Cuando Starship Troopers se estrenó en estados unidos el 7 de noviembre de 1997, la mayoría de los críticos la recibieron con estupor. Roger Ebert, el crítico de cabecera de la prensa americana, la describió como «unidimensional» y «la película infantiloide más violenta jamás filmada». Scott Rosemberg la calificó como «estúpida hasta la autoderrota» mientras que Ty Burr señalaba que era «lo que La guerra de las galaxias hubiera sido si la Alemania nazi hubiera ganado la Segunda Guerra Mundial».
Quizás por las críticas, quizás porque gastarse más de cien millones de dólares en una película basada en una novela de ciencia ficción publicada en 1959 sin actores conocidos no era una gran idea, Starship Troopers pasó sin pena ni gloria por los cines. Aunque abrió como número uno, el filme de Verhoeven recaudó apenas cincuenta y cinco millones de dólares en Estados Unidos. Aunque los sesenta y seis que recaudó en el resto del mundo bastaron para cubrir costes (y animaron a Sony a lanzar tres secuelas espantosas directamente en DVD), la película fue más o menos ignorada.
Hace unos años Neil Moritz, el productor de la saga Fast and Furious, anunció que estaba empezando a desarrollar un remake de esta semiolvidada película. Aparte de ser el tercer remake de una película de Paul Verhoeven en apenas tres años (siguiendo a Desafío total y Robocop), la noticia hizo que un buen número de críticos y aficionados a la película resurgieran de entre las sombras, y empezaran a reivindicarla como lo que realmente es: una de las mejores películas de ciencia ficción de los últimos treinta años.
La gestación de la película es como mínimo curiosa. En teoría Starship Troopers está basada en una historia de Robert A. Heinlein publicada en 1959, ganadora del Premio Hugo. La novela original es un clásico de la ciencia ficción política y militar de los años cincuenta, escrita con el estilo terso, directo y machote que caracterizaba al autor. Aparte de ser gloriosamente entretenida, Starship Troopers básicamente inventó el cliché de marine espacial con armadura mecanizada y propulsores de salto. Cientos de novelas, películas y videojuegos han copiado a Heinlein directa o indirectamente, aunque casi nadie ha descrito la (hipotética) vida de un soldado de infantería en una guerra interestelar mejor que él. El libro fue lectura obligatoria en las academias militares del Ejército, Armada y Marines americanos durante décadas, cosa que probablemente dice más de las fuerzas armadas de los Estados Unidos que sobre la novela, pero da fe del «realismo» del relato.
Si solo fuera por el molonismo militar Starship Troopers ya sería una novela notable, pero es solo parte del relato. Aparte de las batallitas contra hordas de arácnidos, Heinlein describe en detalle la sociedad y sistema político de la Federación Terrícola, una sociedad donde el ejército está formado solo por voluntarios y donde solo aquellos que han servido en él durante dos años son ciudadanos con derecho a voto. La piedra fundacional de la virtud cívica y el poder político es tomar responsabilidad de forma voluntaria del bien común; para ello, un ciudadano debe estar dispuesto a sacrificarse sirviendo al Estado durante al menos dos años. Esto no quiere decir necesariamente ser soldado; la Federación está obligada a encontrar algo útil para los voluntarios (desde probar tratamientos clínicos como cobayas humanas a hacer de agente de aduanas en Plutón), pero solo ellos pueden votar. Starship Troopers es, de forma un tanto inusual en la ciencia ficción más o menos reciente, una utopía «de derechas».
Por supuesto, Heinlein odiaría que su novela fuera definida como «utopía». Como furibundo anticomunista que era, Heinlein detestaba esa idea; la sociedad de Starship Troopers es un modelo idealizado, pero es eminentemente práctica. Las disquisiciones filosóficas en el libro no son para justificar la superioridad moral de esta especie de República romana espacial respecto a las decadentes democracias del siglo XX, sino una explicación llena de sentido común (en teoría) sobre por qué la Federación Terrícola funciona bien y sus antecesores no lo hicieron. Algunos han acusado a Heinlein de fascista por los argumentos políticos del libro. Creo que Heinlein es más un utilitarista conservador que otra cosa, aunque como veremos luego, eso no mejora las cosas demasiado.
