El 5 de junio de 2005, Manuel Fraga comenzaba sus últimas elecciones gallegas como candidato del PP con unas incendiarias declaraciones contra el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. El juicio contra Michael Jackson por abusos sexuales a menores llegaba a su fin ante el evidente deterioro físico del cantante mientras, en Bolivia, el líder indígena Evo Morales pedía elecciones para deponer al gobierno. En el mundo del deporte, el COI publicaba sus primeros informes de evaluación respecto a las distintas candidaturas para los Juegos Olímpicos de 2012: París y Londres aparecían como favoritas, con Madrid y Nueva York en un segundo plano. Moscú quedaba prácticamente descartada.
Todo esto sucedía el mismo día que, con diecinueve años recién cumplidos, Rafa Nadal se proclamaba por primera vez campeón de Roland Garros tras derrotar en cuatro sets al argentino Mariano Puerta, posteriormente descalificado por dopaje. Creo que es una buena manera de colocar las cosas en contexto: trece años después, Fraga está muerto como muerto está Michael Jackson. Tras Zapatero llegó Rajoy y tras Rajoy ha llegado Sánchez. Evo Morales lleva una década instalado en el poder y Madrid no solo perdió la votación por los Juegos de 2012 sino que volvió a perder las de 2016 y 2020 hasta que por fin decidió olvidarse del asunto.
El mundo cambia y cambia rápido excepto para algunos elegidos: por ejemplo, Rafa Nadal, campeón a los treinta y dos años de su undécimo Roland Garros, decimoséptimo torneo de Grand Slam de su palmarés. Como diría Tolstoi, cada una de sus tres derrotas en París tiene detrás una historia distinta, pero sus once victorias en catorce ediciones dejan un aire en común: paseo tras paseo hasta el paseo final. Nunca en el deporte de élite se ha visto un dominio tal sobre una disciplina como el de Nadal sobre la tierra batida. Analicemos en detalle lo que nos ha dejado esta edición.
1. A diferencia del año anterior, cuando Nadal no perdió ni un solo set ni estuvo cerca de hacerlo, esta vez Rafa se ha mostrado moderadamente humano. En primera ronda, Simone Bolelli le forzó un tie-break, lo mismo que Maximilian Marterer en octavos de final. En cuartos, Diego Schwartzman llegó incluso a ir ganando 6-4, 2-1 y 40-0 con su saque… pero se puso a llover y la cosa acabó 6-4, 3-6, 2-6 y 2-6. En semis, Del Potro rayó a un excelente nivel durante ocho juegos en los que debió haberse llevado el primer set. Ahora bien, no convirtió ninguna de las seis oportunidades de break y acabó sufriendo un suplicio. La final, una vez más, fue poco más que un trámite.
2. Éramos muchos los que pensábamos que el juego de Nadal era pan para hoy y hambre para mañana. Allá por 2006, 2007, 2008… cuando veíamos a ese postadolescente correr detrás de cada bola como loco y recargar su calendario hasta la exageración para acabar cada temporada con algún tipo de molestia o lesión, el veredicto común era que, a los treinta años, el mallorquín estaría ya más que retirado. Pues bien, tiene treinta y dos y ha ganado tres de los últimos seis grandes. Los otros tres los ha ganado Roger Federer, a punto de cumplir treinta y siete.
3. Por cierto, la última vez que Federer y Nadal consiguieron ganar seis Grand Slams consecutivos fue en el tramo 2008-2009. Rafa se impuso en Roland Garros 2008, en Wimbledon 2008 y en Australia 2009 mientras Roger lo hacía en el US Open 2008, en Roland Garros 2009 y en Wimbledon 2009. Por aquel entonces, Juan Martín del Potro fue el encargado de romper la racha en el US Open de 2009. Que los tres sigan entre los cuatro mejores del mundo una década después creo que dice mucho del nivel de las siguientes generaciones, pero ese es un tema ya mil veces tratado.
4. Se podría argumentar que Rafa no ha tenido grandes rivales camino a la final. Es cierto. Sin embargo, a diferencia de lo sucedido en el pasado US Open, donde levantó el trofeo sin jugar contra un solo rival de los veinte mejores del mundo, apelar en Roland Garros al ranking del rival es absurdo. A cinco sets solo hay un jugador capaz de ganar a Nadal en tierra y ese jugador es Alexander Zverev… solo que Alexander Zverev, que tiene el tenis para ello, aún no ha aprendido a manejarse en formatos largos. Cuando lo haga, veremos.
