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Los peores inicios de novelas jamás escritos

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Edward Bulwer-Lytton. Retrato de Henry William Pickersgill allá por 1831, más o menos. Imagen: dominio público.

De noches a remojo

La primera vez que la frase «Era una noche oscura y tormentosa» apareció impresa en un texto fue en 1809, entre las páginas de la novela Una historia de Nueva York de Washington Irving, el escritor estadounidense que alumbraría los famosos cuentos «La leyenda de Sleepy Hollow» y «Rip Van Winkle». Pero en aquel momento nadie reparó en dicha frase ni intuyó su potencial como delatora de plumas cargadas de clichés. Veintiún años más tarde, el primer capítulo de la novela Paul Clifford se abría con otro anochecer pasado por aguas pero mucho más amigo del drama y la teatralidad: «Era una noche oscura y tormentosa. La lluvia caía en torrentes, excepto a intervalos ocasionales, cuando era interrumpida por una violenta ráfaga de viento que barría las calles (pues es en Londres donde transcurre nuestra escena), repiqueteando contra los tejados y agitando fieramente la exigua llama de las lámparas que luchaban contra la oscuridad». Aquellas líneas venían firmadas por un dandi británico llamado Edward Bulwer-Lytton, una persona que no tenía ni idea de que acababa de fraguar en aquel párrafo los cimientos de la mala escritura.

Edward George Earle Bulwer-Lytton, primer barón Lytton (1803-1873), fue un caballero londinense que no tardó demasiado en demostrar que se le daba bien trastear con las letras. Antes de cumplir la veintena comenzó a publicar sus primeros poemarios, iniciando una carrera literaria que se extendería a lo largo de numerosos cuentos, obras de teatro y novelas. Una prolífica producción (llegó a utilizar seudónimo para editar todo lo que iba pariendo) donde el autor tonteó con todos los géneros que le fue posible: el romance, la ficción histórica, el humor (apoyándose en el dandismo y los cotilleos de la época), la ciencia ficción, las novelas de misterio e incluso el terror. Su trabajo era tremendamente popular y su militancia entre la élite intelectual evidente: ideó la novela Los últimos días de Pompeya inspirado por el cuadro del mismo nombre del pintor ruso Karl Briulov y fue el hombre que aconsejó a Charles Dickens (coleguita suyo) que le diera un tono más optimista al desenlace de Grandes esperanzas. Entre medias, tuvo tiempo para dedicar varias décadas de su vida a la política al colarse en el Parlamento en las filas del antiguo partido liberal británico para, años después, saltar al bando del partido conservador y finalmente acabar siendo nombrado secretario de Estado para las colonias.

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Los últimos días de Pompeya (1827-1833) de Karl Briulov. Lytton se sentó delante de esto en Milán y le sacó una novela. Clic en la imagen para ampliar.

H. P. Lovecraft, en su ensayo El horror sobrenatural en la literatura, alabó el talento de Lytton a pesar de considerar que se pasaba tres pueblos engalanándolo todo con retórica florida y romanticismo vacío. Lovecraft también decretó que el relato «La casa y el cerebro» del inglés era la mejor historia de fantasmas jamás escrita, una opinión compartida con la del escritor Lafcadio Hearn, que definió el texto como «el mejor cuento de fantasmas en lengua inglesa». No fueron los únicos autores famosos que se declararon fanboys de la pluma del dandi, porque Bram Stoker llegó a reconocer que el relato «A Strange Story» de Lytton había sido una influencia importante a la hora de afilar los dientes de su Drácula. La herencia de Lytton para la cultura puede considerarse alargada, obras como su Vril le dieron un bonito empujón a la ciencia ficción (al juguetear con cosas como los nazis amigos de lo esotérico y la idea de una Tierra hueca en las ficciones científicas), y en sus escritos fue donde nacieron expresiones como «la pluma es más poderosa que la espada» o «el todopoderoso dólar», que se convertirían en recurrentes a lo largo de la historia de la literatura. Pero a pesar de todo lo anterior, a Lytton por lo que popularmente se le recuerda hoy en día es por redactar un inicio de mierda para una novela: «Era una noche oscura y tormentosa».

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Penauts.