Starship Troopers, la película, empezó bajo otro título. Sony no consiguió los derechos sobre la novela hasta bien entrada la preproducción; Verhoeven andaba buscando hacer una película sobre marines espaciales, pero no necesariamente sobre el libro de Heinlein. El propio director ha reconocido no haberse leído el libro entero; lo dejó a medias tras unos cuantos capítulos, «aburrido y deprimido» (1), según cuenta, con la retórica de Heinlein. La intención del cineasta, más que adaptar un libro en concreto, era hablar de militares, militarismo y política. La historia de Heinlein, o el andamio inicial, era una excusa como cualquier otra para hacerlo.
El principal tema, o motivo musical, digamos, de Starship Troopers es muy simple: es una película profundamente estúpida. Es épica, decadente, conscientemente estúpida; es una película que hace de la estupidez una de sus grandes señas de identidad, de principio a fin del metraje. Starship Troopers es, en cierto sentido, la mejor película de acción idiota de los años ochenta, por mucho que fuera filmada la década siguiente. Todos los estereotipos, convenciones y violencia de la era Reagan están bien presentes.
Empecemos por los personajes. El protagonista, Johnny Rico (Casper Van Dien), es un armario ropero tan hipermusculado como inexpresivo. Las mujeres de la historia, Carmen Ibañez (Denise Richards) y Dizzy Flores (Dina Meyer), siguen la habitual combinación de Barbie guerrera hipersexualizada sin ningún atisbo de talento. Zander Barcalow (Patrick Muldoon), el rival amoroso de Rico, es el tradicional cretino mujeriego con aires de Lorenzo Lamas. Por acumular arquetipos, Starship Troopers también incluye al coleguita simpático y cargante, al superior machaca benevolente y al soldado negro que muere antes que nadie. Verhoeven ha admitido sin rubor que dado que se iba a gastar todo el dinero en explosiones, bichos asesinos y efectos especiales el talento de los actores principales le importaba más bien poco. Con la excepción de Neil Patrick Harris (el único actor presente que parece entender los chistes) y Michael Ironside, todo el reparto tiene una capacidad interpretativa más bien nula.
La falta de recursos actorales de todos los presentes no hace más que reforzar los a menudo dementes diálogos. No contento con tener un montón de clichés andantes en el plató, Verhoeven y su guionista de cabecera, Ed Neumeier, les hacen soltar una cantidad de bravuconadas grandilocuentes tremebunda durante todo el metraje, en una especie de grandes éxitos del militarismo cinematográfico reciente. Starship Troopers tiene una cantidad absolutamente ridícula de frases gloriosas («¿Qué pasa, micos, acaso queréis vivir para siempre?») esparcidas por todo el guión; la película está llena de citas memorables.
Verhoeven, por supuesto, no es solo un aficionado al machismo desaforado y viril; también es un director con un largo historial en el género. En Starship Troopers se permite también citar visualmente otros filmes, desde Aliens hasta El día más largo, pasando por una estupenda (y muy gore) recreación de Zulú. Todo ello acompañado, por cierto, de una de las mejores partituras épicas del impagable Basil Poledouris, que parece pasar un rato estupendo componiendo marchas militares.
Starship Troopers podría quedarse en una mastodóntica película de acción con alienígenas, pero sin embargo no acaba por conformarse con eso. Para empezar, Verhoeven no se anda con matices sobre la visión política de Heinlein o sus teorías en la novela: en la película, los humanos viven en un régimen casi abiertamente fascista. La historia se abre con un anuncio de reclutamiento de la Infantería Móvil, copiada casi plano a plano de una escena de El triunfo de la voluntad de Riefenstahl. A partir de ahí, no deja nada a medias; todo en la Federación Terrícola, desde los uniformes hasta los delirantes programas informativos, flirtean abiertamente con el totalitarismo.
