1975, Londres. Los tories celebran una recepción en el Salón Rosebery de la Cámara de los Lores para presentar el libro de un tal Lord Butler. Un joven Christopher Hitchens acude a la cita, alguien le ha soplado que la nueva líder del Partido Conservador se va a dejar caer por allí. Es Margaret Thatcher. Una mujer sobre la que Hitch ha escrito un par de artículos, su favorito es el del New Statesman, donde la calificaba como una mujer «sorprendentemente sexy». Es inevitable que un interlocutor, Sir Peregrine Worsthorne, haga las presentaciones. Thatcher parece complacida, sabe quién es, y Hitch se revuelve y decide buscar la polémica enzarzándose en una discusión sobre la política de Rodesia / Zimbabue. En cuestión de minutos el periodista acaba ofreciéndole las nalgas y la líder tory azotándole en el trasero con unos papeles enrollados en forma de cilindro. Aquel fue el primer manotazo de hierro a la cultura.
Cuatro años después, Margaret Hilda Thatcher ganó las elecciones y se convirtió en la primera mujer elegida primer ministro del Reino Unido. Fría, liberal, autoritaria, siempre con un collar de perlas al cuello, permaneció once años en el cargo y un tsunami liberal asoló al país durante su mandato. «There is no alternative» se convirtió en el lema para justificar sus decisiones en materia económica. Entre sus reformas se incluyó la supresión de la financiación del Consejo de las Artes, un organismo establecido después de la Segunda Guerra Mundial para poner la cultura al alcance de todos. Maggie, como empezaron a llamarla sus detractores, consideraba que los artistas debían arreglárselas por sí mismos, como el resto de la población. La ira del mundo de la cultura creció en paralelo a las políticas que destruyeron empleos en minas e industrias, las que socavaron el estado de bienestar. Su postura con los presos del IRA, su alianza con Estados Unidos contra el comunismo y la participación de Gran Bretaña en la guerra de las Malvinas avivaron la revuelta social. Nunca hubo una sociedad tan polarizada. Lo que veías, lo que escuchabas, lo que leías… te definía. Eras pro- o anti-Thatcher, sin medias tintas.
El descontento social provocado por sus políticas ultraliberales sirvió como caldo de cultivo a la novela, un género que se reinventó ante la adversidad. Bajo (y contra) el thatcherismo floreció una de las mejores generaciones de la narrativa británica. Entre los nombres propios de aquella corriente están Malcolm Bradbury, Martin Amis, Salman Rushdie o Ian McEwan. El propio McEwan explicó, en un artículo publicado en el diario británico The Guardian, la fijación que la líder tory despertó en aquella generación:
«No es habitual que un Gobierno pueda presumir de haber fomentado las artes, pero Thatcher, que siempre tuvo una actitud impaciente ante la reflexión detallada sobre la vida, llevó a los autores a nuevos terrenos». La obsesión por su figura se convirtió en un deporte nacional, no podían hablar de otra cosa. Incluso personajes de ficción se dirigían a ella, como Adrian Mole, creado por la escritora Sue Townsend y que escribió un poema a la primera ministra en el que le preguntaba si era capaz de llorar.
Michael Dobbs fue un personaje de carne y hueso. Jefe de Gabinete del Gobierno conservador de Thatcher hasta 1987, cuando la Dama de Hierro fue reelegida por una amplia mayoría. Dobbs había estado siempre cerca de ella, pero lo que antes habían sido sonrisas y palmaditas en la espalda se transformaron en la frialdad y crueldad por la que era famosa. Una discusión de esas que eleva los decibelios de cualquier edificio acabó con la renuncia de Dobbs, que en lugar de llorar o lamentarse se largó de vacaciones y alumbró una novela sobre intrigas políticas en la que aúna realidad y ficción, y en la que los parlamentarios británicos aparecen como unos hijos de puta divertidísimos. Su título es House of Cards.
La animadversión que provocaba la Dama de Hierro agitó la pluma de autores como Hanif Kureishi, uno de los mayores detractores del thatcherismo y de su legado. Hijo de pakistaní e inglesa, criado en el mismo barrio que David Bowie y Billy Idol, sacudió los cimientos de la literatura británica con El buda de los suburbios. Una historia que se interrumpía con la llegada al poder de Thatcher. En El álbum negro, Kureishi fue un paso más allá, situando la historia en la Inglaterra de 1989, con un país tratando de sobrevivir al legado de los conservadores.