It was a dark and stromy night

A principios de los ochenta, en el departamento de inglés de la Universidad Estatal de San José (California), el profesor Scott Rice se entretenía efectuando arqueología literaria entre los novelistas victorianos cuando, al enfrentarse a la obra de Lytton, se tropezó con la frase «Era una noche oscura y tormentosa» y reconoció en la misma un cliché tan sobado como para causar escalofríos. Rice tenía cierta experiencia como jurado en numerosos concursos literarios, eventos donde le había tocado comerse decenas de extensos manuscritos amateurs de calidad cuestionable. Y el hecho de haber encontrado lo que parecía ser el caldo primigenio de la mala literatura (una frase inicial extremadamente torpe y muy rebozada en los tópicos baratos) le proporcionó una idea maravillosa: crear un concurso de mala (y breve) literatura, uno basado en premiar a quien escribiese el peor inicio de novela posible. Una competición bautizada como Bulwer-Lytton Fiction Contest (o BLFC) en honor a aquel pobre inglés que arrancó una historia entre aguaceros, rayos y truenos.

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Edición original de Paul Clifford. 1830.

La primera edición del certamen tuvo lugar en la propia universidad y como reza la documentación oficial «Según los estándares del campus fue todo un éxito: atrajo a tres participantes». Con la segunda edición, una vez que el evento se había convertido en noticia nacional e internacional por lo cómico del mismo, la cosa se desmadró y más de diez mil autores enviaron sus (horribles) inicios de novela para participar en el concurso. Desde entonces se ha celebrado anualmente en el mismo lugar, con Rice como maestro de ceremonias y con un jugoso premio para el ganador que el reglamento oficial establece como «una miseria». En 2008, el ganador de la competición recibió un cheque con valor de doscientos cincuenta dólares. En 2014, el escritor que se alzó con la victoria comentó que a él tan solo le habían pagado «unos ciento cincuenta dólares o por ahí». El éxito de afluencia provocó que el concurso no se limitase a elegir un único ganador, sino que además incluyese diversas subcategorías según el género novelesco de aquellos malos arranques: aventura, novela detectivesca, literatura infantil, wéstern, ciencia ficción, fantasía, ficción histórica o novela romántica. Entre ellas, merece una distinción especial la subcategoría «Purple Prose» dedicada a premiar aquellos escritos de prosa tan florida, rebuscada y narcisista como para olvidarse de lo que estaban contando. También existe un apartado titulado «Menciones deshonrosas», donde se muestran los textos que no llegaron a ser tan malos como para acaparar podio pero demostraron una calidad (o una pretendida falta de ella, más bien) notable.

Grandes éxitos, oscuros y tormentosos, del Bulwer-Lytton Fiction Contest

A lo largo de sus más de treinta años de vida, el BLFC ha sido el refugio de los más lúcidos peores inicios de novela jamás escritos. Pequeñas maravillas de diferentes géneros que se pueden consultar desde la web del evento (aunque los ganadores y entradas de las ediciones iniciales se han extraviado), de entre las cuales a continuación se lista una selección de grandes éxitos. Un resumen que en realidad es un diminuto ejemplo de todo el talento derrochado por las prometedoras plumas participantes:

Todos los doctores acordaron que el tracto intestinal de Charlie tenía la misma apariencia que un túnel de metro húmedo y oscuro en una ciudad decadente, con pólipos ennegrecidos colgando de cada esquina como pequeñas bombas terroristas, esperando para explotar en su actividad cancerosa. Sin embargo, para Timmy la Tenia, aquello era un hogar.

E. David Moulton, premio Literatura Infantil 2015.


Cuando él le dijo que la amaba, ella lo miró a los ojos preguntándose, mientras contemplaba la infestación de los ácaros de las pestañas, diminutos desodicidas que se introducen en sus folículos para comer el sebo grasiento que contiene (cada hembra pone hasta veinticinco huevos en un solo folículo) causando inflamación, si los ojos serían realmente las ventanas del alma. De ser así, su alma necesitaba saneamiento.

Cathy Bryant, premio BLFC 2012


El «clang» de la hoja de guillotina al ser liberada le recordó a María Antonieta, muy brevemente, el sonido que hacía la pata de madera de su sirviente favorito cuando cruzaba, no muy silenciosamente, los pulidos suelos de Versalles para traerte otra bandeja de petit fours.

