La escena arranca con unas manos en la oscuridad sosteniendo una bomba y la guardan en un maletero mientras dos personajes ajenos a todo emergen de la oscuridad y entran en el coche para conducirlo a lo largo y ancho de la calle de una ciudad somnolienta y desaparecer en algún lugar donde explota en su soledad y para sorpresa de los dos viandantes en quienes nos hemos fijado ahora.
Esto es la escena inicial de Sed de mal (Orson Welles, 1956), y es un plano secuencia. Aunque la farragosa frase con que arrancamos también es, a su manera, un plano secuencia. Una narración sin cortes. Cierto es que en el medio audiovisual es donde tiene mayor sentido y cabida este recurso que han usado algunos de los más celebrados directores de cine para dar un mayor dinamismo a sus filmes. El plano secuencia es un recurso más sutil de lo que pensamos: existes maravillosos planos secuencia de los que ni siquiera somos conscientes. En los inicios del cine, la durabilidad de un plano secuencia estaba delimitada por la cantidad de película que cabía en un rollo, por lo que Alfred Hitchcock no pudo completar su visión de rodar Rope! (1948) como una larga toma única y tuvo que falsear los cortes de las maneras más imaginativas. La evolución del cine permitió la sofisticación de este recurso, difícil de manejar, pero bello y dinámico cuando está bien realizado. A estas alturas el cine nos ha dado algunas secuencias que explotan el plano secuencia hasta sus límites:
Birdman
Es imposible hablar del plano secuencia sin hablar de la película de Alejandro González Iñárritu, ganadora del Óscar en 2014. Aliado con la tecnología digital de montaje, el director crea la fantasía de que Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia) no tiene ningún corte. Bien, esto no es cierto, aunque sí lo es que hay enormes secuencias de más de quince y veinte minutos de duración en las que no hubo un solo corte en el rodaje. Utilizando espacios negros, cambios de escenario y fortuitos personajes que pasan frente a la cámara, el realizador aprovecha para introducir un corte que en el resultado final es totalmente imperceptible. Al narrar la historia de una desafortunada obra de teatro que es, a la vez, fuente de frustración y última oportunidad de redención de un trasnochado actor de cine de superhéroes, la inclusión de un eterno plano inacabable emula ante el espectador la sensación del teatro vivo.
Irreversible
Gaspar Noé filmó en 2002 lo que probablemente sea una de las escenas más controvertidas de la historia del cine, y por añadidura, el plano secuencia más incómodo y terrible al que pueda enfrentarse el espectador. La violación del personaje interpretado por Monica Bellucci en la cinta se desarrolla en una secuencia sin interrupciones de casi doce minutos. La escena no solo es gráfica y desagradable, sino que además presenta algunos detalles más perturbadores aún, como que a mitad de la misma vemos, de fondo, a un personaje bajar las escaleras y contemplar la situación, para marcharse enseguida y hacer oídos sordos a las súplicas de la mujer agredida. Esta escena ha sido censurada, repudiada y criticada, pero el director ha declarado en múltiples ocasiones que su objetivo era «resultar desagradable, porque la violación es algo profundamente desagradable». El espectador con estómago que sea capaz de verla por completo no será capaz de mantenerse ajeno a una realidad que, tristemente, padecen las mujeres de todo el mundo.
El secreto de sus ojos
Juan José Campanella sorprendió en 2009 con una obertura para su película en forma de plano secuencia que comienza en el aire, sobrevolando un estadio de fútbol, y termina en un primer plano de un personaje con la cara aplastada contra la hierba tras haber pasado por todos los entresijos del estadio. La sensación de estar entre una multitud, de rapidez y de acción no solo consiguen poner al espectador sobre aviso y presentar a los personajes con inmediatez: además emula la sensación del partido de fútbol. Para realizar este plano secuencia, evidentemente, se utilizaron recursos digitales: no solo al pasar de la cámara aérea a la cámara en las gradas, una transición perfecta y un efecto brillante, sino también al recrear digitalmente a personas en el campo de fútbol, que se encontraba casi vacío durante el rodaje.
