Aunque sea para pasarlo mal.
Es curioso, porque han coincidido en el tiempo dos miniseries que no se parecen en absolutamente nada, pero que, más allá de la apariencia, tienen bastante en común. Ambas están destinadas a crear impacto porque tratan temas bastante desagradables y lo hacen con una considerable dosis de valores artísticos, así que proporcionan una buena recompensa estética al mismo tiempo que hacen sufrir al espectador. Una es Chernobyl, de HBO; la otra es When They See Us, de Netflix. Ambas hacen referencia a sucesos reales ocurridos en la misma época, aunque en lugares y circunstancias muy distintos. Y ambas pueden dejar a cualquiera emocionalmente exhausto.
When They See Us cuenta la alucinógena historia de «los Cinco de Central Park». En 1987, una joven de veintiocho años, Trisha Meili, fue brutalmente violada y golpeada mientras corría de noche por el famoso parque neoyorquino. Después de estar un tiempo en coma, la chica quedó con considerables secuelas físicas como consecuencia de los daños cerebrales producidos por los golpes: tenía dificultades para caminar y moverse, etc. Sin embargo, la serie no se centra en ella, cuyo personaje apenas aparece. Lo que la serie cuenta es la historia de cinco quinceañeros que fueron detenidos por aquel crimen. Fueron forzados a confesar su participación durante una más que problemática estancia en comisaría, sin presencia de padres o abogados, con testimonios contradictorios, etc. Y sin pruebas físicas en su contra. Fueron juzgados, condenados basándose en sus confesiones, y enviados a la cárcel, donde cumplieron sus penas. Años después, un preso que nada tenía que ver con los cinco chavales y que cumplía cadena perpetua por agresiones similares admitió haber sido el autor de la violación de Trisha Meili; aunque al principio no le creyeron, las pruebas de ADN ratificaron su relato.
Después de años de cárcel y un casi total ostracismo social, los nombres de los Cinco de Central Park quedaron limpios (además, le ganaron una demanda millonaria al estado de Nueva York), pero lo que nadie les podía ya quitar era el via crucis de pesadilla por el que habían atravesado desde el mismo momento en que, sin haber hecho nada malo más allá de un par de gamberradas en el parque, fueron metidos en un coche policial simplemente porque la policía necesitaba a alguien a quien culpar. Hasta tal punto llegaba la injusticia del asunto que uno de los Cinco ni siquiera constaba en la lista de sospechosos inicial y solamente había ido a comisaría para acompañar a un amigo al que la policía sí había estado buscando; así, acompañando a alguien, terminó comiéndose años de cárcel —con sus palizas, etc.— y una muerte social a nivel nacional.
Los cuatro episodios de When They See Us recorren, pues, el amargo proceso por el que estos chavales inocentes perdieron los mejores años de sus vidas. En el camino hay unas cuantas escenas angustiosas. Obviamente, esta miniserie es ficción basada en la realidad, pero los actores encargados de dar vida a los Cinco, sobre todo en sus versiones adolescentes, pueden ponerle un nudo en la garganta a cualquiera. Vemos cómo unos menores de edad que apenas entienden lo que les está sucediendo son engullidos y masticados por el sistema legal. Los acompañamos durante su entrada a los infiernos; vemos cómo se esfuman su adolescencia y buena parte de su juventud entre rejas, con las consecuencias que eso tiene sobre sus vidas y sobre el concepto que tienen de sí mismos. Una vez han sido condenados, el hecho de que sean inocentes no les hace más fácil el tránsito por la prisión, al contrario; todo es como una pesadilla kafkiana. Vemos cómo uno de ellos deja pasar la oportunidad de obtener la libertad condicional porque se niega a cumplir el requisito de reconocerse arrepentido por un crimen que no ha cometido. Por descontado, vemos cómo juegan un papel en sus destinos la pobreza, que trae consigo una terrible indefensión de oficio, y el racismo, pues la víctima del crimen es blanca mientras que cuatro de los acusados son negros y el quinto es hispano. La serie, por cierto, aprovecha para darle un buen par de rejonazos (¡muy justificados!) a Donald Trump, rescatando filmaciones de 1989 en las que se puede comprobar que Trump, opinando sobre este caso concreto, demostraba ya por entonces que era un elemento de cuidado.
