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¿Cuáles eran los Masters del Universo más psicotrópicos?

Seguro que en las escuelas de negocio lo cuentan poco, pero una de las decisiones más espectaculares de la historia del marketing fue del CEO de Mattell, Ray Wagner. A este empresario, en 1976, le pidió audiencia un tal George Lucas, que iba a sacar una película de título Star Wars. Le proponía hacerse cargo de todos los muñequitos de su simpática historia. El CEO declinó la proposición con gran ojo, pues dijo que no a uno de los mayores negocios de la historia.

Cuando se dieron cuenta del error, a la desesperada, Mattell intentó compensar la metedura de pata lanzando al mercado la colección definitiva de juguetes que iba a derrotarlos a todos. El concepto tenía un poco de todo. Había Conan, y hubo pleitos por plagio, había galaxias, monstruitos y rollitos medievales. Era un batiburrillo, pero funcionó. Fueron uno de los juguetes más populares de los ochenta en todo el mundo. Ahora bien ¿qué clase de delirio eran?

(La caja de voto se encuentra al final del artículo)


Clawful

Sin título 3

En los dibujos animados, este hombre cangrejo tenía dos pinzas del mismo tamaño en cada mano. Al levantarlas, como si bailase sevillanas, se asemejaba mucho al muy querido Zoidberg de Futurama. En muñeco, sin embargo, le pusieron una súper pinza en una mano. El motivo, prosaico. Para los dibujos animados era un engorro que no fuese simétrico. Sea como fuere, es cachondo, o triste y degradante si lo mira uno con ofendidos ojos del siglo XXI, que en un episodio Skeletor presentase como «su mano derecha» a un tío que destacaba por carecer de la misma. Como juguete, esa pinza no tardó en sujetar cigarros en todos los hogares españoles. Desenlace lógico cuando se fuerza a los niños a jugar con un humillante hombre nécora.


Buzz-Off

bb

Que te trajeran un Master por Reyes era una fiesta, un delirio. Que fuese el hombre abeja, inducía a pensar que tus padres no te querían. Dotado también de pinzas en lugar de manos, el amigo no podía sujetar nada. Solo su hacha, que había que encajársela de mala manera de modo que nunca podía estar debidamente derecha. Entre sus facultades se encontraba la visión de insecto, que era difícil barruntar que pudiera servir para algo sobrenatural como no fuera anticipar que te van a dar una colleja, y que tenía alas, con lo cual volaba, cosa que ya hacía mi pequeño Pony con menos alharacas.


Merman

f

Mucho se parecía Skeletor a Stalin, pues no había secuaz suyo que no se presentase como máximo colaborador imprescindible de la calavera, cuando luego no podían serlo todos a la vez y vendrían los disgustos y las intrigas palaciegas al castillo de la Serpiente. Merman en su día fue presentado como su máximo colaborador junto a Beast Man, primer caso de hombre lobo pelirrojo de la historia. No obstante, su impacto debió ser tal entre chavales que luego llegaron a cargos destacados del PP madrileño que su lugar de origen, el Mar de Cristal, tiene una parada de metro en la capital de España. Pese a este detalle, la gracia estaba en su rostro, como sacado de las pinturas negras de Goya. Su rostro en la actualidad evoca a su propio nombre, pues no es difícil imaginar a tuiteros recibir o dedicar el calificativo de «la merma» con esa misma mueca.


Kobra Khan

aaaa

Armado solo con una pistola bastante triste, la belleza de Kobra Khan residía en el interior. Dentro de su cuerpo tenía un depósito que una vez relleno, pulsándole la cabeza, expulsaba su contenido. Era mucho más divertido que cualquier fusil futurista de grandes dimensiones. «Aprieta su cabeza para rociar en cualquier dirección», rezaba la caja. En su interior se recomendaba meter agua, pero ahí entró Coca-cola, Fanta y cualquier potingue de dudoso origen que solo el aburrimiento de los niños de antaño podía concebir, como directamente mearse en el depósito. En aquella época los niños no tenía acceso a pornografía, menos mal, porque, debido a la original forma de su cabeza, las mamadas que le hizo este muñeco a sus homólogos del universo no caben ni en el tera-ancho de la red de redes.


Man-E-Faces

b

Cien años de soledad es una castaña pilonga al lado de la verdadera historia de Man-E-Faces. En Eternia, planeta del que provienen estas singulares criaturas, era un tipo que asustaba a la gente con su capacidad para cambiar de cara. Por eso era un marginado (sic), pero lo hacía para sobrevivir en un mundo hostil y competitivo en el que en las escuelas hay campos de futbito en lugar de huertos. Skeletor quiso reclutarle para luchar contra He-Man, pero encontró que el tipo lo hacía de mala gana. Por muchas caras que tuviese, alma solo tenía una y no era de supervillano. Este conflicto interno se resolvió de forma inesperada, Man-E-Faces desertó, pidió ayuda a He-Man y fue contratado en el castillo de Grayskull como actor. Este guion nunca ha sido nominado al Óscar porque la Academia está dominada por seres humanos que conspiran para invisibilizar los problemas a los que se enfrentan en el día a día los Masters del Universo.


