El viernes 18 de octubre tuvimos la sensación por un instante de que iba a suceder. Cuando se estaban produciendo los disturbios más extremos y espectaculares en Urquinaona, circuló un tuit sacado del Telegram de Anonymous Catalonia que señalaba al Parlament. Desde hacía tiempo, mucho se había dicho de la respuesta a la sentencia, de los CDR, de las app del independentismo, en definitiva, de su capacidad para organizar ataques simultáneos y coordinados en diferentes puntos de Barcelona que desbordasen a la policía para poder consumar la acción final, cualquiera que fuera esta. Sin embargo, nadie llegó al Parlament. No ocurrió. Las fuerzas de seguridad siguieron peleando en el mismo lugar en el que todo había comenzado esa tarde y resistieron. A duras penas, pero lo hicieron.
Las imágenes del lunes en el aeropuerto presagiaban un conflicto de varios días en el Prat, pero esa misma noche se desconvocaron las movilizaciones en el momento más crítico. Al día siguiente, no hubo grandes problemas para volar. Por la noche, las manifestaciones se trasladaron al Eixample. Arropados por la masiva movilización, radicales prendieron fuego a barricadas. En principio, las escenas eran impresionantes. Barcelona en llamas.
Hubo cargas, no obstante, a las pocas horas se podía pasear entre el fuego tranquilamente. La sospecha era que aquello parecía un gran plató. Estaba todo lleno de jóvenes de alrededor de veinte años yendo y viniendo, contándose heroicidades callejeras, pero las llamas no parecían el resultado de una rabia salvaje, sino más bien un teatrillo.
El miércoles se esfumaron las sospechas de escenificación, iba más en serio. Ardían coches. No estaban cruzados en la calle, algo que puede hacer fácilmente un grupo de personas, no parecía tener una lógica estratégica, pero se había traspasado una línea. Las cargas en Sant Joan eran espectaculares, pero la policía iba avanzando. Nada tampoco fuera de lo común en disturbios callejeros. Solo era curioso que los que protestaban cantaban el «A por ellos». Con quien hablases siempre decía lo mismo: «han empezado ellos».
Esa noche ya apareció una mujer en bata a barrer cristales rotos y piedras, los días siguientes fueron más. Un grupo de manifestantes la miraba desde enfrente y una chica exclamó: «Pero hay uno protegiéndola». Efectivamente, detrás de ella había una persona vigilante. Inducían a cierta duda detalles, de los que fuimos testigos, como que cuatro manifestantes le gritasen «maricón» a un ciclista repartidor de comida que trataba de atravesar una barricada. Un exabrupto así no es normal en las movilizaciones independentistas. Ese macarrismo suponía un cambio.
El miércoles toda la atención estuvo centrada en el correcalles entre grupos de extrema derecha y antifascistas que se daban caza mutuamente. Quedaron uno a uno. Un chico que se enfrentó a varios fascistas recibió una paliza y un fascista quedó noqueado en el suelo, este llevaba un cuchillo listo para emplearlo. Ahí se mantuvo el foco mediático mientras se cocía algo más acorde a lo que se esperaba supuestamente de las jornadas de repulsa a la sentencia. Los manifestantes siguieron con sus barricadas en llamas, pero haciéndose fuertes en varios puntos. Se arrasó una sucursal bancaria y una tienda.
El lugar crítico fue en Paseo de Gracia con la calle Valencia. En un principio parecía un trabajo rutinario de los mossos, pero pasada la madrugada se vieron desbordados. Ocurrió de la siguiente manera: la policía ordenó a todos los periodistas y curiosos que les seguían que se volvieran. Se introdujeron en sus furgonetas y maniobraron frenéticamente para darlas la vuelta y ponerlas en la dirección contraria. La manifestación les iba a engullir y lo hizo. Cuando les alcanzaron los manifestantes, se vieron escenas, francamente, acongojantes. Una turba arremetía a palazos contra las furgonetas. Cuerpo a cuerpo. Los antidisturbios se iban. La situación era grave.
