#FuturoImperfecto

Futuro Imperfecto #2: ¿Pactamos?

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César en Rise of the Planet of the Apes. Imagen: 20th Century Fox.

A muchos se les ha pasado por alto que la semana ha recuperado a César, protagonista de El planeta de los simios, como metáfora de la política entre opuestos. El líder que vence o es derrotado, los pactos aparentemente antinaturales entre sapiens y primates, y Elon Musk que sigue conectando ordenadores con cerebros de monos. Ahí tenemos el gobierno aún por determinar en España, Bolivia y su golpe o no golpe, Chile y su no golpe o golpe, y la cura o no cura del autismo. La balanza entre natalidad y envejecimiento, y la era de los censores. Y no ofrecemos certezas, ni en estos temas ni en los demás, porque esta vez la verdad tenemos que pactarla.


¿Son los amigos los peores enemigos?

Parafraseamos a Frank Underwood de House of Cards para ilustrar lo de moda que vuelve a estar la teoría de juegos para formar gobierno, pacto a pacto. Al menos en España. Voces del PP expresaron las quejas de Casado porque Sánchez no respondía, pese a su reciente predisposición al acuerdo. Demuestran así que han perdido en el juego más antiguo y peliculero, el de la gallina. La sentencia de los ERE ha sido la más contaminante de la historia. Búsquedas y más búsquedas en las hemerotecas digitales, y un panorama político en el que cada vez se hace más difícil encontrar con quién aliarse sin quemarse la mano en el fuego. ¿No recuerda esto al dilema político del prisionero?. O al programa Split or Steal, donde encontramos formas de negociar muy originales. Políticos, aprendan. Que en vez de negociar y pactar les está dando por ilegalizar a diestra y siniestra.


¿Dejamos negociar a los monos? 

Elon Musk aseguró en julio que un mono había controlado un ordenador con su cerebro gracias a Neuralink y ahora nos sale con que su sistema curará el autismo. Es un «a lo mejor sí, a lo mejor no», que sirve para acaparar atención y subir en bolsa lo que había bajado a golpe de tuit. Lo que queda por ver es si la mente del mono es superior a la del ordenador, pregunta que ya se intentó responder en el experimento Kellogg. Winthrop N. Kellog probó a criar a su hijo Donald con la chimpancé Gua, dando lugar al libro The Ape and the Child. El experimento duró menos de lo esperado porque el chimpancé iba ganando. Algunos de los tics aprendidos del noble antepasado quedaron para siempre presentes en Donald. Esto sí que es una vuelta de tuerca a El planeta de los simios.


¿Qué es un golpe de Estado en el siglo XXI?

Se puede montar un Cristo entrando al parlamento como la senadora boliviana Jeanine Áñez, Nuevo Testamento en mano. El despiste internacional por no ver militares, metralletas y tanques fue mayúsculo, aunque era una buena pista que el ejército y la policía arrancaran de sus uniformes la bandera indígena de la plurinacionalidad, la Whipala. El conflicto va más allá del litio, sumando religión, etnias y diferencias sociales. Pero la prensa tampoco estuvo fina, por lo que les ponemos cara a la pared, y con la tarea de repasar las lecciones del premio pullitzer Bill Adair sobre el futuro de la política en la era de los fact checkers. Que lean además el caso Maduro-Guaidó donde la periodista y doctora en filosofía Lidia Falcó ya explicaba cómo se fabrica un golpe en el siglo XXI. Si al caso boliviano le sumamos el análisis de uno de los mayores expertos en fraude electoral del mundo, Walter Mebane, comprobamos que las irregularidades fueron irrelevantes. En cuanto al informe de la OEA, casus belli, atendamos su conclusión: Evo Morales tenía que haberse sometido a una segunda vuelta porque su partido, el MAS, solo ganaba con una ventaja del 10%. Para amenizar la velada, efecto dominó balcánico con protestas en más países de la zona. Da igual izquierda o derecha, Chile estalla y las protestas se recrudecen. Y es que los problemas son transversales, por lo que tenemos a las hordas de opinadores profesionales practicando su «donde dije digo, digo Diego», o como nos explicaba Eduardo Madina, aplicando en tiempo real el «principio de contradicción»

Y como nada es verdad ni es mentira, sino del color con el que lo pintan el influencer, el trol y el comentarista anónimo en internet, Joe Federer, estratega de marca de Reddit, analiza cómo puede ganarse la batalla de la credibilidad en internet. En inglés.