When They See Us es básicamente la creación de la directora y guionista Ava DuVernay, autora del elogiadísimo largometraje Selma, nominado al Óscar como mejor película en 2015, y del documental 13th, también nominado al Óscar. Quizá algunos la conozcan por la peor de sus obras, Un pliegue en el tiempo, la película de fantasía que no gustó a nadie (por cuya defensa, no obstante, Brie Larson parecía dispuesta a tirar rayos láser a los críticos blancos varones: ¡Imposible aburrirse siguiendo las cosas de Hollywood!). Está claro que la temática social es el verdadero punto fuerte de DuVernay, donde más ha demostrado brillar, y que es en ese registro sabe perfectamente en qué aspectos incidir para removerle las tripas al espectador. El guion de When They See Us, en el que ella a participado, es casi, casi impecable. Pero son sus decisiones como directora las más interesantes, en el sentido de que podría haber jugado a lo seguro al buscar la manera de narrar este argumento, pero ha decidido arriesgar. Con una historia como esta no suele convenir jugar a la estilización (otra cosa es algo como Chernobyl, que se presta a emplear recursos audiovisuales propios de la ciencia ficción o el terror). Pese a esos riesgos, DuVernay casi siempre acierta cuando decide probar algo distinto en esta miniserie. Casi siempre. Cuando acierta, confecciona secuencias realmente memorables. Lo único que podría señalar como defectos son sus puntuales ramalazos de exceso melodramático; si DuVernay traspasa la línea entre la reconstrucción del drama y su idealización, pierde un poco su personalidad y se vuelve más genérica. Con todo, esos leves patinazos hacia el terreno del melodrama suceden muy pocas veces; desde luego no las suficientes para que el conjunto deje de ser admirable.
Por lo demás, incluso hay ciertas ocurrencias visuales de DuVernay que se salen de lo normal, pero que tienen mucho sentido. Les pongo un ejemplo: en determinadas secuencias, algunos personajes aparecen con fuentes de luz detrás (ventanas, etc.) que los hacen aparecer borrosos. Esto, que en otras circunstancias resultaría chocante porque parece que la directora se haya olvidado de mirar por el objetivo mientras rodaba, es algo muy deliberado. Más allá de posibles segundas lecturas —difuminar al personaje podría señalar su ambigüedad moral, etc—, ese recurso genera un poderoso efecto de realismo al conseguir que nuestro inconsciente nos haga sentir como «espías» que están contemplando la escena no desde una cámara, sino desde algún lugar en el que la cámara nunca se pondría porque la luz no es buena. Es un recurso muy inteligente. Parecido al de poner objetos en el primer plano del encuadre, aunque este recurso es mucho más habitual y, por ejemplo, lo vimos emplear de continuo en The Wire. En fin, hay muchos detalles dignos de análisis en la manera que DuVernay tiene de narrar esta historia y, como digo, los aciertos de su inventiva compensan con mucho los riesgos que asume.
Así que tenemos una historia escalofriante, un muy buen guion, un extraordinario plantel de actores, una dirección atrevida y convincente, y un montón de secuencias que harán que usted se retuerza de agonía en su asiento. Como, por otra parte, debe suceder al contemplar una historia tan sangrante, y tan poderosa, como la que se cuenta aquí. La justicia es como Papá Noel, un cuento para niños. La vida no es justa, más bien una lotería en la que somos ganadores o perdedores, según lo que las circunstancias y el capricho —no pocas veces malévolo— del prójimo deciden para nosotros. When They See Us nos recuerda esa desagradable realidad de manera cruda, pero artísticamente muy satisfactoria. Si no se hubiese estrenado Chernobyl, esta sería una buena candidata a miniserie del año. Y, desde luego, va a estar entre las que peleen por un sitio el podio. Encarecidamente recomendada.
El documental que menciona, 13th, es también impresionante. Muy recomendable también para entender muchas de las cosas que actualmente vemos en EEUU
Primera vez que discrepo diametralmente de un artículo de Emilio de Gorgot: esta serie me pareció aburrida, plana y con un continuo y molesto subrayado de lo melodramático, atronando con música para empatizar con unos personajes cuya peripecia ya es suficientemente dura como para necesitar ese recurso facilón al que tan aficionados son Nolan, Bayona y Amenábar, por poner 3 claros ejemplos.
La forma en la que está narrada es tan convencional que a veces parece un telefilme. Este tipo de historias de discriminación e injusticia racial se han contado tantas veces que si te limitas a rodar para cumplir el expediente te sale algo impersonal y anodino. Compararla con la extraordinaria Chernobyl me parece sacrílego.
Sí, sobreactuada y manipuladora. Lágrimas, pelucas, gestos, maquillaje, guión…Uf, qué pereza.
» Este tipo de historias de discriminación e injusticia racial se han contado tantas veces que si te limitas a rodar para cumplir el expediente te sale algo impersonal y anodino» Y «sobreactuada y manipuladora. Lágrimas, pelucas, gestos, maquillaje, guión…»
Como se nota el privilegio de ser hombre blanco
Y se te olvida no judío y perteneciente a las élites que conspiran en la sombra para seguir manejando los hilos…¿Tienes un argumento mejor? Lo digo por tachar de gilipollez tu comentario y esperar algo más elaborado por tu parte.