Entre el resquemor, el odio y los gritos de «¡Maggie, fuera, fuera!» que repetía la izquierda como un mantra, el nobel de literatura, Harold Pinter, se arrepintió públicamente de haberla votado. Algunos contemporáneos de Pinter estaban en el bando contrario, en el de los pro-Thatcher. Anthony Burgess, Philip Larkin o Kingsley Amis consideraban su llegada al poder como el restablecimiento de una autoridad perdida. Unos viejos rockeros que no solo admiraban su forma de hacer política, sino que cayeron rendidos a sus encantos y cualidades físicas. Kingsley Amis llegó a afirmar que la primera ministra era una de las mujeres más guapas que había conocido. Años después, su hijo Martin —férreo detractor de la Dama de Hierro— dijo en una entrevista que creía que su padre tenía sueños húmedos con Thatcher. Para Burgess era una «Venus madura». Y Larkin posó complacido con ella durante una visita a Downing Street.
En 1990 Margaret Thatcher abandonó el poder convertida ya en un icono pop. Fuente inagotable de inspiración, algunas de las mejores novelas sobre la época en que gobernó el Reino Unido se escribieron después. En 2004 Alan Hollinghurst se alzó con el Booker, el máximo galardón de las letras británicas, por La línea de la belleza. Una novela en la que describe la sociedad gay inglesa durante el segundo mandato de Thatcher, una etapa marcada por las políticas liberales, pero también por la aparición de la epidemia del sida. A través de los ojos de Nick, un veinteañero que está escribiendo una tesis sobre Henry James, Hollinghurst radiografía la sociedad de la era thatcheriana en una historia por la que desfilan familias conectadas con las altas esferas económicas y políticas. Jonathan Coe realizó una crítica mordaz de esas élites en Menudo reparto, una novela en la que daba un repaso a la polémica política de privatizaciones del thatcherismo. Y entre tanto anti- y tanto pro-Thatcher, Javier Marías, que le concedió un cameo estelar a la Dama de Hierro en Corazón tan blanco, donde aparece conversando con Felipe González.
Margaret Thatcher murió el 8 de abril de 2013, pero sigue siendo un filón, se siguen publicando biografías y ensayos sobre su legado. Hillary Mantel ha ido un paso más allá con El asesinato de Margaret Thatcher, matando a Maggie antes de que Inglaterra se convirtiera en la Inglaterra de Margaret Thatcher. De haber sido real ese argumento, ¿el mundo y la literatura británica habrían sido muy diferentes? ¿Cuántas buenas novelas se habrían perdido sin la mano de hierro que azotó a Hitchens?
Hay una confusión fundamental en este articulo como en bastantes otros de la prensa española. Thatcher no era un liberal sino un neoliberal, que no es la misma cosa en absoluto.
¿Cual es la diferencia entre un neoliberal como Thatcher y un liberal?
Un Liberal, en la politica britanica del ultimo medio siglo, es básicamente alguien en el centro del espectro político, del partido Liberal o una de sus encarnaciones, equidistante entre la Izquierda y la Derecha.
Un neoliberal está en la derecha o extrema derecha. No creen en la intervención del Estado en el Mercado, o en la economía en general.
La palabra «neoliberal» remite a teorías economicas «liberales» del Siglo XIX que abogaban por dejar al Mercado «libre» a decidir el precio de los bienes y los salarios de los trabajadores, y se oponían a la imposición de tarifas de importación y exportación en bienes procedentes del extranjero. Lo que se llama en inglés «lassiez faire capitalism»….
Los neoliberales, los de verdad – Thatcher era una de ellos – creen, con la misma fe ciega que el mercado produce y distribuye riqueza mejor que el Estado, que los Comunistas creen que solo el Estado sabe hacer lo mismo… es un dogma de fé que no aguanta un mínimo de analisis.
Margaret Thatcher describió al entonces preso político y ahora heroe de todos, Nelson Mandela, como un «terrorista» cuando en Glasgow le estaban nombrando una plaza, que sigue alli día de hoy en el centro de la ciudad…
Thatcher provocó una huelga de un año y medio contra los mineros – hacía un enorme recopio de carbón para estar preparada – a quienes tildó de «el enemigo de por dentro». The National Union of Mineworkers era el más poderoso sindicato, y Thatcher se puso en la expresa y declarada tarea de aplastar el sindicalismo británico, el movimiento obrero en general, la fuerza social que era la que en gran medida construyó el Estado de Bienestar, acto supremo de la Civilización tal vez….
