Este año vuelve la Eurocopa, vuelve la desilusión. El trofeo continental de naciones si por algo se caracteriza es por dar sorpresas. No son pocas las ocasiones que gana quien menos se lo espera o un segundo espada. Este año, la decimosexta edición del torneo presenta como novedad que se celebrará en doce sedes a la vez. Se trascienden los países organizadores, todo para todos mientras llegan los estadios inteligentes y las camisetas ecológicas al continente del odio y las organizaciones políticas ultras. Es un precioso contraste, que difícilmente quedará ensombrecido por la campanada que toque este año. Para medir su magnitud, analicemos los torneos de los últimos treinta años:
Suecia 1992
Muchos niños españoles descubrieron en la primavera de 1992 a la hora de comprarse su álbum de cromos de Panini que faltaba alguien: España. Tras un pocho Mundial de Italia se coronó la trayectoria perdiéndose esta Eurocopa, algo que no ha vuelto a ocurrir. Sorpresas no faltaron en este torneo. Para empezar, que a Yugoslavia, lo que quedaba de ella ese año, cuando ya entrenaba concentrada en Suecia se le dijo que diera media vuelta y se volviera por donde había venido como consecuencia de la guerra y el embargo que se le impuso a Belgrado. Fue sustituida por Dinamarca, cuyos jugadores andaban ya poniendo el Max Mix 12 en el tocata del resort cuando les llegó la llamada de que tenían que disputar el torneo. Sin presiones ni historietas, lo ganaron. Eso sí que no se lo esperaba nadie, acabaron con la Francia de Cantona y la Holanda, campeona de la anterior edición, que contaba con los nombres que aún hoy asustan a los que entonces eran niños, Rijkaard, Van Basten y Gullit, sumados a Bergkamp. En la final, una Alemania que venía de ganar el Mundial y tenía una plantilla top con titanes como Hässler, Sammer, Effenberg, Riedle, Klinsmann, partía como favorita indiscutible, pero no hubo gran historia. Un 2-0 sencilllito y campanada histórica sin necesidad siquiera de Michael Laudrup, posiblemente el mejor jugador danés de ese momento.
Inglaterra 1996
En esta edición la sorpresa fue que no hubo sorpresas. Ganó Alemania, lo que es lo lógico y normal en la historia del fútbol, como dice la frase hecha. Lo que no se esperaba nadie, sin embargo, fue que la final la disputase la República Checa. Cuando eran Checoslovaquia habían sido subcampeones contra la Brasil de Garrincha en Chile y también subcampeones en el Mundial de broma de la Italia fascista, pero partidos por la mitad, como República Checa, la historia ya no pesaba tanto. Pero oye, los de don Pavel Nedvěd hicieron un gran papel y pudo darse la casualidad de que la final la disputasen Croacia y ellos, dos nuevos países. España, por su parte, cayó ignominiosamente ante Inglaterra como nos gustaba entonces, con gol anulado injusto, ocasión fallada por Manjarín que nadie se explica y penaltis tristes de ver.
Bélgica y Países Bajos 2000
El torneo celebrado en «Todo esto era del rey de España» fue sorprendente por no tener sorpresa alguna. La final Italia – Francia era una de las deseadas, sobre todo por los plumillas que querían que palmase Italia para poder decir que su fútbol no era bello, que podrían jugar más al ataque con lo que tenían, que si por qué no se alienaban juntos de salida Totti y Del Piero. Los italianos, buenos jugadores pero sobre todo guapos y elegantes, tan románticos eran que apostaban por el fútbol partisano pudiendo hacer fútbol samba. De nuestra parte, en España quedó para la posteridad «el penalti de Raúl», detalles del karma contra los que habían ganado la final en Ámsterdam, puesto que Mijatovic también falló uno decisivo en el Mundial del 98. No obstante, si te echan con un gol como el que nos metió Zidane bien echado estás.
Eurocopa 2004
La Grecia de Otto Rehhagel no es que ganase la Eurocopa dando la gran sorpresa, que lo hizo, es que la ganó sobrada digan lo que digan. Con un catenaccio épico que desesperó a todos los finos estilistas que se le cruzaron a su paso, le bastó para ganar sacando a su mejor jugador, y de los mejores de Europa, y del mundo probablemente en ese momento, don Vassilis Tsartas, solo los escasos minutos que le hizo falta. Para dar una asistencia contra España, que por cierto fue el primer agujero en el casco del barco español, y sacar el córner que dio el pase a la final. Si no hacía falta que jugase más, ¿para qué sacarle más?
Eurocopa 2008
Pues fíjense si hubo sorpresa en esta Eurocopa que la ganó España. Prueba de ello es que la prensa machacó a su seleccionador, don Luis Aragonés, durante un año entero antes del torneo día sí día también. Hasta se insultaba a los jugadores cuando echaban amistosos de preparación. Los sibaritas del balón ponían mueca de asco cuando se les hablaba del sabio de Hortaleza, pero, ay, lo que son las cosas. En un mes, la prensa parecía una fiesta de jubilados noreuropeos en un crucero por puertos del Mediterráneo y el juego español se convirtió en lo mejor jamás visto en toda la historia del balompié. Tanto Rusia, Portugal, Italia, Alemania y Croacia tenían mimbres de campeones en ese torneo, pero tuvo que ganarlo España jugando al balonmano con los pies. Estaba escrito Dios sabe dónde.