Quedaron unos cincuenta metros francos que fueron cubiertos por una mancha de gente, serían más de mil. La manifestación llegó entonces hasta Pau Claris. La calle que delimita la manzana de Delegación del Gobierno en Cataluña y que tenía todos los accesos cerrados por la policía nacional, que se quedó prácticamente frente a frente con ellos, pero volvieron los mossos que habían retrocedido y los contuvieron ahí. Periodistas sobre el terreno confirmaban que en dos días de disturbios en el Eixample no habían visto nada igual.
Un veterano antidisturbios, profesor de la materia, explica que es más fácil de lo que parece desbordar una línea policial. Avanzando en hileras, bien parapetados, con las tácticas pertinentes, de poco sirven las salvas y la munición de los mossos. El policía teme por su vida si un millar de personas le están lanzando adoquines, rodamientos, canicas y tornillos. «Todo eso puede llegar a atravesar la chapa de un vehículo», explica. A la mañana siguiente se podían ver múltiples por el suelo. Sin embargo, ahí se quedó la cosa. Durante más de una hora de batalla, en el siguiente envite la policía catalana logró repelerlos y echarlos a Paseo de Gracia. Eso sí, los cohetes y los láseres atravesando el humo de las hogueras durante el enfrentamiento dieron una imagen distópica.
Mientras esto sucedía, en la retaguardia de las fuerzas de seguridad había nervios. Se identificaba a los que por allí pululaban de maneras muy lejanas a la praxis deseable en profesionales de policía. Insultos, bofetones, empujones contra la pared. En la cara de los agentes había verdadera tensión. También había roces entre personas que pasaban por ahí con camisetas de relativas a España o sus fuerzas armadas y gente desperdigada. «¿Te gusta mi camiseta, te gusta mi camiseta?», le repetía una mujer a una chica que estaba con su pareja en una esquina mirando el show. Ahí mismo un vecino paquistaní al que hacía tiempo que no veía me saludó y me contó que por fin lo había conseguido, que había logrado ser español, que el lunes lo firmaba. Ironías.
Visto lo visto esa madrugada, el viernes era temible. ¿Y si lo de por la noche solo era un ensayo? Llegaron medio millón de independentistas a Barcelona en distintas marchas. Pronto empezaron los choques en Urquinaona. Fue por la tarde, mucho antes que los días anteriores. La policía, esta vez la nacional, que defendía la Jefatura Superior de Policía, se encontró al límite. Ahí sucedió. Un rodamiento atravesó el casco de un policía que se encuentra grave con una fractura en la base del cráneo.
Cuando apareció el citado mensaje de extender las protestas al Parlament, una Delegación de Gobierno encastillada, el objetivo de la noche anterior, no parecía en peligro. Los que iban y venían a su alrededor eran manifestantes pacíficos, pero lo que se veía desde ahí, a lo lejos, era una batalla campal. Era una burbuja roja en el horizonte con el brillo de las llamas, ecos de detonaciones y gritos. Con las noticias que llegaban de las dificultades que tenían los antidisturbios para aguantar la línea en Vía Laietana, con el anuncio de que podían llegar como refuerzos unidades de guardia civil, lo último que quedaba, si se abría otro frente en esta zona —que es lo que se temía de la guerrilla posmoderna de las apps y demás— hubiera sido realmente grave, pero no ocurrió.
Ahí abajo lograron poner a la policía nacional al límite, sí, pero si se rodeaba el perímetro de la acción no se percibía tanta tensión. Alrededor de esa zona cero, en las calles colindantes, olía a marihuana, había mucha lata de cerveza y corrillos de cachondeo. Un ambiente lejos de una manifestación de rabia que busca destruirlo todo. Evidentemente, un millar o dos constituían una vanguardia capaz de amedrentar a la policía, algo tipo Black Block, pero el resto, el bulto, estaba ahí para correr y tirar alguna cosa como mucho. Se ha comentado que esas puntas de lanza eran antisistema.
Un dirigente independentista estima «lo que ha pasado es que esos grupos han tomado parte, se han incorporado». Al día siguiente la mayoría de las pintadas estaban en inglés, no en catalán, con lemas propios del entorno anarquista. Mucho ACAB (acrónimo de All Cops Are Bastards, «todos los policías son unos bastardos» en inglés). Lo mismo, pero por números «1312». Que si «que se joda el sistema», «abajo el capital», etc. Los independentistas suelen ponen otras cosas, aunque también haya algunos independentistas en esa onda.