Empezamos con la primera paradoja de Starship Troopers: Verhoeven realmente no tiene que añadir gran cosa para dar esa impresión. Los fragmentos de diálogo más pasado de vueltas («la violencia es la autoridad suprema») o bien están sacados directamente de la novela de Heinlein, o bien son clichés oídos mil veces en otras películas de acción. Lo único que Verhoeven añade es la arquitectura brutalista, los uniformes estilo Gestapo y una alegre xenofobia antialien. Starship Troopers no se aleja de las convenciones del género; lo único que hace es colocarlas bajo una estética distinta. El resultado para el espectador es ver cómo un montón de clichés usados repetidamente en mil películas antes y después suenan increíblemente totalitarios en otro contexto. Es como una recreación de Soldado universal, Predator o Arma letal filmada por Leni Riefenstahl.
Más allá de la subversión de la retórica habitual del género, Starship Troopers juega sobre todo con la identificación del espectador. Verhoeven se esfuerza muchísimo en presentar a los personajes de la historia como tipos completamente ajenos al totalitarismo que les rodea. Rico, Ibañez y compañía son productos de este Estado totalitario bien poco disimulado, y parecen estar perfectamente satisfechos y cómodos en él. Durante toda la película Verhoeven no deja de recordarnos (vía cintas propagandísticas cada vez más histéricas) que estamos ante una sociedad francamente espantosa y probablemente genocida, pero nadie parece tener el más mínimo deseo de cuestionar nada. El único pobre diablo con dudas es un periodista que muere horriblemente sin que nadie le preste atención; toda una declaración de intenciones.
Los héroes de la película son tipos limitados defendiendo un Estado totalitario contra una invasión alienígena, y lo son hasta el punto de hacer dudar al espectador si se identifica con ellos o no. Johnny Rico es un héroe del fascismo estelar, envuelto en todas las convenciones del cine de acción contemporáneo; si en vez de exterminar arácnidos con armas nucleares portátiles se dedicara a invadir Polonia sería un malvado de libro. En Starship Troopers, sin embargo, Rico es el héroe, y Verhoeven nos reta a decidir si estamos cómodos con esa idea. La pregunta implícita de Starship Troopers es qué sucede si el fascismo, la guerra eterna contra el enemigo exterior, resulta que nos gusta. Qué reacción tenemos cuando sospechamos que, detrás de la convicción de nuestra virtud y fe en la victoria, de hecho los malos somos nosotros.
En cierto sentido, Starship Troopers es un alegoría sobre el 11S y la era del terrorismo, a pesar de haber sido estrenada cuatro años antes del ataque a las Torres Gemelas. Scott Tobias ha señalado el paralelismo entre el mundo descrito por Verhoeven y los Estados Unidos de la era Bush. Salvando las distancias (Estados Unidos no es un régimen fascista ni de lejos, y como toda alegoría, la cosa tiene sus límites), Starship Troopers es una sátira sobre la bondad de «los nuestros», y lo tristemente fácil que es caer en la glorificación de la violencia cuando somos nosotros quienes la estamos ejerciendo.
El resultado es una película que se las arregla para ser tan cavernícola como sarcástica, a la vez increíblemente obvia y extrañamente incomprendida. Los críticos en el momento de su estreno quisieron verla como una peligrosa glorificación del fascismo, como si el público no fuera a entenderla. La sátira en Starship Troopers no está en los uniformes y los gloriosos documentales patrióticos, sino en que la película lo mezcle con el hecho de que se supone que debemos estar apoyando a esos tipos vestidos de nazi, porque son los nuestros. Como señala John Perich, Verhoeven no superpone propaganda fascista sobre una película de acción. El problema central es que las películas de acción son de forma implícita propaganda fascista.
