Tan alarmante o más que la propia pandemia del coronavirus Covid-19 es el hecho de que nunca se hable de su causa última, que no es otra que el especismo: la explotación, el hacinamiento, la tortura y la canibalización masiva de animales no humanos.
A pesar de precedentes tan graves como el síndrome de las vacas locas, la gripe aviar o la peste porcina, a pesar de que la industria cárnica es una de las principales responsables de la deforestación y del cambio climático, nos resistimos a ver que el especismo no solo es una aberración ética, sino un auténtico suicidio colectivo desde el punto de vista ecológico y sanitario. Las vacas, los cerdos y los pollos son las tres especies más —y más despiadadamente— explotadas por la industria alimentaria, y no es casual que cada una de ellas haya dado lugar a una catástrofe sanitaria reciente, en lo que se podría considerar una terrible forma de justicia poética.
Los biólogos llevan años advirtiendo de que un animal estresado es un vehículo idóneo para todo tipo de patógenos; por una parte, el estrés deprime el sistema inmunológico, lo que facilita la proliferación de virus y bacterias, a la vez que propicia las mutaciones; y, por otra parte, los animales estresados se rascan, se autolesionan, defecan incontroladamente, y todo ello contribuye a la dispersión de los gérmenes en el entorno. Y cuando ese entorno es un lugar atestado de humanos y no humanos, como un mercado de animales o una granja de explotación intensiva, la mutación de virus y bacterias y su propagación interespecífica es un riesgo permanente.
Independientemente de que fuera o no el pangolín el huésped intermedio entre el murciélago y el ser humano, o de que el mercado de animales de Wuhan fuera o no el foco inicial de la pandemia, los expertos consideran muy improbable que el virus pasara directamente de los murciélagos a los humanos (por no hablar de las teorías conspiranoicas) y creen que, con toda probabilidad, el reservorio intermedio del Covid-19 fue algún animal doméstico; y no precisamente una mascota, sino alguno de los animales que hacinamos, torturamos y devoramos de forma sistemática, sistémica.
Lamento profundamente el sufrimiento y las muertes que está provocando esta pandemia (y no solo por motivos altruistas, puesto que, por mi avanzada edad, formo parte de la población de riesgo); pero, en la medida en que es la consecuencia directa de un especismo tan extendido como despiadado, nos la merecemos, igual que nos merecemos el cambio climático, igual que nos mereceremos la extinción de nuestra especie si no tomamos medidas drásticas y urgentes para detener las actuales conductas autodestructivas. Y una de esas medidas, una de las más urgentes e importantes, es dejar de torturar, matar y devorar a los animales no humanos.
No son las vacas las que están locas, sino los humanos que se las comen.
¿Y qué tiene que ver lo anterior con la corona? Si hubiera que definir el nexo con una sola palabra, esa palabra sería «negación».
En psicología, se denomina «negación» al mecanismo de defensa por el cual una persona —o una colectividad— se resiste a aceptar determinados hechos o aspectos de la realidad cuya asunción la obligaría a cambiar de conducta. Si aceptamos que el consumo de productos de origen animal es una de las principales causas de la deforestación, del cambio climático y de las catástrofes sanitarias, no podemos comer carne sin sentirnos culpables. Y si aceptamos que el denominado «rey emérito» ha amasado una fortuna por medios ilícitos y es cómplice de los tiranos del norte de África y de Oriente Próximo, no podemos aceptar la monarquía sin sentirnos, cuando menos, estúpidos.
Se sabía desde hacía mucho tiempo que Juan Carlos Borbón elogiaba públicamente a Franco, uno de los dictadores más sanguinarios del siglo XX (¿qué pensaríamos si Angela Merkel elogiara a Hitler?), y que se había enriquecido desmedidamente, por no hablar de sus adulterios flagrantes y sus matanzas de animales de especies protegidas; pero hasta que sus delitos económicos no han sido denunciados por los medios de comunicación extranjeros, nadie —o casi nadie— quería darse por enterado.
Y ahora que la verdad ya es imposible de ocultar, relativizar o minimizar, entramos en la fase de la posverdad. Ya no se puede ocultar los hechos, los obstinados hechos, pero se puede mirar hacia otro lado. Juan Carlos Borbón dejará de salir en la televisión y en las revistas del corazón, y nos olvidaremos de él y de sus fechorías; y es probable, por tanto, que, cuando nos despertemos del sueño de la razón la corona siga ahí.
Esperemos que no ocurra lo mismo con el Covid-19. El rápido aumento del vegetarianismo y el antiespecismo en los últimos años es un dato esperanzador, como lo es la creciente implicación de las/os jóvenes en la lucha contra el cambio climático. Pero no podemos bajar la guardia ni un momento, no podemos descuidar ningún frente en la batalla por la preservación de la naturaleza; porque, de lo contrario, cuando nos despertemos el corona también seguirá ahí.
