La premisa de la que parte Un lugar tranquilo tiene cierta inconsistencia, de acuerdo, y si nos ponemos a pensar en ella durante unos minutos se nos ocurren unas cuantas objeciones que echarían abajo ese mundo posapocalíptico y la conducta de quienes lo pueblan. Pero el panorama cinematográfico actual es un desierto tan seco de originalidad que para mojar los labios es tentador hasta chuparle un ojo al de al lado, así que, a pesar de su, en comparación, minúsculo presupuesto, la película ha logrado recaudar más de trescientos treinta millones de dólares hasta el momento en todo el mundo. Tal vez parte de su éxito se explique por que, una vez aceptamos ese voto de silencio de los protagonistas (porque sí, y punto), esto paradójicamente nos permite acercarnos a ellos, la historia se vuelve mucho más cálida y alcanzamos la intimidad de quienes ya tienen tanta confianza que pueden permanecer juntos sin hablar, como dijo primero Godard y luego Tarantino. Un oasis frente al habitual estruendo de quien pretende impactar al espectador dejándolo sordo. Y es que el silencio es un recurso muy útil para aquello que quiera contarnos una película: según el momento puede darnos un respiro o incrementar la tensión, aproximarnos a alguien o hacerlo más enigmático, y a menudo termina sugiriéndonos más cosas de las que expresaría una línea de diálogo. Al fin y al cabo el cine se pasó las primeras tres décadas siendo mudo y en los últimos años otras, además de la mencionada, han hecho del silencio una seña de identidad, como The Artist, Up o Wall-E. Recordemos a continuación algunas de esas escenas sin apenas diálogos, ni ruido ambiental ni banda sonora (o al menos con una que no se haga notar demasiado). Voten su favorita o añadan la que quieran en los comentarios.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
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Hasta que llegó su hora
Los protagonistas de los wésterns acostumbran a ser hombres de pocas palabras que ya expresan con la mirada y el revólver todo lo necesario, tan secos como el entorno que les rodea. Que, por cierto, en este caso corresponde a la localidad granadina de La Calahorra. Estamos ante una de las secuencias de apertura más memorables que se hayan rodado, en la que se nos presenta a tres personajes cuya espera se hace más tensa debido a ese silencio perturbado por el chirrido de una turbina de viento (sonido que luego se aprovechó en un conocido tema musical).
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Río Bravo
El cine desde sus inicios tuvo que hacer de la necesidad virtud y sacar el máximo partido del lenguaje visual. Cuando llegó el sonido se le hizo un hueco, cómo no, pero casi por cortesía, porque los grandes directores siempre fueron capaces de situar a sus personajes sin articular palabra. Aquí tenemos una historia que podríamos seguir perfectamente quitando el volumen: de un vistazo sabemos quién es el bueno, el malo y el débil de carácter (cuya redención articula la trama), ni siquiera es necesario escuchar a John Wayne diciéndole al otro que está arrestado, porque el contexto lo deja claro.
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Mí tío
Jacques Tati fue un cineasta francés originalísimo, cuyas películas parecen futuristas incluso sesenta años después, como es el caso de Playtime o de la que tenemos sobre estas líneas. Se caracterizan además por una burla corrosiva de la sociedad moderna y por sus escasos diálogos; de hecho, dejó muy claro de qué fuentes bebía cuando, al recibir en Hollywood el Óscar por Mi tío, aprovechó el viaje para visitar a quienes fueron las grandes estrellas del cine mudo.
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Drive
El laconismo en un personaje suele ser un recurso para expresar una atormentada vida interior, un carácter reflexivo e inteligente y la madurez de quien ya ha visto de todo y simplemente observa con distanciamiento irónico el teatro de la vida. Aunque en este caso, según muchos, lo que le pasa al protagonista es que es bastante lelo y un muermo de tío. División de opiniones. De cualquier forma, la película supo aprovechar esos abundantes silencios para introducir una banda sonora que dio un fuerte impulso al regreso de la moda ochentera synthwave/retrowave.
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En busca del fuego
La escena es breve pero sirve para relatarnos una bonita historia de amor desde los inicios hasta su desenlace. La película en conjunto es una maravilla y, pese a carecer de diálogos en buena parte del metraje, cabe señalar que del desarrollo del lenguaje corporal se encargó el eminente zoólogo Desmond Morris, mientras que, por su parte, de los rudimentos del lenguaje verbal el responsable fue Anthony Burgess, autor de La naranja mecánica.
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Banda aparte
Mencionábamos antes a Godard y a Tarantino, que aquí encontró otra influencia para aquel baile tan característico de Pulp Fiction. En este momento en concreto lo que tenemos es un diálogo entre los dos ladrones y la chica que se une a ellos rematado por un minuto de silencio (en realidad treinta y seis segundos) en el que se elimina todo sonido ambiental.
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El submarino
No debía ser cosa fácil formar parte de la tripulación de un U-Boot si a la sensación de claustrofobia se le añadía una posibilidad de morir del setenta por ciento. Un superviviente narró en un libro lo que suponía el día a día ahí embarcado y es lo que aquí se adaptó a la pantalla con gran fidelidad. Este tenso silencio bajo un destructor enemigo, sin grandes derroches de efectos especiales, atrapa mejor nuestra atención que cualquier batalla superheroica tan abundante en estos días.
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Misión imposible
En unos días estrenarán la sexta entrega de la saga, no sabemos si los comentarios que la sitúan como la mejor de todas son algo más que propaganda, pero lo que tenemos claro a estas alturas es que imposibles tampoco son esas misiones, al menos el protagonista ha salido vivo de las cinco anteriores. De la primera, en cualquier caso, hay que decir que Brian de Palma, como es costumbre en él, tomó buena nota del cine de Hitchcock, quien ya conocía la importancia del silencio como elemento de suspense. Por ejemplo, esta escena que todos recordamos: si bien es algo ruidosa, su única fuente de sonido es el del motor de la avioneta, donde reside la amenaza.
