la derecha española…
Constituye parte del proyecto europeo diluir el nacionalismo de los países miembros de la UE al fomentar el libre movimiento de personas. Para que funcione la receta, habría que aplicarla donde se pueda, es decir, con el estado español en primer lugar…
Pero los señoritos de Madrid no están por la labor, siguen con la mierda de la bandera, siguen con la porquería de la corrupción, siguen con sus rancias costumbres de enchufar toda sus amigos y familiares sean o no competentes en materia, y han ido armando un discurso xenófobo estos años más propio del siglo XIX en contra a cualquiera que critique los desmanes del la corruptela de 78, a menudo a través de su panda de mediocres escritores a sueldo, auténticos sicarios de la pluma…
No se me ocurre a mi signo más triste que ser un escritor que defiende un régimen político como La Corruptela del 78 como hacen y han hecho Javier Cercas, Antonio Muñoz Molina, Andrés Trapiello, Javier Marías, Fernando Savater, y Arturo Perez Reverte y varios otros más…
…todos unos señoritos vendidos al Poder que han jugado un papel fundamental en engañar extranjeros gilipollas como yo que hemos creído lo de que España es una democracia como cualquier otra en Europa… No lo es.
Un rey que estafa a su propio Estado, acumulando una gran fortuna que no podría nunca gastar ni siquiera. Tiene mérito, ¿no?
Que La Transición fue una transacción donde la izquierda cedió mucho más que la derecha es tan obvio como que en aquellos momentos era la única opción para transitar de la dictadura a una democracia embrionaria. La política es el arte de lo posible, no de lo deseable. Que la corrupción en España ha sido y es galopante es un hecho al que podrían equipararse otros países del arco mediterráneo como Italia, por ejemplo. Tildar de señoritos vendidos al poder a esa lista de escritores, alguno de los cuales ha tenido que llevar escolta con ETA y ser perseguido por el franquismo, es tan osado como ignorante. Yo no he vivido por edad aquella época, pero juzgar desde la perspectiva de hoy aquellos tiempos me parece como mínimo atrevido. Soy profesor, republicano y ateo (oficial, no de boquilla, con apostasía incluida) y quisiera un referéndum sobre la monarquía, como también querría la recentralización de competencias básicas como sanidad y educación. Toda mi vida desde que tengo uso de razón me he considerado de izquierdas, pero hoy día me siento huérfano de esa opción política, perdida como está la (supuesta) izquierda en empobrecer el discurso a base del desdoblamiento de género y hacerle el caldo gordo a los catanazionalistas, sí, porque en Cataluña se gobierna solo para la mitad que ha impuesto el brazalete de apestados a quienes no comulgan con su delirio racista e identitario.
Lleva usted razón en la ausencia de inmigrantes en puestos relevantes en la política española a diferencia de británicos, franceses o alemanes, como también el hecho insólito de que aquí costaría ver un presidente del Gobierno divorciado, soltero o gay. Bien es cierto que esa casuística se da en niveles más bajos de la administración, y mi teoría es que se debe a la perniciosa, abusiva e inmerecida influencia de que la Iglesia Católica goza todavía en este país, sobre todo en el espectro de la derecha.
Respecto a la multiculturalidad y oxígeno de sus amadas islas británicas, solo recordarle a título informativo que dicho crisol viene (como no podía ser de otra manera) de varios siglos de colonialismo e imperialismo salvajes. Por otra parte, le supongo al tanto de la connivencia con el nazismo de la familia Windsor, por aquello de dar lecciones de monarquía. Y last, but not least, los británicos siempre se han caracterizado por imponer sus postulados digamos tímidamente supremacistas, de los que el Brexit es su último y más claro ejemplo, aunque mucho me temo que les saldrá el tiro por la culata. Pero claro, no les bastaba con dinamitar la UE desde dentro manteniendo la libra. Hay que ver lo mal que se les ha tratado…
Dani
Estoy de acuerdo con usted en todo. Yo también soy republicano y anti-imperialista como he dejado muy claro arriba con respecto a Gibraltar y Irlanda del Norte. Tengo muchos amigos españoles en Madrid que piensan como yo, por cierto, no soy un guiri que vive apartado de la sociedad española, y lo que pienso yo de España lo piensan millones de españoles, y no se les llama anti-español, o no tan fácilmente, pero si lo dice un guiri, pues eso no te lo dejan pasar. y al final te cansa.
Es que ya es asfixiante la matraca ultra nacionalista español estos últimos años y Pedro Sánchez también está con España es un gran país y Iñigo Errejón lo dice también… es muy deprimente.
Ojala que haya un referendum sobre la vergonzosa y ya del todo indefendible monarquía de los corruptos Borbones que son indignos del proyecto europeo, que no caben en Europa, que se vayan ya a exilio cuanto antes por mí…pero no me lo creo.
Creo que va a haber más bien el contrario, lo que estamos viendo, una reacción histérica, creciente y golpista del establishment español en contra de Sánchez y Iglesias y al final una especie de golpe blando y un gobierno PPSOE… no es lo que quiero por supuesto, pero me lo temo, y la crisis que viene ahora va a dejar la última del 2008 en una nadería…
…y por supuesto, si el Rey es corrupto, todo el establishment español lo es. Por eso también acabaron con la II República por cierto, porque amenazaba sus redes clientelisticas donde fluía el poder y el dinero en el Reino…
En cuanto al nacionalismo peninsular, en todos su variantes, es incompatible con la Europa del siglo XXI. El Estado español lleva 40 años incumpliendo los Tratados europeos, no cabe que no hay europeos trabajando por el Estado, y es que no hay ni uno..