Fuerza y honor, Maestro…
Gracias por el artículo. Alguien tenía que decirlo. :-)
Gracias a ti. Afortunadamente, cada vez hay más personas que lo dicen; pero no suelen tener acceso a los grandes medios de comunicación.
Entre nuestras piezas dentales existen colmillos, eso quiere decir que a pesar de que no queramos nuestro cuerpo para estar sano necesita ingerir proteínas animales, no intento criticarle, solo digo una obviedad, en un futuro (próximo?) La carne artificial creada en factorías será los suficientemente barata para alimentar o satisfacer la demanda planetaria, (habrá fraude sin duda, siempre lo hay) escribo yo, cuyo sistema inmunitario tiene que ser deprimido para seguir viviendo con normalidad, cuyos intestinos me juegan malas pasadas en cuanto en mi dieta se cuela algo indebido, y que miro con envidia a la gente que se atreve a comer de todo sin miedo, y disfruta de todos los sabores y aromas que el mundo ofrece…para mí es un martirio y un tormento…si hubiera nacido en Esparta me habrían tirado al pozo.
En estos tiempos del Corina Virus ( Uy! Perdón) Corona Virus he acudido a mi puesto de trabajo, por qué no quiero que en mi empresa sepan de mi estado de salud, ya que a pesar de que detesto y odio a mi empresa, con sus jefes incompetentes y trepas, puestos a dedo por sabe Dios que consanguinidad del INI o el SEPI, adoro mi oficio…pero más quiero a mi familia y es mi debe llevar una paga para mantenerla.
¡Uy…! Como le lea a usted don Bartolomé…
Es evidente que somos omnívoros; es más, la posibilidad de comer de todo seguramente nos ha salvado de la extinción, y muy concretamente el canibalismo (en épocas de carestía puede ser muy «saludable» comerse a los enemigos); pero el hecho de que tengamos una opción no significa que debamos ejercerla necesariamente. También tenemos la opción de comer gusanos y babosas crudas (lo que ha salvado la vida a más de un explorador) y no necesitamos hacerlo. Por otra parte, no existen las proteínas animales, como no existe el azúcar animal. Hay proteínas de origen animal, pero no específicamente animales. Al comer carne, ingerimos los mismos aminoácidos que al comer legumbres y cereales, aunque en proporciones y combinaciones distintas. Hay 8 (o 9, según algunos) aminoácidos esenciales que necesitamos ingerir para sintetizar todas las proteínas de nuestro organismo, y la fuente más saludable es una combinación de legumbres y cereales, y por eso todas las culturas tienen alguna en su dieta tradicional (maíz con frijoles, arroz con soja, pasta con garbanzos…). Gracias por el comentario.
Por suerte, en la actualidad ya no es necesario ingerir carne para vivir con salud plena. Incluso comerla a diario puede ser contraproducente para la salud humana. Por otro lado, me parece interesante lo que apuntas de la carne creada a partir de células madre. En mi opinión abre un debate interesante.
Siento que lo estés pasando mal, mucho ánimo y felicidades por luchar por tus seres queridos.
Yo llevo sin ingerir proteínas animales más de 12 años, y estoy perfectamente. De hecho, en ciertos aspectos, estoy mejor que antes. No estoy de acuerdo con lo de los colmillos. Y, por lo que he visto, hasta los perros pueden ser veganos; conozco gente que tiene perros veganos y viven aún más que la media.
Enhorabuena, Óscar. Larga vida y prosperidad.
Sin negar que como omnívores, forma parte de nuestra evolución como especie, mostrar el canino de nuestra dentadura como salvoconducto para asesinar y deborar a no humanes, es como señalarse la entrepierna como justificación de una agresión sexual.
Muy loable actitud. Pero no olvides que fue la propia Naturaleza quien nos hizo así. Vemos depredadores que matan y se comen a sus víctimas, muchas veces devoradas y destripadas vivas. Los animales no domésticos sí que pasan estrés, incluso los depredadores pueden ser, a su vez, depredados. Tienen que comer y beber en estado de completa vigilancia. Pierden la mayor parte de sus crías en las fauces de otro animal… Los bebés deben aprender a correr al poco de nacer o serán pasto de cualquier depredador…y nosotros somos en esencia depredadores. Cierto es que, al ir desarrollándose nuestra supuesta superior inteligencia, deberíamos ir poniendo fin a nuestra parte «carnívora» por empatía con nuestros compañeros de viaje, los animales. Pero aún no estamos preparados para eso, no a nivel global. Recuerda que muchos pueblos no tienen opción y tienen que cazar lo que puedan para sobrevivir. Esto requerirá pues mucho tiempo, si es que llega a producirse.
