Música

Mick Jagger, su lujuriosa majestad

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Mick Jagger, 1976. Fotografía: Graham Wood / Getty.

Está todo escrito sobre él. Todo está dicho. A saber: Michael Phillip Jagger (Dartford, 1943), nacido en plena II Guerra Mundial en el seno de una familia de clase media. Cursó estudios en la prestigiosa London School of Economics, de donde salió sin título pero reconvertido en Mick Jagger, el músico. El socio de Keith Richards. El cantante de los Rolling Stones. Como buena rockstar ha coqueteado con las drogas y ha estado en la cárcel. Cumplidos los setenta y cinco es el Stone políticamente correcto, el de la cabeza fría, el que se codea con la jet set. La mente pensante que ha hecho de los Rolling Stones una de las empresas más exitosas de la historia del siglo xx. La Satánica Majestad rebautizada como sir Mick Jagger es todo eso y en realidad es una sola cosa: la lujuria.

En los cimientos del mito de los Stones está el chico de pelo revuelto, acento cockney y bragueta apretada. Morritos Jagger es la encarnación del casanova moderno, capaz de hacer lubricar a miles de fans desde el escenario con un solo golpe de cadera. Un depredador sexual. Un mito que convirtió sus memorias en uno de los objetos más codiciados de la industria editorial. A comienzos de los ochenta una firma le pagó un millón de libras como anticipo para que escribiera su autobiografía. Jagger, aquejado de una especie de amnesia, olvidó todos los excesos de su biografía y donde los editores esperaban encontrar las aventuras de alcoba de un demonio lascivo, solo hallaron un libro tan aburrido que jamás llegó a publicarse. Así que hay que tirar de biógrafos no autorizados como Christopher Anderssen para cifrar en cuatro mil el número de amantes que han desfilado por la cama de su satánica majestad. La cama, la habitación de hotel, el sofá o el camerino, porque la vida de los Rolling Stones durante las décadas de los sesenta y los setenta se escribió entre suites desordenadas, groupies y aviones privados. Es imposible imaginar cuántos habrán sido los piropos y las frases susurradas al oído para llevarse a la cama a mujeres cuyos nombres olvidó o ni siquiera llegó a conocer.

El ascenso social siempre ha sido una de las obsesiones de Mick Jagger. Chrissie Shrimpton tenía diecisiete años cuando en su camino se cruzó el líder de los Stones. Ella era la hermana pequeña de Jane Shrimpton, la primera top model, el icono de la Swinging London. Un pasaporte hacia las portadas que Jagger no desaprovechó. Mick y Chrissie fueron novios «formales» entre enero del 63 y junio del 66. Estrictamente controlador y celoso, infiel sistemático, a veces la hacía caminar varios pasos por detrás de él y la tachaba de poco moderna. Dicen que fue fuente de inspiración de temas como «Under my Thumb» o «Stupid Girl». Loca de amor y de abandono, Shrimpton trató de suicidarse con una sobredosis de somníferos. Jagger, que la había destrozado en vida, la encontró a tiempo y evitó su muerte. Pero antes de aquello el músico ya había dado por terminado aquel noviazgo y había empezado a poner en práctica una de sus aficiones favoritas, la de solapar relaciones sentimentales. Antes de acabar con Chrissie, a la puerta de su alcoba ya había llamado Marianne Faithfull. La cantante de rostro angelical que había dejado sin respiración al Londres de los sesenta se embarcó en un romance autodestructivo que terminaría con su descenso a los infiernos. Las infidelidades de Jagger —que incluso seguía visitando sin previo aviso la residencia de Chrissie Shrimpton para acostarse con ella— fueron respondidas por la bella Marianne, que tuvo un lío con el mismísimo Keith Richards. Una sola noche de pasión con la que el guitarrista de los Stones también buscaba venganza: el insaciable Jagger se había acostado con su novia, Anita Pallenberg. Una espiral de sexo para saldar deudas en la que la peor parada fue Marianne Faithfull. Tras un aborto y un intento de suicidio llegó el abandono de Mick. La cantante acabó enganchada a la heroína, anoréxica y viviendo en las calles de Londres. A cambio, la dupla Richards-Jagger le regaló canciones como «As Times Goes By».