¿Para qué esforzarse?

Estudiar, aprender y conceder importancia a cumplir con lo acordado. Las respuestas de los alumnos españoles en PISA ponen en cuarentena los datos de nuestro país, ya que no se pueden sacar conclusiones cuando algunos responden a todas las preguntas del test con la misma respuesta. Se venía venir: el año anterior ya advertía PISA que la mayoría de los estudiantes españoles no asocian éxito con trabajo duro. Es peligroso atenerse a la norma sin tener en cuenta el objetivo.


¿Quién es nuestro villano favorito?

En lo tocante a focalizar objetivos, los estudiantes españoles tienen un buen ejemplo en que mirarse. El creador de Gru es español, se llama Sergio Pablos y tras varios años en Estados Unidos volvió a su tierra para hacer lo que le gusta. No ha renunciado nunca a su pasión por las historias y la animación 2D, en medio de la moda del 3D y el salto a la animación por ordenador. Su último trabajo, Klaus, está considerado como una de las mejores películas del año y la revitalización del 2D en animación. En inglés. Netflix nos está acostumbrando a que los creadores originales encuentren en la plataforma la opción de arriesgar con sus obras, trabajos que son imposibles de vender a los productores tradicionales. 

Negociar contenidos en las nuevas plataformas, sean privadas o públicas como la BBC, se vuelve complicado. Britbox, el nuevo competidor, no ofrecerá parte del contenido histórico por considerar que no se ajusta a los preceptos morales de los nuevos tiempos. Series con personajes y lenguaje racista o machista desterradas de la pantalla y de la memoria. Quien no conoce su pasado está condenado no conocer ninguno que no sea para todos los públicos, inclusivo y no ofensivo. Adiós contexto, hola corrección política.


¿La verdad sigue importando?

Empieza a ser costumbre ocultar el pasado con la esperanza de proteger el futuro. O incluso prohibir el pasado, no nos andemos con tonterías. Un concierto con música de la guerra civil, de ambos bandos, y sin parones para evitar aplausos, es prohibido por el Ministerio de Memoria Histórica, perdón, el de Cultura. El impulsor explica que se había celebrado ya en 2018 sin problemas. De Fahrenheit 451 a Pascal 0dB.

Pero en caso de duda, olvide la ciencia y apele a las leyes. El Ayuntamiento de Mérida tomará medidas sobre quien dude de que su acueducto es romano. Imponer por ley la realidad no suele funcionar. Ya lo intentó Bastiat al pedir que se bloqueara el sol para beneficiar a los fabricantes de velas, como puede leerse en su irónico alegato. Y el rey Guillermo de Inglaterra, con un impuesto a las ventanas de las casas, que le salió regular. En EE. UU., justificando que beneficia al comercio, han ido ampliando tanto el horario de verano que en noviembre no amanece hasta las 8:30 am. Y anochece tarde: por ley.

Tiremos de la paradoja de la intolerancia de Popper, en su acepción más especulativa e incompleta, que es lo que suele hacerse en estos casos. Sirve para justificar cualquier intolerancia, y siempre se ignora el detalle de que Popper incidió en no tolerar a los violentos…que son quienes más la invocan actualmente. Ni siquiera se toman la molestia de intentar convencer de que Han Solo disparó primero.

