Con el cuerpo de Franco trasladado del Valle de los Caídos se puso fin a un culebrón de una magnitud considerable, pero la historia quedó incompleta. José Antonio Primo de Rivera sigue enterrado en el Valle de los Caídos en un lugar central. Parece que solo se le cambiará de sitio, aunque hubo un amago de debate sobre si el líder falangista era una víctima de la guerra civil o, como el repudiado caudillo, uno de sus promotores. Por lo pronto, lo que es un hecho es que él fue juzgado por rebelión y por ese motivo abandonó el mundo de los vivos, porque la sentencia dijo que era culpable. Las garantías de ese juicio, que duró dos días, ya son harina de otros costal.
Antes, como presentación del personaje, nos valen las palabras de Unamuno en el diario Ahora el 19 de abril de 1935: «Es un muchacho que se ha metido en un papel que no le corresponde. Es demasiado fino, demasiado señorito y, en el fondo, tímido para que pueda ser un jefe y ni mucho menos, un dictador. A esto hay que añadir que una de las cosas más necesarias para ser jefe de un partido ‘fajista’ es la de ser epiléptico».
En José Antonio: realidad y mito de Joan Maria Thomàs se apunta a que el escritor estaba molesto porque uno de los motivos para que no le dieran el Nobel pudo ser haber ido a un mitin de Falange. El socialista Luis Araquistáin iba por los mismos derroteros, le calificaba de «señorito», «un mozo criado entre mimos y comodidades», algo que le limitaba como líder fascista porque «el lenguaje demagógico no es posible aprenderlo en los libros». Él mismo dijo, tajante: «serviría para todo menos para caudillo fascista».
En Guerras y vicisitudes de los españoles, las memorias de Julián Zugazagoitia, ministro de Gobernación de Negrín, el socialista consideraba que la ejecución de José Antonio había sido «algo peor que una injusticia, un error». Hubiese sido una baza preciosa para la República haberlo enviado a zona nacional, canjeándolo o dejándolo huir sutilmente, como hizo el ministro Manuel de Irujo con Ramón Serrano Suñer.
Algo que se olvida es que Franco, además de participar en el golpe contra la democracia, también dio un golpe dentro de los golpistas, con el eufemismo de Decreto de Unificación y la fundación de la Falange Española Tradicionalista de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, siglas que le costaron la vida, por fusilamiento, a algunos de los suyos que se opusieron. De hecho, como consecuencia, se fundó acabada la guerra en 1939 la Falange Española Auténtica. En la clandestinidad, pero con un acrónimo que desafiaba el marketing incluso entonces: FEA
Esa lucha por el poder desembocó en una reyerta sangrienta entre los dos grupos rivales, lo cual fue aprovechado por Serrano Súñer para silenciar cualquier foco de resistencia a la unificación (…) En realidad, las estructuras jerárquicas de falangistas y requetés desaparecían también porque el supremo jefe, a partir de ese momento, era Franco. (…) Hedilla pasaba a ser un simple vocal de la Junta Política y no solo no aceptó, presionado por los «camisas viejas» (…) El 25 de abril, Hedilla fue arrestado junto con otros falangistas disidentes (…) Hedilla compareció dos meses después ante dos consejos de guerra sumarísimos (…) Hedilla, acusado de «adhesión a la rebelión» y de resistencia al cumplimiento del decreto de unificación, fue condenado a muerte (…) Franco le indultó, pero pasó cuatro años en la cárcel y, según Javier Tusell, «el resto de su vida lo viviría Hedilla en una situación de ostracismo oficial, pensando en una Falange independiente que siempre resultaría imposible». (Julián Casanova, Historia de España en el siglo XX)
Franco a Manuel Hedilla se lo pudo hacer, pero a José Antonio no habría sido tan fácil. Para la República, lanzarlo a él en mitad de la zona sublevada hubiera sido más efectivo que cualquier bomba por la división que habría sembrado. De hecho, consta que Primo de Rivera no deseaba en modo alguno una guerra. Le dijo a un periodista estadounidense que le entrevistó en la cárcel que lo que estaba haciendo Franco era «un error».
Pero no fue posible comprobar la hipótesis de si hubiera enfrentado a los cabecillas de la rebelión, la condena a muerte lo impidió. Para Zugazagoitia, el único que salió ganando de quitarle la vida fue Franco, porque se quedó «sin competidores». Además, para él, «la sentencia fue excesiva». Escribió: «El delito de que debía responder Primo de Rivera se había producido con anterioridad a la insurrección de los militares. Se le condenó, no por lo que había hecho, sino más bien por lo que se suponía que hubiese hecho de encontrarse en libertad».
En cualquier caso, misiones del mismo tipo, como el canje posterior, en 1937, de Raimundo Fernández Cuesta, habían fracaso. Al llegar a la zona sublevada se plegaban a las órdenes de Franco, como dejó escrito en sus memorias Azaña.
Ángel Viñas en ¿Quién quiso la Guerra Civil? revela que José Antonio ya pudo estar en las primeras conspiraciones que se iniciaron desde el mismo 14 de abril para destruir el Estado democrático, aunque por esas fechas no fuese todavía un fascista propiamente dicho. Su conversión fue más adelante, cuando fue recibido por Mussolini y financiado a través de su agregado en la embajada en París y el conde Ciano. Se había visto también con Hitler en mayo de 1934 y lo reconoció durante su juicio en Alicante. Aparece, además, en la solicitud de Von Engelbrechten para entrar en las SS, lo anotó como mérito, haber presentado al hijo del general Miguel Primo de Rivera al Führer. No obstante, no hubo grandes relaciones hispano-germanas a través de los falangistas.
