En todas las noches de este fin de semana de agosto miles, millones de personas saldrán a tomar algo, a disfrutar y relajarse a lo largo y ancho del mundo. Lo harán en ciudades amenazadas por el terrorismo. También en ciudades que ya han sufrido el terrorismo, o que puede que lo sufran dentro de poco. Lo harán en París, en Londres, y también en Barcelona.
Porque la verdad es que vamos ganando.
Vamos ganando donde podemos salir a tomar algo tranquilamente. Pese a todo, pese a la aleatoriedad que favorece una constante sensación de pánico, de tensión, el riesgo de ser víctima de un atentado yihadista es remoto si se vive en Europa, en América o en Oceanía. La estadística es tozuda aun frente a la espectacularidad de los medios, de las redes sociales, de nuestra propia adicción al miedo: en 2015 y 2016, murieron menos de trescientas personas a manos del terrorismo islamista radical. Una cifra que palidece no solo ante otras causas de muerte (desde accidentes de tráfico hasta violencia machista), sino que es considerablemente baja en comparación con los años dorados del terrorismo europeo doméstico, por así llamarlo, cuando se alcanzaban picos de más de cuatrocientas víctimas en un solo año (1972, 1974, 1980, 1988).
Y, allá donde nació, al yihadismo no le va tan bien como cabría pensar. Al menos, no a ISIS. Es cierto, y cabe recordarlo siempre ante cualquier ataque en suelo europeo, que la inmensa mayoría de sus víctimas están en países de mayoría musulmana. Irak, Afganistán, Pakistán, India, Nigeria, Somalia lideran esta triste clasificación. No Francia, el Reino Unido ni España. Es allí donde el islamismo radical es un problema real, diario, imposible de esquivar. Pero también en ese frente ISIS va perdiendo terreno poco a poco, milímetro a milímetro. Y a medida que cede, también pierde ingresos, que son poder: hasta un 80%, según la estimación de varios expertos. Ni el islamismo radical ni el terrorismo yihadista se circunscriben a ISIS. Ni tampoco, ni mucho menos, los problemas de Oriente Medio se acabarán cuando muera esta y otras organizaciones similares. Pero la realidad es que al menos esta batalla no la estamos perdiendo.
El terrorismo no se llama así por casualidad. Es una obviedad que cabe recordar de cuando en cuando. El terror es no solo su arma predilecta, sino que quizás es también la única. Un grupo terrorista no está en condiciones de ganar una guerra, así que necesita un amplificador. Ese altavoz se lo da el miedo. En su forma más perfecta, el miedo hace que los que vamos ganando, los que en realidad jamás tuvimos posibilidad de perder, nos cuestionemos si realmente es así.
Es en ese momento de duda cuando dos reacciones toman forma. Una es la culpa; la otra, la autoridad. La culpa se pregunta qué se ha hecho mal para que esto nos suceda. Busca responsabilidades para explicar la desgracia, el ataque. La autoridad, por el contrario, se cuestiona cuál es el espacio que se ha dejado para que el terror entre, cómo sellar las fisuras para que no vuelva a suceder. En una versión tranquila y sosegada, ambas reacciones pueden ser útiles. La culpa ayuda a buscar causas. La autoridad, a encontrar modos de defensa. Pero en sus versiones extremas se convierten en un torbellino que se alimenta, precisamente, del miedo que los terroristas esperan proporcionarnos.
Las sociedades abiertas se encuentran entonces ante un dilema difícil. El desacuerdo es necesario, imprescindible y consustancial a la libertad. Todo está sujeto a discusión, salvo el propio derecho de ser libres. No porque sea absoluto y horizontal: raras veces lo es. Pero sí porque es el ideal al que aspiramos. Y lo que precisamente quieren matar los terroristas. Esa aspiración a mantener unas reglas de juego en las cuales el conflicto sea algo que no vive solo del miedo, sino también de la estabilidad para unos, y de la esperanza de cambio para otros.