Leslie Craven, premio Ficción Histórica 2012.


Como un coche deportivo caro, bien afinado y construido, Portia era elegante, bien proporcionada y hermosa. Su traje rojo moldeaba un cuerpo tan cálido como las fundas de los asientos en julio, su cabello era tan oscuro como los neumáticos nuevos, sus ojos brillaban como relucientes tapacubos, y sus labios eran tan húmedos como las gotas de lluvia fresca sobre el capó. Ella era una mujer impulsiva, alimentada por un único tipo de carburante, y necesitaba un hombre, un hombre que no cambiara sus puntos de vista, un hombre que la guiara por el camino correcto, un hombre como Alf Romeo.

Rachel E. Sheeley, premio BLFC 1988.


En la primera cita, él le había preguntado por cuánto creía que podían venderse en eBay las uñas de los pies de Edgar Allan Poe, y durante la segunda pago el metro con centavos que había pescado de una fuente. Pero, aparte de eso, él era encantador y ella imaginó que podrían tener una vida perfectamente tolerable juntos.

Jessica Sashihara, premio Romance 2013.


Cuando los sentidos de William fueron azotados por una cálida brisa fétida, deseó que se tratase de un temprano deshielo equinoccial de primavera de los que causaban que los ríos se hinchasen como unas encías sufriendo una gingivitis, haciendo ceder a la placa invernal, exponiendo la descomposición y permitiendo al aliento estacional de la Madre Naturaleza respirar impregnando el éter circundante. Pero en lugar de eso, William se despertó con las implacables bocanadas de la halitosis de su esposa.

Guy Foisy, premio Purple Prose 2012.


El cadáver rezumaba el irresistible aroma de un picante glaseado con chile ancho realzado de manera atractiva con un toque de cilantro fresco. Y yacía ante él  extendido, adornado tímidamente por una guirnalda de radicchio variado y cebollas caramelizadas, impecablemente rociadas con riachuelos de vinagre vintage y aceite de ajo asado. Sí, al examinar el cuerpo del crítico culinario, asesinado y tendido en un pequeño y acogedor, pero casi vacío, restaurante, los sentidos del corpulento inspector Moreau le dijeron que aquello era, con toda probabilidad, un trabajo interno.

Bob Perry, premio BLFC 1998.


Mientras trabajaba en el jardín, contemplé el cielo otoñal y pasé mi dedo por el rastro que dejaba una babosa moteada al abrirse camino inocentemente entre mis rododendros. Al sentir aquella viscosidad cálida, la memoria me transportó de vuelta al planeta Alderon, a los tentáculos del alien que me amó.

Mary E. Patrick, premio Ciencia Ficción 2012.


Dolores se deslizó sobre la superficie de su vida como una piedra chata que rebota sobre las aguas tranquilas, ondulando esporádicamente la realidad pero consistentemente ajena a ella. Hasta que finalmente perdió el impulso, se hundió y, debido a que una sobredosis de flúor siendo niña le provocó una apatía crónica, se vio condenada a yacer para siempre en el suelo de su existencia, tan inútil como un apéndice y tan sola como una pesa de doscientos kilos en un gimnasio en el que no están permitidos los esteroides.

Linda Vernon, premio BLFC 1990.


Carlos la contempló con lujuria y asombro mientras ella se alejaba. Aquel cuerpo enfundado en licra se asemejaba a dos luchadores de sumo bien engrasados y subidos en zancos, peleando furiosamente por la victoria.

Marlin Back, premio Purple Prose 2015.


Era una noche amodorrada y estrellada [stark and dormy en el original, un juego de palabras intraducible], una de esas noches de pasar el viernes en la habitación donde las chicas/mujeres solteras ovulan copiosamente y sueñas con sexo duro junto a un chico/hombre malote en el asiento trasero de un Corvette —como aquel que salía en la serie Route 66, solo que de diferente color, aunque el color es difícil de precisar porque la serie era en blanco y negro— si los Corvettes tuviesen asiento trasero, claro.»

David Kay, premio Era una noche oscura y tormentosa 2004.