Eurocopa 2012
Con las ínfulas de haber ganado el Mundial y la aludida Eurocopa, la sorpresa era ver si caía España, pero los nacidos en el siglo XX bien sabían que ganar España siempre es una sorpresa por mucho rondo que se le hagan a las huestes del Káiser. Sin embargo, cuando más sobrados estaban los aficionados españoles, cuando todos tenían claro que todo se ganaba siempre, que éramos los más mejores del mundo y encima teníamos suerte, le cayó un balón en la cabeza a Iván Rakitic solo que por lo que fuera no acertó a enviar a la red. Nos hubiera mandado a casa en primera ronda, pero habría merecido la pena solo por ver los ojos inyectados en sangre congelada de esos aficionados sobrados que no habían sufrido los disgustos de la era Clemente y todo lo marrado en el momento clave desde Cardeñosa hasta Raúl pasando por Manjarín.
Eurocopa 2016
Grecia, España, España, Portugal. Esa fue la secuencia de victorias en Europa con el triunfo de nuestros vecinos y hermanos en el último torneo. No hace falta ser un lince para ver que el karma quería enviarle un mensaje a los que acuñaron el término PIGS para referirse a los países mediterráneos. No obstante, tampoco hay que echar las campanas al vuelo, porque la semifinal la jugó Gales. España, siguió a lo suyo, una labor educativa para los chavalotes que se creían que lo que pasó entre 2008 y 2012 era lo normal.
Si se trata de sorpresas, tal vez conviene recordar lo sorprendente que indudablemente será para esa generación nacida en el siglo XXI la Eurocopa del 1988, hace ya 31 años.
Sorprendente por el país donde se jugó, una desaparecida Alemania Federal (RFA), a la que en aquel momento nadie imaginaba que le quedaba escaso año y medio de existencia, con la caída del muro de Berlín del que estamos celebrando este mes su 30 aniversario.
Sorprendente por la final que se jugó: Holanda vs URSS. Otro país, el soviético, que también acabaría desapareciendo apenas tres años después, anunciando precipitadamente el final del siglo XX.
Y sorprendente, ya para terminar, por la espectacular selección que la ganó, desplegando un juego estratosférico con jugadores como Van Haerle, Gullit, Reijkard y Marco Van Basten, este último autor del mejor golazo que se recuerda en una final europea de selecciones, con una volea de ensueño que nos hizo volar a todos los chavales que por entonces vivíamos en una Europa anclada en el histórico siglo XX e ignorantes de su inminente desaparición.
Una Eurocopa, la del 88, sorprendente por sus desapariciones: el país anfitrión, el equipo finalista y la selección ganadora, una extraordinaria Holanda que sorprendentemente, también ha desaparecido en estos últimos 31 años del primer puesto en competiciones continentales y mundiales.
«El continente del odio». Qué pesadilla, ¿qué hemos hecho los europeos para tener que sufrir este desprecio? Si nuestro continente es el del odio, ¿los demás qué son? Con respecto a la mayor sorpresa: Grecia en 2004.
Pues los continentes de la pazzzz, la libertad zzzzzz la justicia, la tolerancia, el respeto y el buen rollo amigo. Ya sabe que los europeos somos los culpables de todos los males habidos y por haber.
África, América (en especial iberoamerica, desde México hasta Chile y Argentina pasando por Venezuela, Bolivia etc) son ejemplos de civilidad, respeto, concordia y entendimiento. Asia tres cuartos de lo mismo, con China como faro, luz y guía de la concordia y de los denodados e ímprobos esfuerzos por construir un mundo mejor, más inclusivo como se dice ahora, y más tolerante.
Dan ganas de no leer el artículo de este autor tras semejante disparate, que es además toda una declaración de intenciones
La verdad no sé porque el karma tenia que actuar contra los campeones de Europa de clubes de 1998.
Además que actuase en el año 2000 no tenia mucho sentido. O a lo peor sí, querría compensar los tres golazos de la final del campeonato de clubes campeones de Europa de ese mismo año.
La victoria más sorprendente, a priori, es sin duda alguna la de Grecia.
Dinamarca en 1992 también fue un sorpresón, lo mismo que la República Checa en 1996, pero la primera ya había dado alguna muestra de saber jugar a buen nivel y la segunda contaba con algún jugador del primer nivel mundial.
De Grecia es difícil recordar la carrera posterior de alguno de sus jugadores y sin embargo durante es torneo dió la impresión de ser casi imposible de vencer.
También me gustaría comentar que la victoria de Portugal puede no ser tan sorprendente porque antes de empezar el torneo estaba entre los favoritos, pero después de ver la primera fase, pasó de tercero de grupo tras Hungría e Islandia y jugando de pena, se puede considerar una gran sorpresa su victoria.
