El tiempo no perdona, ni siquiera al pop. Y todos hemos sido conscientes de ello al descubrir que algunas de aquellas canciones que coreábamos en los bares, aquellos ritmos que se apilaban en nuestra colección musical en la era pre-Spotify, y aquellas melodías ante las que sacudíamos los cuerpos lozanos en las farras, en realidad tenían una fecha de caducidad estampada. Una que con el paso de los años acabarían siendo evidente y transformaría lo que otrora fue un hit en un par de minutos de absoluta vergüenza ajena. En el terreno patrio gozamos de una excelsa colección de éxitos que han envejecido de manera terrorífica, y por eso mismo la encuesta de hoy apuesta por desempolvar baúles musicales y abrazar el horror al intentar responder a la pregunta: ¿qué éxito del pop español ha envejecido peor? Como viene siendo habitual, el número de candidatos es tan elevado como para que resulte inviable enumerarlos a todos en esta entrada y, por eso mismo, todos los lectores están invitados a contribuir con más propuestas en la sección de comentarios, situada al final del texto.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
«20 de abril» – Celtas cortos
La primera vez que alguien pinchó esto durante el vigésimo día del cuarto del mes del año, la tontería tuvo gracia por aquello de hacer coincidir un título y una fecha en el calendario. Pero, teniendo en cuenta el año en el que se lanzó el disco Cuéntame un cuento del que formaba parte, eso significa que «20 de abril» ha sonado como mínimo unas veintisiete veces a lo largo de la historia. Y eso son veintiséis ocasiones más de las que cualquiera se merece escuchar a Jesús Cifuentes escribiendo una carta e invocando al bajón, como ya sentenció Joaquín Reyes, al hacerse el penas ante una chavala que probablemente ya ni le recuerde a él, ni al monte en el que estaba plantada la dichosa cabaña del Turmo. Y todo eso obviando lo pasado de moda del concepto, porque hoy en día lo de firmar cartitas es una tradición propia de salvajes y reencontrarse con compañeros de juergas perdidos es tan sencillo como conectarse a Facebook y dejar que el algoritmo diabólico de Mark Zuckerberg haga su magia. Eso sí, la canción tuvo su pequeña redención, no oficial, gracias a internet: ocurrió cuando algún genio la agarró y la cosió a unas cuantas escenas de Evil Dead fabricando uno de los mejores videoclips de la historia.
«Atrapados en la red» ̶ TamTam Go!
En la época de Tinder, OkCupid, Meetic, Grindr y Badoo, no tiene ningún sentido cantarle al ligar por internet tirando de correo electrónico («Mándame un email que te abriré mi buzón / y te hago un rinconcito en el archivo de mi corazón»), del mismo modo que tampoco lo tiene utilizar la arroba hoy en día si uno no está redactando un comunicado de Unidas Podemos («Te di todo mi amor @ love punto com / Y tú me has roba roba robado la razón»). Así que oficialmente podemos considerar que a este monstruito escrito a medias entre Nacho campillo y Ada Viola (Naomí Ruiz de la Prada) se ha pasado de la fecha recomendada. Que la canción se rematase con estrofas de lírica tan arriesgada como «Ciberpirata de amor / Me has abordado a traición» tampoco ayudaba mucho.
«Sola» – Olé Olé
Ojo a esto: Una jovenzuela Marta Sánchez está sola en casa por la noche porque sus padres han salido y no tienen pinta de regresar pronto. De repente, suena el teléfono y al descolgarlo la chavala escucha cómo un varón desconocido le anuncia que ya puede ir apagando las luces, dejando la ventana abierta y metiéndose en la cama porque él está a punto de presentarse en breves en su habitación para, presuntamente, hacerle de todo menos cantarle nanas. Y si lo anterior suena terrorífico y muy jodido, es porque era exactamente eso: «No me convencerás, ¿qué dices? ¿cómo? / ¿Que vas a entrar por la ventana / que apague toda la luz / y que me meta en la cama? / ¿Crees que estoy loca o qué? / No te conozco / no insistas más o me convencerás / Y apago la luz / Era una voz desconocida por mí. Ah, ah, ah / era una voz tan masculina y viril. Ah, ah, ah / era una voz que proponía venir a mi casa esa misma noche». Al final del tema se descubría que la insensata y zumbada de la Sánchez le había seguido el rollo al stalker pervertido y se había encamado con él sin ni siquiera verle la jeta. Aunque, role models retorcidos aparte, lo peor de todo era que la canción se atrevía a incluir entre la melodía un inserto de la voz varonil («¿Hola?») que daba auténtica grima.
