El preámbulo de la Constitución de los Estados Unidos, el primer y más importante ejemplo de construcción de una democracia plural y federal, empieza con esta famosa frase: «We the People of the United States, in Order to form a more perfect Union». Doscientos veinte años después, en uno de sus discursos más famosos, Barack Obama retomó el sintagma de «una unión más perfecta» y lo interpretó, al igual tantos otros antes que él, como un horizonte. Como una llamada a completar lo que siempre estará incompleto, lo que siempre se puede mejorar. A cambiar un sistema, construyendo sobre su base, para que sea más inclusivo, más equilibrado, y proporcione mayor prosperidad. Y, por tanto, sea también más caleidoscópico, y más aburrido.
Nueve años después de aquel discurso, la capacidad de las instituciones estadounidenses de recrearse a sí mismas para evitar la línea que parte en dos a su sociedad está en entredicho, cierto. Pero, por causas distintas, aún más lo están las españolas. Porque son más jóvenes. Porque, al menos en su versión más básica —la Constitución de 1978— nunca han sido pulidas ni perfeccionadas: no ha habido una búsqueda real de una unión más perfecta. Y sobre todas las cosas porque la mitad de una parte del país que representa el 15% de la población, el 20% del PIB, pilar histórico, quiere dejar la unión. Mientras, del otro lado, no pocos desean enseñarle una «lección». Y, en medio, queda otra mitad de catalanes a la intemperie. La fractura, ya lo sabemos, es tanto o más dentro de Catalunya como lo es entre esta y el resto de España. Quizás la unión está en peligro, pero también (y sobre todo) lo está la convivencia dentro de la unidad rebelde. Siguiendo siempre la misma línea, que es la que dibuja el fracaso.
En cualquier lugar del mundo, la democracia pluralista y el federalismo pretenden servir a un mismo fin: distribuir el poder de manera más o menos equitativa entre distintas facciones, de manera que la resolución de conflictos entre ambas se produzca fuera de la ley del más fuerte, y dentro de los cauces de la negociación. Si democracia y federalismo funcionan bien, la vida política se va convirtiendo en algo tan cambiante como aburrido.
Cambiante, porque una misma persona se puede reconocer como catalán, aragonés o ambas cosas; hombre, mujer o de género fluido; socialista, liberal o socioliberal; musulmán, protestante o ateo. En la construcción de nuestras identidades, negociamos con el entorno y con quienes aspiran a representarnos, a unirnos o a dividirnos, para encontrar espacios en los que sentirnos cómodos. Podemos dar prioridad a un aspecto o a otro de nuestro ser y estar. Que no tiene por qué ser el mismo. Y por eso los partidos, las mayorías, las coaliciones, las alianzas y las rivalidades pueden modificarse con el paso del tiempo.
Aburrido, porque cuando la capacidad de acción está repartida entre varios puntos (tanto geográficos como sociales), los procesos de decisión se vuelven lentos y farragosos. Es necesario tener muchas opiniones en cuenta en el camino. Opiniones que, de nuevo, no son estáticas.
Pero como la democracia requiere de acción colectiva, y como el federalismo supone que las fronteras siguen existiendo (aunque desdibujadas, porosas, cooperativas y unidas) el apellido «pluralista» siempre está en peligro de extinción. Y es, en cierta medida, una ilusión que combate contra otra: la del pueblo. La de lo colectivo, unidimensional, inevitable.
Por eso, cuando una línea emerge partiendo a la sociedad en dos mitades, obligando a todos a ponerse de un lado o del otro, definiendo un «ellos» y un «nosostros» como si no hubiese nada más en el mundo que defina a las millones de personalidades complejas, únicas, que se entrelazan, la democracia y el federalismo han fracasado en su intento de mantener un equilibrio razonable. El conflicto ha quedado reducido a una única dimensión, los matices se difuminan y quienes intentan salvarlos por todos los medios son tachados con desprecio de equidistantes.