La naturaleza nos hizo omnívoros -y caníbales, durante milenios- y debemos agradecérselo, pues de lo contrario no habríamos sobrevivido. Pero somos humanos y civilizados en la medida en que superamos, o al menos controlamos, los condicionamientos de la naturaleza. El hecho de que los hombres más fuertes se quedaran con las mujeres propició la evolución de nuestra especie; pero igual que ahora nos emparejamos de otra manera, también deberíamos relacionarnos de otra manera con los demás animales. Y en la actualidad, los inuit y los lapones son las únicas sociedades que dependen de la carne y el pescado para comer; en el resto del mundo, como en la Edad Media, en general la carne es un lujo reservado a los ricos. De hecho, la mayoría de la población mundial come muy poca carne; son los países ricos los que han exacerbado el consumo de carne y productos lácteos.
Genial artículo. Gracias por escribir lo que muchos pensamos.
Lo que más pena me da es el mundo que estamos dejando a las niñas y niños, ellos sí que no se lo merecen.
Efectivamente, esa es nuestra mayor culpa y nuestra principal razón para tomar medidas urgentes.
Sin olvidar la explotación a la que sometemos a los animales, no sólo como alimento. Animales como los caballos, burros, toros, vacas y las sufridas mulas…se han usado como animales de carga hasta la extenuación y muerte muchas veces. El caballo y otros, incorporados en nuestras guerras como carne de cañón…y luego está la parte dedicada a nuestra diversión, lo que ni mencionar quiero.
Será difícil desarraigar de nuestras salivas la evocación de esos sabores que nos llevaron a la superioridad animal. Es una condena que, como tal (y jamás como en estos momentos), nos tendría que obligar a reflexionar en nuestros encierros. Pareciera que todo comienza a ser, de manera trágica, un poco más transparente para entender, y en lo posible rasgar ese velo que nos acompaña desde siempre: el no respeto por los tres reinos existentes. Por lo menos veo que la voz de la ciencia comienza a ser respetada como jamás ayer. Sobrecogedoras las palabras de Bergoglio de frente a una plaza vacía y gris: “estamos en la misma barca y se aproximan tiempos oscuros”. Tienen el mismo efecto de esas curvas racionales de estadísticas que no hacen más que empinarse. Pienso que tendríamos que cambiar drásticamente todos nuestros parámetros culturales, comenzando desde la literatura y explicar a los futuros lectores de la Ilíada y Odisea que no son los inicios literarios de una inigualable civilización, sino una de las mejores prosas de nuestra insensatez, que festejar una victoria militar con una hecatombe (¡cien toros!) era una barbarie propia de nuestros inicios. Parecía que había más toros que griegos. (perdón por la comparación tragicómica). Lo veo difícil porque somos lo que somos y después de esta crisis nos la olvidaremos. “Siempre pienso en el bien pero actúo para el mal”, escribía San Pablo. Espero que no. Gracias, Carlo.
Gracias a ti por el inspirador comentario. Está cruda la cosa, sí. Pero si, ya que lo citas, Saulo pudo convertirse en Paulo, también podemos transformarnos nosotros, ahora que la naturaleza nos pregunta con redoblada insistencia: «¿Por qué me persigues?».
Y hablando de la evocación de sabores, yo aún no he conseguido desarraigar, después de sesenta años, el recuerdo -y la tentación- de la mortadela de mi Bolonia natal y el queso parmesano. Pero renunciar a ello es un precio nimio a cambio de un mundo más justo y más sano. O, llegados a este punto, sencillamente sostenible. Tenés que replantearte esos asados, che.
Hoy día es más fácil encontrar alternativas veganas a nuestros antiguos sabores «arraigados»; el seitán bien preparado, el estofado de tempeh, la soja texturizada con sofrito de verduras, etc… Yo, por ejemplo, a veces visito páginas de facebook como «Platos veganizados» donde se muestran platos muy ricos que hacen que no se eche en falta el antiguo sabor de la carne. Y ahora que tenemos más tiempo para estar en la cocina… Saludo.
Su artículo va en sintonía con los tiempos que corren. Y de algún modo, gira en torno hacia el cambio de actitud del animal humano ante su propio ser. Es muy interesante. Me encanta conocer la opinión de quienes están a veces en ciertos puntos, en las antípodas de mi pensamiento. Me enriquece y me ayuda a comprenderme a mí mismo y también a los que me rodean. El paralelismo entre la carne, los virus y la monarquía, me resulta un tanto abyecto y quizá un poco dogmático. Cuando se juzag y mezcla ciencia, política, moral, costumbres… sale algo que me recuerda a… RELIGIÓN. Con todos mis repetos. Gracias por el artículo.
