Durante demasiado tiempo se ha repetido el mantra de «las compañías discográficas no supieron adaptarse a los nuevos tiempos» como razón principal de su colapso y de paso servía de justificación del latrocinio digital (extensible al top manta, brillante definición acuñada por Miguel Ríos en su día). Ya se sabe que una mentira repetida muchas veces acaba convirtiéndose en dogma de fe. Es indudable que algo hicimos mal (me permitirán que use la primera persona del plural al haber sido parte del sector musical: primero desde los medios de comunicación y, desde 1977, en varias discográficas en Madrid, Nueva York y París). Pero el derrumbe no se produce por lo que se nos achaca y sí por lo que resumo en los cuatro aspectos del título del artículo: la cocaína, los medios de comunicación, las tiendas de discos y Wall Street.
Una de las cosas que sí hicimos mal fue no imponer nuestro relato. Sucedió porque no lo teníamos articulado. Tan sencillo como eso. No es de extrañar, conociendo a algunos de los personajes que dirigían el negocio con el cambio de siglo. Los altos ejecutivos rebosantes de coca («la cocaína es la forma que Dios tiene para decirte que estás ganando demasiado dinero», decían en Estados Unidos los más descarados, parafraseando al actor cómico Robin WiIliams) no comprendieron que las prácticas publicitarias habituales para promocionar a artistas y discos eran también válidas en otros medios, más allá de los estrictamente musicales. The Wall Street Journal señalaba al respecto que las discográficas habían perdido la batalla de la comunicación al no invertir publicidad en la prensa que creaba opinión como ellos mismos, The New York Times, Los Angeles Times, Washington Post, Chicago Tribune, The Boston Globe, San Francisco Chronicle, o en revistas como Newsweek y Time. Mientras que las compañías tecnológicas y de telefonía (IBM, ATT, Microsoft, Apple, etc.) sí lo habían hecho. Influyendo, como es fácil adivinar, en el contenido editorial. El objetivo era condicionar a la baja los precios de la música para dotar de contenidos a sus redes (sin tener que producir).
En España la labor de Telefónica, en conjunción con otros actores (fabricantes de CD vírgenes o de aparatos de copia digitales), fue demoledora (incluyendo un anuncio de TV fomentando las descargas). Con el beneplácito y cooperación del Gobierno Aznar y de muchos periodistas. Estos partían de un mismo sesgo ideológico, pontificando sobre cómo deberían funcionar las discográficas (es durante este periodo que las empresas de medios para las que trabajaban empezaron a desmoronarse). Nos alertaban de las maldades de las multinacionales estadounidenses en nuestro país. Hasta en esto fantaseaban y mentían descaradamente. Como enseño al alumnado del Máster de Industria Musical y Estudios Sonoros en la Universidad Carlos III (Madrid) no hubo más de tres multinacionales USA en España: RCA, CBS y WEA (Warner, Elektra, Atlantic). La primera fue RCA, CBS se estableció en 1970 y WEA a principios de los ochenta. En esta década, la de los ochenta, RCA pasó a ser alemana y CBS japonesa. Solo se mantiene Warner. Lo que sí abundaban eran las multinacionales europeas (alemanas, británicas, francesas y holandesas).
Cuando se estableció el conocido como canon digital, un mecanismo creado para compensar por las copias privadas digitales (ya existía en el mundo analógico desde los tiempos de la casete), las mismas voces (interesadas) volvieron a alzarse. Justificaban la subida de precios de equipos y soportes por la aplicación del canon. Quienes alertamos contra esta falacia clamábamos en el desierto. Cuando se eliminó el canon digital los precios, efectivamente, no bajaron.
En una situación paralela, el editor Jorge Herralde, fundador de Anagrama, declaraba a El País el verano del año pasado: «El anuncio de la muerte del libro de papel fue una campaña de los fabricantes de aparatos». ¿No es parecido a lo sucedido con los discos, manteniendo a fabricantes de aparatos (y soportes) y añadiendo a los gigantes de las telecomunicaciones e internet?
El papel de los medios en toda esta campaña no puede ser pasado por alto. Empresas como la editora de El Mundo, que se dedicaba a las promociones y ventas de productos culturales junto con el diario, debían cantidades ingentes a la SGAE (y por tanto a autores y editores musicales). Esto nunca trascendió a la opinión pública. El corporativismo mediático hacía horas extras. Y de paso erosionaban la credibilidad del periodismo.
Sin remontarnos mucho en el tiempo, podríamos decir que los problemas derivados de la coca (arrastrados desde los setenta) estallan en los ochenta, la década de los excesos. Figuras clave como Walter Yetnikoff, el todopoderoso jefe de CBS Records (que incluía compañías tan importantes como Columbia, Epic, más la división internacional), confesaba en su autobiografía Howling At The Moon (escrita junto a David Ritz) que «la coca avivaba mi ego». Yetnikoff, abogado de formación, era más artista que los artistas. Su arrolladora personalidad se acentuaba con las ingestas de alcohol y la inhalación de polvos nasales («en mi época más desmadrada, llegaba a mi despacho por las mañanas y me servía la primera copa y me metía la segunda o tercera raya del día. Venía puesto de casa»). No se mordía la lengua y sus ataques de ira (la irascibilidad propia de los cocainómanos) eran temidos por empleados, artistas y representantes. Las anécdotas y los exabruptos que jalonan su vida profesional son legendarios (fui testigo de varios). Un día coincidimos bajando juntos en el ascensor y unas sospechosas motas blancas adornaban su bigote. No me atreví a decir nada. Por si acaso…
Yetnikoff construyó un imperio discográfico líder mundial, presidiendo los mejores momentos de la corporación, y lo vendió a Sony. Tras el romance inicial, sus modos y maneras chocaron con la formalista cultura corporativa japonesa. La publicación del libro de Fredric Dannen Hit Men fue el detonante que aceleró su caída. En sus páginas (inspiradas por una garganta profunda defenestrada por Yetnikoff) se desvelaban muchos asuntos turbios relacionados con sexo, drogas, las corruptelas de la promoción independiente y sus conexiones con indeseables relacionados con el crimen organizado.
Ahmet Ertegün, presidente y cofundador de Atlantic Records (durante varios años la discográfica n.º 1 de Estados Unidos), era la otra cara de la misma moneda. Un party animal como Yetnikoff. Les diferenciaban los modales, fruto de distintos orígenes sociales. Mientras Ertegün, turco musulmán, era parte de la jet set neoyorquina y, como hijo de embajador, era refinado en sus maneras (un gentleman), Yetnikoff era street smart, judío de Brooklyn. Brilló como estudiante y sacó la carrera gracias a una beca en la prestigiosa Columbia University. Sirvió en el ejército en Alemania, durante la guerra fría, antes de incorporarse a un despacho de abogados y desde ahí pasó al departamento legal de CBS Records. Ahmet y Walter compartían aficiones y vicios. Amigos y rivales, la noche neoyorquina bailaba a su ritmo. El inevitable Studio 54 (y sus míticos privados) era el patio de recreo de ambos.