«Duro de pelar» – Rebeca
Cuando tu tema estrella sigue con vida por culpa de haber digievolucionado hasta convertirse en tonada para un anuncio de neumáticos, la cosa pinta mal. Cuando el anuncio para neumáticos consigue invocar a Mario Vaquerizo, ya no existe salida de emergencia a la vista.
«La raja de tu falda» – Estopa
A estas alturas, lo peor del hitazo de Estopa no es ni lo terrorífico de su lírica («Y al pasar por tu calle allí estabas tú / esperando en la parada del autobús / comiéndote con gracia aquel chupachups / ¡Qué vicio, qué vicio! […] Por la raja de tu falda yo / tuve un piñazo con un seat panda») ni lo espantoso de su videoclip oficial. Sino el hecho de que escuchar hoy en día «La raja de tu falda» produce el mismo efecto que beber del cáliz equivocado al final de Indiana Jones y la última cruzada. Porque de lo que estamos hablando es de una máquina del tiempo que catapulta al oyente hasta los pasillos del colegio donde le planchaban a collejas, hasta las vacaciones con sus padres en coche con la radio puesta, hasta el disco-pub del pueblo en fiestas, hasta los chiringuitos cutres y hasta el garrafón del bar a las tres de la mañana, multitud de recuerdos añejos vividos con los hermanos Muñoz atronando de fondo. En cierto modo es una canción mágica por su capacidad para evocar una conga de flashbacks horripilantes, producir canas instantáneas y lograr que los rostros más tersos se conviertan en circuitos de arrugas repentinas. «La raja de tu falda» es lo que escucharían en la cabaña del Turmo un grupo de colegas que se estuvieran «haciendo unas risas», cuidado con eso.
«Risk» – Tontxu
Existe mucho alarmismo ante lo supuestamente peligroso del trap y su visión romántica de la delincuencia y las drogas. Pero en su momento nadie intuyó la maléfica influencia que supondría la moda del cantautor musical. Aquellos desalmados que arrastraron a miles de jóvenes a deslizarse por una espiral de perdición y decadencia, aquellos músicos que inspiraron a la juventud a llevar una guitarra a cualquier fiesta para «Tocarse algo».
«La mataré» – Loquillo
«La mataré» tuvo una existencia complicada, fue un éxito a finales de los ochenta, y Loquillo dejó de interpretarla durante los noventa porque su letra provocó numerosas denuncias de asociaciones feministas y gente que opinaba que aquello era una oda a la violencia de género. Sabino Méndez, autor de la letra, aclaró en una columna que en realidad el tema era todo lo contrario, una denuncia a ese tipo de actitud, y que nadie parecía estar pillando de la misa la media. Con el tiempo, Loquillo recuperó la canción en su repertorio e hizo las paces con el asunto «Me parece una exageración lo que ocurrió con esa canción. Posiblemente si hubiera cantado esa canción con cuarenta y cinco años hubiese hecho otra cosa, pero es que nos cogió como unos críos»1. Y hoy en día, dependiendo de cómo se lo tome uno, todo esto es una desgracia, o no: o asumes que la gente debería de ser lo suficientemente lista como para entender que las canciones tienen barra libre a la hora de construir ficciones, o interpretas que resulta poco elegante darle bombo a algo así en un clima actual donde cuatro payasos de Vox acuden con una pancarta reclamando casito al homenaje en honor a una víctima de la violencia de género.