Apoyamos a los nuestros, aunque sospechamos (sabemos) que defienden al régimen equivocado. Starship Troopers es la mejor de las sátiras, ya que nos hace parte del problema.
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(1) Robley, Les Paul (November 1997). «Interstellar Exterminators. Ornery insects threaten the galaxy in Starship Troopers». American Cinematographer (California, United States of America: American Society of Cinematographers) 78 (11): 56–66.
Muy buena crítia, pero no menciona cosas como que la gurra empiza porque un insecto se tira pedos desde otro planeta y destruye Buenos Aires. Es tan evidente la intención de sátira grotesca que desde ahio todo lo demás se vuelve genial. A mi me encanto porque nunca pretende ser tomada en serio, sino como comic satírico, y como tal es alucinante.
Así es como empieza desde la óptica terrícola. Lo que cuentan brevemente es que los terrícolas fueron a colonizar los planetas de los insectoides y ellos se defendieron. Por eso el paralelismo con el 11S Y no, para nada justifica ni a los alienígenas ni a los terroristas pero lo explica.
No soy fan de la peli, ni me aburrí con ella, cuando finalizó me dije se ha quedado corto con los actores y se ha pasado de facha, que no
puedo empatizar con ninguno (a esos dos les han arrancado la cabeza…cachis me he dejado la luz de la cocina dada) es más me dio más pena una araña moribunda antes de ser acribillada que al novio le hicieran sorbete de sesos para analizar su mente…(a la chica que quería tener hijos se la llevan a lo oscuro…mañana tengo que comprar ajos). Lo triste es que muchos piensan que vivir en esta utópica sociedad sería el ideal, no creo que sea una dictadura al general que fracasa lo fumigan y lo sustituyen por una señora con cara de mala hostia que dice aquí más madera ( al sargento le matan para que no sufra al grito de es una orden, adiós Michael Ironside…jo mañana madrugo) en ningún momento hay o sale una figura de líder…pero tampoco creo que haga mucha falta (fin de la peli…no he tirado el dinero pero tampoco salgo con un subidón de peliculón rediosssss)
La vi en un cine repleto de Montevideo el año de su estreno.
Recordemos que Rico e Ibañez por alguna razón son oriundos de Buenos Aires y en un momento de la película se cuenta que los alienígenas destruyeron a la Reina del Plata. Pues bien: el cine explotó en aplausos y gritos de viva. Así queremos acá a los hermanos argentinos.
Desde el otro lado de los Andes se consideró una película demasiado fantasiosa: «la humanidad metida en una guerra interestelar por vengar a Buenos Aires»
Starship Troopers es una parodia tan inmensa y una broma tan bien llevada que consiguió confundir a crítica y público. Por cierto, el modelo político social que Heinlein describe – acceso a la ciudadanía vía servicio público o en el ejército – es el de las polis griegas antiguas. Un gran artículo, felicidades.
Confundió a propios y extraños porque estamos acostumbrados a que una parodia sirva para que nosotros (el público) nos riamos de lo que la película parodia. Pero en Starship Troopers es la película la que se ríe de los espectadores, la que pone a parir a la sociedad diciéndole: «Mirad, todo eso que defendéis, todo lo que disfrutáis y glorificáis lleva a ésto». En cierto modo, sería un recordatorio moderno de lo que sucedió en Alemania o Japón en la IIGM: la mayoría de sus ciudadanos ayudaron a sostener los regímenes de unos dictadores que cometieron atrocidades inenarrables*; algo que el pueblo aceptaba como normal o simplemente lo borraba de su mente como si no existiesen. Verhoeven venía a decir que la sociedad podía terminar así de descarriada si seguía tildando de héroes a unos personajes que primero disparan y luego no se molestan en preguntar siquiera.
*: No hubo ni un solo «bando» que no cometiera crímenes de guerra en la IIGM y la historia siempre la escriben los vencedores; pero los exterminios sistemáticos e institucionalizados perpetrados por el bando del Eje siempre estarán un escalón más allá de cualquier otro.
