Las religiones abrahámicas definen a Dios y a los ángeles como espíritus puros; pero tanto Jehová como Alá son inequívocamente masculinos, y el Dios de los cristianos es el Padre Eterno, cuyo hijo, segunda persona de la Santísima Trinidad, es un varón que, por si cupiera alguna duda, incluso fue circuncidado. En cuanto a los ángeles, y pese al aspecto andrógino de sus representaciones habituales, se llaman Gabriel, Miguel, Rafael… En consecuencia, los demonios, ángeles caídos, también son masculinos, e incluso era frecuente representarlos con ostensibles atributos viriles.
Puede que la famosa discusión bizantina sobre el sexo de los ángeles no fuera, después de todo, tan ociosa como para convertirse en emblema de las controversias absurdas e improcedentes. Improcedente, tal vez, de ser cierto que los doctores de Constantinopla se extraviaban en ella mientras los turcos se disponían a tomar la ciudad; pero no tan absurda como podría parecer a primera vista. Porque el verdadero quid de la cuestión, hoy como en 1453, no es el sexo de los ángeles en sí, sino nuestra delirante vocación sexualizadora. El Sol y el dinero son (poderosos) caballeros. La Luna y la muerte son damas (aunque no para todos: en alemán Mond y Tod son nombres masculinos). Y el/la mar es hermafrodita. Y que nadie se asombre de que Rimbaud viera el color de las vocales: un famoso matemático me aseguró que conocía el género de los dígitos; según él, el 1, el 2, el 3, el 5, el 6 y el 8 eran masculinos; el 4, el 7 y el 9, femeninos; y el 0, naturalmente, era neutro.
El antropocentrismo es difícil de superar, y en una sociedad patriarcal, el androcentrismo también. Podemos discutir sobre el sexo de los astros o del mar; pero si, en última instancia, la discusión sobre el sexo de los ángeles es ociosa, es porque en el fondo «sabemos» que son masculinos, igual que Dios y el diablo. Y algo similar ocurre con los robots.
Uno de los primeros y más famosos robots del cine, el entrañable Robby de Planeta prohibido (1956), tiene voz y nombre masculinos, y por más que, cuando le preguntan si es chico o chica, diga que la pregunta carece de sentido, a nadie se le ocurriría llamarlo Roberta. El caso es análogo al de los ángeles, que son espíritus puros y por tanto asexuados, pero para el imaginario patriarcal son claramente (oscuramente) masculinos.
Y sin embargo hay diablesas
Hay diablesas, sí, pero no hay ángelas (tan es así que ni siquiera existe el término y el corrector automático lo subraya en rojo). La demonización (nunca mejor dicho) de la sexualidad no procreativa y la misoginia de las religiones patriarcales, que ven en la mujer una incitación al pecado, explica que haya súcubos, pero no amantes angélicas. Y, por análogas razones (o sinrazones), los primeros robots femeninos son maléficos instrumentos de perdición: súcubos mecánicos, como la muñeca danzarina Coppelia, o Doppelgängers metamórficos, como la robotriz de Metrópolis, precursora de los androides nanotecnológicos de la saga Terminator.
En las antiguas mitologías había diosas y otros seres femeninos, tanto benignos como malignos: ninfas, sirenas, lamias, musas, arpías, valkirias… Pero la apoteosis patriarcal de las grandes religiones monoteístas las relegó al submundo de los cuentos y las leyendas. Todo es masculino en las religiones del libro: Dios, los ángeles y, por supuesto, los sacerdotes.
En principio, la inteligencia artificial (IA) es incorpórea; aunque tiene un soporte material —un hardware—, no requiere un cuerpo sensible en interacción física con el entorno. Pero solo en principio. HAL 9000, el superordenador de 2001: una odisea del espacio, ve, oye y actúa: la propia astronave es su cuerpo. Y en el momento en que una IA avanzada se instale en un robot (algo que está a punto de suceder si no ha sucedido ya) e interactúe con el mundo físico de forma autónoma, se producirá un salto cualitativo de consecuencias imprevisibles.
