La ciencia dicta que el porcentaje de agua que aloja en el cuerpo humano una persona oscila entre el sesenta y el setenta por ciento. Si nos ponemos más específicos, el cerebro estaría compuesto en un setenta y cinco por ciento de agua, los pulmones en un ochenta por ciento, la sangre en un ochenta y poco, los músculos en un ochenta y seis, y los huesos en un reseco veinte por ciento. Se suelen dictar todos esos datos, porcentaje arriba porcentaje abajo, de carrerilla asegurando que los mismos se corresponden a cantidades de agua porque la ciencia tiene un carácter universal poco dado a los regionalismos.
Pero si los científicos centraran sus esfuerzos en analizar a los habitantes de nuestro país descubrirían que ciertos provincianos acumulan diariamente muy poca cantidad del líquido elemento y mucho de los exquisitos brebajes regionales que llevan siglos alegrando las sobremesas familiares. La encuesta de hoy presupone buen paladar, suena como una botella descorchándose y huele a un orujo ardiendo capaz de espantar a las brujas: ¿cuál es la mejor bebida tradicional de España? Nuestro territorio es tan rico en las cuestiones del beber como para que sea humanamente imposible enumerar todos y cada uno de los fabulosos elixires que se destilan en el país, por lo que siéntase libre el lector de añadir las evidentes ausencias en la sección de comentarios.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
Sidra (Asturias)
A pesar de que se consume desde tiempos anteriores a los romanos, nadie tiene del todo claro cuál es el origen real de la sidra, esa bebida fabricada a partir del jugo fermentado de la manzana. En cambio, todo el mundo está de acuerdo en un par de cosas: por un lado, que la sidra es uno de los productos más divertidos a la hora de ser servidos, al requerir que se escancie con arte sobre un vaso de boca generosa. Y por otra parte, que se trata de uno de los escasísimos líquidos de consumo con la capacidad de invocar a una criatura mitológica legendaria, el gaitero asturiano. No existe fiesta de prao, reunión social, evento o jarana en la que colocar una caja de sidra en el suelo no haga aparecer, de la nada y sin previo aviso, a un gaitero perfectamente uniformado y muy obcecado con la labor de repasar el repertorio completo de tonadillas tradicionales.
Txakoli (País Vasco)
Existe papeleo oficial, donde se demuestra que el txakoli (o chacolí) ya estaba rellenado las panzas de las criaturas vascas allá por los comienzos del siglo XVI. Se trata de un vino blanco (aunque también existen variedades en rosado o tinto) elaborado inicialmente de forma casera en barriles de roble de los baserris, un caldo que nació siendo cabezón al tener el dudoso honor de convertir eficientemente la testa del consumidor en una maraca. Hasta que en 1989 recibió la denominación de origen gracias a unos cuantos esmerados amigos del vino que le dieron un bonito empujón a la calidad del mismo.
Licor de bellota (Extremadura)
Extremoduro cantaba aquello de «Tierra de conquistadores, no nos quedan más cojones ¡bebe zumo de bellota, idiota!» mientras en Extremadura demostraban que de idiotas no tenían nada al ser capaces de exprimir el género autóctono de la mejor manera posible. Macerando las bellotas entre azúcares y anises, obteniendo un aguardiente que los comensales se pimplan con la excusa de requerir de un digestivo tras la ingesta de cordilleras de embutidos rebozados en pimentón de la Vera.
Queimada (Galicia)
Aguardiente, azúcar, corteza de limón y naranja. Hay quienes le echan granos de café, uvas y manzana. La queimada no solo es una bebida espectacular en su preparación —requiere que se le prenda fuego y produce unas llamas azuladas— sino que además destaca sobre todas las demás por su naturaleza mágica: remover el brebaje con el cucharón entre cascadas de alcohol y llamaradas es un ritual que solo puede llevarse a cabo acompañado de la pronunciación del conxuro (ideado en 1967 por Mariano Marcos Abalo). Un sortilegio que ha de recitarse para espantar a los demonios, las brujas y los malos espíritus. No se puede molar más.