5. Tiempo para el finalista, Dominic Thiem. El austriaco es un buen jugador, sin duda. No me parece una estrella, pero sus resultados están ahí, sobre todo en tierra, y ha sido el único en ganar a Nadal en esa superficie en los dos últimos años. Ahora bien, la diferencia con el número uno del mundo cuando el número uno del mundo se lo toma en serio es abismal, como se mostró en la final: Thiem solo fue competitivo durante seis juegos. Con todo, Thiem se ha convertido a sus veinticuatro años y medio en el segundo jugador nacido en los noventa en llegar a la final de un torneo del Grand Slam y eso que su preparación no fue la idónea: en tres semanas ha tenido que jugar doce partidos por su decisión incomprensible de participar en el torneo de Lyon mientras todos los demás favoritos descansaban. Espero que, por muy bien que le haya ido, el año que viene se tome su físico más en serio.
6. Aparte de Juan Martín del Potro —casi 30 años, resultados mediocres en tierra batida durante las últimas temporadas, lesionado justo antes de empezar el torneo y aun así semifinalista—, la gran historia del torneo fue la de Marco Cecchinato, un habitual de los torneos challengers que puede encontrar por fin cierta estabilidad entre los cincuenta mejores del mundo ahora que ha dejado atrás sus problemas con las apuestas. Cecchinato jugó muy bien y mereció llegar donde llegó, especialmente después de eliminar a Djokovic en cuartos de final con una exhibición de garra y juego. Mi problema es que me cuesta mucho hablar bien de gente relacionada con el dopaje o con los amaños. Gente, en definitiva, que no entiende lo que debería ser el deporte. Por lo tanto, aquí lo dejo.
7. Novak Djokovic. Muy buenas sensaciones hasta cuartos de final. Ahí, un poco de caos y de cabreo. Pasó de afirmar que volvía a estar a su mejor nivel a cuestionar su presencia en Wimbledon por un nuevo problema, ahora en el hombro. Seamos prudentes: no sé si a los treinta y un años le va a dar tiempo a poner de nuevo en orden todas las piezas, pero después de lo visto en las dos últimas temporadas con jugadores que todo el mundo daba ya por acabados igual se lía a ganarlo todo a los treinta y cuatro.
8- Hablaba antes de Alexander Zverev como gran esperanza de futuro, o incluso de presente. Con Federer regulando su calendario y a poco que Nadal se relaje un poco en lo que queda de curso, el alemán podría incluso optar al número uno. Si le presento como el único capaz de poner fin a la dictadura de Rafa en París es simplemente porque ya estuvo a punto de ganarle en Roma —solo la lluvia lo impidió— y porque antes de Roma ya había ganado dos Masters 1000 en tierra batida, algo que ni Thiem ha logrado. Este Roland Garros tiene que suponer un antes y un después para él. A sus veintiun años se había chocado siempre con la muralla de los Grand Slams y los partidos a cinco sets. Este año ha demostrado que está dispuesto a no dejarse vencer. Su juego fue horrible, de acuerdo, pero remontó en todas las rondas hasta llegar a cuartos de final, donde cayó exhausto y lesionado ante el posterior finalista. Son los pasos que todo el mundo ha de dar para llegar a lo más alto. Aprender a luchar y aprender a perder. Me cuesta mucho no imaginarlo como vencedor de un grande este año o el siguiente a más tardar.
9. Los otros jóvenes nos dejaron un sabor agridulce: Stefanos Tsitsipas sufrió más de la cuenta para derrotar a Carlos Taberner… pero puso en serios apuros a Thiem en segunda ronda. Con otro cuadro, igual podríamos haber visto más del griego. Dennis Shapovalov tampoco tuvo suerte: en segunda ronda se enfrentó a un Maximilian Marterer en el mejor momento de su carrera —veintitrés años cumplirá en pocos días— y cayó en cuatro sets. Alex de Miñaur llegó y se fue: tres mangas perdidas contra Kyle Edmund y a casa. En cuanto al prometedor Felix Auger Aliassime no fue capaz ni de llegar al cuadro principal, derrotado por el español Jaume Munar.
10. En Jaume Munar nos quedamos. Gran torneo el suyo, refrendado la semana siguiente con un meritorio y sufrido triunfo en el challenger de Prostejov, lo que le coloca este lunes a las puertas del top 100. Es de lo poco a lo que puede agarrarse el tenis español, que ve cómo la carrera de David Ferrer llega a su fin así como la de Feliciano López en individuales —otra cosa son los dobles, donde llegó a semifinales con Marc López y puede seguir jugando hasta los cuarenta si quiere—. El mal momento de Roberto Bautista sigue siendo preocupante y la gran actuación de Fernando Verdasco, que se impuso cómodamente a Grigor Dimitrov en tercera ronda, apenas compensa el patinazo de Pablo Carreño, que sufrió en primera ronda, sufrió en segunda y acabó derrotado en tercera, precisamente ante Cecchinato. Seguimos esperando a Nicola Kuhn, convaleciente aún de una lesión en un dedo, y a Alejandro Davidovich, reciente finalista del challenger de Lisboa.