Antes de la contienda, sus hombres tomaron parte en lo que Antonio Goicoechea, conspirador de Renovación Española, describió como «necesidad ineludible de organizar un ambiente de violencia». Sus militantes fueron protagonistas de la famosa violencia callejera del 36. En ocasiones como víctimas, en otros momentos como protagonistas de represalias con muertos. Como cuenta Tusell, en las fichas de afiliación se anotaba quién tenía «bicicleta», esto es, «pistola». Sin embargo, sostiene Viñas que con Falange solo se contó en la etapa final de la conspiración y para que aportara la «carne de cañón». Entonces la Falange era un movimiento marginal y nadie pensó en ella como órgano de poder de un nuevo Estado. Según Tusell, «era un partido político de jóvenes universitarios sin fuerza electoral propia ni menos aún implantación en medios sindicales o proletarios».
En noviembre del 35, Primo de Rivera ya planteó la necesidad de un golpe de Estado para hacer frente a «una amenaza de un sentido asiático, ruso, contradictoria con toda manera occidental, cristiana y española de entender la existencia», pero, mientras que Calvo Sotelo defendía abiertamente «una reforma totalitaria del Estado», José Antonio en sus últimos textos lo criticó. Escribió: «La enfervorización religiosa de los pueblos no es tarea política». Desde ese año 1935, en los mítines que había dado el pequeño partido hubo un denominador común, la estrategia propagandística era la de explicar su política como «ni de izquierdas ni de derechas». Cuando la derecha hizo la reforma de la reforma agraria, como apunta Ramiro Trullén en España trastornada, Primo de Rivera sorprendió a propios y extraños criticando la medida en el Congreso: «Teniendo en cuenta que la vida rural española era absolutamente intolerable tendrían que atenerse a las consecuencias». En síntesis, su pensamiento lo que sostenía era la necesidad de encauzar las revoluciones porque motivos no faltaban para que se desencadenasen.
No obstante, desde el primer día de la sublevación los falangistas estuvieron ahí. En las órdenes que dio Yagüe en Marruecos se les tenía bien en cuenta: «Conferir el mando del orden público y seguridad en las ciudades a elementos de Falange». En La columna de la muerte de Francisco Espinosa, está documentado que elementos falangistas ya habían recibido el 16 de julio órdenes para actuar en Extremadura.
Él no. Desde el 14 de marzo estaba detenido. Azaña estaba decidido a atajar la violencia ultraderechista y clausuró la sede de Falange por tenencia de armas el 27 de febrero, once días después de ganar las elecciones. El 5 de marzo la policía se incautó de Arriba, su semanario, y no volvió a publicarse. Siguieron medidas de este tipo que expulsaron al partido a la clandestinidad donde, paradójicamente, empezó a crecer en afiliación. El 19 de mayo el presidente del Consejo de Ministros, Casares Quiroga, proclamó:
Se han acabado las contemplaciones con los enemigos, claros o encubiertos, de la República (…) Hace algún tiempo yo dije que no estaba dispuesto a tolerar una guerra civil. Pues bien, cuando se trata de un movimiento fascista —digo fascista sin determinar esta o aquella organización, pues todos sabemos qué es el fascismo y cuáles son las organizaciones fascistas—, cuando se trata de atacar a la República democrática y las conquistas que hemos logrado junto al proletariado, ¡ah! Yo no sé permanecer al margen de esas luchas y os manifiesto, señores del Frente Popular, que contra el fascismo el Gobierno es beligerante.
Había sido detenido en marzo por posesión ilícita de armas. Su estancia en prisión se alargó cuando le fueron encontradas en la cárcel dos pistolas. En mayo intentó eludir la justicia por la vía de recuperar la inmunidad parlamentaria, al tener que repetirse las elecciones en algunas provincias pensó que podría presentarse y sacar un escaño, pero la Junta Electoral no aceptó nuevas inclusiones en las listas de febrero. Fue trasladado a Alicante en junio.
Recibió cientos de visitas en su cautiverio, con las que trató el proyecto de la rebelión militar. Pero consta que, iniciada la conflagración, desde su «mesianismo», según Thomàs, José Antonio se propuso parar la guerra desde la cárcel. Abogó por un gobierno de unidad nacional con socialistas, intelectuales, conservadores catalanes y que abordase la reforma agraria y, por otro lado, permitiese la educación católica, para satisfacer a ambos bandos enfrentados. Era agosto del 36 y se ofreció para convencer a los generales golpistas. El Gobierno envió al subsecretario Leando Martín Echevarría a la prisión para entrevistarse con él, pero el plan se rechazó.
En 1963, Franco ordenó borrar todo esto del libro que el falangista José María Mancisidor publicó sobre el juicio. El mito que se había construido no iba, precisamente, en esa dirección. En los sesenta, con los veinticinco años de paz, cundió la preocupación en el régimen por su responsabilidad a la hora de haber iniciado la guerra. Es ahí donde surgen todas las teorías ahistóricas e incluso antitéticas para justificar el 18 de julio, o cargarle la responsabilidad a las víctimas. Falsificaciones que aún circulan hoy.
