Daniel Viñuales (Zaragoza, 1967) ya tenía clara su vocación de dibujante y guionista de cómic antes de comenzar sus estudios en la Escuela de Artes de Zaragoza. Tras haber realizado varios trabajos como artista gráfico y guionista, fundó junto con Sara Perales la editorial GP Ediciones, uno de los buques insignia del cómic aragonés de la última década. Nos reunimos con él un día de enero en su ciudad natal. Hablamos de su trayectoria, de la industria editorial, de los cómics que más nos gustan y de los que no, de las subvenciones y de los premios… de todo un poco.
Cuéntanos cómo surge GP Ediciones.
Provengo del mundo de las artes gráficas. Mis padres tenían una imprenta, luego nos asociamos con otra para crear una un poquito más grande, que se llama Impresionarte. De modo que ya sabía por dónde iban los tiros… siempre he dibujado, siempre he pintado, siempre he tenido esa inquietud artística y siempre he estado metido en unas cosas u otras. He hecho cómics desde que tenía doce años, fui a la Escuela de Artes y una cosa llevó a la otra.
Cuando dejé la imprenta, por razones personales, monté una pequeña empresa de publicidad con la que ahora es mi pareja, Sara, y con otro amigo. Enseguida empezamos a hacer proyectos relacionados con el cómic, o es que yo siempre quería meter algo de cómic en todo lo que hacíamos en la empresa. Por ejemplo, durante unos años estuvimos haciendo los folletos del Club Balonmano Aragón e incluíamos una viñeta de José Antonio Bernal, sacamos una revista que se repartía en el campo de fútbol del Zaragoza que también era de cómic, se llamaba Real Zaracómic —no era muy original—, y otra con el Ayuntamiento de Zaragoza de cómic, literatura…
Ese fue un poco el germen. Me volvió a picar el gusanillo de la edición y de la impresión, y le comenté a Sara la posibilidad de empezar a editar. Curiosamente, lo primero que publicamos no fue un cómic, sino un libro de relatos ilustrados, escrito por Eva Hinojosa y con dibujos de Álvaro Ortiz. A partir del segundo, que fue una recopilación del trabajo en El Jueves de José Antonio Bernal, ya nos dedicamos en exclusiva al cómic.
¿Empezaste primero como historietista, como dibujante o las dos cosas a la vez?
Como dibujante. Empecé a hacer cómic con otro amigo, Juan Pérez, a los catorce o quince años. Él hacía los guiones y yo los dibujos, estas cosas de juventud que vas haciendo un poco a lo loco. Luego sí que fui realizando mis propios guiones además de los dibujos. Casi treinta años después he vuelto a trabajar con él en el cómic de La bondad y la ira, Juan como guionista y yo con los dibujos.
¿Trabajas como historietista y dibujante para otras editoriales?
No para otras editoriales, pero lo que sí tengo es algún encargo institucional. El actual director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Nacho Escuín, tiene una especial sensibilidad con este tema y está dando mucha visibilidad al cómic, así que va saliendo algún trabajillo. También he hecho alguna portada para Los Libros del Gato Negro o alguna ilustración para la editorial Aladrada.
Junto a Diego Burdío hiciste Viñetas, una adaptación de la novela homónima de Agustín Sánchez Vidal. ¿Por qué elegís esta novela?
Fue uno de los encargos del Gobierno de Aragón. Agustín Sánchez Vidal ganó el Premio de las Letras Aragonesas este año pasado y al director general de Cultura le pareció una buena idea adaptar la novela a cómic para llevarla a los institutos. Hicimos una adaptación en tiempo récord, en mes y medio, y repartieron el cómic por todos los institutos de Aragón y por las Ferias del Libro de Zaragoza, Huesca y Teruel. Como iniciativa me parece magnífica, es una buena forma de enganchar a los chicos y a las chicas con estos temas.
Supongo que te gustan las iniciativas de Viñetario y el Salón del Cómic de Zaragoza, como la de tener un Premio del Cómic Aragonés.
