Aparecen sin avisar, generalmente en algún rincón marginal de una página web, pero siempre acabamos clicando. Nos referimos a esas listas sobre las lenguas «más difíciles del mundo»: desde una misteriosa tribu africana que reproduce consonantes con los párpados hasta los esquimales y sus tropecientas palabras para «nieve» (lo último es verdad). De cuando en cuando se incluye el vasco en el ranking y a nadie le parece raro; hay tanta «k», tanta «rr» y «z»… Cuando lo escuchamos nos parece aún más extraño. Solo sabemos que no es klingon porque, de cuando en cuando, hay un par de «hostia(s)» o algún «mecagüendios».
Lo cierto es que casi todos sabemos que esto de las lenguas «fáciles y difíciles» no es más que una artimaña para atraer al lector; que la dificultad a la hora de aprender una segunda lengua estriba en la materna. Si pensamos en castellano nos resultará mucho más fácil aprender catalán o italiano, pero estas serán mucho más difíciles para un hablante nativo de chino, o de quechua. En el caso del euskera, a muchos castellanohablantes que sudan sangre para aprenderlo les consolará saber que sus escasos avances no se deben a una deficiencia cognitiva: el lituano, el urdu, hasta el mismísimo tocario B —hablado en Asia Central y extinto desde el siglo VIII— serían pan comido al lado del vasco. Esto obedece a que todas ellas pertenecen a un tronco común de lenguas al que llamamos «indoeuropeo». Se extiende por toda Europa, llega hasta la India y Pakistán pasando por Irán y, si el tocario B siguiera hoy vivo, tendría una ramita en China.
Todo esto lo sabemos porque alguien se dio cuenta un día de que algunas palabras básicas en diferentes idiomas resultaban extrañamente similares a pesar de las distancias geográficas. «Madre» era mater en latín, mathir en irlandés, matar en la India… Las vocales mutan o, simplemente, desaparecen; es a las consonantes a las que deben mirar. A veces ocurre que una «k» se convierte en «g», una «t» en «d», o viceversa, pero son siempre mucho más fiables. Un ejemplo bonito es el moloko con el que se ponía Malcolm McDowell en La naranja mecánica; viene del ruso молоко, ‘leche’. Quiten las vocales y se quedarán con la secuencia m-l-k, como en el inglés milk. «Leche» (del latín lac) no encaja aquí, pero sí cuando aprendemos que los romanos también usaban el verbo mulgere, ‘ordeñar’. Sin embargo, el esne del vasco se desmarca totalmente del tronco común indoeuropeo.
Se calcula que se hablan entre seis mil y siete mil lenguas en el mundo, la mayoría de las cuales están clasificadas dentro de familias lingüísticas. Además de la indoeuropea —esa es la más grande—, está la amerindia, que engloba a las lenguas indígenas del continente americano; la afroasiática, donde encontramos el árabe, el hebreo o el bereber; la caucásica, la austronesia…
Lo que ocurre con el vasco es que seguimos sin encontrarle ningún pariente: es lo que se conoce como lengua «aislada». Hay otras «huérfanas», como el burushaski (India) o el ainu (Japón). Un censo de 2009 estimaba en apenas una docena el número de hablantes nativos de estos japoneses que, además de por su lengua, son, o eran, fácilmente identificables por una cantidad de vello corporal mucho mayor que la de sus vecinos. Las fotos antiguas de japoneses con barba son casi siempre de ainus.
Tampoco hay cifras exactas de lenguas aisladas en el mundo, pero serían en torno a un cero coma cero algo por ciento del total. En el caso del euskera, hablamos de la única superviviente de todas aquellas barridas por las tribus indoeuropeas. Llegaban desde más allá del mar Negro y accedieron al continente en diversas oleadas, y durante milenios. Una piedra de Rosetta en latín, ibero y vasco ayudaría a desentrañar el origen de las dos últimas —el ibero también es un misterio—. Hasta que demos con algo concluyente, el vasco seguirá siendo la única lengua viva aislada de Europa.
