Carnaval, carnestolendas, antruejo, entroido… Hay muchas formas distintas de referirnos a la misma fiesta, una fiesta excesiva donde todo el mundo se mezcla y la permisividad, el descontrol, la crítica a la élites, las comilonas, hogueras y toda la colección de bajos instintos campan a sus anchas. Podríamos dedicarnos a hablar largo y tendido sobre su origen, pero se pierde en los principios de la civilización. Resumamos: festejos en honor a Apis en Egipto, disfraces en Sumeria, ritos de Dioniso/Baco, cultos a Pan, las saturnales romanas… Sin embargo, el carnaval tal y como lo conocemos hoy tiene su raíz en la Edad Media. Fue entonces cuando las fiestas ligadas al final de las siembras de invierno y al equinoccio de marzo quedaron para siempre ancladas, al menos en el occidente cristiano, a la Cuaresma, esos cuarenta días de penitencia, austeridad y recogimiento que quedaron establecidos como tiempo litúrgico en el siglo IV en el concilio de Nicea. Ya en el siglo VII san Isidoro habla de gente disfrazada del sexo contrario por las calles y de comida y bebida sin mesura.
En el siglo X en Italia aparecen las primeras referencias al carnelevare. La sociedad medieval, fuertemente jerarquizada y a la vez excesiva en todas sus manifestaciones, fue caldo de cultivo para el auge y extensión de esta tradición. Una fiesta de excesos con tantas versiones como regiones o pueblos pero que tienen en común el ruido, las luchas, las hogueras y bailes y, sobre todo, la carne y el sexo. Digamos que el carnaval creció y se desarrolló al cobijo de la cristiana Cuaresma y al calor del renacimiento de las ciudades y el comercio en el siglo XII. En el carnaval se permitía y permite todo lo que durante la vieja cascarrabias doña Cuaresma quedará vedado. Una fiesta de la abundancia de la que no fueron muy partidarias las altas autoridades eclesiales pero en la que el clero llano participó sin remordimiento, igual que participaron en otras representaciones teatrales en las iglesias, en el risus paschalis o en las misas de asnos. Solo la Contrarreforma pudo poner coto a tanto libertinaje y algarabía. En todas estas manifestaciones se parodiaban ritos y oficios religiosos, tal y como en el carnaval se hacía mofa de autoridades —religiosas y civiles— y señores.
Pero, antes de disfrazarnos y dedicarnos en cuerpo y alma a la molicie, quiero mostrarles algo y tenemos que viajar a Navarra.
San Pedro ad Víncula de Echano
Bienvenidos a la Valdorba, casi el centro de Navarra y bienvenidos a uno de sus valles, Olóriz. En este pequeño pueblo que da nombre al valle pediremos la llave y las indicaciones para llegar a San Pedro, una preciosa y magnífica iglesia románica dedicada a san Pedro «encarcelado» que se levanta solitaria entre verdes frondosos prados y árboles de ribera. Aislada y coqueta, la puesta del sol baña su esbelta espadaña oeste en dorados casi imaginarios y entonces uno cree estar en un cuadro. Solo el mejor de los pintores podría idear ese paisaje y pergeñar esa luz.
De este templo de una sola nave y cabecera semicircular poco se sabe. Echano es un despoblado medieval del que no queda nada. ¿Fue quizá la iglesia de esa población? ¿Hubo un monasterio aquí del que solo queda la iglesia? ¿La mandó construir el señor de esta tierra? Demasiadas preguntas y pocas respuestas, pues no tenemos documentación a la que aferrarnos. Pero aquí está, lozana y cuidada amorosamente por las gentes de Olóriz.
La construcción de San Pedro se estima en finales del siglo XII o principios del XIII. Su cabecera es de ábside semicircular y está divido en tres paños por contrafuertes. En cada paño, un ventanal abocinado decorado con columnillas y capiteles vegetales. Sin embargo, la puerta principal no se encuentra al sur, como es habitual. En el paño sur se abre hoy una puertecita humilde que sirve de entrada al templo. La portada de San Pedro está al norte. Quizá sí existió el desconocido monasterio y era en el sur donde se levantaban sus dependencias, por ello la pequeña puerta de paso. O, como dice otra versión, si la levantó el señor de Echano, quizá era al sur del templo donde se levantaba su residencia.
Pero vayamos a la portada norte. Protegida por un tejaroz decorado con canecillos, siete arquivoltas la adornan, arquivoltas que descansan en columnas con capiteles y pilastras lisas. Los capiteles, por desgracia, están muy deteriorados, el norte no perdona ni a la piedra. Las arquivoltas son de variada decoración: aves, bolas, motivos geométricos, de baquetón liso… hay para elegir, pero ustedes, como yo, como todos, se quedarán con una de ellas. En la cuarta arquivolta unos personajes parecen «sentados» a una mesa, mesa que es el propio baquetón de la arquivolta. Arriba vemos sus cabezas y bajo él los pies y piernas de nuestros recién conocidos. Este tipo de composición se ve en iglesias cercanas como Santa María de Uncastillo y Leyra, y también recuerda al personaje que asoma burlón en la portada de la Sainte-Foy de Conques.
