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El maestro olvidado del horror

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Hellraiser (1987). Imagen: Resen.

Mamá, me han echado de comer al cerdo. (Clive Barker, Libros de Sangre vol.1. Ed. Valdemar, traducción de Marta Lila)

Pinhead es un villano atípico. Un villano al que no queremos mirar. Huimos de su presencia cuando aparece en pantalla. No tiene el glamour y el atractivo de algunos de los villanos del horror literario: la imagen difusa del calamar gigante con alas que invadía las pesadillas de Lovecraft; el mítico payaso Pennywise; los asesinos en serie que recorrían las cintas de 8mm. Pinhead es una pesadilla que no vende. De la que no disfrutamos. The Hellbound Heart, la novela corta en que se basa la película Hellraiser y que dirige y adapta el propio Clive Barker, es una lectura enfermiza de los placeres humanos. La presentación de los cenobitas, la raza mitológica de seres retorcidos, obsesionados con la muerte y el placer. Los libros de la sangre, recién reeditados en nuestro país de la mano de la editorial Valdemar, representan probablemente la antología de horror más importante desde las estaciones de Stephen King. Y me atrevo a decir que por delante de estas. En esta antología se recoge la frase que más horror ha producido a una cantidad de lectores que se cuentan por miles; el niño que escribe a su madre y le dice que va a morir a manos de un cerdo gigante. Gracias a sus propios compañeros de colegio.

Pero Clive Barker es un autor olvidado cuando se habla del horror mainstream. No ha llegado a colarse en el imaginario colectivo de la forma en que lo hicieron Lovecraft y King, pese a que su mitología literaria y su inventiva dentro del género no tiene nada que envidiar a los grandes maestros. Hablamos del pupilo aventajado, que no ha pasado, parece ser, de eterna promesa. Para entender las razones de este abandono por parte de los lectores, Rubén Sánchez Trigos, consultor de guion del reciente éxito de taquilla Verónica (Paco Plaza), una cinta de horror que ha copado las salas de cine en España, y estudioso del género de horror, tiene algunas teorías. «Barker es el último gran maestro del terror. Hay autores que hoy día siguen publicando y ya veremos qué pasa con ellos; de momento Clive Barker es el último autor que ha impactado dentro del género. Y es comparable a un Stephen King o un Lovecraft, pero su problema, si es que esto es un problema, es que su impacto no ha transcendido más allá del nicho del terror. Barker hace una propuesta muy honesta, muy descarnada y muy pegada a su tiempo. Es un autor amoral; no busca dar una lección, no busca castigar el mal que presenta en sus libros».

La lectura de Libros de Sangre supone un camino violento para el lector. Un camino al que pocos autores de best seller se han atrevido a asomarse. Esa amoralidad no solo se refleja en lo descarnado de una prosa que no duda al echar mano del imaginario gore. Imaginario que en buena parte el autor ha ayudado a crear. Si bien el gore en los años ochenta tuvo su auge dentro de un cine de sexplotation, el gore en la literatura siempre ha sido relegado a una suerte de historias de bolsillo, de rápido consumo y aún más rápido olvido, que busca el horror inmediato. En su obra, Barker le da un sentido estético al gore. Lo utiliza como la rima de un poema enfermo que narra la epopeya de un héroe condenado a perder y de un escenario que engullirá sus huesos y no dejará ni rastro de él.

En la introducción de Libros de sangre se nos narra cómo una casa habitada por cientos de fantasmas es visitada periódicamente por un fraudulento médium. Las historias que estos espíritus narran se graban entonces en la carne del psíquico, escribiendo en su piel las historias que el lector va a disfrutar a continuación.

Frente a ella, pudo ver a través de la puerta de la habitación el lugar donde el pequeño mentiroso estaba echado, rodeado por sus agresores. Tenía los calzoncillos enrollados en los tobillos: la escena tenía todo el aspecto de una violación. Ya no gritaba, pero sus ojos miraban desorbitados llenos de terror y dolor. (Libros de sangre vol.1. Clive Barker, Valdemar, traducción de Marta Lila)

«Los monstruos de Barker son monstruos con los que puedes empatizar» continúa el guionista Rubén Sánchez. «En el relato El tren de carne de medianoche se nos presenta un mundo subterráneo donde unos seres buscan alimentarse. No es la maldad porque sí. Los cenobitas, creados por Barker en Hellraiser, son denominados ángeles en ciertos momentos de su narración. El lector mainstream busca un mal al que culpar, que sea ajusticiado, y Barker no ofrece eso».

