Su nombre, The Liverbirds, hace referencia a la especie de cormorán del escudo de la ciudad, Liverpool. Un ave extinguida o mitológica, pero que no existe. Eran un grupo formado íntegramente por mujeres y como sus paisanos The Beatles también dieron el salto de Inglaterra a Hamburgo. Estuvieron allí cuatro años batiéndose el cobre, las conocían y presentaban como Las Beatles, (die weiblichen Beatles), pero, a diferencia de los Fab Four, ellas se quedaron a vivir allí. Nunca volvieron para comerse el mundo. Editaron su material en Alemania, entraron en las listas y tres de ellas se establecieron en el continente. Una en Alicante.
Grabaron dos discos y media docena de singles con composiciones propias de calidad apreciable. Si merecían o podían haber logrado un éxito mayor pertenece al terreno de la historia ficción, pero sí es cierto que el hecho de que fueran mujeres despertaba reticencias en cierta audiencia de aquella época. Además, su final fue abrupto. Como contó The Guardian en el obituario de una de sus miembros, Valerie Gell, la guitarrista del grupo, a su novio, Stephane Hausner, sus padres le regalaron un coche en su dieciocho cumpleaños, y este se fue directo a verla a ella con la mala fortuna de que se estrelló y quedó tetrapléjico. Valerie se casó con él, dejó a las Liverbirds y dedicó los siguientes veintiséis años de su vida a cuidarle. El grupo no sobrevivió mucho más tiempo sin ella.
Se habían formado a principios de los sesenta, pero el primer disco suyo que apareció en el mercado británico lo hizo en 2010, cuarenta y cinco años después. Durante todo este tiempo tampoco se publicaron reportajes en la prensa, más allá de un par de fotos en sus inicios y algún artículo sensacionalista. Desinterés por ellas, obviamente, hubo, ha habido y hay. Por eso Anthony Hogan, autor del libro The Beat Makers: The Unsung Heroes of The Mersey Sound, considera que su legado más importante fue el de romper los famosos techos de cristal.
Durante la II Guerra Mundial, las mujeres partisanas tuvieron gran importancia allí donde combatieron. Por primera vez las niñas veían que las mujeres también podían empuñar fusiles y matar nazis, exactamente igual que los héroes de la nación. En épocas más benévolas para la existencia humana, como los sesenta, ocurrió tres cuartos de lo mismo, pero con las guitarras. El orden establecido en la industria del pop era que los hombres tocasen, las mujeres mirasen y después del show estas fuesen tomadas como trofeo, a veces en cantidades industriales.
Hubo grupos vocales de chicas, en doo-wop y soul, también solistas femeninas por todo el orbe, todas ellas de indudable influencia en los grupos que más alto llegaron, como los Beatles y los Beach Boys, pero mujeres guitarristas no hubo. Menos aún grupos de rock solo de chicas. La mujer no empuñaba guitarras.
El primer grupo all female puede que se formase en México en los cincuenta, las Mary Jets. Luego llegaron las referencias estadounidenses de Goldie & the Gingerbreads, The Tammys y las Pleasure Seekers de Suzi Quatro. Consulto a Estudio del sonido esnob y Don Sicalíptico recuerda también a las francesas Les Petites Souris y un caso español, The Zara’s, de Tafalla, en Navarra, un grupo mixto donde una chica, Anita, tocaba el bajo y el acordeón y otra, Kitty, los teclados. En Inglaterra fueron las Liverbirds.
Todo comenzó cuando Mary McGlory, inglesa católica, hija de un marinero mercante y una conductora de tranvías, olvida su vocación y deseos de ser monja cuando una tarde ve a los Beatles en The Cavern con sus primas Veronica y Rita. Al salir del local, deciden formar un grupo igual que el que han visto, solo que de chicas.
Dos semanas más tarde habían comprado los instrumentos en la tienda de Frank Hessy, que estaba al lado de The Cavern y era donde todos los grupos que tocaban allí adquirían su equipo y sus repuestos. Se pusieron de nombre The Squaws y utilizaron los instrumentos para algo más prosaico que expresar su arte. Si los llevaban a la espalda, podían entrar en The Cavern gratis diciendo que eran un grupo.
