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«La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del rey por jueces y magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley». Así empieza el Título VI de la Constitución Española. Lo aclaro por si alguien que no ha sentido la necesidad de leer la popular Carta Magna hubiese pensado que este párrafo pertenecía a Fuenteovejuna. No, en serio, viene a ser la definición de la justicia en este país. Lo que signifique… bueno, yo no me siento capacitada para interpretarlo. Habría que convocar un grupo de expertos, politólogos, famosos de la tele, influencers, con años de experiencia en estos asuntos.
Mi objetivo es más modesto. Con motivo de las recientes polémicas sobre decisiones políticas y penales, he encontrado con una vasta literatura sobre el concepto del robo. La compleja tipología de esta clase de delitos y sus castigos varían si estos van acompañados de violencia o no, si es cantidad pequeña o grande, si lo que se roba es animal, persona o cosa… Al final, y que me perdonen los juristas inamovibles, he sentido una sensación rara. Como que si se comete un robo de pequeña cuantía y el responsable no dispone de recursos la ley se aplicará en toda su extensión y dureza. Sin embargo, cuanto mayor sean el latrocinio y los recursos del delincuente, mucho menor será el castigo. Vamos, que por robar latas de conserva en el Lidl ya no te condenan a la horca, pero…
Como, en fin, no entiendo la lógica de la ley y su imperio extraño, he acudido a un tema que controlo un poquito mejor. He seleccionado unas pocas canciones que le cantan a los hurtos y robos, con ánimo de denuncia, guasa o cosa artística. El folclore es rico en baladas sobre piratas, asalta diligencias, bandidos, gánsteres y figuras famosas en este campo de la delincuencia, pero yo me centro en el delito anónimo, el de cuantía menor, sustraer al descuido, tironear, etc. Quedan fuera, también, los ladrones de amor, cadáveres, besos, suspiros y almas… Y hasta el ladrón de Bagdad. Solo actos cotidianos, que cometemos gente como nosotras, Marnies de andar por casa. Bueno, y alguna figura de la clase dirigente, sin duda, en solidaridad con la ciudadanía malhechora de tercera. Robar en supermercados, práctica universal, tiene su propio cancionero. No he podido resistirme a grandes melodías que cargan contra los supervillanos ladrones. También, aunque ese sea un tema a desarrollar en un artículo aparte, hay algún ejemplo sobre el robo, ripeo, obtención ilegal y transformación de la música en un ente abstracto que se descarga desde el iceberg monstruoso de datos bajo el que vivimos. Otro día escribo sobre robar ideas, acordes y música entre creadoras.
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«Ladrón de gallinas» – Rita Montaner y la Orquesta de Enrique González (1941)
Robar comida y a veces terminar en la cárcel sigue siendo tendencia en el siglo XXI. Este número afro, compuesto por Julio Cueva, lo grabó para Victor la actriz y cantante Rita Montaner. En la canción, el tabú se mezcla con la delincuencia y la religión: la cantante solo cree en el único negro que ha llegado a ser canonizado, san Berenito (san Benito), el franciscano célebre por su cocina, porque sobre él pesa la leyenda de que robaba las viandas para hacer los platos, de ahí la paradoja racista («Un solo santo (negro) y es ladrón»). Montaner lo tiene claro. Para ella, san Benito es el único santo, y le pide, ya que está estigmatizado por negro y delincuente, que se dedique a robar dinero a gran escala («roba millones y nunca pasa ná»).
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«Shoplifting» – The Slits (1979)
«Mete el cheddar en el bolsillo, el resto bajo la chaqueta. Habla con el cajero, no sospechará. Y si lo hace… / ¡sal por patas!». Las Slits incluyeron en su primer elepé, Cut, diversos retratos ácidos sobre el angst juvenil y el consumismo de 1979, en un fascinante collage de música primitiva y experimental. Esta defensa «heroica» del robo en los supermercados es la traslación a la música de las aventuras squat de Palmolive, la batería del grupo, en compañía de Gina Birch, de las Raincoats: «Ella solía entrar en la tienda 24H que había al final de nuestra calle. Tenía una gabardina grande con agujeros en los bolsillos, e iba allí para mangar. A menudo las cosas se le escurrían de los bolsillos y caían al suelo, pero ella era tan graciosa que los de la tienda se reían y la dejaban salir». Do a runner!