Mientras ellos arrasaban Nueva York (y predicaban con «su ejemplo»), la Costa Oeste no se quedaba atrás. Las discográficas tenían un espejo donde mirarse: la industria del cine. Y una empresa como MCA estaba presente en los dos mundos (los rumores señalaban sus conexiones con la mafia). Algunos sellos de Los Ángeles eran propiedad de camellos de alto standing. Lo mismo podía decirse de varios agentes y representantes de grupos y solistas.
La Casablanca Records and Filmworks de Neil Bogart, fundada en Los Ángeles en los setenta con financiación de Warner Bros. Records (posteriormente Polygram adquirió el 50%), es el ejemplo máximo de los excesos de los setenta y ochenta. Asociada a la disco music e introductora de Giorgio Moroder y Donna Summer en el mercado estadounidense (además de Kiss y éxitos en taquilla con películas como El expreso de medianoche), Casablanca sucumbió financieramente por los desmesurados gastos en exageradas campañas de marketing, fiestas ostentosas y en lo que ya se imaginan.
En nuestro país la cocaína también hizo estragos. Y aprendí dos cosas. La primera fue la existencia de una cirugía que te ponía la nariz de platino (imprescindible para quienes se habían quemado las fosas nasales; otros, en cambio, padecieron del corazón). El jefe de una multi británica fue el primer caso del que oí hablar. Y la segunda enseñanza fue que, al ser un comercio ilegal, era imprescindible comprar con dinero en efectivo. En negro. Lo cual invariablemente conlleva diversas y variadas corruptelas. En ambos casos quedaba establecido algo que en su día denominé «el clan de la coca». Aparte de ejecutivos, artistas y mánagers, contaba entre sus filas con gente de los medios (algunos de los cuales eran de los que despotricaban de las discográficas). Y se producían situaciones chuscas, como la de un director general que guardaba mudas de calzoncillos en su despacho porque las ventosidades de algunos cocainómanos solían venir con regalito…
Las drogas siempre han formado parte del panorama cultural y del mundo del ocio y el entretenimiento. Nada de lo que asustarse en este frente. Desde los setenta la cocaína hizo estragos en todos los estratos de la sociedad. Su uso en Estados Unidos era muy alto. No solo afectaba a industrias como las del cine y la música. También invadió Wall Street. Fue la época en la que los corredores y agentes de bolsa se sentían invencibles y su consumo de coca acrecentaba esta sensación. Eran los reyes del mundo y de las finanzas globales. ¡Y querían vivir como las estrellas del rock! Coincidió con que las compañías discográficas comenzaron a ser sexy. Propiedades cuyo valor empezó a ser apreciado por los tiburones financieros.
Dos adquisiciones despertaron vivamente la atención de Wall Street, más allá de quienes intervinieron en ellas: la alemana Ariola (propiedad de Bertelsmann) compró RCA Records (1986), formando BMG (Bertelsmann Music Group). Al año siguiente Sony se hizo con CBS Records. Estas dos operaciones más algunas producidas en el sector editorial (de música) atrajeron a canallas (condenados a prisión) como Ivan Boesky (apareció de la mano de David Geffen) y Michael Milken. Eran los reyes del insider trading (el trasiego de información privilegiada) y los bonos basura. De Boesky nos queda una cita que resume perfectamente el modelo a seguir: «la codicia es saludable». La voracidad de estos representantes del nuevo capitalismo, del que Esteban Hernández habla en sus libros y sus artículos en El Confidencial, buscaba los mayores beneficios en el menor tiempo posible. Se traducía en incrementar los repartos de dividendos no reinvirtiendo en el negocio e inflando el valor de las acciones. Funciona a corto plazo, lo cual es inviable en un negocio cultural. Con esta filosofía nunca hubiese existido, entre otros muchos, un Bruce Springsteen: sus dos primeros discos no funcionaron y solo vendió a partir de Born to Run, el tercero.
Claro que las compañías buscaban el pelotazo, el éxito, digamos, fácil (que es más costoso de lo que parece y bastante más difícil de conseguir de lo que se piensa). Pero existía un ecosistema por el que los superventas financiaban las apuestas de riesgo y las carreras de fondo. Las nuevas formas de Wall Street empezaron a imposibilitar las inversiones en artistas a largo plazo. El primer departamento que desapareció en las discográficas, como consecuencia de los primeros recortes que invariablemente se producen tras las adquisiciones y fusiones, fue el de artist development (desarrollo de artistas).
El mercado de los denominados posteriormente bonos basura facilitó que los peces chicos pudieran comerse a los grandes. Así Ted Turner desde Atlanta (TBS y CNN) quiso hacerse con toda la CBS (radio, TV, discos, etc.). Desestabilizó a la compañía, que acabó en manos de los hermanos Tisch y su Loews Corporation. Sony, con el apoyo de Yetnikoff, quiso comprar la división de música grabada (la editorial musical ya había sido vendida en 1986 en un movimiento defensivo frente a los ataques corporativos de Turner y otros). Inicialmente Sony ofertó poco más de un billón de dólares (el billón estadounidense son mil millones). A su favor tenían un yen fuerte y un dólar débil. Al final se hicieron con CBS Records por dos billones tras el crac de la bolsa (el black monday del 19 de octubre del 87). Las reticencias del fundador de CBS, Bill Paley, cedieron ante el interés de los Tisch y otros accionistas y la realidad del crac del mercado bursátil. Turner, por su parte, acabó vendiendo años después (1996) su empresa a Time Warner (otra megafusión), tras haber comprado MGM/United Artists en 1986. Con ese fondo de películas creó varios canales de TV (TNT, Turner Classic Movies y Cartoon Network) y coloreó las de blanco y negro.
A los pistoletazos de salida provocados por las ventas de RCA y CBS siguieron otras movidas (algunas saldrán a colación más adelante). Y acabaron apareciendo grupos de inversores y fondos de inversión. Uno de ellos, el fondo británico Terra Firma, se hizo con EMI en 2007. Y en 2011 acabó en manos de Citigroup, el banco neoyorquino que financió la operación, que resultó un fiasco. En el proceso se despidió a casi dos mil empleados a lo largo y ancho del globo.