En principio, un robot dotado de IA, como Robby, no tendría sexo. Pero se podría darle forma humana y programar en él (o ella) una simulación convincente de la sexualidad masculina o femenina (o cualquier otra). Hace mucho que los androides sexualizados nos inquietan desde los relatos y filmes de ciencia ficción, y pronto lo harán (ya están empezando a hacerlo) desde las sex shop.
Según las religiones del libro, Dios creó primero a los ángeles, espíritus puros, parte de los cuales se convirtieron en demonios, y luego creó a los humanos, cuerpos con alma, espíritus encarnados, un poco angélicos y un poco diabólicos. Siguiendo los pasos de nuestro supuesto creador, hemos generado inteligencias inmateriales y estamos a punto de darles cuerpos de metal y plástico. Si ese cuerpo es una astronave, el robot podrá tener voz y nombre masculinos, como HAL, o femeninos, como Madre en la saga Alien. Si ese cuerpo es antropomorfo, le atribuiremos automáticamente un género, tenga o no atributos sexuales. Y si es un androide programado para la sexualidad, será él o ella quien redefina la nuestra.
(Continúa aquí)
Bueno, también hay íncubos (demonios sexuales masculinos) y en la religión cristiana, en según qué lugares, es más venerada su madre que el propio Dios. Pero sí, tendemos a designar masculinidades a lo que supuestamente es neutral.
Muy cierto, y, desde luego, la devoción a la Virgen (como fenómeno compensatorio de la hipermasculinización de la religión) merecería un estudio en profundidad. Pero, obviamente, ese análisis rebasa las posibilidades e intenciones de este artículo.
Cuando habla de la muñeca danzarina Coppelia, no se referirá usted a Olimpia, el/la autómata del cuento «El hombre de la arena» de Hoffmann?
Efectivamente; pero se ha popularizado más el nombre de Coppelia en función de las versiones posteriores.
Acepto, que se le va hacer, la matraca feminista por todos lados a todas horas, pero al menos pido coherencia. Un dia te quieren cambiar mas de 1000 años de idioma para no tener que usar el masculino(o) y el femenino (a) y reemplazarlo por el neutro(e), y al dia siguiente el neutro tampoco les vale. Pues nada, escrito a la RAE para que añadan angela y como no hagan nada linchamiento por fachas.
En este caso no podemos reprocharle nada a la RAE, que se limita a fijar, pulir y dar esplendor a los términos sancionados por el uso. Y tampoco hay que rasgarse las vestiduras porque no haya ángelas: simplemente, creo que es un dato significativo.
Excelente. La acabo de compartir por Twitter y Facebook. Por favor envíen link de la continuación.
Gracias, Danilo. Hay previstas dos secuelas, que espero se publique en las próximas semanas.
El imaginario heteroblancopatriarcal identifica al niño y a la mujer con el «ángel», qué curioso, «Ella es un ángel» un recurso poético tan usado como tópico desde hace siglos. De los hombres nunca. Buen panfleto ideológico con algo de artículo, y los mejor es que amenaza con continuar, así tenemos diversión y risas aseguradas.
Sutil observación. Esa identificación tiene que ver, creo, con la tendencia (heteropatriarcal) a negar la sexualidad de las mujeres y los niños.
Igual ya no estás vivo después del zasca con onda expansiva que te han contestado. Bien está lo que bien acaba ;)
No es un zasca; creo que la observación de Sir Percy es oportuna. Y estoy bastante de acuerdo con lo de «panfleto con algo de artículo».
… quizás sea que algunas observaciones brillantes y oportunas como esta que haces sobre la negación de la sexualidad en mujeres y niños dejan un sabor de boca parecido a un «zasca» aunque no sea esa la intención, lo que hace aún mejor la observación y aún mejor al comentarista -tú, en este caso- por desprenderte de la acritud. 5 estrellas y 10/10 Frabetti!! :)))
En efecto, el Libro carece de personajes femeninos protagonistas. Es un error evaluar esa circunstancia —peor aun: criticarla— desde los valores modernos. Es claro que si el Libro es escaso en relaciones femeninas se debe al papel cultural y social que entonces tenían las mujeres.