Zurracapote (La Rioja)
Se estima que los habitantes de la antigua Roma plantaron los viñedos en La Rioja, iniciando así una tradición vinícola de entidad centenaria. Más tarde llegaron los calahorranos y decidieron que la forma más festiva de embellecer el vino tinto o el clarete era ponerlo a macerar después de llenarlo con melocotones, limones, naranjas u otras frutas y salpicándolo de canela y azúcares. El zurracapote también tiene el bonus de poder ser consumido en uno de los artilugios más divertidos de la historia para beber cualquier cosa: el incombustible porrón.
Ron de miel (Islas Canarias)
En las Islas Canarias son gente lista y por eso mismo han sabido hacer suya la máxima de Hannah Montana y conjuntar the best of both worlds al unificar alcoholes y melosidad en un producto que se ha convertido en un brebaje típico del lugar: el ron de miel, o ronmiel, que suena mucho más bonito. Una variedad de ron, elaborado a partir de aguardiente de caña o melaza, que añade a la bebida la miel de abeja en cantidades nunca inferiores al 2%. En el fondo, a la hora de trastear con el ron los canarios son los que tienen mayor autoridad para hacerlo: las primeras cañas de azúcar (esenciales para producir el licor) introducidas en América eran originarias de Canarias. Y si cruzaron el charco fue gracias a un Cristóbal Colón que llevó un puñado en la bodega durante su segundo viaje para jugar a ser jardinero. Desde el año 2005, el Ronmiel de Canarias es la denominación geográfica específica de la bebida.
Licor 43 (Murcia)
En Murcia van de cara y lo que ves en la etiqueta es exactamente lo que contiene la botella. Cuarenta y tres distintos cítricos, especias y frutas del mediterráneo combinadas en una bebida de color dorado que fue elaborada artesanalmente en 1942 por Diego Zamora en sus destilerías de Cartagena, un producto que se ha convertido en el licor español más vendido en todo el mundo. Dice la leyenda que la receta oficial, y por tanto la naturaleza de dichos cuarenta y tres ingredientes, es un secreto celosamente guardado.
Pacharán (Navarra)
Bebida casera nacida en Navarra con un nombre (patxaran) que proviene de la antigua acepción del euskera basarana utilizada para designar a la ciruela silvestre de la endrina, el fruto necesario para confecciona un licor macerado en aguardiente anisado. Popular desde tiempos tan remotos como la Edad Media, el pacharán era lo que soplaba alegremente ya en el siglo XV la reina Blanca I de Navarra utilizando la excusa de que aquello tenía propiedades medicinales. Con un contenido alcohólico entre los 25 y los 30 grados, es normal que aquello le curase los dolores.
Horchata (Comunidad Valenciana)
Aunque parezca difícil de creer no todas las bebidas destacables del país son cócteles con contenido alcohólico. Y la horchata de chufa no solo es la razón por la que los valencianos han logrado sobrevivir durante tanto tiempo al verano, sino que es una de esas cosas que a pesar de tener un recorrido de siglos a cuestas (la primera receta conocida de horchata de chufa es de 1748) se resisten a pasar de moda: en 2009, Vampire Weekend le dedico una canción titulada, convenientemente, «Horchata».
Agua del grifo (Comunidad de Madrid)
En dura lucha contra la «caña de Mahou bien tirada», el agua de grifo de Madrid es probablemente la bebida más representativa de la comunidad. Al menos en palabras de los propios habitantes del lugar. El agua del grifo de Madrid es el líquido primigenio del que nacen todas las cosas que son puras en el universo. Son las lágrimas de un dios capaces de devolver la vista al ciego, desterrar el cáncer y hacer que a los tullidos les crezcan nuevas extremidades. Es el sentido de la vida en versión acuosa, el verdadero habitante digno de un botijo y el único fluido con propiedades más milagrosas que el agua bendita. Se rumorea que Manuela Carmena está compuesta en un 102% de dicho líquido, y no se descarta que todo esto sea un complot de todos y cada uno de los madrileños para que los turistas se pasen el día enchufando el morro al grifo en lugar de robándoles sus licores de anís.