El problema fue que las tomaron en serio y Bill Harry escribió en el diario de actualidad musical Mersey Beat un pequeño artículo sobre ellas, «El primer grupo de rock femenino de Inglaterra», dijo, aunque al redactor le apeteció más llamarlas The Bikinis. En agosto de 1962, Record Mirror recogió esta información anunciándolas como un «magnífico» grupo de chicas de dieciséis años. Tras sus quejas por ese nuevo apelativo con el que nada tenían que ver, el periódico no rectificó exactamente, publicó una foto de ellas anunciando la última noticia, que se cambiaban el nombre de The Bikinis a The Squaws.
Con el revuelo, el DJ de The Cavern, Bob Wooler, les pide que toquen en el local. Aceptan y se ven obligadas a hacer algo que nunca habían hecho: ensayar. Inmediatamente se dan cuenta de que no tienen ni idea de tocar y de que tampoco es fácil, y toman la táctica del avestruz. Se esconden en casa, dejan de salir, con la esperanza de que en un par de semanas la gente se olvide de que su grupo ha existido. Sin embargo, durante el exilio interior, llaman a la puerta de Mary dos chicas, Valerie Gell y Sylvia Saunders. Les han llegado los rumores de que el famoso grupo de chicas de la ciudad se ha disuelto y se ofrecen para resucitarlo. Ellas sí saben tocar.
Val curraba en unos grandes almacenes, había dejado la escuela. Era hija de un estibador y una trabajadora de una fábrica. Los padres de Sylvia eran un operario de grúa del puerto y una trabajadora de una fábrica de harina. Val sabía tocar la guitarra y Sylvia la batería. Mary llamó a su prima Rita y se unieron ambas como guitarra rítmica y bajista sin saber sacar un acorde ninguna de las dos. Val les dijo que solo con tener instrumentos bastaba, que ya les enseñaría a tocarlos.
En estos primeros días, es Rita quien cuenta que una compañera del curro —son limpiadoras— le ha dicho que el mejor nombre posible para un grupo local, cuando hay un auge de combos que compiten por tener el más original, es Liverbirds. El símbolo de la ciudad del río Mersey. Y también es Rita la primera en abandonar el barco, le es imposible aprender a tocar. Se vuelve a tirar de familia y llega Sheila, que toma la rítmica y le pasa el bajo a su prima Mary.
Esa formación empieza a ensayar concienzudamente. Se turnan de casa para que ningún vecino se queme. Adoptan la rutina de tocar de lunes a viernes, los sábados se van a ver a otros grupos y los domingos Sheila y Mary reciben clases.
Para darse a conocer, Mary propone repetir la operación que también se había dado anteriormente. Van a The Cavern con los instrumentos y se presentan como grupo. Le prometen a Bob Wooler que esta vez sí tocarán en directo y este les presenta a John Lennon y Paul McCartney en los camerinos del local. Según Hogan, es aquí cuando Lennon dijo: «¿Mujeres con guitarras? No funcionará». En Dangerous Minds sostienen que la frase la pronunció al verlas subir al escenario para tocar. Sea como fuere, nunca le abandonará.
En ese año, según contó Bill Harry en sus memorias, aunque el rock fuese cosa de hombres en Liverpool, había demanda de solistas femeninas para poder girar por el continente. Un anuncio pedía ese perfil para actuar en las bases estadounidenses en Francia. El modelo de grupo con chica el frente existía, pero las Liverbirds, todas chicas, eran una anomalía. Solo hubo otro proyecto similar, The Demoiselles, cita Harry, que no consiguieron grabar nada. Para Hogan, esta singularidad, sumada al desprecio de Lennon, en lugar de desmoralizarlas sirvió para que se sintieran más motivadas.