Nos saltamos el capítulo sobre el origen del euskera porque siempre arroja muy poca luz, pero sí podemos explicar por qué resulta tan difícil para alguien que lo estudia desde el castellano. Centrémonos en tres de sus características más divergentes de la lengua de Cervantes.
Tres toros, tres
Al igual que el resto de las lenguas indoeuropeas, el español se vale de partículas como preposiciones y artículos que nos ayudan a articular ideas y distribuirlas en el discurso. Estos asistentes también existen en el vasco, pero no son elementos independientes, sino que se ensamblan a las palabras: emakume, ‘mujer’; emakumea, ‘la mujer’; emakumearen, ‘de la mujer’; emakumearekin, ‘con la mujer’… Y así hasta virguerías como emakumearenganako, ‘para con la mujer’. Ahora ya entienden por qué abundan los vocablos kilométricos en el euskera.
Otras lenguas que comparten esta particularidad —se llama «aglutinación»— son el guaraní, el turco o el japonés, al que también se considera lengua aislada. Buscando en internet encontramos que el klingon (han leído bien) se suma a la lista de las lenguas que no pueden vivir sin afijos. Seguimos.
Una vez que sabemos cómo se construyen las ideas más básicas, solo queda ordenarlas en la oración. Mientras que el orden natural de las palabras en español es sujeto-verbo-objeto («Yo he comprado un libro»), en vasco el verbo tiende a ir al final. Si tradujéramos Nik liburu bat erosi dut respetando el orden castellano de las palabras, nos encontraríamos con un ‘Yo libro un comprado he’. Poner el verbo al final no es algo demasiado raro. Los romanos lo hacían y aún quedan lenguas indoeuropeas como el armenio o el kurdo que conservan la secuencia.
Los que se quejaron alguna vez de que el inglés era una lengua difícil probablemente no hayan llegado hasta aquí, o estarán ya a punto de abandonar. Para el resto, prepárense para cruzar el Rubicón: están a punto de recordar con nostalgia cómo uno podía aprobar Lengua de BUP y COU, y con nota, sin llegar realmente a saber qué era eso de la morfosintaxis. La que escribe estas líneas da fe de ello, y también de la regresión que supone tener que refrescar conceptos como el de «transitividad verbal» para producir la frase más simple en vasco sin riesgo a equivocarse. Vamos allá: «comer» es un verbo transitivo, porque comemos pan, lomo, croquetas… Resulta necesaria la presencia de algo sobre lo que se realice esta acción. No es el caso de «ir»; una va a algún sitio, adonde sea, pero no va algo. Esta es una acción intransitiva.
Tanto en español como en inglés puedo decir «yo he ido» o «yo he comido», I have gone o I have eaten, y ni el pronombre personal ni los auxiliares «he» y have se despeinan; no cambian ni de forma ni de lugar. Pues bien, ni (‘yo’ en vasco) se convertirá en nik si uno come algo (o bebe, o fuma, o lee…). Por si fuera poco, el verbo auxiliar también mutará como marca la transitividad. Así, ni joan naiz, ‘yo he ido’, pero nik jan dut, ‘yo he comido’, siendo joan y jan los verbos principales, y naiz y dut los auxiliares (el «he» del castellano). Para entender el complejo concepto de la «ergatividad» seguro que tienen que leer dos o tres veces este párrafo, pero lo conseguirán.
Podríamos seguir con multitud de ejemplos más que hacen que el vasco resulte apabullantemente difícil a los hispanohablantes. Podemos adelantar que solo aquellos valientes que se atrevan a iniciarse en los arcanos de la oración de relativo en vasco —curiosamente, idéntica a la del turco— llegarán a valorar la sutil belleza indoeuropea del castellano: basta blandir un simple «que» entre sujeto y predicado (de «el hombre ha venido» a «el hombre que ha venido») para solucionar la papeleta sin causar mortandad.