Fue una huelga de enorme brutalidad y larga duración que creó gran division social, y con enormes dosis de violencia, dolor y hasta muertos…
Thatcher quería acabar con the National Union of Mineworkers, porque a partir de alli podia empezar desmantelar el Estado de Bienestar. Cosa que se ha hecho en gran medida ya, en un pais en que día de hoy, segun The Guardian uno de cada cuatro niños vive en la pobreza…
En Escocia, en donde nunca la votaron, dío un discurso en Edimburgo en el que afirmó «no existe la sociedad, solo los individuos…»… Edimburgo, y la Ilustración Escocesa – Hume, Smith, Fergusson, et al – es reconocido como la ciudad que inventó en gran medida las ciencias sociales. Dicho discurso acabó con ella en Escocia definitivamente…
El día que le echaron los de su propio partido y de Nº10, mi profesor en la Universidad de Glasgow, un tipo taciturno y bastante hueso, abrió una botella de champán a las 11.00 de la mañana para celebrarlo….
Cabe recordar que estaba a punto de perder las elecciones generales del 83, hasta que la Junta Argentina decidió invadir las Malvinas… la ola de patriotismo inglés la salvó… y que era la máxima impulosra del Mercado Único de la UE y el Tratado de Maastricht, del cual paradoja de paradojas, ahora su propio partido quiere salirse….
Iba a escribir un montón bien largo de procacidades es acerca de la ideología neoliberal (tengo un amigo que se declara abiertamente así, yo no elijo a mis amigos, ellos me eligieron a mi), la mala gestión de los gobiernos, sindicatos y políticos, todos estos alentados por las élites bancarias y empresariales escasitos de escrúpulos y con un hambre sin fin de beneficios, son los combustibles y comburentes del susodicho neoliberalismo, el detonador es el malestar de la población, desinformación, miedo a un futuro peor, odio y miedo al distinto…etc. Pero eso no vale de nada sin que alguien pulse o encienda la mecha…los líderes salvadores. Yo no creo que ellos sean necesariamente los malos de estas historias, ellos intentan vender el producto que sus amos quieren que compres. Tú necesitas un producto que sacie esa necesidad…y compras. Maggie lo hizo, y ganó y siguió adelante con su plan, no se desvió (eso pone) y volvió a ganar, la dictadura Argentina la echo una mano y volvió a ganar, ahora mismo hablamos de ella y eso es por que marcó una época…ha ganado.
Si, por ahora Thatcher ha ganado, pero esto es una lucha constante: no hay victoria final, ni derrota definitiva, como dijo Tony Benn, sino que cada generación tiene que emprender las mismas batallas una y otra vez.
El caso es que en neoliberlaimso está en crisis, ha fracasado, las cosas no han vuelto a su cauce desde la Gran Crisis, que es fruto de la politica economica de Thatcher.y Blair y sus seguidores en la UE… nadie sabe que hacer para reactivar la economía, y con el cambio climático, tampoco… yo creo que la tendencia histórica está con la Izquierda de nuevo si es capaz de articular su discurso, si es capaz de crear espacios…
En cuanto a la novela inglesa – el articulo solo menciona novelistas ingleses, ninguno escocés – pues el caso es que no hay una gran novela inglesa anti-Thatcher, y escritores como Julian Barnes y Martin Amis aprovecharon también a su manera del Thatcherismo, sin votarla, es decir, cobrando adelantos enormes, convertiendose en escitores «estrellas» y autenticos popes de la cultura inglesa. Más resistencia ha habido en el cine, con Ken Loach y Mike Leigh por ejemplo.
Pero Thatcher es un fenomeno del sur de Inglaterra. Escocia ha sido mucho más foco de resistencia a Thatcher que Inglaterra, y en letras escocesas alguien como James Kelman es buen ejemplo de eso, o el maravilloso Alasdair Gray o el poeta Tom Leonard que acaba de fallecer.
Si no se conocen a Kelman, Gray y Leonard – la escuela de Glasgow – mucho fuera, es porque son reacios a participar en las actividades culturales de The British Council que consideran una instutución neo-imperialista, que a mi juicio es en gran medida el caso.
Kelman describe el Festival de Artes de Edimburgo, el festival de artes más grande del mundo que nunca en 80 años de historia ha presidido un escocés, como «el festival de artes de Gran Bretaña del Norte»…. Edimburgo como decorado, como escenario….
El caso es que Barnes, Rushdie, Amis y en menor grado Ian Mcwan, forman parte de un elite cultural inglés con un acceso muy restringido y basicamente con puertas cerradas si no has asistido a Oxford o Cambridge, alguna excepción que otra aparte…
La diferencia cultural fundamental entre Escocia y Inglaterra es que en Escocia no tenemos univerisdades de elite, como Oxford y Cambridge. Tenemos un tradición de educación mucho más democrática.
Y Glasgow es la unica ciudad en el Reino Unido en la que hablar con un acento del elite de Oxbridge supone una desventaja… Inglaterra es un pais muy clasista… Escocia bastante menos….
