La ciencia ficción la inventó una mujer —Mary Shelley—, pero después fue un género masculino: la mayoría de lectores y escritores eran hombres. De los treinta y cuatro autores que han sido nombrados «Gran Maestro» por la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción de Estados Unidos, solo seis son mujeres. Además, hubo que esperar veintiocho años desde la creación de este título para que en 2003 llegase la primera, que fue Ursula K. Le Guin. Pero desde entonces las cosas han cambiado mucho. Aunque el tópico seguirá diciendo que las historias del futuro, del espacio y de otros mundos son «cosas de chicos», la realidad es tozuda y muy diferente. Ahora mismo, las mejores novelas de ciencia ficción las están escribiendo mujeres.
Las mujeres dominan los premios más conocidos. Desde 2014, para el premio Nebula a la mejor novela de ciencia ficción ha habido veinticuatro mujeres nominadas y solo once hombres. Los tres últimos ganadores han sido tres escritoras: Naomi Novik, Charlie Jane Anders y Nora K. Jemisin. El premio Hugo lo ha ganado Jemisin tres años consecutivos —un hito que ningún autor había conseguido—, pero antes lo obtuvieron Ann Leckie (2014), Jo Walton (2012) y Connie Willis (2011). En otros géneros los premios importan poco, pero el mundillo de la ciencia ficción les da mucho valor.
Los premios, además, son solo la punta del iceberg. Por debajo vemos que cada vez más mujeres escriben ficción especulativa (que es el paraguas para la ciencia ficción, la fantasía, el terror y las historias de superhéroes), al menos desde los años noventa. En paralelo, o como consecuencia, todos esos géneros han ido ganando lectoras, sobre todo adolescentes. A nadie le sorprende que Harry Potter, Los juegos del hambre o Divergente tengan más éxito entre las chicas, aunque son libros de fantasía y ciencia ficción. Ahora mismo, en Goodreads, que es la red social sobre libros con más usuarios del mundo, la ciencia ficción tiene más lectoras que lectores.
Pero ¿qué ciencia ficción están escribiendo las autoras de esta nueva ola? He hecho una lista con algunas de sus novelas de más éxito. Es una lista incompleta, con omisiones que no dudo que serán indignantes, pero que debería servir. Son seis ejemplos de lo que estas autoras aportan al género: una atención mayor por los personajes, más mujeres en roles protagonistas y reflexiones originales sobre diversidad, sexo, poder o feminismo.
Justicia auxiliar, de Ann Leckie (Ediciones B). La novela de ciencia ficción que más me ha gustado en años. Ganó el Hugo, el Nebula y el Locus en 2014. La historia está ambientada en un remoto imperio galáctico y sigue los pasos de Breq, un ente con aspecto humano, pero que en realidad es la conciencia artificial que gobernó una nave de guerra. La novela está llena de aciertos, empezando por su narrador. Aunque Breq habla en primera persona, a menudo es omnisciente: la nave observa todo lo que ocurre en sus pasillos, escucha todas las conversaciones y puede leer las emociones de sus tripulantes con una intuición inhumana.
Leckie ha escrito una novela que funciona como un clásico, aunque tiene dos líneas argumentales, personajes cuidados y muchos aspectos originales. Leckie también añade algunas piezas para la reflexión feminista. En Justicia auxiliar no hay ningún personaje del que sepamos si es un hombre o una mujer. El narrador es una radchaai y su cultura no distingue a las personas por su sexo. Breq usa pronombres femeninos para todas las personas y se refiere a «la capitana» o «las niñas», sin distinción entre hombres y mujeres. Cuando describe una persona dice que es corpulenta, atractiva o que tiene el pelo largo, pero no menciona su sexo. Al principio esto produce extrañeza, que es lo que Leckie quiere, pero acabas representándote a los personajes a tu manera.
La quinta estación, de Nora K. Jemisin (Ediciones B). Con esta novela Jemisin ganó el Hugo y fue finalista del Nebula en 2016, dando comienzo a una serie de tres libros que ha tenido un enorme éxito. Es una novela a medio camino entre la ciencia ficción y la fantasía, que arranca despacio —al menos para el lector impaciente en el que me he convertido—, pero que luego construye un mundo interesantísimo. La Quietud es un planeta inestable, azotado por temblores que colapsan las distintas civilizaciones con regularidad. Es una tierra violenta que somete a los humanos… mientras estos someten a ciertos mutantes con poderes orogénicos. La novela tiene tres mujeres como protagonistas, algo que es casi una constante en esta lista.