Me parece muy bien, con estas iniciativas se visibiliza el cómic ampliamente. Todo el mundo dice que estamos viviendo un buen momento. En cuanto a creatividad, yo no lo dudo, lo afirmo. Respecto a difusión creo que estamos ganando terreno, pero todavía nos falta mucho, mucho, mucho. Creo que estas iniciativas sirven para que la gente se dé cuenta de que los cómics son algo más que un tebeo, estamos hablando de obras de arte. Esto siempre ayuda.
Desde El arte de volar de Altarriba parece que hay un interés de la industria editorial por la memoria histórica. ¿Qué te parece su díptico de la Guerra Civil? ¿Y Jamás tendré veinte años, de Jaime Martín?
Son dos cómics que me gustan especialmente, sobre todo me gusta El ala rota. Me atrae por una especie de inquietud motivada por las circunstancias de mi abuelo, porque mi abuelo estuvo exiliado después de la guerra en la República Dominicana y en México. Siempre lo vi con esa pátina de héroe, pero las que se quedaron fueron las abuelas. Mi abuela se quedó y también la represaliaron, la desterraron de Barcelona y se tuvo que volver a Zaragoza con sus tres hijos. Los abuelos parecen los héroes porque son los que se han dado de leches y los que han peleado, sin embargo, tenemos la historia de las mujeres que es la que no se cuenta o la que se ha empezado a contar hace poco. Por eso me gusta más El ala rota.
Jamás tendré veinte años es un cómic que también tiene una visión muy acertada. Hay tantas historias para contar, historias tristes e historias desgarradoras, que tenemos cuerda para rato. Hace unos años me contaba una amiga la historia de su abuela en el Pirineo cuando la Bolsa de Bielsa. En el valle de Bielsa se creó una zona de resistencia del ejército republicano mientras los golpistas avanzaban por todos los flancos y los iban rodeando por el valle y también por la montaña. Al final, todos los que se habían refugiado en el valle tuvieron que salir en pleno invierno conforme iban avanzando los nacionales. Muchos de los que tuvieron que escapar a Francia se quedaron allí, pero otros hicieron el camino de vuelta por otro lado y se metieron en Barcelona, otra vez a guerrear. Me contaba esta amiga que su abuela es de las que se quedó, de las que represaliaron, se las hicieron pasar putas.
El Salón del Cómic de Zaragoza es un éxito de público y de crítica. ¿A qué se debe la buena evolución? Ficomic, sin embargo, ha hecho una apuesta por el merchandising al estilo americano…
Soy muy crítico con este tipo de eventos centrados en el merchandising. Me parece mejor el formato del Salón del Cómic de Zaragoza, donde el principal protagonista es el cómic, no las camisetas ni las películas. Otra de las cosas buenas que tiene es la participación, hay mucha gente que se viste de sus personajes favoritos, que hace cosplay, pero está en un segundo plano. Es un salón muy familiar, un salón en el que cada vez hay más editoriales que quieren estar, porque es además un salón donde se vende mucho y en el que las editoriales no pagamos una barbaridad por un stand. El Salón lo organiza Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Zaragoza, y creo que tienen muy claro a quién va dirigido y cómo; hay mucho ambiente, se cuida a las editoriales y se vende cómic, principalmente.
La experiencia que he tenido en Ficomic es diferente. El año pasado el Gobierno de Aragón puso un stand que coordinaba la Asociación Aragonesa de Autores de Cómic, un stand grande y, enfrente, ocupando el mismo espacio que nosotros, había un stand enorme de la Warner o de la Fox. Tenían una pantalla repitiendo durante todo el rato el tráiler de El planeta de los simios y en el otro lado había un sitio donde te podías hacer una foto con un alien, y detrás había otro stand, tres veces más grande que el nuestro, de Wonder Woman, en el que había unas chicas en bikini y gente tirándoles unas lanzas de plástico. Si lo montas en plan feria para que la gente entre y se lo pase bien, vea las cosas y disfrute, me parece muy bien, pero no lo disfraces de Salón del Cómic. De cómic tiene el apellido para vender. Tiene los stands caros, tiene las entradas caras, ¿cómo quieres que compre la gente? No tiene ni pies ni cabeza, y no me parece que sea cuidar los cómics.