Aunque hubiese algún saqueo a tiendas, aunque no fuese raro ver jóvenes rompiendo adoquines o bajando contenedores desde el Eixample hasta el centro del conflicto, también había una inmensa mayoría de grupos sentados o de pie hablando. Listos para correr si había una carga, pero de risas. Olía a orín, a botellón. Había vendedores de latas. En una esquina parecía que se preparaba algo, mirabas y no, eran unos chicos cubriendo a sus amigas mientras meaban. El olor a meado competía con el del plástico quemado en muchas calles.
Al irse acabando el jaleo en Urquinaona, subían los «guerreros» hacia el Exiample. Volvían a quemar contenedores, pero es curioso lo poco que tarda uno en acostumbrarse a esos fuegos. Ya no impresionaban a nadie. Patrullas de vecinos, algunos con chalecos, los apagaban o volvían a colocar en su sitio. Se oían aplausos desde las ventanas. Una mujer asiática salía de su restaurante para palmear histéricamente. Hacía preguntas un director de seguridad de una empresa internacional encargado de realizar un informe que evaluaba el nivel de riesgos para sus empleados de viaje, sobre todo en las grandes infraestructuras como Sants y El Prat.
Al mismo tiempo que adolescentes intentaban montar nuevas barricadas fácilmente superables por la policía, se veía en retirada a los manifestantes más duros con máscaras, cascos, gafas y lo más impresionante, picos con los que arrancaban el pavimento para tirárselo a la policía. No obstante, no reanudaron la lucha, se estaban yendo.
El sábado había verdadero pánico al Block, se publicó en La Vanguardia que venía un «in crescendo» de los disturbios pero, paradójicamente, fue la noche más tranquila de la semana. La novedad fue el cordón pacífico independentista para interponerse entre policías y gente con ganas de gresca. «No podemos convertir un problema político en uno de orden público», decía uno de ellos a los manifestantes. Minutos antes, la CUP había desconvocado la manifestación. Surgió la duda de si lo hacía para no ser acusados sus dirigentes de un delito por lo que pudiera pasar después, pero tampoco pasó nada. Hubo hogueras, pero a algunos de los que volvían a prender esas barricadas y fueron captados por las cámaras ya se les trababa la lengua como tras varios días en un after. De madrugada hubo algún fuego más, los mossos les siguieron hasta la Rambla, pero ya estaba todo periclitado. Por ahora.
Bienvenidos españoles todos, a la verdadera cara del indepentismo catalán. Como habitante de esta tierra, provincia de Barcelona -afortunadamente extrarradio, donde a la peña nos suda el nabo el postureo de todos estos pijos jugando a ser antisistema- hemos asistido a cómo progresivamente, la ciudad de mi vida, mi amor, el lugar donde he pasado más tiempo que en mi pueblo y donde he disfrutado, gozado, y me he sentido pleno, se ha ido a la putísima mierda debido a una concatenación de situaciones que comenzaron con el corrupto deforme de Jordi Pujol y tras una serie de eslabones, llegó hasta Artur Mas y Ada Colau (esta última «solamente» responsable de la transformación de Barcelona en el Bowery neoyorkino circa 1970). A grandes rasgos, estos son los responsables de todo este circo, de esta fantasía, de esta irrealidad que ni a Dalí se le hubiese ocurrido recrear en un lienzo ni yendo de ácido. «La revolución de las sonrisas», me descojono en sus putas caras. Supremacistas totalitarios (buscad la opinión de Quim Torra sobre los españoles en Google, veréis que «interesante»), un enano jorobado con aspecto de respetable señor del sur, y un Junqueras obeso, tuerto y feo, presumiendo de superioridad genética. Esto fue lo mismo que hizo Hitler (luego les jode que les comparen con los nazis), un especímen bajito y feo en busca de la raza aria de la que él nunca hubiese podido formar parte. Podría seguir pero este comentario duraría 150,000 palabras y bastante hartazgo tengo ya. Eso si, nunca olvidéis, resto de España, que todos estos subnormales son una minoría, apenas dos millones no van a poder con los cinco millones restantes que no queremos saber nada de ellos. Ahora, y por muy triste que me parezca, es el momento de la derecha, de cortar alas, enjaular a unos cuantos palomos y esperar a que todo se calme a ver si un día, esto vuelve a parecerse a la tierra que amé y no a ese chusca imitación de Euskadi, un territorio por el que todos esos independentistas radicales se hacen caquita perfumada y que gustosos lamerían el ojete de cualquiera con sonoros nombres tipo Bazkoare u… Otegi. Fuck you all, motherfuckers.