Tienes toda la razón
Comparto en buena medida el análisis, pero ¿una de las mejores películas de cuencia ficción de los últimos treinta años? ¿En serio? Vale que no sea uno de esos churros que nos llegan con tanta frecuencia, pero ¿en serio?
«¿Qué pasa, micos, acaso queréis vivir para siempre?» es una cita de Federico II el Grande de Prusia, que arengó a sus tropas en la batalla de Kolin o Collin el 17 de junio 1757 espetándoles: „Ihr verfluchten Racker, wollt ihr denn ewig leben?“, lo que se puede traducir como arriba (aunque Racker no son micos, pero bueno…). Luego en 1959 se rodó la película «Stalingrad: Dogs, Do You Want to Live Forever?» (en alemán: Hunde, wollt ihr ewig leben) dirigida por Frank Wisbar y basada en la novela epónima de Fritz Wöss https://en.wikipedia.org/wiki/Stalingrad:_Dogs,_Do_You_Want_to_Live_Forever%3F
Es que los Starship Troopers son muy cultos, aunque no lo parezca.
No me convence, señor Senserrich. Pero no me haga mucho caso. A mí Heinlein siempre me la ha traído floja.
Es curioso… La película es olvidable, como otras de Verhohen (o como se escriba), que parece que le encanta tomar novelas buenas de ciencia ficción y machacarlas, como p.ej. Desafío Total, donde vanalizó a Philip K. Dick todavía más si cabía que el tolai de Scott con Blade Runner.
En cuanto al libro, es curioso. Si lo lees ahora, te parece más de derechas que donde los hacen. Pero cuando salio y se hizo popular no fue así. Por ejemplo, los de Nueva Dimension (que lo publicaron en los 1970) se lo tomaron a ironía sobre los estados totalitarios, no había más que ver la portada. Pero no, no. Iba en serio.
«¿Qué pasa, micos, acaso queréis vivir para siempre?» Esa es la frase con la que se abre «Tropas del espacio» (y el mero hecho de que emplee ese título ya da idea de lo antigua que es la primera edición que leí) y es una arenga REAL, nada inventado por Verhoeven. Por otra parte siempre se ha acusado a Heinlein de fascista y cosas peores, pero para ser un tipo que escribió esto en los años 50, deja algunas perlas que no cuadran con esa visión como:
1 – Las mujeres son mejores pilotos. Sin paliativos.
2 – A la infantería móvil sólo van los que no pueden ir a ningún otro destino. Insisto, a NINGUNO.
3 – Su idea de la virtud ciudadana está íntimamente relacionada con la de la virtud platónica.
4 – Servir para ser ciudadano implica capacidad de sacrificio por los demás (una idea bastante comunista por cierto) y se desincentiva al máximo el servicio desde el propio estado.
Una vez dentro de la IM, ¿Es esta fascizoide? No, es el ejercito y por lo tanto es monolítico, existe una cadena de mando y hay prácticas que no se diferencian mucho de las de un lavado de cerebro. Y es lo que debe ser si esperas que alguien salte sin miedo contra las balas por ti.
De hecho la escalada militar de la novela es mas lógica y razonable que la de la peli, no se busca la extinción como en la peli (y hay más razas extraterrestres). Y por último decir que no es la única novela de ciencia ficción recomendada en West Point, a «El juego de Ender» le pasa lo mismo.
A pesar de los prejuicios que suelen acompañar a Heinlein (cosa que es pura miopía, encajad «Tiempo para amar» con todas sus incestuosas secuencias con esa visión de Heinlein como un señor ultraconservador, y es solo un ejemplo, que ni menciono «Forastero en tierra extraña») su obra es imaginativa, variada e incluso sus peores novelas son adictivas de leer. Y sigo esperando por esa adaptación fiel con soldados durmiendo, 5 minutos para el padre y lis micos buscando su nave mientras suena «la balada de Rodger Young».
Excelente comentario, pocos son capaces de comprender a Heinlein.