Orujo (Cantabria)
Interpretado desde la alta Edad Mdia como una de las gasolinas más efectivas a la hora de propulsar los estómagos cántabros, el orujo de Liébana es una bebida elaborada partiendo de los hollejos, raspones y pepitas resultantes de las uvas que han sido pisadas para extraerles el mosto de sus entrañas, y también es un trago que alcanza con facilidad los 40 grados. Para ser conscientes de su envergadura tan solo es necesario mentar que los cántabros ofician la Fiesta del Orujo en Potes. Porque hay pocas cosas más evidentes para demostrar el alto estatus que tiene algo como el honor de que se decida convertir su existencia en una celebración.
Limonada leonesa (Castilla y León)
Hay leoneses que han llegado a enfrentarse en duelos de vida o muerte con aquellos que se han atrevido a decir «pero si esto es sangría» tras pegarle un sorbo a la limonada leonesa tradicional. Una bebida fabricada a base de dejar reposar durante días una piscina de vino rellena de limones, azúcar, canela y (a veces) fruta, pasas e higos. Tiene la curiosidad añadida de incluir una tradición políticamente incorrecta, la de denominar «matar judíos» a su consumo durante la Semana Santa.
Vino (Castilla-La Mancha)
Sobre las tierras de las provincias de Albacete, Ciudad Real, Guadalajara, Cuenca y Toledo están plantados la mitad de los terrenos dedicados al cultivo de viña de toda España, convirtiendo a la comunidad de Castilla-La Mancha en la orgullosa poseedora del mayor viñedo del mundo. Entre las páginas de Don Quijote de La Mancha, los personajes se ponían ciegos a vinos manchegos y en el mundo real las tierras de La Mancha hace más de treinta años que no contemplan una añada que no tenga buen nivel. La cultura popular de este país, las filosofías de barrabar y el mundo del arte le deben muchísimo a las cogorzas obtenidas chapoteando entre los numerosos vinos con denominación (Valdepeñas, Almansa, Jumilla, Ribera del Júcar o Méntrida entre otros) de aquellas tierras.
Rebujito (Andalucía)
El rebujito que reina durante las ferias andaluzas tiene un antepasado eminente en tierras inglesas: el sherry cobbler. O el resultado de colocar en la misma copa vino de jerez, soda, azúcar, una rodaja de naranja y bastante hielo. Una combinación ideada por los ingleses allá por el siglo XIX que era promocionada en las estampas de la época como la bebida ideal para disfrutar entre queridos tirando de dos pajitas. A mediados de los noventa, las ferias y romerías popularizaron la idea del rebujito como piedra fundamental de la farándula andaluza. 1/3 de vino de manzanilla, 2/3 de refresco de lima (Sprite o 7up), hierbabuena, mucho hielo y preferiblemente una copa de cristal fino con talle esbelto para agarrar elegantemente sin calentar los tragos.
Cava (Cataluña)
Francesc Gil y Domènec Soberano llevaron en 1868 su cava (aunque en aquel momento habían tirado de uvas francesas para producirlo) hasta la Exposición Universal de París. Durante 1887, y como consecuencia de la plaga de la filoxera en el Penedés, se vieron obligados a utilizar otros tipos de plantas y uvas autóctonas catalanas para su elaboración, dotando de una personalidad propia al vino espumoso. En el año 1972 se aprobó la denominación de cava haciendo una peineta a los franceses, muy celosos de su champán y muy poco amigos de que los vecinos produjeran pócimas similares. Desde entonces, el cava catalán se ha derramado con alegría durante las celebraciones y convertido en una seña de identidad de Cataluña. Su poder es evidente porque ¿existe algún otro brebaje al que los desacuerdos políticos hayan convertido en objeto de boicot?
