Les sucede a los amantes del jogo bonito lo mismo que a muchos descendientes del bando perdedor en tantas y tantas guerras, que ni siquiera disponen de una lápida frente a la que llorar y lamentarse por la pérdida de un ser querido. El cementerio donde reposaban sus cenizas fue derruido el 20 de septiembre de 1997 y el terreno sagrado, profanado y recalificado, acoge hoy varios centenares de viviendas y un parque urbano conocido como Jardins del Camp de Sarrià. No hay placa ni monumento que honre a los caídos, nadie enciende velas ni refresca con flores su memoria, solo unos pocos recuerdan lo que allí sucedió.
La cuna y el corsé
Pese a que son muchos los que se atribuyen la paternidad de la criatura, lo cierto es que resulta imposible determinar quién acuñó el término jogo bonito. A la carrera por la autoría se han apuntado mitos del fútbol brasileño como Pelé o Didí, poetas, periodistas, oportunistas de diferente pelaje… Incluso un inglés, de nombre Peter Doherty, aseguraba que fue su boca la primera en deslizar tan histórica ocurrencia mientras veía jugar al Manchester United en 1956, sin duda la más exótica de las reclamaciones.
Sea como fuere, lo cierto es que nadie en su sano juicio sería capaz de discutir la pertenencia del jogo bonito a las entrañas mismas de Brasil, un país roto cien veces y ciento una cosido con cuero, regates y aplausos. El jogo bonito es una expresión cultural, un modo de vida moldeado alrededor de una pelota, la respuesta lógica al desafío diario de una realidad cruda y hostil que invita a depositar en el talento las esperanzas de un mañana mejor. En cualquier callejón sobre el que pueda rodar un balón, en cada campinho de barrio o en un trozo de playa, los niños y niñas brasileños de ayer y hoy sueñan con ser el nuevo Garrincha, el siguiente Romario, la próxima Marta… Y todo ello a pesar de unos dirigentes, los del fútbol profesional brasileño, empeñados en mirar hacia Europa y encorsetar su propia naturaleza, convencidos de que el miedo es un arma más poderosa que el atrevimiento y obsesionados por una derrota histórica que tiñó sus corbatas de complejos y coartadas. Sucedió un 5 de julio de 1982, en España, en un entonces remozado y hoy desaparecido Estadio de Sarriá: la tumba del jogo bonito.
Preparativos para el funeral
El 16 de enero de 1982, en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, tuvo lugar el primer acto solemne de la fase final de la XII Copa del Mundo, el principio del fin. El sorteo de los grupos que compondrían la primera fase del torneo resultó ser una fotografía perfecta de la España de entonces: un amasijo de caspa, desorganización y confusión, mucha confusión. En una curiosa iniciativa, los cabezas de serie pudieron elegir sede para sus primeros partidos y los brasileños, aliados naturales del calor y la alegría, se decidieron por Sevilla. Sus primeros rivales, escupidos por unos bombos que descomponían las bolas y enrojecían de vergüenza los rostros de los organizadores, serían la URSS, Escocia y la cenicienta del Mundial, Nueva Zelanda.
Pese a la ausencia por lesión de su delantero centro titular, el prometedor Careca, los brasileños se convirtieron en los protagonistas indiscutibles de la primera fase del torneo. Sus solventes victorias frente a soviéticos, escoceses y kiwis les otorgaron la etiqueta de favoritos indiscutibles y tan solo la atrevida Francia, capitaneada por Michel Platini, parecía capacitada para enfrentarse al vendaval verdeamarelo con alguna posibilidad de victoria, un partido de verdadero ensueño que algún buen aficionado habrá jugado mil veces en su cabeza. El jogo bonito de los brasileños desbordaba a sus rivales entre combinaciones electrizantes, maniobras inverosímiles, disparos endiablados y una plasticidad exagerada incluso para sacar de banda, como no podía ser de otra manera. El mero recuerdo de aquellos futbolistas mayúsculos y tan puramente brasileños debería bastar para que algunos de los actuales integrantes de la selección canarinha pregunten a sus padres en qué lejano país fueron adoptados. «Brasil nos ha enseñado cómo se juega al fútbol. Enfrente hemos tenido a un equipo tremendo, imparable, que lo posee todo para ser campeón», sentenciaba el seleccionador de Escocia, Jock Stein. Al jogo bonito le llovían tantas flores que aquello solo podía terminar en boda o en funeral.