Paradójicamente, mientras José Antonio barruntaba proyectos para unir a todos los españoles, los militantes de su partido dirigidos con entusiasmo por sus jefes provinciales estaban exterminando a los rivales políticos de cualquier nivel. El propio Hedilla tuvo que pedirles un poco de orden y organización a la hora de matar, con escaso éxito.
El 3 de octubre de 1936 la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo nombró a Federico Enjuto Ferrán juez instructor del sumario «por supuestas responsabilidades en la actual rebelión militar» de José Antonio Primo de Rivera. El fiscal era Vidal Gil Tirado, que el 12 de septiembre había condenado a muerte a cincuenta falangistas que habían intentado liberar al preso. Gil sustituyó a Juan Navarro Serna, que pretendía pedir una pena de dos años por conspiración al entender que no podía acusársele de rebelión por estar preso durante el golpe. Un bombardeo sobre Alicante precipitó el relevo, hubo intentos de la población de entrar en la cárcel a lincharle. El propio juez Enjuto tuvo que dormir dentro de la prisión frente a su celda.
La clave del juicio fue que, desde la cárcel de Alicante, José Antonio escribió a mandos militares «animándolos a la acción», en palabras de Tusell. Consta que Rafael Garcerán Sánchez, el 1 de junio de 1936, ofreció a Mola las milicias del partido. En Los fascismos españoles, Thomàs cita que en junio un boletín clandestino de la organización ya decía:
La guerra está declarada y ha sido el Gobierno el primero en proclamarse beligerante. No ha triunfado un partido más en el terreno pacífico de la democracia; ha triunfado la Revolución de Octubre; la revolución separatista de Barcelona y la comunista de Asturias (…) Estamos en guerra (…) El gobierno se da prisa en aniquilar todo aquello que pueda constituir una defensa de la civilización española y de la permanencia histórica de la Patria: el Ejército, la Armada, la Guardia Civil… y la Falange.
Primo de Rivera se defendió a sí mismo y a su hermano Miguel y su cuñada Margarita, que también estaba detenida desde la sublevación. El domingo 15 de noviembre tuvo acceso al sumario. El lunes 16 comenzó la vista oral, el 18 fue condenado y el 20 fusilado.
El Tribunal Popular (antes Especial) Provincial de Alicante estaba presidido por tres magistrados y un jurado con representantes de partidos y sindicatos. Su estrategia de defensa pasó por seducir a ese jurado con miembros del PSOE, CNT, UGT y PCE, entre otros. Para ello habló del carácter revolucionario de Falange y dedicó horas a explicar su ideario distanciado del conservadurismo y de tintes sociales. Afirmaba que los preparativos de la sublevación se habían hecho «cuidando especialmente que yo no la conociera», pero mientras esto sucedía, sus hombres desde el 18 de julio estaban asesinando sin control. Su teoría era que para que esto sucediera primero tuvieron que ponerle a él en fuera de juego. La culpa era de la República.
La política de las derechas respecto de mi partido ha sido siempre la misma; querer aprovechar el brío combatiente de mis muchachos (…) Eso sí, querían impedir a toda costa, pero a toda costa, que a estos muchachos los dirigiera yo. ¿Por qué? Porque dicen que estas cosas que yo decía de la tierra y demás eran señuelo que yo utilizaba para atraer a las clases obreras, porque las derechas tienen el error de creer que a las clases obreras se las atrae con señuelos (…) Las derechas tienen esa actitud respecto de mí, pero en cambio dicen: «Esos miles de chicos valerosos, arrojados, un poco locos si queréis, esos son utilísimos. Con estos tenemos que contar nosotros». Y entonces me maquinan disensiones dentro de mi movimiento. (…) surge mi encarcelamiento y la ocasión es «pintipirada»: ahora sí que es fácil levantar el coraje de estos chicos magníficos, valerosos y un poco ingenuos, sin que se nos interponga el majadero ese que nos viene con la cosa de la reforma agraria y del Movimiento-Nacional-Sindicalista.
También se apoyó en que en ninguna de las listas que se habían incautado a los militares detenidos en las zonas donde fracasó el golpe figuraba su nombre. Pero añadió:
De mí, por ejemplo, no os voy a decir hipócritamente que no me hubiera sumado a la rebelión. Creo que en ocasiones la rebelión es lícita y la única salida de un período angustioso.
Y posiblemente metió la pata, en el caso de que no estuviera sentenciado de antemano, que lo estaba. Además, negó las noticias que llegaban de los suyos:
Las ferocidades de que el señor fiscal me da ahora la primera noticia; atrocidades que por otra parte me va a permitir que ponga en cuarentena, porque sé que mis camaradas no son capaces de cometerlas.
Luego su estrategia pasó por exigirle al Tribunal «alguna prueba positiva» de su participación en el golpe de Estado y sus palabras pasaron a ser más dramáticas:
Os digo que prefiero con mucho no morir (…) Si yo no he tenido parte en esto, si no he participado en esto ,¿para qué voy a venir aquí y hacer el papel de víctima?