Hijos de los hombres
Claro, no estamos desvelando nada al hablar de esta cinta de Alfonso Cuarón del año 2006. Esta historia de ciencia ficción nos transporta a un mundo en el que la natalidad ha desaparecido y la sociedad se ve al borde de un abismo del que ya nunca saldrá. Y aunque hay varios planos secuencia a lo largo de la cinta que merecen un párrafo aparte, es la secuencia del coche con la que nos vamos a quedar. Con la cámara moviéndose libremente por el interior de un vehículo lleno de gente, en un alarde de maestría, se nos presenta a los personajes, se nos pone en situación y vivimos una intensa escena de acción y persecución con muerte incluida. La complejidad de esta escena reside en el movimiento de la cámara: lo angosto del coche, la necesidad de focalizar tanto en el exterior como en el interior; dejar que el espectador vea solo lo mismo que van a ver los personajes, y sentir la misma impotencia cuando una bala alcanza a uno de los personajes y va muriendo, lentamente, ante nuestros ojos, nos convierte de pronto en más que espectadores: somos el sexto ocupante en ese coche que huye en busca de la libertad.
Oldboy
No tanto por la duración del plano secuencia —que es respetable pero sin hacer tremendos alardes— como por lo que consigue tenemos que hablar de la cinta de Park Chan-wook del año 2003. Basada en un manga de Nobuaki Minegishi y Garon Tsuchiya, película y cómic narran la historia de un hombre que es secuestrado y mantenido en cautividad, sin ningún tipo de contacto con ningún ser humano, durante quince años. El protagonista, tras decidir que se vengará de su captor, es liberado y puesto a prueba: que descubra quién y por qué, y obtendrá su venganza. Comienza aquí una película atípica, llena de simbolismo y acción, donde somos testigos de la total pérdida de cordura de un ser humano. El plano en secuencia que nos atañe se desarrolla en un pasillo, cuando el protagonista está siendo atacado por un grupo de pandilleros con bates de béisbol y cadenas. Mientras que la cámara se posiciona lejos de la acción, la escena emula al 2D y vemos toda la acción en lateral, como si de un videojuego arcade se tratara, a medida que el protagonista se lía a mamporros hasta, literalmente, quedarse solo. Posiblemente una de las mejores peleas grupales que se han rodado en la historia del cine.
Hardcore Henry
No solo esta película de Ilya Naishuller estrenada en 2015 tiene algunos planos secuencia realmente interesantes, sino que además toda la cinta está rodada en primera persona. Emulando los videojuegos FPS (first person shooter), uno de los planos secuencia más memorables de la historia de disparos, ciencia ficción y secuestro que nos narra Hardcore Henry nos presenta al protagonista usando un rifle de francotirador y disparando a diferentes objetivos, saltando de un lado a otro con la mira telescópica y sin ningún corte entre medias. Una sensación trepidante que se ve acentuada por el uso de la primera persona y que utiliza técnicas digitales para dar una sensación de toma única que sobrecoge.
Pero no solo de cine vive el plano secuencia. Aunque es un recurso nacido en el seno del celuloide, toda buena técnica no limitada por la tecnología es capaz de transgredir las barreras de su medio e ir más allá. Hay unos cuantos ejemplos de plano secuencia en otras artes, con brillantes resultados:
God of War
El lanzamiento del nuevo videojuego de Santa Monica Studio en exclusiva para PlayStation 4 y dirigido por Cory Barlog trae una grata sorpresa bajo el brazo: el juego se desarrolla al completo como un enorme plano secuencia de treinta horas de duración. Esto, por sí mismo, ya le haría merecedor de algún récord. En el lenguaje del videojuego, los «cortes» podrían venir dados por pantallas de carga; fundidos a negro tras o antes de una cinemática, etc. God of War se inicia desde el menú y puede ser jugado del tirón sin que haya nada de esto: las cinemáticas se enlazan con el paso al control del jugador con una elegancia y fluidez nunca antes vistas en el medio, dando como resultado una historia que puede ser vivida del tirón sin pausas. Los escollos técnicos que este plano secuencia debía solventar residían en la capacidad de la consola para cargar el mundo: después de una cinemática o de una animación determinada, el jugador tenía que poder seguir jugando sin que hubiera un corte. El jugador avispado se dará cuenta de algunos «trucos» que realizan los programadores para poder cargar el mundo sin hacer uso de cortes: primeros planos que copan la pantalla mientras, en segundo plano, el juego carga; puertas que se abren renqueando y chirriando para dar un poco de aire al motor… Recursos que ayudan en la integración de un recurso que el director del título, Cory Balrog, llevaba años intentando implementar en algún videojuego. El resultado es eficaz y tramposo: mientras que el juego ha reducido sus niveles de violencia con respecto al resto de su saga, el uso de este plano secuencia le otorga un dinamismo que ningún otro capítulo de la misma tiene, por lo que parece, de hecho, el juego con más acción de toda la saga.