Esta semana, algunos jaleaban a los miembros de la Guardia Civil que salía para Catalunya con destino: 1-O. Lo hacían con banderas de España y con gritos de «a por ellos, oe». La palabra clave es, claro, «ellos». Envuelta en aliento y en ánimo. Es el mismo «ellos» que se lleva años cultivando en demasiadas escuelas catalanas, que está implícito en tantos mensajes lanzados desde TV3, y explícito en decenas, cientos, miles de descalificaciones lanzadas por parte de algunos independentistas a catalanes y no catalanes que no simpatizaban con el procés. El mismo ellos que habitaba y habita en el «pues que se vayan», en el «qué pone en tu DNI», en el «pero por qué no hablan en cristiano». Llevan años, décadas, siglos dirán algunos, con nosotros. Pero esta era la primera vez que intentábamos encajarlos dentro de una democracia pluralista con visos de sobrevivirse a sí misma sin caer víctima de un golpe autoritario, algo que no logró la II República. Y también era la primera vez que experimentábamos con algo que, si no es federalismo al uso, al menos sí proporciona autonomía y autogobierno.
Pero, cuarenta años después, ambas se han revelado como… ¿insuficientes? ¿Inadecuadas? ¿Excesivas? Cada uno tendrá su adjetivo. Pero, desde luego, no son todo lo exitosas que cabría desear. Y no sabemos más por algún tiempo, porque ahora mismo el debate se está cerrando rápidamente antes de abrirse del todo.
Quizás esto acentúa más la sensación de fracaso que planea sobre todas las mentes y los corazones tildados como equidistantes. No es un fracaso definitivo, porque nada es para siempre. Ni siquiera sabemos por cuánto durará. Pero en este momento es cierto, hasta el punto de que la mayor expresión de este fracaso es la aceptación lenta pero inexorable, y en cualquier caso nunca irreversible, de la inevitabilidad de un referéndum. No de este, claro. No el del próximo domingo, sino uno con garantías, es decir, aceptado por todas las partes. Mientras más de un 80% de los ciudadanos catalanes están a favor de algún tipo de referéndum legal y pactado, a otros nos ha costado y nos sigue costando llegar a este punto. Por qué, se preguntarán muchos, sobre todo desde Catalunya.
La respuesta, probablemente, tiene que ver con que no queríamos (ni queremos) renunciar a construir una unión más perfecta. O menos imperfecta. En la fluidez de identidades que nos brinda la democracia y el pluralismo, aderezada con el siglo XXI, con internet y con la globalización, decidimos que la nuestra se construye a base de tender puentes. O de intentarlo, al menos. Un referéndum es el penúltimo recurso del incompetente, como la violencia lo era para Salvor Hardin, alcalde de Términus, origen y capital de la Primera Fundación de Isaac Asimov. En un referéndum donde se plantea la separación territorial se extreman posiciones, se trabaja en duotono: o blanco, o negro. En tal referéndum, un hipotético plebiscito pactado, la propuesta alternativa a la secesión tendría que ser una oferta cerrada y definida, como lo fue del Reino Unido para Escocia: esto, o nada. La negociación es sustituida por una aceptación de su imposibilidad. La unión más perfecta (o menos imperfecta) se ve reducida de un posible proceso deliberativo, participativo, plural y complejo a una simple papeleta, que se refiere a una lista de alternativas. Y, atravesándolo todo, los «ellos» y los «nosotros». La desaparición de los matices, la destrucción de los caleidoscopios.