Tebeo, cómic, novela gráfica… ¿Qué término prefieres?
Siempre he estado con el cómic. Para mí tebeo se queda más en lo que era Bruguera. Cuando repito muchas veces cómic uso novela gráfica, pero por no repetirme en un mismo texto. Es una forma de describirlo, pero no es un término que yo use. Tengo un amigo que entiende de esto y dice que en español hay que decir historieta. Yo soy de cómic.
Respecto a otros premios, ¿qué piensas del Premio Nacional del Cómic? ¿Y del Eisner norteamericano?
Al Premio Nacional le pasa un poco como a los Goya o como a los Max del teatro, que para los que somos de provincias son un poco inalcanzables. Es como las subvenciones nacionales, lo mismo. Pero me parecen bien, y me parecen unos artistazos a quienes les dan los premios, qué voy a decir yo de Altarriba, que adoro a este hombre. Están bien porque visibilizan y ayudan, como todos los premios. El Eisner tiene más prestigio y te da visibilidad mundial.
¿Cómo funciona lo de recibir subvenciones? ¿Qué editoriales las consiguen y por qué?
Normalmente, las consiguen las que las piden [risas]. Nosotros en Aragón sí que pedimos y recibimos subvenciones, porque, como digo, el actual director general, que también ha sido editor de poesía, está mentalizado de que hace falta ayudar y de que hay que crear un tejido. Soy vicepresidente de la Asociación de Editores de Aragón y una de las cosas en las que estamos trabajando es en cambiar un poco el concepto de lo que hacemos; no solamente somos cultura, somos industria cultural, no solamente estamos creando, estamos creando riqueza, estamos afianzando puestos de trabajo.
Hay empresas grandes a las que les dan subvenciones a nivel nacional. Las subvenciones nacionales no las pido, antes sí, pero me he aburrido de pedirlas porque no me las han dado nunca y hay que invertir mucho tiempo en papeleo. Luego ves cosas subvencionadas que me hacen pensar «esto es ridículo», pero bueno… Planeta es una de las que más subvenciones recibe.
Lo bueno que tienen las ayudas nacionales es que primero las conceden y luego les dan un periodo de tiempo de dieciocho meses para justificarlas; en Aragón, no. En Aragón la subvención normalmente suele ser de hasta el 50%, y para que te la den tienes que justificarlo todo, y luego te la dan a los tres meses. Hay editoriales que no las piden porque va en su política, lo que es muy correcto, y hay otras que se presentan y a veces por fallos técnicos no las obtienen. Normalmente, en Aragón,si tú te presentas a las ayudas y cumples los requisitos, te las dan; a nivel nacional, aunque cumplas con todo no te las dan siempre.
Recibir subvenciones, ¿no te hace dependiente?
No. Las subvenciones no dejan de ser herramientas que te ayudan a seguir en el camino y ser igualmente independiente. Yo he recibido subvenciones para El último aragonés, y no puede ser más escatológico o más raro este personaje. Por eso digo que no me condiciona el recibir subvenciones, pero sí me ayuda a poder embarcarme en otro proyecto para el cual no hemos pedido ayudas. Y, al final, yo, las «perras», me las gasto en libros. Me lo gasto todo en cómics. Y soy autónomo, pago todos los meses trescientos euros antes de empezar a trabajar. Algunas veces nos han acusado de recibir subvenciones y nos han dicho que somos unos vendidos, pero los que se llevan las subvenciones gordas no somos nosotros, sino el señor que más pasta tiene en España o en Aragón, y estamos hablando de subvenciones que estamos pagando con nuestros impuestos. Las hay en casi todos los gremios, no solo para la edición.
¿Te consideras editorial independiente? ¿Qué es ser una editorial independiente? ¿Tiene que ver con ser pequeña?