Sin un duro, eso sí. Mientras ensayaban y aprendían a tocar, tuvieron que ir devolviendo partes del equipo por no poder hacer frente a los plazos. Urgía dar pases y su primera actuación fue a través de un cura, el padre Bradley, que las mete a tocar en una reunión semanal de jubilados.
Enseguida empezaron a llegar otras ofertas. Mujeres tocando «¡como si fuesen chicos!» era un espectáculo en sí mismo, y despertaron interés. Pronto lograron aparecer en televisión, en el Scene at Six Thirty de Granada TV, el programa de música del norte del país. Entonces eran un grupo instrumental, solo en una canción metía un grito la batería. Una prueba de lo en serio que se tomaban las audiencias a un grupo de chicas fue que cuando, en el directo televisado, llegó el alarido de Sylvia para el cambio de ritmo, todo el mundo salió corriendo hacia ella para ayudarla pensando que le estaba pasando algo. En las imágenes emitidas salió tal cual.
Pero siguieron insistiendo. Dejaron los curros para convertirse en profesionales con una cantante, Irene Greene, que se une a ellas tras leer un anuncio en el Liverpool Echo. Su integración en la escena, sin embargo, es complicada. El rock and roll way of life no va con ellas. Un día, por ejemplo, son invitadas a casa de Dave Berry en Mánchester y, cuando ven el trasiego de entrada y salida de groupies, se largan de ahí asqueadas.
Giran por Escocia y el sur de Inglaterra, donde conocen a unos londinenses muy majos que estaban empezando, los Rolling Stones. La amistad con ellos y las horas compartidas cambian completamente su mentalidad musical. Descubren a Chuck Berry, Bo Diddley y Muddy Waters. Desde entonces, su concepto es el R&B.
Grupo de cuatro chicas de R&B, no, como uno esperaría, un grupo vocal femenino. Llevaban el pelo mitad Beatle mitad mod, chupas de cuero, pantalones ajustados y zapatos de punta. Todo un shock para una escena orientada a los hombres. (Other Voices, Hidden Histories of Liverpool’s Popular Music Scenes)
El drama llega cuando un día descubren que las estaban timando en todas estas minigiras. Tocan en el A´GoGo de Newcastle y, como pincha un grupo, les piden que hagan otro pase extra en sustitución. Cuando piden más emolumentos, el dueño del club les entrega un dineral. Descubren entonces que las agencias que las contrataban les estaban robando a manos llenas. Al fin y al cabo, tenían solo dieciséis y diecisiete años y eran chicas. Irene deja el grupo esa misma noche; noche en la que contratan en sustitución a Heather, la camarera del mismo garito, noche en la que llega a Inglaterra la noticia de que han asesinado a Kennedy.
En Crewe, en el condado de Cheshire, hacen migas con otro grupo, este ya más establecido: The Kinks. Y hay más desbandadas. Heather se va por donde ha venido y Sheila deja el grupo porque no puede soportar la vergüenza de vivir de subirse a un escenario. En el acto, salva al grupo Ray Davies, quien les presenta a Pamela Birch. «Una chica que sabe cantar y tocar la guitarra», les dice maravillado.
Pam es como ellas, de clase obrera. Su padre trabaja en una fábrica y su madre es cocinera en un colegio. En Other Voices, Hidden Histories of Liverpool´s Popular Music Michael Brocken explica que Pam había intentado hacerse un sitio en la escena folk de Liverpool en 1963, pero se había encontrado con un ambiente «igual de misógino e intransigente» que el rockero.
Por estas fechas, también se dan cuenta de que lo de timarlas solo se lo han hecho a ellas, a los grupos de chicos casualmente no les pasa. Por lo que, defraudadas, estudian las ofertas que surgen con frecuencia para tocar en el continente. Hacen una audición para Henry Henroid y las contrata automáticamente para el Star Club de Hamburgo. El lugar donde los Beatles se habían forjado entre 1961 y 1962.