La música y el sexo son las dos pulsiones que alimentan la vida del cantante. En Shine a Light, el documental sobre los Stones que rodó Martin Scorsese, Jagger explica que la adrenalina de actuar en directo solo es comparable a la de practicar sexo. Una adicción igual de poderosa: «Para hacerlo bien, no se puede hacer constantemente. Hay que buscar el momento adecuado. Es como cuando uno es joven y piensa que debería practicar sexo todo el tiempo. Si uno está leyendo un libro, lo único que piensa es: “¿Por qué estoy leyendo un libro? ¿Por qué no estoy practicando sexo? Estoy perdiendo el tiempo si no estoy practicando sexo”». Y a su satánica majestad no le gusta perder el tiempo.

En 1969 llegó el turno de Marsha Hunt, una actriz afroamericana que actuaba en el musical Hair. En el concierto que los Rolling Stones dieron en 1969 en Hyde Park, en el que doscientas mil personas rendían homenaje al recientemente fallecido Brian Jones, Marianne Faithfull y Marsha estaban separadas por unos pocos metros. Mick Jagger abrió la actuación interpretando «I’m Yours and I’m Hers» («Soy tuyo y de ella»). Marsha Hunt se convirtió en su musa negra durante unos pocos meses. Una relación corta que dejó una canción inmortal, «Brown Sugar», y una hija, Karis. Cuando nació, papá Jagger envió a la madre de su primogénita un telegrama y un ramo de rosas rojas. Él ya tenía otra novia, Bianca Pérez-Mora. Nicaragüense, de buena familia, formada en el Instituto de Estudios Políticos de París. Bianca representaba el ascenso social con el que siempre había soñado el chico de Dartford, por fin podría hablar de tú a tú con la jet set internacional. Se casaron en Saint Tropez y cinco meses después nació su hija Jade. Pero Jagger no sentó cabeza. Philip Norman cuenta en Mick Jagger, una biografía no autorizada, que «durante todo el tiempo que estuvieron juntos, Bianca llegaría a creer que Mick se había follado a todas las mujeres de los Stones excepto a la de Charlie». Lo que sabemos es que terminó follándose a la mujer de Bryan Ferry. Cuando en 1978 Bianca Jagger solicitó el divorció por adulterio, el cantante de los Stones estaba liado con la modelo Jerry Hall, pareja de Ferry.

Durante casi veinte años Mick Jagger y Jerry Hall fueron pareja. En sus memorias, Tall tales, Hall relata que en los inicios el suyo fue un romance apasionado «de esos de cuatro polvos al día». Tuvieron cuatro hijos y pasaron por el altar. Pero durante todo ese tiempo no dejó de hablarse de la vida sexual y de los escarceos amorosos del músico, que no fueron precisamente discretos. Se ligó a la novia de Eric Clapton, la entonces modelo Carla Bruni, con la que mantuvo un romance de idas y venidas. Jagger volvía a poner en práctica dos de sus aficiones: el solapamiento de relaciones y el «robo» de la pareja a un tercero. Jerry Hall aguantó estoica los rumores de múltiples infidelidades, esos que se supone seguían engordando la lista de cuatro mil amantes de Jagger, hasta que una de las que tenía que permanecer en el anonimato interpuso una demanda de paternidad. La brasileña Luciana Giménez se convirtió en la madre del séptimo hijo del cantante de los Stones, Lucas. Y llegó el inevitable divorcio del matrimonio Jagger-Hall.