Entre los inversores destacan dos: Edgar Bronfman Jr., que estuvo en Universal (hoy controlada por la francesa Vivendi), fruto de la fusión de Polygram y MCA (tras varias compraventas en las que participaron la japonesa Matsushita —compraron MCA como reacción a la compra de CBS por Sony, su máximo rival— y Geffen Records). El canadiense Bronfman pilotó esta operación a través de Seagram, el negocio familiar, y también invirtió en el grupo Warner, hoy Warner Music Group (WMG). Desde 2011 WMG está controlado por el inversor de origen ucraniano Leonard Blavatnik, a través de su firma Access Industries (sus primeras posiciones en Warner datan de 2004). Access vendió su participación en Facebook a finales de 2015 y mantiene acciones en Snap, Deezer, Yelp y Zalando, entre otras tecnológicas.
Cuando dicen que las discográficas no supieron adaptarse a la revolución digital, ¿a qué se refieren? ¿Al impulso que se pretendió dar al streaming en plena oleada del P2P y las descargas ilegales? En su día no funcionó, y actualmente el streaming y servicios como Spotify son los dominadores del nuevo mercado. En el accionariado de Spotify hay varias compañías de música. ¿No sería más correcto decir en este caso que se adelantaron a los tiempos, pero el consumidor quería llenar sus discos duros de toda la música grabada de la historia y además presumía de tener amigos en países donde ni siquiera había estado?
La industria discográfica siempre ha sido pionera en avances tecnológicos. Desde la primera, fundada por Edison para la comercialización de los cilindros y fonógrafos de su invención. Los distintos formatos y soportes (discos de pizarra, sencillos, LP, CD, etc.) han surgido desde sus entrañas. Y siempre se han adoptado los últimos avances en equipos y técnicas de grabación, promoción (los videoclips en 16 mm, por ejemplo), se apoyó a los nuevos medios de difusión (las FM, la TV musical y sus programas), etc. ¿De repente estas continuas prácticas innovadoras cuasi centenarias desaparecen súbitamente? ¿O nos encontramos nuevamente ante un discurso interesado? A continuación, tres casos significativos que se suman a los citados ejemplos del streaming y Spotify.
Time Warner fue comprada en 2001 por el gigante de Internet AOL, el primer operador de acceso a la red de Estados Unidos. AOL se hacía con un clásico del entretenimiento cultural analógico y nacía AOL Time Warner. ¿El signo de los tiempos, que diría Prince? El pinchazo de la primera burbuja de las puntocoms devolvió las aguas a su cauce: Time Warner tuvo que absorber a AOL, su compradora, que desapareció del mapa. Y se vieron obligados a vender la división musical para hacer frente a las pérdidas. Hicieron caja.
En plena vorágine de demandas de las principales discográficas contra Napster y otros sitios de P2P, BMG se desmarcó y adquirió Napster. Pensaban que podrían domar a la bestia. El resto pensó que estaban locos. Pero los alemanes insistían en que actuaban acorde a los nuevos tiempos digitales. Fue su ruina. ¡Una dura forma de adaptarse a los nuevos tiempos! Empezaron fusionándose con Sony, para salir del embrollo y poder hacer frente a las indemnizaciones. Y acabaron siendo absorbidos por los japoneses.
Vevo, el canal de vídeos musicales integrado en YouTube, surgió de una iniciativa de Warner y MTV Networks (hoy Viacom Media Networks, tras la desinversión de Warner Communications y American Express en sus canales de TV Nickelodeon, MTV, VH1 y The Movie Channel) a la que inicialmente se sumó Universal y posteriormente Sony.
Solo quedan tres multinacionales en el mercado de la música grabada: Sony, Universal y Warner (y las tres han ampliado sus perspectivas de negocio a otras áreas).
Amazon es más que una tienda, es el gran almacén digital. Su expansión ha sido brutal. En paralelo, han ido desapareciendo tiendas y cadenas. Desde puntos de venta locales, como sucedió en Barcelona con Discos Castelló o las tiendas Gong, servicios de venta por correo como Discoplay, distribuidores como Arnedo (y sus tiendas Madrid Rock y Sevilla Rock), hasta grandes cadenas como Virgin, HMV o Tower Records (las tres con presencia en varios países además del propio). ¿También fue culpa de las discográficas? ¿Es Amazon una discográfica? Hasta donde sé, parece que fueron las tiendas las que no supieron adaptarse al cambio digital y a los nuevos usos y costumbres de los consumidores. No creo que nadie les haya ofrecido hasta ahora este punto de vista, que no deja de ser tan práctico como real. ¿O alguien piensa que las tiendas de discos supieron adaptarse a las nuevas tendencias? De momento no sobrevivieron. Y se sigue grabando y distribuyendo música.
La desaparición de puntos de venta tuvo (y tiene) un efecto devastador sobre las compañías de música grabada. ¿Qué haces cuándo tus clientes chapan? ¿Y los impagados? ¿Cómo se afronta un concurso de acreedores, la antigua suspensión de pagos? Solo las grandes pueden sobrevivir. Y no todas (de hecho, solo quedan tres), porque el problema de cada mercado se multiplica y se convierte en global. En el proceso se han perdido miles de trabajos directos y otros tantos indirectos. ¿Interesó esto al periodismo? Asumo que conocen la respuesta. Lo cool era incidir en las maldades de las compañías.
Stephen Witt en su libro Cómo dejamos de pagar por la música (Contra, 2016) nos desveló al gran filtrador de música de la era digital: Dell Glover, un empleado de la fábrica de Universal en Estados Unidos. Se hacía con los CD antes de su edición, los ripeaba en su casa y los subía a la red. Su motivación inicialmente no era profesional, solo buscaba reconocimiento y protagonismo dentro de una comunidad de internautas, su círculo virtual de amistades. Con el paso del tiempo las cosas cambiaron y esta piratería pasó a estar dominada por gente como Kim Dotcom u organizaciones criminales cuyo único objetivo era lucrarse a costa de las inversiones de otros.
Un último apunte, referido a España: hay que tener en cuenta que nuestro país, en el top 10 de los mercados que más discos vendían en el mundo, se enfrentó a una doble problemática. Una, propia del primer mundo: la piratería vía internet. Y la otra, típica del tercer mundo: el top manta.
La verdad una de las razones por las que no compro música grabada es porque no es práctico. Prefiero conectarme a cualquier dispositivo electrónico que ya casi todos tienen (celulares o laptops) gracias a Spotify que cargar mil cds para escuchar la música que me quiero en el momento que quiero. Tenias que cuidar tus CD’s de que no se rallaran, los casettes de que no se enrollaran, con la era digital no es necesario. No siento apego a un CD o el arte que venia en las portadas.
