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Sexo, mentiras y emisoras de radio contra el Tercer Reich

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Imagen del documental Why We Fight: Prelude to War. (DP)

Decía Nietzsche que la forma más indigna de hacer daño a una causa era defendiéndola intencionadamente con malos argumentos. Tal vez, aunque puede que sea también la más eficaz. Lo vemos a diario en el debate político: un detractor de un partido o un ideario puede pasarse el santo día echando sapos y culebras en su contra y no logrará hacer mella comparable a la del partidario que desde dentro actúe con torpeza o mala fe. De ahí el proverbial temor de toda organización hacia los quintacolumnistas, las manzanas podridas, los disidentes. A Goldstein se le tenía más ojeriza que a Eurasia porque frente al enemigo interior estamos indefensos, nuestra confianza en alguien nos hace vulnerables a sus manejos. Por algo imaginó Dante a los traidores en el noveno y último círculo del infierno siendo masticados eternamente por el mismo Lucifer y, por ello mismo, se le tiene tal aversión a Judas en la Biblia que su muerte fue descrita no de una sino de dos formas distintas, a cada cual más macabra: ahorcado según Mateo y según los Hechos «cayendo de cabeza, reventó por medio, y todas sus entrañas se derramaron».

Si la propaganda es el arte de escuchar el alma de la gente, según la inspirada definición de Goebbles, entonces por poca atención que prestara era inevitable que reparase en esa flaqueza y terminara explotándola en su beneficio. Es lo que se conoce como «propaganda negra», es decir, aquella que se presenta bajo una autoría falsa para superar las reticencias del receptor. Propaganda negra eran por ejemplo Los protocolos de los sabios de Sion, en los que se revelaba un plan secreto de dominación mundial… por parte de los judíos que supuestamente iban a ejecutarlo, autoinculpándose a la manera en que el villano explica sus planes al héroe tras capturarlo, admite su propia maldad y termina lanzando una sonora carcajada. Pero los casos más frecuentes de propaganda negra se han producido en los conflictos bélicos, dirigidos hacia el bando enemigo bajo una identidad falsa afín a él, con la intención de promover el derrotismo, la deserción y el sabotaje. De todos ellos, fue la Segunda Guerra Mundial quien se llevó la palma en el uso de esta técnica de comunicación, con una cantidad de recursos empleados, una sofisticación y una eficacia como nunca antes se había visto. Ambos bandos supieron jugar sus cartas, destacando inicialmente la propaganda negra alemana y posteriormente la británica.

El nazismo fue capaz de ver desde el comienzo la importancia de los medios de comunicación de masas como herramienta al servicio del poder. Sentían un particular interés por la radio, así que desde su llegada al gobierno promovieron que Alemania fuera la nación con mayor número de receptores para que su mensaje llegara en todo momento a todos los confines del país, claro que… ¿por qué limitarse a las propias fronteras? Emitir en el exterior también podía ser de provecho, siempre y cuando se supiera adaptar el mensaje a la audiencia de destino. De manera que la primera emisora de propaganda negra del mundo que funcionaba de forma continuada se fundó en España, durante nuestra guerra civil, fingía ser republicana y formaba parte de la colaboración del Tercer Reich con los sublevados. Una experiencia que Goebbles debió encontrar muy provechosa, pues apenas comenzó la Segunda Guerra Mundial ordenó la apertura de una emisora de propaganda negra dirigida a la población irlandesa y otras dos a la francesa, siendo estas últimas las que jugarían un papel crucial: Radio Humanité y Voix de la Paix.

La primera decía ser el órgano de comunicación del Partido Comunista francés, apelaba al pacto Ribbentrop-Mólotov en unas ocasiones y en otras describía al Tercer Reich en términos apocalípticos, como una plaga bíblica frente a la que solo cabía huir. La segunda estaba orientada más hacia la derecha, con un contenido fuertemente patriótico aunque derrotista, asegurando que por culpa del gobierno Francia caería inerme ante el régimen nazi. Esta operación psicológica estuvo reforzada por el reclutamiento de una red de colaboradores por el territorio galo que alentaban en todos los ámbitos a la rendición, así como por el pago de más de trescientos millones de francos a diversos periódicos franceses para condicionar su línea editorial. Es difícil estimar el impacto real de toda esta propaganda, lo que sí sabemos es que una vez el ejército alemán atacó a su vecino en mayo de 1940 apenas necesitó mes y medio para ocuparlo, una contundente victoria que dejó al mundo asombrado.