Thomàs señala que fue clave para su condena el cambio de gobierno en el que Largo Caballero colocó al anarquista Juan García Oliver como ministro de Justicia. Este convocó al juez para exigirle la condena. Al mismo tiempo, sentencia el historiador: «José Antonio había participado en la gestación del golpe y había implicado a la Falange de pleno en él, aunque judicialmente fuese difícil de probar… ante un tribunal ordinario, dada la endeblez de las pruebas. Pero el Tribunal Popular no era un tribunal ordinario, sino político, y el veredicto condenatorio estaba asegurado».
El jurado deliberó durante cuatro horas y aceptó todos los cargos del fiscal. Cuando se le comunicó, «conmovido», pidió que se le conmutase la pena de muerte por la cadena perpetua. El jurado volvió a deliberar y se lo denegó. El acusado entró en una crisis nerviosa. Largo Caballero firmó el «enterado». Prieto quiso evitar la condena, pero tuvo más peso García Oliver y el socialista acató la sentencia.
Un año antes, en 1935, en un reunión en el Parador Nacional de Gredos, ya hizo planes de golpe de Estado, que luego él mismo presentó en un informe al gobierno fascista italiano que le financiaba. Otro plan que le mostró más adelante a José Moscardó y Franco, jefe del Estado Mayor de la República en ese momento, fue desechado. El 4 de mayo de 1936 escribió su Carta a los militares de España que circuló por los cuartos de banderas pidiendo a los oficiales que se unieran al golpe. En lo relativo a romper la disciplina y subvertir el orden, decía:
¿Habrá todavía entre vosotros —soldados, oficiales españoles de tierra, mar y aire— quien proclame la indiferencia de los militares por la política? Esto pudo y debió decirse cuando la política se desarrollaba entre partidos. No era la espada militar la llamada a decidir sus pugnas, por otra parte harto mediocres. Pero hoy no nos hallamos en presencia de una pugna interior. Está en litigio la existencia misma de España como entidad y como unidad. El riesgo de ahora es exactamente equiparable al de una invasión extranjera.
(…)
… lo permanente de España que servíais, ha desaparecido. Este es el límite de vuestra neutralidad: la subsistencia de lo permanente, de lo esencial, de aquello que pueda sobrevivir a la varia suerte de los partidos. Cuando lo permanente mismo peligra, ya no tenéis derecho a ser neutrales. Entonces ha sonado la hora en que vuestras armas tienen que entrar en juego para poner a salvo los valores fundamentales, sin los que es vano simulacro la disciplina. Y siempre ha sido así: la última partida es siempre la partida de las armas. A última hora —ha dicho Spengler—, siempre ha sido un pelotón de soldados el que ha salvado la civilización.
(…)
En las demás naciones el Estado no estaba aún en manos de traidores; en España, sí. Los actuales fiduciarios del Frente Popular, obedientes a un plan trazado fuera, descarnan de modo sistemático cuanto en la vida española pudiera ofrecer resistencia a la invasión de los bárbaros. Lo sabéis vosotros, soldados.
(…)
Medid vuestra terrible responsabilidad. El que España siga siendo depende de vosotros. Ved si esto no os obliga a pasar sobre los jefes vendidos o cobardes, a sobreponernos a vacilaciones y peligros. El enemigo, cauto, especula con vuestra indecisión,
(…)
Jurad por vuestro honor que no dejaréis sin respuesta el toque de guerra que se avecina.
(…)
Si así lo hacéis, como dice la fórmula antigua del juramento, que Dios os lo premie; y si no, que os lo demande. ¡ARRIBA ESPAÑA!
Desde la cárcel, el citado Antonio Goicoechea era el que llevaba sus mensajes a los militares. También pidió una donación a Mussolini de un millón de pesetas para sobornar a oficiales indecisos, que le fue negada, apunta Thomàs. En junio escribió artículos quejándose de que los conspiradores querían utilizar a Falange como tropa para el golpe. «¿Pero qué supone esa gentuza? ¿Que la Falange es una carnicería donde se adquieren, al peso, tantos o cuantos hombres? ¿Suponen que cada grupo local de la Falange es una tripa de alquiler a disposición de empresas?». Entendía que lo que estaba en marcha contaba con ellos, en sus palabras, «como comparsa». En una circular de veintisiete puntos ordenó que nadie tomase parte en un levantamiento.
Al final, sus peores temores se hicieron realidad. Cuando llegó el golpe, las bases de su partido se sumaron a él sin dudarlo. Eso sí, de manera subordinada al mando militar, nunca dirigiendo las operaciones. El único lugar donde el golpe tuvo verdadero apoyo civil fue en Navarra, con los miles de voluntarios tradicionalistas de Mola detenidos en Somosierra por milicianos madrileños. Si en ese momento José Antonio había cambiado su postura manifiesta o no y por qué, es un interesante debate histórico. Por lo pronto, solo queda el testimonio del oficial de prisiones, Abundio Gil, citado por Ian Gibson en su obra En busca de José Antonio, que observó que los días 16 y 17 de julio, José Antonio, en su celda, estaba haciendo las maletas.
llamar democracia el desastre de 1936 es absurdo: huelgas revolucionarias, crímenes, 200, 300 cada año, fraude electoral, asesinato de adversarios políticos (Calvo Sotelo), revolución, quema de iglesias… es estúpido decir que España en 1936 era democrática.