Así que, llegados a este punto, podemos (y probablemente debemos, como se ha hecho en este mismo espacio durante los últimos días) hartarnos a discutir sobre cómo hemos llegado hasta aquí. Repartiremos culpas, responsabilidades. Dirimiremos causas. Tomaremos posiciones. Analizaremos factores. Tiraremos regresiones múltiples con bases de datos de encuestas enormes. Elaboraremos análisis de discurso, historias de vida. Rastrearemos los mensajes en los medios, en las redes. Pondremos a cada actor en su sitio. Nos rascaremos la cabeza. Gritaremos que teníamos razón. O nos callaremos en un rincón pensando que no, que no la teníamos. Todo eso ha pasado, pasa y seguirá pasando después de este domingo. Pero nada cambiará el hecho de que nos encontramos ante un enorme fracaso. Probablemente, el mayor al que nos enfrentamos desde que dimos en crear esta democracia, y esta organización territorial que, si bien imperfecta, ni siquiera hemos encontrado la manera de mejorar entre todos.
Me permito repetir que nada es para siempre. Pero si, como decía Benjamin Franklin, la tragedia de la vida es que nos volvemos viejos demasiado pronto, y sabios demasiado tarde, quizás esto es algo que también les sucede a algunas democracias.
Escribir «Cataluña» no es ofensivo con los catalanes. Para un diálogo balsámico estaría bien no andar con complejos.
Eso, eso, arriba españa, cojones.
Como en el Duelo a garrotazos de Goya, los españoles (e incluyo a los catalanes, ya que a día de hoy siguen siéndolo, al menos oficialmente) seguimos siendo especialistas en el cainismo, en el enfrentamiento ciego, la división radical y extrema.La Transición fue una excepción en nuestra historia: lo normal son la Guerra Civil, las guerras carlistas, la guerra de sucesión, etcétera). Ahora nos ha dado, entre unos y otros, por cargarnos el período más extenso de paz y estabilidad que ha conocido este país, y lo peor de todo,lo que da verdadero miedo, es que no sabemos en qué va a acabar. Además, la imagen que estamos dando al resto del mundo (tanto unos como otros) es de verdadera pena, y doy fe de ello, ya que hace bastantes años que vivo en otro país europeo.
¡Qué razón tienes! Por mi ocupación laboral tengo frecuentes contactos con ingenieros extranjeros que, cuando se enteran de esto, siempre me dicen lo mismo: ¿pero cómo es que no habéis podido llegar a un acuerdo para evitar esta insensatez? Avergonzado debo callarme y balbucir excusas ridículas, porque no encuentro argumentos sólidos que exponerles.
A mí también me lo preguntan, y yo les respondo que es muy difícil. Ellos sólo aceptarían un acuerdo en el que tuvieran todos los privilegios sobre el resto: el café para ellos, achicoria para el resto. Nosotros no aceptamos, porque nos hemos cansado de ser inferiores en nuestro propio país.
A cambio, les ofrecemos un acuerdo para ser todos diferentes (como yo soy diferente de mi vecino rapero y de mi cuñada vegana), todos con sus peculiaridades, pero todos iguales en derechos y obligaciones. Ellos no aceptan, porque esto supondría rebajar su status de nación única y especial.
Y así estamos.
No entiendo este argumento de la superioridad catalana si precisamente el independentismo nace de un sentimiento de inferioridad y se quiere tratar con España de igual a igual. Quién dice nación única y especial?? Aquí el problema es que ni siquiera se reconoce a Catalunya como nación, por favor…
Claro, no se reconoce a Cataluña como nación política porque no lo es. Otra cosa es la cultura catalana, que por supuesto existe. Pero identificar cultura con nación es decimononico, romántico y volkisch. La única excepción sería la de una colonia oprimida, pero afirmarlo en este caso es ignorancia profunda o mala fe.
Catalunya no es nación política porque lo dices tú? Y la escocesa?
Porque lo digo yo no. Porque lo dice el derecho constitucional y la teoría política. No basta para argumentar el exabrupto.
Somos ciudadanos manipulables e infantiles. Dos partidos corruptos, desde su fundación, han guiado la presunta voluntad popular de ambos bandos.