Un año después del 11S, Salman Rushdie escribía lo siguiente, que Kiko Llaneras se encargó de recordarnos el jueves en Twitter:
El fundamentalista cree que no creemos en nada. En su mirada del mundo, tiene las certezas absolutas, mientras nosotros estamos hundidos en indulgencias sibaritas. Para demostrarle que está equivocado, primero debemos saber que está equivocado. Debemos ponernos de acuerdo en lo que es importante: besarse en lugares públicos, los sándwiches, estar en desacuerdo, la moda vanguardista, la literatura, la generosidad, el agua, una distribución más equitativa de los recursos de la Tierra, las películas, la música, la libertad de pensamiento, la belleza, el amor. Estas serán nuestras armas. No los derrotaremos haciendo la guerra, sino por la forma que elijamos de vivir nuestras vidas sin miedo.
¿Cómo derrotar al terrorismo? No se dejen aterrorizar. No dejen que el miedo domine sus vidas. Aunque estén asustados.
Así pues, discutamos, enfrentémonos, tomemos en consideración varios puntos de vista, investiguemos causas, propongamos políticas contrapuestas. Pero no olvidemos que estamos en el mismo barco, que vamos ganando, y que de hecho la única manera real que tenemos de perder será si nos saboteamos a nosotros mismos. Mejor, creo, salir a tomar algo y debatir todo esto alrededor de unas cervezas. Porque no hay nada que nos una más que unas cervezas.
Buen artículo, es de agradecer haber sido escrito en un momento en el que se dicen también muchas tonterías. Y un poco en la misma línea que Harari, http://www.letraslibres.com/mexico-espana/el-teatro-del-terror
Como siempre Yuval Harari da en el clavo. No hay nada como analizar un tema desde la distancia de los siglos pasados y futuros.
Un muy buen artículo, que además es muy oportuno en estos momentos. Gracias.
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Amén
Muy bien dicho, gracias. Y un abrazo de Londres a la gente en Barcelona.
Algo de coerencia en todo esto, me voy a dormir que mañana tengo juerga en Cambrils con amigos.
Muy bien escrito, señor. La Historia me llena de culpa, la misma Historia que narra y creó esta sociedad con sus contradicciones, horrores y aciertos. Sé que existen otras, tan valederas como la nuestra, pero en esta vivo, en la cual, con una cerveza en la mano, puedo criticar y ser criticado, tratar de cambiar las cosas y ser cambiado sin temor si llego a equivocarme. Un saludo desde Italia, con una birra en la mano
Va siendo hora de que los periodistas de algunos medios se atrevan a hablar sobre la responsabilidad de los medios y las redes sociales en todo este asunto. El terrorismo necesita un altavoz, ese es su objetivo, que se entere mucha gente, cuanta mas mejor de sus atrocidades, y los medios occidentales se lo sirven en bandeja, y gratis.
Personalmante pienso que la culpa de los medios y las redes sociales en el crecimiento del terrorismo es mas del 50%
Muy de acuerdo en todo, y una reflexión en la misma línea. El único objetivo de estos ataques es que los medios de todo el mundo lo publiquen. No digo que se silencie pero que los medios al publicarlo no lo magnifiquen y lo pongan en perspectiva tal y como hace su artículo. El único problema es que el objetivo de los terroristas es el mismo que el de los medios, llamar la atención. Quizás ahí, la libertad de los medios debería ponerse en valor frente a otro objetivo superior cuál es no hacer el juego a los terroristas. Quizás el valor de lo que venden los medios es superior al de las víctimas? Superior al coste de este terror para la sociedad? Quizás hay que aceptar que nuestro modelo tiene este coste marginal frente al avance estadístico de que vamos ganando y no tenemos otro modelo mejor?
por el contrario, España y Europa van perdiendo la batalla contra el islam y no es la batalla contra los yihadistas, los cuales son la minoría entre ellos, sino contra los moderados y sus organizaciones doble cara, que planean islamizar Europa por la via pacifica. tiempo al tiempo. ahora ya hay un alcalde, mañana estarán en el parlamento y como jefes del ejecutivo
¿Los resultados de la quiniela no los tiene?