Totalmente de acuerdo Javier. Como bien indica Trapiello en su excepcional «Las armas y las letras» la derecha ganó la guerra pero la izquierda gano la propaganda. En 1936 España era un desastre, eso no justifica guerra alguna ni violencia. Pero tampoco justifica el relato simplón de buenos y malos que ha impregnado las últimas décadas muy promovido por algunos sectores que se autodenominan de izquierda (pero le hacen el caldo gordo a cualquier nacionalista periférico por muy supremacista o etnicista que sea). Pocos hablan de una tercera España que fue anulada y masacrada por unos y otros. Y así nos va, claro.
Incluir las reivindicaciones populares, búsqueda de reducción de las desigualdades, la plenitud de derechos y las reformas estatales programadas en 1936 ante la tiranía que había en España. Se puede no considerar democracia, en retrospectiva. Pero igualmente los golpistas no intentaban defender e instalar un estado democrático precisamente. No entiendo la crítica, más cuando se instauró un represión tan dura y extensa.
No estoy de acuerdo, se puede decir que había una enorme conflictividad social, reivindicaciones nacionalistas etc,pero democracia claro q la había. Una cosa no quita la otra,del mismo modo que a principios de los 80 también había mil problemas (cientos de atentados de eta,grapo,abogados de Atocha etc) y actualmente ( Cataluña, crisis económica etc) y también había democracia.
Cierto es que se tiende a idealizar,pero claro q había democracia pq se votaba y había libertad de partidos
¿Dónde ponen esa peli ucrónica? No me la quiero perder.
Para informarse de algunas cosillas de aquella época
Las conspiraciones del 36. Militares y civiles contra el Frente Popular de Muñoz Bolaños
https://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20190626/guerra-civil-interminable/409079089_12.html
o esto sobre Escuadras de la muerte: militares, Falange y terrorismo en la II República
https://journals.openedition.org/amnis/3616
De nada.
Salud.
Como sepas tanto de historia como de gallego no sé si fiarme mucho…
Hábleme de usted.
No sé nada de gallego.
Sé que si se habla en una lengua, se habla en esa lengua (si se tiene sentido común y educación, claro)
A ver cuantos gallegos hablando gallego dicen London o Warszawa.
Orense, La Coruña, Lérida, Gerona, San Sebastián.
Georges, George, Jordi.
Me disculpo, pensé de forma equivocada (debido a sus afirmaciones históricas)que se trataba de un estudiante de la eso,de ahí el tuteo.
No volverá a suceder.
Pero ¿qué dice usted, Jorge?
La bruma gallega le confunde, ¿qué afirmaciones históricas son de la ESO?
Es que es hablar de Ourense y todo es nerviosismo.
Tenga usted cuidado con decir esas cosas… que como cojan en el gobierno carrerilla acaba viéndose entre rejas
Como si los crimenes politicos hubieran sido exclusivos de la República, ¿no conoceis a Martinez Anido? como si las conspiraciones, huelgas revolicionarias, crimenes politicos, represión , exilio, hambre y rebeliones campesinas no hubieran existido durante el reinado de Alfonso XIII y la Restaruración, Más lecturas y menos revisionismo histórico de herencia criptofranquista.
La republica, con todos sus defectos fué la primera que se ocupó de problemas acuciantes como el analfabetismo rural, la desigualdad brutal, los derechos de la mujer, etc. Una democracia plena por primera vez en la historia de España contra la que se levantó una dictadura brutal.
Los revisionistas que abrevan donde Pio Moa, a pastar a la via,
Son innegables ciertos avances de la Segunda República y algunas buenas intenciones iniciales. Su pecado original fue el sectarismo de muchos de sus promotores que inexorablemente apartaba a una parte importante y significativa de la sociedad española, lo que la dejó tocada de muerte desde su proclamación (por cierto muy discutible, sería abrir otro debate). Definitivamente desde hace tiempo estoy adscrito a la tesis de que no hubo ni buenos ni malos. Saludos
Tal cual Casio, primero que lean para enterarse como era la España antes del 31. Todo ese atraso, desigualdades feroces y monopolio católico es el que intenta con menor o mayor acierto cambiar la república, y contra esos cambios se levanta las élites militares, sociales y eclesiásticas con el paraguas nazi y fascista italiano.
Bonito lavado de cara de un fascista que, simplemente, se le pusieron los testículos de corbata cuando supo que le esperaba el paredón.
Mentira. Alguien que está tan acojonado como usted afirma no hubiera escrito esa misma noche un testamento tan sereno como el que él redactó. Basten como ejemplo las siguientes líneas: «En cuanto a mi próxima muerte, la espero sin jactancia, porque nunca es alegre morir a mi edad, pero sin protesta. Acéptela Dios Nuestro Señor en lo que tenga de sacrificio para compensar en parte lo que ha habido de egoísta y vano en mucho de mi vida. Perdono con toda el alma a cuantos me hayan podido dañar u ofender, sin ninguna excepción, y ruego que me perdonen todos aquellos a quienes deba la reparación de algún agravio grande o chico.»
Esto está lleno de rojos que se atreven a afirmar que la república era una democracia y que el franquismo no lo era.
Hubiera sido probable que Primo hubiera acabado en un plaza de Loreto española.
Es que el franquismo no era una democracia y la República (con sus enormes defectos )si lo era.A estas alturas es algo indiscutible.