Hierbas (Islas Baleares)
A mediados del siglo XVIII, los payeses mallorquines aprovecharon que tenían muchos alambiques a mano para comenzar a elaborar sus propios licores de hierbas, porque no hay nada más hermoso que fabricarse en casita aquello con lo que te puedes pillar una buena curda. Las Hierbas de Mallorca, ese producto bautizado sin complicarse mucho la vida, se presentan en diferentes variantes (dulces, mezcladas o secas) y se producen mezclando una bebida espirituosa anisada con una solución hidroalcohólica aromatizada por destilación de plantas aromáticas mallorquinas: hierba Luisa, manzanilla, naranjo, limonero, romero, toronjil e hinojo.
Home, no me jodas la vida ¿limonada leonesa de Castilla y León? Y el aguardiente de toda la vida (que no orujo, ya que orujos son las pepitas y pieles de la uva, una vez exprimida – no confunda el ingrediente con la bebida resultante). Cuando escribió esto, el autor ya se había bebido unas cuantas copas de más.
Yo voté por otro… Falta la ratafia!!
Madrid: licor de madroño, por favor.
Vino de Castilla la Mancha? En serio? Y el Ribera de Duero o el Rioja,?
Cuántos Riojas y Riberas salieron y salen de La Mancha!
El zurracapote parte con desventaja, sólo lo han probado los que han estado en fiestas de la Rioja y con riojanos que les guiaran. Ya veréis el día que lo descubra el New York Times, desbanca al calimocho y los guiris se olvidarán de la sangría, que es más suave porque éste se deja fermentar unos días.
Y no está claro que sea invento calahorrano, hay controversia en su origen, como en casi todo buen invento culinario.
A ver, decir que el agua de Madrizzzz es gloria comparada con cualquier agua del Norte (y ya ni menciono la tierra de los mil ríos en concreto) es de risa, pero claro, es que Madrid propio, a parte de la boina, no tiene nada.
Por otra parte, nada supera al licor café (invento ourensano adoptado con devoción por Galicia entera), donde no solo destilamos aguardiente, sino que lo maceramos, lo endulzamos, lo dejamos reposar y creamos un espirituoso que asesina a la mayoría de la población mundial no gallega, desatasca los intestinos al segundo chupito, y forja amistades imperecederas con gallegos inmunes a sus efectos siempre y cuando sobrevivas a su ingesta.
Evidentemente es el gazpacho. No lo ha puesto porque, de ponerlo, se llevaría todos los votos y le quitaría gracia a la encuesta.
¡Qué triste! Aragón (mi Aragón) es la única comunidad Autónoma sin representación en el bebercio indígena. Por lo menos no sufrimos la «indignidad» de tener que poner el agua.
Seguro que hay alguna jota al respecto ;-)
Tio, te falta el carajillo de Castellón de la Plana, ron/coñac quemado con café.
Recomiendo el licor de guindas acompañado de un buen mantecado, todo original de Cazalla de la Sierra, provincia de Sevilla.
También diré que la Sierra Norte de Sevilla es una comarca muy autóctona con gentes que saben apreciar el lugar donde viven, limpia, cuidada y libre de «miarmas», los cuales se suelen ir a la playa de Matalascañas
El autor quiere empezar otra guerra civil o que?
El kalimotxo (vino tinto+Coca-Cola) tiene toda la pinta de ser un brebaje 100% español…
Soy asturiano. Lo de la sidra que se bebía antes de los romanos es una absurda leyenda urdida por «chigreros» y «llagareros». Lo que los antiguos astures y cántabros consumían era una bebida fermentada de grano, una especie de protocerveza.
Lo del agua del grifo de la comunidad de Madrid es ironía de la buena! Muy agudos! Gracias por hacerme reír un rato……???