No creo que tenga que ver con ser pequeña. Creo que, en estos momentos, una editorial independiente puede ser cualquiera que no esté sometida, que no dependa de un grupo editorial grande. Por ejemplo, Astiberri es una gran editorial de cómic que no depende de ningún grupo editorial. Son una editorial independiente y hacen lo que quieren.
¿Es posible ganarse la vida haciendo cómics exclusivamente?
Hacer cómics en España es complicado. Yo me he tirado este año un poco a la piscina. Antes tuve la imprenta, luego la empresa de diseño gráfico, sigo haciendo cosas de diseño gráfico porque hay gente con la que me gusta trabajar y sigo trabajando, pero me he quitado uno de los clientes importantes que tenía, de los que me aseguraba un poco el sueldo todos los meses y he decidido invertir más en la editorial. La editorial necesita que le meta más horas. Proyectos, ideas y cosas que hacer no faltan. Espero haber tomado la decisión correcta, aunque tampoco me asusta porque, a fin de cuentas, uno se aprieta más el cinturón y ve cómo van saliendo las cosas. La verdad es que es difícil dedicarse solo a esto. Hablando con Joseba Basalo un día, me decía: «¿Tú te dedicas en exclusiva a esto?», y yo le dije: «Hombre, este año he sacado seis cómics», y él: «Entonces no te dedicas, por lo menos tienes que sacar uno al mes». Yo no tengo capacidad para sacar uno al mes, pero voy a intentar vivir de esto con seis al año, vamos a ver cómo lo hacemos, es difícil, pero lo complementamos con más cosas, con un poco de ilustración, con los guiones… También hacemos muchos eventos de cómics que organizamos junto con Taula Ediciones, y organizamos una serie de actividades para sitios más pequeñitos, para pueblos de mil o dos mil habitantes, una especie de festival de cómic con talleres, exposiciones, ventas… Vamos así haciendo cosas y nos vamos moviendo. En el mundo del espectáculo también [risas], hacemos de todo. ¿Qué dibujante puede vivir solo de lo que hace en España? No hay, solo Paco Roca, que por cierto me gusta mucho.
¿Cómo hacéis para vender libros? ¿Visitáis las librerías? ¿Hacéis presentaciones?
Hacemos presentaciones, visitamos librerías… Lo de visitar las librerías lo dejo un poco en manos de los distribuidores, aunque tienen muy mala fama, yo confío mucho en ellos. Vamos buscando por zonas y llegamos a casi toda España, poquito a poco. En Aragón, en cualquier librería puedes encontrar un cómic de GP, en Taj Mahal, Cálamo, Mil Cómics, Excelsior!, El Armadillo Ilustrado, en Másdelibros en Huesca, que, por cierto, es una de las librerías en las que más vendemos y que tiene a Cristina Hombrados al frente de la sección de cómics, que vale lo que no está escrito. Nos movemos mucho porque somos una editorial muy pequeña, entonces, para visibilizar nuestros libros tenemos que menearnos bastante y donde más vendemos es en ferias, en presentaciones, en salones del cómic. Las presentaciones las hacemos en bares, en librerías, en teatros…
Es muy difícil competir con seis libros al año con editoriales que están sacando —no cuento las de superhéroes porque aquello está desbocado— dos o tres novedades al mes. No puedo competir; por mucho cariño que tengan los libreros a nuestros cómics, enseguida los tapan otras novedades. Entonces tenemos que apostar por mucha presentación, mucha feria y movernos por todas partes. Mis amigos lo saben, es muy difícil quedar conmigo para cenar porque estoy todos los días y todos los fines de semana de aquí para allá.
¿Se vende cómic en España? ¿Cómo lo comparas con otros géneros?