Gracias a ti por el comentario. Estoy muy de acuerdo en la necesidad de contrastar opiniones diversas, pues nos enfrentamos a situaciones muy complejas que difícilmente se pueden abordar desde una única perspectiva, y menos aún explicarlas mediante un único «metarrelato», como se intentó a finales del XIX y principios del XX.
De lo que comenta Scattergories me queda la duda de ¿cómo tendríamos que hacer para que el juzgar, el mezclar ciencia, política, moral, costumbres no se transforme, no digo en una religión aunque laica, pero en un nuevo «espíritu del tiempo», en donde no se ignoren por intrascendentes las actitudes políticas, sociales, morales, éticas, etc.etc especialmente de quienes gobiernan? No somos islas, y cada una de nuestras elecciones se materializan por resonancia en los bordes de nuestra existencia civil y ética. Tal vez, para no caer en lo “abyecto” como dice usted somos demasiados remilgados, pertinentes, y precavidos, o sea, de alguna manera, piadosos y evitamos manifestarnos para no herir, o no queremos aceptar que somos parte de un todo. Valoro su comentario, aunque me parece que debido a este bendito rectángulo no podré jamás conocerlo en su totalidad. Gracias igualmente.
Con respecto al «mezclar», creo que es importante juntar sin revolver (en alusión a la conocida frase hecha «juntos pero no revueltos»). Es inevitable, incluso conveniente, que en un mismo discurso haya consideraciones éticas, políticas, científicas… siempre que no se confundan, siempre que quede claro cuándo se da un dato objetivo y cuándo una opinión personal, cuando se hace una observación científica y cuándo una valoración moral. Los derechos de los animales no humanos -y los de los humanos- son discutibles; las desastrosas consecuencias ecológicas y sanitarias de la industria cárnica son hechos objetivos.
En toda mi vida he visto muchos campos, pero nunca vi una vaca torturada.
¿No viste, por ejemplo, las vacas a las que cortaban las patas al vivo en un matadero de El Barraco (Ávila)? ¿No has visto de verdad lo que pasa en los mataderos: los de Egipto, los de Indonesia, los de Francia… o los de Ávila?
Yo he visto muchas calles y lugares públicos, y nunca vi maltratar a una mujer, ¿significa eso que no hay violencia de género? Y si pasamos al otro sexo, en el caso concreto de España es fácil ver torturados a los machos de las vacas en las infames «plazas de toros».
¿Dónde están?
De los miles de millones de animales que se han criado, transportado y matado durante el ultimo año, ¿Cuántos has visto? Si vives en una ciudad, es muy probable que ninguno. Sin embargo, imaginemos que vive en el campo. ¿Cuántas vacas has visto pastando en las colinas? ¿Un rebaño de cincuenta, si llega? ¿Y si te pregunto por los pollos, cerdos y pavos?¿Has visto alguno? ¿Cuántas veces los ha visto en la televisión, en revistas o en películas? Aunque comemos carne a diario, la mayoría de nosotres no nos paramos a pensar lo peculiar que resulta que podamos pasar toda la vida sin ver en directo ni uno solo de los animales que acaban convirtiéndose en nuestra comida ¿Dónde están?
«Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas.» Melanie Joy
Si el problema es invisible… nos encontraremos con invisibilidad ética. Carol J. Adams
Mezclese el coronavirus, el veganismo y un rey emérito con todas las taras de la familia. Agítese y …..
…una mezcla explosiva, como se suele decir. Y, de hecho, nos puede explosionar en las manos.
Pues yo te digo, Pablo, que tuve la horrible experiencia de ver en mis tiempos, en mi Argentina, carnívora por excelencia, la procesión de vacas, una detrás de otra, defilando dentro de una estrecho pasadizo de troncos, empujadas hacia el matarife que las esperaba (disculpen lo macabro) con una maza para fracturarles el cráneo. Pienso que sus reticencias desesperadas para avanzar era el olor a sangre que de alguna manera «sentían» de sus congéneres, el resultado de una tortura necesaria para nuestra alimentación que ahora se evita con muertes más rápidas y alejamiento expeditivo de la res, pero siempre hay olor a sangre en los mataderos. Ojalá que no sea cierto.
Muy lúcido este artículo, Carlo (como suele ser habitual). Me gustaría comentar varias cosas:
1) Se agradece que desde la izquierda de tradición marxista haya algunas personas como tú que denuncien la explotación animal. No es habitual; demasiada gente en la izquierda tradicional se tomaron demasiado en serio el desprecio de Marx hacia el trabajo de una abeja o un castor en comparación con el trabajo «del hombre».
