Los ángeles tocan el arpa, el demonio el violín. Los músicos pertenecen a la estirpe de Caín, pues uno de sus descendientes fue Jubal, «padre de todos los que tocan arpa y flauta», pero también tienen en el santoral a una protectora, santa Cecilia, que murió cantando mientras le infligían tormentos para que abjurase de su fe. Dijo Lutero que con música el hombre puede ahuyentar al diablo, pero este también tuvo su género musical favorito, el jazz. Por lo que vemos el cuarto arte ha sido el más disputado entre ambos contendientes y por cada canción loando al Altísimo podemos encontrar otra para reivindicar al ángel caído. Ha llegado entonces el momento de escoger un vencedor, aunque para delimitar el terreno nos centraremos únicamente en temas de pop y rock y dejaremos fuera «Sympathy for the Devil» para que esté más igualada la lid. Así que voten su favorito y que gane el que Dios y el diablo quieran.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
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«Laughing With», de Regina Spektor
La letra de esta canción, interesante aunque con cierto poso de resentimiento, va desgranando una serie de situaciones, desde la espera de un resultado médico hasta un avión que se agita incontroladamente, desde policías que llaman a tu puerta para darte malas noticias a la espera de unos hijos que no llegan, y las que remata diciéndonos: «¿Qué, ahora no te ríes de Dios, eh, blasfemo?». La vida es dura, claro que sí, por eso precisamente reímos cuando tenemos ocasión, no nos ates tan corto, mujer… Por otra parte la voz es inmejorable y corresponde a una cantante y pianista moscovita de fe judía que emigró a Estados Unidos.
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«Me and the Devil», de Soap&Skin
El tema original corresponde a Robert Johnson, un genio del blues que, tras beber whisky envenenado, murió a la edad de… veintisiete años, si tras eso no está la mano del diablo ya me dirán. Pero sobre él ya tratamos en su momento en este artículo basado precisamente en versiones de sus canciones. La que tenemos sobre estas líneas se dio a conocer recientemente a través de la serie Dark.
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«Oh Happy Day», de Edwin Hawkins
En este caso para remontarnos a la pieza original debemos retroceder mucho más tiempo, hasta el año 1755, que es cuando fue publicado el himno protestante «Oh Happy Day, That Fixed My Choice». Edwin Hawkins formaba parte desde niño del coro de una iglesia pentecostal californiana, donde entró en contacto con esa composición, la dotó de más ritmo y la convirtió en un gran éxito a finales de los sesenta. Es llamativa la cantidad de películas de cuya banda sonora ha formado parte desde entonces, quizá la alegría contagiosa que transmite de inmediato resulta ideal para remarcar un giro en el guion.
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«Devil’s Dance», de Metallica
Por lo general, la música que se ha asociado al diablo, más allá del contenido de sus letras, es aquella rítmica que incita al baile, pues el baile lleva a la lujuria y esta a la perdición. Así que podemos encontrar referencias a la expresión «baile del diablo» en todos los ámbitos, desde la tradición catalana de ball de diables, hasta la danza del diablo de Tijaraje, en Canarias, pasando por la película Baile con el diablo. En el caso de este tema la letra remite a pasajes bíblicos, un recurso muy frecuentado en la música como ya vimos en su momento.
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«God & Guns», de Lynyrd Skynyrd
«Dios y las armas nos mantienen fuertes, que es en lo que este país fue fundado». Duro y a la encía, es toda una declaración de intenciones este estribillo de una canción que daba también título al disco, que fue publicado en 2009.
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«Running With the Devil», de Van Halen
Esta vez ya no es bailar sino correr con él, en un tema que nos habla de alguien sin ataduras, libre, pero también algo melancólico al darse cuenta de que nadie lo espera en casa, de manera que la vida fácil no es tan fácil. Es una de las canciones que formaron parte del álbum llamado, precisamente, Van Halen, y que impulsaron a la banda.
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«One of Us», de Joan Osborne
Aquí tenemos un Dios muy vinculado a la visión humanista del cristianismo, lejos del Jehová veterotestamentario o de las deidades de otras confesiones. Según declaró en una entrevista el autor de la canción, Eric Bazilian, ya había escrito canciones de esta temática antes de este éxito, y después aún más si cabe, pero ninguna tuvo una repercusión comparable. Lo más curioso es que sostiene que «en mi caso, no es una cuestión religiosa. No soy una persona religiosa, mi relación con el Absoluto es muy privada y personal».
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«Mi amigo Satán», de Joaquín Sabina
El tema se incluyó en su segundo álbum, junto a otros tan conocidos como «Calle Melancolía» y «Pongamos que hablo de Madrid», y en él daba voz al maligno haciéndole contar los orígenes de su exitosa carrera en el mundo, cuando comenzó siendo un ángel revolucionario que terminó siendo expulsado del cielo. Un asunto peliagudo que ya fue contado en detalle en El paraíso prohibido.
