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Medina Azahara, el espíritu de Córdoba

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Fotografía: Jocelyn Erskine-Kellie (CC).

Hasta el siglo XIX no se pasó de estudiar al-Ándalus como la presencia de los árabes en España a la historia de los musulmanes españoles. No fue un accidente en la historia, sino nuestra historia. La visión de este periodo ha dado lugar a múltiples controversias y apasionados debates en este sentido y ha llegado incluso a mitificación. Se ha llegado a asegurar que de sus años de esplendor e influencia, los del califato de Córdoba, proviene el Renacimiento europeo, muy anterior al italiano. Sin duda alguna los años de predominancia de los omeyas fueron los de más estabilidad y tolerancia y, por tanto, los de mayor progreso científico y artístico. «El espíritu de Córdoba» se concibe como un pasado edénico, continuamente se buscan fórmulas para regresar a él. Y de todo su legado, si hay una joya inigualable, esa es Medina Azahara. La capital de Abderramán III. El Versalles de los omeyas.

Tras pacificar el territorio, someter a los rebeldes y acabar con la anarquía, este califa quiso hacer una demostración de poder con la construcción de este gran palacio. Cuenta Pierre Guichard en Esplendor y fragilidad de al-Ándalus que eligió su emplazamiento con sumo cuidado, a siete kilómetros de Córdoba, entre la llanura del Guadalquivir y las elevaciones de Sierra Morena, para dominar desde él toda la campiña cordobesa desde una amplia panorámica. En el nivel superior del palacio estaban sus dependencias, abajo, entre lujosos y cuidados jardines, el lugar para hacer las recepciones oficiales.

El origen del proyecto tiene visos de leyenda. Una esclava concubina del califa le dejó en herencia una alta suma de dinero para que la dedicase a la compra de cautivos en la zona de los francos, Cataluña, pero al no encontrar ninguno decidió emplearlo en la construcción del palacio. De ahí su nombre, el de esa mujer, que significa Flor. Hasta el siglo XII, cuando fue retirada por el califa almohade Al-Mansur preso de la intransigencia religiosa, una efigie de Azahara todavía presidía los restos de la ciudad.

Toda la obra costó un tercio de los ingresos fiscales anuales. Diez mil albañiles trabajaron en ella. Había seis mil piedras talladas y más de cuatro mil columnas, la mayoría de ellas traída de otros puntos de la península. Guichard destaca que los trabajadores eran asalariados, un rasgo de modernidad frente al modelo económico imperante en la época, que empleaba mano de obra servil o esclavos. Además del hecho de que la mezquita se encontraba en los márgenes de las instalaciones, subordinada por tamaño e importancia a las dependencias políticas, la residencia y jardines del califa y la zona reservada para ceremonias y grandes recepciones, el Salón Rico.

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La corte de Abderramán III, de Dionisio Baixeras, 1885.

Entre los visitantes más ilustres estuvieron las embajadas de las máximas autoridades de la época, como la de Constantino VII Porfirogeneta, emperador de Bizancio, u Otón I el Grande, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Una recepción esta última que inmortalizó el pintor catalán Dionis Baixeras en 1885 en su obra La corte de Abderramán III, que se encuentra expuesta actualmente en el Museo del Paraninfo de la Universidad de Barcelona, y fue creada a partir de los textos del monje Juan de Gorze, quien describió a su regreso de Córdoba las maravillas y sofisticación de la corte completamente fascinado.

Se tardó más de veinticinco años en construir Medina Azahara. El conjunto de la ciudad era mayor al de cualquier otra capital de la península. Era monumental. De mil quinientos metros por ochocientos, mientras que las otras no llegaban a cien hectáreas de diámetro. Albergó todas las instituciones del Estado y gran cantidad de sirvientes y eunucos. También vivieron dentro de sus murallas los artesanos de metales, cerámica y marfil y los trabajadores del textil. Una extraordinaria concentración de poder muchos años antes de que empezasen a configurarse los Estados modernos y absolutistas; poder con sus purgas. Está escrito que tras una derrota ante leoneses en 939, a la vuelta de la batalla Abderramán III ordenó crucificar a trescientos oficiales de su ejército.

En la farmacia de la ciudad se hacían preparados con las plantas de los jardines y las huertas del palacio. El centro médico era de tal envergadura que daba atención a todo el personal de la corte, pero también a la población cordobesa o incluso a los cristianos allende de las fronteras. De esta corte salió el médico judío de Jaén Hasdai Ibn Shaprut, galeno del califa, con la misión de ayudar a adelgazar a Sancho I, rey cristiano de León, que no podía subirse a su caballo para acudir a la batallas ni apenas levantarse de la cama por su peso.

La ciudad-palacio controlaba una réplica de la administración central en cada una de las veinte provincias de al-Ándalus, a cuyo cargo había un gobernador o walí. Muestra de la prosperidad de este periodo fue el consumo de bienes de lujo y la promoción de las artes que competían con las producciones artísticas del resto del Mediterráneo. Hasta entonces al-Ándalus importaba las telas desde Egipto por Irán y Bizancio. Con los omeya comenzaron a autoabastecerse con su propia producción.

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Fotografía: mandoft (CC).

Si hay un hito, a día de hoy, que merezca ser reseñado de este periodo, es el del gobierno de Sobeya. Una mujer secuestrada en Navarra con la que se casó Al-Hakem II, célebre por instalar la primera fábrica de papel de al-Ándalus para editar libros. Sobeya fue una de las mujeres más influyentes de su tiempo. Según cuenta Ana Martos en su historia de al-Ándalus, le pidió a su marido que le diera un nombre familiar masculino para poder salir a pasear sola vestida de hombre.