¡Qué buen análisis!
Cuando vi la película me di cuenta del sarcasmo que contiene, pero parece que no todo el mundo se percató.
Principalmente los críticos cuando se estrenó…
¡Muy cierto! Es que tampoco abundan la ironía y el sarcasmo entre los críticos.
Las tetas de Dina Meyer lo mejor de la peli
La película es de 1997.
¡ALISTATE!
La fui a ver al cine en 1997 y hasta hace unos años creía que era uno de los 5 o 6 que lo habían hecho en todo el planeta, lo cierto es que no entiendo nada de cine y mal podría hacerle una crítica, pero como espectador promedio (y quizás por mis 14 años de edad en ese entonces), me impactó muchísimo, al punto que pasado el tiempo siempre me acordaba de aquella loca película de insectos interespaciales y exagerada violencia. Qué bueno leer este artículo hoy con 34 años y ver que no fui el único.
Me encanta esta peli. Yo no buscaría tanta metáfora. Ni falta que hace. Hay unos bichos asquerosos que destrozan en pedazos a todo el que se le acerca, soltando babas verdes. Verhoeven es probablemente el director que mejor ha sabido filmar esa mezcla irresistible de violencia con sexo e ironia en todas sus películas.!A disfrutar!
De acuerdo a los comentarios tendré que hacer de tripas corazón, y verla completa. Cuando vi las primeras escenas apagué el televisor.
PD: Me pregunto si Kurtwood (cuyo comentario es estrepitoso) no tiene también un perro para sacar a paseo, o si se fue sin afeitarse. Atención con los alimentos sobre el fuego. Muchísimas gracias por todas las lecturas y consideraciones.
Starship Troopers es una parodia genial. Incomprensible que se pueda interpretar de otra forma.
La acided de Verhooven tiene su plenitud en esta película. Hay que decir que deja ver su gamberro sadismo sin tapujos, poniendo al espectador frente a si mismo pero desde su perfil más obsceno, pueril y memo. Es una farsa estupenda y ciertamente incomprendida. Supongo que como muchos, yo cuando veía los trailers en los 90 pensaba que era un Beverly Hills 9210 llevado al cine, pero la vi por primera vez en la tv muvho tiempo después y me lo pasé estupendamente. Esta esta maravillosa crítica de cine explica muy bien el porqué, y con permiso del autor la publico en mi alicaído muro de facebook.
Gracias por darme un ratito de lectura tan bueno.
Que Verhoeven juega a subvertir los clichés del cine de acción, se admite. Que la película sea buena, no.
Haneke subvierte los clichés de los thrillers de acción/terror en «Funny Games». Whedon le da una vuelta (¡y hasta justifica!) algunos de los tópicos más absurdos del cine de terror en «La cabaña en el bosque». Y ambas son grandes películas. «Starship troopers» no lo es.
Para empezar, niego la mayor: no es una película de acción divertida. Es un festival de CGI como los que luego vendrían de la mano de Michael Bay: golpes, explosiones, más explosiones y muchas más explosiones (y pocos heridos).
En «Starship troopers» sí que hay heridos, e incluso muertos, pero como los personajes no importan una mierda tanto da si viven o mueren. Es algo parecido a lo que pasa en «Black Hawk Down», pero al menos en esa sabes que cuando alguien recibe un tiro está herido, o muerto. En «Starship troopers» los bichos mueren al primer disparo, o sobreviven a diez mil, según convenga a la escena. Y no solo los bichos, también los humanos. Ese no saber si alguien está muerto, herido o va a seguir luchando como si nada hace que la acción sea completamente imprevisible y por tanto no es una pelea, sino solo un montón de luces y ruidos sin relación directa con la casi inexistente trama.
Tratar de vender esta película como una inteligente sátira es presuponer que es una sátira deliberada, lo que es cuestionable, y afirmar que es inteligente, lo que es directamente falso. Es un chiste privado de Verhoeven, lo que sería defendible si lo hubiese estrenado solo para amigos y familiares, pero que para burlarse de los productores de Hollywood endilgara este insulso mojón a los inocentes espectadores estaba de más.