En cuanto a Thatcher, y otra vez citando a Tony Benn, era una mujer que «sabia el precio de todo, y el valor de nada…»…. era una mujer bastante vulgar….muy materialista….hija de tenderos de poca monta… y con esa mentalidad del tendero de barrio…
Felicidades Lara por el artículo. ¿Estás seguro que fue Christopher Hitchens el de la anécdota del principio? Me pega más su hermano Peter, que era más activo políticamente, aunque fue evolucionando hacia los conservadores.
No me interesan nada las paranoias antithatcheristas de los que me preceden, lo del nacionalista escocés es de psiquiatra, pero allá él.
El caso más paradigmático de esos escritores que nombras es Michael Dobbs. Pasar de ser jefe de gabinete de Thatcher a escribir la saga de House of Cards, que ha dado lugar a una estupenda miniserie británica, y a una reconocidísima serie americana más reciente… eso sí que es influencia. Por cierto, a pesar de la pelea, y de su crudo retrato de la política, Michael Dobbs sigue siendo conservador.
La novela de Hillary Mantel puede ser divertida. Escribe muy bien, pero está como una chota y su rigor histórico suele ser por debajo de cero. Es muy maniática.
Estimado señor Gilbert. No estoy (creo yo) paranoico. Ni la odio, ni la alabo, yo no la sufrí directamente (indirectamente si por una de sus fans seguidora de sus enseñanzas, Hi Espe!!) culturalmente durante sus mandatos el Reino Unido tuvo una potente explosión cultural, algo que agradezco ya que he sido de los pocos que ha disfrutado con series, libros y una música de manofactura británica de calidad sobresaliente por estas latitudes, que ninguna producción de aquí le llega a la altura de la suela. Cosa que si es a causa de ella se lo agradezco. Por cierto. Me caen bien los escoceses será que todavía no los he tenido de jefes y no puedo opinar. De españoles, ingleses, irlandeses, holandeses y alemanes, han ido todos a la misma academia de ineptos, los suizos han ido a la de competentes realistas.
Lara Hermoso, para que sepa usted como funciona el mundo de las letras en Inglaterra, o cualquier ámbito del Poder alli casi, pongo aqui el nombre de las universidad (el «alma mater») al que asistieron algunos de los «galácticos» de letras inglesas (no ya escocesas o irlandesas que son un asunto aparte):
Salman Rushdie (Cambridge), Jonathan Coe (Cambridge), Julian Barnes (Oxford), Christopher Hitchens (Oxford), Martin Amis (Oxford), Zadie Smith (Cambridge), Alan Hollinghurst (Oxford)…
..y es lo mismo en cuanto a politicos y aqui ex Primer Ministros, Margaret Thatcher (Oxford), Tony Blair (Oxford), David Cameron (Oxford), Theresa May (Oxford)….
y periodístas, y jueces y alto cargos del Estado – como The British Council por ejemplo – y directores de cine y actores también ahora (antes no) y directores de teatro y los artes escenicos….
Asistir Oxford no quiere decir que un escritor como Julain Barnes por ejemplo no sea muy valioso – lo es; técnicamente a mi me parece un escritorazo – pero si que es obvio que, al ir a Oxbridge (que es como se refiere a Oxford y Cambridge juntos) te haces una agenda que te va a solucionar la vida en gran parte… todos se conocen alli, todos se hacen favores entre ellos (reseñas de libros por ejemplo), todos se enchufan y se alaban y se felicitan por sus novelas…
Se les dice los «yas», porque con su muy peculiar pronunciacion del inglés, dicen «ya» en lugar de «yes»…
Inglaterra es un pais con 60 millones de habitantes, con una enorme diversidad cultural y no sé si 50 universidades:
¿No es un poco sospechoso que tantas personas de poder y influencia asistieron las mismas dos universidades? ¿Es sano eso? Solo cabe sacar la conclusión de que Inglaterra es un pais muy clasista y elitista y rancio y trasnochado como ninguno otro que yo conozco…
Ian McEwan – otro escritor que tiene una grandisima técnica que deja a un Antonio Muñoz Molina o Javier Cercas en evidencia – es de los pocos que no fue a Oxbridge. Luego no es de sorprender que es a McEwan justamente que cita usted en su articulo en contra de Thatcher…
Es esta misma falta de diversidad de entre el elite inglés que en gran parte explica el desastre del Brexit. Es gente que se mueve en un circulo muy reducido de personas que son como ellos, y que, a estas alturas, han perdido el contacto con la realidad…arrogantes, campenudos y ridiculos….
Vamos a verles estrellar ahora con el Brexit. Tengo muchas ganas de ver esto…
¿Cómo iba a arrepentirse Harold Pinter de votar a Thatcher si el sistema británico es parlamentario? Allí los diputados son los que eligen al primer ministro. Menudo activista político.