Creo que seguimos siendo la cenicienta de los libros. Se venden y se venden más, pero las tiradas son ridículas. El problema es que yo no puedo poner un cómic a más de veinte euros, imposible. Considero que el PVP de los cómics no es real, estamos ofreciendo un producto de muchísima calidad tirado de precio y así no hay forma de que un autor gane dinero con esto, es imposible. Entonces, ¿quién se dedica profesionalmente al cómic en España? Pues los que dibujan para editoriales extranjeras o en El Jueves. Si vendes setecientos ya estás vendiendo muchos, si haces una tirada de mil y los vendes ya es un exitazo. Es muy complicado. En el mismo gremio hay gente que te dice que dieciocho euros es carísimo, y tú dices: «¿Carísimo?, vamos a ver, a mí me gusta pagar a los autores». Un autor no cobra lo que merece. Esto es la pescadilla que se muerde la cola, no se pueden dedicar profesionalmente a esto porque no se venden y si no se venden… Y quizá al autor le ha costado un año de su vida echando horas por las noches, robándolas al sueño para hacer un cómic, ¿y le pagas el 10% de una tirada de mil? Eso hablando de una tirada grande. Es ridículo. Se producen muchos cómics, sobre todo de superhéroes, Panini, ECC… ¡A lo mejor es un modus operandi! Muchas veces publican cosas simplemente para tapar estanterías y que no pongan nada más, apabullan con novedades para no dejar espacio.
Un título vuestro destacable es Zilia. ¿Cómo se os ocurrió publicar un cómic en aragonés? ¿Lo vais a traducir al castellano?
La primera edición de Zilia Quebrantahuesos es en castellano, la sacamos hace un par de años y es el primer trabajo de Laura Rubio. Contactamos con ella porque cuando nos envió el trabajo, aunque por aquel entonces ella solo tenía diecisiete años, con las tres o cuatro páginas que nos mandó ya nos dejó flipados. Laura tiene un futuro, o más bien ya presente, alucinante. Muchas de las decisiones que hemos ido tomando a nivel editorial han sido por suerte. Estábamos pensando que necesitábamos rejuvenecer la plantilla de dibujantes, meter gente más joven, sobre todo mujeres, porque mujeres apenas había en la editorial, y pensando en eso estábamos cuando nos llegó el mail de Laura diciéndonos que tenía un trabajo. Yo recuerdo que eran las once de la noche y le dije a Sara: «Mira lo que nos han mandado», y dijo Sara: «Guau», y contestamos a Laura diciéndole: «Nos ha encantado, mañana te llamamos». Al día siguiente la llamamos y quedamos ese mismo mes en Teruel, y nos trajo los trabajos originales. Es muy curioso, porque Laura trabaja en folios; hace el dibujo con cuatro trazos de lápiz, lo escanea y luego el color lo pone por ordenador. Es una maravilla cómo trabaja.
Con Queronea ha ganado el Premio del Cómic Aragonés 2017.
Nosotros estábamos esperando una continuación del Zilia, porque con Zilia había dejado apabullado a todo el mundo. Intuíamos que haría algo un poco más serio, mezcla de manga, mezcla de europeos con páginas dobles de acción. El resultado es que desbarata tantos conceptos que tienes preestablecidos sobre el cómic en una obra que dices: «¡Joder, que tía!», y además es una obra que está muy bien y que te deja con muchas ganas de seguir. Cuando me habló de Queronea al principio me dijo que estaba trabajando sobre algo de griegos, con unas ilustraciones de perspectivas muy amplias, muy largas, muy grandes, y me dije: «Uff, a ver por dónde me sale esta mujer», pero cuando ya vi Queronea a brochazo limpio, después de Zilia, que es un trabajo un poco más metódico y minucioso, llegas a Queronea y lo primero que ves es energía. Son ochenta páginas, muchísimas dobles y pocas viñetas, y, sin embargo, es un cómic muy denso, es un cómic que tiene una historia detrás; no te está contando simplemente la batalla de Queronea, te está contando los sentimientos de Filipo hacia la gente que le cuidó y quienes ejercieron de sus padres y a los que se tuvo que enfrentar años después. Es un cómic muy maduro y muy adulto. A Laura le he jurado mi amor absoluto y fe ciega en lo que haga.