2) Yo intento izquierdizar el veganismo y, a la vez, veganizar el izquierdismo. Desgraciadamente hay demasiado veganismo complaciente con el capitalismo, y hay demasiado izquierdismo que ridiculiza la preocupación por el dolor de las vacas, los cerdos o los pollos.
3) También aprovecho para criticar el entusiasmo que ha mostrado históricamente la izquierda más ortodoxa con las bondades del productivismo, el crecimiento económico, la energía nuclear, la explotación animal. Hay demasiada izquierda en los partidos comunistas y en los sindicatos que consideran bueno producir 1500 coches diarios en una planta automovilística, o matar decenas de miles de pollos en una fábrica infernal, o que todos tengamos teles último modelo, o que todos tengamos nuestro cochecito. Como dijo una vez Marcuse: si lo que vamos a producir va a ser lo mismo y para satisfacer las mismas necesidades que en las fábricas estadounidenses o soviéticas… entonces sí que digo que la revolución está por hacer.
Un cordial saludo.
Totalmente de acuerdo, Óscar. La izquierda institucional denostó el feminismo, dijo que la homosexualidad era «un vicio burgués» y ahora, con respecto al veganismo, lo ataca o mira hacia otro lado. No en vano Marx dijo «yo no soy marxista».
El canibalismo es una de las manifestaciones más evidentes de la ternura…
Poca broma, como dicen los catalanes. Kannibal Lecter, el caníbal por antonomasia, está inspirado en el médico mexicano Alfredo Ballí, que en un alarde de ternura devoró a su pareja sentimental.
Lapsus: Kannibal = Hannibal.
También era costumbre en tribus nómadas primitivas comerse a los muertos para así llevarlos consigo fuera donde fuera la tribu…
Creo que no es precisamente en los campos donde se pueden producir situaciones que ofenderían nuestra sensibilidad (al menos la mía).
Cada día recibimos un montón de estímulos dolorosos y estresantes, la muerte de millones de niños en África, catástrofes naturales, guerras, etc. Es normal que nos defendamos con mecanismos de negación y no queramos ver más sufrimiento que el que ya nos inunda desde la tele, como en este caso la tortura o matanza de no humanos. Lo comprendo totalmente. Eso no quiere decir que no exista.
Por otro lado, tu comentario me ha dado pie a reflexionar. Pongamos el caso de que podemos matar animales sin que se enteren y no entramos en el debate de si tenemos o no derecho a matarlos, ¿resulta adaptativo que en el primer mundo estemos matando a millones de animales aun sabiendo las consecuencias ecológicas y sanitarias que conlleva?
La explotación industrial (como oposición a la artesanal) de animales debe desaparecer. De acuerdo. Respecto al tema de la monarquía, usando el argumento del articulista, el PSOE y el PP (y probablemente el resto de partidos políticos españoles) también deben desaparecer porque siguen ahí después de la confirmación y el conocimiento público de su corrupción. ¿Qué opinan? Si al señor Frabetti le preocupa y enerva, con razón, la corrupción, yo le sugiero que apunte a quienes nos gobiernan o gobernaron, que eso sí nos afecta enormemente. En cuanto a que el señor Borbón elogie a Franco, es igual (bueno, igual no, lo monarquía no gobierna) de reprobable a que otros políticos en el actual Gobierno de España elogien y promuevan formas de gobierno y sistemas políticos que se han demostrado asesinos y genocidas. A mi entender, si el autor quiere denunciar a la monarquía debería usar argumentos que pudieran aplicarse exclusivamente a esta. Así sería más convincente y honesta la crítica. Ahora bien, si lo que pretende es denunciar corrupción o señalar lo despreciables que son algunas personas por sus elogios a asesinos, que busque ejemplos de más peso entre el actual gobierno, que eso sí, de nuevo, nos afecta a la población, y no una institución que no pinta nada hoy en día y que va a desaparecer más pronto que tarde.
Ahora una cuestión de forma. ¿Qué necesidad hay de escribir «las/os jóvenes»? ¿Por qué el editor del artículo no lo ha corregido? El sintagma «los jóvenes» engloba con mucho respeto y consideración a todo el espectro sexual y de género al que el autor intenta referirse al escribir «las/os jóvenes». Otra opción podría ser «las personas jóvenes». Si alguien entiende que la lengua española discrimina a la población femenina, que haga un esfuerzo y que se exprese en otro idioma más a su gusto pero que no nos joda el nuestro. Total, escribir «young people» o «unga fólkið» es igual de ininteligible para un hablante de español que escribir «las/os jovenes». Y es que (me ‘engangrené’, lo siento), ya puestos, el día que el señor Frabetti escriba, por ejemplo, sobre las ardillas tendrá que escribir «las ardillas y los ardillos».