Peliculón!
Mucho blablabla con la sátira del fascismo pero lo que más impresiona de la peli son las duchas mixtas.
¿Desea saber más?
Valhue, la película es inteligente y satírica pero no lo es con la sutileza brutal de Haneke ni con la limpia y compacta (y muy norteamericana) estructura de Whedon, lo es al estilo Verhoeven y su estilo, solo hay que remitirse a su cine, no tiene nada de sutil, ni de limpio, ni de nada que no conduzca a que te explote algo en la cabeza o en cualquier otra parte del cuerpo.
Es una gozada de principio a fin y menciono algo que creo que nadie ha mencionado: Buenos Aires poblada de chicos y chicas rubios y de ojos azules recién salidos de Sensación de Vivir o Melrose Place y una protagonista que se llama Carmen Ibanez. Repito: Ibanez. No Ibañez sino Ibanez.
El riesgo de tanto exceso es precisamente que nadie note la sátira y la ironía grotesca pero tampoco pasa nada, mira Dani Mateo con tan poca cosa como ha hecho.
Por cierto, no es que Verhoeven no lo haya dejado claro, atención a lo que decía en la promoción de Elle cuando le preguntaban por Starship Troopers:
https://www.eldiario.es/cultura/cine/Hollywood-intentado-destruirme-sigo_0_564143959.html
Hay en la película dos momentos que creo que la definen perfectamente. En primer lugar, uno de los noticieros, en los que un grupo de niños aplastan bichos, mientras se escucha el mensaje «Tú también puedes colaborar».
El otro, en la oficina de reclutamiento, el oficial que dice «Enhorabuena, muchacho. La infantería ha hecho de mí el hombre que soy», mientras vemos que le faltan las dos piernas, un brazo, y la mano del brazo restante.
Quien la considere mala por tomársela en serio es que tiene un grave problema de comprensión.
Tiene más momentos…El líder de los bichos, la pinta que tiene, y el método que utilizan para interrogarle. Para que luego digan que Verhoeven no es un cachondo.
Pues yo la vi en 1997 y a mis 16 años me pareció una peli bastante mala. Leo aquí comentarios y me sorprende mucho. Pensad que el director es el mismo que dirigió Robocop, una película de ideoligia claramente fascista en la que un policía dispara, mata y después pregunta. Y ahora salen sesudos análisis diciendo que starship troopers es toda una parodia… ¿Y si simplemente no es parodia y todo lo q dice va bastante en serio?.
Por otra parte, mucho intelectualoide, pero de verdad ¿nadie vio la metáfora en las escena final entre las películas de vaqueros (protegiendo el fuerte contra los indios/arácnidos)?
Yo no veo a Robocop una película fascista. Creo que hay una intención crítica desde el primer momento. Una crítica contra el poder de las multinacionales, contra el capitalismo como sistema totalitario en el que la seguridad y hasta las ciudades son propiedad de corporaciones privadas.
Estados Unidos no es un régimen fascista ni de lejos… ¡ja!
Estando de acuerdo totalmente con el artículo, y cada vez que la echan en la tele la veo si puedo, porque me entretiene más que las de star war. Aunque yo soy más de Philip K Dick y su Blade Runner ¿Qué hubiera pasado si a Starship Trooper le hubiera puesto la banda sonora Vangelis?
cuando mencionaba a star wars, me refería a esa trilogía infame que son los episodios 1, 2 y 3.
“El único insecto bueno es el que está muerto.”
A mi en cierto todo modo casi todo sobre esta película (estética, diálogos, la escasa calidad en la actuación, etc..) siempre me ha recordado a las películas de serie B, salvando distancias claro.
Te paras a pensar y dices mira que es mala, y yo creo que esto hace que sea buena. Porque estoy seguro de que en cierto modo esto fue lo que el director trataba de conseguir.
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