No sé si lo han notado pero la política ya no es un teatro. Es el mundo del espectáculo. Así que montemos el mejor espectáculo de la ciudad. (Frank Underwood, vicepresidente. House of Cards)
House of Cards, Borgen, El ala oeste de la Casa Blanca y, según algunos que ahora van a gobernar, Juego de tronos, están consideradas como las mejores series sobre política. Su mérito es haber reflejado dos realidades del poder: que el juego político requiere acuerdos, y que por ocupar un cargo no vas a cambiar necesariamente el mundo. Todo puede variar de un día al siguiente, y la política hace extraños compañeros de cama, nos dejen dormir o no. Así ha ocurrido ya en la recién estrenada XIV legislatura, cuyas cuatro vicepresidencias, veintidós ministerios y treinta secretarías de Estado forman un gabinete extenso y paritario. ¿Conseguirá sus objetivos?
Pocos de los que estuvieron en el cargo se vanaglorian de haberlo logrado. La agenda diaria de un ministro consiste en permanentes actos públicos, escaso tiempo de reflexión y continua inmediatez. Imposible pensar, imposible estar en contacto con la realidad. Así lo ha narrado Mercedes Cabrera, catedrática, exministra de Educación y Ciencia, quien recomienda a los nuevos montar un gabinete con gente que te diga sistemáticamente que lo estás haciendo mal (a partir del minuto veinticinco) porque aduladores van a sobrarte. Repasando los ministros de Educación uno puede llegar a la conclusión de que intentar cambiar algo es motivo de cese. Mejor pasar desapercibido y no crear polémica. Miren si no casos como el del desacreditado Wert. Como diría Goyo Jiménez, «para los de la LOGSE»…
El caso de Luis Alberto de Cuenca nos recuerda la resistencia al cambio de la realidad, del funcionariado y de quienes te rodean. La ministra Pilar del Castillo, Cultura, no le dejó crear el Premio Nacional del Cómic.
Tampoco es raro que cuando se consigue un logro otros se lleven tu gloria, y así lo refleja El tesoro del cisne negro, cómic de Paco Roca con guion de Guillermo Corral van Damme. Él participó como diplomático en la recuperación del botín hallado y robado por la compañía Odyssey, pero le apartaron al acabar la legislatura, antes de terminado el proceso. La gloria fue para los ministros Margallo y Wert, del PP, aunque el trabajo lo había iniciado y desarrollado César Antonio Molina, en Cultura con Zapatero.
Aunque para testimonio sincero, el de Ángeles González-Sinde, quien asegura que aceptó ser ministra de Cultura porque no sabía dónde se estaba metiendo. No cambió el mundo, y le costó rehacer su vida profesional, algo poco frecuente entre los doscientos diecisiete miembros de gobierno que han pasado por el gabinete desde que somos una democracia. En teoría por el régimen de incompatibilidades, que ha jugado alguna mala pasada en estas microlegislaturas recientes.
No es de extrañar por tanto que muchos abandonen desalentados la política, como hizo esta semana Borja Semper, renunciando a su carrera en el PP del País Vasco y despidiéndose con el pertinente poema de Gil de Biedma. «Dejar huella quería, y marcharme entre aplausos / (…) envejecer, morir, es el único argumento de la obra». Son dos versos que dicen mucho sobre la dicotomía expectativas-realidad. Y también sobre el tono macarra que al parecer caracterizará esta legislatura, motivo principal de su renuncia.
Será muy necesario el pragmatismo, y lo trae de serie el ministro de universidades Manuel Castells. Para empezar no se ha mostrado conforme con el diseño de su cartera, pero sí con admitir que «es lo que hay» y que trabajará en consecuencia. A estas alturas todos los que ocuparon sus despachos el lunes han debido darse ya un buen baño de realidad, que hace menos amenazante el apocalipsis rojo anunciado a los electores del bloque de derechas. Los de izquierdas sospechan más bien, por su experiencia, que poco o nada cambiará.