El Gran Premio del Cómic Aragonés fue otorgado a Ángeles Felices. Se lo entregaron Sara Jotabé, Flavita Banana, Mamen Moreu y Laura Rubio, todas mujeres. ¿Casualidad?
Eso es cosa de la organización. Me imagino que pensarían que sería un buen detalle que una nueva generación de autoras otorgara un premio a Ángeles Felices. Es un detalle bonito que le den un premio a una autora veterana. En España no es muy conocida porque trabaja más para Alemania e Inglaterra. El Premio del Cómic Aragonés se da a la trayectoria.
¿Hay más hombres que mujeres lectoras de cómic?
En mi experiencia puedo decir que sí, hay más hombres. Pero cada vez hay más mujeres que se meten en el mundo del cómic.
¿Qué piensas del cómic de superhéroes tipo DC o Marvel? ¿Te planteas hacer algo así alguna vez?
No. Nunca me ha gustado. No le encuentro sentido, qué le voy a hacer. Me gusta más el cómic francés o el cómic europeo, que a mi entender es mucho más interesante y mucho más creíble. Nunca me han gustado los superhéroes, nunca. Esa gente con los calzoncillos por fuera y esas historias, para mí, sin pies ni cabeza.
¿Te gusta el cómic underground? Háblanos de Mundo Extraño, ¿cómo surgió el proyecto? ¿Está inspirado en La mazmorra?
Surgió porque primero nos llegó el proyecto De muerte, un cómic que sacamos con distintos autores, casi todos valencianos, sobre el tema de la muerte. En De muerte había un montón de gente superinteresante con quien nos apetecía mucho publicar: Xulia Vicente, Jaime Carañana, Vicente Montalbá, Víctor Puchalski, etc. Nos llegó y enseguida nos entusiasmó. Tiempo después Vicente nos mandó una propuesta que había mandado a más editoriales, y a mí me enganchó desde el principio. Él quería darle un aspecto de videojuego, de hecho, la portada tiene aspecto como de juego de la PS4 o PS3. Es un mundo que desconozco, para ser editor de cómic soy muy poco friki, me quedé en matar marcianos con una moneda de veinticinco pesetas. No me metí en el mundo de los videojuegos porque veía que, si me metía, acabarían conmigo. Vicente es muy gamer, la historia que nos propuso nos gustó mucho y el dibujo de Vicente es flipante.
De muerte es un álbum colectivo donde participan autores como Agustín Ferrer o Nuria Tamarit, ¿qué ventajas tienen este tipo de obras conjuntas?
Muchas. No solo a nivel de público, que posiblemente lo entienda más como una revista. Para nosotros significa abrirnos a un montón de nuevos autores, nuevos guionistas y conocer a un montón de gente a la que seguíamos de hace tiempo y que nos gustaba mucho cómo trabajaba. Nos supuso una oportunidad de oro que no dejamos escapar. Gracias a esto hemos podido tener a Agustín en la editorial y a Laura Pérez, a Nuria Tamarit, Santi Selvi, Inma Ortega, Miguel Delicado, etc, hay un montón y todos muy buenos. Luego también metimos nuestro cupo aragonés, porque una de las cosas que intentamos es no perder nuestro norte, y uno de los pilares de la editorial es o temas aragoneses o autores aragoneses. Entonces, ahí metimos a Víctor Romano, uno de los coordinadores de la colección Thermozero, y a Chema Cebolla, un dibujante que trabaja con Malavida y que también venía de Thermozero, pero que para este año que viene o al otro publicará un cómic con nosotros en el que tenemos muchas esperanzas. Está ambientado en Barcelona en los años cincuenta, con boxeadores. A él le apetecía algo así, muy negro, muy oscuro.
Muchos álbumes colectivos surgen del crowdfunding, como Refugiados, un proyecto que apoyamos desde Jot Down. ¿Habéis usado este tipo de financiación?