I bailare sooobre tu tumba wat suruveeeeebap surubaaah!. Ya lo decia siniestro total. La avaricia rompe el saco. Los dinosaurios eran mas fuertes que las discograficas y tambien se extinguieron por su falta de adaptacion. El casette era una produccion manual y muy cara, el CD era baratiiiiiiisimo de producir y sin embargo los vendiais mas caros. AHora comprarse un CD solo causa risa, habeis creado un monstruo con vuestra codicia. Ademas en las discograficas tratais como el ojete a los musicos de Jazz o musica clasica (un ex lio mio era de las 10 mejores violnistas del mundo y cobraba menos que yo). Toda la pasta para los bisbal y demas cantamañanas. Ahi os pudrais.
El fin del vinilo como soporte, ésa fue la tumba de la industria; en cuanto a las tiendas de discos españolas: pena ninguna; eran pésimas…hoy existen infinidad de tiendas de todo el mundo on-line con las que recibes el disco que quieres en el formato que quieres al día siguiente y a la la puerta de tu casa
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Las disqueras vendieros a sobreprecio hasta que se hartaron, solo que la vida es una ruleta que no permanece estatica, yo creo que ahora las cosas estan como debieron estar desde el principio, la bola de ratas ahora viven del pasado
Estimado autor de este artículo: estoy de acuerdo en varias de las razones que usted relata , como causa de la situación actual del mercado discográfico.
Conozco alguno de los episodios que describe, y otros me los imagino, pues durante los años 80 y 90 gestionaba dos tiendas de música en este país, y nos llegaban ciertas noticias.
Podría relatarle muchas actuaciones contra las Compañias que intentamos por parte de las tiendas (por parte de varias), para adaptarnos a las nuevas condiciones del mercado, que estaba dirigido con «exclusividad» por dichas Compañías (precios a los que se podía vender, donde se podía comprar los Cd, etc.). No era un mercado libre como otros, sino «manejado» por las Discográficas.
Añadir como un factor más, la no adaptabilidad de las tiendas, me parece algo de ignorancia por su parte. ¿No cree usted que si hubiera habido una adaptación viable al negocio, habrían quedado parte de esos negocios en pie? A día de hoy no hay prácticamente ninguna tienda en las calles, ni de este país ni de otros europeos, y vamos, digo yo, que los miles existentes en esos años no habrán sido todos sus gestores tan ineptos como para que no haya quedado ningún negocio abierto.
Entre todos la mataron y ella sola se murió….
No se le puede negar al señor Adrian Vogel el valor y arrojo que ha tenido al atreverse a publicar un artículo de este tipo en un medio digital a día de hoy. Valor y arrojo sí, pero acierto y objetividad más bien poca. Resulta chocante leer que uno de los grandes culpables del declive de las discográficas fuese la cocaína. Por muchas vueltas que le de y mucho que intente adornarlo, la cocaína no fue una responsable del declive discográfico. La omnipresencia de la nieve, junto al declive discográfico, fue una CONSECUENCIA de las mentalidades y actitudes que mandaban en las discográficas. La forma de ser de esa gente fue lo que los llevó a la cocaína y a cometer mil tropelías más; la droga solo sacaba a relucir y amplificaba lo que ya estaba allí. Sobre lo de Wall Street como culpable de convertir a la industria en un montón de «juguetes bursátiles» a corto plazo y sin visión empresarial de futuro, permita que me ría. La bolsa hace esas perrerías de tiburón desalmado con cualquier sector industrial que se le ponga a tiro (incluidos otros de culturales), pero la mayoría no se hunden como ha hecho el discográfico. Pone como ejemplo de discográfica seria pensando en el futuro (y de lo que Wall Street destruyó, según él) a que el Boss pudo llegar a triunfar porque le ayudaron a sacar un tercer disco tras 2 iniciales flojo en ventas. ¿Y por cada artista con un ejemplo similar, cuantos vieron como sus obras una vez grabadas se guardaban en un cajón y nunca se editaban porque a la discográfica no le salía de las gónadas pero tampoco las liberaba? Sin ser ningún mitómano de pro ni mucho menos, cada 2×3 escucho la enésima noticia de tal o cual grabación sacada a la luz tras DÉCADAS de ostracismo forzado por parte de algún directivo ególatra que negó al artista y al público su conocimiento. Eso sucedía desde muchísimo antes de la debacle que aquí se cuenta. Wall Street no trató a las discográficas distinto de como éstas trataban a sus artistas en general: como un objeto en propiedad, utilizable o desechable a capricho. Y ni siquiera menciona, como si fuese algo que no tuvo relevancia ninguna, el suicidio colectivo que supuso el paso al CD y la re-edición de antiguos vinilos. Para mi lo de que los vinilos suenan mejor es un cuento chino, una mentira auto.sugestiva creada por un montón de snobs con ganas de sentirse distintos al público general. El problema es que lo que es mentira a nivel técnico se convierte en verdad al ver el contenido; cuando la inmensa mayoría del material editado en CD fue un auténtico destrozo. Las discográficas gastándose una pasta en grabar masters cojonudos para que luego un ingeniero novato y alelado se cargase toda la calidad al plancharlo en CD. Si a eso le sumamos que pretendisteis cobrar el doble por algo que os costaba fabricar 1/5 parte de los formatos anteriores; el batacazo estaba asegurado. Y aún recuerdo varias notas de prensa o declaraciones de discográficas mofándose de Steve Jobs (que tampoco es santo de mi devoción, pero el tío sabía muy bien lo que se hacía); riéndose de su Itunes y iPod y diciéndole que arruinaría a su empresa. Recuerdo como una discográfica le dijo con sorna «¿Quien te va a pagar 5$ por una canción si no quieren pagar 30$ por un disco entero?». El payaso que dijo aquello no se dio cuenta de lo que terminó sucediendo: Que la gente pagó gustosamente 10 o 15$ por las 2 o 3 canciones que les gustaban en vez de 30$ por un disco lleno de relleno, basura y encima de mala calidad. Hablemos de piratería ahora. ¿Sabe qué prejuicio económico causaron quienes se jactaban de tener sopotocientas discografías completas en MP3? NINGUNO, esa gente que acumula tanta música no se terminará escuchando casi nada (no hay tiempo material, mucho menos paciencia) de igual modo que casi nunca hubiese comprado un disco. El daño lo sufristeis maltratando al cliente que de forma regular os iba comprando música; ese que al final se hartó de tantas poyadas y terminó consiguiendo la música que quería, cuando quería, como la quería y a veces a mejor calidad de la que vosotros le dábais cuando os salía del forro de la entrepierna, con mala calidad y imponiendo prácticas comerciales demenciales. Esa persona es posible que apenas tenga unos pocos cientos de MP3 acumulados tras 20 años de descargas ilegales; pero cada uno de ellos es un disco que en su momento sí hubiese estado dispuesto a pagar de habérselo facilitado. Sí, sin duda alguna, es verdad que las discográficas (generalizando) no se adaptaron a los cambios que trajo el tiempo. NO, esos cambios no fueron la digitalización, el streaming o la mala prensa (y hacer ese análisis le revela a usted como otro responsable discográfico que sigue sin entender nada). El cambio que trajo el tiempo fue ni más ni menos que las discográficas dejaron de ser necesarias como intermediarias entre el autor y su público; así de sencillo. Los autores cada vez lo tenían más fácil para hacer llegar su música al público y éste a su vez podía interactuar con sus ídolos de forma directa, sin pasar por vuestro aro, para decirle a los artistas lo que les gustaría que ellos hiciesen. Y cuando los artistas recibían ese feedback de su público pero veían que las discográficas no estaban por la labor, os pegaron una patada en el culo. lY así las discográficas que estabais en un régimen de oligopolio y os creíais necesarias os disteis cuenta que os habíais convertido en actores secundarios del que muchos artistas prefirieron prescindir en gran parte por el historial de perrerías que acumulabais respecto a ellos (y no solo por la coca y Wall Street). Por cada artista que se declara agradecido a su discográfica en los medios tienes a media docena con las gónadas bien hinchadas. Tenéis lo que os cocinasteis a fuego lento durante mucho tiempo, que aproveche.