Todo el mundo exige sus derechos, pero nadie acepta sus deberes. Vivimos en 1984. Incluso hemos erradicado la mentira y ahora se escucha la gilipollez de ‘posverdad’. Pos será verdad. La maldición del Pueblo elegido y la pureza de sangre vuelve a poseernos.
Interesante artículo. Gracias. Pero en la línea del comentario de Máximo, por qué no escribir «Cataluña» en vez de «Catalunya» si el idioma utilizado en el artículo es el Español/Castellano? Tampoco utilizaría «London» tratándose de «Londres». Saludos!
ese es el espíritu! «me ha gustado el artículo, pero mira que poner ny y no ñ» . (enhorabuena al articulista, baidegüei)
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Estoy a favor de la independencia de Cataluña. Mañana mejor que pasado.
Porque estoy cansado, agotado. Porque España necesita pensar en sí misma, en sus intereses, en su futuro, en su gente, y dejar de lado de una maldita vez el mismo tema cansino y venenoso que no beneficia a nadie, que no ayuda a nadie (más que a los golfos aprovechados, como cierto bobalicón ojicagado que supura falsedad y mala leche). España necesita dejar de estar secuestrada por un territorio, uno sólo, arrogante, egoísta y malcriado, donde se lamentan de que nadie se preocupa por ellos cuando a ellos realmente nunca les han preocupado los demás. Que se ofenden cuando alguien afea sus símbolos mientras ellos denigran y agreden los símbolos españoles cada vez que pueden.
No quiero seguir compartiendo país con gente así. Dejadles que se independicen, por favor. Que se vayan a su bola. Y en el proceso, tratemos de recuperar todo lo posible, todo lo que es nuestro pero lo tienen ellos. Tratemos de quitarles todas las empresas que podamos, sin contemplaciones, que nuestro interés va en ello y, visto lo visto, tenemos que pensar en nuestro interés y dejar de pensar en el interés de quien ya te ha dejado claro que no quiere nada contigo.
Y dejarles claro desde un primer momento, cual amante despechado, que nada de ser socios y aliados. El que te da la puñalada no es de fiar, porque la primera traición es la más difícil, y para este viaje no se necesitaban estas alforjas.
Estoy agotado de todo esto. Estoy agotado de las energías que consume este tema a cambio de nada.
Dejadles que se vayan, por favor. Que cierren al salir.
PD: Y sus pensiones que las paguen ellos. Y si ellos no las pagan, que con sus mossos y su ejército y sus jueces y sus cosas, se enfrenten a sus disturbios, que suyos serían.
PPD: Todo aquel club deportivo que quisiera seguir jugando en España, que se desafiliara de la Federación catalana de turno y se afiliara a la aragonesa o la valenciana. Comenzando desde las categorías inferiores, por supuesto. Debería ser un tema menor, pero gracias a cierto club, resulta que no lo es.
Sería de fábula que nos lo pusieran tan fácil como usted desea. Cuanto antes mejor, pero no solamente de boquilla como usted hace.
Nada de boquilla, lo digo muy en serio. No como esos presidents que sí que parecen hablar de Independencia de boquilla, porque amagan más que un tirador de esgrima.
Sólo que donde Vd. seguramente vea independencia, lo que yo contemplo es expulsión. La amputación preventiva. Soltar el lastre peligroso. Una purga estomacal.
Por supuesto, todo ello justo después de un proceso mediante el cual se rescate todo aquello que sea útil para España, amén de todo aquello que sea legítimamente español y no deba quedar en manos extranjeras hostiles.
Más que ponerlo fácil, se trataría de hacerlo fácil.
Fácil para nosotros, claro.
Don’t look back in anger. Leave behind . Flush and forget.
Fracaso es que Puigdemont, Junqueras y Forcadell no estén a esta hora encarcelados. Sin acritud.
Antes me gustaría ver en prisión a Rajoy, Cospedal, Aguirre, Felipe González, Pujol, Aznar, Zaplana, Rato, Acebes, Bárcenas, etc, etc.