El detective Micky Blarke llegó a la escena a las 2:14 y, según juró el novato Paul Simmons, le dio una calada tan fuerte a su cigarrillo como para que los interiores de sus mejillas se tocasen. Pero el juez apuntó que tanto detalle no era necesario y ordenó al jurado que desestimasen dicha afirmación.

Joe Polvino, premio Novela Detectivesca 2004.


La cuenta regresiva se detuvo en T menos 69 segundos cuando Desiree, la primera simio hembra en viajar al espacio, me guiñó un ojo maliciosamente mientras gesticulaba con sus labios gruesos y gomosos. Aquella fue la primera de muchas insinuaciones durante lo que sería el más largo, y más memorable, viaje espacial de mi carrera.

Martha Simpson,  premio BLFC 1985.


El barco de Napoleón recibió una fuerte sacudida y volcó cuando el emperador, escuchando como sus generales protestaban como siempre, chapoteó en las tibias aguas de su bañera.

John Doble, premio Ficción Histórica 2011.


Mientras el misterioso extraño se acercaba, Angela se mordió el labio con ansia, deseando con cada nervio, célula y fibra de su cuerpo que este fuese el hombre que supiera comprenderla, el que la llevara lejos de allí. Y esperando que no le apretase una teta al tiempo que imitaba el sonido de una bocina, como hacían todos los demás.

Ali Kawashima, premio Novela Romántica 2011.


El detective Bart Lasiter se encontraba en su oficina, estudiando cómo la luz de su pequeña y única ventana caía sobre su superburrito, cuando la puerta se abrió para revelar a una mujer cuyo cuerpo decía que aquel había sido el último burrito que el hombre comería por un buen tiempo, cuyo rostro decía que los ángeles existen, y cuyos ojos decían que ella era capaz de hacerte cavar tu propia tumba y después limpiar la pala con la lengua.

Jim Guigli, premio BLFC 2006.


Era una noche oscura y tormentosa en Plutón. Un planeta que nadie se tomaba en serio por culpa de su nombre (que recuerda a un perro de dibujos animados), por estar tan lejos del Sol y por no tener atmósfera, algo que al tratarse (creemos) de un planeta inhabitado no parecía demasiado importante en aquellos días donde las únicas preocupaciones del mundo eran la guerra, el hambre, la peste y la muerte.

Ana Rotenberg, premio Ciencia ñficción 2002.


Había un anciana que vivía en un zapato y tenía tanta equidad (porque nuestra historia, queridos niños, está situada en el mercado de bienes raíces de Miami) como para forrar el exterior de su vivienda con terciopelo azul en honor a su ídolo, Elvis, mudar a sus hijos a un botín en la parte trasera, y reabrir el lugar como el Motel Are You Lonesome Tonight? (pero vas a tener que esperar a cumplir los dieciocho años para poder seguir leyendo).

Barbara Bridge, premio Literatura Infantil 2006.


Mientras salía de la estación de policía con sus tacones altos repiqueteando contra el suelo, en un rítmico stacatto similar al que produciría un músico manco tocando las castañuelas en una banda muy mala de mariachis, y con su amplio pecho contenido tan solo por una blusa diáfana, rebotando a cada paso como un Chevy de motor bajo de 1959 con muy buena hidráulica, sonrió para sí misma al recordar el emocionante interrogatorio del detective Tipple sobre el atraco al “Melón de Twin Peaks”.

Wayne Spivey, mención especial Un saludo al escote 2006.


La adorable chica Kaa había sido implacablemente encadenada al poste del guerrero jefe Bestia, cuya bárbara tribu apilaba leña a los núbiles pies de la mujer, cuando la fuerte y limpia voz del poético y heroico Bienapuestomas rugió: «Flick your Bic / crisp that chick/ and you’ll feel my steel / through your last meal». [Dale al mechero / fríe a esa chavala / y sentirás mi acero / a través de tu última comida].

Steven Garman, premio BLFC 1984.


El escalofriante chillido dividió la cálida noche de verano en dos. Siendo la primera de esas mitades la ocurrida antes del grito, bastante suave, calmada y agradable para aquellos que no habían escuchado el grito en absoluto. Pero no suave, ni calmada ni muy agradable para aquellos que sí escucharon el grito, descontando el pequeño período de tiempo durante el grito en sí mismo, cuando sus oídos pudieron haberlo escuchado, pero su cerebro no estaba reaccionando aún para avisarles.