Tienes más razón que un santo. Y te has quedado corto al definirlos. También les puedes llamar mentirosos, y postureros, y victimistas. Les han dado poco. Con unos miramientos y unas justificaciones que en otros sitios no han tenido.
En fin, paciencia.
Y tanto que me he quedado corto, pero no quería profundizar o esto hubiese acaparado la banda ancha del hosting de Jot Down. Nunca, jamás, me he metido en política ni me gusta hablar de ello, pero estos cerdos son los primeros que han logrado hacer que se me salten las lágrimas de la impotencia en más de una ocasión. Especialmente al ver cómo han engañado a un montón de ilusos prometiéndoles la tierra prometida valga la redundancia, cuando son perfectamente conscientes de que Catalunya N-U-N-C-A dejará de formar parte de España. Me parece muy bien que los cuatro paletos de la Catalunya profunda, esos que su viaje más largo ha sido de Lleida a Girona, no se sientan españoles porque solo conocen su poblacho lleno de granjas de gorrinos, pero me importa poco, no tienen porqué sentirse nada, sólo dejarnos en paz a los demás.
Y añado, que si España fuese ese país fascista que tanto repiten cual mantra, iban a poder hacer todo lo que están haciendo. Que hubiesen intentando todo esto cuando España era un país fascista de verdad, ya verás cómo hubiesen terminado. A hipocresía no les gana nadie.
Cinc milions contra dos dius, aprèn a sumar ruc. El cens electoral són cinc milions i escaig dels quals més de dos milions són independentistes, els unionistes no arribeu als dos milions i després tenim els comuns que ni carn ni peix.
I sí ho tens tan clar que sou majoria, un referèndum i guanyeu de carrer, no?
Tenga usted educación y escriba en español, señor xenófobo.
A ver si en un foro en catalán les escriben en alemán o rumano, qué hacen.
Escric en l’idioma que em surt de la punta de cigala. No és el català un idioma espanyol o no?
Per cert, el contingut del meu comentari no ha estat replicat, per tant dedueixo que el dónes per bo.
No le entiendo. Reitera la falta de educación, señor supremacista y ultraderechista.
Vaja… Ara escriure en una llengua, de la que la constitució espanyola diu que és d’especial protecció i respecte. Així que acata la teva constitució tros de suro!
Ah! I utilitza el google translator que és molt fàcil i de franc. De res.
A ver: el contestar a uno en un idioma que no entiende (por muy respetable que ese idioma -como todos los idiomas, por otra parte- sea) es de mala educación. En Barcelona, en Madrid, en Tegucigalpa y en Kuala Lumpur. Hasta mis hijos saben eso.
Jo he respòs a un senyor que diu que és català, per tant he deduït que entèn el català. Després ha vingut un senyor a dir-me xenòfob i supremacista així de cop i volta… Cree el ladrón que todos de su condición.
La última frase la he entendido a pesar de que falta una conjugación verbal.
La cuestión no va de ladrones (que también, el padre Pujol el Gran Ladrón que Habla Catalán), sino de golpistas supremacistas y pijos que gamberrean por las calles.
Adéu, noi.
Uf. Podéis subir un poco el nivel del debate los dos? Gracias. Gracies. Thanks.
A ver, Carlos, estoy poniendo en su sitio a ese racista. Si usted quiere, puede subir el nivel todo lo que se empeñe. Ánimo.
Le regalo esto:
Monsieur Blanc
@imonsieurblanc
Mi gilipollas profundo preferido es el antisistema de barriada obrera de Soria o de Zafra, solidarizado con el alumno de Esade en Barcelona que llama colono al camarero que viene cada mañana desde Badía del Vallés para ponerle el café y la tostada de aguacate.