Sin acritud y de buen rollito.
Y a Pujol…con lo cerca que te cae es increíble que no lo pongas el primero!
Ten en cuenta que, pese a sus pequeños defectos y faltas, sigue siendo el padre de la patria. Se sabe que Companys fue un criminal de guerra, que Tarradellas estuvo en la Transición y que jamás pretendió conducir Cataluña hacia ninguna parusía independentista, así que queda el padre Pujol. Entre las primeras medidas de la República de Catalunya estará la restitución de su molt honor y de toda su familia. Se levantará de nuevo un monumento al insigne, y Pilar Rahola será la que corra la cortinilla en la inauguración.
Ja ja ja jota. Ahí te has delatado chaval. Ahora resulta que si Pujol no está el primero en la lista es que no soy un buen ejpañol como tú. Además, me llamo Jordi y eso ya suena súper catalán y por lo tanto, susceptible de ser un diabólico independentista…
Para su información soy mallorquín de Mallorca, tan español como usted aunque, por supuesto, estoy a años de luz de su ejpañolía de pandereta.
Sinceramente, creo que ustedes no se están enterando de nada. Salut.
También, pero por razones distintas a la sedición.
Para el estado del que formamos parte, ahora mismo son ellos el peligro.
Y sin acritud, sí, pero el buen rollito en la cárcel sería difícil.
El Sr. Galindo habla de federalismo, olvidando (?) que precisamente el Estatuto catalán en su versión original antes del cepillado del Congreso y el recorte del TC, era un intento de federalismo «dentro de los límites de la Constitución». Y huelga decir que en federalismo, el Estatut original iba mucho menos lejos de lo que p.ej. tiene cualquier estado en los USA.
De aquellos polvos, estos lodos. Que Uds. lo disfruten.
Me encantaría que se hiciera de una puñetera vez el referéndum, (el de verdad, no el falso de hace 2 días) que se contaran uno por uno los que quieren tener su paisito solamente y los que queremos seguir teniendo nuestro paisito dentro de nuestro pais, que se procediera a dividir el paisito en proporción a los votantes, se hiciera el adecuado trasvase de población, bajo supervisión internacional, y así, de un modo radicalmente democrático, nadie impondría nada a nadie, y triunfaría la Democracia, (lo mismo en el País Vasco y en Galicia) …..porque los secesionistas dicen que no hay ningún problema en dividir España,……y tienen razón,…….por esa misma razón no hay ningún problema en dividir Cataluña.
Lo que no me cabe en la cabeza es como, y porque, se molió, golpeó y denigró a tantísima gente si se trataba de una consulta ilegal (i lo sigue siendo ). No podrían haber desligitimado ? Anularla? Ignorarla ? Tumbarla judicialmente?
No.
Han tenido que actuar con la violencia. I zoido orgulluso… Soraya satisfecha… No puedo creer que la gente desee tanta violencia… No me lo puedo creer…
El haber llegado a ese punto indica la inutilidad del gobierno de Rajoy. O debería haber negociado hace mucho, o debería haber metido en la cárcel a los líderes de la algarada y aplicado el 155.
No obstante, no olvide que la gente estaba pretendiendo votar en un referéndum ilegal impelidos por Puigdemont y cía, que los mozos hicieron dejación de funciones (y eso que tienen experiencia fusilando a moros y dando palizas en las comisarias).
Un sordo que no se quiere enterar de lo que pasa y un ciego que se mete voluntariamente en un cenagal. Esos son Rajoy y Puigdemont.
Por muy ilegal que sea la acción, si no hay violencia, la polícia o cuerpo de seguridad cualquiera, antes tendrá que informar a la persona o persona que cometen la ilegalidad, no? O no?
Qué cachondo.
Es que no lo sabían?
Eso que expresas es pura mala fe, en el sentido de Sartre, ya puestos.