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«God Knows I’m Good», de David Bowie
Mientras que el diablo se asocia a la tentación y al deseo, Dios tiene más que ver con la conciencia, testigo mudo y omnipresente de nuestros actos aunque, sí, benevolente. La protagonista de esta historia es una señora que acude a un supermercado a robar no dos cremas antiedad, sino una lata de carne estofada, se entiende que por pura desesperación.
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«Lord of This World», de Black Sabbath
Lucifer tiene un vínculo tan estrecho con la música que incluso tiene un acorde a través del que se cuela en nuestras conciencias, es el tritono o «intervalo del diablo», que abarca tres tonos enteros. Black Sabbath lo utilizaron en la canción homónima y, no contentos con invocarlo de esta manera, además le han dedicado letras como esta, en la que el Señor de este mundo al que se refieren no es otro que él.
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«My God», de Jethro Tull
El filósofo griego Jenófanes ya se burló en su día del antropocentrismo con el que se describe a la divinidad: «Si los bueyes, caballos y leones tuvieran manos o pudieran dibujar con ellas y realizar obras como los hombres, dibujarían los aspectos de los dioses y harían sus cuerpos, los caballos semejantes a los caballos, los bueyes a bueyes, tal como si tuvieran la figura correspondiente a cada uno». Esa misma línea de pensamiento siguió esta banda en el disco conceptual sobre la religión Aqualung, en cuya portada se decía, parafraseando al Génesis: «Al principio, el Hombre creó a Dios; y lo creó a su imagen y semejanza. Y el Hombre dio a Dios multitud de nombres, y el poder de que fuera el Señor de toda la tierra cuando al Hombre le conviniere». Por lo demás y al margen de divagaciones teológicas, de esta canción cabe destacar el uso del citado tritono (a partir del 0:33) y, muy especialmente, el arrebato que le entra a Ian Anderson partir del 3:50.
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«Let’s Go Crazy», de Prince
Cerramos la lista con la canción que abría el álbum y la película Purple Rain, en la que se advertía de los peligros de caer en la tentación de lo que llama «de-elevator», uno más a añadir a los mil nombres que definen a la antigua serpiente, el gran dragón, el dios de este siglo, Jaldabaoth o, simplemente y para los amigos, el diablo.
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God is a DJ, de Faithless
Dejando al margen al 99% de la innumerable cantidad de canciones que el metal ha dejado a favor y en contra de uno y otro (el white metal entero es una alabanza a Dios y a Jesus), solo voy a nombrar un caso curioso.
En su «Prayers of Steel» cuando Rage todavía se llamaba Avenger, la canción que daba título al álbum comenzaba con la frase «Lay me on an anvil Satan…» y era una petición de poder y gloria para el Diablo.
En el año 1994 en el disco «X years in rage» que servía como décimo aniversario de la banda, se regrabó «Prayers of Steel» pero con una peculiaridad, la canción empezaba con «Lay me on an anvil, oh Lord…» y pasaba a ser una petición de poder y gloria para el Dios.
La misma canción, pero dedicada a ambos en dos momentos distintos.
Las Ruinas del Edén, de Avalanch
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Me parece que «Let’s go crazy» de Prince está un poco cogida por los pelos en esta lista. Sí que es verdad que empieza con un discurso pseudomísitico y música de órgano de iglesia, pero en la letra no se habla para nada de los peligros de caer en la tentación. Creo que más bien trata de no dejar que los malos rollos te depriman, o sea no permitir que el «elevator bring us down» para evitarlo, volvámonos locos, es decir, a disfrutar que son dos días. De todas maneras, la he votado :D
Dejar fuera a The Number of the Beast, de Iron Maiden…. en fin
Y a Sympathy for the devil…. ¿Pero en qué estaba pensando el autor?
Al menos lee la entradilla, anda.
Ya la leí… Como es muy buena la dejo fuera… Anda….
La verdad es que es una excusa muy mala. No la incluyo porque es la mejor. Pues vaya…
Y … como todo el mundo sabe …Eagle’s Hotel California!
Tittes and beer de Frank Zappa
Ya Hey y Unbelievers, ambas de Vampire Weekend
aunque un poco casposas, hay alguna de la etapa cristiana de Bob Dylan que podrían haber tenido cabida en la lista.
Estoy pensando principalmente en «Man Gave Name To All The Animals» y su giro final
Pues mi favorita es NIB de Black Sabbath : ..
Look into my eyes , you’ll see who I am
My name is Lucifer , please take my hand …..
Aunque ya no lo va a leer nadie, One God, de The Beautiful South y There goes God, de Crowded House. Las dos, de manera muy distinta, completamente irónicas. One God es, probablemente, una de las mejores letras de los 90, irónica, ácida, fatalista quizás, sobre una voz bella, blanda y luminosa. Y en la de Crowded House también aparece el diablo, para que sea el pack completo