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«El ladrón de discos» – Mecano (1983)
El bueno de Abbie Hoffman recomendaba en su libro antisistema (Steal This Book) la mejor manera de robar discos. Consistía en entrar con una caja grande de pizza vacía, donde cabrían dos o tres buenos elepés. En la época de las alarmas electrónicas, los códigos ocultos y las cámaras de seguridad, el robo de discos es un oficio para el recuerdo, y los discos también, para qué nos vamos a engañar. Como esta canción del segundo elepé de Mecano, ¿Dónde está el país de las hadas?, donde Nacho Cano, en plan heavy tecno metal, enumera el vía crucis de ser descubierto, imagino, llevándose uno de Peter Gabriel en Galerías Preciados. Por lo que sabemos, el proceso sigue siendo idéntico con otros artículos.
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«One Piece At A Time» – Johnny Cash (1976)
Esta composición de Wayne Kemp es un tour de force en la historia musical de los robos. Johnny Cash, acompañado por el Tennessee Three, relata en esta melodía novelty el peculiar empeño de un trabajador de General Motors. Harto de ver pasar preciosos Cadillacs todos los días, decide hacerse él uno, robando poco a poco las piezas de la fábrica. Las pequeñas las mete en su fiambrera del almuerzo, esas cajas metálicas que utilizaban los obreros en Estados Unidos. Así, a lo largo de más de veinte años, y con la ayuda de los amigos, se consigue su propio y único «Psycho-Billy Cadillac», híbrido de modelos del 49 al 73. Para la promoción, una marca de piezas de coches le fabricó al cantante el Cadillac zombi que indica la letra, el cual se puede admirar en este vídeo.
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«Been Caught Stealing» – Jane’s Addiction (1990)
Del segundo elepé, Ritual de lo habitua, la canción más popular del grupo, antes de que Farrell y Navarro se partieran la cara en el escenario del Lollapalooza. Los noventa se abrían con esta vibrante, rockista y burlona visión del hurto en comercios. Es un cambio en la conciencia social de la música pop. Aquí ya no hay mensajes contra el consumismo o justificación del delito por la pobreza. Es, simplemente, una exhibición de orgulloso egoísmo y regodeo en hacer el malote: «Me gusta robar, es tan simple como eso. Cuando quiero algo, no quiero pagar por ello. ¡Salgo por la puerta! ¡Es mío!». El vídeo, muy inspirado en el cine de John Waters, arrasó en la MTV. Ahora es patrimonio de Grand Theft Auto…
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«Pacto entre caballeros» – Joaquín Sabina (1987)
Inspirado en hechos reales o parecidos. Tres delincuentes, caracterizados de quinquis, están dando el palo a un primo con arma blanca pero, de repente, los mendas, aunque van muy drogados, reconocen en la víctima al afamado cantautor. No es que le pidan disculpas y le devuelvan las pelas, unas diez mil de los años ochenta, sino que para celebrar el afortunado encuentro en circunstancias tan cómicas, se van de copas todos juntos. Como hacen los señores, terminan la noche en un local de putas, donde en honor al invitado le dejan los favores de la fulana más cachonda, o algo así. Al final no se especifica si al salir del jolgorio se hicieron un simpa. Admiren al simpar compositor en la época, haciéndose un Rosendo, de su elepé Hotel, dulce hotel.
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«Cops and Robbers» – Bo Diddley (1960)
Pertenece al tercer álbum del maestro, Have Guitar Will Travel. Este famosísimo recitado blues cuenta una aventura con atraco y giro final imprevisto, en una variante muy original y divertida de la interminable lista de canciones sobre cacos y policías. Mr. Diddley va conduciendo camino de casa cuando un tipo le pide que le lleve. Él acepta a cambio de un cigarrillo, pero descubre que el otro es un ladrón que le amenaza desde el asiento trasero con una pistola. El delincuente le indica una dirección, una tienda de bebidas, que va a atracar. El tío le obliga a esperar en la puerta para escapar. Mientras tanto, y con nuestro protagonista temblando de miedo con el pie en el pedal, aparece un coche de policía, obligándole a cambiar de sitio. Cuando el atracador sale de la licorería, abre la puerta del coche… de la poli. Diddley pone las voces de los distintos personajes en una de sus inimitables composiciones que versionaron los grupos de rythym and blues ingleses.
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«Robando cobre» – Francisco Nixon (2015)
Un tema de actualidad e importancia económica de primer orden como es la desaparición del cobre de las instalaciones eléctricas, ferroviarias, etc. de todo el país, para revenderse a mafias que controlan el tráfico de este codiciado metal, es transformado por Fran Fernández en una bella balada, con trasfondo social y sentimental, en su disco Lo malo que nos pasa, con imágenes poéticas y aires andinos. Lo que antes era un negocio ilegal ejercido y controlado por determinados grupos, ahora se ha extendido e internacionalizado. Muchos emplean mano de obra semiesclava, que se juega la vida por una miseria.