Por lo demás, también es poco afortunado comparar el sexo de criaturas del Libro con el de los robots. No existe un vínculo medianamente creíble entre ellos, ni cultural, ni espacial, ni de continuidad. Más bien habría que revisar la tradición de otorgar el sexo masculino a los robots, desde los autómatas griegos y anteriores, hasta el monstruo del doctor Frankenstein.
El vínculo es el androcentrismo. Los robots y los ángeles tienen en común que son poderosos e incluso imponentes, y nuestra cultura patriarcal los masculiniza de forma automática.
Por cierto, hablando de HAL9000: creo que el crimen más violento y al mismo tiempo más frío mostrado en toda la historia del cine es que que comete HAL cuando asesina a los tres miembros de la tripulación hibernados. Sobre todo cuando uno sigue las constantes vitales que se muestran en la pantalla, porque se pueden ver unos picos irregulares en el sistema nervioso central justo antes de que todas las constantes vitales se pierdan: los últimos pensamientos justo antes de morir. Y la mirada de HAL9000 es brutal.
De hecho, IBM se negó a que se usaran sus siglas en la película precisamente en función de estos gélidos homicidios. Aunque no hay que olvidar que HAL actúa en defensa propia.
Creo que Kubrick se rebeló parcialmente contra esa imposición de no poder poner IBM, y como hombre sutil, lo que hizo fue desplazar cada letra de esa sigla un puestro anterior, y entonces sale HAL.
En segundo lugar, no hace falta repetir tantas veces que X es patriarcal, porque entonces empieza a sonar como propaganda, y la reaccion puede ser la contraria, evitando excesos repetitivos, el mensaje se entiende igual y suena mejor.
No está claro lo de las siglas (Kubrick no lo admitió abiertamente), pero la coincidencia es sospechosa.
En cuanto a lo de insistir sobre el patriarcado, no debería ser necesario repetirlo tanto, efectivamente. Si no fuera porque aún hay gente que lo niega o lo relativiza, incluso entre los lectores de una revista como esta, que se supone que forman parte del estrato social más ilustrado.
Se menciona en dos ocasiones que vivimos en una sociedad patriarcal. Data, please. Pónganme los datos que lo demuestran, por favor, o de otra forma no nos vendan la moto.
Se puede discutir sobre la medida en que nuestra sociedad sigue siendo patriarcal; pero el sustrato patriarcal de nuestra cultura es un hecho incuestionable; las mujeres no tenía derecho a votar hasta hace bien poco, y los menos jóvenes hemos conocido una época en la que no podían hacer nada sin autorización del marido. Y la huella cultural (que es de lo que trata el artículo) de milenios de patriarcado no se borra con una declaración teórica de igualdad (que no es poco, por supuesto, pero que no soluciona automáticamente los problemas).
En el estudio de las Religiones Comparadas se contempla una clasificación genérica de las deidades en 4 categorías: Dioses creadores (como Yahweh, Ra, Brahmá, Alá…), diosxs guerreros/jueces/alta funcionalidad (Zeus, Odin, Atenea, Vishnú…), diosxs encargados de fenómenos/regiones/actividades concretas y deidades menores/del hogar/locales. Uno de los mayores crímenes del monoteismo y su toxicidad es eliminar la diversidad y pluralidad de actividades y con ello sus connotaciones. Su trampa siempre ha sido limitar todas las funciones a un solo ente masculino y tirar de reduccionismo (y machismo, claro) en todo y para todo. Sin duda nuestra cultura occidental podría ser muchísimo más rica e igualitaria sin este badaje tan necio y tan oscuro. Gran artículo!!
Gracias, Milady. Totalmente de acuerdo con tu reflexión; pero no he entendido tu comentario anterior.