Sí, pero no vamos a hacerlo más. Lo hicimos para Los cuatro trabajos y medio de Marco di Lampedusa de Chesús Calvo y Javier MC. Era un poco por repetir la experiencia de una editorial francesa que suele sacar sus títulos en crowdfunding, por ver cómo funcionaba, y lo hicimos con la plataforma Verkami. Ni los autores ni nosotros al final nos sentimos del todo a gusto con el formato. Vimos que si por nuestra parte confiamos en un cómic tenemos que sacarlo por nosotros mismos, y sobre todo porque es lo que se merece el autor. Si el crowdfunding lo hace un autor en plan autoedición y se lo publica él, me parece chapó, pero utilizar la editorial y los medios de la editorial para crowdfunding… Al final te dicen: «¿Por qué lo hiciste, atontado?». Pues por probar, porque no sabíamos cómo iba este tipo de asunto. Al final, como editorial no nos pareció correcto sacarlo porque utilizar esa plataforma indica en cierta medida una falta de confianza en el producto por el que vas a apostar. La primera y la última.
Dice Álvaro Pons que estamos en un momento creativo espectacular, con una generación de jóvenes autores fascinante y con una capacidad de creación desbocada en cantidad y calidad. ¿Echas de menos el formato revista como las antiguas Creepy, Zona 84, Cairo…?
¿Un formato revista? Yo no la editaría. No la echo de menos porque hay mucho fanzine. En el Salón del Cómic de Zaragoza hay una amplia zona de fanzine y siempre me hago con una buena cantidad de ellos. De hecho, de uno de los fanzines de Zaragoza, Los Diletantes, que fueron finalistas en Ficómic y ganaron en el Salón de Madrid, con el dibujante David Tapia, nos surgió la posibilidad de trabajar con él para otro cómic de memoria histórica y con Óscar Sanz en el guion, que ahora está trabajando en Másdelibros, y siempre estamos al tanto. El año pasado fue el segundo año que ganaron mujeres el premio al mejor cómic aragonés, lo ganó Isabel Ibaibarriaga con un trabajo espectacular, un cómic de la colección Thermozero, que es otro fanzine que se publicaba en Zaragoza y con cuyos responsables llegamos a un acuerdo para incorporarlo a la editorial.
En GP Ediciones, al igual que en otras editoriales independientes como Grafito Editorial, apostáis por un formato 17×24 en lugar del clásico A4 o letter, ¿por qué razón?
El cómic de 17×24 tira más páginas que el cómic en A4, el coste te sale parecido. Es una cuestión sobre todo de comodidad, no es lo mismo meter tres o cuatro filas de viñetas que dos. Es un formato que nos pareció cómodo y por eso apostamos por él. A la gente le gustó y ya nos pide que sea ese tamaño. Este año vamos a sacar un cómic con guion de José Tafalla, que trabaja como guionista en Antena 3, y será en tamaño A4, pero normalmente los demás serán todos en el otro formato.
En una entrevista que hicimos a Benoît Peeters nos dijo, refiriéndose al cómic, que «lleva su tiempo aceptar un nuevo tipo de arte, pero al final se acepta». ¿Cuándo se ha aceptado el cómic en España como arte?
No se ha aceptado. Creo que todavía tenemos la cosa esta de Bruguera, de los tebeos, y creo que todavía nos tenemos que quitar algún sambenito de «esto es para niños». Muchas veces nos dicen en algunas ferias del libro que los cómics son para niños y, en verdad, para niños tenemos dos, el resto de la edición es para adultos y para público juvenil. Creo que todavía la gente no lo entiende como arte, pero estamos en el camino.
¿En España se conoce al cómic como el noveno arte? Háblanos de las exposiciones en museos.
No, de hecho, si a la gente se lo dices así, se queda extrañada. Entre periodistas o escritores, sí, pero para el público medio, no. Las viñetas son cuadritos pequeñitos y cada una tiene su estilo, su composición, yo sí que considero el cómic un arte. Las exposiciones en museos me parecen estupendas, es como lo que hablábamos antes de los premios, se trata de visibilizar, poner en valor… Los museos en Valencia están muy por la labor, en Madrid también, en el Museo del Prado, con lo que les han encargado a Altarriba y a Keko. Al Instituto Aragonés de Arte Contemporáneo Pablo Serrano de Zaragoza le hemos presentado una propuesta para hacer una gran exposición para cuando se cumplan diez años de la editorial, que será en el 2019. A ver si hay suerte.