No me termina de gustar el punto de vista de este artículo. Será quizás porque yo vivo en el cruce de Bruc con Sant Pere y vi a jóvenes envueltos en sus esteladas levantando adoquines, quemando toldos, contenedores y todo lo que pillaban, incluso una moto (no accidentalmente alcanzada por las llamas, no, levantada en peso para ponerla en el fuego), reventando una sucursal del Banco Santander (primero metieron fuego al cajero, luego reventaron la entrada), lo mismo con una cafeteria, etcétera, etcétera. No, no fueron los antisistema los que destrozaban todo mientras los independentistas se quedaban detrás comiendo pipas y bebiendo cerveza. No diré que todos son así, ni mucho menos, de hecho vecinos con sus esteladas y sus lazos amarillos en el balcón les gritaban inútilmente para que pararan, pero no caigamos en la trampa de decir que esto no es el independentismo catalán porque esto también lo es. El independentismo no es un movimiento homogéneo y cuando antes asumamos la gravedad del asunto antes podremos acotar sus efectos adversos. Porque solución ya no hay.
Como dije en el primer comentario, estos son los cachorros que han crecido idolatrando el rollito vasco y que se le pone dura cuano oyen la palabra abertzale y cosas por el estilo. Lo han deseado toda la vida y por fin han logrado encontrar el modo donde imitar a sus coleguis de Euskadi. Huelga decir que tengo muy buenos amigos vascos y siempre me dicen que allí se cachondean de los catalanes y ese ridículo afán en imitarles e ir de supuesta hermandad de «naciones oprimidas». Los vascos no necesitan la adulación de Catalunya ni de nadie.
JM,
Mal si he transmitido la sensación de pretender salvarle la cara al independentismo y banalizar los episodios de violencia que hubo. Lo principal para mí es que se había sembrado la sospecha de que mediante nuevas tecnologías iban a lograr colapsar la ciudad y a las FFSS, sin embargo, en lugar de sistemas avanzados de protesta no convencional lo que yo vi en persona fueron tácticas de la edad de piedra. En cuanto al perfil de la gente que protagonizó los disturbios, solo señalaba algo que rompía la pauta, pero no que no fuesen independentistas. Gracias por el comentario.
Por lo que a mí respecta, Alvaro, no he malinterpretado en ningún momento tu texto, más bien creo que los dejas como son realmente, postureo puro y duro hasta «haciendo la revolución» ¿Hay algo más cool que quemar un coche, hacerte un selfie y subirlo a instagram? EN FIN………………….
Hablar de EL independentismo catalán como si fuera un bloque único y homogéneo no tiene sentido. Y los argumentos simplistas sazonados con insultos y exabruptos en inglés no ganan solidez. Lo que está pasando en Catalunya es muy grave y merece análisis más serios, y desde todos los puntos de vista.
Dicho sea de paso, celebro ver al autor del artículo participando en los comentarios; lástima que sea tan poco frecuente.
De igual modo, quienes defienden la unidad de España van de la extrema derecha al comunismo (yo, perdón, y cuatro más), pasando por el arco iris intermedio.
http://www.filosofia.org/his/h1938vu.htm
Es muy grave y desolador. Intentar en una democracia representativa occidental como la nuestra (ni mejor ni peor que las del resto del mundo, con sus defectos y sus virtudes, pero homologable como la que más), con altísimo grado de autogobierno (menos de gobierno compartido), meter de tapadillo, de forma ventajista, manipuladora, victimista, tanta mentira, empezando por las «leyes de desconexión» (las de 6 y 7 de septiembre del 17, un auténtico disparate jurídico, pensando bien; pensando mal, unos bodrios con intención criminal), y tanta desobediencia, no es de recibo, sencillamente. Engañan de modo sistemático y manejan al pueblo que tanto dicen amar. Lo ponen en riesgo y juegan con su convivencia y su prosperidad.
Es más honesta la actitud de un López Tena y otros que dicen claramente que quien quiera realmente la independencia debe jugar en otra liga, no la de la democracia de un Estado de derecho que se defiende de quienes la atacan, sino en la liga de ir por las bravas a la ruptura, al unilateralismo y a agarrarse los machos y aguantar el chaparrón.
Pero quienes guían ahora el asunto (burgueses medianos y supremacistas) quieren todo lo que puedan lograr sin apechugar con las consecuencias.