Medina Azahara fue destruida en la guerra civil de 1010-1013, cuando fue tomada por Sulaimán al-Mustaín y saqueada por bereberes antes de prenderla fuego, aunque se escribió que acabaron con su brillo «los celos y la furia de Dios». La destrucción fue tal que quedó inhabitable para siempre con tan solo setenta años de existencia. Su influjo fue tal que Almanzor quiso construir poco después una réplica para demostrar también su poder personal. Madinat al-Zahira, «la Ciudad Brillante» también fue de existencia efímera, no duró más de dos décadas, fue destruida por Muhammad II. Situada al oeste de Córdoba, aún no se conoce su emplazamiento exacto y no se ha podido excavar para buscarla.

Cuando el poeta y viajero Ibn Arabi se encontró con las ruinas de Medina Azahara, escribió: «Yo leí las siguientes estrofas, que son un recordatorio para el hombre discreto y un aviso para el disipado, escritas sobre la puerta de Medina Azahara, en la cual estaba esculpida la imagen de la propia Azahara, después de que la ciudad fue destruida y convertidas sus ruinas en guarida de las aves y las fieras. Esta ciudad era una construcción de maravillosa arquitectura, en tierras de al-Ándalus, cerca de Córdoba».

En la actualidad, aún queda un noventa por ciento de la ciudad-palacio por excavar, pero desde julio de 2018 los restos son Patrimonio Mundial de la Unesco. Una ciudad que en su día compitió en esplendor con las capitales más importantes del mundo, como Bagdad o Constantinopla. Una joya de vida efímera, pero recuerdo eterno.

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Fotografía: Trevor Huxham (CC).

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6 Comments

  1. Tergiversador de Enredos

    Cuando uno pasea por los restos de Medina-Azahara, no resulta nada fácil imaginar lo que pudo haber allí. Sólo quedan piedras y yerbajos.
    Pero si posas la palma de tu mano sobre alguna columna, y cierras los ojos, no te resultará difícil transportarte en el tiempo y sentirlo. Tuvo que ser impresionante.
    La vieja tierra andaluza tiene estas cosas. En ingente cantidad.

  2. Bienvenidas sean estas investigaciones históricas y sus necesarias divulgaciones; en síntesis: la búsqueda de la verdad. Y no es extraño que lleguen en estos momentos, donde cultura, costumbres, creencias y usos van perdiendo de a poco su intransigencia original. No hay ninguna sociedad que sea pura (si este adjetivo tiene algún sentido, en especial modo en Antropología) y, sobre todo, en las zonas de fronteras, donde mayor son los contagios que son siempre beneficiosos…»La verdad es como una niña vaga, que poco le importa si a los de afuera no la ven como quisieran, está ahí, a veces en los escombros de vidas pasadas, o en el girar de las estrellas que tendrían que estar quietas, o simplemente en trabalenguas incomprensibles. Ella, es más o menos como su hermana, la Democracia, esa prostituta ingenua que no tiene ni idea del valor de la moneda. Recibe a todos con los brazos abiertos… y así le va a la pobrecita. Muchas gracias por la lectura.

  3. Diego Cardador

    Me ha gustado mucho el artículo, pero hay algunos errores históricos y me parece justo reseñártelos. Llevo poco tiempo ejerciendo de guía en el yacimiento de ahí que conozca estos aspectos al detalle.

    -Zahra, no significa flor, significa brillante en árabe.
    -Al Mansur (Almanzor, castellanizado) no era califa almohade, era coetaneo a los Omeyas, fue primer ministro pero apartó al verdadero califa Hisham, que llegó al trono siendo menor de edad. Construyó simultáneamente Medina Zahira que significa «ciudad resplandeciente» en el lado opuesto a donde encontramos hoy Medina Azahara, trasladó toda la corte y Gobierno, empezando el abandono de la ciudad.
    – la escultura no era de ninguna concubina, se cree que podía ser de la diosa venus. Venus era la estrella protectora de los Omeyas, en árabe se llama Al- Zahura, como ves se parece al término de Zahra, siendo también una hipótesis sobre el nombre de la ciudad.

    Un saludo y gracias por hacer eco de nuestro pasado en jotdown

  4. EnciasJoe

    «las otras no llegaban a cien hectáreas de diámetro»
    Esto no tiene ningún sentido, la Hectárea no es una unidad de longitud, sino de superficie.
    Sería algo así como decir «cien kilogramos de altura».

  5. También yo vi esa incongruencia de unidades de medidas, pero si recuerdo algo todavía de geometría y matemáticas, puedo decir que, si buscamos la unidad común a ambos sistemas, nos encontramos que 1500 metros x 800 metros nos da 1.200.000 metros cuadrados, mientras que una hectárea hace 100 x 100 metros y nos da 10.000 metros cuadrados, y como «…no llegaban a las 100 hectáreas…» esto nos da 10.000 x 100= 1.000.000, que es menor en 200.000 metros cuadrados con respecto a Azahra. Eso creo. Los problemas sobre áreas son los que más o menos entendí. Los de volumenes siguen siendo un misterio… alguien me puede decir cuántos mililitros hay en un litro? O en un centilitro? Las recetas de cocina vienen con esas extrañas medidas.

  6. Pingback: ¿Cuánto sabes sobre Al-Ándalus? - Jot Down Cultural Magazine

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