El problema es que Sylvia era menor de edad y necesitaba un permiso oficial para poder salir del país. La tramitación lleva un tiempo. Entre tanto, ven que necesitan un mánager y van a por el mejor conocido, Brian Epstein, el «descubridor» de los Beatles. No tienen una libra, así que solo les llega para comprar billetes de ida a Londres. Al llegar, duermen en un parque y la mañana siguiente se presentan en las inmediaciones de su oficina. Le ven, se dirigen hacia él corriendo y gritando, y Epstein sale huyendo. Piensa que son las ya pesadísimas fans de los Beatles. Corren más que él, logran abordarlo y el hombre les da una cita para el día siguiente en su oficina. Vuelven a dormir en un parque público y por la mañana se presentan a la cita. Epstein accede a verlas en directo y, cuando comprueba su estado y aspecto tras dos días a la intemperie, les paga los billetes de vuelta a Liverpool de su bolsillo.
Es otra frustración. Cuando tocan para él, no está. Ha acudido un empleado suyo en su nombre. Se sienten muy defraudadas. Tratan entonces de que las escuche Larry Page, mánager y productor de los Kinks. Acuden con sus instrumentos al estudio justo un día en el que a los Kinks les acaban de robar los suyos. Ellas se los prestan y se produce un hecho histórico que, no obstante, ha sido puesto en cuestión. En Liverpool Beat, Mary publicó una carta en 2014 en la que aseguraba que, a consecuencia del robo, los Kinks grabaron con sus instrumentos «You Really Got Me». La primera canción de heavy rock de la historia se habría registrado con el equipo de las Liverbirds.
Sin embargo, por Twitter, Dave Davies manifestó que esa historia no tenía «absolutamente ningún sentido» y que recordaba perfectamente con qué instrumentos la grabaron. Aunque en el libro de Hogan, de 2017, se cita que en 2005 Ray Davies se encontró con Mary en Hamburgo y pudieron recordar juntos que este episodio sucediera en otra toma de la canción. Lo que sí ocurrió, pero no se han hecho públicas las grabaciones, es que finalmente sí pudieron tocar para el mánager de los Kinks con Ray Davies a la guitarra e Ian Stewart, roadie de Rolling Stones, al piano. Demo que existe, pero que se guardaron para ellas. (Según la revista Get in to This, en la grabación también estaba Mick Jagger a las maracas).
Mientras esperan los papeles para poder ir a Alemania, Henroid les paga un hotel, pero no tienen para comer. Sus padres, desesperados, les envían dinero y les piden, como es habitual, que lo dejen todo, vuelvan a casa y se busquen un trabajo normal. Ellas salen del trago aceptando la oferta de un fotógrafo que se presenta en el hotel. Les entrega un dinero a cambio de unas fotos y una entrevista. Quedan encantadas, pero ese domingo en la prensa se encuentran en portada de un diario con las fotos de la sesión en las que salen con su peor cara, y un titular enorme: «No permita que les pase esto a sus hijas». Era un reportaje sensacionalista contra el rock. Pero no había en realidad historia triste, ellas se codeaban noche tras noche en The Cavern con grupos como The Kubas (luego The Koobas), Chick Graham, Riot Squad o Remo Four y no eso no tenía nada de dramático, todo lo contrario.
Su concierto más exitoso fue de teloneras de Alexis Korner´s Blues Incorporated el domingo 26 de enero de 1964. Flannery recuerda: «Se enfrentaron a un público erudito del blues esa noche, todo eran gabardinas y barbas, pero manejaron el concierto muy bien y fueron alabadas por Korner». (Michael Brocken)
Cuando llega el permiso, no ven el momento de abandonar su país. Tanto Larry Page como Brian Epstein han mostrado interés en ellas, pero ya les da igual. Solo piensan en Hamburgo. Desde Liverpool, ya se ha alimentado el hype de que llegarán Las Beatles a Alemania. Aterrizan el 28 de mayo de 1964. Del trayecto en taxi hasta el Hotel Pacific, Mary recuerda alucinar con el contraste entre la belleza de la iglesia de St. Joseph y que, a la vuelta de la esquina, estuviese todo lleno de prostitutas y clubes.