Otro tema es q fuera mejor el franquismo que la República o viceversa,eso es opinable y discutible,pero no si era o no una democracia la republica.
Por cierto, ¿sabe lo que es el sarcasmo?
¿Y sabe qué ocurrió en la plaza de Loreto?
Me disculpo de nuevo (está vez sin el sarcasmo en el que le taché de estudiante de eso).
Mi respuesta no iba dirigida hacia usted sino hacia los primeros comentarios del artículo.
Disculpado, caballero.
Hay que tenerlos cuadrados, hay que tener la cara como el cemento para seguir responsabilizando de la guerra civil a la República. Y ahí están. Erre que erre. Obviando el hambre, la ignorancia, la falta de futuro, la represión, el asfixiante peso de la Iglesia en todos los órdenes de la vida del país, y el hecho de que los que se beneficiaban de esa situación, organizaron y financiaron la carnicería para que todo siguiera igual. Y vale que se cometieron errores terribles. Y desmanes. Y que con la pena de muerte no valen medias tintas. Ni siquiera con golpistas o con líderes que hubieran participado del golpe de haber podido como Primo de Rivera. O estás a favor o en contra. Y no se puede estar a favor. Pero decir que no cabía más solución que derribarla y desatar la carnicería que se desató y dejó al país para los zorros, cubierto de miseria y caspa moral es inadmisible.
Lo peor es que se vuelve a oír el mismo runrún. Que hay mucha gente con la que tienes la sensación de que se llevarían a algún vecino hasta la tapia del cementerio cualquier noche. Que se vuelven a oír las palabras fascista y comunista proferidas con una rabia que no auguran nada bueno. Que no hemos aprendido nada.
¿Qué tipo de democracia tendríamos ahora si hoy a Pablo Casado lo fueran a buscar a su casa, le pegasen dos tiros y mañana Pedro Sánchez dijera en el congreso que se lo merecía? Pues se podría decir que sí, que es democracia, que podemos votar, pero podríamos dudar de la salud de la misma. La República en el 36 era una democracia herida de muerte. Una democracia atacada por los que querían imponer la dictadura del proletariado.
Me alegra leer algunos comentarios, aquí y en Instagram, poniendo en duda las tesis maniqueas de la Ley de Memoria Historia. Quizás todavía cabe la esperanza de que los españoles terminemos comprendiendo este periodo de nuestra historia.
Es penoso ver cómo a estas alturas del siglo XXI el revisionismo tiene este éxito.
La República estaría atacada por quienes quería imponer la dictadura obrera en el 36, pero desde el 31, en el minuto 1, toda la patulea de derechas estuvo conspirando y tramando golpes contar aquella.
Arrarás escribía ya recién acabada la guerra, con ese ánimo propagandista, la mayor parte del blanqueamiento que actualmente se hace del golpe de estado africanista y de la dictadura nacional-católica.
La República no pudo estar atacada por la derecha desde el minuto porque la República fue ideada por las derechas. Pérez de Ayala, Gregorio Marañón, Ortega y Gasset, quien apoyó tanto la dictadura de Primo de Rivera, como la República (Delenda est Monarchia). Personajes de dudosa ideología izquierdista que promovieron la República.
La caída de Alfonso XIII tuvo como detonante la deserción de monárquicos importantes. Entre el 27 y el 31 muchos liberales que apostaban por la corona, se hicieron republicanos cuando cayó la dictadura.
En el pacto de San Sebastián el único partido con alguna representación política era el partido radical de Lerroux (no me parece que fuese muy de izquierdas). También estaban Niceto Alcalá Zamora, ministro de guerra con Alfonso XIII (muy de izquierdas). Miguel Maura, colaborador de Primo de Rivera ( súper de izquierdas). Manuel Azaña, candidato monárquico un par de veces. Vamos que en el famoso pacto que dio origen a la República parece que no había ni miembros de Partido Comunista, ni anarquistas (aunque más tarde sus principales dirigentes fueron contactados e Indalecio Prieto acudió a título personal). La República la trajo lo que podemos llamar “derecha”, no fue un movimiento de masas auspiciado por socialistas, ni comunistas, ni anarquistas, ni sindicalistas. La República no fue atacada por la derecha porque fue la derecha quien la parió. De hecho, se acordó que el primer ministro del gobierno provisional republicano fuera un miembro del partido Derecha Liberal Republicana, un tal Alcalá Zamora.
Pero espere usted, Máximo, que todavía hay más.
El 15 de diciembre de 1930 un facha de los buenos, Queipo de Llano, junto con Ramón Franco, el hermano de Franco. Sí, sí. Uhhhh Franco. Junto con unos cuantos más proclamaron la república desde el aeródromo de Cuatro Vientos. Aquello fue un desastre, pero fíjese usted quiénes quisieron proclamar la República. Yo me quedo loco, señor Máximo.
En fin, parece que todavía a estas alturas del siglo XXI a uno lo llaman revisionista por criticar a la República y no considerarla un ejemplo de nada.
Saludos
Es usted un falacioso y lo sabe porque, si no lo sabe, es que no le rige la lógica y no creo que llegue a eso la cosa.
Que hubiera republicanos de derechas y estuvieran en su origen, no quita que otros derechistas estuvieran en su contra. A ver si los alfonsinos por monárquicos no eran de derechas. La Sanjurjada, usted lo sabe, tuvo lugar ya 1932.
