Tal día como hoy hace poco más de cuatro siglos Guy Fawkes, o mejor Guido, como quiso llamarse tras haber formado parte de los Tercios españoles, fue —según una expresión ya acuñada— el último hombre honrado en entrar al palacio de Westminster. Concretamente se dirigió al sótano, repleto de barriles de pólvora, donde debía permanecer escondido hasta la mañana del día siguiente, cuando estaba previsto que el rey Jacobo I inaugurase la sesión parlamentaria y en tan solemne ocasión pasara a mejor vida junto a los demás presentes con el fin de dar lugar a una dinastía católica. Un inoportuno chivatazo hizo que el edificio fuera registrado, de manera que en torno a la media noche Guido fue descubierto y la llamada desde entonces «Conspiración de la pólvora» quedó desarticulada. La cosa acabó realmente mal, con la expulsión de todos los jesuitas de las islas británicas al ser señalados como cómplices —acusación que han compartido desde entonces junto con judíos y masones de casi cualquier complot en toda época y lugar— y con la condena a todos los implicados a ser públicamente ahorcados y descuartizados, para poner finalmente sus cabezas en lo alto de picas.
Aunque al menos nuestro protagonista alcanzó cierto grado de inmortalidad: desde aquel año 1605 pasó a celebrarse cada 5 de noviembre La Noche de Guy Fawkes, en la que se hace arder un muñeco que lo representa, por lo general pobremente vestido, de forma que el paso del tiempo llevó a que en inglés «guy» se convirtiera en una manera informal de referirse a alguien, como en castellano «tío». Más adelante, además, Alan Moore lo reivindicó en su cómic V de Vendetta, y particularmente desde su adaptación cinematográfica la máscara que representa a Guido se ha hecho omnipresente en muy diversas protestas políticas generalmente del ámbito anglosajón en las que, lo sepan o no, sus participantes están conmemorando a un soldado de los Tercios. Bien está. Así que aprovechando esta fecha vamos a recordar otras conspiraciones, en especial aquellas que hemos visto en la pantalla. Voten su favorita o menciónenla en la sección de comentarios.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
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The Conspiracy
Las teorías de la conspiración podrán ser ciertas o no, pero lo importante es que son divertidas y conforman un amplio menú en el que cada uno puede escoger la que mejor se adecue a sus prejuicios. Tenemos a nuestro alcance desde bots rusos hasta reptilianos para rellenar los espacios en blanco de aquello que ignoramos, en un mundo tan endiabladamente complicado nos permiten trazar un patrón y hallar una causa última, un sentido. Una vez adoptada una como propia, los no iniciados en tal luminosa verdad nos parecen poco menos que borregos, el problema es que la opinión en sentido opuesto no es mejor. Es lo que le pasa al protagonista de este falso documental canadiense del año 2012: sabe que todos los grandes eventos de la historia están secretamente conectados, pero al proclamarlo a gritos por las calles los demás ¡le toman por loco! Hasta que dos jóvenes cineastas se fijan en él, más con ánimo de burlarse que de entenderlo. Poco después desaparece repentinamente dejando varios documentos tras de sí, es entonces cuando empiezan a sospechar que quizá no esté tan chiflado.
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Capricornio Uno
Claro que no todas las teorías de la conspiración alcanzan el mismo eco. Se puede calcular mediante una sencilla multiplicación: magnitud del hecho por extravagancia de la explicación (la navaja de Ockham se debió perder en algún picnic…). Cabe concluir por tanto que la mejor teoría de la conspiración jamás imaginada es esta, ¿será cierta? Qué sabe nadie. Tampoco le va a la zaga la idea de que el hombre no pisó la Luna y fue todo un montaje, si ya para añadir picante se aclara que además fue Stanley Kubrick quien se encargó del rodaje, pues cómo no preferirla a la realidad. Esta cinta de 1977, de un director que reincidió en el género con Atmósfera cero y 2010, Odisea dos, jugaba con ese concepto aunque abordando un hipotético viaje a Marte.
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JFK: Caso abierto
«La misma palabra «secreto» es repugnante en una sociedad libre y abierta; somos un pueblo históricamente opuesto a las sociedades secretas, a los juramentos secretos y a los procedimientos secretos (…) Porque nos enfrentamos en todo el mundo a una conspiración monolítica y despiadada que se basa principalmente en medios encubiertos para expandir su esfera de influencia: en la infiltración en lugar de la invasión, en la subversión en lugar de las elecciones, en la intimidación en lugar de la libre elección, en la guerrilla nocturna en lugar de ejércitos a la luz del día». Hay cierta ironía en que el autor de estas palabras fuera poco después el protagonista de la conspiración más célebre y enigmática de la historia, sobre la que Oliver Stone dejó su particular visión.
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Luz que agoniza
Al taxista de Teoría de la conspiración no se la daban: Oswald reconocía haber disparado a Kennedy luego no podía ser él y a eso había que añadirle la fluorización del agua para controlar nuestras mentes, los chips que implantan a los perros y pronto a las personas, los helicópteros negros, el NWO, la CIA, la ONU… Claro que nadie lo tomaba muy en serio, pero a veces la realidad da la razón a los locos y por fin parecen cuerdos. Esta otra cinta planteaba justo la situación inversa: el personaje interpretado por Ingrid Bergman estaba en sus cabales, aunque su pareja pretendía hacerle creer que estaba perdiendo el contacto con la realidad. Esa clase de abuso psicológico es conocido como «luz de gas» precisamente debido a esta película (Gaslight es su título original) y a la obra teatral en la que se basó.