A todos nos parece que nuestra lengua materna es la más clara, y ese es nuestro termómetro para medir el grado de dificultad de las demás. A los vascoparlantes, a los chukchis de la península de Kamchatka, e incluso a la docena de hablantes fluidos de klingon (datos de 1996) también les pasa.
El japonés ya no es una lengua aislada. Parece demostrado que es pariente lejano del coreano. Aún hay quien lo discute, pero la mayoría de lingüistas se van convenciendo. Eso sí, parece que ese par carece de otros parientes.
Para que la caterva de más abajo no crea que soy un talibán sin conocimiento, simplemente comentar que la relación entre el japonés y el coreano es una teoría espúrea que, según la mayoría de los filólogos, tiene su origen en la influencia que un grupo de lenguas japónicas habladas hasta el siglo IX en el sur de la península de Corea pudo tener sobre el coreano. Como bien dice usted, incluso si esas dos lenguas estuviesen emparentadas formarían una sola familia.
Sobre el japonés seria conveniente indicar – a modo de puntualización tanto a su comentario como al texto, implecable – que es debatible hablar de una lengua aislada o de una familia aislada. Me explico: son bastantes los lingüístas que hablan, incluso en la actualidad, de lenguas japónicas, siendo la más importante pero no la única la que conocemos como japonés estándar. El caso del coreano sí parece ser una lengua aislada, aunque hay una teoría, que se presenta por primera vez en 1986, que lo relaciona con las lenguas altaicas. Teoría esta que no está descartada y que parece adquirir, lentamente, más fuerza.
No soy lingüista, pero los que conozco me dicen que hay modas hasta en su disciplina. Y la existencia misma de la familia de lenguas altaicas es un Guadiana que aparece y desaparece. Además, el japonés y el coreano, como el ainú, me dicen que entran con calzador en esa pretendida familia.
Por otra parte, no voy a entrar en la trampa de la imposición o no imposición. Eso es política, a menudo de la más baja, no lingüística.
Ganas de resucitar muertos.
Que para los filólogos, bien y bonito, pero para la gente del común…
Qué ganas de gastar dinero (público).
Ojo, que no digo que se prohíba, ni que se discrimine, ni que se arrumbe…, pero que de los pozos secos no se saca agua.
Ni tampoco nada de su cerebro.
Como hablante de una lengua MINORIZADA estoy hasta los mismísimos gente como usted. No será usted un racista, ni un misógino, ni un homófobo. Lo que si es es un liguocida. Un Hitler lingüístico que cree en la superioridad de unas lenguas y unas culturas (la suya) sobre otras.
A lo mejor te has pasado un poco… yo no estoy de acuerdo con lo expresado en el comentario al que respondes, pero de ahí pasar a los (des)calificativos personales conlleva cruzar un límite… o eso creo yo…
No, no me pasé. Siempre se saca el tema de dinero público (más abajo kilgore), como si la gene no hablase la lengua X porque sí, sino porque le pagan y se mantiene con subvenciones… subvenciones para el Instituto Cervantes, por ejemplo. Mentar el diner público hablando de lenguas minorizadas (palabra inventada según el… de más abajo) es como hablar de pedofilia al tratar la temática LGBTI, ni más ni menos. Lo mantengo: son unos hitlers de las lenguas porque de lo demás está mal visto.
Coincido con acerico. Es triste que una lengua se pierda. Pero se trata de organismos vivos y, como tales, evolucionan. Y son susceptibles de extinguirse. Es ley de vida. Nadie manda sobre eso.
Y, sí, me fastidia que la gente busque formas de no entenderse, en lugar de lo contrario. Más cuando el sustrato lingüístico siempre se cobra un precio.
Para tratar el darwinismo fuera de la biología, como usted hace, hablando de evolución, extinción, etc. habrá que primero conocer bien el darwinismo. En IGUALDAD DE CONDICIONES sobrevive el más apto.