Patricia E. Presutti, premio BLFC 1986.

Mención especial para el escrito de W. W. «Buddy» Ocheltree, que ganó la edición BLFC de 1993 gracias a su habilidad para esconder en el texto una cuenta numérica, demostrando que hay que ser muy bueno para escribir algo muy malo:

Ella, una reportera local de mala calidad, no era realmente mi tipo pero en el primer segundo en el que el representante de tercera categoría del cuarto estado abrió una nueva quinta del viejo whisky escocés, mi sexto sentido me dijo que el séptimo cielo se encontraba tan cerca como la octava nota de la Novena sinfonía de Beethoven. Así que, nervioso como un estudiante de décimo grado agobiándose durante la undécima hora de un examen de física, la coloqué en mis brazos anhelantes y, canturreando «The Twelfth of Never», tuve suerte aquel viernes 13.

El legado Lytton

El 12 de julio de 1965, en las tiras del Penauts de Charles M. Schulz, el bueno de Snoopy se sentó por primera vez ante una máquina de escribir para convertirse en el escritor más famoso del mundo. La primera línea, el inicio de su ambiciosa novela, tecleada sobre aquel trasto era una rotunda «Era una noche oscura y tormentosa». Desde entonces, los manuscritos redactados por el Snoopy literato acostumbraron a arrancar tirando de la misma sentencia. Y los secundarios de las viñetas tan pronto felicitaban al perro por su prosa como criticaban lo resobado de la misma, mientras las editoriales le enviaban cheques inflados a cambio de unas novelas que siempre arrancaban igual.    

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Penauts. Clic en la imagen para ampliar,

Madeleine L’Engle publicó en 1962 la novela Una arruga en el tiempo, un texto cuya primera línea era «Era una noche oscura y tormentosa». Una coña literaria plenamente autoconsciente de la naturaleza de cliché de la frase, algo evidente teniendo en cuenta que la novela de L’Engle era todo lo contrario a una conga de tópicos. El escritor de ciencia ficción Ray Bradbury se mofó de sus lectores al cascar la frasecita al inicio de la novela detectivesca Matemos todos a Constance. El decimosexto capítulo de la novelucha para adolescentes Animorphs #2 se inicia con un «Era una noche oscura y tormentosa. Lo siento, siempre quise escribir eso. Pero de verdad que era una noche oscura y tormentosa». El prólogo de Buenos presagios, de Neil Gaiman y Terry Pratchett, anunciaba «Era un día agradable» para poco después intuir noches negras y tormentas antes de arrancar el primer capítulo con un «No era una noche oscura y tormentosa».

A Wrinkle in Time
Primera edición de Una arruga en el tiempo, o cuando Madeleine L’Engle troleó a los lectores en la primera frase.

En 2008 se anunció que la ciudad de Lytton (Columbia Británica, Canadá) acogería un debate a modo de duelo en el que Scott Rice, creador del concurso Bulwer-Lytton Fiction Contest, se enfrentaría a Henry Lytton Cobbold, tataranieto del vilipendiado escritor. Un encaramiento dialéctico, envuelto en cierto cachondeo, al que Rice asistiría «Para enterrar a Lytton, no para alabarle» asegurando cosas como «El mal que hacen los hombres vive después de ellos. Y en el caso de Lytton dicho mal son veintisiete novelas cuya ardiente turgencia estoy dispuesto a exponer, desnudar y en general hacer visible». Por otro lado, Henry Lytton anunciaba su asistencia para proteger el honor de su ancestro: «Iré para defender su honor. Bulwer-Lytton fue un hombre notable y es muy injusto que el profesor Rice haya decidido nombrar a la competición con su nombre por razones equivocadas. Fue un gran maestro de las artes, un político, escritor, dramaturgo y filósofo. […] Y ser la primera persona que acuña un cliché es en el fondo señal de que era un genio. También firmó frases universalmente famosas como “La pluma es más fuerte que la espada”. Y nos dejó la casa de Knebworth, que no es mala cosa. Y yo creo que la comunidad de la ciudad de Lytton [nombrada en honor al escritor] me apoyará al defenderlo. Porque Bulwer-Lytton ha hecho a sus habitantes bastante felices: en cierta medida es gracias a él que no hayan acabado siendo parte de América». Chris O’Connor, el alcalde de la urbe de Lytton donde se celebraría el debate, avivó el fuego declarando a favor del escritor: «Durante años, el profesor Rice se ha mofado de Lord Edward George Bulwer Lytton con su concurso de ficción. Lord Lytton era tanto un estadista como un autor, y como secretario colonial, fue quien ayudó a crear la colonia de la corona de la Columbia Británica en 1858» explicaba O’Connor antes de apuntar: «Además, no será una noche oscura y tormentosa, porque hemos programado el evento para las tres de la tarde».   