En la historia del líder de los Rolling Stones se entremezclan sus parejas oficiales y la leyenda. Mucho se ha escrito sobre el supuesto romance que mantuvieron Mick Jagger y David Bowie. Una poderosa atracción sexual que habría sido conocida por la propia esposa de Bowie, Angie, la mujer que habría inspirado la «Angie» de los Stones. ¿Una canción inmortal a cambio de una infidelidad? Tampoco está muy claro el tipo de relación que unió al músico y a Margarita de Inglaterra, la hermana de la mismísima reina Isabel II, pero mucho se ha escrito sobre noches salvajes de sexo, drogas y alcohol en Londres y en la isla caribeña de Mustique. La modelo Janice Dickinson proclamó al mundo que Jagger tenía «un pene muy pequeño», una teoría que más tarde alimentó Keith Richards en su biografía. Y los nombres de Tina Turner, Brigitte Bardot, Angelina Jolie o Uma Thurman estarían en esa lista de amantes nunca confirmada por sir Jagger.

Su penúltima novia reconocida fue la diseñadora L’Wren Scott. Ella tenía veintiún años menos que el Rolling Stone y medía trece centímetros más que él. Trece años fueron pareja, hasta que ella hizo realidad lo que antes intentaron Chrissie Shrimpton o Marianne Faithfull. Se suicidó. Nueve meses después Mick Jagger presentó en sociedad a su última conquista, Melanie Hamrick.

Cumplidos los setenta y cinco y convertido en bisabuelo, el cantante de los Rolling Stones sigue siendo un imán infalible para fotógrafos, artistas y mujeres. Incansable sobre el escenario, uno solo puede imaginar el final de Morritos Jagger como un gran orgasmo.

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23 Comments

  1. Para tratar de entender la irrefrenable proliferación del organismo biológico “Humano” sobre el planeta, se me presentan siempre dos imágenes, de ciencia y de arte, ambas con la parte femenina como atracción ineludible, que en las ciencias de las causas finales sería la correcta: es el femenino que llama, hay que poblar el mundo, y con urgencia, y así se presenta en la primera: un inmenso, esférico e imperturbable óvulo femenino asediado de una horda de pequeñísimos espermatozoides, temblorosos, incansables, desorientados, angustiados, que no saben a qué santo votarse para perforarlo, hasta que al final, un afortunado. Y paf. Hecho, la calma retorna. Por el destino de los demás espermatozoides se podría decir, salvando las distancias, que es el primer genocidio. La segunda es el famoso cuadro de Coubet, “El origen del Mundo” que no necesita explicación, pero en el caso de este muchacho, como de tantos otros “sex symbols” la primera imagen no corresponde a la realidad. La horda de asediantes son féminas. Tal vez la componente femenina en ellos sea mayor que en la de los demás mortales, y esto sí que me da envidia. Muchas gracias por la excelente y desopilante divulgación.

  2. Dolores Varios

    Pues siento disentir contigo, soy baterista y Mick Jagger es uno de mis maestros, y como a mi a muchisimos bateristas del mundo nos ha influenciado, no voy a perder el tiempo en exponer sus cualidades ante personas que no las aprecian. :DDDDDDD

  3. Creo que me he explicado mal, y encontrar un sentido a la realidad de este fenómeno no es fácil. Yo lo aprecio, y cómo! Me ha hecho bailar y divertirme. Lo único que quería hacer notar es que todos poseemos una componente femenina (lo que hagan con sus vidas privadas no me interesa) pero me llama la atención que él, como tantos otros, posea y ponga en práctica esos rasgos, mecanismos y cualidades esquisitamente femeninos, como ser sus labios carnosos, ser casi lampiño, mover las caderas, tocarse los genitales en esa confusión de música y colores en donde el género desaparece, en definitiva un genio aunque bastante feo. Y ahí tenemos a Rodolfo Valentino, a Elvys Presley, Michael Jackson, David Bowie, el cantante de The Cure, Fredy Mercury. Nos hacían volver locos, más a las mujeres que a nosotros. Solo eso,

  4. Altiplano

    A falta de talento para hacer buenas canciones o voluntad para coger un libro, bueno es un buen polvo

  5. Valentín

    pichí pichá

  6. Johnny Trash

    Menudo matao este Mick. Solo 4.000 amantes. Con eso, Wilt Chamberlain no tenía ni para empezar.