Los alemanes no eran menos misóginos que los británicos, pero sabíamos que el grupo sería descrito en la prensa de la Alemania Occidental como «Las Beatles». La palabra Beatle se había convertido en un código en la Alemania de 1964. Cualquier persona, hombre o mujer, asociado con Liverpool, con el sonido y los peinados apropiados, se llamaría «Beatle». (Joe Flannery)
En el Star conocen a Manfred Weissleder, el propietario, que quiere que toquen esa misma noche. Son presentadas como «las Beatles femeninas» y abren con «Money», para la que han preparado un numerito. En el estribillo, se dan la vuelta todas a la vez y mueven el culo. El público enloquece y les tiran billetes y monedas. Entiéndase que el ambiente era de alta graduación etílica.
Pocos días después salen para Berlín a actuar como teloneras de Chuck Berry. Antes de subir al escenario, les advierten que no pueden hacer ninguna versión del maestro. Se pasan por el forro las órdenes, ya que su set estaba basado parcialmente en su legado, y arremeten con «Roll over Beethoven». El mánager salta al escenario agitando los brazos para que paren y Val, al grito de «Fuck off», le saca de ahí volando de un empujón. Tenían delante a siete mil personas que enloquecieron. Cuando están de vuelta a Hamburgo sospechan que ese incidente supondrá el final de su carrera en Alemania, pero reciben una llamada nada más llegar a su hotel que les sorprende aún más. Resulta que el mánager de Chuck Berry está enamorado de su actitud y se las quiere llevar a Estados Unidos. Manfred inmediatamente toma cartas en el asunto y les cuenta que lo más probable sería que tocasen en Las Vegas en top-less. Una burda manipulación para retenerlas allí. Funciona.
Y también funciona para ellas. Con su vestimenta masculina, con su R&B ideal para elevadas ingestas de alcohol, lo petan en el Star Club. Su primer single sale en diciembre de 1964, al tiempo que Beatles for Sale. La cara A tiene «Shop Around» de Berry Gordy y Smokey Robinson. En la cara B hay una composición propia, de Pam, «It´s to Be You». Regresan a Liverpool con dinero en el bolsillo y, al comprobar el estado de la escena local, dan algún concierto, pero en su mente solo está regresar rápidamente a Alemania. Así se hizo.
Pocos meses después, publican su primer LP, Star-Club Show 4. Aparecido curiosamente en España, en el sello Fontana, lleva tres versiones de Chuck Berry y tres de Bo Diddley, entre otros clásicos, y una nueva composición de Pam, «Leave All Your Loves in the Past». En abril, esta canción, aparecida de cara B de un single con la versión «Diddley Daddy» de Bo Diddley, alcanza el número 5 en las listas alemanas. Su mayor éxito, que las lleva a actuar veinte minutos en la primera edición del mítico programa de televisión alemán Beat Club y a girar por Austria, Suiza, Holanda, Dinamarca y Noruega. En Hamburgo coincidieron también con Hendrix, se cuenta que las Liverbirds le liaron los porros.
En junio del 65, la canción estrella de sus conciertos, «Peanut Butter», sale de cara A en otro single, en cuya cara B hay otra magnífica composición de Pam, «Why Do You Hang Around Me». Una canción que ya empezaría a estar en la primera división de no ser porque ese año se cerraría con The Kink Kontroversy de los Kinks, December’s Children (And Everybody’s) de Rolling Stones y Rubber Soul de los Beatles. Discos que ya estaban en otros planetas. Llegó un momento en esa década, los sesenta, en el que te pasabas de moda en tres meses.
Con quien coincidieron Las Beatles por estas fechas en Alemania fue con los Beatles españoles, o Los Salvajes, que también eran presentados como marca blanca de Lennon, McCartney y compañía. En su libro de memorias Los salvajes y yo, Gaby Alegret recuerda su encuentro con ellas. De su descripción se deduce que metían una caña sobre el escenario equiparable en esa época a grupos de metal actuales y, siendo chicas, aquello sorprendía.