El régimen nazi debió quedar convencido de la efectividad de esta clase de propaganda, pues desde ese momento incrementó los recursos a este fin, ahora centrándose en Gran Bretaña. Fundó las emisoras NBBS, Caledonia, Worker’s Challenge y Christian Peace Movement. Según un informe del Ministerio de Propaganda alemán que recoge Stanley Newcourt-Nowodworski en su libro Black Propaganda:

De ninguna manera las emisoras secretas quedarán al descubierto como alemanas. Por lo tanto, deberán, en la medida de lo posible, empezar cada emisión con ataques a los nacionalsocialistas. Tendrán que inventar incidentes políticos en el frente interior, por ejemplo, en clubes y salas de fiestas y protestar contra estos en nombre del pueblo británico. Sobre todo, deberán propagar el miedo presentando informes de testigos oculares británicos sobre Varsovia, Dunquerque, etc, y deberán utilizar todos los medios imaginables para asegurarse de que los primeros golpes contra Gran Bretaña caen sobre un terreno psicológicamente bien preparado.

De las cuatro emisoras mencionadas, la NBBS debía ser de tendencia patriótica y pacifista (aquí se puede escuchar una muestra grabada). La segunda, Caledonia, independentista escocesa con el fin de alentar la división. La tercera, de extrema izquierda, debía señalar que el verdadero enemigo de la clase obrera era Churchill. Mientras que la cuarta, tal como su nombre indicaba, tenía como misión promover un punto de vista pacifista sustentando en el cristianismo. Hubo otras emisoras alemanas dirigidas otros países, todas ellas agrupadas bajo el nombre en clave Concordia, que abarcaban desde Argentina, la URSS, India, Estados Unidos y el mundo árabe. La propaganda negra se amplió también a agencias de noticias, periódicos e incluso octavillas presuntamente lanzadas por aviones Aliados sobre los países ocupados. Dichas octavillas pedían a las mujeres de Holanda y Dinamarca que dieran un cálido recibimiento a los soldados negros americanos que iban a ir a liberarlas, con el fin de despertar celos en sus parejas. A veces la propaganda llegaba a alcanzar la sutileza de una partida de ajedrez, como en la ocasión en que los aviones Aliados lanzaron miles de cartillas de racionamiento falsas sobre territorio alemán para colapsar su sistema de distribución, a lo que Goebbles reaccionó manipulando una de esas cartillas para mostrarla en la prensa como llena de errores y por tanto detectables de inmediato si algún incauto se atreviese a usarlas. Es decir, falsificó una falsificación, para engañar a los ciudadanos que pretendieran engañar a las autoridades.

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Sefton Delmer. (DP)

Como era de esperar, Gran Bretaña no se quedó de brazos cruzados mientras tanto. Claro que hablar de la propaganda negra Aliada exige centrarse en un nombre, Sefton Delmer, y para ello nos basaremos en su libro autobiográfico Black Boomerang. Nació en 1904 en Berlín de padres australianos, aunque fue registrado en el consulado como ciudadano británico. Pasó su infancia en esta ciudad, lo que le hizo adquirir un perfecto acento alemán en su pronunciación que más adelante resultaría vital. Se graduó en Óxford y regresó a la capital alemana como corresponsal de prensa. Allí vivió el auge del nazismo e incluso llegó a entrevistar a Hitler, lo acompañó en acontecimientos cruciales como la visita al Reichstag tras su incendio y entabló con él una relación no de amistad, pero sí de cierta cortesía, como puede leerse en la carta que este le envió en respuesta a la petición de una entrevista sobre la crisis económica que atravesaba Gran Bretaña en 1931.

Estimado señor Delmer: Su solicitud para publicar mis opiniones sobre la actual crisis en Inglaterra es un honor para mí. Pero me temo que tal vez una parte del público inglés podría considerar presuntuoso si yo, como alemán, presento mis puntos de vista en un periódico inglés, lo que podría, a mi entender, ser visto como una crítica de los métodos políticos y tradicionales, que sin duda han sido vistos hasta ahora como el derecho de una parte importante del pueblo inglés. Yo espero, y a buen seguro que lo hará, que de esta crisis el pueblo inglés se levantará y así lo estimo. Sería feliz puesto que favorecería, si se logra, el desarrollo de una relación cálida entre los pueblos alemán e inglés que mi movimiento anhela que sea una realidad. Creo que la crisis que ocurre en la actualidad solo puede resolverse mediante una estrecha cooperación política de nuestras naciones, que aporten su grano de arena al equilibrio europeo, natural, como requisito previo a dar el corazón al resto del mundo que sufre como nosotros… Me gustaría que otra vez aceptase mi declinación de su honorable petición. Atentamente (Firmado) Adolf Hitler.