En España, la editorial La Factoría de Ideas publicó en una serie de varios tomos unas versiones en ocasiones incompletas y con dudosas traducciones de los relatos de horror de esta última rock star de la literatura de terror, pero gracias a este temprano acercamiento el autor gozó de cierto reconocimiento en nuestro pequeño fandom patrio. Un acercamiento que ha propiciado, tal vez, las ediciones de Valdemar, mítica en esto de recuperar clásicos del terror, que reúnen ahora en dos volúmenes el conjunto total de los relatos, con nueva traducción y sendos prólogos firmados por Jesús Palacios. «Me sorprende que tengamos que haber esperado hasta el año 2016-2017 para tener unas ediciones a la altura de esta obra» dice Rubén Sánchez «y con una traducción, realizada por Marta Lila, que por fin haga justicia a la prosa de Barker. Este es uno de los mejores escritores, no ya del género del terror, sino del siglo XX».

En la balanza de las contribuciones de Barker a la historia del horror no podemos dejar de hablar de su faceta como director de cine. Si bien estamos acostumbrados a que escritores de cierto renombre participen de los guiones que adaptan sus propias obras, o incluso de guiones de terceros, Barker decidió desde muy joven coger una cámara. Con dos cortometrajes de carácter surrealista que exploraban una aproximación visual al horror, Salome y The Forbidden, convertidos ahora en rarezas, podemos dilucidar algunas de las obsesiones que compondrían el grueso de la creación de Clive Barker. Su ópera prima en el mundo del celuloide se produjo en Hellrasier, que adaptaba su propia novelette, y cuya iconografía se ha convertido en un referente dentro del cine de terror. En esta obra tomaron forma por primera vez los cenobitas, las criaturas antropomorfas entregadas al placer y el dolor, cuyos diseños se basaron en ilustraciones del propio autor. Si bien ha conllevado una serie de desastrosas secuelas, Hellraiser, estrenada en 1987, supone una de las grandes referencias de cine de terror de los años ochenta y noventa, teniendo el honor de aportar uno de los grandes villanos que se toman como referencia por su estética grotesca, el mítico Pinhead, interpretado por Doug Bradley.

Tras esta gran primera aproximación, el paso de Barker por el cine no ha sido tan exitoso como hubiera cabido esperar. A Hellraiser se sumaron Nightbreed, basada también en una de sus novelas, y El señor de las ilusiones, que no contribuyeron a alargar la sombra del autor como director de cine. La obra de Barker en este sentido se ha visto como un cine oscuro, lleno de horror y gore, pero lejos de la sofisticación que aportan sus obras literarias. Salvando Hellraiser, el visionado de sus demás películas pasa por una masa de sangre y vísceras con algunas buenas ideas pero que no pasan de perpetuar algunos de los clichés que ayudaron a forjar. «Lo que Barker nos ha legado es una forma de tratar el gore que contesta a todos los que de entrada consideran que el gore es una categoría inferior del género de terror» aporta Rubén Sánchez, quien ha dedicado buena parte de su carrera en el cine a explorar las raíces del horror. «Barker describe en un plano, sin cortar la toma, con un sentido sensual, de naturaleza humana. American Horror Story es una serie absolutamente barkeriana; ahí vemos toda la iconografía siniestra y oscura que supone la influencia de Barker en el cine actual. El público se ha polarizado gracias a los servicios de televisión a la carta. Ahora no tienes que dirigirte a mucho público, todo el mundo paga lo mismo por ver una, dos u ocho series y películas al mes, por lo que ahora existe un mercado de producción que permite dirigir la propuesta a un público en concreto que va a apreciarla».