Excelente reflexión de «Alguien», coincido totalmente del real porque del declive de esta industria. Que aproveche como bien dices, jeje.
¡Ole sus cojones, caballero! Un abrazo.
Creo que este es el artículo interesante y concluyente sobre el declive de la industria discográfica.
Como suele ocurrir a menudo con la prensa digital, las opiniones de los usuarios aclaran, informan de verdad y engrandecen la noticia, o el reportaje. Salvando ciertas cuestiones de estilo, coincido plenamente en la opinion de ése «Alguien» anónimo, y creo que es el sentir general…
Habría que mencionar las radios con sus malditas ‘carrera de éxito’ que estaban movidas por sobornos de las discográficas, pero ahora, incluso con la aparicion de las FM.
Personalmente, con 85+ plenos de gusto por la música, digo: VIVA SPOTIFY por su doble condición de gratuito y acceso a todas las épocas y géneros. Y además no es yanki!
Un muy buen artículo de un tipo que sabe mucho del tema!
Falta alguna mención «sociológica» a las características distintas de las nuevas generaciones, para las cuales la música no es una expresión de nada en especial, como lo fue en los 60, 70,s. 80´s (rebeldía, identidad, escape, hedonismo, etc).
La guitarra, icono del r´n´r, requiere esfuerzo y sacrificio, talento musical: bajo, teclados… son tiempos de cosas sencillas: cuando los chicos de barrio han querido usar la música como expresión han usado ritmos simples, el puto rap, hip hop… muchos enterradores para la música tal y como la hemos conocido desde Elvis Presley hasta este funeral.
Menudo comentario sin sustancia… como un estilo no me gusta, lo critico. Otro «amante» de «su» música…
Un 10 para el veterano Adrian Vogel. Sabe de lo que habla.
Me encantó el artículo, siempre es interesante conocer los entresijos de la industria discográfica, aunque tal y como está el mercado actualmente, suenan a historias de hace un millón de años.
Por más que lo intenta, el autor no consigue que los capos de la industria discográfica me den pena.
CDs a precios desorbitados, campaña de destierro del LP, la guerra del volumen, música cada vez mas simple y mas ratonera, múltiples intentos de colar el DRM más restrictivo, rootkits en los CDs… La lista de despropósitos es interminable.
Con artículos como este se entiende muy bien la caída de las discográficas.
Se ve y se nota que os han caído palos por todos lados y aún no sabéis por dónde han venido.
Se siguen buscando culpables a fuera, ahora los malos son los periodistas.
El comentario de Alguien es muy acertado. Y a él sólo añadiría una cosa más:
¿Por qué debo de pagar por algo que no es original?
Y me explico.
A todo el mundo le gusta la música en directo. Es un placer acudir a un concierto y escuchar a tus artistas favoritos. Me atrevo a decir, que aunque no te guste un artista si acudes a un directo seguro que le sacas el gusto.
Un concierto es un trabajo. Y el trabajo debe ser pagado. Además los conciertos no pueden ser pirateados.
¿Pero por qué tengo que pagar unos royaltis multimillonarios por algo que no es original sino una copia?
Es más, ¿quién se inventó la idea de los royaltis?
El 99% de los trabajadores no cobramos por un trabajo que hicimos hace 20 años.
¿Por qué músicos y discográficas deben hacerlo?
Teniendo esta idea de partida, los precios desorbitados que se han pedido por la música grabada no tienen ningún sentido.
El negocio de la música sigue siendo rentable. Lo único que ahora no da para fiestas de coca y claro para el que las ha vivido le duele. Mala suerte.
Desde hace un tiempo veo la música más barata, compro muchos packs de Original Collection (3 ó 5 CDs de un autor/grupo a unos 10 ó 15 euros contando gastos de envío, en las tiendas físicas unos 20 o así, sean el Corte Inglés o una tiendecita que hay en Split dentro del Palacio de Diocleciano).
Al autor del artículo me gustaría preguntarle cómo es que hoy día, que hemos podido (y podemos) descargar todo eso a golpe de click, ese negocio se mantiene a lo largo de los años y por qué hay gente como yo, no especialmente adicta a comprar CDs en mi adolescencia porque me salían muy caros, los compro ahora.
Por supuesto, cuando hablo de música hablo de gente que hacía música en los 60, 70 y, a veces, 80 (o antes pero menos), no a bisbales, alejandros sanz o backstreet boys. No vayamos a confundir, que a esos no los quiero ni regalados/pirateados.
Todo lo que puedo decir ya ha sido dicho por otros comentarios anteriores, probare a resumir.
1º Las discográficas se creían tiburones, llegaron tiburones mas grandes y se los comieron. (Para artefacto bursátil Amazon, si no ya veréis….)
2º El producto que vendían bajo drásticamente de calidad, tanto técnicamente como artísticamente. (Es difícil llenar un CD con una hora de música de calidad, piensa que eso no lo dura una sinfonía de Mozart o que hasta A hard day’s nigth la mitad de las canciones en los LP de los Beatles son versiones)
3º La música de hoy en día es facilona (Lo que no tiene porque ser malo, aunque al final es aburrido) y no significa lo que significaba para los jóvenes de otras décadas, que siempre fue su público objetivo (Carece de carga artística y política, y me parece, casi toda, envuelta en pedal de phase, de manera tan obvia que ya le colorea las mejillas hasta a Cher, que fue la última que lo hizo con gracia.)
3º-b Los artistas de hoy en día quieren triunfar haciendo música, la que sea. Antes los artistas querían hacer música, su música y triunfar (Os imagináis a los Who en Operación Triunfo, sería digno de verse.)
