Shirley Temple, Ronald Reagan, Schwarzenegger, Glenda Jackson, Fred Thomson, Steven Seagal, Toni Cantó… La lista de actores reconvertidos en políticos es larga y se vuelve interminable cuando pasamos a figuras de segunda fila. ¿Debería sorprendernos? Entre los analistas se ha puesto de moda hablar de «narrativa» y «relato» para referirse a cada discurso, no hay duda de que la actualidad política tiene mucho de representación: un culebrón de múltiples tramas que a veces se entrecruzan, con ambiciosos crossovers de personajes que cambian de región, país o partido, otros de temporadas anteriores vuelven a primer plano como si de flashbacks se tratase, hay también quienes parecen puestos ahí como alivio cómico, tenemos giros de guion con ganadores contra todo pronóstico y por último, cómo no, a los rusos se les suele representar como los malos… papel que les queda muy bien desde que Ivan Drago matara ante nuestra mirada estupefacta al bueno de Apollo Creed.
En Hollywood lo saben, así que centran a la menor ocasión sus argumentos en la arena política. Aún reciente el estreno de El escándalo Ted Kennedy llega ahora El vicio del poder, un biopic sobre Dick Cheney que al igual que la anterior cinta de su director y guionista, La gran apuesta, naufraga en su empeño por epatar a los espectadores a base de sátira, frases lapidarias y un montaje efectista. Pero lo cierto es que el género ha dado mucho de sí en años anteriores. Al fin y al cabo la considerada por muchos como mejor película de la historia es una intriga sobre la ambición y el poder sin límites. No muy lejos anda ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú y, en fin, otras muchas por lo general apegadas cada una a su manera a las modas, esperanzas e incertidumbres de su tiempo. Por eso resulta interesante fijarnos en las más recientes; repasemos a continuación aquellas que han destacado en lo que llevamos de siglo. Voten su favorita o añadan algún otro ejemplo en los comentarios.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
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In the Loop
Quizá la materia prima de la que parte se lo pone fácil, el caso es que Reino Unido ha sabido distinguirse por los corrosivos retratos de su clase política en la pantalla, desde aquella serie Sí, ministro seguida con interés por la misma Thatcher, pasando por la más reciente Un escándalo muy inglés y, entre ambas, The Thick of It, de la que se hizo una adaptación al cine con los mismos personajes. Ambientada en los momentos previos a la invasión de Irak, contó con un James Gandolfini en un papel diferente del que todos le recordamos, un enorme Peter Capaldi siempre al borde de un ataque de nervios y un guion repleto de diálogos punzantes.
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Idus de marzo
Pocas cosas son más atemporales que las conspiraciones y luchas por el poder. Toda esa fauna humana de trepas, narcisistas, pelotas y mentirosos patológicos atizándose, corrompiéndose y traicionándose unos a otros, ansiosos por acceder a un cargo que los consume como el anillo único a Gollum, son desde luego un espectáculo digno de ver. Shakespeare era consciente de ello y los diseccionó en sus obras, de las que viene la expresión «¡Cuídate de los idus de marzo!», en alusión al día que murió asesinado Julio César, que es la que da título a este thriller político.
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Buenas noches, y buena suerte
El sociólogo Robert Michels acuñó aquello de la ley de hierro de la oligarquía muchos años antes de que se rodaran cualquiera de estas películas que estamos repasando. De ahí su mérito, porque viéndolas uno acaba extrayendo esa conclusión con facilidad. El poder se ve que devora a las personas, las lleva a corromperse y a utilizarlo para perpetuarse en el cargo como el percebe se aferra a la roca. Afortunadamente, nos dice Hollywood, ahí está la prensa para salvar la democracia… como si no fuera también otro foco de poder con similares ambiciones y debilidades. Esa mirada un tanto ingenua es la que aquí tenemos —con mucho estilo, eso sí— recreando el caso del enfrentamiento del periodista Ed Murrow con el senador McCarthy.
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Il divo
La política italiana es un hábitat en el que prosperan especímenes realmente singulares, lo cual lleva a unos niveles de corrupción, contubernios e incompetencia que causan asombro. La parte positiva es que al menos los italianos se entretienen mucho unos a otros con sus cosas y sus cineastas tienen ahí mucho material para contar historias. El director de La gran belleza y de aquella maravillosa serie que era El joven papa, contó aquí los últimos años como presidente de Gulio Andreotti hasta que fue acusado de colaborar con la mafia.
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Dogville
Aunque los thrillers políticos estadounidenses responden a una fórmula fácilmente identificable, si hablamos de tal cosa como «películas políticas» no quedan del todo claro los límites. Siguiendo con el cine italiano podríamos mencionar la hermosa Mi hermano es hijo único, sobre dos hermanos, uno fascista y otro comunista, que además compiten por la misma chica. O también La mafia solo mata en verano, sobre el enfrentamiento entre el Estado y la mafia en Sicilia. Y también según se mire son películas políticas también aquellas que contienen alguna metáfora sobre el orden social, como Zootrópolis, El bosque (plagio obsceno de otra de Roger Corman) o la que vemos sobre estas líneas que escribió y dirigió Lars Von Trier en 2003.