…no cabe que el Estado no haga nada para crear un clima más europeo, más abierto, más integrador… no cabe que después de 40 años de Europa, los líderes siguen con «España es un gran país» como programa política… si es una coña total…tampoco nos dejan votar en las elecciones generales…
No es cuestión tampoco de siempre poner el Reino Unido como ejemplo. Mire a Irlanda, donde el Taoiseach (primer ministro) Leo Varadkar es gay y hijo de emigrantes también. Irlanda tiene un pasado nacional-católico bastante parecido a España, pero claramente han avanzado muchísimo en las últimas décadas, han aprovechado muy bien estar en la Unión Europea, se han modernizado, pero claro, sus políticos se dedican a hacer política, no a robar, es que no se puede estar en todo, hombre….
Yo me siento estafado, lo siento, estoy hasta los cojones de España. Vení hace 25 años porque quería vivir en una gran ciudad europea, y resulta que me siguen diciendo que no debería de opinar, que si pongo a parir una panda de delincuentes que deberían de estar en la cárcel, la corruptela, que soy anti-español…. es el colmo ya…
Hay un factor que influye mucho en la corrupción que España comparte con el arco mediterráneo y que no tienen los países nórdicos y anglosajones: el clima. Igual que hay menos corrupción en el norte de España que en el sur y localidades costeras del levante y Cataluña, donde el escandaloso 3% fue hasta verbalizado en sede parlamentaria, teniendo como respuesta el famoso «Usted ha mandado la legislatura a hacer puñetas» por parte de Artur Mas a Maragall. Ahí se rompió la omertá pujoliana que ha gobernado Cataluña como Sicilia en los últimos 40 años. No pretendo justificar la corrupción en función del clima, pero es un factor a considerar. Por decirlo llanamente, es el precio que hay que pagar por tomarte una cerveza en enero con 20°C en una terraza. Por fuerza relativiza las costumbres y hace que la vida se vea de otra manera. Los países tropicales son el epítome de ello: corrupción estructural con ciudadanía laxa pero felices por su modo de vida.
La corrupción en España tendrá varias explicaciones, pero una de ellas, la más relevante tal vez, es el Franquismo que era un régimen del todo corrupto, como todas las dictaduras lo son…
Pero estando en la UE, ya no puede ser esto, es que no puede ser que un Jefe de Estado esconde su patrimonio al Estado que el mismo encarna. Juan Carlos de Borbón ha dejado a Pedro Sánchez en bragas ante Europa, justo cuando España más necesita Europa…
Y ya sabemos lo que van a hacer los medios de Madrid. Van a desviar toda la culpa de la situación a los europeos del norte, como han hecho en gran medida con respecto al los presos catalanes: los jueces en España «hacen su trabajo» pero los jueces en Alemania y Bélgica «están tramando contra España» o son anti-españoles también – es una especie de delirio de grandeza muy extendido en España. Todos los países tienen muchos problemas para estar tramando contra España, que es un país mediano europeo más…
Pero van a ir por la vía nacionalista, que nunca falla, para echar la culpa de todo a los europeos del norte, y eso es jugar con el fuego. Pero si Juan Carlos de Borbón da 60 millones de propina a su ex-novia, ¿cuanto tendrá en total? Billones de euros tal vez… cualquier Estado serio estaría investigando el asunto a fondo, no cabe otra. Sin embargo, no es así…
En cuanto a los escritores, no puedo estar de acuerdo con usted. Son señores que ganan mucho dinero con su libros, no son meros periodistas que necesitan trabajar y ganar el sueldo. Defienden una Régimen que ya sabemos fuera de cualquier duda es corrupto desde su fundación y algunos emplean un discurso xenofobo en contra extranjeros cuando criticamos la realidad nacional.
Nadie les obliga a hacerlo, y nadie les podría reprochar si optasen por callarse y no opinar, pero no es así. Son los guardianes de la imagen del Régimen de 78 tanto en el Reino como fuera, y mienten continuamente por lo activo o por lo pasivo sobre la situación actual, bastante preocupante en muchos sentidos desde cualquier óptica ya….
Cuando los escritores mienten en ese sentido, ya han dejado de ser escritores, ya se han convertido en otra cosa… en políticos, o comisarios culturales…
Te repites más que el ajo, no hace falta que copies y pegues un mensaje previo autocitándote. La independencia de criterio de esos escritores e intelectuales está más que probada, lo que no puedes pretender es que no tengan ideología, algo privativo de cualquier persona.
Ernest, parece que le dan cuerda.
«…todos unos señoritos vendidos al Poder que han jugado un papel fundamental en engañar extranjeros gilipollas como yo que hemos creído lo de que España es una democracia como cualquier otra en Europa… No lo es.»
¿Usted ve como es un prepotente que se cree superior?
Me encanta, este tío es un cachondo. No hay más que leer lo que le molesta a don mínimo.
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Una buena vara para todos los que comentan aquí…
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Tres cuartos de hora después, fumaba un cigarrillo junto a la piscina de la casa de Miguel y pensaba en Silvia. Redención. Ramon de España. Fin. . . Buen libro. . Fin. . Fin. . . Para mi. . .