«Lobo-hombre en París» – La Unión
A Rafa (AKA «de La Unión») nadie le dijo que hay tres cosas que nunca debes de hacer: movimientos bruscos delante de un T-Rex, dar de comer a un gremlin pasada la media noche y aullar en una canción. Aullar. Todo mal. Todo peor. Aunque Shakira diga lo contrario.
«Devil Came to Me» – Dover
Tras la supuesta edad de oro del pop español, hubo un momento en la historia de la música de este país en el que a todo el mundo se le metió en la cabeza que para petarlo musicalmente había que entonar en la lengua de la pérfida Albión. Un drama lingüístico que propició que un montón de grupos se lanzasen al inglés sin paracaídas, sin miedo alguno y con resultados aterradores. Dover arrasó con su «Devil Came to Me» gracias a un anuncio de Radical Fruit Company, aquellas bebidas de frutas a las que a veces se les escapaba un poco de zumo en el mejunje, en forma de spot televisivo en donde sonaba un pedazo de la canción. Y sorprendentemente, a nadie pareció molestarle mucho que el inglés de la banda se columpiase entre el de las mascotas de Oceanix y el de las Baccara. Lo más extraño de todo fue la deriva posterior del grupo, de meterse con los Dj desde su posición guitarrera pasaron a producir temas electrónicos descaradamente poppies, rebarnizar sus éxitos anteriores con el nuevo estilo discotequero, grabar en el idioma bambara hablado en Malí y a acabar retomando de nuevo el sonido rockero de los inicios tras ver que lo último no había colado.
«Moving» – Macaco
Si Dora la exploradora tuviese un hijo con Manu Chao les saldría con una camiseta sin mangas, un gorrito de lana y, con total seguridad, cantando esto.
«Quédate en Madrid» – Mecano
Aquí es donde se traza la línea roja entre generaciones, entre los dramas millennials y la indiferencia carroza. La chavalada amiga de mear con un fajo de papel de liar a mano se ofendió muchísimo en el programa Operación Triunfo cuando a una de participantes le tocó pronunciar «mariconez» en un tema de Mecano, una palabra que la intérprete de karaoke consideraba extremadamente homófoba. Entretanto, Ana Torroja y los hermanos Cano se rascaban la cabeza preguntándose de qué coño estaban hablando los niños, y al final el propio José María Cano acabaría prohibiendo sustituir la palabrita de la discordia. En general, los dos bandos parecen un poco tontos: los críos por pensar que Mecano (los de «Mujer contra mujer») tienen algo en contra del colectivo LGBT, y los puretas altivos por no entender que nada está tallado en mármol y tampoco es un pecado imperdonable que las nuevas generaciones toqueteen lo que consideran incómodo. Aunque lo peor es que la canción tampoco daba para tanto, el tsunami de mierda habría sido mucho más divertido si todo esto hubiese ocurrido con «Stereosexual».
«Aquí no hay playa» – The Refrescos
Los madrileños son esa casta afable que gracias a las redes sociales ahora pueden mantener informado constantemente al resto del país sobre la cantidad y frecuencia de precipitaciones en la capital, sobre lo que aprieta el calor en verano en la Plaza Mayor y sobre lo conveniente de dejar que las compañías telefónicas patrocinen el nombre de las paradas de metro. Pero en el 89 los madrileños no poseían Twitter ni modo alguno de comunicarse con el resto de españoles que vivían más allá de sus fronteras, esa gente que tampoco tenía muy claro en qué letra terminaba el nombre de la ciudad más poblada de España. Y por eso recurrieron a la música para explicarnos que aquella urbe plantada en medio del país no tiene la costa cerca, una información que agradecimos, aunque la canción fuese infumable por su naturaleza de himno de pijerío borrachuzo, e imposible de bailar por lo acelerado de su ritmo. A todo lo anterior habría que sumarle que las menciones a Los 40 principales, Juan Barranco o Enrique Tierno Galván se han convertido en un sudoku de datos prehistóricos para las nuevas generaciones.
