La actriz Greta Fernández (Elisa y Marcela, La enfermedad del domingo, Matar al padre) y el periodista Manuel Jabois (El País) enfrentados a una cuestión que solo podría plantearse en una era como la presente, donde la desnudez social y la exposición pública son la norma en lugar de la excepción: «¿Quién decide la foto que subes?».
Hace mucho tiempo que la sociedad ha decidido prolongar los quince minutos de fama profetizados por Andy Warhol hasta convertirlos en una eterna existencia digital de exhibicionismo. Instagram, Facebook, Twitter y cualquier otra red social imaginable son artefactos que se han asentado como escaparates, lugares donde una imagen parece tener más peso que toneladas de palabras. «Tengo un Instagram a medias con mi pareja, y tenemos que consensuar muy delicadamente la foto que subimos […] Cuando tenemos una foto y un texto, más o menos literario, la foto es la que provoca más discusiones» explica Jabois de manera inmediata, reconociendo que en estos mundos digitales uno siempre comienza decidiendo personalmente qué imágenes de su vida privada va a compartir. Pero también que, a la larga, se acaba dejando que el público sea el que decida, al someternos a la tarea inconsciente de agradar a dicha audiencia por inercia. Fernández aclara que ella ha recorrido un camino que se antoja opuesto: de utilizar ese mismo Instagram como herramienta para ganar dinero, promocionando marcas y modas, hasta acabar teniendo la libertad de subir a la red las fotos que realmente quiere cuando ha comenzado a ganarse la vida como actriz y dejado de acarrear la cruz de saberse una influencer.
El debate entre la actriz y el escritor navega a partir de aquí entre el valor real de «ser visto», de proyectar una imagen, frente a de ser reconocido, de que valoren tu trabajo público. Pero también analiza los grados de intimidad que barajamos al mostrarnos en este tipo de medios, la raíz de periodismo rosáceo que nutre la cultura del clickbait y los «me gusta», o la capacidad potencial de cualquier imagen para convertirse en meme. «Es como otro universo», reflexiona Jabois, «Instagram en cierto modo es como unas vacaciones, proyectas una imagen artificial de ti». Y Fernández apunta lo peligroso del concepto «Hay tanta gente que pasa tantas horas adorando tanto a gente a la que yo creo que no tienen nada que envidiar […] Hay que saber parar».
Es la ironía de los tiempos que vivimos: aun siendo conscientes de los riesgos que acarrea esa popularidad artificial, nuestros invitados charlan sobre la periodicidad ideal de sus publicaciones o sobre la culpa, o la vergüenza, que les supone decidir dejar de seguir a alguien en las redes sociales. Pero también hablan sobre lo extraño de simplificar tu mensaje en medios como Twitter, «seleccionar las palabras para que no signifiquen solo una cosa, sino más de una», apunta el periodista, lo arriesgado de las disputas políticas en caso de ser un personaje público, «es tan difícil usar las palabras adecuadas para comunicar lo que opino sobre esos temas» aclara la actriz, y sobre la buena educación como un elemento básico a la hora de asomarse a todos estos desfiles de imágenes, poses y opiniones. Curiosamente, la conversación acaba desembocando en unas orillas que parecen tan alejadas del tema inicial como las de los límites del humor y lo delicado de disparar ciertas bromas en el lugar equivocado.
¿Quién decide la foto que subes? ¿Hasta qué punto nos debemos a unos seguidores artificiales que, en la mayoría de los casos, no conocemos realmente? ¿Cuánto mentimos a la hora de mostrarnos públicamente ante esos miles de desconocidos? ¿Son las redes sociales un espejo fiable de las personas o una condena para ellas?
Tomen asiento, abandonen las stories de sus contactos en Instagram, renuncien durante cuarenta y cinco minutos a contemplar cómo arde esa hoguera que es Twitter, dejen de calcular cuántos unfollows les ha provocado su última fotografía y acomódense junto a Greta Fernández y Manuel Jabois para formar parte de una conversación, sin cortes ni censura, en torno a la imagen y la fama en nuestra insólita época moderna.