Allí, por los pasillos, descubrimos que el otro grupo con el que íbamos a empezar a tocar aquel mismo día eran las Liverbirds, un grupo de chicas de Liverpool que hacía R&B bastante bestia, versiones de Bo Diddley («Road Runner», «Diddley Daddy») de Muddy Waters («Got my Mojo Working») y de Chuck Berry («Too Much Monkey Business»), y cosas así. Iban vestidas de negro, llevaban el pelo a lo Beatle, como un casco y tenían una actitud muy dura en el escenario, pero con nosotros fueron muy amigables, las cuatro (…) nunca se negaron a tomar algo o a charlas después de las actuaciones, pero quedó claro desde el principio que el sexo no estaba incluido. No solo era que Mary y Sylvia ya tuviesen novios ingleses, otros músicos que andaban por Alemania tocando, sino que a Val y a Pam no les iban mucho los chicos. No sé si eran lesbianas, porque sé que Valerie también tenía algún amigo, pero daban esa impresión, por su apariencia y por su forma de comportarse. Las cuatro eran muy majas. Como compartían habitación con Andy y Sebas, tuvimos ocasión de hablar mucho con ellas.
En febrero del 66 aparecieron en la película de los Rattles, Hurra, die Rattles Kommen, y lanzan un single con «Loop the Loop» de Joe Dong y Teddy Vann y «Bo Diddley is a Lover», ya sin composiciones propias. El LP More of reúne sus singles junto a versiones como «Heatwave» de Martha and the Vandellas, que a finales de año aparecería también en A Quick One de los Who, o «For Your Love» de los Yardbirds.
Para 1968, Yamaha les ofreció una gira japonesa con instrumentos y equipo de su marca. Sylvia se había casado el año anterior con John Wiggins, teclista de The Bobby Patrick Big Six, otro grupo del Star Club, y se quedó embarazada. Y Val estaba al cuidado de Stephan, su marido paralítico. Mary y Pam las tuvieron que sustituir por dos alemanas, Christiane Shultz y Renate Wassermeyer.
En Japón les fue bien, pero las ausencias pesaron mucho, echaban de menos a sus antiguas compañeras y disolvieron el grupo. Mary se casó con Frank Dostal, cantante de los Rattles, y compositor en 1977 de «Yes, Sir, I Can Boogie», que le debió reportar unos duros bastante majos. Pam nunca se casó. Se unió a un grupo de versiones en el Irán del sah, y en 1974 volvió a Hamburgo para trabajar en Warner Brothers y de DJ en hoteles. Murió en 2009. Val, en 2016. Sylvia acabó viviendo en Alicante, en Benidorm, con su marido. Y Mary sigue en Hamburgo.
Brocken cuenta en su libro que los fans alemanes del R&B las siguen recordando con cariño, pero que en Liverpool sigue habiendo una actitud impertinente hacia ellas entre los hombres veteranos de la escena de R&B de los sesenta, que las consideran «una basura de chicas que no sabían tocar». Quizá de lo único que estuvieron faltas fue de ambición desmedida, ese rasgo del carácter sin el cual, dicen los entendidos, no se triunfa.
Creo que hay una errata. En los grupos que tocaban en the Cavern son the Koobas, no the Kubas. Si no es así pido disculpas al autor
The Koobas al principio se llamaban The Kubas
Mis disculpas pues, un gran artículo
Bueno es que los que sabemos ingles sabemos prefectamente que Koobas se pornuncia Kubas
My Good! In which bloody school did you study?
En la Bertliz y aluego practicando con Arnoldo Suacheneguer entre polvo y polvo qué pasa? También de muy jovencita hayá por los ochenta, con Liberace pero con este sin polvos.
Yo fui fan de los Beatles y fui fanclub de la bbc de Londres del club de los Beatles en el año 63, Pero muchos de esos nombres no los conozco por desgracia , pero leí el artículo completo y me agradable,