Cierto, no hay que meter a todos los unionistas en el mismo saco: sería caer en el mismo error de quienes hablan de «los independentistas» como si fueran un solo bloque. Y estoy de acuerdo en que esta es «una democracia como las demás». Solo que, en mi opinión, ni esta ni las demás de nuestro entorno (Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, USA) merecen el nombre de democracia.
Esa es otra historia. Hasta estoy de acuerdo con ello. A mí me motivan más las democracias populares. Pero la solución en las «democracias» en que vivimos es que las clases trabajadoras ocupen el Estado y así el Estado sea por y para las clases trabajadoras. El camino no es desde luego la balcanización o fragmentación de los Estados actuales. Ninguna de los fragmentos de esas naciones que cita ni de España se acercarían un milímetro a una democracia socialista por romperse.
Creo que ese es un gran debate que debería afrontar la izquierda. El camino no es la balcanización, de acuerdo; pero tampoco el sometimiento a un Estado opresor heredero del nacionalcatolicismo. Y, en cualquier caso, serán las/os catalanas/os quienes decidan su futuro, nos guste o no. Ya lo están haciendo.
Si los catalanes lo hacen, estarán arrebatando a sus conciudadanos sus derechos, sus fronteras actuales, su territorio, su bienestar compartido. Pensar de otro modo es tener de Cataluña y los catalanes una concepción etnicista (que es el problema de la izquierda que no se considera española, sino del estado español). La izquierda defendiendo ideas feudales y reaccionarias, un gran logro.
Protestemos por cualquier cosa, tiremos bengalas o levantemos barricadas por cualquier motivo, que todo ello es siempre, necesariamente, por el progreso y la emancipación
Como el neocolonialismo de Hong Kong, dando lecciones de libertad
https://www.elperiodico.com/es/politica/20191022/lider-revuelta-hong-kong-defiende-referendum-catalunya-7696295
A ver si me aclaro. Espańa es una democracia homologable a las de su entorno, o un estado opresor heredero del nacionalcatolicismo?
Si me dice que la correcta es la segunda opción dejamos de debatir esto seriamente y tratamos de averiguar qué alucinógenos nos estamos tomando…..
Caro K, nos ponen alucinógenos en el biberón y siguen administrándonoslos por distintas vías toda la vida. Creo que la paradójica respuesta a tu pregunta es: ambas cosas. O, como diría Machado, hay una España que duerme y otra España que bosteza.
Aunque haya algún independentista rezagado mentalmente, y le dé por sumarse a los disturbios, lo que se ha vivido no representa a 2 millones de personas, sino todo lo contrario, es la antagonia de un movimiento.
Me da mucha pena en lo comentarios que se equipare violencia e independentismo. Y más aún los insultos. Pero los mass media hacen bien su trabajo. Y la masa reacciona como tiene q hacerlo: absorbiendo la información y vomitando en forma de comentarios soeces y Belicosos. Todo en orden. Seguimos.
Alvaro,
Mencionas al policía con la contusión pero nada respecto al ojo y el testículo que perdieron dos de los manifestantes durante, por cierto, el primer día de protestas. Hablas de un ambiente creciente de disturbios, que efectivamente se dio, pero creo que no es descabellado especular que se dio como reacción a una respuesta brutal y violenta por parte de los cuerpo de seguridad en ese primer día en el Prat. Hablas de las cervezas y las risas (me gustaría saber, por otra parte, qué se cuece dentro de los furgones), de las hogueras y las pedradas que hemos visto todos por la tele, pero no mencionas a los agentes aporreando a manifestantes sentados en el suelo.
Explicas que la naturaleza de los disturbios no se corresponde con las formas habituales del movimiento independentista y das a entender que esa turba juvenil (el Block) es la que a tomado las riendas de las protestas, pero no explicas bajo qué motivación. En todo caso das a entender que son jóvenes de juerga intentando vivir una aventura o simplemente sembrar el caos como si respondiesen a un plan ideado por el Joker o el doctor Mabuse.
Pero a lo mejor estos chavales están que trinan con la policía porque les abren la cabeza cada vez que salen a la calle a quejarse de algo y se sienten impotentes porque parece que no es algo que puedan arreglar con un voto, que es uno de los pocos mecanismo que nos da el Estado para cambiar algo .