4º El Mp3 es como Photoshop.Todo el mundo lo tiene instalado si es gratis, pero nadie esta dispuesto a pagar por él. (Quiero creer que todos pagaríamos por una grabación totalmente plana, sin remasterizar más allá de eliminar ruido, que conservara la dinámica original, con buena portada, hasta me atrevo a decir sin cortes extra, que el artista en su día no quiso incluir, de al menos 100 CD’s mas de los que tenemos… )
Hay otra conclusión triste: El rock, su primo el de los granos el Pop, sus colegas del bar el Hard, el Heavy, hasta su ex La disco (Porque yo he ido a Studio54 y ponian Chic y Earth, Wind & Fire y ahora todo es perreo), y por supuesto la guitarra como instrumento…esas cosas que odiaba mi padre, han muerto, solo son zombies que todavía caminan, como los viejos y los inadaptados a los que todavía nos gustan. Si lees esto y no lo entiendes déjate morder, lo agradecerás.
Pse, al final todo para decir que la culpa es de la piratería y que las discográficas son magnificientes y que se adelantaron a las nuevas tecnologías pero nadie lo pilló en su día, y blablabla…
Internet ha cambiado la relación de los aficionados con la música hasta tal punto que este señor no se ha enterado aún. Que si la piratería dice…
Mire usted, ¿sabe cómo funciona la industria del videojuego, que es la que más vende con gran diferencia y la que acapara la mayor parte del negocio del entretenimiento? Resulta que ya nadie compra copia física y los distintos tipos de pago por contenido que existen son abundantísimos. Y dice que la industria del disco siempre ha estado a la vanguardia… Bueno, pues ya no lo está. Se han quedado atrás. Déjese de historias de drogas, ejecutivos salidos de madre y piratería. ESTÁN USTEDES OBSOLETOS…
Fíjese, un ejemplo sangrante
https://www.youtube.com/watch?v=nnp2VS2cBwA
Artículo interesante para intentar comprender el punto de vista de las grandes compañías, sin embargo creo q hay más perspectivas donde poner el foco. Aporto algunas:
-Internet ha democratizado el acceso a la cultura, cualquier chaval con conexión puede acceder a prácticamente toda la música que se crea/creó en el mundo. Lo mismo sucede con otros aspectos culturales. Es algo asombroso, los d mi generación podíamos tener como mucho 40 o 50 CD,salvo que fueras de familia rica.
-Esos CD costaban hace 20 años 2000 o 3000 pesetas, de repente cuando empezó al pirateo nos empezamos a dar cuenta q un CD virgen valía 50 céntimos como mucho ¿quien se llevaba el margen hasta las 2000 pesetas?. Básicamente todos los intermediarios (compañías musicales, directivos, distribuidoras, etc). Curiosamente sólo una parte el creador.
-Ahora en Spotify o YouTube puedes acceder directamente a la obra de un artista sin apenas intermediarios, esto hace que los gustos musicales ya no nos vengan forzados por MTV, 40 principales y rafioformulas varias. Comprabas un CD por 2000 pesetas y de 12 canciones se salvaban 2,¿qué sentido tiene?, ahora escucho 400,y si de verdad me gusta mucho varias canciones d un disco puedo comprármelo y lo sin duda querré ver al artista en directo.
-Nunca se han visto tantos conciertos ni oferta musical como en la actualidad. Las apoltronadas estrellas se han visto obligadas a salir de gira (q es donde deben ganar su dinero x cierto) y jóvenes talentos pueden llegar al público directamente sin grandes apoyos si de verdad atraen. Se democratiza el acceso a la cultura, al mismo tiempo q se busca lo q de verdad le gusta a la gente.
-Por supuesto se han perdido puestos de trabajo, como es inevitable en un mundo globalizado con un modelo capitalista, pero eso no se le puede responsabilizar al consumidor más que en una pequeñísima parte. Y es curioso, nunca he comprado un disco pirata mi he descargado ilegalmente, xro durante años nos vendieron muchas motos las compañías discograficas.
como ya han repetido algunos comentarios.. no cuela. La coca como consecuencia? si claro como consecuencia de ganar dinero a espuertas con la venta de CDs a un precio abusivo durante años y años.
Las políticas fueron equivocadas con la llegada de internet y del mp3, se intentaron poner puertas al campo y no, la gran mayoría no se adaptaron (aunque haya ejemplos puestos de algunos que si)
Se les acabo la época dorada de extorsionar a las radios, mangonear a los grupos que empezaban, ser dioses que decían quien si y quien no, … y aun asi no del todo claro. Se sigue viendo cada vez que un goldenboy de discográfica grande como Alejandro sanz o similar saca disco que te lo ponen en la radio hasta el vomito y le entregan un disco de platino 2 días después del lanzamiento.. si, claro.
La gente paga gustosa entradas a conciertos como se puede ver año tras año, de los artistas que les gustan, pero no esta ya dispuesta a gastarse las antiguas 2500 pesetas en un cd con 12 canciones, donde muchas veces no valían ni 2 y los arreglos los hacia un mono con bombin.
Años y años echándole la culpa a la piratería, con escenas subrealistas como poner las cámaras de televisión delante de la estrella mercenaria de turno persiguiendo a unos subsaharianos en el top-manta.. por favor. Mientras empresas como Apple se veian el pescado y sacan itunes (con declaraciones paternalistas de las discográficas diciendo que se la iban a pegar fuerte).
Que malos y que manipuladores los que se alzaban contra el canon digital del CD! si es un robo que se hacia ya antes!
Este articulo no hay por donde cogerlo la verdad, no expone un nuevo punto de vista, expone el mismo de siempre por parte de las discográficas y la principal razón por la que se la pegaron .. con muchos datos claro sobre adquisiciones y entresijos de mafiosillos cocainómanos venidos a mas, unos nombres famosos, para darle un poco de sabor… pero el análisis 100% equivocado
Totalmente de acuerdo con Miki: yo también compro ahora bastantes más CDs de los que compraba en mi adolescencia/juventud, por 2 razones fundamentales: 1) tengo más poder adquisitivo; pero es que además, 2) los CDs son ahora mucho más baratos, remasterizados y con mucha mejor calidad de sonido (la primera generación de vinilos pasados a CD en la segunda mitad de los 80 y los primeros 90 eran una auténtica aberración); es de hecho la época de los boxsets (puedes comprar la discografía entera de grupos clásicos de los 60, 70 y 80 por poco más de 20 euros) y de las ‘original album series’ o ‘original album classics’ (5 CDs por tan solo 12 ó 15 euros); el CD nunca ha sonado tan bien ni ha estado tan barato).
No tengo mucha idea del tema pero esta forma egocéntrica y subjetiva de exponer argumentos me ha incitado a lo contrario (creo) de lo que intentaba el autor.