Quizá por eso Def Con Dos lanza nuevo álbum a todo volumen repasando la actualidad social bajo su peculiar prisma. El grupo vuelve con su típica receta. Primero quitar las etiquetas —derecha e izquierda en este caso—. Después fijarse en los comportamientos —ola de puritanismo—. Obtenemos una pieza entera, sin picar ni aliñar, rotunda y directa. Calentamos todo bien fuerte, al volumen que sale del horno. Y ya tenemos servidos a unos clásicos de la denuncia social. Clara Grima ya lo avisaba en 2015 con su «Sor Feminismo», recibiendo como consecuencia motivantes argumentos para no opinar más del tema, esgrimidos por parte de una corriente de pensamiento específico. Este es también un clásico moderno de la libertad de expresión, callar al que no gusta por el bien de la humanidad.


¿Negociar en despachos cerrados con diálogo, datos y argumentos?

Para qué. Aquel soft power de Fukuyama ha devenido en escraches públicos —incluso si haces algo legal pero a algunos les parece injusto—, turbas ciudadanas y confrontación justificada. Callar al contrario es imprescindible en la era de la información, y las herramientas populistas para hacerlo, ambidiestras. Comenta Bonilla en su reciente Bonilista los problemas de la Wikipedia al respecto. El mayor proyecto colaborativo de conocimiento se encuentra con empresas que tocan contenido a su favor, grupos políticos que cambian la historia, y un sistema «aristocrático» donde Jimmy Wales manda sobre todo y todos. Si acaso se salva la transparencia, que permite saber lo que hace cada uno en cada momento para poder valorar y revertir. A esta bola también le ha tocado tras las elecciones recibir «consejos» sobre quién no debe publicar y a quien se le debe borrar todo lo publicado.

Nada nuevo. Votantes de Trump se sentían legitimados para acosar inmigrantes porque era lo que habían votado. Un Donald en pleno proceso de impeachment, cuarto de la historia, todo un show que se retransmite en directo con luz, taquígrafos y tuits del televisivo constructor. Ya avisaron expertos al poco de llegar al poder que su manera de negociar le llevaría a este punto. En inglés, para aclararse en español, los hilos de Dori Toribio.

Así que ya ni la transparencia sirve para evitar los ataques. Es un orgullo «escrachar», trollear, romper y amenazar si eres «de los buenos» o por cualquier otro motivo en el que se considere tener razón. Política, sexo, cultura, economía. Los extremos se tocan como una cinta de Moebius. El eterno retorno de Nietzsche era esto.


¿Qué tiene que interesarnos, según usted?

El desalineamiento por alineamiento es tan notable que asusta. Mientras todos los partidos hablan una y otra vez de la prioridad de resolver los problemas de igualdad, memoria histórica y realidad social —bueno, en realidad feminismo, Franco y Cataluña, más la España vaciada—, no se habla de los montones «de mierda». Perdón, aclaremos…de los principales problemas que preocupan a los ciudadanos, vía barómetro del CIS, que son los temas económicos —empleo, deuda, productividad…—, la pobre confianza en los políticos, la corrupción y la sanidad. Como bien explicaba Lily en Cómo conocí a vuestra madre, «¿Dónde está la caca, Robin?». Ahora en Andalucía, con la sentencia de los ERE; antes en Madrid y Valencia, con la Gürtel. Dos caras de la misma moneda. Quid custodiet ipsos custodes? Jueces y fiscales, en los que debemos confiar pero que dependen de quién hace las leyes. Así que el sistema también en entredicho, entre otros motivos porque su cúpula debería ser elegida por sus pares, ya que así lo determina la Unión Europea, pero nace de un pacto político.


¿La IA, en el curro o fuera de él?

Nos anuncian, en inglés, que las compañías que ponen más mujeres a trabajar son las que más valor de mercado pierden. La inteligencia artificial, que se usa cada vez más para seleccionar empleados, ha tomado nota, y es la que más desigualdad de género fomenta, otra vez en inglés. ¿Será para no hacer perder valor en bolsa a las empresas? Curiosamente en España hay más juezas que jueces en general, menos en el particular de los puestos de gobierno.


¿Tenemos hijos o los congelamos?