En 2001, el escritor Adam Cadre, inspirado por el certamen BLFC de la Universidad de San José, inició el Lyttle Lytton Contest. Una variante comprimida del concurso original de Scott Rice donde el premio se lo lleva aquel que escriba el peor inicio de novela posible en tan solo doscientos caracteres. Y en internet, gente como Mikhail Simkin han llegado a construir pasatiempos donde uno puede jugar a tratar de adivinar si ciertos párrafos de novelas pertenecen a Dickens o a Lytton. Mientras tanto, el propio Rice tuvo el buen gusto de recopilar algunas de las mejores entradas al concurso (promocionándolas con el eslogan «Hazte con lo mejor de lo peor») en una saga de libros de títulos maravillosos: Era una noche oscura y tormentosa (1984), El hijo de Era una noche oscura y tormentosa (1986), La novia de Oscura y tormentosa (1988), Era una noche oscura y tormentosa: el conflicto final (1992), Oscura y tormentosa cabalga de nuevo (1996) y Era una noche oscura y tormentosa (2007).

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8 Comments

  1. «Era de noche, y sin embargo llovía»

  2. Pues a mí me parece un buen comienzo, y aunque no lo sea, no creo que tampoco amerite tanto escándalo. Esta gente tiene problemas, deberían buscarse una vida como decimos por aquí xD

  3. Vaya, ya me han jodido el inicio de mi novela. Con lo que cuesta encontrar una buena frase con gancho…

  4. Rancho

    Parecen extractos de novelas de Juan Gómez Jurado. Más tópicos no caben.

  5. Un fistro

    Las comparaciones de mujeres y coches ya son de nivelón, sin embargo «tan sola como una pesa de doscientos kilos en un gimnasio en el que no están permitidos los esteroides» es top banana.

  6. ― Era de noche y sin embargo llovía -exclamó Juan.
    ― Pues a mí me parece un buen comienzo -terció Nico
    ― ¡Ah! -dije yo interrogándome cómo diablos había hecho Juan para llegar a esa sublime frase que también era la mía, pero mi desconcierto fue mayor al oir a continuación a Hejo,
    ― Vaya, ya me han jodido el inicio de mi novela.
    ― ¡Ah! -volví a repetir tratando de no mostrar mi desconcierto que se transformó en una amenaza oscura al sentir a Rancho que, por lo visto podía leer la mente de los presentes, pues habló al plural, como si supiera que también era mi frase.
    ― Parecen extractos de novelas de Juan Gómez Jurado.
    Se me heló la sangre y la atmósfera se hizo densa, como una llovizna espesa de finísimo requesón.
    ― ¡Brrr! -exclamé para dar lugar a un disgusto repulsivo que no sabía si era por lo pegajoso de la imagen o por el peligro eminente de una persona con poderes sobrenaturales. Y estaba tan sumergido en mis cavilaciones que no llegué a aferrar qué quería decir Un Frisco evocando coches, mujeres, esteroides y bananas. Y tuve la íntima convicción de que en ese ambiente ya no estaría al seguro. ¡Brrr!

  7. The Lady of Shalott

    Pues yo me declaro desde hoy mismo fan incondicional de este principio inclasificable: «Todos los doctores acordaron que el tracto intestinal de Charlie tenía la misma apariencia que un túnel de metro húmedo y oscuro en una ciudad decadente (…)». Que poderío, por dios, qué elocuencia y qué cosa XDDD. Este chico sabe lo que se dice mil veces más que Tolstoi!!

  8. Parlache

    ¡Gracias!

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