Así que está usted atacando a un hombre de paja. No he dicho que toda la derecha estuviera en contra, he dicho que había conspiraciones y tramas de derechas contra la República desde el principio y ahí entran alfonsinos, carlistas y militares y más tarde también derechistas republicanos y fascistas (falangistas). Renovación Española, Comunión Tradicionalista, los militares africanistas… sí, sí, todo muy muy de izquierdas.
Y el último párrafo, ¿qué? Que Ramón Franco era republicano y en el 30 Queipo de Llano (desde luego, facha de los buenos, que se lo digan a los sevillanos, menudo animal) participó en Cuatro Vientos y seis años después en el golpe con Mola, Franco (Paco) y demás. ¿Y qué?
Revisionista y uno de esos que saben muchas anécdotas históricas pero no las cuadran.
Uhhhhh.
Lo de falacioso no lo encuentro en el diccionario, ¿me lo explica?
¿Qué derechistas supusieron un verdadero núcleo desestabilizador de la República desde el minuto uno, señor Máximo? ¿Sanjurjo, cuatro Carlistas?
Y lo de ese uso peyorativo de revisionista sigo sin entenderlo, explíquemelo también, por favor.
Saludos
Habría que precisar que el hermano de Franco además de famoso aviador era inicialmente republicano de izquierdas.
Y masón. Y su avión se cayó muy oportunamente. Como otros, por cierto.
Falacioso, falacioso…
Me gusta decir «falacioso» por razones que a usted le importan un pimiento.
¿Anomia o anomía? ¿Espúreo o espurio? ¿Élite o elite?
Falacioso, falacioso…
Lo dicho, si para usted la República fue traída por la derecha (la Conjunción Republicano-Socialista tenía lo de socialista por disimular, supongo), la sostuvo la derecha y luego se la cargó la misma derecha para salvarla de los amantes de la dictadura del proletariado, usted mismo.
Lo que deja insidiosamente caer es que la democracia (originalmente de derechas, en exclusiva, qué valor) fue salvada de las izquierdas por el golpe y que el regimen dictatorial (de derechas) nacionalcatólico fue una necesidad provisional para adecentar el país y volver a traer la democracia en forma de Monarquía parlamentaria, que, por supuesto, es fruto de la labor de las derechas.
Además tiene el cuajo de preguntar que qué le veo de revisionista.
«las tesis maniqueas de la Ley de Memoria Histórica»
Mire usted, que diría Rajoy, no se avergüence de ser lo que es y reconózcalo, pero no eche perfume y agua bendita, no cuela.
Da usted en el clavo señor. La República nace facilitada por la deserción de los principales políticos monárquicos y el empuje de derechistas desencantados (Ortega, Miguel Maura, Alcalá Zamora). Si leemos las crónicas de esos días los políticos republicanos no se podían creer como se lo habían puesto en bandeja
Solo intervengo como hispano parlante y con un cierto conocimiento de la historia de Italia, y en especial modo del horror de Piazzale Loreto, atrocidades que tantos unos como otros llevaron y habrían llevado a cabo. Cuando aprenderemos que no hubo ni habrá revolución popular o conservadora que no termine con los fanáticos y violentos en la cima? Mussolini fue el responsable del desastre de Italia en guerra, pero esas ejecuciones sumarias con su amante ya decía qué tipo de gobierno y de justicia se esperaba.
Supongo que piensa lo mismo («…ya decía qué tipo de gobierno y de justicia se esperaba.») de otros casos: los Ceacescu, Gadafi, Najibullah…
Hablando de fascistas (los de verdad, los de los años 20-40), aludir a «atrocidades que tanto unos como otros llevaron a cabo» es problemático, por no decir injusto.
Fascistas de verdad, del 24, eran los componentes de la policía secreta (la Ceka) del Duce, quien ofendido por la intervención de Giaccomo Matteoti al final de una sesión del parlamento preguntó, «metafóricamente» a sus esbirros si la Ceka no iba a hacer nada, y estos «fedelissimi» pusieron mano a la obra, pero a la chapuza. Matteoti, en el asiento posterior del auto se defendió y terminó acuchillado. La chapa del auto la vieron más de un pasante, y el cuerpo lo encontraron enterrado en una fosa con una profundidad de apenas 50 cms. Cuando llevaron a juicio, al final de la guerra, a un jerarca fascista director de una prisión, la turba enfurecida colgó a uno que se le parecía. Horror de las turbas comandadas por los violentos de ocasión y que después llegan al poder, así sean de izquierda o derecha con un poco de labia y mitos generalmente falsos.
Pues los fedelissimi de la Ceka no eran una turba, ¿no?
Pues los fedelissimi de la Ceka no eran una turba, ¿no?
Siempre con la misma mierda sobre la II República de la que se habla mucho sin que nadie recuerde como llega a producirse: es decir, un rey Borbón disuelve los Cortes en el 1923 porque le iba a salpicar un caso de corrupción y deja que un dictador que se llama Primo de Rivera asume el mando. Al caerse ese, se produce unas elecciones en Abril del 31 que dan a victoria clara a los partidos republicanos y el rey Borbon Alfonso XIII elige el exilio, casi el único acierto de su reinado…
Luego resulta que la II República, como toda Europa tiene muchos problemas tambien, pero empieza con el Rey Borbon golpista cuyo nieto, Juan Carlos hereda a su vez el mando de otro militar golpista, este mucho más sangriente que Primo de Rivera….