Hasta el cachondeo siempre
hay alguna diferencia: a este gobierno actual, si no te gusta, lo puedes quitar en las urnas; a la monarquía nos la comemos con patatas; a ella y a todo el lodazal moral que arrastra, a toda su i-legitimidad proveniente del franquismo… nada menos.
La monarquía también la podemos quitar con las urnas. Que España deje de ser una monarquía parlamentaria requiere una reforma constitucional que 3/5 del parlamento acepte (art. 167º de la Constitución).
Es más fácil hacer la revolución francesa, que la tenemos pendiente.
No es cierto; mira lo que les pasó a los catalanes que quisieron meter un papel en una urna para decidir si estaban a favor o en contra de seguir perteneciendo a la monarquía borbónica franquista. Los despacharon a patadas, porrazos, reventandoles ojos, etc…
Gus, Óscar, coged cada uno el par que más os guste: churras y merinas o tocino y velocidad.
Sin olvidar el par culo y témporas. Preservemos la pureza del idioma y exhibamos su riqueza.
Aprovecho para plantearles a las/os sagaces lectoras/es un acertijo lógico/semántico: ¿Cuál de las tres confusiones aludidas (las churras con las meninas, el tocino con la velocidad, el culo con las témporas) remite a una metonimia?
La solución, en el comentario 62:
https://elpais.com/ciencia/2020-03-27/imparidad.html#comentarios
Eduardo, coge el par que más te guste: paja y viga o negación y proyección.
No he pretendido denunciar toda la corrupción que estamos soportando: para eso necesitaría un libro, o varios. Pero el caso del Borbón me parece especialmente escandaloso y escandalosamente impune.
En cuanto a tu loable deseo de preservar la pureza del idioma, a) el uso de la barra / está admitido (de hecho, ni siquiera el corrector automático lo ha subrayado en rojo), y precisamente porque el castellano lo masculiniza todo, considero importante cuestionar esa tendencia, y b) si tanto te preocupa la ortodoxia lingüística, no debería estropear una inspirada metáfora -«me engangrené»- con un uso inadecuado del pretérito indefinido. A no ser que la gangrena venga de antiguo. Y que conste que no cuestiono el neologismo, oportunamente entrecomillado, sino la incorrecta conjugación. Gracias por tu extenso e intenso comentario.
Di que sí, Fabretti, Viene de antiguo.
Ah, mi pobre español que al final paga
todas las culpas, las de los reyes y las
de los ciudadanos, en virus y en guerra.
Me recuerda a los emisarios antiguos
que de acuerdo a las noticias del frente
el reyezuelo de turno elegía si se quedaba
sin cabeza su fiel soldado o de repente
su plana mayor tenía otro de mayor grado,
pero es paciente y tolerante la lengua
que hablo; de aquí en adelante engrangUenar
tiene título de española y rEAL academia
para afirmar que jamás llegará al ataúd
y poder repetir para siempre lo que dijo
un ibérico casi olvidado en momentos de
angustia: Los muertos que vos matáis,
gozan de buena salud.
PD: Che, Carlo, si le das del tú no podés decir “… no debería estropear una inspirada…” Supongo
Lapsus digital. Mi teclado se come letras si no aprietas con fuerza.Pues sí, hay que reconocer que tu tocayo ha acuñado un contundente neologismo: «engangrenar».
El secuestro, tortura y posterior asesinato de alrededor de 76.000 millones de animales no humanos al año (850 millones el el estado español) es la base del problema de estos nuevos virus y pandemias, claramente. Lo que no debemos olvidar es que si esta forma de dominación del planeta y del resto de animales que viven en él, es la señalada como raiz de nuestro problema actual, los millones de simios, perros, gatos, ratas y cobayas que están siendo secuestrades, torturades y asesinades a un ritmo todavía más acelerado de lo habitual, y con el benificio capitalista de las empresas farmaceuticas en mente, en la busqueda de LA vacuna, serán señalades como nuestra salvación.
Dejo aquí una larga cita a propósito de Trump llamando al Corona el virus chino, en una muestra inaceptable de orientalismo, y del imaginario colectivo occidental que dejará para la Historia (con mayúsculas) el relato de que todos estos virus se generan a través de lugares «en desarrollo» y mezclando baja salubridad y animales salvajes (signifique lo que signifique eso), creando así, la idea que occidente no es enteramente responsable, sino víctima y que nuestro avance tecnológico y social será, de nuevo, el salvador del planeta.