Delmer también sería corresponsal en Francia, Polonia, Portugal y en ambos bandos durante la guerra civil española, hasta que fue reclutado por el espionaje británico tras el comienzo de la guerra. Según afirma fue él mismo quien le puso nombre entonces a lo que iba a hacer en los años siguientes, pues en analogía a la magia negra, las misas negras o el mercado negro, creyó que este tipo de propaganda debía ser llamada propaganda negra. Su idea era debilitar al régimen nazi no atacándolo sino defendiéndolo con las razones equivocadas:

«Pienso que deberíamos intentar un nuevo tipo de radio negra sobre los alemanes», sugerí a Leonard cuando fui a hablar con él, «una que socave a Hitler, no oponiéndose a él, sino pretendiendo estar por completo de su lado y del de la guerra». La idea obviamente interesó a Leonard. Él me pidió que la desarrollara y le dije que con una plataforma superpatriótica para la nueva emisora estaríamos en disposición de transmitir todo tipo de rumores subversivos bajo la cobertura de los clichés patrióticos nacionalistas. Le expliqué cómo una vez Hitler me dijo: «hay un cerdo dentro de cada hombre». Debemos apelar a ese cerdo dentro de cada alemán en nombre de sus más elevados ideales patrióticos, dije, darle una razón patriótica para hacer lo que desea de acuerdo a su propio interés personal, de una manera contraria a la conducta eficiente para la guerra.

La idea era desarrollar una especie de judo psicológico que usase contra el enemigo su propia fuerza. Había vivido en Alemania y conocía demasiado bien a sus habitantes para saber que una estrategia de oposición directa no funcionaría: la gran mayoría se mostraba sinceramente convencida de la justicia de su causa. Por tanto no atacaría a las principales figuras del régimen, sino a los cargos intermedios del partido. De acuerdo al análisis que hacía Delmer el extraordinario éxito que estaba mostrando Alemania en la guerra, el mérito era en buena parte de una amplia base de funcionarios y cargos distribuidos por todo el país que estaban trabajando con profesionalidad, eficacia y determinación, liderando al conjunto del pueblo alemán en el esfuerzo bélico. Así que el objetivo debía ser minar su prestigio y provocar la división, sembrando la sospecha de que esos cargos en realidad no estaban haciendo los sacrificios que pedían a los demás. ¿Cómo hacerlo? Inventando para ello a un misterioso personaje, un oficial alemán de la vieja escuela al que llamó el Jefe, que supuestamente emitiría en secreto desde dentro del país para sus compatriotas, desvelándoles la corrupción y depravación moral que atravesaba la nación y que nadie más les contaba. El NSDAP estaba infestado de comunistas traidores a Hitler y a Alemania, debía proclamar airado una y otra vez, de viciosos que vivían a cuerpo de rey mientras los soldados morían en el frente y los ciudadanos de a pie pasaban grandes penurias en la retaguardia.

Las emisiones debían repetirse cada hora, precedidas de unas instrucciones codificadas a supuestos grupos regionales del ejército que dieran la impresión a los oyentes que casualmente sintonizaran esa frecuencia de estar oyendo algo que no deberían, de estar en el ajo. Como el objetivo era congregar una gran audiencia y causarle un gran impacto emocional, el tono estaría cargado de sarcasmo y procacidades para captar la atención, describiendo con todo detalle cada de las depravaciones sexuales de cada pequeño cargo en el que se centraban (a veces reales, a menudo inventadas). Para ello Delmer, además de recurrir a su calenturienta imaginación, encontró de gran utilidad la obra del sexólogo Magnus Hirschfeld. Ese fue el proyecto y así se ejecutó desde la primera emisión de Gustav Siegfried Uno el 23 de mayo de 1941 hasta que decidieron finalizarlo tres años después. Por supuesto con una despedida a la altura, que consistió en fingir que en plena emisión las autoridades habían asaltado la emisora, con un repentino corte entre gritos y disparos.

Otro proyecto de propaganda negra que llevó a cabo nuestro protagonista durante ese tiempo fue el de una emisora llamada Atlantik, dirigida específicamente a la tripulación de los submarinos alemanes. Fingía ser una emisora oficial de la Wehrmacht y atraía a la audiencia emitiendo música de jazz americana… que estaba prohibida por el régimen, de manera que los locutores sorteaban ese obstáculo diciendo que era versionada por grupos alemanes. De esa forma se convirtió en una emisora muy popular entre los submarinistas, que en la mayoría de los casos nunca sospecharon que fuera inglesa. Entre canción y canción daba noticias, algunas ciertas y otras manipuladas para provocar indignación hacia la corrupción e incompetencia de los cargos medios, así como desasosiego sobre la seguridad de las familias que los soldados habían dejado atrás. Por ello los locutores a veces informaban con gran detalle de la manera en que tal o cual tripulación había saboteado su submarino para atrasar su salida del puerto o provocar su regreso. Naturalmente en un tono condenatorio, para no levantar sospechas, pero de paso inoculando esa idea. Otra estratagema era enfatizar en las noticias el temor que la armada inglesa tenía por un ineficaz sistema antirradar alemán llamado Afrodita, buscando así crear confianza en él y que no fuera sustituido por otro realmente efectivo. Por último, Delmer se embarcó en otro proyecto que desgraciadamente no llegó a salir en antena, se trataba de la emisora Astrologie und Okkultismus, que como puede intuirse giraba en torno a una médium que contactaba con los soldados alemanes muertos para transmitir mensajes a sus familias. Qué gran oportunidad desperdiciada…