¿Qué te parece que el IVAM abra una Fanzinoteca con los dos mil fanzines que les ha donado Álvaro Pons? ¿Y la exposición que el MuVIM le ha ganado al IVAM sobre pioneros de la animación valenciana?
Que haya competencia por ganarse una exposición me parece estupendo, eso es que hay interés, hay que ganar presencia, hay que ganar espacio. La Fanzinoteca del IVAM me parece una idea muy buena a copiar, porque en los fanzines es donde empieza todo a fin de cuentas y, sobre todo, porque encima es donde más arriesgan. Los trabajos, no voy a decir mejores, pero sí los más arriesgados de cada uno de los autores están en los fanzines, con lo que me parece una idea muy buena.
Al cine se han adaptado muchos superhéroes, ¿cuál es una buena adaptación? Háblanos de otro tipo de adaptaciones.
Sin perder de vista que yo no leo superhéroes, a mí la peli que más me ha gustado de superhéroes ha sido Guardianes de la galaxia. De las otras adaptaciones de cómic en película me gusta Arrugas, que me parece un pedazo de obra maestra. La que estoy esperando como agua de mayo es Zombillénium de Arthur de Pins, aunque no parece que la vayan a estrenar.
Hablando del cómic de superhéroes, ¿qué te parece el trabajo del español Gabriel H. Walta, ganador de un Eisner con The Vision?
Para mí hay dos categorías de superhéroes: los que abro y echo un ojo al interior, aunque no los compre, y los que ni siquiera abro (Rubín me matará si lee esto). Muchas veces coges un cómic de superhéroes con un pedazo de portada y cuando lo abres te das cuenta de que no tiene nada que ver el portadista con el dibujante… En este caso lo ves todo en relación, lo que había en la portada es lo que te puedes encontrar dentro, es un grandísimo trabajo.
¿Algún cómic conocido que se te haya atragantado?
Las Meninas se me atragantó un poco, no le cogía la chispa. Me tiene que gustar mucho un cómic para comprármelo, no soy de estos que van comprando y comprando. Primero los abro y los veo, a mí que vayan empaquetados me jode un huevo. De hecho, míos empaquetados no hay ninguno. Para mí, un buen dibujo puede arreglar un mal guion, así que si no me gusta el dibujo ni siquiera lo cojo.
En Jot Down hacemos un anuario de cómics junto con la ACDCómic, ¿hay algún cómic vuestro en sus esenciales? ¿Cuál habría que incluir de cara al próximo anuario?
No hay. Habría que incluir Queronea y Mundo extraño, por lo menos.
Y que no sean editados por ti, ¿cuáles han sido tus títulos favoritos del año?
Arde Cuba de Agustín Ferrer lo tengo y me gusta mucho. Me gustan también Cita en Phoenix de Tony Sandoval, Gung Ho de Von Kummant y Von Eckartsberg, ambos de Dibbuks, y El tren de los huérfanos de Philippe Charlot que lo ha sacado Yermo. Yo no compro cómics, yo invierto en cómics [risas].
Excelente labor la de Editorial GP. Muy buena la entrevista.
Respeto su opinión al máximo se nota que sabe bien de lo que habla… pero su respuesta al «comic de superhéroes» denota que aplica el mismo sambenito «esto es para niños» del que se queja que le aplican a sus comics.
Sin comics de superhéroes no tendríamos Año Uno, Born Again, el retorno del caballero oscuro, la broma asesina, miracleman, watchmen (aunque es cierto que es una deconstrucción del comic de superhéroes), días del futuro pasado, planet hulk,…
Si que hay cierto que hay una industria que saca comics de superhéroes como quien saca salchichas en cadena, pero hay muchos también que son de una calidad muy superior (e incluso títulos inmortales) y utilizan superhéroes para exponernos historias muy buenas
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