Ciencias

Energía new-clear (I)

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Fotografía: NASA.

Nuestra sociedad consume cantidades extravagantes de energía cuyo origen, mayoritariamente, se encuentra en los combustibles fósiles. Para mantener girando los engranajes de nuestra civilización industrial, quemamos, en 2018, 4662 millones de toneladas de petróleo; el equivalente a 3309 millones de toneladas de petróleo (mtoe, de sus siglas en inglés) en gas natural y 3772 mtoe de carbón, es decir, un gran total de casi 12 000 mtoe en combustibles fósiles. En comparación, la energía nuclear aportó 611 mtoe, la hidráulica 949 mtoe y el resto de renovables 561 mtoe. El gran total de todas las energías no fósiles en 2018 fue, por tanto, 2121 mtoe, o sea el 18 % de las fósiles. La contribución de la energía nuclear y la renovable (excluyendo la hidráulica) es similar, entorno al 5 %.

Vale la pena reflexionar sobre estos números. Pese al decidido avance de las energías renovables en las últimas dos décadas, su contribución a la balanza energética es bastante escasa (lo mismo ocurre en el caso de la energía nuclear, que ha visto disminuir su parte de la tarta). El mundo actual se sigue moviendo, ya casi a finales de la segunda década del siglo, quemando unas reservas de combustibles fósiles que no durarán para siempre (aunque tampoco se van a agotar mañana, como muchos pretenden) y emitiendo cantidades ingentes de CO2 a la atmósfera como consecuencia de este consumo.  

¿Va este consumo en aumento o está descendiendo? Ciertamente la eficiencia de uso energético ha aumentado mucho en los últimos años y se han implementado ciertas políticas de ahorro energético (en muchos casos más nominales que reales). ¿Han servido estos factores para disminuir, o al menos estabilizar el consumo?

No. En los últimos diez años el consumo global ha pasado de 11 705 toe a 13 867 toe, aumentando un promedio del 1.5 % anual. En términos de consumo per cápita, hemos pasado de 72 GJ (gigajulios) en 2008 a 76 GJ en 2018. Si tomamos España como referencia, nos encontramos con un consumo de 140 GJ (en 2008) y 128 GJ en 2018. Saltan a la vista dos datos. El primero, que el consumo energético en España ha disminuido del orden del 10 % en una década, lo que indica, sobre todo, mayor eficiencia en el uso de la energía. El segundo es que la energía per cápita en España es casi el doble que la media. Dicho sea de paso, la media de consumo per cápita en Europa es casi idéntica a la de España, así como la tendencia a gastar menos. 

Pero ¿qué ocurre en el resto del mundo? En UEstados Unidos se gasta del orden de 300 GJ per cápita (es decir, el doble que en Europa y cuatro veces la media mundial) y la reducción en esta última década ha sido casi despreciable. En Canadá ocurre más o menos lo mismo. Pero no crea el lector que estos países ricos están a la cabeza del despilfarro. Qatar llega a los 750 GJ, más del doble por cabeza que en usa y diez veces la media mundial. Emiratos se sitúa en 492 GJ y Singapur en 633. A cambio, la media por cabeza en Bangladesh es de 9 GJ y la media en los países africanos (con la excepción de Argelia, Egipto y Sur África) es de 6.7 GJ, esto es diez veces menos que la media. El promedio en toda África es de 15 GJ (veinte veces menos que en USA) en India se consume 25 GJ, en Indonesia 29 GJ y en China 97 GJ. 

Hagamos un sencillo ejercicio. Tomemos como referencia un consumo energético modesto, digamos de 100 GJ, sustancialmente inferior al de España y Europa y muy por debajo del despilfarro en Estados Unidos o los países del Golfo. China consume aproximadamente esta cantidad, pero no debemos olvidar que la media es el resultado de equilibrar un consumo muy grande en ciudades como Shanghái o Pekín con un consumo muy inferior en extensas áreas rurales. Preguntémonos qué fracción de la población mundial cuenta al menos con esa modesta energía. La respuesta es que solo el 20 % goza de ese privilegio.  O, dicho en otras palabras, el secreto de la abundancia en la que vivimos el 20 % de la población mundial, consiste en condenar a la pobreza al otro 80%.

¿Vamos a consumir menos en el futuro? No, y pretender lo contrario no solo es engañarse, sino caer en la hipocresía. Europa ya ha rebajado su consumo energético en la última década y quizás lo rebaje un poco más, pero quedándose bien por encima de esos 100 GJ mínimos. Estados Unidos, Canadá y otros países ricos continuarán consumiendo mucho más que eso. China no tardará en alcanzar los 100 GJ y no se quedará ahí. Pero falta India, Indonesia, toda África. Si le damos a todos los países del mundo esa media de 100 GJ, por mucho que ahorremos los ricos, vamos hacia un consumo energético un 30 % mayor que el actual. 

La nuestra ha sido, durante toda su historia (a excepción del último siglo y medio) una sociedad solar. Desde la edad de piedra hasta la revolución industrial, hemos vivido de las energías renovables, quemando madera, hojarasca y bosta para calentarnos, ayudándonos de molinos de agua y viento para moler grano, explotando el músculo de hombres y bestias para producir trabajo.

Pero esas sociedades solares que nos antecedieron carecían de televisión, cirugía por láser, airbuses, calefacción central, automóviles, dentistas, ipads, Google, ordenadores, electrodomésticos y, por supuesto, de la electricidad que anima casi todos estos dispositivos. Las pirámides se construyeron con un consumo medio por persona y día de menos de 10 GJ. Las catedrales europeas, con 50GJ. ¿Podemos regresar a una sociedad solar? 

(Continuará)

3 Comentarios

  1. Fuentes de los datos?

  2. Sería acertado inserir los artículos numerados en el mismo orden de prioridad en la página de presentación. He leído y comentado el segundo y ahora me encuentro con el primero.

  3. Nucelar. La palabra es NU-CE-LAR

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