A mujeres que no pueden tener hijos todavía por su intensa vida profesional, y que cuando están asentadas son biológicamente mayores, se les vende la congelación de óvulos como la panacea. Lo cuenta muy bien Noemí López Trujillo en El vientre vacío, y la ciencia nos invita a dar un paso más en este delirio, proponiendo criar los hijos fuera del útero. Otra vez en inglés. Ya lo planteaban en clave de superpoderes en Kyle XY hace años, la serie del protagonista sin ombligo. O el propio Martin Varsavsky, conocido emprendedor fundador de Jazztel y Fon, que ha levantado veintemillones de euros para Overture tras el éxito de Prelude, proyectos ambos del campo de la fertilidad, el último basado en embriones y robots. Así, podremos ser padres a los setenta. Nos hará falta.


¿Pactamos un mundo senil?

No country for old men. En España se presentaban cinco varones cuarentones a la presidencia, dos de ellos con el feminismo bien entendido por bandera. En Estados Unidos la Casa Blanca estará ocupada en la próxima legislatura por una persona de más de setenta años, a elegir entre tres hombres —Biden, Sanders o Trump— y una mujer —Warren—. Si finalmente Michael Bloomberg se presenta no cambiará mucho la situación, tiene setenta y siete años. ¿Es posible gobernar a esas edades? La flexibilidad y la energía para negociar, tomar decisiones y soportar el estrés no parece estar disponible ya. A eso añadimos el riesgo de demencias y similares. Pero el mismo planteamiento se puede hacer al revés. ¿Se dispone de la experiencia vital y personal con cuarenta años para gestionar un proyecto de 45 millones de personas con 1,2 billones de euros de deuda impagable? Preguntado por el impacto de su edad en el ejercicio del cargo, ya que Kennedy pasó varios días casi sin dormir por la crisis de los misiles de Cuba, Ronald Reagan se comprometía a utilizar la inexperiencia de su oponente como un argumento en su campaña.

Todavía hay cosas innegociables, como la calidad de vida en una sociedad civilizada y avanzada. Es digno de mención y estudio el ejemplo de Carlos Matallanas, enfermo de ELA con una capacidad para vivir y contar historias fuera de lo común. En una situación tan dura, la de él y la de su familia, cualquiera encontraría excusas para saltarse las normas. En cambio él y los suyos hacen todo lo posible por cumplir la ley en lugar de romperla. Y por supuesto utilizan todos los cauces disponibles para denunciar situaciones que no se deberían dar, para que las cambien. Gracias por ello, Carlos.


¿Salvamos el planeta o hacemos el progre?

Greta Thunberg navega en el velero de los youtubers rumbo a la Cumbre del Clima, que se celebra en ese Madrid sin playa, gobernado por un alcalde que ha levantado los límites de circulación a vehículos contaminantes. Menos mal que le apoya una presidenta de comunidad para quien la ciudad, sin los tradicionales atascos que motivan a venir a los turistas, no mola. Y qué le hacemos. Un Greta, o subirnos al ecológico tren, en lugar del contaminante avión, como están haciendo los londinenses. En inglés, claro. 

Lo que no podemos hacer de ninguna manera es seguir saturando los destinos turísticos, y mandando cruceros a la laguna de Venecia que, con su paso, consiguen pudrir los cimientos de madera en que se apoya la ciudad. Menos mal que el plan Moisés iba a salvar la ciudad, ingeniería y tecnología al rescate. Hasta que se dio de bruces con unas previsiones optimistas —el agua sube más de lo esperado— y una absoluta corrupción política e institucional —de qué nos suena—. Habrá que pensar si el naufragio no comienza por esas hordas de personas para quien contemplar la ciudad de los canales tan atestada como un túnel de metro a primera hora —y con parecido olor— tiene encanto. Canaletto y Turner, eso ya no se ve. Del «been there, done that» al «lo he subido al Instagram», las armas de destrucción masiva estaban en la irresponsabilidad.

Y si a estas alturas ya le hemos estragado con tanto pacto, y lo que quiere es mandarlo todo a paseo, hágalo con altura o a palé. Pero sobre todo hágalo usando con convicción su innegociable libertad de expresión. Fuck Vox.


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