Si hablamos de autores de género, enseguida podríamos pensar en un H. P. Lovecraft, encerrado junto a sus manuscritos, sus libros cogiendo polvo en una estantería, una habitación lúgubre y las teclas de una vieja máquina de escribir. Sin embargo, hoy día los autores han adquirido cierto cariz de reconocimiento, saliendo de las sombras de las sombras. El mundo del videojuego ha visto algunas de las grandes obras dentro del género convertirse en joyas del arte digital, como la saga Metro escrita y basada en la obra del autor ruso Dmitry Glukhovsky o The Witcher, basado en la obra de Andrzej Sapkowski. La contribución de este autor ha ido un paso más allá, tomando el control como ya hiciera con el séptimo arte, y escribiendo sus propios videojuegos. De esto resultaron dos pequeñas joyas del videojuego de horror: Clive Barker’s Undying y Clive Barker’s Jericho. Si bien su repercusión mediática fue sonada con el segundo título, que muestra una factura más a la altura de la imaginación del autor, las ventas no han acompañado demasiado. En estos dos títulos, que casi podrían entenderse como una primera y una segunda parte aunque las diferencias entre sí son abrumadoras, se establecen muchos de los elementos que conocemos de Barker y diversos guiños a su obra, en especial a Libros de Sangre. Construidos como juegos de acción en primer persona, la verdadera aportación de los videojuegos escritos por Barker se refiere, una vez más, a lo estético. El diseño de las pesadillas del autor y la manera de confrontarlas con el jugador es sublime, pero de nuevo aduce cierta falta de elegancia, cierta parodia chabacana que parece ser difícil de establecer en imágenes una vez las arrancamos de la imaginación del lector y las páginas de los libros.

Y es que Barker es un estilista tanto como un narrador. La obra de horror de Clive Barker no se queda en lo gore, no se queda en lo horrible: va un paso más allá, estableciendo una épica propia de Poe; una prosa llena de matices, de cuidado, que utiliza la sangre y las vísceras con una delicadeza en la descripción que nos transporta a lo horrible. Y nos deja allí, sentados en la oscuridad, observando las horribles imágenes que quiere que veamos. Tan hipnotizados y horrorizados como maravillados.

La odisea literaria de Barker ha ido virando hacia un estado más calmado, más light si se quiere, aunque continúa atacando a todas las artes, luchando con adaptaciones dentro del celuloide, el cómic y el videojuego. Sin embargo, no hemos vuelto a ver una obra tan redonda como la que compone su primera etapa como autor: Libros de Sangre, The Hellbound Heart, Cabal… ¿Qué ha sido de Clive Barker? «Libros de Sangre y el resto de su obra son como salpicaduras; como abrirte una herida y desbordar sangre y la herida ya se ha secado. Creo que Barker ha sido muy honesto con su carrera, como él mismo dijo todo lo que tenía que aportar al terror ya lo ha hecho. En lugar de continuar esa línea lo que ha hecho es darse cuenta de que no puede replicarse a sí mismo continuamente y ha explorado otros caminos. Ha encontrado un público nuevo en la fantasía oscura, que roza lo juvenil, pero que no tiene nada que ver con su anterior obra».

Algunos autores no son reconocidos hasta después de su muerte. Lovecraft, Hodgson, murieron sin que su obra fuera reconocida. Si hoy pudieran ver en lo que se ha convertido su creación, probablemente enloquecerían. Las auténticas rock stars desaparecidas con las que se miden los autores actuales de terror. Sin embargo, Barker no debería morir para que se reconozca su aportación. Gracias a la recuperación de sus obras, tal vez algunos de los lectores que gozan con el terror más puro descubran ahora a este demiurgo que creó una mitología enfermiza y elevó el horror en la literatura a cotas demasiado avanzadas para algunas de las mentes más débiles.

Y, tras leerlo, quizás se lancen voluntariamente al placer y el dolor de los cenobitas.

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5 Comments

  1. No solo es un maestro del terror, tambien lo es de la fantasia oscura como demostró en libros como Imajica o Sortilegio. Es un clasico por derecho propio y es una lastima que no sea más conocido.

  2. Ruymán

    Estos artículos ayudan a que se conozca más su figura, recientemente han publicado parte de su obra en Valdemar Gótica.

  3. Adrianopoulus

    Interesante personaje que desconocía.

    No sé si es pertinente (pero bueno yo lo suelto y si cuela, cuela) pero creo que el género de terror y el del humor son hermanos. Me refiero a esa sensación al leer a algunos escritores de terror en la que, si no estás dentro de la narración, envuelto de la cabeza a los pies con lo que te están contando, de repente descubres que los elementos siniestros son muy similares a los paródicos. Es lo que ocurre cuando te cuentan una historia de miedo en un contexto poco apropiado: pues te descojonas. Con todo el aprecio que le tengo a Ligotti, con él me pasó más de una vez. Supongo que debe de ser complicadísimo editarse sin que las relecturas engullan el sentido horroroso. Quiero decir, más complicado todavía.

    Uno de los mejores cuentos de terror que he leído fue a cargo de Marcel Schwob. Quién lo diría. Los sin cara se llama.

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