«Marta tiene un marcapaso» – Hombres G
Existen cosas que suponen cárcel y resultan menos dañinas que la letra de esta canción: «Marta tiene un marcapasos que le anima el corazón / no tiene que darle cuerda es automático […] Ha salido el marcapasos / entre vísceras y sangre / Mírale que ojitos tiene / es idéntico a su padre». Pero ocurre que además David Summers y compañía aquí tuvieron los huevazos de colarnos un plagio descaradísimo del «At the Zoo» de Simon & Garfunkel.
«No sopor… no sopor» – Joaquín Sabina y Manu Chao
Lo suyo sería listar la mayor parte de la discografía de Sabina, pero vamos a tener clemencia porque algo tendrán que cantar sin sentirse culpables los divorciados que se creen canallitas cuando se arrastran de nuevo a casa a las siete de la mañana. Y porque los chavales de Tu madre es puta ya desvelaron en un vídeo tutorial que la técnica de composición del de Úbeda tampoco tenía mucha ciencia. Pero lo de este «No soporto el rap» (o «No sopor… no sopor» tal y como figura en el Yo, mi, me, contigo de 1996) era especial porque para perpetrarlo no solo se alió con Manu Chao, ensamblando un dream team del cansinismo, sino que ambos lograron parir una canción que envejeció en cuestión de horas. Una que remataba la faena incluyendo versos tan de enfangarse en el tópico como aquellos «Tienes pinta de buena persona / en busca de un poco de rollito canalla / ¿Verdad que me vas a invitar a una raya?». A raperos como El Chojin, Tote King, Kase.O, Zatu o Frank T aquella pullita al género no les sentó nada bien y se dedicaron a devolverle la hostia al cantante en sus cortes. El asunto no dejaba de resultar gracioso, porque si hay algo que ha envejecido realmente mal en este país es el rap de aquellos noventa.
«Sé lo que hicisteis» – Melendi
Porque jugar a intentar adivinar si lo que sonaba era Melendi o Estopa tuvo gracia única y exclusivamente durante los tres primeros singles.
«Te entiendo» – Pignoise
Si hay una moda musical que nació condenada a envejecer fatal esa es la del pop punk chicloso norteamericano y canadiense de finales de los noventa y principios de los dos mil. Ese adobo en el que se fraguaron cosas como Simple Plan, Fall Out Boy, Avril Lavigne, Blink-182, Sum 41, Smash Mouth y similares amigos del pantalón corto, el monopatín, la gomina y las pintas de no aguantar ni tres minutos en pie durante un pogo de los Dead Kennedys. Si todos aquellos ya nos llegaban, desde sus países de origen, con pinta de que iban a quedarse anticuados con una rapidez envidiable, el lector puede imaginarse lo que ha ocurrido con nuestra fotocopia Hacendado y pija de aquellos lodos.
«Macarena» – Los del Río
Los one hit wonders solo tienen una ventaja, que tienden a morir rápido y a formar parte del pasado con una celeridad fabulosa. Pero, desgraciadamente, en el caso de la «Macarena» de Los del Río ocurre lo contrario, la cabrona aguanta año tras año y se resiste a despegarse de la actualidad: la bailó Bill Clinton en público, la cantó la cerdita Peggy en la banda sonora de El tour de los Muppets, se convirtió en un éxito al ser versionada por Alvin y las ardillas, se remakeó en Bollywood, forma parte del setlist para agitarse en los videojuegos Just Dance y en Hotel Transilvania 3 era utilizada como arma durante el combate musical final. Es, simple y llanamente, un demonio inmortal que nos sobrevivirá a todos.
Nota
1 Entrevista a Loquillo en Efe Eme.
Aprendiz de malu
Gran artículo. Me he «hecho unas risas» con los textos. He votado por la de TamTam Go! y me congratula ver que va claramente en cabeza. Esa canción nació ya vieja. Era un ridículo constante escucharla en la tele o la radio. Por suerte murió pronto.