11. Por cierto, hay gente que se toma esto en serio y gente que se lo toma con más ligereza. En una superficie tradicionalmente hostil para él, Marin Cilic se clasificó para cuartos de final y puso en apuros a Del Potro. En una superficie que debería adaptarse a su juego, Dimitrov hizo lo de siempre: marcharse a casa mucho antes de lo que su talento debería permitirle. Incluso Kevin Anderson y John Isner lucharon hasta llegar a octavos. Especialmente doloroso fue lo del sudafricano, que dejó escapar dos sets y un break de ventaja antes de caer ante Diego Schwartzman.
12. Fabio Fognini hizo un buen torneo teniendo en cuenta que la estabilidad mental no es lo suyo. Cayó en octavos, también en cinco sets. En el camino dejó unas declaraciones en las que se quejaba del trato preferencial que se le estaba dando a la «NextGen», relegando partidos de gente más consagrada como Garbiñe Muguruza a pistas con menos glamur. Supongo que en ese caso concreto tenía razón. Ahora bien, entiendo que Fognini también se estará dando cuenta de que el tenis profesional agoniza. Si sobrevive es solo gracias a las exhibiciones de dos tipos que sobrepasan con mucho la treintena, así que la única ilusión del aficionado está en ver si los muchachos de la «NextGen» consiguen hacer lo que la generación de Fognini nunca hizo: apartarles del trono.
13. Hablando de la «NextGen», qué buena pinta tiene Karen Khachanov. No copa portadas, no es el estandarte de nada… pero qué bueno es cuando quiere. Pasó por encima del alicaído Lucas Pouille antes de caer en octavos ante Zverev, en un partido que debió ganar.
14. Vamos ya al cuadro femenino. Después de tres finales de Grand Slam perdidas, Simona Halep se encontró con un 3-6, 0-2 en contra en su cuarto intento frente a Sloane Stephens, vigente campeona del US Open. Fue uno de esos momentos que define una carrera: ¿iba a resignarse Halep a un nuevo «no pudo ser» y seguir la larga lista de números uno del mundo incapaces de llevarse un grande? No. La derrota habría sido demasiado devastadora como para permitírsela. Su juego durante el resto del segundo set fue de tal calidad que acabó desquiciando a Stephens, desaparecida en la tercera manga. Roto el dique del primer «grande» no sería de extrañar que la rumana consiga llevarse unos cuantos más… claro que lo mismo decíamos hace dos años de Angelique Kerber.
15. Sobre Stephens, poco hay que decir. La asesina silenciosa. Parece que no está, nunca llega como favorita, no coquetea con el número uno del mundo… pero se quedó a un paso de su segundo grande. En eso se parece a su compatriota Madison Keys, a la que derrotó en semifinales: a dos semanas, ambas pueden ser intratables. Las dos tendrán una nueva oportunidad en Wimbledon.
16. Me gustó mucho Garbiñe Muguruza. Siempre tengo la sensación de que le exigimos demasiado. Queremos que sea Nadal y no es Nadal, claro. Nadie es Nadal. Después de un año espantoso y lleno de lesiones, se plantó en semifinales de un torneo que ya ganó en 2016. Tiene veinticuatro años aún, ha sido ya número uno del mundo, ha ganado dos grandes y ha sido finalista en otra ocasión. Yo diría que no está mal. De haber ganado su semifinal, habría vuelto a lo más alto del ranking WTA; aun así, las semifinales la dejan en el número tres a la espera de defender título en Wimbledon.
17. La gran sorpresa fue, sin duda, la derrota de Jelena Ostapenko en primera ronda después de haber ganado el año pasado, confirmando una primavera más bien gris sobre tierra batida. No solo extrañó la derrota sino la rival ante la que cayó derrotada, Kateryna Kozlova, número 62 del mundo y que solo duró un partido más en el torneo. En el plano positivo, habrá que reconocer la mejoría de María Sharapova, capaz de llegar a cuartos de final de un Grand Slam por primera vez desde su sanción por dopaje. Con Sharapova me pasa lo mismo que con Cecchinato, así que, enhorabuena, pero no voy a extenderme más.