Ve y pregunta a la de los dedos rotos. O a los mozos que daban palizas en las comisarias. O a los que coartaron las votaciones contra los recortes.
Qué pena de progres limpiando la mierda de Pujol y sus herederos.
Qué cachondo.
Es que no lo sabían? – ¿Y la presunción de inocencia? Si estaban cometiendo una ilegalidad, tendrían que estar todos detenidos, no?
Eso que expresas es pura mala fe, en el sentido de Sartre, ya puestos. –
¿Me lo puedes explicar? ¿Por qué es mala fe?
Ve y pregunta a la de los dedos rotos. O a los mozos que daban palizas en las comisarias. O a los que coartaron las votaciones contra los recortes. – No lo entiendo. ¿Qué les tengo que preguntar?
Qué pena de progres limpiando la mierda de Pujol y sus herederos. – Ahora sí que ya me pierdo del todo. ¿Qué tiene que ver Pujol y las actuaciones de la Policía Nacional y la Guardia Civil el día 1 de octubre?
Yo solamente quería apuntar que la actuación fue desproporcionada en la mayoría de los casos. Y punto.
Si el objetivo era impedir la votación, era muy sencillo: enviar dos agentes a las 4 de la mañana delante de cada colegio, precintarlo y esperar a la persona que trajo las urnas. Se la llevan y se acabó la votación en el 80% de los colegios, ya te lo digo yo. O no sé, otra solución, no es que sea un experto. En algún pueblo, llegaron, pegaron y se fueron. Sin llevarse las urnas ni nada. ¿El objetivo era parar la votación o pegar a la gente?
Los Mossos cerraron más colegios que la Policía Nacional y Guardia Civil juntos. Y sin dar ningún porrazo.
Estupendo. Los 900 fueron absolutamente gratuitos. Será así. Estos españoles, tan poco profesionales, ni cerrar urnas saben.
Los mossos las cerraron pacíficamente y las FCSE sin aprender nada. Mecachis.
El desalojo de la plaza de Cataluña de 2011 la hicieron ángeles llevando a la gente volando.
Lo de Pujol viene a cuento de que este pifostio catalán y español es para lavar a esa oligarquía catalana. Usted no le verá relación. Yo en cambio veo que se ha llegado a una situación gravisima en cualquier estado, para blanquear a un matrimonio de chorizos, echando a la gente a la calle. Porque todas las pamplinas de la democracia, la voluntad de un pueblo y la ilusión y otros cascabeles no ocultan la verdad, que es el maldito parne.
900? Muy poco para lo grave que es. Ojalá que no pase de ahí.
Cuándo organizamos los fusilamientos? Oremos por la sacrosanta hunidad de España.
Unidad es sin h. Y no hay que fusilar al nadie. Con la cárcel ya vale.
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Los de los 800 heridos es mentira, sólo hay 2 ingresados en centros hospitalarios,…….. si hubiera habido 800 heridos las urgencias de todos los hospitales hubieran quedado colapsadas, el Camp Nou hubiera acogido un hospital de campaña,……son 800 personas (aunque pueden mentir también en eso) «atendidas» por los servicios sanitarios: desde una crisis de ansiedad, hasta una lipotimia, roces, torceduras al correr, nerviosismo, etc……el nacionalismo miente, constantemente, eficazmente, descaradamente, manipula las emociones y los sentimientos de los crédulos y convencidos,……. el nacionalismo que, en palabras de Stefan Zweig, es la peor de todas las pestes y envenena la flor de nuestra cultura europea.
Y el nacionalismo español apesta a franquismo pero sólo captamos su hedor los que no somos nacionalistas españoles.
Yo recomiendo un par de articulos que ilustran muy bien, toda la tematica catalana.
Las he encontrado aqui : http://teatrapare.blogspot.com.es/2017/10/discutir-es-dialogar.html http://teatrapare.blogspot.com.es/2017/09/tema-catalan.html
Un saludo
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