Las tres lógicas primarias de la supremacía blanca son la esclavitud/el racismo antinegro, el genocidio y el orientalismo, que anclan respectivamente el capitalismo, el colonialismo y la guerra . Andrea Smith sugiere más tarde que “la consecuencia de no desarrollar un aparato crítico para intersecar todas las lógicas de la supremacía blanca… es que nos impide imaginar una alternativa” al Estado colonial y racial. Para documentar la colonización de los cuerpos animales, sugiero que el antropocentrismo es la cuarta lógica de la supremacía blanca. El antropocentrismo es “una teoría moral que toma la humanidad como su estándar” – es decir, es una fabricación de “lo humano” que circunscribe la “esencia” de “ser humano” o de la “humanidad”. Esta representación de lo humano como la posición objetiva del sujeto, sin embargo, es un proyecto especista (y patriarcal) cuando la personalidad es asegurada como lo que se relaciona “con el hombre y la humanidad”. El antropocentrismo, sostengo, es por tanto el anclaje del especismo, del capitalismo y del colonialismo.
Esta lógica mantiene que les colones (como reificaciones de la blanquitud) siempre tienen derecho a los cuerpos de animales domesticades como sitios de producción de productos básicos/alimentos, erotismo, violencia y/o compañía; una realidad que es posible debido a un historial de daño a les animales y proximidad forzada entre humanes y animales. Así como las lógicas originales de Smith se cruzan a través de despliegues de soberanía de colones y racismo, creo que el especismo se cruza con la lógica del genocidio para asegurar un proyecto capitalista de agricultura animal que requiera la desaparición de los cuerpos indígenas de la tierra . Si el colonialismo debe seguir siendo tanto “territorialmente adquisitivo a perpetuidad” como la única posición a través de la cual un cuerpo tiene derecho a actuar políticamente contra les animales, entonces el cuerpo animal siempre debe ser interpelado como un sujeto colonial, es decir, como un cuerpo sujeto al reconocimiento colonial (erróneo) de les colones. El antropocentrismo es entonces una política del espacio mediante la cual la tierra se mercantiliza y privatiza para la agricultura animal.
La lógica del antropocentrismo también es militarizada a través de jerarquías raciales que distancian más aun al colono blanco de la negritud y la indigeneidad como sitios animalizados de tragedia, marginalidad, pobreza y primitivismo. Es decir, los cuerpos negros e indígenas son deshumanizados e inscritos (y continuamente reinscritos) con un estatus de animal – que siempre es una representación especista de la animalidad como daño – para rechazar la cualidad humana de las personas de color y de los sujetos colonizados. Esto no solo comete una violencia que relocaliza como no-humanos los cuerpos racializados en los márgenes de la sociedad colona, sino que también performa una violencia epistémica que niega a la animalidad su propia subjetividad y la reconstruye en un modo de ser que puede ser convertirse en negritud e indigeneidad
«Cuerpos animales, sujetos coloniales. (Re)localizando la animalidad en el pensamiento decolonial.» Billy Ray Bellcourt
Creo que requerimos de una resignificación de los sujetos animales y de las relaciones humane-animal a través de modelos no especistas e interdependientes, alejados de la mitología sexita de la cristiandad, el discurso -del viejo homble blanco- de la razón, heredado de la revolución industrial y las nuevas lógicas posmodernas.
Gracias, Ronnie, por tus documentados y esclarecedores comentarios. Es un privilegio -y muy esperanzador- tener lectoras/es tan preocupados y bien informados con respecto al gravísimo problema del especismo.
a Monarquía es la prueba de la validez del ácido desoxirribonucleico, o sea que desde la primera célula viviente hasta la última todo se ha ido transmitiendo genéticamente pero no políticamente
Genéticamente y meméticamente. Los memes -y las memeces- son tan potentes como los genes.
Los memes utilizan a las personas para crecer, multiplicarse y perpetuarse en el tiempo… igual que los virus.
Y los ricos.
Cómo es abajo es arriba…
Estimado Ronnie lee jr. He leído tres veces tu largo y documentado comentario para llegar a la conclusión de que, éticamente, lo comparto sin cortapisas. (Como anécdota te digo que ma ha divertido, atando cabos, adivinar que “les colones” son los colonos. Espero que el significado sea este porque era más que fácil, de otra manera tendré que leerlo nuevamente). Solo quisiera preguntar, y no solo a vos, si no se podría buscar un sinónimo para “capitalismo/ta” que no me abarque. He trabajado durante cuarenta años duro y honestamente y he realizado un pequeño “capital” que me permitirá una vida más o menos serena hasta el fin de mis días. Podría auto definirme como “ahorrista”, pero no me convence. Suena a inmovilidad, a tacaño. Si no pareciera tan ridículo propondría que en vez de capitalismo/ta los llamáramos “adineramiento, adineradores, adineracción, adineradas, etc. etc. Es una cuestión de forma, lo reconozco, pero creo que sería, digamos, más transparente y efectivo. No sin una triste alegría compruebo que cada vez más va desapareciendo la “democracia burguesa” para ser solo eso: Democracia, esa “prostituta ingenua y escandalosa que no conoce el valor del mercado y recibe a todos en su seno”. Y más nostalgia y pena me ha causado escuchar a un histórico dirigente del PC italiano reivindicar, para esta situación de crisis solamente, el sustantivo “proletario”. ¡Madre mía! En una sola noche y con formidables golpes de mazas se derrumbó todo un sueño. Muchas gracias por tu intervento.