Todos los pájaros del cielo, de Charlie Jane Anders (Insólita). Anders ganó el Nebula y fue finalista para el Hugo tomando una fórmula típica del cómic: los protagonistas son dos niños raros y marginados que sobreviven al instituto, aunque ambos tienen poderes (Patricia es una bruja y Laurence un genio geek). En muchas cosas es una típica novela juvenil para millennials o postmillennials. Pero eso es una novedad, porque hasta poco era raro encontrar relatos de ciencia ficción que pusiesen una relación personal en el centro de la historia. La novela ocurre en un futuro inmediato y el tono me recordó a Ready Player One, la novela de Ernest Cline que Spielberg llevó al cine el año pasado.
Six Wakes, de Mur Lafferty. Finalista del Hugo y del Nebula este año, la novela de Lafferty aún no tiene edición en español. De ella me gusta sobre todo el planteamiento: la Dormire es una nave generacional que se dirige a un planeta lejano con miles de colonos en animación suspendida y una tripulación de seis personas, todas clones, que durante cuatrocientos años morirán y resucitarán varias veces para ir gobernando la nave. Estos clones superlongevos darían para muchas reflexiones, aunque el libro apenas las sugiere. Lafferty ha preferido seguir un esquema que le gustaba mucho a Isaac Asimov y ha escrito una novela de misterio que arranca con un crimen por resolver. La novedad es que los muertos, reencarnados, serán quienes investigarán su propia muerte para averiguar cuál de ellos los mató a todos.
El largo viaje a un pequeño planeta iracundo, de Becky Chambers (Insólita). Otra space opera que narra las aventuras de una tripulación multiespecie. Tengo que reconocer que es un subgénero que no me gusta demasiado, aunque es muy popular en cine y televisión (pensad en Star Trek, Firefly o Guardianes de la galaxia). Chambers, no obstante, ha incorporado a su primera novela novedades que hacen el libro mucho más interesante. El centro de la historia son los personajes, y en especial Rosemary Harper, una humana marciana que comparte nave con dos siameses sianat, una médico de raza grum, una inteligencia artificial y una piloto aandrisk. Este lío de razas lo explota Chambers para construir una utopía multicultural sobre diversidad, género y sexo no convencional. Es una novela optimista y casi tierna.
El poder, Naomi Alderman (Roca). La novela de Alderman se distingue por dos razones. Primero, porque es la única de la lista que debe su éxito al circuito de literatura mainstream y no al de ciencia ficción. La novela se coló en las listas de los mejores libros de 2017 según New York Times y Washington Post, y hasta Barack Obama la ha leído. También es la única novela con una reflexión feminista en el centro de la historia: un buen día las mujeres (y solo las mujeres) descubren que pueden emitir rayos eléctricos, igual que algunas anguilas, convirtiéndose de golpe en el sexo dominante. Desde esa premisa la novela responde dos preguntas: cómo usarán las mujeres sus poderes y qué forma tendrá la sociedad a partir de ese momento. La novela suele relacionarse con El cuento de la criada, la novela de Margaret Atwood y la serie de televisión de HBO que la recrea, porque su autora fue mentora de Alderman y es una de sus influencias reconocidas.
El poder es un ejemplo perfecto de ficción especulativa. Lo que a veces se llama literatura del «¿Y sí…?», historias que parten de una premisa fantástica o improbable, pero exploran sus consecuencias con verosimilitud. ¿Y si las mujeres desarrollasen poderes? Es un truco para hablarnos de nosotros y de nuestras sociedades. Son novelas que funcionan como un experimento, cambian una pieza de la realidad y observan que pasa. Muchas de las obras de ficción que más me gustan responden a preguntas así: montones de libros (como El día de los trífidos o Los desposeídos), pero también películas (Hijos de los hombres), series (The Leftovers) o videojuegos (Last of Us).
Echo en falta a Ada Palmer, que ha debutado de forma deslumbrante hace un par de años con «Too like the lightning». Innovar en el género de la utopía con lado oscuro era difícil, pero lo ha conseguido maravillosamente.
También se echa de menos alguna mención a Kameron Hurley…
La ciencia ficción?? No hay nada que hagan mejor los hombres que las mujeres.
No sé si lo ha copiado o es de cosecha suya propia, pero este comentario es brillante, digno de novela de sci-fi. Muy bien traído.
XX, XY…
Exacto, y tampoco hay nada que hagan mejor las mujeres que los hombres.