Es el mismo patrón de hace siglos en España….
Y encima, después de todos los desmanes de los Borbones a lo largo de la historia de España, cuando el Rey Juan Carlos opta por salvarse su puesto y establecer una democracia, porque era la unica opción viable en ese momento, hay que estarle agradecido para siempre. Es decir, por no ser un sangriento asesino como Franco, hay que reconocerle como héroe del pueblo, si es alucinante….
Y resulta que según la Constitución de 78, España es una Monarquía parlamentaria, con la M en mayúsculo y la p en minúsculo….ser republicano en España es ser anti-constitucionslista. A ver si nos enteramos de la jugada del elite del Espana con La Constitución intocable del 78….
Yo no veo razones para creer que España sea una democracia como Reino Unido, Portugal o Francia…ni de broma
Qué señor más coñazo.
Si no le gusta España (y no empiece con el bla bla bla de que sus gentes son estupendas, pero sus élites y su historia bla bla bla), váyase a comer turba escocesa.
Ojalá se hunda Escocia en el Mar del Norte, no antes de que usted vuelva a ella a beberse sus cubetas de güisqui.
Estoy escribiendo un artículo sobre el 84 aniversario del fusilamiento de José Antonio, y en la búsqueda de datos que enriquezcan aún más mi comentario , me encuentro con ésta página.
Los que por edad y por fortuna no vivimos aquellos trágicos años, los que somos amantes de nuestra história ,obligadamente hemos de contrastarla con historiadores ó biógrafos que nos dicen que és lo que sucedió y ante la disparidad de afirmaciones de unos y otros que sólo son fruto de la simpatía o condena del personaje en éste caso de José Antonio,me quedo con lo importante, con lo esencial. José Antonio fué un idealista de su tiempo y promulgador de un mensaje de justicia social que se enfrento al poder sin control de los partidos políticos de entonces ( derechas e izquierdas ) y al intento de utilización del movimiento militar que se sublevó contra un sistema la República que por no saber ni a ellos mismos se defendian.
Por eso todos se pusieron de una ú otra forma de acuerdo en hacerlo desaparecer. En matarlo.
Pero su mensaje por mucho que quieran los de antes y los de ahora silenciarlo. Está presente. Personas que hacen de la política poesía, en todo tiempo son necesarios.
Por todo esto que leo aquí ( y que prefiero imaginar que solo lleve al cansancio intelectual y al baldío político, porque podría ser peor) pensaba yo que se había promovido la reconciliación a la muerte de Franco. A sabiendas de que vivimos en un régimen constitucional manifiestamente mejorable( corrupción, desigualdades entre unos territorios y otros y ausencia de un proyecto cívico compartido) prefiero perseverar en el proceso de mejora de la Constitución vigente que arriesgarme al temporal de odio absurdo y revanchismo que se está incubando. Temo esta deriva insensata, muy emocional y poco racional. Yo que no la viví, la doy por vivida en el relato pavoroso de lo sucedido que hacen unos y otros. Lo esencial de ambas versiones, el sufrimiento al que se sometió a sí misma la sociedad española , lo doy por bueno y apelo a la cordura y a la voluntad de construir prosperidad material y moral. Esta estéril disputa sobre el pasado no conduce a nada en política. Dejemos el debate para el honesto rigor, aun discrepante unos de los otros, de los historiadores. Hagamos política desde el acuerdo constitucional, si es que es posible eso en este país, quiero creerlo, dado a partirse en dos a garrotazos.
¿Y cuántos asesinados dice ud. que llevaba ya la Falange originaria cuando Azaña decidió no sé qué? ¿Sabe acaso ud. que los actos de la Falange originaria comenzaban con la lectura del nombre de todos sus miembros asesinados? ¿Y sabe que en la pared tras la mesa que presidía los mismos pendía invariablemente un telón con sus nombres? Bueno, eso cuando el gobernador civil de turno, por orden de Azaña, Casares Quiroga o quien fuera, no lo prohibía porque, claro, quedaba mal eso de que sacaran a relucir que les estaban asesinado.
Pero, sobre todo, ¿sabe cuántos asesinados contaba ya la Falange originaria en sus filas cuando alguien, tras un asesinato, decidió responder con la misma moneda? No diga 1, ni 10, ni 20, porque fueron muchos más.
¿Le consta, si acaso, que el primero se llamaba Jose Ruiz de la Hermosa y que fue asesinado a golpes con porras en Daimiel el 2 de noviembre de 1933 por miembros de las Juventudes Socialistas, sin más causa que la de hacer público que había asistido unos pocos días antes en Madrid (el 29 de octubre, en concreo) al acto de presentación de la Falange originaria?
¿Quieres la lista entera? ¿Sabes que obtenerla está tirado para quien sabe y no para quien, simplemente hace que sabe? ¿O ya te parece bien que mataran a ese pobre hombre por haber asistido a un acto político?
¿Sabes que la lista comprende menores de edad? Algo me dice que no, pero que lo más seguro es que te parezca hasta bien.
¿Y tienes que decir algo de que alguien se rebele cuando le matan? ¿Te ha leído las apelaciones al uso de la violencia de Largo Cabellero, como poco?
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