Un enterrador italiano
La segunda fase del torneo enfrentó a las doce selecciones clasificadas en cuatro triangulares que debían conformar los cuadros de semifinalistas del torneo. El grupo C, con Brasil, Argentina e Italia, fue señalado enseguida como el grupo de la muerte pues, además de a las dos grandes favoritas en las apuestas, acogía a una selección italiana de la que nadie se fiaba y con razón.
Argentina fue la primera en probar el veneno de los transalpinos. Maradona recibió tantas patadas que habría necesitado a un economista para ocuparse de contarlas y los italianos terminaron por llevarse el partido por dos goles a uno. Aquella derrota dejaba al borde de la eliminación a la defensora del título y el partido contra Brasil adquirió tintes de conflicto bélico, otra batalla más tras la reciente derrota frente a los ingleses en las islas Malvinas. El partido fue bronco y Maradona terminó expulsado, impotente y desfigurado ante la superioridad brasileña. Los goles de Zico, Serginho y Júnior apenas recibieron respuesta en los últimos minutos, cuando Ramón Díaz anotaba el gol del honor con menos honra de la historia de los mundiales.
Así las cosas, el partido entre brasileños e italianos se transformó en una primera final para ambos, un duelo a muerte entre el jogo bonito y el catenaccio por una plaza en las semifinales del torneo. Tan segura estaba la prensa azzurra de la derrota de los suyos que cuesta creer que nadie en Brasil hiciera sonar todas las alarmas. Por la diferencia de goles lograda en sus respectivos partidos frente a Argentina, a Brasil le bastaba con el empate, algo que ni siquiera entraba dentro de sus cálculos pues un brasileño de entonces solo saltaba a un campo de fútbol para divertirse y ganar. Empatar, o como se dijera aquello, era un verbo de desconocida conjugación en aquella selección.
Paolo Rossi fue el encargado de certificar la defunción del jogo bonito con tres goles que todavía resuenan en las paredes del fútbol brasileño, un eco perturbador que impide analizar las cosas con cierta objetividad. Su primera puñalada, en el minuto cinco de partido, fue contestada por los brasileños en el doce por medio de Sócrates, futbolista y librepensador. El incontenible arrojo de la canarinha fue aprovechado otra vez por el enterrador Rossi, esta vez tras aprovechar un error de Toninho Cerezo en la gestación de la jugada, con todos sus compañeros enfilando campo italiano. No dejó de atacar Brasil, no sabía hacer otra cosa, y Falcão empataba el partido con apenas veinte minutos por jugarse.
Todavía hoy apuntan famosos intelectualoides del balompié que Brasil debió de conservar el empate y ceder la iniciativa a los italianos, algo muy sencillo de sostener a toro pasado, pues una de las grandes virtudes de los expertos analistas del deporte es explicar lo sucedido a raíz del resultado. Sin embargo, Brasil siguió buscando la victoria y la historia del fútbol terminó pagando un alto precio por su osadía. Un error del portero, Waldir Peres, dejó en bandeja la pelota a Paolo Rossi, que cavó un agujero profundo en el que los agoreros y los mediocres enterraron el jogo bonito para siempre.
¿Resurrección?
La derrota en Sarriá sirvió de pretexto para que una nueva corriente invadiese el fútbol brasileño, hasta entonces libre de ataduras y orgulloso de su esencia. En lo sucesivo, tanto los principales clubes como la selección nacional se afanaron en adoptar un estilo más europeo, un estilo mal llamando ganador. El talento natural se vio estrangulado por la táctica y el miedo a perder, por la racanería y el ego de unos técnicos que se creyeron más importantes que sus propios futbolistas. Brasil volvería a levantar la Copa del Mundo, primero en Estados Unidos y después en el campeonato organizado conjuntamente por Corea y Japón, pero sus victorias no terminaron de diluir el sabor a cobre y a ceniza alojado en la garganta del hincha brasileño.