Como Ronnie no te contesta, intentaré hacerlo yo. El capitalismo es una ideología y una práctica macroeconómica. Tener un pequeño capital no te convierte en capitalista, del mismo modo que llorar de vez en cuando no te convierte en un llorón ni comer todos los días en un comilón. En esto, como en tantas otras cosas, hay que tener en cuenta lo que Marx denominó la conversión de la cantidad en calidad. No hace falta cambiar los términos, sino aplicarlos correctamente. De lo contrario, y tal como apuntas, tendríamos que arrumbar el término «democracia», teniendo en cuenta quiénes y cómo lo usan habitualmente.
La pena es que en muchos casos se confunde el término ‘Capitalismo’ con el concepto ‘Democracia’, y en deshacer este entuerto debería ocuparse todo el mundo, a parte claro el salvarse la vida cada uno y el salvar la de otros… si se sabe y se puede.
Muchas gracias Eduardo Roberto. Me temo que el merito de ese comentario es de Billy Ray Bellcourt. Míos son tan solo el prólogo y el epílogo. Sobre el tema ‘les colones’. Intento utilizar habitualmente el neutro «e» como genérico. Durante años, hemos usado la «a» para desmontar el patriarcal concepto del genérico masculino, o sea, la «o». Además, podías colarlo en la academia, al decir que te refería a personas, LAS personas. Desde hace ya un par de años, algunas identidades trans no se sentían comodes con este genérico y se comenzó un nuevo debate. Desde hace más años todavía, el submundo acrata verdadero; punks, insurres, sociales, okupas, nihilistas y demás gentuza, utilizaba la «x». Resulta que la «x», además de hacer la lectura más difícil en general, hace que se enganchen las apps de lectura para personas ciegas. Toque de atención mediante, toda la vanguardia acrata compró la opción genérica «e» que proponían los transfeminismos. Asi que sí, les colones. Por la interseccionalidad a la trinchera. A poder ser, sin perderse mucho.
Creo que es importante seguir utilizando ‘capitalismo/ta», sino este sistema global que nos dicen que es económico pero en realidad, es una dictadura que rige todos los aspectos de nuestras vidas, -y las de los no humanos y la del planeta, como bien apunta Frabetti- acabará ocultándose en horrores como ‘monarquia parlamentaria o ‘democracia neoliberal’.
Usted no necesita un nuevo termino, por como se ha descrito, usted es clase obrera. Lo que deberíamos hacer todes es ganar conciencia de clase. Recuerde esto que el poder conoce bien, ‘quien define el lenguaje controla el debate’.
Gracias por tu deferencia, Ronnie. Ahora entiendo. Sí, he sido un obrero toda mi vida. No es el mejor mundo posible el que habitamos, pero lo último que haría es tomar conciencia de clase. Es un ámbito limitado que de alguna manera me dejaría manco, tartamudo o rengo. Tendré que continuar a soportar ese vocablo, “capital”, “su capital” en mi cuenta de ahorros. Nada grave, una nimiedad semántica, una vieja acidez gastro anímica debido a esta cultura que, como el nacer, no elegí, con esa trinidad de libros que pretendieron ser eternos e inmutables: La Biblia, La República y El Capital y todas sus consecuencias, un dios masculino, el patriarcado, la patria, la misoginia, el machismo, la división en clases, la intolerancia al diverso, etc. etc.
Caro Eduardo Roberto, lo de tomar conciencia de clase suena tremendo, algo así como hacerse de una secta; pero en realidad es algo muy sencillo y que ya has hecho de sobra, como se desprende de tus comentarios: no es más que darse cuenta de que la productividad no está organizada prioritariamente para satisfacer las necesidades humanas, sino para incrementar desmedidamente el beneficio de unos pocos a costa del trabajo ímprobo y la miseria de muchos. Y ya que mencionas la República, fue Platón el primero en decirlo, mucho antes que Marx: «En todas las ciudades, grandes y pequeñas, hay dos bandos en guerra permanente: los ricos y los pobres».
El mundo es suficiente para todos, pero no para la avaricia de unos pocos…