Estimado Cristian. No he hecho conjeturas, ni hipótesis, ni valoraciones. Trataba de entender qué estaba pasando en la calle a partir de una «amenaza»: todo lo que se ha dicho de la respuesta nunca vista, el colapso de las FFSS, el control del territorio… Si comento lo de los policías es porque medía hasta qué punto podían ser desbordados. Creo que un análisis del uso de la fuerza excede el marco de lo que podía contar. Creo que los antisistema hicieron su aparición, pero no solo eso, también gente que se veía atraída por los disturbios. Todos ellos junto a las facciones independentistas que critican que en las movilizaciones de todos estos años no se ha hecho más que portar el lliri a la ma.
Una cosa que me está haciendo mucha gracia de toda la cuestión de la semana pasada es lo de la «respuesta desproporcionada de la policía, impropia de un estado democrático» y todas esas pijadas que se han leído. Resulta que los propios mossos dicen que si no llega a ser por las UIP de la policía nacional les hubirean padasdo por encima. Que las famosas balas de foam no sirven de nada. Y que vete tú a saber porqué (bueno lo sabemos de sobra) cuando más agobiados estaban no hubo huevos a enviar a la Guardia Civil.
Y uno, que ya tiene una edad, ya ha visto de todo. Y recuerda perfectamente los palos que se dieron en Reinosa, o en Riaño. Y vio muy de cerca las hostias como panes que se dieron (por ambos lados que nadie es manco) en Gijón cuando la reconversión naval o en las cuencas cuando tocó la minera. Y hablamos de gente que protestaba para defender su medio de vida o su casa. Claro que si queriendo la independencia de la región más rica de un país del primer mundo no vendes victimismo, a ver qué vas vender…
Los presos ya condenados apoyaban en su mayoría las cargas que los mozos realizaron en la plaza de Cataluña en 2011. Es más, alguno de ellos se ofendía si se hablaba de legitimidad de los manifestantes.
Si, como los «900 heridos» del 1-O. Unos pocos ataques de ansiedad, algún aporreado eso si y los ambulatorios anotando como víctimas de la policía a todo el que entraba a urgencias aunque fuese porque no podía cagar y necesitaba un enema. Así funcionan estos tarados, mentirosos y manipuladores. Y con estas palabras, me despido de este artículo para siempre porque como siga leyendo algunos comentarios me va a salir el demonio de dentro y me van a banear de esta web de por vida.
Se nota que no estuviste allí. Y tranquilo que el demonio lo tienes bien adentro, bien asentado… Tarado dice… Dais miedo.
Una persona cabal, honesta y en busca del agua clara, jamás puede expresarse en los términos que tú estás empleando desde que has empezado con el primer comentario, Blackfoot. Se nota el odio podrido que llevas dentro y que sin duda alguna, es reflejo de desórdenes mentales. Yo no voy a entrar en toda esta mierda que unos y otros esparcís como gorrinos para intentar llevar el ascua a la sardina propia, solo añadiré que la buena gente, sabe o por lo menos intenta, ponerse en el lugar de los demás. Claro que los que se atan de por vida a un grupo e hipotecan el pensamiento libre para siempre, solo les queda el camino del odio venga este de donde venga.
El signo de los tiempos. Al clásico descerebrado-españolista-casposo-fachorro se le une desde un tiempo a esta parte el descerebrado-supremacista-pijo-bobo-victimista catalán. Y mientras tanto, el planeta muriéndose, los ricos meando en la cara de los pobres y la gente más estúpida y más manipulable que nunca. Un planazo, vaya
Yo, como un gra número de peña del resto de España que Cataluña se la venía sudando a lo grande, empecé en un punto neutro al principio de todo esto pero poco a poco vas tomando una posición a base de ver las cargas policiales, las ultra-hipócrita y mentirosa postura de los medios tan jodidamente vendidos que se te cae la cara de vergüenza, esa Sentencia tan desmedida y que atenta contra la Democracia misma (hablo de los Jordis) todos los comentarios en redes de los contrarios al Independentismo, etc. Y todo eso me lleva a ver con claridad solo una cosa: lo asquerosamente servil y sumiso que es este país. Independientemente de si Cataluña se va o se queda lo que me flipa mucho es que nos falte tiempo para criticar las protestas, criticar que la gente salga a la calle, odiarles por poner urnas, tener la mezquindad de andar midiendo pollas entre Euskadi y Cataluña, estar jodido de envidia cuando un pueblo paraliza sus calles para gritar y protestar. Es un país tan de ovejas que le falta tiempo para ponerse del lado de la policía, una institución que nunca fue «limpiada» y está podrida de fascistas, en vez de defender a un pueblo (sus conciudadanos, por cierto) por salir a la calle y quemarla si hace falta. ¿Que la policía estaba desbordada?… En fin… por desgracia no veré el día en que la policía realmente esté desbordada ante una ciudadanía levantada y diciendo «hasta aquí». En España no.