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Amazing Grace
William Wilberforce fue un político y activista del siglo XVIII que hacía alarde de unos estándares morales aún mayores de los que pueda mostrar hoy día cualquier usuario de una red social, aunque en su caso sí era consecuente y no escatimó esfuerzos en la tarea. Como precursor de la ética victoriana formó una asociación para combatir el vicio, el trabajo en los domingos y el lenguaje grosero y blasfemo, aunque por encima de todo fue un enérgico opositor a la esclavitud, tarea a la que se entregó como miembro del parlamento británico. Este biopic, cuyo título alude a la célebre composición de quien fue precisamente uno de sus más estrechos colaboradores, recrea los años más cruciales de aquella lucha.
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Los hombres libres de Jones
El fin del comercio de esclavos promovido por Wilberforce en el Imperio británico en 1807 no supuso automáticamente la abolición de la esclavitud, actividad que terminaría siendo el detonante de la guerra civil estadounidense. En ese contexto se sitúa la historia de Newton Knight, un granjero que desertó del ejército de la Confederación para iniciar una rebelión que forma parte de la historia de la lucha por los derechos civiles de la población negra en Estados Unidos.
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Lincoln
Aunque sin duda el gran artífice de la guerra y la consecuente abolición de la esclavitud fue Abraham Lincoln. Esta cinta cabe incluirla en esa parte de la obra de Spielberg en la que se nos pone solemne. Como cronista de los grandes acontecimientos del mundo no siempre escoge con acierto qué quiere contar, pues por ejemplo la filtración a la prensa de Los papeles del Pentágono la verdad es que no daba mucho de sí, mientras que en este caso todo el proceso burocrático que se nos muestra en torno a la actividad parlamentaria de Lincoln no tiene excesiva épica. No obstante el hecho histórico sí es de una gran trascendencia, así que merece la pena.
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El puente de los espías
Su siguiente rodaje, sin llegar a la altura de La lista de Schindler o Munich, destacó por la puesta en escena de una época y lugar tan prolífica en conspiraciones y espionaje como el Berlín de los años más tensos de la Guerra Fría. Un espía ruso capturado en territorio estadounidense será objeto de intercambio con un piloto americano caído al otro lado del telón de acero. El encargado del canje será uno de esos personajes tan característicos de Spielberg, el héroe humilde, devoto de su familia y de fuertes convicciones.
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La guerra de Charlie Wilson
Raro es el día en el que los medios no nos alertan de los peligros de esos bots rusos que quieren controlar nuestra mente y llevarnos a votar mal, por suerte siempre hay un contrapoder para desfacer tales entuertos. Del intervencionismo estadounidense en el mundo tenemos aquí una breve episodio, el del suministro de armas a los muyahidin afganos en los años ochenta, que luego tendría tantas consecuencias tiempo después. El tono satírico con el que un Tom Hanks más achispado que en la anterior da vida a aquel congresista texano está muy bien traído, aquello que la citada Vice intenta repetir sin lograrlo.
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Idiocracia
No podemos decir que estemos ante una obra maestra, aunque su escena inicial y la premisa de la que parte son brillantes. Además, por lo que vamos viendo del futuro a medida que nos va llegando, la impresión es que estamos ante una cinta más visionaria que Nostradamus y Orwell juntos.
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La muerte de Stalin
Concluimos con la siguiente película que dirigió Armando Iannucci tras aquella con la que abríamos la lista. Como ya contamos aquí, en palabras de Beria, uno de sus más estrechos colaboradores: «¡Olvídese de ese hijo de puta! ¡Stalin era un sinvergüenza, un salvaje, un tirano! Nos tenía sometidos por el miedo, era una sanguijuela; también para el pueblo. Ese era todo su poder. Por suerte, ahora nos hemos librado de él ¡Que la serpiente se pudra en el infierno!». Leyendo entre líneas podemos deducir que no era partidario, así que el momento de su agonía final fue para él y otros miembros de su círculo una mezcla de regocijo, afán indisimulado por asegurarse de que no se recuperase y, sobre todo, una guerra abierta por la sucesión. Se trata por tanto de un episodio histórico con un enorme potencial para ser narrado y aquí Iannucci supo darle el tono exacto de vodevil con dosis de humor bien dosificadas. Para guiarse mejor puede ser de utilidad esta «Guía para ver La muerte de Stalin» .
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Falta El hundimiento, sobre los últimos días de la vida de Hitler y del régimen nazi.
Muchas no las he visto, y otras no me han gustado, así incluiré algunas que sí:
Negociador, Invictus, El último rey de Escocia y Good Bye Lenin, aunque esta última no la calificaría como de política.
B.
citizenfour? el hombre de las mil caras? machuca? la vida de los otros? tropa de élite?? tenéis siempre un poquito de excesiva querencia al cine anglosajón y encima os dejáis syriana, the darkest hour………….mu flojito hoy el ranking
Para mí, una de las mejores es La vida de los otros (Florian Henckel Donnersmarck, 2006).
A. B S. O. L. U. T. A. M. E. N. T. E
Las dos primeras temporadas de House of cards. Ampliemos el ángulo, la ficción audiovisual ya no se limita a películas y cines. Las series y HBO/Netflix han llegado para quedarse, y quizá cargarse a las películas y cines. El futuro dirá.