15 años tenia cuando aquel mundial y aquel partido. Cuando Brasil fue eliminada pille uno de los disgustos de mi vida. La triste Italia termino ganando el mundial…………
El partido Brasil- URSS de la primera fase no tuvo nada de victoria solvente para Brasil. A los soviéticos le robaron el partido un árbitro español, de apellidos Lamo Castillo.
Caro Michelle; non credo proprio che l’italiani siano dei tristi, tenendo fermo che ti riferisci al tipo di gioco che praticarono, perché nell’animo già faccevano festa prima, durante e, ovvio, nella finale. Ancora oggi, quando vedono la rete di «Pablito» (cosi lo chiamano in Italia, alla spagnola) hanno un sorriso di orecchio a orecchio. Un gran abrazo de parte de un hincha de la gloriosa albiceleste, cada vez más amargado.
Fue una tragedia…tenia 9 años y desde entonces no puedo ver la selección italiana sin desearle el peor destino futbolístico posible y aborrecer a todo DT que proponga sistemas de juego con aroma a catenaccio…
Si, vamos a ver, le metimos 3 peras grandes asì a una Alemanya – como siempre – bastante calificada…
A diferencia de otras veces (que, lo reconozco, me dán verguenza) no hubo ningún «catenaccio»: sólo defensa fortísima. La italiana del Mundial ’82 fue una selección que llegó a maximizar, como nunca antes, la efectividad del juego. Una conciencia suprema del juego que fue de lección para todo el mundo futbolístico: a comenzar por los mismos brasileños.
Fuimos mejores y ganamos (y no sólo a Brasil, sino también, entre otros, a Argentina y Alemania).
Pero nuestro honor, como a menudo sucede, es la envidia de muchos. Y con la envidia, una óptima defensa se transforma invariablemente en odioso «catenaccio»: una forma de futbol – ajena a aquél de la Italia del 82 – esecrable cuanto se quiera, pero especialmente odiosa, no lo olvidemos, para los malos atacantes.
Lo siento, pero nadie nos quitará aquél fantástico y Mundial!
Giuseppe
Claro y de las patadas a Maradona por ejemplo ni hablamos. Todos sabemos como ha ganado Italia sus trofeos: con equipos cobardes y cînicos. Por suerte en el fùtbol y en la vida la victoria no lo es todo, y yo prefiero perder a ganar como lo ha hecho siempre Italia. Soy uno mâs de los que se alegran de que le vaya mal a la selecciôn de tu paîs.
Y que se desesperan cuando le va bien…;)
Tiene razón Alegret: el partido contra la URSS se lo guindó a los soviéticos el árbitro español.
Y, en parte, estoy de acuerdo con Giuseppe: el mejor fútbol de aquel mundial lo hicieron los brasieños, pero les faltó solidez y yo diría que hasta les sobró un punto de soberbia en el juego. A partir de su eliminación, los italianos fueron de largo los mejores.
No se sabrá nunca quién fue el primero en pronunciar las palabras «jogo bonito», pero si se sabe que se acuño en el primer mundial que se vio jugar a Pelé. Pelé era el jogo bonito.
Con respecto al Brasil-Italia del 82, para mi es el mejor partido de fútbol que he visto en mi vida. Dos selecciones épicas, cada una con su estilo que nos brindaron, a los privilegiados que pudimos verlas, un espectáculo irrepetible. Saludos.
Eu estava lá com meus 36 anos de idade. Apesar de não ser muito aficcionado do futebol vivi com muita emoção aquela partida. Me dava a sensação de que os jogadores estavam sambando pois mesmo sem a bola dançavam no gramado (Sócrates, Falcão, Edinho, Eder, Batista, Zico, Junior….). Um navio da marinha brasileira estava atracado no porto de Barcelona e recebeu ordens para permanecer com sua tripulação até a vitoria do Brasil pois sua orquestra foi destacada para animar a torcida. Lembro que ao som da orquestra, olhando uma enorme bandeira brasileira que cobria boa parte da torcida, e vendo aqueles artistas do futebol sambarem com a alegria de quem tinha a vitoria como certa, não resisti a emoção e chorava copiosamente junto com aquele mar de torcedores brasileiros. Mas o final desta tarde esplendorosa sabemos todos: Paolo Rossi nos tirou o pão da boca. Ficou a magia daquele grupo que nunca mais o Brasil conseguiu produzir.