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«In The Middle of the Night» – Madness (1979)
El grupo londinense tiene en su amplio catálogo una canción acerca de hurtar cosas («Deceives the Eye»), pero he elegido esta otra, que venía en su primer disco, One Step Beyond, porque entramos en un tipo de robo muy peculiar. Bajo esta balada beat se esconde la historia de George, el vendedor de periódicos recién llegado a la vecindad, que durante el día es un simpático e inofensivo caballero, pero por la noche… se cuela en los jardines para robar la ropa interior femenina que se seca en los tendederos. Suggs y Chrissy Boy firman una letra llena de ironía y costumbrismo social. En España, años después, Gabinete Caligari grabarían otra canción sobre esta clase de fetichismo, en «Lo mejor de ti», pero en plan romántico.
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«I Want My Woody Back» – The Barracudas (1979)
Sin desmerecer el clásico de Manolo Escobar, «Mi carro», he optado por incluir canciones sobre robos de otros vehículos pop. Esta es una de ellas. El debut del grupo de garage y psicodelia en la new wave británica, una anomalía tan extraña y feliz como la de los Ramones en el punk de Nueva York, era un temazo que denunciaba la sustracción del coche para llevar la tabla de surf del protagonista, su «Woody», y pedía con vehemencia que se lo devolvieran. Surf & Destroy!
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«La historia de Juan Castillo» – Los Chichos (1974)
Sería imperdonable no incluir esta poderosísima rumba funk del trío madrileño. La ha tarareado medio país desde su edición, y sigue siendo referencia básica de la música pop española. Un atraco de medio pelo se observa desde la traición en el seno de la familia, y su triste desenlace, la prisión para el elemento más débil de la banda, que se enfrenta a una condena de treinta años. Como siempre, desarrollado con maestría por Jeros en la melodía y la letra, al estilo de los romances de bandoleros, y los arreglos de José Torregrosa para la producción de Alfredo Garrido.
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«The Art of Peer Pressure» – Kendrick Lamar (2012)
El mundo se rinde ante Lamar. Sus canciones son espléndidos retratos del mundo que lo rodea, realizados con pasión e sabiduría. En su disco Good Kid, M.A.A.D City incluía esta impresionante narración sobre la vida de los adolescentes de Compton, como fue él mismo, siempre dando vueltas en un coche, como ratones en una jaula, sin otro horizonte que las peleas con otros grupos de chicos, los robos en casas, antes de escapar de la policía o morir de sobredosis. Lamar reflexiona sobre esta ciega actitud grupal y llama a la concienciación del individuo frente a la manada («homies»), aun en las peores circunstancias.
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«Solo por robar» – Sindicato Malone (1982)
En el apartado de parodias castizas de robos y espionaje no me he podido resistir a este clásico del grupo de vida efímera, una escisión de Glutamato Ye-yé y Derribos Arias, que grabó en su primer EP con el sello indie Goldstein este número divertidísimo de persecuciones a nivel internacional, donde colaboraron leyendas de la nueva ola como Patacho o Ulises Montero. Nota: hacía muchos años que no lo escuchaba. Suena hasta un pelín ofensivo para el ambiente actual, me temo.
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«The Heist» – Kate Tempest (2014)
La artista británica crea un ambiente angustioso, tenso, de auténtico noir contemporáneo, en una cruda descripción de la vida en los bares nocturnos, mientras rapea la historia de Leon y Harry, dos delincuentes y amigos («antes de saber decir la palabra «amigo«) que se tienen que enfrentar a un difícil situación con un nuevo e inesperado «socio» en el negocio de las drogas. El tipo les desafía-obliga a comprarlas por el doble. Entonces, ellos «hacen lo que tienen que hacer»: matarlo y robar el alijo. La historia es ampliada en su primera novela, The Bricks That Built The Houses (2016). El disco Everybody Down fue toda una revelación, y la podemos admirar en el siguiente vídeo. Tempest está acompañada por I Am Fya:
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«Ladrones de juguetes» – WAQ (1982)
¿Justicia poética? ¿Discurso sobre el reparto equitativo de la riqueza? ¿El Grinch en la España de los años ochenta? ¿Simple juguete cómico? Algo parecido, lleno de encanto, era lo que cantaba el por entonces dúo de electropop WAQ. Una canción, en un maxisingle producido por Paco Martin para su sello MR, pasaría a la historia por su melodía pegadiza, la original y desenfadada letra, pero sobre todo por el videoclip que grabaron para el programa de TVE Pista Libre, en el que una muchedumbre de niños perseguía a los Reyes Magos por un descampado y luego tenía lugar una pelea entre estos y Papá Noel. La versión era diferente a la que venía en el disco.