Estoy muy de acuerdo con su comentario sobre el espíritu borreguil general pero discrepo en no otorgar también una gran parte de ese espíritu acrítico al mismo movimiento independentista. De acuerdo que una parte de Cataluña ha demostrado un envidiable poder de movilización y una férrea demostración de profundas convicciones «democráticas». Lástima que todo eso se fundamente en sofismas vacuos como «votar siempre es bueno», «las urnas son preferibles a la violencia», etc, etc. A mi modesto entender, la revolución social no siempre es justificable ni objetivamente (éticamente) positiva. Para eso sería estrictamente necesario el filtro de la legitimidad (como si lo tienen en líneas generales los grandes temas objeto de reivindicación en las sociedades modernas: lucha de clases, ecologismo, feminismo, etc.). Simplemente, el independentismo catalán cruzó el Rubicón de la no legitimidad hace unos años al promover todo un proceso de ruptura con el Estado ignorando, para empezar, a más de la mitad de la población de Cataluña que no votó partidos independentistas en unas elecciones plebiscitarias. Prosiguió con un referéndum ilegal (desafiando legislación democrática) para, acto seguido, hiperventilar al mundo un victimismo vergonzante (aprovechando la torpeza insufrible del mediocre de M.Rajoy). Finalmente, continuó ignorando el orden jurídico establecido (democráticamente) declarando una DUI absurda y fantasmal, todo ello forzando e ignorando a la misma mitad de catalanes representados en el Parlament de Cataluña.
Los graves errores de gestión y reacción del Estado español, que serían objeto de debate a parte, no deberían ocultar la realidad. Nos encontramos ante una «revolución» mezquina, basada en unos presupuestos deplorables: el fin (la independencia) lo justifica todo (manipulación de masas, quiebra de la convivencia y anulación del otro).
De frente a este problema que me apena, porque sin catalanes, o gallegos, o asturianos, o vascos, o andaluces yo no sería argentino, y conociendo la constitución española solamente por lo que se decía en los setenta (una ley general admirable, progresista, tolerante, amplia y moderna) me pregunto por qué Cataluña decidió apartarse de la constitución que supongo también ella había avalado. Repito que hablo desde afuera. Comprendo el apego al terruño, a la lengua, a la cultura, pero cuando siento patriotismo me vienen malos recuerdos. Por nuestro patriotismo mandamos a morir a centenares de jóvenes por unas islas que jamás vimos y que desde pibes nos decían que eran nuestras. Además, por qué la denominaron Independencia, como si todavía estuviéramos en el ochocientos en justa lucha contra gobiernos despóticos. Por qué no llamarla Región Autónoma como llama Italia a las regiones del Tirol, y viven en paz contribuyendo al bienestar general. Cuando voy a esas lugares me sucede como cuando voy a Cataluña: no entiendo nada, pero se respira libertad, alegría, optimismo dejándose a las espaldas siglos de incomprensión. Es una verdadera pena el espectáculo dado por unos pocos exaltados. Y no hablemos del Brexit. Pareciera que estamos rebobinando para atrás la Historia.
Sería interesante contar esta misma historia en el caso chileno y el libanés. Las tres tan parecidas y tan distintas.
https://blogs.elconfidencial.com/espana/postpolitica/2019-10-27/el-porque-de-los-disturbios_2300984/
Uf.
Hace tres semanas me hubiese tomado un artículo así como algo lejano.
Y ahora me parece casi una versión soft-rock de lo que está pasando acá en Sudamérica.
Saludos desde Chile.