El artículo 3 de la constitución ya elimina esa igualdad de condiciones, luego no sobrevive el más apto, sino se hace que una (lengua, especie… es su metáfora) se imponga sobre otra.
De verdad, señores, no opinen con el argumentario mesetario del siglo XX.
Una cosa es matar algo y otra cosa no querer mantenerlo con vida artificialmente. Ojo que yo entiendo que hay gente que vive (y bien) de este tipo de telares. Y que la riqueza cultural es algo que hay que defender. Pero de ahí a hacer de esto razón de existencia y ponerlo por delante de otras cosas, la sanidad sin ir más lejos ahora que estamos con el agua al cuello, va un trecho.
Y ya que va de lenguas el tema, como molan los retorcimientos que hacéis con ellas. Minorizada. Qué bonita palabra inventada.
Reconocimientos que les hacemos… matar algo y no querer mantenerlo. El experto en eugénesis kilgore dando lecciones de moral. El señorito del latifundio lingüístico explicándole al jornalero que es trabajar.
Nadie, nadie pone la lengua por encima de la sanidad, señor votante de Cs escribiendo desde una comunidad monolingüe o desde su infecto rincon de cuarentena. Nadie. Para ser médico en (escoja usted el mordor que quiera) es necesario a) tener un título de medicina b) pasar unas oposiciones y c) cumplidos a y b, tener conocimientos de una lengua OFICIAL dan más puntos. Creo que usted cree que todos tienen el retraso intelectual que usted muestra, y que tras a y b aprencer c es imposible (o, como en su caso, dirá que no vale para nada… excepto conseguir un trabajo). Si va al neurólogo le reconocerá su obtusidad mental en un impecable castellano.
A ver si lo entiendes, expendedor de certificados de sanidad mental. Cuando digo que es más importante la sanidad que las dichosas lenguas me refiero a que un montón de recursos que se destinan a la importantísima cuestión de insuflar vida a las lenguas vernáculas podrían destinarse al sistema sanitario público. No a que tu médico te hable en tu dichosa lengua minoritaria en vez de que lo haga bien. Pero ya que lo recuerdas, un punto para ti.
Lo de las menciones al Instituto Cervantes ya es de nota. Supongo que jode que el castellano tenga la fuerza que tiene en determinadas aldeas mentales.
Ya lo de determinar mi cociente intelectual, mi lugar de confinamiento, ni inclinación de voto después de leer cuatro líneas, u encima sin dar ni una…..Cada vez tengo más claro que la inveterada manía de casarse entre primos una y otra vez no lleva a nada bueno.
Y por cierto, Nostradamus, minorizada no aparece en el diccionario de la RAE. Sal a dar una vuelta y ventílate.
De nada, hitler de barrio:
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Lengua_minorizada
Traca el presupuesto del Cervantes, y luego las otras lenguas viven de subvenciones. Pero claro, es usted el cerdo de la granja de Orwell. Límpiese el hocico con el diccionario de la RAE.
No els hi facis molt de cas , d’on no hi ha no raja…….
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Lengua_minorizada
¿Qué tendrá la derecha con estar siempre eliminando una de dos posibilidades sin que haya motivo alguno para ello?. Es tan propio de sus cortísimas mentalidades… O sanidad pública o fomento de una lengua, como si ambas cosas tuviesen nada que ver entre ellas y como si no pudieran (Y DEBIERAN) ser simultáneas. Siempre dando a elegir entre dos cosas sentenciando a muerte una porque sí, porque a ellos les viene en gana. Y luego siempre ese pensamiento-trampa: que si tal dinero se destinase a lo que YO quiero que se destine por el bien de la patria que a MI me sale de los cojones morenos. Un dinero que, por supuesto, nunca es el robado por ellos mismos. ¿Qué tendrá la derecha con la destrucción sistemática de la cultura?…
Menuda sarta de barbaridades, me parto especialmente con el tema de «en lugar de gastar dinero en lenguas (en las otras claro, en la tuya es correcto hacerlo) hay que destinar ese dinero a sanidad» ….