Resumen del artículo:
«Yo no he sido», no es mi culpa, yo no soy el malo». «Ah, por cierto, yo estuve en toda la pomada, que quede claro, con toda la gente cool»
Todo el mundo esta feliz que a las discograficas les fue mal, y se lo merecian, y que ahora pueden escuchar su musica en Spotify y tienen acceso a toda la musica del mundo, pero no se dan cuenta que el gran perjudicado en todo esto es el artista…les parece que Bruce Springteen el dia de hoy podria vivir de la musica? la respuesta es no, porque no ganaria lo suficiente con lo que paga Spotify o cualquier servicio de streaming.
No estoy de acuerdo, Bruce sólo con lo q genera en 2 o 3 conciertos ya le daría para vivir 1000 vidas como la mía, no lo dudes. Y si hubiese sido un desconocido, a lo mejor con youtube hace 50 años no habría esperado a depender de la opinión de una discográfica para ver si le hacían un nuevo disco sino q él vería q su música siendo un desconocido llegaría a miles d personas y se animaría a seguir con su hobby/profesión.
Estoy hablando de alguien con el talento de Bruce Springteen si empezara hoy, le costaria mucho mas..tenes la posibilidad de llegar a miles de personas con youtube o spotify pero tu musica se pierde en un mar de opciones , el problema de hoy en dia es que las opciones de elegir son ilimitadas y como hay tanto para elegir uno no termina descubriendo ni apoyando a alguien bueno.., y volviendo al tema de spotify y youtube, sabes cuanto le paga spotify a una banda cada vez que alguien escucha su cancion? mas o menos esto $0.004891 por cada vez que escuchas una cancion …no me parece mucho, no creo que una banda en la actualidad pueda vivir de la musica salvo que sea algo masivo y muy malo como el ejemplo que dieron de DAvid Bisbal
Todo depende del punto de vista que lo veas. Para mi hay 2 modelos:
Modelo Antiguo donde si una compañía te apoyaba tenias la vida solucionada pq masivamente iban a bombardear al público con esa música día tras día (ejemplo la MTV y los 40).¿Problema? Era un modelo q se prestaba a q tenías q caer en gracia a los que manejaban la industria musical. Esta fórmula llevada al extremo es lo que sucedió con el sonido Miami de Estefan promocionando a artistas de dudosa calidad (Ricky Martín, Paulina rubio, etc).
Modelo actual, la gente busca directamente lo que le interesa, no viene impuesto, los artistas hacen más giras en directo para ganar su dinero y la gente paga más que antes x ir a un concierto pero muchísimo menos por escuchar música en su casa. Si yo fuese artista mi objetivo principal sería primero poder llegar al máximo de público en igualdad de condiciones y si gusto, pues que la gente venga a verme a trabajar en directo donde puedo demostrar mi calidad.
A mi me parece más justo este modelo sinceramente.
Desde el comienzo de la industria discografica artistas y publico en general han (hemos) sido la carne de cañon para beneficio de compañias y medios.
El comentario de Alguien lo suscribo.Durante 10 años pase por varios trabajos en relación con la industria, radio, tienda, freelance para BMG, conciertos, pequeña compañia independiente. Antes y despues consumidor voraz al viejo estilo. Debo decir que fue bueno por interesante ver aspectos del otro lado de eso, la musica, que tanto me apasionaba y apasiona. Pero la conclusión es que el artista y el publico somos (o eramos) los elementos para enriquecerse hasta poder llenar sus fosas nasales con kilos de cocaína,
nota: la mayoria de los musicos no son bruce, y en muchos casos no por falta de talento
R.I.P.
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Me identifico con muchos de vuestros comentarios, aunque no termino de comprender bien esa supuesta causa de la caída de las discográficas debida a la drogaína. Todo quisque se drogaba, no solo los mierdosos ejecutivos discográficos de los ochenta. Eso sí, recuerdo haber comprado algunos discos infamemente grabados y mal plastificados a precios desorbitantes. Por otro lado el gusto por escuchar música estaba entonces sobredimensionado por un excesivo acento en el artefacto en sí, el arte y el objeto estético, ya fuera vinilo, cd o casette, que eran incluso personalizables y coleccionables, casi como piezas de museo. Muchas piezas las coleccioné porque tenían erratas de imprenta o defectos, era totalmente absurdo tal y como lo veo hoy. Pero ahora hace 20 años que no gasto un céntimo en música. En cambio dispongo (no sé decir si es del todo bueno o malo) de mucho mejor acceso, calidad y cantidad inabarcable de música en formato digital, pero la paradoja es que ya no tengo tantas ganas, tiempo e ilusión por el hallazgo como en mi época juvenil, aunque siempre me sorprendo con alguna novedad.
Creo que el bit mató la estrella de la música, lo convirtió en un objeto de intercambio más como otro, equiparable a la moneda, canjeable, uniforme e impersonal. Pero creo que siempre nos queda esa ambición por escuchar algo (también en directo) más o menos sublime para tí. Eso no nos lo pueden quitar, por mucho tiempo que pase y tecnología que cambie.
Me intriga esta parte del artículo:
Cuando dicen que las discográficas no supieron adaptarse a la revolución digital, ¿a qué se refieren? ¿Al impulso que se pretendió dar al streaming en plena oleada del P2P y las descargas ilegales? En su día no funcionó…
Exactamente… ¿qué impulso intentaron darle las discográficas al streaming? Yo no recuerdo absolutamente ninguno. Lo que sí recuerdo es el nacimiento de iTunes… ¡en 2001 oiga! La coca todavía se esnifaba con billetes de 100$ sobre la superficie de los CDs. Y Apple no era por entonces lo que es ahora, una especie de rey Midas que te vende emojis de cerditos animados a 1000 pavos.
iTunes es el ejemplo perfecto de cómo las discográficas no supieron ver en lo que se iba a convertir el negocio ni la que se les venía encima, y otros sí lo supieron ver. Las discográficas prefirieron dilapidar pasta en campañas y métodos anti piratería.
Por cierto, que no os den pena, que ahora se dedican a expoliar a los artistas allí donde no metían (casi) la mano: en los conciertos. Si ahora quieres que te produzca, grabe y promocione un disco, chaval pasa por caja porque tus canciones van a ser mías y el 50% de lo que vendas en los conciertos (incluyendo merchandising) también.
Todos hemos perdido con este cambio en la industria. Porque no nos engañemos, con la cantidad brutal de música disponible, la nueva cultura del consumo rápido y las dificultades de invertir en artistas a largo plazo, en los últimos 20 años la música se ha estancado. Quitando a Adele, Arctic Monkeys y algún otro, en los últimos 20 años no ha salido nada digno de pasar a la historia.
Y Amy, of course.
