Música

Marilyn Manson más allá de la polémica

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Marylin Manson, 2007. Fotografía: Daniel Muñoz / Cordon.

Hago canciones para pelear y follar, si quieres pelea, pelearé contigo; si quieres follar, follaré contigo.

Con esta letra arranca «Jesus Cri$I$», una de las canciones del nuevo disco de Marilyn Manson (Heaven Upside Down, Loma Vista). Como sucediera con Brittney Spears, Madonna o Freddie Mercury, el originario de Ohio con un ojo de cada color, maquillaje y tatuajes por todo el cuerpo, se ha convertido en un icono pop de los noventa. No puedes dar una patada en el mundo del famoseo americano sin que alguien tenga una historia que contar sobre Manson el terrible. El instigador (según los rancios medios de derechas) de matanzas adolescentes y el Anticristo en potencia. La que fue catalogada como la más asquerosa y denigrante banda de rock que haya patrocinado una discográfica importante (sic).

La polémica rodea una vez más a Brian Warner, el escándalo del acoso sexual en Hollywood. Su bajista, Jeordie White, cuyo nombre de guerra era Twiggy Ramirez, ha sido acusado de violación por Jessicka Addams, cantante a su vez de la banda Jack off Jill, que alega que hace dos décadas fue violada por el bajista. La reacción por parte de Marilyn Manson fue fulminante: en su Instagram declaraba «He decidido separar caminos con Twiggy Ramirez. Será reemplazado durante la nueva gira».

Una polémica que se ha saldado con esta expulsión y con el silencio por parte del bajista, originario de Florida, que ha acompañado a Marilyn Manson desde el principio. Pero esta no es, ni mucho menos, la primera polémica a la que tiene que enfrentarse un icono del rock que se ha convertido, a fuerza de ascensos y caídas, en icono de la subcultura americana y el mundo glam pop al mismo tiempo.

El abuelo travestí

En su biografía La larga huida del infierno (HarperCollins 1998), firmada junto al periodista Neil Strauss, Manson revelaba su adolescencia como niño sometido por una escuela religiosa; la difícil mudanza de su Ohio natal a la soleada Florida, el tráfico de cintas de rock que montó con sus compañeros de clase y la construcción de un aspirante a escritor que creó a Marilyn Manson (la unión de la belleza de Marilyn Monroe y la fealdad de Charles Manson) como personaje de un cuento. También narra uno de los episodios que supondría el primer escándalo (al menos, cronológicamente hablando) dentro del seno de la familia Warner. Fue su abuelo, Jack Warner, quien introdujo al joven Manson en un submundo de sexo y travestismo. Marilyn Manson narra en este episodio cómo él y su primo Chad se colaron en el sótano del abuelo y le vieron masturbarse; comprobaron la extensa colección de vetusta pornografía y diversos objetos como condones y consoladores. Con el tiempo, Manson se enteraría de un episodio en que el abuelo Warner terminó en una ambulancia y, al quitarle la ropa los servicios de emergencia, comprobaron que vestía ropa interior de mujer.

Una vez rodeado de maquillaje, fans, tangas de cuero y escándalos en conciertos, el abuelo Warner muere y Manson se presenta en su funeral como la oveja negra. El ingrato nieto que desveló el travestismo de Jack en un libro que ha vendido millones de ejemplares. Repudiado pues, Manson continúa convertido en el hombre al que temes. Y es que la Norteamérica de Clinton necesitaba un villano al que culpar de la pérdida de la inocencia. Y Brian Warner estaba dispuesto a cumplir con ese cometido.

El culo en la MTV

1997. Una época truculenta. Clinton comienza su segundo mandato; el rapero Notorius BIG resulta asesinado a balazos. Durante los MTV Video Music Awards, que gozaban de una gran atención mediática y reconocimiento dentro del mundo de la música, invita a Marilyn Manson, nominado, para tocar en vivo el éxito «The Beautiful People». La agresiva y deslenguada canción lleva un año colándose en las emisoras estadounidenses y cosechando éxitos, así que la MTV, que tenía entonces cierta relevancia en el mundo de la música, no tiene más remedio que rendirse al nuevo niño malo del rock. La escena arranca con Manson tapado con un largo abrigo, dirigiéndose desde un estrado presidencial a un público que espera.