De un bulgaro-argentino, que tuvo que repasar el 50% de la lista para recordarlas; podria ser «Atrapados…» por su referencia a Internet, pero realmente tanto la Web y esa forma de conocer gente, como los telefonos comunes y la TV que se mencionan en varias, estan vigentes; en cambio las «cartas» que aparcen como cosa corriente en el de Sabina, ya no las envia casi nadie. Sigue no habiendo playa alli, asi que tampoco, salvo que tomemos por antiguo e insoportable a ese ritmo. Otras son simplemente muy malas canciones, aunque creo que algunas estan injustamente en la lista, como ser: 20 de abril, Risk, Quedate en Madrid y Te entiendo.
Y La Flaca de Calamaro y Jarabe de Palo dónde está?
La Flaca no es pop español
¿Jarabe de Palo no es pop español?????
Gran selección. La escucha de todas las canciones mencionadas en bucle debería figurar como condena a delitos de sangre en el código penal
Joder, qué cruel!
Made in spain la década prodigiosa.
Ahí lo dejo
A mí lo que realmente me fastidia es que un tema como «Tranquilo majete» esté envejeciendo bien.
Nunca pude con Celtas Cortos. Qué grima la voz del cantante. Qué grima todo. Qué pena, de verdad, qué pena todo aquello.
Qué pena, es verdad. Es el grupo bajonazo por excelencia. Y lo de «Tranquilo, majete», cantado con esa suficiencia desafinada de Cifuentes, para echar a llorar. Siempre que la oigo y no puedo escapar, busco un sillón y me tiro en él.
El Dúo Dinámico con «Quince años tiene mi amor». Ahora mismo, serían detenidos por abuso de menores y además, con razón.
Como latinoamericano les resiento
Lobo hombre
Macarena
Aserejé
Gracias
Lo de Dover no lo acabo de pillar. Su inglés era excelente.
Si crees que el inglés de Dover era excelente, me temo que no has escuchado mucho inglés.
¿Cómo que no? ¡Pero si soy inglés!
Sí, inglés de Gibraltar. O de Ghana.
Creo q la mayoría de las canciones de la sobrevalorada movida han envejecido realmente mal.
Ojo, eh?, en esta lista hay temazos que no han envejecido para nada mal mezclados con mucha morralla y que podrían estar en una lista de «canciones emblemáticas del pop patrio» como 20 de Abril, Lobo Hombre o la de Dover. «La mataré», de Loquillo es uno de esos temas que ahora lo tendría complicado por la letra, pero el tema en si es muy bueno. Lo mismo le pasa a Balas Blancas de Barricada: dos temas para tesis.
Lo del plagio de los p**** Hombres G a Simon&Garfunkel lo llevo diciendo yo toda la vida.
Tengo la convicción de que el ser humano tiene un límite de resistencia ante algunas canciones, y que si las escuchas un determinado número de veces mueres. Cada vez que escucho por casualidad «20 de abril» en un bar o en el hilo musical de una tienda, tengo que salir corriendo porque me temo que estoy acercándome al punto límite. Me pasa con esa y con «Cruz de navajas», pero en realidad casi todas las canciones de Mecano (excepto primer LP) y de Celtas Cortos son letales. Tengan cuidado.
Todas menos Lobo hombre en París y la mataré que son temazos totalmente vigentes.
Pobre Sabina, para una vez que no intenta componer Knockin’ on heaven door le sale este churro. Lamentable.
Voy a decir dos palalbras que anulan por abuso este articulo:
CAFÉ
QUIJANO
¡No, por favor, Café Quijano, no! ¡Eso no es ni siquiera achicoria!
Lamentable las ausencias de Pantera y Take that
Hay tantas que se podrían considerar… pero aún no puedo olvidar el verano de Tam Tam Go, pasar un verano escuchando sin parar «te dí todo mi [email protected]…» no sé si lo he podido superar 20 años después.
La Lola de Café Quijano es la única que le puede seguir la estela…
Busco y no encuentro al ínclito Miguel Bosé en esta lista