Las discográficas (las grandes, las que se mencionan en este artículo) y los medios de comunicación que se sostiene con la publicidad, son los culpables del declive de la industria discográfica. Años y años apostando por determinados artistas pop, promocionando los dos o tres singles de cada disco, dieron como resultado una masa de compradores que buscaban el producto de moda, el que sonaba sin parar en radios como Los 40 Principales. Cuando llego el p2p, o la piratería, como queramos llamarla, la industria siguió con los mismos mecanismos, y aquellos que compraban un cd por una o dos canciones se dieron cuenta que podían tenerlas en internet. Ahí empezó la cuesta abajo, a finales de los 90. El streaming ha sustituido a las descargas, pero ahí siguen erre que erre, promocionando los artistas de O.T. o similares, vendiendo cd’s para una generación de oyentes que no está interesada en el formato si no en el contenido. Y oye, los cd’s al mismos precio que hace 20 años. ¿Cómo no se va a ir todo al carajo?
No sé, me parece todo un despropósito. Aunque el artículo aporta datos interesantes, como el del gordaco del dotcom forrandose a costa del trabajo ajeno, la realidad del declive del formato físico es internet y basicamente youtube, que son otros que se están forrando por dos motivos básicamente: fueron visionarios y gracias al trabajo ajeno. Y esto no lo vio venir ni dios y, efectivamente, hasta se mofaron de la empresa de la manzanita con el itunes.
Ahora, dicho esto, los comentarios son sonrojantes y denotan una tremenda ignorancia. Si decides acabar con los royalties, deberíamos terminar también con la propiedad privada, por ejemplo.
El precio de los discos respondía a una ley que se llama de la oferta y la demanda: si esperabas un tiempo, esos discos son más baratos. Y, casualmente, los cds de música no comercial se siguen vendiendo al mismo precio. ¿Es caro comprar un cd por 10 o 20 pavos que vas a escuchar cientos de veces durante años o décadas? ¿Qué pensabais que es la industria musical? ¿Las hermanas de Santa Decca? ¿Los carmelitas de Ariola?
Y otra muy buena es esa de: ahora internet eliges tú lo que quieres porque tienes la oportunidad de elegir libremente. Jode, esta es de traca. Así que entre los millones de vídeos, los que te llegan a ti es porque eres el elegido. Por eso esos vídeos tienen un audio de puta madre y están grabados (que parece casual) que no tienen ni una sombra y están perfectamente iluminados. Anda que…
Respeto tu opinión Frankie, no quiero ser despectivo, pero de verdad que lo que m parece sonrojante es tu comentario completo.
Te pondré un ejemplo real para que lo entiendas mejor. Año 94, adolescente de clase media tenía a mi disposición aproximadamente unos 30 CDs en total, escuchados mil y una vez pq lógicamente con 16 años no podía permitirme gastarme 3000 pesetas cada dos por tres en un CD (con ese dinero salías 4 sábados d fiesta para q t hagas una idea de si era caro o no el CD). Al mismo tiempo un compañero de clase de familia adinerada tenía más de 1000 CDs a su disposición.
Año 2018 los dos tienen a su disposición toda la historia de la música con sólo darle un click. ¿ No crees q se ha ampliado el acceso a la cultura?
En cuanto al precio de un CD, resulta q en el año 1999 algunos descubrimos q un CD virgen valía al cambio 0,50 céntimos con una simple grabadora y una buena focopiadora a color cualquiera podía editar un disco si la música ya estaba grabada y no la distinguirlas d un CD grabado por una compalia. ¿De verdad era justificado la abismal diferencia entre el precio original (0,50 cebtinos y el final 20 euros) por la simple ley d la oferta y la demanda y una supuesta (q no real) mejora en la calidad de sonido?.
No, para nada, lo siento, sé sincero por favor.
Es muy complicado intentar identificar las causas de un fracaso (incluso a toro pasado). Pero la perspectiva autocrítica del lado de la discográfica es siempre interesante.
Aquí casi todo el mundo centra el debate sobre la piratería y como las discográficas intentaron luchar contra ella en vez de adaptarse a los cambios, pero es mucho más complicado que eso. Quizás simplemente las discográficas estaban destinadas a fracasar y su tiempo ya ha pasado.
Uno de los conceptos más interesantes en innovación para empresas de cualquier sector es la «canibalización». Desarrollar nuevos productos en una dirección que te provocará pérdidas (perderás mercado que ya tenías), pero en el fondo sabes que si tu no lo haces, vendrá otro a quitarte el pastel de las manos y simplemente lo perderás todo.
No es solo un problema de las discográficas, lo vemos en todos los sectores (un buen ejemplo es la lucha de las eléctricas contra la energía solar y el impuesto al sol…). Y casi todas las empresas con monopolio luchan ferozmente para impedir este progreso.
El futuro de la música, como bien dicen será universal, a disposición de todos a un solo click de distancia. Pero en un mundo con tantas opciones, donde no tenemos ningún tipo de paciencia o tiempo para pararnos a pensar, veremos si somos capaces de valorar e identificar la calidad de los artistas reales.
Ya era bueno el negocio..que mogollon de gente se bajaba los vinilos (eran caros para los currantes y estudiantes) de la estanterias de el Corte y Galerias y nunca tuvieron crisis ni ellos ni las productoras ni los musicos, todo el mundo era feliz..
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Articulo interesante y abundante de anécdotas y experiencias, aunque no estoy de acuerdo en sus conclusiones. De los culpables del colapso de las discográficas que cita Adrián, ni la prensa, ni la política, ni el sesgo ideológico (la sombra del PP: si hubiese gobernado el PSOE seguiríamos comprando discos, y nada de esto habría pasado) ni leches en vinagre…
Solo unas líneas después se vislumbra la realidad, donde se lee textualmente «las compañías buscaban el pelotazo, el éxito, digamos, fácil». Nunca se pensó ni se cuidó al artista, ni a las tiendas, ni por supuesto al consumidor, al que se despreció vendiéndole basura prefabricada al mismo precio que un disco de los Beatles, de Vivaldi, o de John Coltrane…
Honestamente, a día de hoy, no conozco a nadie que sienta la menor nostalgia por la desaparición de las multinacionales discográficas… Por contra, hay muchos nostálgicos de las tiendas de discos -sobre todo las especializadas- donde de verdad se entendía de música, y eran casi lugares de reunión.
Pero para finalizar, lo que yo veo es el buen momento que vive la música en nuestros días, está más presente ahora que nunca. Nos sigue acompañando día a día en televisión, en la radio, en los móviles, en el ordenador, los podcast, los mp3, Además hay cada vez más artistas, más conciertos, más festivales… La producción musical es ahora mucho más intensa, barata, variada, y fácil de distribuir, por tanto mucho más democrática que antes… Entonces Adrián ¿para que sirvieron las discográficas?