    • Wladimir Rojo Carrillo

      Pues si, este como Julio Iglesias. A falta de voz ( entre otras cosas ) libro al canto.

  7. Johnny Trash

    Por cierto, creía que Jot Down era una revista cultural, no de cotilleo.

    • Wladimir Rojo Carrillo

      Es que los Rolling Stones sin el cotilleo habrian llegado a la altura de los Yardbirds . Y que conste que estos, con sus limitaciones, me gustaban un monton mas. Pero como siempre, para gustos se hizo la musica.

      • Sobrevalorado

        El cotilleo alzó a los Stones al éxito masivo que no alcanzaron los Yardbirds, asegura Wladimir, quien reconoce, ojo, que estos últimos le gustaban más. Como si su premisa inicial no hubiese quedado clara, vamos. Y ahora que ha quedado más que clara su opinión sobre el valor artistico y los merecimientos de ambos conjuntos, se descuelga con una vuelta de tuerca a una frase hecha que lo relativiza todo y nos devuelve al punto de partida.

        Mire usted, señor, no. Le digo no. No puede embarcarnos en esta montaña rusa de emociones para luego dejarnos tirados como si nada, como si pa qué. Y no nos venga que lo importante no es el destino sino el viaje en sí mismo, no. A otro perro con ese hueso.

        • Wladimir Rojo Carrillo

          Sobrevalorado, si tienes un campo cerca donde crecen amapolas, vete alla y lleva un cesto bien grande. Si quieres vacilar, empieza con tus parientes mas cercanos y luego ya veremos.

          • Jmvalles

            Sé deportivo, hombre. O al menos, aclara qué querias decir (yo al menos me he perdido un poco ) y se la devuelves con elegancia. Es una sugerencia desde la grada.

          • Sobrevalorado

            Que los Stones triunfaron por el cotilleo… ¿Esa era la tesis, Wladimir?

  8. David v

    Escribir no ya ‘As time goes by’ sino ‘As times goes by’ lo dice ya prácticamente todo. Desde el triste episodio de la ya fallecida Pilar Trenas hasta Àngel Casas creyéndose las chorradas de las que vivía Angie Bowie (lo de la canción era sólo la primera de una ristra delirante), Jagger no ha tenido mucha suerte con la prensa española.

  9. Entiendo el componente fama y glamour que atrae a cierto tipo de mujer como la miel. A pesar que se acercan a un tipo (reconozcamoslo) feo como pegar a un padre que ni mirarian a la cara si no fuera quien es. Y que ademas tienen que SABER (no sospechar… SABER) que es un infiel cronico ademas de bastante cabron

    Aun asi se arriman, no se si para ganar en status, por fanatismo de la leyenda, el oropel o porque pretenden de verdad lo de «ya lo cambiaré». Que luego se lamenten dice a las claras el autoengaño severo que se impusieron.

    Tuvieron lo que buscaban, ni mas ni menos. La fama por el lado brillante, el abuso infidelidad por el lado menos brillante. Lo de «robar» la pareja de un amigo pues mira… son seres humanos no? digo yo que ellas tambien podrian mandarlo a donde amargan los pepinos, pero se ve que a ese nivel de farandula no se estila ningun tipo de valores

  10. Sobrevalorado

    ‘Angie’ es de Keith Richards. De verdad, ¿aún estamos así?

  11. Juan Racer

    Gustarán más o menos, pero negar la grandeza y trascendencia de los R.Stones, es tan de cenutrio como hacerlo de los Beatles o de B.Dylan.
    Percibo más bien algo de esnobismo hater rollo soy especial, que un argumento con conocimiento de causa.

  12. Asun Tifa

    No sé, lo he visto siempre muy poco hombre, baboso cantidad. Me daría auténtico ascazo estar entre sus brazos de pollito y ni loca dejaría que me besara con esos labiazos de hotentote. Para entendernos, a mí me gustan los hombres como Clint Walker.

  13. Pingback: Sin prójimo, ¿hay moral? Sin proximidad, ¿hay ética? (2) - Jot Down Cultural Magazine

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