Las puertas del paraíso
La novela de Jerzy Andrzejewski editada en 1960 utiliza el mismo recurso sin cortes, aunque en la literatura es complicado hablar de «plano secuencia». A falta de un término mejor, incluiremos esta novela en el repaso al citado recurso. La novela se compone de dos grandes frases: una tiene una longitud de aproximadamente ciento sesenta páginas, mientras que la otra es una sola frase. En ella se narra, con esta singular estructura, la Cruzada de los Niños en 1212, la peregrinación de miles de niños para entregar unas cartas el rey francés inspiradas por Jesucristo. Si bien el uso de este «plano secuencia» no es del todo exacto, pues en esa gran frase inicial utiliza la coma como pequeña pausa, lo cierto es que en la literatura también podemos encontrarnos ejemplos de este recurso.
«In the Garden»
Según el Libro Guiness de los Récords, la canción más larga y sin cortes del mundo se titula «In the Garden», y ha sido compuesta e interpretada por PC III. Una canción de nada más y nada menos que tres horas de duración, sin cortes y con una base central. Está incluida en el disco Ad Astra vol. 2 y que recuerda a una etapa soft de Phil Collins; con un ritmo ochentero muy sosegado; un new age casi interminable que pone a prueba la paciencia del oyente.
Mount Olympus: To Glorify the Cult of Tragedy
Las tablas de los escenarios no se quedan atrás: la controvertida obra de Jan Fabre que recrea gran parte de los mitos griegos, y los revisita y actualiza con una visión violenta, sexual y que rompe la barrera del tiempo. Veinticuatro horas seguidas de representación con un elenco de casi treinta actores que utilizan cinco idiomas diferentes. Una obra que ha sido representada en toda Europa y que pone a disposición de los espectadores sacos de dormir y una sala aparte para poder descansar. Por su parte, los actores duermen en el escenario, se masturban y comen. Mount Olympus es una suerte de performance controvertida: ha levantado pasiones y detractores allá donde se ha estrenado, incluida España, pero no se le puede negar que veinticuatro horas seguidas de representación es un magnífico plano secuencia.
Se podría llenar un decálogo con los mejores planos secuencia de la historia (y probablemente alguien lo haya hecho), pero la idea que subyace es que el plano secuencia es un recurso que busca evocar en el espectador, y no un mero estilismo. Si el espectador medio hecho la vista atrás se dará cuenta de que muchas películas que de alguna manero lo impactaron, o esa escena que lo sobrecogió, esa película de acción que no daba un respiro, escondían la baza del plano secuencia. Algo más sencillo de rodar hoy día, pero siempre un reto para directores y público. Tal vez el cine, y por extensión el resto de disciplinas que han usado y abusado de este recurso, busque acercarse a la vida real. La que no tiene cortes.
No nombrar «Russkiy kovcheg» (El Arca rusa) es imperdonable. Yo, que no tengo ni puñetera idea de cine estoy cansado de verla en todo tipo de recopilaciones y artículos sobre las películas mas complejas de rodar y los mejores planos secuencias.
Les recomiendo que vean Victoria. Toda la película es un plano secuencia, y esta bastante bien sin ser ninguna obra maestra.
https://www.imdb.com/title/tt4226388/
La casa muda, transmite muy bien esa sensación de miedo
Dios mio, como es que no salga ni una pelicula dre Brian de Palma en esta lista??
Hijos de los Hombres, gana por goleada. (Se echa de menos la de «Uno de los Nuestros»)
Falta incluir algún plano secuencia de series, me vienen dos a la cabeza True Detective y Daredevil ambas en sus primeras temporadas.