Mekaneck

d

En los dibujos animados, Mekaneck elevaba el pescuezo donde le daba la gana obteniendo una visión panorámica para la que los masters tendrían que haber inventado los drones. No había sido así, el avance científico en Eternia se orientó más por injertarle hierracos a una persona para que tuviera un cuello más largo que a inventar objetos teledirigidos que volasen. Al menos en la ficción televisiva tenía una utilidad, porque el muñeco elevaba la vista lo justo; lo justo para serle útil a un turista noreuropeo que se le van los ojos en una playa de dunas canaria.


Modulok

mn

Muñeco articulado desmontable, era tan sumamente entrañable Modulok que no te olvidas de él en la vida. Quien lo tuvo de niño, ahora cerca de los cincuenta años, todavía se encuentra sus piezas en lugares insólitos. En la ficción, la criatura pertenecía a las Hordas del Mal, grupúsculo de villanos independiente a modo de escisión de Skeletor. Digamos que eran una rama maoísta de los Masters. También, creativamente, se produjo una bella conjunción planetaria cuando los ingenieros diseñadores de Mattell crearon unos guerreros con inspiración en los cromos de La pandilla basura. Mosquitor y Mantenna siempre en nuestros corazones.


Ram Man

c

Su triste historia invita a la reflexión filosófica sobre el sentido de la vida. Era Ran Man un ser que moraba a su tolfi por su «tierra árida». Tuvo que aparecer He-Man por ahí cual turista madrileño y enzarzarse en una pelea con él, en la que el pequeño se llevó la del pulpo. En estas, Skeletor se percata de su ira y rencor y le convence para ir al castillo de Grayskull a por He-Man. En la ficción, haciendo gala de su única cualidad, dar cabezazos, abre la puerta de un testarazo y todos flipan. Pues bien, esto se reproducía con fidelidad en los muñecos. Ran Man, accionando un mecanismo con una palanquita que tenía en el talón de Aquiles, percutía con la cabeza lo que le pusieras por delante. Del mismo modo, el castillo de Grayskull también tenía una puerta. Tener ambos productos era genial, la combinación perfecta. Sin embargo, la puerta del castillo de juguete se abría hacia fuera. En tu puta vida iba Ran Man a echar esa puerta abajo con su mecanismo. ¿No es sino el destino de Ran Man una paradoja de las tristes vidas que hemos llevado después los niños ochenteros? Póngase esta reflexión en los exámenes de selectividad.


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14 Comentarios

  1. Te has dejado a Stinkor, aún recuerdo tenerlo que envolver en varias bolsas de plástico para evitar el olor, y aun así impregnaba el cajon donde lo guardaba, por supuesto separado de los demás para que no los «contagiase»… XD

  2. Musgo. Bicho verde cubierto de… Musgo. Menudo giro, ¿eh?

  3. «Quien lo tuvo de niño, ahora cerca de los cincuenta años».

    Aquí te has pasado xD. Yo lo tuve y aún no tengo 40 (pero pronto T_T)

  4. manolosufiman

    Wiplash, con su poderosa cola.

  5. Tergiversador de Enredos

    Yo tuve ese que no destacaba por absolutamente nada, cuyo nombre nadie recuerda. Mis padres eran unos cracks; también tuvieron la habilidad de regalarme el muñeco más feo de El Retorno del Jedi, lo que tiene mucho mérito.

  6. Mariano P

    En La Argentina por esas cosas de la devaluación y del sentido de la oportunidad, una empresa compró las matrices para hacer los muñecos «en casa», cuestión que entraron HeMan y Skeletor. Luego la devaluacion hizo dificil pagar regalías y no entraron más muñequitos. Pero los fabricantes hacía a otros personales con la misma matriz cosa que Man At arms parecía un clon de He Man y así las cosas. Luego vino el tipo de cambio 1 a 1 y ahí mi madre compró un Ram Man para mi y mi hermano menor. Uno solito para los 2. Un salto para mi y luego un salto para él. Los saltos duraron una sola tarde hasta que el mecanismo se rompió. Ese día comenzaban a entrar importados y las empresas de producción local cerraban para comenzar varios gobiernos a los saltos.

  7. Un análisis entre lo lúdico y de politica economica más profundo y breve es imposible, Mariano P. Supongo que serían los tiempos del Austral, pero de esos muñequitos no me acuerdo. Solo al gran machote de HE MAN… «POR EL PODER DE GREYSKULL! y desenvainaba el espadón.Gracias por la lectura.

  8. Mis votos son para dos que no aparecen en el lista:
    Stinkor: Un hombre-mofeta cuyo muñeco olía fatal.
    Leech: Un hombre-sanguijuela con una ventosa en la boca.

  9. Aún recuerdo cuando me regalaron a Modulok. Menudo juego me daba. Cuando jugábamos con mis amigos a tirar al suelo los muñecos de otro, Modulok siempre me daba la victoria: ¡Estabilidad mágica!

    Ahh y tengo cuarenta años…?

  10. Sin lugar a dudas, como han comentado por ahí, Stinkor. Mi madre me contó al cabo de los años que lo tiró a la basura porque era horrible el olor que desprendía. Tenía toda la razón

  11. Pingback: Enlaces Recomendados de la Semana (N°520)

  12. Pingback: Enlaces Recomendados de la Semana (N°520) - NeoTeo

  13. Sin duda Stinkor ¿soy el único al que le gustaba el olor? Cierto que se quedaba en el cajón para toda la vida, jajaja, es mas. 30 años después, lo he rescatado para mis hijos ¡y todavía huele,

  14. Pingback: 'He-Man y los Masters del Universo': la erótica del poder de Greyskull - Jot Down Cultural Magazine

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