El realizador consigue cortar el micrófono del cantante cuando este grita: «una panda de capullos». Pero la canción comienza y el cantante se quita el abrigo. Hablamos de medias destrozadas en sus piernas pálidas; un corsé; una gigantesca bandera americana como telón de fondo. Y Manson lleva un tanga de cuero. Se gira, dando la espalda al público, a las cámaras que lo enfocan, y enseña su culo pálido. La imagen recorre la conservadora Norteamérica como la pólvora. Como metáfora de lo que opina Manson de la administración Clinton y del país anclado en los estándares que les hicieron grandes y reservados en los años sesenta no podría ser más efectiva.

Se iniciaba una era de terror en el mundo del rock.

Columbine

Stephen King, autor que no necesita presentación, publicaría una novela corta titulada Rabia de la que más tarde acabó renegando. Una novela firmada bajo el seudónimo de Richard Bachman en 1977. Veinte años antes de la escena de los MTV Video Music Awards. Una novela en la que un chico lleva un arma a clase y dispara a un profesor. Retiene a sus compañeros. Amenaza con una matanza.

Curiosamente, aunque Stephen King se ha flagelado a sí mismo por esta oscura profecía, nadie echó la culpa en 1999 a este libro por los actos de Eric Harris y Dylan Klebold. Ambos llevaron armas automáticas a su escuela y asesinaron a trece personas e hirieron a otras veinticuatro. Estados Unidos se levantó conmocionada. El terror no estaba en el extranjero, en la Guerra del Golfo o en los misiles comunistas. El terror dormía a su lado; lo habíamos alimentado, visto crecer. Y ahora llevaban armas y disparaban a sus compañeros. El terror estaba en nuestras aulas.

Nadie echó la culpa a la novela de Rabia, pero sí a Marilyn Manson. Se decía que los autores del crimen eran fans de su música. Se dijo que las letras violentas del cantante incitaron la masacre. Se dijo que Marilyn Manson era el hombre del saco; el que pervertía las mentes de los jóvenes, y que volvería a ocurrir. En el documental Bowling for Columbine, del cineasta Michael Moore, dio la oportunidad a Marilyn Manson de defenderse de las acusaciones: «De paso nos olvidamos del presidente lanzando bombas en el extranjero […] (A Eric Harris y Dylan Klebold) no les diría nada, escucharía lo que tengan que decir, que es lo que nadie hizo». Sin embargo, la sombra de terrible influencia para los jóvenes le perseguiría toda su vida. En una reciente entrevista a The Guardian el cantante declaraba: «Columbine destruyó toda mi carrera». Y si nos atenemos a los hechos, es verdad que desde los años 2000 la influencia del enfant terrible fue mermando.

Lolitas

Las últimas polémicas que rodean al chico convertido en estrella del rock tienen siempre que ver con el sexo y las drogas. Como un trágico personaje de una novela de Bukowski, refugiado en la bebida y las sustancias peligrosas; buscando el amor entre actrices porno y niñas prodigio. Tras su divorcio con Dita Von Teese (Heather Sweet de nombre real), comenzó una tórrida relación con la actriz Evan Rachel Wood, conocida por sus papeles en True Blood y Westworld, que contaba con apenas dieciocho años cuando apareció en un videoclip de la banda desnuda y manteniendo relaciones sexuales con Manson mientras llovía sangre sobre ellos. Por aquel entonces, el cantante se acercaba a los cuarenta. Tras un romance de varios años en que la pareja protagonizó no pocas portadas en la prensa rosa, una pedida de matrimonio y la consiguiente negación, Manson sería despedido de su discográfica por bajas ventas y emprendería un camino de caída y resurrección.  