Con el massimo rispeto a todos los comentarios anteriores, Brasil no supo competir durante veinte minutos y le costó el fracaso de un excelente grupo de futbolistas como no se ha visto desde entonces en esa selección.
Pero…el mejor fútbol o jugo bonito de ese Mundialazo de excelente fútbol fue la Francia de Platini, Giresse, Tigana, etc y que fue eliminada por la criminal agresión del portero alemán Schumacher en semifinales. Ni yo vi nada mejor en una competición larga ni Francia jugó mejor con Zidane. Simplemente ganaron después, como Brasil, pero no crearon afición. En España´82 además de esas selecciones se vieron grandes equipos y chapuzas propias de FIFA y la dirigencia-delincuencia española habitual, la época Samaranch3percent
No los respete tanto. Algunos son ridículos.
Y el autor va mucho de listo. Tener oficio y saber jugar con pragmatismo en un momento dado no significa traicionar tu esencia. Es ser listo y no andar además sobrado de arrogancia. A Brasil le faltó oficio y le sobró autosuficiencia en ese decisivo partido, que debió pensar que tenía ya ganado sin bajar del autobús.
Muy intelectualoide, parafraseándole, es el autor cuando asegura, y se queda tan ancho, que Italia jugó al catenaccio en ese partido. Más le valdría graduarse la vista, a él y a todos los demás intelectualoides que suelten semejante disparate.
Por otro lado, y aun siendo cierto que no tenían ese excelso estilo ofensivo del gran Brasil del 82 (era más bien una suma de individualidades) , decir que el Brasil que 20 años después ganó el Mundial no quitó a los brasileños ese sabor a cobre… Pues hombre, si Ronaldinho, Ronaldo, Rivaldo no eliminan el sabor a cobre, ya me dirá Vd quién lo eliminará. Sin comentarios.
El autor es además el típico tío listo que sólo sabe disfrutar de una forma de entender el fútbol. Y desprecia los demás estilos, en plan Cappa o Valdano. Esto revela una mentalidad muy pobre y estrecha. A mí tb me gusta más el estilo ofensivo y creativo que era el emblema de aquella gran selección de Brasil (tenía 10 años yo entonces) pero para hacer ese juego soberbio basado en el dominio constante tienes que disponer de auténticos superclases. Parece que el autor no asimila algo tan evidente.
No por preferir sin duda ese estilo, desprecio los demás. Es una pena que los valedores del pensamiento único en el fútbol sean tan superficiales como para no disfrutar de todos los aspectos y variantes que nos ofrece el deporte rey. No entienden, tan recalcitrantes ellos, que en el fútbol hay diversos caminos para llegar a la victoria.
Estoy de acuerdo que ese Brasil fue el mejor equipo de todos… un equipazo que jugaba con una alegría tremenda y que marca a todos de esa generación tal vez, los que eramos muy jovenes en el 82.
Me acuerdo de ese Escocia-Brasil porque marcó primero Escocia contra todo prognostico. Un pepinazo de Narey de fuera del area, que el comentarista inglés, Jimmy Hill, figura de burla y escarnio en Escocia durante décadas, intentó atribuir a la mera suerte, al decír que era un «toe poke», comentario que sentó fatal en Escocia y hasta el día de hoy…
Pero sabíamos que Brasil merecia ganar, y en Escocia casi queriamos que nos ganasen y que nos metiesen más goles, porque nos caían tan, tan, tan bien Socrates, Zico, Junior, Eder, Falcao….
Cuando Zico metió el 1-1, el portero escocés Rough (Raf se dice), ni le dió tiempo a moverse… la pelota entra como un relámpago y Rough se entera porque la pelota sale de por entre sus piernas al salir de la red…
Y era Alan Rough quien dijo la frase inmortal en los Mundiales de Argentina, en el 78, al saltarse el toque de queda y volver al hotel a altas horas de la madrugada y encontrarse con un soldado arengtino con su fusil en mano: «No dispares, soy el portero…»
Para ilustrar el artículo, un poco de arte: los 11 mejores goles de la Selección Brasileña en el Mundial de 1982.
https://www.youtube.com/watch?v=zZxvYy5-ekI
Los dos mejores equipos que he visto jugar nunca: Brasil 82 y España 2010
La selecciôn del 2010 fue de lo mâs aburrido que he visto en mi vida. Un equipo que no generaba ocasiones apenas, que no arriesgaba, parecida a lo de este ùltimo mundial, pero con jugadores en mejor estado de forma, un delantero de un nivel claramente superior a los que tenemos hoy en dîa y un santo en la porterîa. La selecciôn del 2008 fue la mejor de nuestra historia en cuanto a juego, lo que vino con del Bosque fue soporîfero, por muy bien que me caiga. Es mi opiniôn.