18. ¿Qué hacemos con Karolina Pliskova? Hace cosa de un año iba a comerse el mundo y no sé hasta qué punto el mundo va a acabar merendándosela. Finalista en el US Open de 2016, semifinalista en Roland Garros de 2017 y fugaz número uno del mundo el pasado verano, la checa cayó en tercera ronda ante Sharapova por un excesivo 6-2, 6-1. Llega ahora Wimbledon, un torneo en el que no ha pasado de la segunda ronda en ninguna de sus siete pasadas participaciones. ¿Será la hora de la remontada o de seguir con la depresión? Un talento así no puede desaparecer de buenas a primeras.
19. Serena Williams fue otra de las grandes protagonistas del torneo. En su primer grande desde que ganara el Open de Australia de 2017 ya embarazada, la campeonísima estadounidense llegó con cierta facilidad hasta octavos de final donde tuvo que retirarse por unas molestias en el pectoral. Para muchos, no ayudó el empeño en seguir disputando el dobles con su hermana Venus. Según ella, era la única manera de saber hasta qué punto era grave la lesión. En cualquier caso, si después de un año sin competir y medio lesionada, consigue llegar a octavos en tierra batida, miedo da pensar lo que puede hacer en hierba o en pista dura si no hay sobresaltos de por medio.
20. Apunten este nombre: Daria Kasatkina. Igual queda en nada, pero por si acaso, apúntenlo. Entiendo que a Naomi Osaka ya la tienen apuntada aunque no fuera ni mucho menos su mejor torneo.
21. Iba a hablar del tenis femenino español pero la verdad es que el tenis femenino español se ha visto reducido a Muguruza. La siempre fiable Carla Suárez Navarro cayó de forma sorprendente en segunda ronda y ninguna de las otras dos participantes en el cuadro principal —Lara Arruabarrena y Georgina García Pérez— consiguió pasar la segunda ronda. Ahora bien, son dos casos bien distintos. Mientras Lara ya es una veterana en estas lides, Georgina disputaba en París su primer Grand Slam y solo haberse impuesto en su primer partido es un recuerdo que le quedará para siempre, aunque Wozniacki la despertara a continuación del sueño con un 6-0 y 6-1.
22. Herbert y Mahut, una de las mejores parejas de dobles del momento, se llevaron el torneo en su especialidad frente a Marach y Pavic. Es su tercer torneo de Grand Slam después de haberse llevado Wimbledon y el US Open en 2016. Curiosamente, siendo franceses, nunca habían destacado en Roland Garros. Para celebrarlo, la pista entera coreó «La Marsellesa» en su honor.
23. Agárrense con los ganadores junior porque vienen curvas. En el cuadro masculino, se impuso Tseng Chun-hsin, de dieciséis años, que venía de ser finalista este mismo año en Australia. Con Sebastian Korda compitiendo ya en los «futures», probablemente el taiwanés haya quedado como la gran promesa del circuito juvenil. En el cuadro femenino, la ganadora fue la estadounidense Cory Gauff. Lo impresionante de esta chica es que acaba de cumplir catorce años y de hecho ya había llegado a la final del US Open con trece. ¿Saben cuántas jugadoras de catorce años habían ganado ya un Grand Slam como juniors? Tres: Gabriela Sabatini, Jennifer Capriati y Martina Hingis. No les fue mal a ninguna.
24. Acaba por fin la temporada de tierra batida, una temporada que se lleva mal salvo que uno sea muy aficionado de Rafa Nadal porque la verdad es que competencia hay la justa desde hace ya catorce años. Lo curioso es que Federer puede arrebatarle el número uno del mundo solo con llegar a la final esta semana en Sttutgart, pero probablemente lo vuelva a ceder después de Queen’s y Wimbledon salvo nueva heroicidad. ¿Los demás? Al acecho. Puede que vuelva Murray, pero no hay que esperar gran cosa de él. A Wawrinka igual convendría ir dándole por retirado y Djokovic sigue siendo una incógnita, como hemos visto. En cuanto a los nuevos, habrá que esperar. Tarde o temprano, alguien llegará y acabará con este eterno retorno de los mismos nombres. Desde que Marat Safin se impusiera en la final del Open de Australia de 2005 solo siete jugadores se han repartido todos los torneos de Grand Slam (cincuenta y tres): Nadal, Federer, Djokovic, Murray, Wawrinka, Cilic y Del Potro. El más joven de todos cumplirá treinta años a lo largo de 2018.
Enhorabuena. Gran artículo, como acostumbras.
Me alegré mucho por Halep. De haber perdido habría sido una catástofre para su carrera. Espero que a partir de ahora tenga confianza y gane unos cuantos más grandes.
Enhorabuena por el artíclo.
Me alegré mucho por Halep. De haber perdido podría haber significado un bache del que le habría costado mucho salir.