¿Tuvieron éxito todas estas triquiñuelas? Desde luego le quitó el sueño a un ferviente paladín de la propaganda, en todos sus colores y negra en particular, como era Goebbles. Solamente en 1940 en torno a unos mil quinientos alemanes fueron enviados a campos de concentración por sintonizar emisoras extranjeras, cuyas condenas eran publicadas con gran detalle por la prensa. Dedicó recursos militares a buscar las antenas desde donde se emitían (resultaron ser barcos ingleses en el mar del Norte) y llegó incluso a propagar mediante su red de colaboradores rumores de toda índole, como que las autoridades disponían de tecnología para detectar las radios que estaban sintonizadas a cualquier canal no oficial o que los niños de quienes los escuchaban nacían con las orejas negras. Tomó, en definitiva, todas las medidas imaginables para disuadir a la población, cosa que en sí misma ya suponía un desvío de recursos muy dañino para una economía de guerra y daba la imagen ante toda la nación de un gobierno que desconfiaba de sus propios ciudadanos. Crear esa división era justo lo que, de una forma u otra, se había buscado.

 

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7 Comments

  1. Lili Marlen

    Ahí, en esa estupenda carta de Hitler se puede verificar que era un hombre cabal y no, el loco que muchos han querido ver en él.

    • Máximo

      Efectivamente, tampoco yo pienso que estuviera loco, en absoluto. Todo él era mala condición, pero locura, no.

    • 1-A partir de 4 líneas sacar conclusiones, mientras se ignora el resto de la biografía sólo puede responder a una profunda ignorancia de la lógica o a una necesidad de mentir.
      2-No sé que entiende Ud. por «cabal». El personaje combinaba un muy fino instinto político con ideas y acciones que eran poco menos que delirios paranoicos. Si lo desea le puedo recomendar unas cuantas biografías serias.
      3-desde el punto de vista ético, lo menos que se le puede llamar es asesino e hijodeputa. Si a Ud. le merece alguna simpatía, en el mejor de los casos es Ud. un ignorante y un inconsciente.

  2. Orquidea

    La verdadera intención era la contra intención de Nietzsche para quien el torpe argumento no era otro mas que destronar del ser humano la filosofía inmaterial por la de la inmediatez material.

  3. Emilio

    Por si alguien está interesado en tema, el libro autobiográfico de Sefton Delmer se publicó en España con el título de «los alemanes y yo». Creo qué fue en los años 70.

  4. Manuel Dominguez

    Yo me pregunto si estos metodos de propaganda se siguen utilizando hoy en dia, supongo que si, por ejemplo en Cataluña y Vascongadas, o a lo mejor no necesitan esa sofisticacion para manipular a los vecinos de estas comunidades, simplemente mienten a sabiendas de que lo hacen, no se puede negar que han tenido cierto exito, sino no se puede comprender el grado de fanatismo e insolvencia mental de los aludidos.

    • Bernardo

      Ya tardaban demasiado a comparar el régimen nazi y Cataluña…
      Pero claro, la RAZÓN no miente nunca, Inda y Marhuenda no ha sido nunca condenados por mentir o difamar, TVE 1 es un ejemplo de ética en Europa ( y sus trabajadores no sé quejan, no…), Antena 3 no manipula notícias con actores o exagera titulares, etc, etc, etc…
      Serà que en Cataluña somos zombis descerebrados.
      En las cadenas estatales solo se habla de independéncia y de los malos de la Generalitat, todo lo demás ( centenares de casos de corrupción, ley del suelo quemado, indultos a corruptos, neopotismo en el tribunal de cuentas, ministros reprovados, periodistas echados o que se han ido del PAÍS, declaraciones en Europa por la dudosa imparcialidad de la justícia española, el vaciado continuo del fondo de pensiones, etc. ) No es nada. Hilillos de plastelina…
      Todos tenemos nuestra Mierda, por supuesto, pero los medios catalanes no la esconden; sin ser perfectos, evidentemente…Y también criticables.
      En fin, si quieres sigue con el rollo de los catalanes manipulados y zombinazis. Cuidado que no te coman el cerebrooooo…oooo!

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