Si le digo que Sex Education es una serie sobre el despertar emocional y sexual de varios alumnos de un instituto de secundaria y que imita la estética de las películas estadounidenses de los años ochenta, es posible que usted salga huyendo mientras gesticula con horror. La verdad es que podría entender la reacción, pero mi intención es la de recomendar esta serie así que, antes de entrar en detalle, le diré algunos motivos por los que no debería huir, al menos no de primeras:
1) La serie no es estadounidense, sino británica, y la imitación estética de las series estadounidenses tiene intención paródica.
2) Los actores y actrices que interpretan a adolescentes no son adolescentes.
3) Lena Dunham no tiene nada que ver con esto.
¿Más tranquilo/a? Prosigamos.
Aun con esas aclaraciones, cabe decir que lo de recomendar Sex Education tiene truco, porque en realidad hablamos casi de dos series en una. De momento solo se ha emitido una temporada de ocho episodios, pero existe una notable diferencia entre los primeros episodios, que son comedia, y los siguientes, que son melodrama juvenil. Mientras veía los episodios cómicos pensaba «veremos cuánto tardan en convertir esto en un drama emocional porque lo que el público quiere ver son las relaciones entre los personajes». A fin de cuentas es lo que les sucede a muchas series de temática juvenil. Pero también creía que eso no sucedería hasta una futura segunda o tercera temporada, ¡y no en mitad de la primera! Está claro que los creadores de Sex Education saben que es más difícil mantener el nivel de una comedia que el de un melodrama y saben también que buena parte del público se engancha a las series por motivos sentimentales. Pero bueno, aunque el cambio de tono se produce a mitad de temporada y es bastante brusco, no rompe con las líneas argumentales, dado que los personajes y sus circunstancias siguen siendo los mismos. A mí me han gustado ambas partes (aunque no por igual) porque ambas están muy bien hechas, pero en lo subjetivo he de admitir que el cambio de tono me requirió mentalizarme de que había empezado a ver una serie distinta.
Vayamos por partes. En los capítulos iniciales Sex Education es una comedia desenfadada y con bastantes toques absurdos que gira en torno a los problemas sexuales de los alumnos de un instituto pijo británico. Esta parte cómica ha sido escrita con mucha, mucha inteligencia. Hay pequeños detalles hilarantes que pueden pasar desapercibidos y estos capítulos iniciales agradecen un segundo visionado para captar cosas que se nos habían escapado a la primera. La ambientación de la serie es surrealista: sucede en un instituto de Gales y los personajes son británicos, pero todo imita al típico instituto americano y los alumnos van vestidos como americanos. También aparecen los personajes tópicos de las películas americanas: el director cascarrabias, el grupo de los alumnos populares, los empollones, la inadaptada, el macarra, el deportista, el tímido, etc. La acción transcurre en nuestra época y la gente maneja móviles y ordenadores, pero los automóviles son de los años setenta, las ropas de los ochenta, etc. Estas rarezas escenográficas no tienen mucho sentido así descritas sobre el papel, pero en pantalla funcionan muy, muy bien, porque proporcionan un claro contexto irónico. Es como si ese colegio fuese un mundo aparte que se alimenta de tópicos cinematográficos, un lugar atemporal y utópico con un encanto especial.
Los guiones de los capítulos cómicos, pese a tanto detalle americanizante, son inequívocamente británicos y en ocasiones llegan a extremos a los que ninguna serie estadounidense llegaría. Vemos retratados de manera hilarante y desinhibida los problemas e inseguridades sexuales de los alumnos, pero sin grandes intenciones pedagógicas. El protagonista, por ejemplo, es un chaval inteligente y tímido que sufre una profunda represión sexual por culpa de los majaras de sus padres (ambos psiquiatras, claro) y es incapaz no ya de relacionarse con chicas, sino incluso de masturbarse a solas. El matón del colegio es incapaz de eyacular y está atormentado por el enorme tamaño de su pene. La chica popular se desvive con complacer al sexo opuesto incluso más allá de lo que los chicos le piden. Hay dos chicas lesbianas que no saben cómo mantener relaciones y fracasan una y otra vez intentando las variantes más descabelladas imaginables de «la tijera». Mi alumna disfuncional favorita es probablemente la chica virgen que vive obsesionada con la penetración y se ofrece sexualmente a cualquier compañero de instituto que se le cruce por delante, mientras dibuja cómics espaciales llenos de penes y tentáculos de pulpo (la verdad es que el personaje da para una película propia). En fin, toda una galería de adolescentes cuyos primeros encuentros con el sexo son delirantes y aterradores. El hilo conductor consiste en que el protagonista, de manera casi accidental, se convierte en un «terapeuta» sexual para sus compañeros de instituto, cuando él mismo tiene nula experiencia en ese terreno.
Todos estos personajes se quedarían en parodia si no fuese porque las interpretaciones son extraordinarias: hacía tiempo que no veía un despliegue semejante en el casting de una serie. No hay personaje que no esté encarnado por un intérprete que no haga un trabajo sobresaliente; parece que los británicos han encontrado la piedra filosofal de los repartos «juveniles» (aunque aquí los actores pasan de veinte años) porque no solo actúan bien, es que además tienen mucha química en pantalla, como sucedía con la pareja protagonista de The End of the F*****g World. En este ámbito del casting juvenil, los británicos llevan delantera a sus primos de allende el Atlántico.