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No es país para viejos
Del estrecho vínculo entre la música y el cine ya hemos hablado en varias ocasiones, aunque ejemplos como este demuestran que no es una fórmula exacta. Los hermanos Coen decidieron prescindir casi por completo de banda sonora, lo que unido a la escasa locuacidad del personaje de Javier Bardem da lugar a momentos como este.
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Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera
Decía Buda que el silencio es un espacio vacío, y el espacio es el hogar de la mente despierta. Lo cual convendremos en que es mucho más elegante que decirle a alguien «¡Cállate!», aunque la finalidad sea la misma. Viendo la filmografía de Kim Ki-duk está claro que tales enseñanzas orientales le han calado profundamente, porque Hierro 3 era prácticamente una película muda y en esta otra también va casi todo por dentro de los personajes.
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2001: Una odisea del espacio
Kubrick logró algo tan contradictorio como dotar de trasfondo filosófico a la historia y al mismo tiempo hacerla eminentemente visual. Los diálogos son escasos y es además meticuloso al evitar incluir sonidos en un entorno en el que no pueden propagarse, de lo que queda constancia en la escena de la muerte de uno de los tripulantes de la nave Discovery, o en la inmediatamente posterior, en la que su compañero debe hacer un breve paseo espacial sin casco.
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El guateque
No era menor la odisea que, ese mismo año del estreno de la anterior, le suponía a Peter Sellers recuperar su zapato en esta fiesta, donde, a pesar de su empeño en ser educado y discreto, se veía atrapado en una sucesión de situaciones embarazosas.
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El silencio de un hombre
El título es bastante elocuente sobre el carácter hermético del protagonista, algo muy adecuado para quien se gana la vida como asesino a sueldo. El director, Jean-Pierre Melville, dejó una profunda huella en el cine negro con este tipo de personajes, para los que encontró inspiración en el ambiente de tipos recios y poco dados a la ligereza que encontró durante su paso por la resistencia francesa.
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Sopa de ganso
Groucho Marx fue un actor excepcionalmente articulado e ingenioso en el uso de la palabra, pero ¿cuántos de nosotros, si tuviéramos que elegir su momento más brillante, no tomaríamos esta escena del espejo? En realidad, parte del mérito le corresponde al director Leo McCarey, que tuvo una amplia experiencia en el cine mudo con figuras como Laurel & Hardy, y es algo que se deja traslucir aquí. Por otra parte, el sketch en torno a un espejo roto ya existía previamente, aquí tenemos una película de 1921 y, si nos remontamos a 1916, vemos que Chaplin tenía una rutina también en esa línea, aunque menos elaborada.
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El final de Centauros del Desierto. La puerta de la casa se cierra y Ethan se queda fuera.
Sr Bilbao: es ud. un auténtico crac en temas cinéfilos. Se lo dice una persona de 72 años que ha visto miles de películas, que sigo viendo una o dos películas al día y que he escrito un libro sobre Medicina y cine. Mi admiración por sus artículos. Cada vez se me hace más difícil votar por la calidad de las escenas escogidas en cada uno de sus artículos.
Gracias por su ciencia y por hacernos recordar y pensar,
Escena final de La Notte de Antonioni
Esta escena de La Sociedad del Semáforo también es muy buena https://www.youtube.com/watch?v=vaACOqwlS3U
Si pensamos que esa escena muda se halla incluida en la mejor película de todos los tiempos, o sea, «2001», pues esa podría ser para mí la mejor. Aunque si consideramos escena muda la que no tiene diálogos entre Joseph Cotten y Alida Valli, pero sí la cítara de Anton Karas en la escena que, además es final, en «El tercer hombre», pues ya está liada porque tampoco es moco de pavo que digamos.
marnie la ladrona tiene escenas en silencio muy buenas.
Ahí van dos que me extraña que no aparezcan
1) La escena de Centauros del desierto en la que la cuñada de John Wayne ordena su ropa mientras Ward Bond mira con aire socarrón
https://www.youtube.com/watch?v=CDghfgrkQfQ
2) Muchas de Hitchcock pero me que do con esta de Los pájaros antes del ataque a a la escuela
https://www.youtube.com/watch?v=ydLJtKlVVZw
Aquella impresionante Set piece de «Hijos de los hombres», en la que Clive Owen, llevando el bebé en brazos, detiene una batalla. No es exactamente un escena silenciosa, pero no me negaréis que el silencio resuena por toda ella.
Echo en falta el silencio absoluto del alarido de Michael Corleone con su hija muerta entre los brazos en El Padrino III.
Muy buenos todos, pero yo habría buscado un hueco para los primeros minutos de There Will Be Blood.
La escena del túnel y el sonido del bate de béisbol en malditos bastardos es gloriosa
Ignacio,,,no sé si fué telepatía o que se yo….El caso es que iba a comentar exactamente la misma escena de ese peliculón. El silencio en esa toma es tremendamente doloroso, una pena que desgarra el alma…Aah, porque, hay una escena, también en silencio, que está ligada…( La señora acariciando la chamarra de Ethan )…seguro lo recuerdas. Acá en México, la película se llamó: «Más corazón que Odio»…muy atinado por cierto. Saludos.
Y qué decir de la escena del robo en el banco de la espléndida Rififí. Lo único que se escucha son las herramientas al ser usadas, los escombros al romperse, de ahí…ni una sola palabra, toda comunicación es gestual.