Soy enfermero y las estamos pasando putas, pero esa afirmación es una chorrada súprema; intenta averiguar (haz algo) cuanto es el presupuesto destinado a aprendizaje de lenguas propias y nacionales y comparalo con el mpresupuesto de sanitat, asi veras la ridiculez de la que has hecho gala, con el presupuesto linguistico no te llega ni para la campaña de vacunación de la gripe …..
Por otro lado curioso que en lugar de soltar un «que dejen de robar los putos corruptos» y ahi SI hay pasta para mejorar la sanidad vas y le quieres rebanar la cabeza a euskera, catalá etc ….. menuda cojera oiga ,,,,,,
Conozco a un ilustre y eminente filólogo, lingüista, filósofo y finalmente, magnífico escritor, cuyo nombre obviare por discreción , que escribió un magnífico ensayo sobre el euskera : ‘El euskera….y la madre que lo parió».
Al menos tan ilustre y eminente, y sin duda más digna y orgullosa, que aquella de cuya entrepierna el filólogo, lingüista, rebanapanes y juntaletras rancio y casposo emergió entre hedores insoportables. Con discreción se lo cuento, oiga.
Ni soy yo, ni eres tú, ni leches. Porque los vascoparlantes somos plenamente conscientes de la dificultad que supone aprender euskera para los castellanohablantes por las enormes diferencias entre ambas en su morfología y sintaxis. Una dificultad que por cierto, también solía , y suele ocurrir, con muchos habitantes de edad avanzada de zonas rurales y poco predicamento hacia la ciudad. Gentes que, por cierto, debido a sus dificultades con el castellano históricamente han sido objetivo de burla y escarnio al menos tanto o más que los que proclaman ser menospreciados como «maketos». Pero que aprender el euskera de forma no materna resulta inicialmente mas dificultoso que otro idioma es algo que tenemos bien presente. Ahora bien, tampoco es que sea poco menos que sacarse una carrera en astrofísica, tal y como quieres dar a entender con ese tono jocoso tuyo y que poca falta nos hace. Una vez pasado lo chocante que resultan las conjugaciones de los verbos, y familiarizarte un poco con el orden y los tiempos verbales, tampoco resulta tan difícil a nivel de léxico o fonético, y mucho menos disponer de unos conocimientos mínimos para poder defenderse y hacerse entender a nivel oral. Porque los que más ladran contra el euskera acostumbran a ser aquellos que habiéndose establecido desde muy jóvenes en Euskadi después de pasarse una vida entera no saben ni decir «agur» o «egunon» en euskera.
El euskera y el castellano llevan coexistiendo muchos siglos ya desde tiempos pretéritos de la latinización de la península, y ya en su forma documentada documentada al menos desde la Edad Media. Por ello ha existido una larga influencia mutua entre la lengua castellana y el euskera durante el cual ambos han ido adaptando multitud de trasvases y prestamos lingüísticos (sobre todo a nivel léxico/fonético) y que pueden facilitar el aprendizaje y el entendimiento a nivel de comunicación oral sin demasiadas complicaciones, solo hace falta poner el oído y tener algo de ganas para chapurrear euskera. Un manejo avanzado en su uso sería otro cantar que requiere más esfuerzo.
Pero desde luego, además de su condición de legado cultural en la tradición vasca, el euskera es una lengua vehicular reconocida oficialmente por las instituciones y de un uso generalizado y que se encuentra muy viva y activa en amplias zonas del interior de Euskadi. No es una especie de códice arcaico de uso secreto y testimonial tal cuyas runas escritas solo pueden comprender los experto o algo, y como se da a entender con recochineo en este planteamiento.