El protagonista es interpretado por Asa Butterfield, el mismo que de pequeño protagonizó El niño con el pijama de rayas; este actor, enormemente carismático, puede cargar la serie sobre los hombros con una facilidad pasmosa, aunque la verdad es que cuenta con una ayuda nada desdeñable. Por ejemplo: su madre, una psiquiatra y terapeuta sexual a la que le faltan dos fusibles, es encarnada por la incomparable Gillian Anderson; yo no sé qué desayuna esta mujer, pero lleva unos años en absoluto estado de gracia y ofrece un recital en cada producción en la que aparece. Aquí, sin sobreactuar un solo instante, Anderson telegrafía al espectador lo que su inusual personaje piensa en cada secuencia. La coprotagonista, una alumna inadaptada que vive en un trailer park (otro guiño irónico a las películas americanas) es interpretada por Emma Mackey, una chica que debería desarrollar una carrera brillante después de esta serie. Lo mismo puede decirse de Ncuti Gatwa, actor escocés que encarna al mejor amigo del protagonista, un chaval homosexual que trata de aceptarse a sí mismo en un entorno donde casi nadie comparte sus extravagantes gustos y su colorida conducta. El resto de intérpretes, tanto principales como secundarios, ya encarnen a alumnos o a profesores, brillan muchísimo también.
Sex Education podría ser descrita como una «serie juvenil», sí, aunque está escrita desde una perspectiva adulta y, al menos en la parte cómica, describe la adolescencia con cariñosa burla. Como decía, a mitad de temporada los traumas sexuales narrados con alegre desenfado son sustituidos, súbita y completamente, por los traumas emocionales narrados con seriedad. El melodrama adolescente aterriza de golpe, sin anestesia, aniquilando (casi) cualquier rastro de comedia. El melodrama sigue estando muy bien hecho y los actores continúan brillando, o incluso brillan más al entrar en nuevos registros. Los guiones siguen siendo muy buenos y siguen conteniendo arcos dramáticos creíbles y diálogos que jamás están fuera de lugar. Es melodrama, sí, pero de nivel. Aun así es inevitable que se eche de menos el humor constante de los capítulos anteriores. Con todo, analizada como conjunto, la primera temporada de Sex Education es excelente. La serie ha sido renovada ya para una segunda temporada, lo cual está bien; quedan muchos cabos sueltos en la historia que necesitan resolución y por eso supongo que la segunda temporada también será buena. Además, hablamos de personajes a los que resulta fácil cogerles cariño y eso es uno de los mayores activos de cualquier serie. Una segunda temporada es necesaria. Si lo alargan más, tarde o temprano terminará transformándose en un culebrón. Como yo lo veo y dadas las relaciones entre los personajes, Sex Education difícilmente da para tres o cuatro temporadas, al menos si se pretende que mantengan el mismo nivel de calidad y cohesión argumental de la primera. Pero bueno, ya veremos.
Como verán, es raro hablar de una serie que parece dos series distintas encasquetadas en una única temporada de solo ocho episodios. Pero así es Sex Education. ¿Son recomendables esos ocho episodios? Sin duda. Por los motivos ya mencionados: la serie está muy bien escrita; cada escena y cada frase están en su sitio; cuenta con una galería de personajes memorables que han sido magníficamente interpretados por actores muy carismáticos y talentosos. En lo visual, está narrada con pulso y atención al detalle. En mitad de esa oleada nostálgica de los ochenta en la que estamos sumidos, Sex Education ha encontrado una manera imaginativa y original de hacer guiños a los tópicos del pasado, pero sin parecer una fotocopia de algo anterior. No es una calculada colección de cromos como Stranger Things. De hecho, se ríe del propio concepto de nostalgia televisiva. Queda para cada cual el juzgar si la deriva hacia el melodrama adolescente ha sido precipitado o no, pero creo que casi cualquier persona va a disfrutar con esta primera temporada.
Los primeros capítulos tenían una cierta chispa pero a partir del tercero la cosa no rula. Y es que una vez disipada la gracieta te pones a pensar como que maduros son los mocosos estos. Echas la vista atrás y no te reconoces en ese frenesí follador que se llevan los renacuajos. En contraposición los adultos son infantiloides, memos, inestables, perfectamente burlables y manipulables. A ratos me recordaba a Risky Business, no sé.
Suspensión de credulidad, ese es el truco ;-)
Pues a mí me ha encantado, otra gran recomendación de Emilio DG como en su día una de mis series favoritas del momento y que tristemente quedan dos capítulos para su adiós definitivo: Broad City.
Siga usted recomendando, Don Emilio; para los aficionados como yo pero a la par jodidamente perezosos para animarse a dar el salto de comenzar nuevas series, es usted una gran guía. Mis agradecimientos :-)
PD: ¿Soy el único al que Otis le parece un absoluto clon del protagonista de «Malcolm In The Middle»?
Para mi esta serie comparte mucho con ‘Atypical’. Al igual que con Brigette Lundy-Paine y Keir Gilchrist, ‘Sex Education’ merece ser vista por sus cuatro actores principales y sus guiones. Al igual que Emilio, no le veo mucho futuro más allá de dos (tres si se alarga mucho) temporadas.
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