El poder es un magnífico libro. Buscaré los otros mencionados, claro está!
C.J. Cherryh, Lois McMaster Bujold, James Tiptree, Jr, Suzette Haden, Octavia E. Butler, Sheri S. Tepper, Marion Zimmer Bradley, Joan D. Vinge, Nancy Kress, Leigh Brackett, Vonda N. Mcintyre, Anne MCCAFFREY
A la Ciencia-Ficción le ha costado mucho llegar a este punto, pero por una vez diré que la culpa no ha sido, en mi opinión, de los hombres.
Pensemos en Alice Sheldon, una magnífica escritora, que publicó con seudónimo masculino (James Tiptree Jr.), entre otras cosas, porque trabajaba en la CIA; hubo mucho especulación sobre si era un hombre o una mujer (muy mítico cierto artículo escrito por Robert Silverberg, que defendía que se trataba de un hombre), lo que demuestra que en realidad su estilo femenino estaba ahí («Amor es el plan, el plan es la muerte», esa impresionante obra maestra, difícilmente la hubiera podido escribir un hombre), y a nadie le condicionó a la hora de juzgar la calidad de su obra.
Pensemos en Ursula K. Le Guin, que nunca tuvo que ocultar su sexo, triunfó a lo grande, y está considerada uno de los pilares fundamentales del género.
Escritoras maravillosas como C. J. Cherryh, Lois McMaster Bujold, Connie Willis o Vonda McIntyre, vendieron como churros y ganaron premios, siendo mujeres sin ocultarlo en ningún momento. Cherryh y Bujold, de hecho, en un género tan «masculino» como el Space Opera.
Otras que no vendieron tanto, pero igualmente tuvieron la crítica y el público de su lado, como Julian May, Joanna Russ, Octavia Butler o Marion Zimmer Bradley, escribieron lo que les vino en gana, y con su nombre por delante.
Y todo ello en unos tiempos en los que el aficionado a la Ciencia Ficción era, en abrumadora mayoría, un hombre.
¿Dónde estaban las mujeres?
Leyendo fantasía y terror, seguramente, pero no Ciencia Ficción.
Y eso es, en mi opinión, lo que ha cambiado. Los aficionados hombres no discriminaban a las escritoras. A las buenas se les leía, y a las mediocres casi que también. Pero hasta que el mundo de los fans no se ha llenado de mujeres no ha comenzado a explotar lo femenino en la Ciencia Ficción, cosa que además ha coincidido con el agotamiento de las viejas fórmulas (que identificamos con lo masculino, más por pereza que por otra cosa).
El auge actual de las mujeres en la Ciencia Ficción, el soplo de aire fresco que representa, ha llegado más de la mano de las aficionadas que de las escritoras. Porque escritoras siempre ha habido, pero aficionadas no tanto. Lógicamente, el mercado dicta las modas, y ahora cierto tipo de historias venden más que antes, y por eso crece su popularidad y rentabilidad económica (y los premios); lo han provocado las aficionadas.
Las que antes brillaban por su ausencia.
PD: Cualquier aficionado que calce, como yo, cuarenta o más, sabe que una tienda friki, o una convención de Ci-Fi, o sencillamente la sección de cartas de los lectores de una revista, era hace años una reunión de hombres, y ahora ya está más equilibrado.
No deja de ser subjetivo eso de «lo mejor» o «la mejor». La cuestión es que hay autores y autoras que escriben historias y atractivas, que agradan a un público numeroso. Aunque creo que, el hecho de que se «universalice» el género literario, tanto entre quiénes escriben como entre quiénes leen, es positivo a nivel global, porque favorece una mayor producción y variedad. Y vivimos una época dónde cada vez se valora más, y con menos complejos, el producto resultante y a quién lo genere, tenga el perfil que tenga.
Las argentinas Agustina Bazterrica con Cadaver Exquisito y Samanta Schweblin con Kentukis…Imperdibles.ambas.
Buen aporte. Echaba de menos en la selección autoras no- anglosajonas.
Me he dado cuenta de que leo demasiado autor anglosajón y tengo el propósito de hacer una dieta literaria durante una temporada de escritores no anglos, para descolonizarme un poco el coco.
Okorafor deberia estar sin duda entre tanto WASP
Sencillamente se están aplicando criterios de género, lgtbi, colectivos oprimidos, etc, a la hora de dar los premios. Nos hacemos trampas en el solitario.
Y sí hay magníficas mujeres escritoras de ciencia ficción.
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