Entonces, ¿dónde está la originalidad de Echano? Hay personajes tocando instrumentos, un cuerno, una especie de flauta, un silbo… pero la mayoría aparecen con las manos levantadas y alguno parece tocar los palillos. Hay también un personaje de dos cabezas y una especie de máscara, sin cuerpo ni piernas que flanqueen al que podría ser el «presidente» de esta curiosa reunión. Dice Ander Ortega, gran conocedor y divulgador del románico, en especial del navarro, que él ve claramente en el personaje de dos cabezas una representación del dios Jano, el dios bifronte. Sí, no se sobresalten, no es tan raro encontrar a este dios pagano en algunas iglesias; el dios de las puertas, el que ve el pasado y el futuro, el dios de los comienzos que dio nombre al mes de enero y cuyo culto comenzaba al inicio del año hasta primavera aparece también en San Isidoro de León, en el calendario, y en otros mensarios y calendarios románicos. La presencia de ese supuesto Jano, del mascarón y las actitudes del resto de personajes llevan a Ortega, en un cuidadoso estudio sobre el templo, a relacionar la portada de San Pedro de Echano con ancestrales celebraciones. Y aquí volvemos al carnaval o, más bien, a las llamadas mascaradas de invierno.
Hoy todavía es posible encontrar estas fiestas en algunos pueblos de la península: el Jarramplas de Piornal, Cáceres, La Vijanera de Silió, Cantabria, el carnaval de Bielsa en Huesca, y todas las mascaradas de invierno zamoranas: el Tafarrón de Tábara, el Zangarrón de Montamarta, los Carochos de Riofrío de Aliste, la Filandorra de Abejera… Desde el día 1 de enero, Año Nuevo, y hasta primavera, en muchos pueblos de España comienzan a aparecer en sus calles personajes pintorescos disfrazados, enmascarados demonios travestidos, animales que corren por sus calles, asustan a los viandantes, les pegan y, sobre todo, hacen ruido. Cencerros, tambores, cualquier ruido es bueno para espantar a los malos espíritus. Se celebra un final y se celebra también un principio. ¿Esta arquivolta de San Pedro contiene una representación de alguna celebración de este tipo? No es posible asegurarlo.
Muchos autores dicen que no, que de ningún modo, que el personaje bifronte no tiene nada que ver con Jano y que las manos levantadas de los asistentes no son tales, sino que están mesándose los cabellos en señal de duelo. Si así fuera, habría que contarles que en muchas de las mascaradas de invierno también se dan este tipo de ritos penitenciales: En San Vicente de la Cabeza o en Abejera, la Filandorra y otros personajes tiran ceniza a los asistentes a las cabezas, lo que sabemos que es otro rito de luto o pesar, como mesarse los cabellos. No sería extraño pues que, en una celebración de este tipo, «mesarse los cabellos» entrara en el pack de ritos de aquellos «carnavales» primigenios. Pero en San Pedro no podemos quedarnos solo con esta curiosa arquivolta. La iglesia presenta una estupenda colección de canecillos asomados a su alero: desnudos, algún hombre itifálico que perdió su miembro debido a algún cantazo pudoroso, animales, músicos, monstruos. Ya saben, el repertorio habitual del románico que más nos gusta.
Leerán muchas cosas sobre Echano, desde que es una iglesia extraña por no tener símbolos cristianos (?), hasta sobre su relación con la alquimia y diversos misterios… La falta de pasajes de las Escrituras o alusiones directas a pasajes bíblicos se puede explicar, porque el tímpano de la portada desapareció. Seguramente ahí habría un crismón, tan común en la zona navarroaragonesa. Sobre la alquimia y demás lecturas esotéricas poco tengo que decirles. En una iglesia románica se puede encontrar de todo porque es una imago mundi, un espejo de toda la creación, por eso en San Pedro de Cervatos encontramos coitos o partos, en otras iglesias hay bailarinas, saltimbanquis, borrachos, frailes pecadores… Que ese lenguaje nos resulte hoy desconocido, misterioso o nos asombre solo significa que perdimos el diccionario de esa lengua hace mucho, mucho tiempo. En el siglo XII, cuando se levantó San Pedro de Echano, todo el mundo podía leer y entender lo que estaba viendo, no le busquen tres pies al gato ni explicaciones demasiado esotéricas o arcanas. El románico no lo era, no lo es. Era popular y cercano, y llegó a todos los rincones justo por eso.
San Pedro de Echano es maravillosa, como el lugar donde se levanta, y que mantenga un halo de misterio sobre su origen la hace más atractiva si cabe. Visítenla, disfrútenla, presenten sus respetos a los curiosos personajes que habitan en su magnífica portada, e imaginen que sí, que están ante una celebración, tal y como defiende Ander Ortega. Y, mientras tanto, estos días recuerden ser excesivos, irónicos, pónganse el disfraz, la máscara o el antifaz, coman carne sin medida y practiquen sexo con fruición. Y recuerden hacer ruido, mucho ruido, para espantar los males. Todo vale, es carnaval, como quizá en esa arquivolta de San Pedro, un carnaval en piedra, casi eterno.
Hola, buenos días: me gustó mucho este artículo. es una información muy completa e interesante. Gran trabajo. Te invito a visitar mi blog dedicado al arte. Yo tengo una Galería de Arte en Santiago de Compostela. Muchas gracias. Saludos cordiales. Seguimos en contacto.
Enhorabuena Silvia por tu trabajo.
Al final publiqué un trabajo sobre este templo: https://www.romanicoennavarra.info/ventas_libro.htm
Saludos
Ander