Brasil jugaba de cine, pero tenía un paquete de delantero centro incapaz de marcarle un gol a nadie, Serginho, además de un portero mediocre, algo que les sucedió bastantes veces.
En esta misma cabecera se publicó un texto sobre lo mismo con bastante más enjundia.
http://www.jotdown.es/2011/10/brasil-82-el-futbol-que-cayo-del-cielo/
Porque lo arriba escrito, decir, no dice mucho.
Por mucho que el pensamiento moderno se empeñe el futbol nunca será simplemente ganar como si hablasemos de los beneficios en la contabilidad de una empresa o los dividendos de unas acciones, una seleccion que no gano el mundial sigue despertando 35 años despues admiración y nostalgia.
Por otro lado, siempre he pensado, que los que aborrecen el futbol defensivo de una manera tan histriónica en realidad no le gusta el fútbol,la defensa es el 50% del fútbol, deporte que se compone, perdonen la perogrullada, de atacar y defender.
Mis jugadores favoritos son en su mayoría mediocampistas, y delanteros, pero el arte defensivo de la italia del 2006, (lo del 82 no lo considero catenaccio para nada) no me deseptertó nada más que admiración.
Así es. No era catenaccio. Sorprende que un tipo agudo como el autor del artículo se refiera a aquella Italia campeona como ejemplo de catenaccio. Y aunque lo hubiera sido, qué problema hay? A todos nos gusta más el estilo ofensivo y de dominio, con jugadores de calidad para gobernar con criterio el partido, pero no por ello hay que descalificar, y menos aún burlarse, otros estilos, defensivos y de orden táctico. Muy pobre, y además excluyente e intolerante, me parece el hecho de despreciar los estilos cimentados en la fortaleza defensiva y táctica.
El Brasil del 82 creo que se empachó de gloria y se creyó campeón excelso e histórico muy prematuramente. Se durmieron en los laureles de su superioridad y de los elogios desmedidos de los periodistas. Tras ganar a la URSS, con un brillante segundo tiempo y con la ayuda de Lamo Castillo (que no quiso señalizar dos penaltis de libro contra los brasileños, uno con 1-0 a favor de los soviéticos y otro con 1-1), a qué rivales de entidad ganó Brasil. Incluso la URSS, equipo fuerte, nunca ha hecho nada en los mundiales salvo el del 66 en Inglaterra, en el que fueron semifinalistas.
Cuando tuvieron enfrente a un rival de categoría, Argentina, ganaron sí, pero el 3-1 fue engañoso. Y ante Italia pudieron ser más pragmáticos. Y eso no lo dicen, como mal asegura el autor en este (para mí) desafortunado articulo, los intelectualoides a toro pasado. Lo decían ya muchos periodistas in situ. Faltó en aquella selección brasileña oficio, listeza y sobró prepotencia (aunque salvo Sócrates qepd, que mostró muy mal perder, los jugadores canarinhos felicitaron a Italia) y vender la piel del oso antes de cazarlo. Los elogios, merecidos a la par que desmesurados, por parte de la prensa, les hicieron un flaco favor en este sentido. Se endiosaron antes de tiempo y debieron pensar que el título sería un paseo militar. Sobraron tb un portero de chiste y un delantero centro tb de tebeo
La Italia del 82 defendia bastante peor que la de 2006. Pero echaba el resto con unas hostias que hoy serian impensables. Otros tiempos.