De nuevo la polémica por su relación con la joven actriz porno Stoya, cuya turbulenta relación le llevaría a denunciar a la productora pornográfica que mantenía un férreo control sobre la carrera de la actriz. Por otro lado, el exteclista le denunciaba por desviar fondos de la banda para hacerle regalos a su exmujer y para comprar parafernalia nazi. En sus horas bajas, Manson protagonizó varios conciertos en los que iba tan borracho que no era capaz de cantar. Quejas de fans, bajas ventas de los discos, y el cantante se tomó un descanso

La madurez y la resurrección

Es posible que una estrella como Marilyn Manson se encuentre más allá de lo que podríamos llamar calma y paz espiritual. Ozzy Osbourne, Axl Rose, Iggy Pop… y Marilyn Manson. Todos tienen una cosa en común: abusaron de las drogas, del alcohol, de la fiesta y de la autodestrucción. Pero siguen en la brecha. Siguen dando conciertos, sacando discos, y luchan porque su imagen no se borre. Con Born Villain, The Pale Emperor y Heaven Upside Down, sus últimos trabajos discográficos, ha recuperado parte de su fama y el respeto de sus fans, aunque quedan lejos los tiempos del delgado y pálido exhibicionista que soportaba todos los envites de los medios de comunicación. Nos encontramos ahora frente a un hombre que ha perdido recientemente a sus padres, cuyos antiguos éxitos han ido quedando en el olvido y al que los escándalos no dejan en paz. Porque cuando invocas la tormenta ya no puedes controlarla. Habrá quien diga que él se lo ha buscado, y seguramente tengan razón. Pero la alianza con Tyler Bates y el gran éxito cosechado por The Pale Emperor arrojan algo de luz a la vida y obra del Anticristo de la música que, con casi cincuenta años, parece estar haciendo balance de una vida de éxito y polémica. Unas polémicas que construyeron su imagen. ¿Le debe Marilyn Manson su éxito a sus polémicas? Probablemente. Pero no podemos olvidar que nos encontramos ante un músico que ha vendido millones de discos, que ha desarrollado la pintura y ha llegado a exponer en algunos de los más importantes museo de arte moderno. Un hombre cuya segunda identidad hace tiempo que tomó las riendas de su vida, con todo lo bueno y todo lo malo que ello parece haberle aportado. Ahora, separado del que fuera su mano derecha por una violación que fue ocultada durante veinte años, solo queda ver qué queda del villano que tomara el apellido del ya fallecido Charles Manson y si en su futuro seguirá habiendo más polémicas, más música y más autodestrucción. Pues todos somos estrellas en el show de las drogas.

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6 Comments

  1. Ei, gran artículo sobre el anticristo superstar!
    Aquí otro sobre Manson de cosecha propia:

    https://amorfosfilms.com/2015/02/01/marilyn-manson-el-nietzsche-del-rock/

  2. Un artículo bastante resumido, pero bueno, que más se puede decir sin repetirse.

  3. Jesús Iribarren

    Sobre Marilyn Manson he leído la entrevista que concedió a Chuck Palahniuk «Leerse a uno mismo» en «Error humano» siglo 21 de bolsillo, un tipejo idiota reflejo de su sociedad.

  4. Feldestein

    No creo que Manson haya hecho grandes aportaciones musicales, compararlo con Ozzy Osbourne o Iggy Pop es injusto con él. A mi me recuerda más a Lady Gaga, pero no tan listo y más ensimismado estilísticamente. En su mejor momento parecía que podía llegar a ser una continuación pop (sí, pop) de Trent Reznor y sus NIN. Pero no llegó a tanto. Mucho ruído y pocas nueces.

  5. Pablo Ferrando Vidal

    Es de risa como cosas tan artificiales e infantiles como las que promueve el Sr. M. Manson con su música provocaron tantos escándalos en E.U. Yo creo que el underground estadounidense como tantos otros tiene en un solo poro de su piel más escándalos y rock and roll que él. Lo que pasa es que el juega el juego como tantos otros y por eso hay una relación de causa/efecto. Fue el fast food de lo trash, el maisntraim del pseudo punk bien mascadito para hacer de diana de las iras de los ultraconservadores. Se necesitan para crear alboroto, distracción y dinero.

  6. Alberto

    Buen artículo del anticristo

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