Se dirá para siempre que es la victoria de Cristiano Ronaldo, pero la verdad es que fue bastante intrascendente excepto en dos partidos, Hungría y Gales.
Así es. De hecho, estuvo virtualmente eliminada durante varios minutos de su último partido de fase de grupos frente a Hungría.
Luego, en la final, dio el maracanazo, o el «saintdenisazo».
Voté la de 1992:
– Lo de 2004 es sorpresa por el ganador, pero no había un candidato claro: Alemania había sido finalista de suerte en el Mundial de 2002; y Portugal lo era mas por localía que por otra cuestión.
– En 1996 hubiera sido sorpresa si la ganaban los checos, pero no ocurrió.
– La edición 2016 tuvo su sorpresa, pero a la larga le sirvió de test de caracter a la futura Francia campeona mundial en Rusia.
– Las ediciones de 2000, 2008 y 2012 tuvieron cierta lógica. Francia exprimió a su mejor generación-equipo, y España no fue la excepción.
Así la de 1992 tuvo sorpresa y equipos fuertes candidatos, por eso mi voto.
La mayor sorpresa de esas Eurocopas creo que haya sido el triunfo de Grecia, que no estaba ni entre las favoritas, ni las aspirantes ni nada de nada. Además, no tenía ningún jugador especialmente destacable en el Fútbol Europeo, por mucho que exagere el autor la calidad de Tsartas. Jugaron de manera muy conservadora, un estilo pretendidamente ultradefensivo, sin ningún alarde técnico, aunque si táctico.
Obvio. No íbamos a pretender que, con un equipo tan limitado, Grecia fuese a jugar un 3-4-3 en plan Barcelona de Cruyff.
Jugó como debía jugar en función de las características de sus jugadores, y balones arriba para Charisteas, que creo jugaba en el Werder Bremen, equipo en el que se dio a conocer el entonces seleccionador de Grecia, el alemán Otto Rehaggek.
Grecia jugó sus partidos, los partidos que debía jugar. Incluso le acompañó la suerte en semifinales contra la República Checa tras la tempranera lesión del mejor jugador checo, Pavel Nevdev. Grecia merece respeto porque no tenía no ya ningún crack, sino ni siquiera un jugador destacable, a excepción del irregular y propenso a las lesiones Vassili Tsartas. Jugadorazo con mayúsculas. Le perdió, como a muchos genios, la intermitencia tan intrínseca a ellos, las lesiones y su falta de carisma.
Por supuesto, esos grandes entrenadores poseedores de la verdad absoluta y a los que se les caen de los bolsillos ofertas multimillonarias de los grandes del fútbol mundial, como Ángel Cappa, dirán que eso es antifútbol mientras babean extasiados ante el infame catenaccio con balón con el que nos durmió España en el pasado Mundial. Récord ignominioso de 1000 y pico pases contra Rusia.
Suerte enorme para el mundo del fútbol la eliminación de aquella España decadente, prepotente y autocomplaciente. Las farmacias volvieron a retomar su negocio de venta de benzodiacepinas, una vez que la benzodiacepina futbolística fue eliminada y dejó así de aburrir al planeta, salvo especialistas como Cappa y similares fenómenos objeto de deseo de los mejores equipos y selecciones del orbe terráqueo
Tsartas fue un jugador de una tremenda calidad, lastrado eso si por una peculiar personalidad.
Pedro, esa foto me recuerda a un tal Perico…… No serás el mismo?
La de 2004. Lo que se vivió con Grecia solamente puedo compararlo con el título de Leicester en la Premier League. Por otra parte, después de Grecia se rompió el maleficio de español y hasta Portugal fue campeón. Quizá en la próxima edición el campeón también se reivindique después de mucho tiempo, o logre su primer título. Quién sabe.
Vox es ultra pero Podemos es un respetable partido socialdemócrata homologable a los europeos de ese ámbito? No es ultra Syriza, Movimiento cinco estrellas o Francia Insumisa? No lo es Corbyn, por fortuna ya historia en el laborismo británico? No lo es el afortunadamente perdedor Bernie Sanders en los USA?
Fuera de la temática deportiva, donde es generalmente grato leer Jot Down, esta revista enseña más de lo debido el plumero. No insulto a nadie por cierto, así que confío en que no me censuren. Ya lo hicieron una vez. Ultra es el que censura opiniones distintas expresadas con corrección. La ironía y el justo punto de desprecio no es insultar ni descalificar.
Grecia ?? ha sido, de largo, el campeón más sorprendente. En 2004. Y ante el anfitrión, Portugal. Y derrotándoles dos veces, pues tb ganaron en el partido inaugural. La República Checa estuvo a punto de dar un sorpresón en la del 96. Y de haberlo logrado, no habría sido tan tremendo como el triunfo heleno ocho años después.
P. D- Como bien saben estimados señores y señoras, en otros continentes no hay odio. El odio y la persecución incivilizada son patrimonio exclusivo de Europa y de Occidente en general