Por no hablar de la sobreexplotada falacia del médico, el habitual recurso de los mediocres y usado de forma recurrente por los Riverita de turno. Requiere cierta indigencia mental y mucha predisposición hacia ello, como se ha visto en esta misma sección de comentarios, para creerse de veras y seguir dando cuerda aquello de que un buen médico o profesional que trabaje en el sector público pueda verse relegado meramente por el conocimiento del euskera (o catalán/galego). Y lo digo siendo yo trabajador en primera persona del singular del Servicio Vasco de Salud y teniendo conocimiento de primera mano de como funciona la administración en este aspecto, siendo el conocimiento euskera (al igual que el ingles, francés u otras lenguas relevantes para la población vasca) un factor que contabiliza como mérito y no obligatorio, y los puestos perfilados están destinados a zonas con fuerte uso vascoparlante y ni siquiera se cubre bien en la práctica. O sea que en todo caso en vuestra pretendida falacia serían ambos buenos médicos con notas parecidas y el plus que supone el conocimiento de otro idioma sería lo que desequilibrase la balanza. Pero vamos, que le importarán estos detalles a gente que para empezar no tiene ni repajolera idea de lo que se gasta una comunidad autónoma en la tutela y protección de un idioma histórico que porque lo considera intrinsicamente propio y se encuentra en desventaja, la misma gente que seguirá no teniendo ni repajolera idea cuanto se gastará el Instituto Cervantes y similares en su misión de difundir y promocionar la lengua española ya sea en la península como allende los mares. El típico cuñadismo de bar casposo de siempre cuando se trata de las lenguas minoritarias en el estado, de la mano de gente que los únicos conflictos en derechos lingüísticos que es capaz de entender son los que le conciernen a él, y que si el razonamiento cuñadista de barra de bar de que los idiomas son para comunicarse y que es de lógica decantarse por el más extendido, lo lleváramos aun nivel mayor y se propusiera el ingles como única lengua vehicular para el bloque occidental, no renunciarían a su castellano tradicional ni por el forro de los cojones.
que le pudieran
concernerley que si llevaramos al másx
icos que es capaz de
Te has quedado a gusto. Comparto bastantes puntos de vista (el idioma es cultura, por resumirlo de una manera breve e injusta), pero en la Comunidad Valenciana el tener el titulo de Valenciano, si bien es un mérito sobre el papel, realmente es un requisito si se quiere optar a conseguir plaza (sector salud pública;y no en zonas rurales, todo lo contrario). Me parece una auténtica vergüenza que en el baremo de méritos puntúe más el conocimiento del valenciano que haber publicado libros, dado conferencias o incluso tener un doctorado. En la enseñanza (que también conozco de primera mano por mi familia) la cosa cambia, es condición sin qua non. A esto unos le llaman cultura o idiosincrasia, otros racismo: que no venga ningún madrileño o andaluz a quitarme mi plaza (eso sí, luego no dicen nada de la falta de requisitos en esas comunidades). Agur.
Defender y fomentar esas lenguas minoritarias darían lustro a esta supuesta avanzada civilización occidental.
En todas las culturas hay patios.
Los patios, en todos los idiomas, tienen ese abandono del mundo que son más entrañables si tú los miras de noche, pues es ahí, en las sombras azules, que no logras identificar los bordes, todo se une, los mosaicos y las rosas, las manos de los árboles y el aire, y te das cuenta de que a la vida no le sirve tanto espacio, y arriba, muy en lo alto, la esférica que brilla cuidando su majadita de cristales. Y si los patios tienen además un aljibe, ¡madre mía, que hermosura!, calcular el infinito en el ojo profundo y oscuro de la tierra, descubrir la guarida de la luna, con un dedo la tocas, con un dedo la mueves, y si luego hay alguien que lee, con las espaldas curvas, poca la luz, la que basta para extraviar el alma, bueno, “os” digo que esos patios catalanes o andaluces te sacan la calma.