Porque la clave está en los recursos disponibles, y todos coinciden en que Nadia Calviño, ministra de Asuntos Económicos, vigilará la ortodoxia que manda Bruselas en el gasto. Más nos vale. La economía global parece basada en un endeudamiento constante de los países, ya ha alcanzado los 227 billones (de los nuestros, para los americanos trillones) y va a seguir creciendo. Por hacer una comparativa rápida, para pagarla tendríamos que reunir más o menos tres veces todo el PIB generado en un año a nivel mundial (Gross World Product nominal), y usarlo únicamente para ello, sin gastar en comer, vestir o calentar. No se preocupen, eso no pasará…¡nadie piensa en reducirla! El objetivo es cómo seguir endeudándonos más y más. Es como aquella portada de Supertramp de 1979: Crisis, What Crisis?
Una manera de endeudarse es gastar más de lo que se ingresa. Por ejemplo con un gabinete más grande. Desde 1979 no veíamos tanta gente sentada a la mesa del Consejo de Ministros, concretamente en el tercer gobierno de Adolfo Suárez, primero de la democracia. Las malas lenguas aseguran que algo ha tenido que ver Iván Redondo, asesor principal de Sánchez, muy aficionado al análisis de datos y a copiar estrategias y modelos de momentos históricos, y de gobiernos de otros países.
Aunque si la idea era cambiar las cosas, la elección de Dolores Delgado como nueva fiscal general del Estado ha seguido más bien el curso histórico tradicional. Desde luego la legislación vigente reserva al presidente el derecho a nombrar ese cargo y los detalles jurídicos sobre lo que significa están espléndidamente explicados aquí. Debemos recordar además a un anterior ocupante de ese despacho, Luis Antonio Burón, que al dimitir advertía: «Nadie debería escandalizarse si el fiscal general del Estado deja el cargo por no estar de acuerdo con el gobierno». Esa es la clave. Su discrepancia en aquel momento fue querellarse contra Jordi Pujol y otros veinticuatro directivos de la Banca Catalana, y ahora la pregunta es si una exministra del gabinete de Sánchez mantendrá su independencia cuando vuelvan a pintar bastos con el procès y Cataluña.
Tampoco nos pongamos pesimistas, la política ha cambiado, y desde que lo instauró Franklin D. Roosevelt se dan cien días de cortesía a un nuevo gobierno, lo lógico es esperar ese lapso para pedir rendición de cuentas vía comparecencia. Hay además secretarías novedosas y necesarias como la de inteligencia artificial, ocupada por Carmen Artigas, señal de que el nuevo grupo en el poder comprende cuánto va a cambiar la IA nuestro mundo. O tomamos medidas ya, o nos quedaremos fuera del proceso. Todavía hay más preguntas que respuestas al respecto, y habrá que ver si no se queda en una decisión cosmética sin impacto real.
Es momento además de cumplir otra promesa, la del punto 2.2.11 del acuerdo de gobierno PSOE-Podemos, relativa a que las necesidades de las enfermedades raras se integrarían en la cobertura universal sanitaria. Hablamos de ello en el «Futuro Imperfecto 8», y deseamos la mejor de las suertes al ministro de Sanidad para conseguirlo. Si desfallece alguna vez le recomendamos leer este relato de una enfermedad rara contada desde dentro. Es fascinante cómo en una situación tan horrible se puede encontrar tanta belleza.
El apoyo lo encontrará también si mira hacia los ciudadanos y organizaciones particulares, que hacen de la necesidad virtud y se buscan la vida para conseguir fondos como sea. Como Raquel Sastre, dándolo todo por su hija Emma con un evento para conseguir fondos para investigar el PhelanMcDermid.
Cuando hay recursos se encuentra el talento para conseguir grandes cosas. Joan Massagué ha descifrado el código de la metástasis del cáncer tras veinte años de investigación. Siguiendo una línea alejada de lo que la mayoría consideraba correcto, y fuera de nuestro país. La ciencia y la investigación españolas se mueven, pero los recursos están fuera y el talento se pierde. Titánica tarea invertir la tendencia, que empieza por incrementar la inversión notable y eficientemente, dando confianza a largo plazo a los investigadores que empiezan. Y eliminando la burocracia, como proponía acertadamente en la UE de cara al ya confirmado Brexit el inefable Guy Verhofstadt. También habrá quien pregunte si en esto sí podemos gastar, aunque sea a costa de más deuda. La incertidumbre generalizada continuará.