Jajajajjajaja
Afortunadamente vamos ganando porque Assad y Rusia mantienen el tipo.
https://actualidad.rt.com/actualidad/247428-video-aviones-rusos-destrozan-islamico
Creo que este tipo de noticias son más reconfortantes que cualquier iniciativa con espíritu Imagine de Lennon
Todo muy bonito, pero vete tú a explicarle a los familiares de las víctimas que vamos ganando.
Los liberales y los progres (perdón por la redundancia, pero así distinguimos las ramas derecha e izquierda) están que se rompen con los discursos curiles. Parece que todo se cura con flores, cantos y agua bendita. Mucho relato apaciguador, poco realismo.
Ellos son asesinos fanáticos religiosos instrumentalizados. Otros llevan décadas dándoles juego. Corten las raíces y déjense de zarandajas.
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Pues no me gustaría ver lo que pasaría si fuéramos perdiendo ¿Articulistas culpando a las CUP por los ataques terroristas a la vez que cobran de empresas que están finanzadas por sabios qataries? Que mira tú que risas si el atentado ocurre AHORA porqué el Barça ya no lleva Qatar en la camiseta. Mira tú que risas si al final «todos» hacemos negocios con «los malos» y tan tranquilos. Que vamos, lo de IBM (entre otras empresas americanas) haciendo negocios con los nazis, seguro que nunca se va a repetir. Jamás. Por eso vamos ganando.
En cuanto al terrorismo diría que la mayoría estamos de acuerdo con el artículo. Otro tema, de mucha más enjundia, es la gestión que deben hacer las sociedades occidentales de las poblaciones musulmanas que habitan dentro de sus fronteras. A bote pronto, y sin tener ninguna solución mágica libre de toda duda, fortalecer los valores laicos, cívicos y éticos. Fomentar un orgullo de ciudadanía occidental, libre de fachorrío casposo tan nuestro. Tratar de integrar evitando guetos y ofrecer un futuro laboral/social digno a las nuevas generaciones.
Enfocar la colisión mundo occidental-mundo musulmán no como un choque de civilizaciones sinó como lo que es: el colonialismo del tercer mundo llama a las puertas del primer mundo.
El tema es muy complejo y requiere de muchas acciones en muy diversos ámbitos (más que nunca necesitamos de mentes brillantes que reflexionen sobre ello y muestren el camino). Y por último (y no menos importante), por encima de todo, no dejarnos llevar por el instinto de no pensar, de entrar en el maniqueísmo absurdo de buenos y malos; de nosotros y ellos.
Lo que se está viendo estos días es lamentable. Por un lado, repunte de agresiones a musulmanes, algo absolutamente condenable; los fascistas xenofobos se frotan las manos. En el otro extremo, progre y posmoderno, tenemos el reino del buenismo, todo tan «happy» y multicultural que nos estamos cargando los retales que restaban de laicismo. De aquí el islamismo va a sacar un refuerzo de su reconocimiento por el estado. Dineros y presencia institucional.
Discrepo en parte.
¿ Laicismo ? que más quisiéramos, ningún gobierno se ha atrevido ( o no ha querido, caso del Pp ) a denunciar el Concordato. Teóricamente somos un Estado laico, sí, pero sólo teóricamente; en España la Iglesia católica sigue disfrutando de privilegios impensables en otros países europeos. , y una presencia mucho mayor de lo que le corresponde por su influencia social.
Por cierto, cuando se «acusa» a los demás de progres, será porque uno es un regre, o sea, un regresivo, reaccionario, rancio y cadudo, ¿ verdad ?