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El hombre que sabía demasiado
No podíamos dejar de mencionar el cine de Hitchcock, que a menudo oscila en torno a una variación del argumento anterior. El protagonista de un momento a otro no sabe si está enloqueciendo o, peor aún, está en lo cierto y entonces la situación en la que se encuentra es tan extraña y peligrosa como parece. Los espectadores, por nuestra parte, somos conscientes de que algo raro está pasando y nos desespera que nadie crea al protagonista e incluso que este empiece a dudar de sí mismo, pero tampoco logramos encajar todas las piezas, lo que nos deja alerta y ansiosos por desentrañar el puzle. Ya nos tiene el director donde quería. En este caso un complot para asesinar al primer ministro inglés.
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Dark City
¿Podríamos decir que el mito de la caverna de Platón es la primera teoría de la conspiración? Para ser exactos el primero en acuñar esa expresión fue Chesterton en El hombre que fue jueves, en una fecha relativamente reciente como 1909. Los contubernios en torno al poder son tan viejos como la humanidad, como veíamos al inicio, pero la idea de que requieran un control mental colectivo y solo unos pocos tomen conciencia de lo que está pasando realmente parece muy característica del siglo XX: la época de Kafka, de la democracia, el totalitarismo y los medios de comunicación de masas. Películas como La fuga de Logan, Matrix, La isla y El show de Truman han especulado con estas ideas, pero quizá la más original sea Dark City.
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Invasores de Marte
Quizá un efecto perverso de la democratización del poder este en que entonces para acceder a este o conservarlo debe controlarse cómo piensan las masas. Ahí se unen la conspiración y la paranoia. Las conspiranoias modernas inciden por tanto en una figura de poder lejana sino en los vecinos que nos rodean. Si su opinión y voto se vuelve tan determinante… ¿qué ocurre si estos se dejan llevar por una moda o idea peligrosa? ¿Y si es uno el que quiere cambiar pero teme la actitud vigilante de ellos? En tal caso habría que guardar las apariencias, pero entonces puede que los demás estén también fingiendo y sea necesario escudriñar cualquier pequeño cambio en sus hábitos o carácter. La invasión de los ladrones de cuerpos en sus sucesivas adaptaciones o Las esposas de Stepford inciden en ello. Pero ya en 1953 podíamos ver en esta otra película cómo una sigilosa invasión alienígena podía ir controlando subrepticiamente a quienes nos rodean.
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Valkiria
Paradójicamente en ese aspecto los totalitarismos son bastante similares a las democracias en esa identificación plena entre el poder y el individuo. En esta sociedad tampoco debe haber secretos y cualquier discrepancia debe disimularse porque te va la vida en ello. Más aún si se participa en una conjura que sabemos que terminó fracasando, un spoiler que en todo caso no resta interés a la cinta.
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El mensajero del miedo
No hay mentiroso más convincente que el que cree sus propias mentiras, así que el agente conspirador perfecto sería aquel que hace vida normal, sin despertar la menor sospecha, hasta que es activado de forma inconsciente cuando la ocasión lo requiera. Curiosamente, la novela que aquí se adaptó, sobre un soldado americano que sufre un lavado de cerebro durante el tiempo en que permanece prisionero en la guerra de Corea, contenía extractos plagiados de una obra en principio tan diferente como Yo, Claudio. Pero tal vez lo más llamativo sea que en la defensa del asesino de Robert Kennedy, hermano del presidente, se apeló a este argumento mencionando al programa de la CIA MK Ultra al que al parecer fue sometido (el mismo que sufrió el terrorista Unabomber).
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El jardinero fiel
Erin Brockovich, El dilema, The Big Short, Michael Clayton, La tapadera, Glengarry Glen Ross, Wall Street… No siempre son el Estado y los dirigentes políticos los malos de la película. Las empresas, particularmente las grandes corporaciones, también suelen llevarse su parte y son retratadas intrigando de la peor manera. En este caso las del sector farmacéutico.
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LA Confidential
Cuando hablamos de cine de conspiración cabe incluir el thriller, la ciencia ficción y el género policíaco y de espionaje, pero también proliferan lo que podríamos llamar el subgénero periodístico. Ahí está por ejemplo la más conocida de las películas de la denominada «trilogía de la paranoia» de Alan J. Pakula, Todos los hombres del presidente. O las más recientes Spotlight y Los papeles del Pentágono. Sorprende del cine de conspiración que dado su énfasis por hacernos desconfiar de todo, tenga sin embargo una percepción tan entusiasta de esta institución como garante insobornable de la verdad y la transparencia… Quizá por eso mejor concluir con un film que tenía cierta dosis de escepticismo al respecto y no confiaba mucho en que la verdad al final se esclarece, además de incluir un periodista particularmente aborrecible.
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El show de Truman, Alarma en el expreso,…
¿No deberían haber incluido a ‘They Live’?
Caja 507
Estais al servicio de la CIA
Falta sospechosos habituales
Hostias, es verdad
«La semilla del diablo» (Rosemary’s baby), de Polansky. El marido y todo un edificio conspirando para concebir al hijo del maligno
En los Tres Dias del Condor no se salva ni la prensa.
¿Y «Conspiración» de Mel Gibson y Julia Roberts?
«El golpe»
«Conspiración de silencio» (Bad day at black rock)
Exacto Pedro. Los Tres dias del Cóndor. Cómo es posible que falte?
Siete días de mayo (1964) , con Kirk Douglas y Burt Lancaster.
También «Ellos viven» de Carpenter.
Hay varias ausencias destacables en esta lista, pero, como ya se ha señalado en varios comentarios, la de Están vivos de Carpenter es imperdonable!!
Ellos viven de Carpenter! otra peli que gusta a todx buen conspiranoicx es «Network, un mundo implacable». Peliculón!
«El gran carnaval» de Billy Wilder.