Así que para sobrevivir emocionalmente a una legislatura que se prevé agotadora recomendamos armarse del canon de películas series, música y libros que han marcado la década, y nos permitirán soportarlo. De la mano de Kiko Amat, escritor irreverente por el que estos «futurólogos imperfectos» sienten irracional apego. Además de la llegada del universo Marvel al cine, «motivo de gozo para los viejos nerds», Amat nos recomienda la serie Louie, autoficción con narcisismo, redes sociales y exhibición, o sea, la década misma. También The Nick, sobre un cirujano drogadicto en una Nueva York victoriana llena de opio, sífilis y morfina. Para los libros, dos autores nuevos que no formaban parte del canon, Lucía Berlín y Sergei Doblatov, ahora recuperados. Y dos editoriales, Sajalín y Dirty Works, por su tipo de literatura marginal. Aunque si usted es de los que prefiere destilados más suaves, puede verse los dos vídeos completos de la sección Long Drinks de El destilador cultural, y bucear en todo lo demás que recomiendan allí, que está muy bien. O leer Los osos que bailan, magnífica obra prologada por Álvaro Corazón Rural, que explica cómo todavía hay mucha gente que echa de menos las dictaduras. Y es que cambiar no es fácil.
Por cierto, si no les gusta la nueva temporada de Sex Education seguro que al menos disfrutan con la publicidad del canal creador, que amenaza con poner a Cuenca mirando a Netflix. Y así de paso calentamos motores para los Goya y los Óscar, ya sea leyendo los guiones de los nominados gracias a Bloguionistas o viendo las maravillas de cortos animados nominados.
Pero sobre todo, apoyando febril e incondicionalmente a Klaus de SPA Studios. Sergio Pablos trabajó en Disney, luego su amor por la animación tradicional le llevó a volver a España y crear su propio estudio. Tras múltiples dificultades, con poco apoyo como emprendedor, y en una industria cultural enfocada hacia el 3D, su talento y perseverancia le llevaron a crear a Gru (Despicable Me), a trabajar para los grandes desde su pequeño estudio, y finalmente a concebir Klaus. Véanla. Apóyenla. Merece la pena recordar que «un sincero acto de bondad siempre provoca otro» («a true selfless act always sparks another»). Sigamos su ejemplo.
Estas recomendaciones se las hacemos de manera sincera, para servirles. Vamos, lo que debería hacer un buen ministro, palabra que viene del latín minister y significa ‘criado’, ‘servidor’, ‘subordinado’. Y eso esperamos, que no olviden que todos ellos están a nuestro servicio y deben pensar cuando toman una decisión en qué es lo mejor para todos nosotros.
Y por cierto, si quieren realizar fácilmente un acto de sincera bondad, reenvíen este newsletter a sus amistades si ya lo reciben por correo, para que a ellos también se les haga más llevadera la 14ª legislatura. Se lo agradecerán. Seguro. Al menos nosotros sí lo haremos. Sinceramente. #GoKlaus
Hace unas semanas, el presidente del Gobierno se preguntaba retóricamente durante una entrevista «¿la Fiscalía de quién depende?», para acto seguido contestarse a sí mismo autoseñalándose, un gesto que desató la indignación de los fiscales por este grave mazazo a su imagen de imparcialidad, ya de por sí maltrecha. Y no es para menos. El presidente, sin pudor, estaba haciendo una relevante declaración de intenciones con una mueca: la Fiscalía debe ser dependiente del Gobierno, ayudar a la gobernabilidad y, sobre todo, no importunar. Estaba anunciando que no quería una fiscal general del Estado como la díscola María José Segarra, a quien se le ocurrió actuar imparcialmente en defensa de la legalidad, manteniendo posturas jurídicas que en nada favorecían las negociaciones entre el partido en el Gobierno y los partidos independentistas.