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«You and Me, Bess» – Joanna Newsom (2010)
Excepción a la regla de no incluir canciones sobre ladrones famosos. Lo hago porque aquí el protagonista no es el bandolero Dick Turpin, sino su caballo, Black Bess, sobre el que se escribió tanto o más que sobre su amo. Newson imagina una carta de despedida que dedica Turpin a su camarada de aventuras, cuando es apresado y está a punto de ser ahorcado, precisamente, por robar caballos. Una balada folk del tercer disco de la cantautora, Have One On Me, que cuenta esta bella y un tanto alucinada historia de camaradería, sobre la que la leyenda dice que los dos terminaron enterrados juntos.
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«Steal This Album» – System of a Down (2002)
Justo con el surgimiento de Napster, estas canciones, conjunto de descartes y postergadas del periodo de grabación del disco anterior, Toxicity, fueron robadas, perdón, descargadas en internet sin permiso de sus autores. Ante el clamor, tuvieron que publicarlas precipitadamente en forma de nuevo disco. Ya que se había compartido y conocido de esta forma, el grupo decidió darle un tratamiento acorde. Lo titularon como el libro de Abbie Hoffman y le diseñaron una portada como si fuese un CD casero, tostado entre colegas. Fue un gran éxito. La industria musical ya no existía como antes. El ámbito doméstico de cada consumidor, aislado con sus gadgets, firewalls y dinero electrónico, era ahora el bastión a conquistar. A los Metallica les costó entenderlo.
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«Esto es un atraco» – Burning (1984)
Del disco, que no se podía llamar más que Noches de Rock and Roll y abre la etapa de Burning con Johnny como cantante, esta canción es el destilado más puro de una época. Olvídense de lo quinqui y otros clisés coyunturales, que eran y son terribles: el grupo le canta a la idea romántica de saltarse la ley como un músico de barrio, ahora una leyenda. Aquí está todo, el 124 Sport, la chupa de cuero, la gloriosa expresión «gafa de rock», las ilusiones perdidas y la elegancia chulesca de La Elipa.
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«I.T.T.» – Fela Kuti. (1980)
Mientras en Babilonia seguíamos con nuestras carreras por el hipermercado, desde Nigeria, y antes del hip hop y el concepto de globalización, Fela Kuti describía de forma muy expresiva las causas de la pobreza en su país, dando nombres y apellidos responsables: el presidente de la república, Obasanjo, conocido por sus amaños corruptos, y la empresa multinacional I.T.T. (rebautizada para la canción como International Thief Thief), que tenía comprada a la clase política y se dedicaba a esquilmar los recursos naturales del continente. El músico, que fue encarcelado varias veces y organizó su propio partido político, se adelantó en tantas cosas sobre el futuro de nuestro presente en una de sus obras maestras:
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«Caerán los bancos» – Niños Mutantes (2012)
Para no abrumar con tanto delincuente y actos contra la ley, cierro con un himno utópico, de mucho orden, para cantar en los festivales que se avecinan este verano. Y apropiación de un tema de… ¿New Order?
Gracias por el buen rato que he pasado leyendo y escuchando la música. Es una lista interesante, divertida y muy muy ecléctica…me encanta!!!
Falta «El que más» de Obús. Ahí lo dejo…
«Juanito Alimaña» Hector Lavoe
Genial articulo.
Heeeey, falta «Stand And Deliver», de Adam and the Ants, aprovechando que llegó al número uno de las listas inglesas un 9 de mayo como hoy, pero de 1981.
Buenas:
En «I Had a Hat», los Dropkick Murphys cuentan la historia de Casey, que acude a un funeral con su sombrero nuevo, se lo roban y se arma una gresca tabernaria de las que marcan época:
https://www.youtube.com/watch?v=glx1Rb86HHM
https://www.azlyrics.com/lyrics/dropkickmurphys/ihadahat.html
Fela Kuti SIN DUDAS.
Pedro Navaja ?
Can – Thief
Cicatriz; «esto saldrá bien»
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