Italia le gana bien a Brasil, no hubo nada raro, ni juego sucio ni catenaccio ni nada. Incluso cuando van empatados a 2, Tele Santana saca a Paulo Isidoro para tapar la banda derecha, así que no es verdad lo que algunas veces se comenta que perdió el romanticismo porque se fueron a ganar el partido y todas estas cosas. Es más, el día de Argentina, Brasil le da la pelota a los argentinos y se dedican robar el balón y aprovechar los huecos que dejaba la selección de Maradona. Brasil maravilló sobre todo en el partido contra Escocia y marcó goles soberbios durante todo el campeonato, un total de 15, una media de 3 por partidos. Pero Brasil también se vio favorecida por los árbitros, como han comentado más arriba, el día de la URSS fue de traca, luego le perdonan un claro penalti cometido sobre Maradona con 1-0 en el marcador, y a Italia le anulan un gol legal. Aún así, dejó un gran recuerdo a buen fútbol.
alguien lo ha comentado por aquí: la gran selección del 82 era la gloriosa Francia de Platini, Giresse y Tigana, y qué grandes partidos vimos, tenía 12 años y no he vuelto a disfrutar nunca más de un campeonato del Mundo como ese, y paradojicamente el único partido que vi en directo fue el de inauguración en el camp Nou (el niño, la pelota, la paloma…) un insufrible Argentina-Bélgica. El Brasil-Italia, la semi Alemania-Francia, la final, la Polonia de Boniek, Rumenigge, Kevin Keegan, Tardelli y Paolo Rossi, Falcao-Cerezo-Socrates… la lamentable España de Santamaría… irrepetible…
Ya ahora con cosas como el VAR,dudo mucho que haya nada tan romántico como aquel Brasil de 1982.No llegaron ni siquiera a semifinales…,ni falta que les hizo para conquistar nuestros corazones!! A eso,señores, se le llama…MAGIA.
Lo fue. Tanta magia como arrogancia y fundamentalismo (sólo nosotros sabemos jugar al fútbol ⚽️ llegaron a decir los jugadores de Brasil).
De hecho, visto con la perspectiva del tiempo casi parece mejor que no ganaran el Mundial. Porque este halo de románticos perdedores representantes de un jogo bonito único (que lo era, técnicamente únicos) les ha elevado a los altares de un modo tan desproporcionado y acrítico que sorprende. A mí por lo menos. Es ya adulación lo que le profesáis al Brasil de 1982.
Yo tenía 10 años entonces y, bendita inocencia, me entristeció la derrota de los magos brasileños, que además consideré una profunda injusticia, con mi consiguiente tirria hacia los italianos.
En cambio, pocos años después (y, desde luego, muchos años después más aún y con más razón) cuando uno MADURA ,DEJA LA NIÑEZ Y APRENDE A DISFRUTAR DE VERDAD DEL FÚTBOL CON TODOS SUS ESTILOS, es capaz de admirar la GESTA ITALIANA. Porque fue una hazaña que no se ha repetido. Y los malos perdedores brasileños (pues salvo Falcao no reconocieron la justicia del triunfo memorable de Italia y Falcao probablemente porque jugaba en la Roma) no tuvieron la deportividad de reconocerlo.. Narcisistas impenitentes.
Es bueno que siga Vd teniendo ese ingenuo niño dentro, como yo entonces con 10 años, pero eso no debería privarle de la necesaria capacidad crítica. Aprecie todos los estilos porque si nos quedamos sólo con uno (que tb es el que más me gusta a mí pero hacen falta verdaderos artistas para desplegarlo, y evidentemente muy pocos equipos los tienen) caemos en un simplismo infantiloide.
Por mi parte, yo además en 1986 tras el ROBO VERGONZOSO A ESPAÑA en el primer partido del Mundial de México le cogí una tirria tremenda a Brasil viendo esos descarados robos. Contra la URSS 4 años antes lo sufrieron los soviéticos. A Brasil había que «compensarles lo de España 82» y nosotros estábamos en su camino en ese primer partido. No es nada personal, son sólo «negocios». MAFIA.
Ahí SE ACABÓ LA EDAD DE LA INOCENCIA en cuanto te das cuenta del poder omnímodo de su Santidad Havelange y de la corrupción de la FIFA. Un duro y súbito baño de realidad que deja en segundo plano el romanticismo, no siempre bien entendido. Realismo vs romanticismo. Pues yo me quedo con el primero pero sin despreciar el segundo. Sólo trato de no idealizar.