Espero que el triunfo le dé confianza y gane unos cuantos grandes más.
De acuerdo con una serie de matizaciones, una de carácter objetivo y las otras casi.
-Kevin Anderson es sudafricano, no australiano.
Vayamos con lo importante:
– Me parece injusto el trato dispensado a Thiem por el articulista. No solo es el único capaz de ganar a Nadal en tierra, sino que además tiene un tenis vistoso a pesar de caracterizarse por la potencia que imprime a sus golpes. Sin embargo, Zverev (que estoy de acuerdo será número 1 más pronto que tarde) sufre mucho en tierra a cinco sets. Las condiciones de Madrid le benefician por la altura, no así Roma, pero hay un dato que se elude sistemáticamente y que a Nadal le beneficia enormemente (sin restar mérito a su gesta), que son las dimensiones de la pista central donde suele jugar sus partidos. Ahí puede restar 3-4 metros tras la línea de fondo para devolver en mejores condiciones los misiles de Thiem o Zverev. Este lo tuvo en Roma contra las cuerdas porque Rafa dispuso de menos margen para preparar sus golpes, que requieren de una curva y efectos cuyas revoluciones no le son posibles alcanzar salvo en la Philippe Chatrier. Otro factor destacado que influyó en la victoria de Rafa en Roma fue la lluvia, puntual para acudir al rescate al igual que contra Schwartzman. No digo que hubiera perdido, es más, estoy seguro de que habría batido al Peque Schwartzman, pero sí habría llegado con más dudas y sin la tremenda confianza que apuntaló en la semifinal contra Del Potro. El nivel exhibido por Rafa durante el torneo ha sido oscilante, y no ha sido la apisonadora del año pasado (donde mejor le he visto nunca) solamente hasta la final ante el austriaco.
Parecería al aficionado medio (aquel que solo ve a Nadal por identificación patriótica) que con el resultado 6-4 6-3 6-2 la final fue un paseo y Thiem un piernas. Baste señalar que el partido duró casi 3 horas (casi 1 hora por set de media), prácticamente la mitad mismo
e incluso algo más que la mayoría de partidos disputados a 5 sets durante el torneo.
Ya lo dije el año pasado antes de la irrupción del alemán, pero junto a este, Thiem está llamado a heredar el trono vacante cuando los irrepetibles Nadal, Federer y Djokovic se vayan.
Zverev sufrirá en Roland Garros, pero no en el resto de superficies que exigen menos desgaste. Su mayor virtud es lo que tradicionalmente se hubiera visto como un defecto: con la talla que gasta es tan flexible como Djokovic, y eso le proporcionará muchos puntos gratis en pistas rápidas solamente con su excelente y vistosísimo saque.
– A la NextGen se le está pasando el arroz y lo de Dimitrov es un ejemplo palmario de talento malgastado.
– Respecto a las chicas, me alegró enormemente la victoria de Halep, a quien vi en Madrid el año pasado y sostuve que era la mejor con diferencia, principalmente por su fortaleza mental. Me recuerda, salvando las evidentes distancias, a Rafa en femenino. Libre del lastre de no atesorar un grande, es muy probable que empiece a acumular grandes y se estabilice en la cúpula de la WTA.
De acuerdo en prácticamente todo, especialmente en lo que explicas sobre Thiem. En mi opinión tiene calidad, físico y cabeza como para ganar más d un grand slam en no mucho tiempo.
A Zverer todo el mundo lo señala como la indiscutible nueva estrella. No estoy tan seguro de eso, a dimitrov tb se le auguraba una trayectoria impresionante y salvo el máster nunca ha llegado a lo q su potencial prometía.
Como llevo muchos años diciendo, Nadal superará a Federer en grand slams,ya veréis.
Muy buen artículo.
A mi tanto Zverez como Thiem me parece dos grandísimos jugadores. ¿ Qué no son Nadal ? pues claro, pero ¿ quién lo es ? Y ya no son promesas, son realidades.
Ya hace tiempo que tengo apuntadas a D. Kasatkina y a N. Osaka, dos jugadoras sin un físico impresionante, que parece que no hagan nada, no tiran trallazos demoledores, pero hacen verdaderas virguerías con la raqueta. Me gustan muchísimo las dos.
Y otro nombre a apuntar, J. Munar. PUede que llegue lejos, juego tiene.
Un apunte rápido, Nadal no perdió tres veces en RG sino dos, ante Soderling 2009 y ante Djokovic 2015.
Me gustaría hacer una precisión sobre lo afirmado en el tercer parrafo del artículo:
Creo que el autor debería repasar la trayectoria del piloto de trial Toni Bou
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