Es interesante observar que la religión cristiana y la ciencia ficción comparten esa convicción (verdad absoluta en la primera) y posibilidad (en la segunda) de que ángeles y robots no tienen un sexo definido. Fantasías siempre tuvimos, ayer y hoy que nos han marcado como especie, con nuestro subconsciente común que ha dado lugar a una literatura que nos ha enriquecido y que ha dado lugar a esa pregunta que correspondería más a un niño que a un adulto: ¿por qué en lo exterior hombres y mujeres somos tan desiguales?, ¿y no podría ser de otra manera visto nuestra convulsionada historia masculina? Pero es difícil aceptar desde nuestro punto de vista masculino que, en la dinámica y desarrollo de la evolución biológica nosotros, y en la mayoría de las otras especies fundadas en la bisexualidad, en los albores fuimos una contingencia necesaria que en el humano ya comienza a revelarse innecesaria. Además (y esto es una ironía), hay bastantes pruebas históricas de que en las grandes gestas políticas y militares hubo siempre un solo comandante victorioso (o derrotado), y no veo por qué estar en el mundo, que creo sea la gesta de las gestas tenga que apartarse de la unicidad del comando. No sé que sensibilidad sexual tendrá ese futuro comandante, pero seguramente no la estrictamente masculina ya que no somos portadores de vida.
Efectivamente, con la irrupción de la tecnología avanzada, nuestra evolución como especie se encuentra en un punto crítico, y es muy difícil prever lo que sucederá en un futuro próximo. Podríamos estar asistiendo al final de los supremacismos (de etnia, de clase, de género, de especie); pero los obstáculos son enormes, y el mayor de ellos es la resistencia de los privilegiados.
Pues nada, a esperar la llegada de ese Reino matriarcal que nos traerá más de mil años de felicidad absoluta. Sin testosterona, sin discusiones, sin cambios de humor, sin incongruencias, sin rigidez mental, sin consumismo, con gran capacidad para la abstracción, etc etc.
Mejor que reino matriarcal, república fratriarcal.
La verdad es que hemos avanzado mucho en el tema de la igualdad, no solo de género. Pero aún falta trabajo para que todos los seres humanos tengamos el mismo valor y las mismas oportunidades de libertad. Un ejemplo de lo del valor, es que no se trata de la misma forma la muerte de una persona occidental que la de una que no lo sea. Y lo de las oportunidades de libertad, no es tanto a nivel laboral o legal ya una vez las personas somos adultas (que también) sino a la información subliminal que se transmite desde que nacemos y afecta mucho al desarrollo del cerebro, eso hace que una vez ya adultos y adultas la mayoría de las mujeres desarrolle un rol cuidador, por ejemplo, y eso condicione todo su futuro. Un error es pensar que los hombres son los responsables de la heteropatriarcalidad de la sociedad y de otras características que la hacen aún injusta. Es cosa tanto de hombres como de mujeres, todos y todas contribuimos a mantenerla y debemos trabajar para que sea mejor.
Todos y todas contribuimos a mantenerla, es cierto; pero no de la misma manera ni en la misma medida.
Son solo elucubraciones, Jordi, producto de cinco mil años de desencuentros, incomprensiones, con más horrores que belleza y buen vivir, una expresión de deseos resultado de la cotidianidad, la actual y la de vieja memoria. Con la misma autoridad intelectual que tuvo el anuncio del apocalipsis. Nada de que alarmarse aun con tus previsiones del tipo milenaria del tercer Reich y, compartiendo, lo confieso, la mayor parte de tus percepciones del modo femenino de estar en el mundo, pero habría perplejidad al afirmar que el devenir histórico no pueda prescindir de nuestra racionalidad masculina que no está totalmente libre de esas peculiaridades caracteriales que enumeras, en modo especial la “incongruencia” (el presidente americano es el campeón) de la cual creo que no hay otra mayor que el pacto Ribentrop-Molotov y la “rigidez mental” que desató posteriormente. Pero son solo elucubraciones, hasta diría inútiles visto que el despertar femenino se da solo en nuestro occidente, un tercio de la totalidad.
¿Y la Eva futura de L’Isle-Adam?
Creo que es un caso muy especial, y además no ha repercutido en la cultura popular como Olimpia/Coppelia o la robot de Metrópolis; pero, indudablemente, hay que mencionarla, y de hecho lo hago en la siguiente entrega de esta miniserie, que supongo estará a punto de salir.