Si me pagasen todo ese dinero, pelearía contra Mike Tyson. Dos veces. Una hoy, y otra mañana. (Manny Robles, entrenador profesional de boxeo)
Unos cuantos cientos de millones de dólares tienen la culpa. El irlandés Conor McGregor, leyenda de las MMA, se enfrentará el sábado, bajo las reglas del boxeo, al estadounidense Floyd Mayweather, considerado por muchos el mejor púgil de su generación y uno de los mejores de todos los tiempos. McGregor tiene veintinueve años y ningún combate profesional de boxeo a sus espaldas, aunque fue púgil amateur en sus comienzos. Mayweather tiene cuarenta años y hasta hace poco estaba retirado, aunque la fortuna que ganará con esta pelea lo ha sacado, al menos por un tiempo, de su ocioso deambular por los hoteles más lujosos del planeta.
La pelea, por lo menos a semejante nivel, no tiene ningún precedente. Un campeón de artes marciales mixtas intentará derrotar a un campeón del boxeo bajo el reglamento de este, y sin el resto del arsenal que le está permitido emplear en el octágono. Da igual cómo termine el combate; será un acontecimiento digno de contemplar, aunque solo sea por su novedad y por la curiosidad que sin duda despierta. Muchos lo consideran un circo, y algo de circo tiene, pero eso no significa que los dos contrincantes no vayan a salir a competir en serio. No hay un título en juego, salvo un cinturón anecdótico creado para la ocasión, pero es el renombre lo que se pone sobre la mesa, y más con la enorme publicidad generada. Mayweather se había retirado, sí, y parece obvio que se ha prestado al espectáculo por dinero, pero su pundonor de campeón no le permitirá descuidarse de cara al enfrentamiento. Es un hombre con mucho ego y sabe que esta será quizá su última pelea. Está a una victoria de superar al mítico Rocky Marciano; ambos cuentan ahora con cuarenta y nueve victorias por ninguna derrota en combates profesionales, pero Mayweather podría sumar su quincuagésima victoria este fin de semana, quedándose solo en la tabla estadística, y no va a querer abandonar el cuadrilátero con la humillación de haber sufrido su única derrota frente a alguien que no es especialista, mancillando su hasta ahora perfecto palmarés.
No ha descuidado su forma y es conocido por tomarse muy en serio los entrenamientos; aunque estos días bromeaba dejándose ver comiendo una hamburguesa y diciendo que «tiene que conservar su peso», es muy improbable que se presente sobre la lona sin una preparación exhaustiva. Su aspecto es el de siempre y quienes lo han observado trabajar coinciden en afirmar que no se lo ha tomado como una broma. Otra cosa sería que Mayweather estuviese tan falto de forma que mostrase vulnerabilidades que hasta hoy no se le han conocido, pero eso es difícil que ocurra. McGregor, por su parte, no tiene nada que perder. Además de embolsarse una enorme cantidad de dinero (las MMA ya suelen recaudar más que el boxeo, excepto en el caso de los grande nombres, y ningún luchador de la UFC podría reunir un bolsa como la de Mayweather), sabe que nadie lo considera favorito, por lo que una victoria se convertiría en una hazaña épica por la que sería recordado durante generaciones. Si el irlandés gana, yo sería el primer sorprendido, pero reconocería que se habría apuntado un tanto histórico cuya magnitud, ahora mismo, es difícil de sopesar.
La gran pregunta es: ¿tiene McGregor posibilidades de ganar? Púgiles, entrenadores y comentaristas (y no pocos nombres de las MMA) suponen al irlandés derrotado ya desde antes de que suene la campana. Si ganase, deberíamos considerarlo una de las mayores sorpresas en la historia no ya del boxeo, sino del deporte en general. Mayweather debe de tener muy pocas ganas de perder este show, pero además Conor McGregor se verá obliglado a hacer frente a un buen número de problemas técnicos a los que nunca ha tenido que plantar cara en su propio terreno, las MMA. Para empezar, y como es evidente, no se trata de un boxeador especialista, y su rival sí. Los boxeadores pasan su vida perfeccionando la potencia de su tren superior y de sus brazos en particular, porque son su principal y única arma. McGregor sabe pegar con sus brazos, de hecho lo hace mejor que muchos otros practicantes de su disciplina, pero no tan bien ni tan fuerte como los boxeadores expertos, y mucho menos como aquellos que alguna vez hayan podido causarle problemas al hasta ahora invicto Mayweather. Para conseguir una improbable victoria, necesita hacer dos cosas: salir con mucha agresividad, como hizo en su día el mexicano José Luis Castillo, por ejemplo, y emplear tácticas poco convencionales, como hizo el argentino Marcos Maidana. Golpes inusuales, lanzados desde ángulos extraños, podrían incomodar al estadounidense, aunque cabe recordar que ni Castillo ni el propio Maidana consiguieron doblegar a Mayweather ni siquiera después de haber desplegado las que sin duda fueron tácticas interesantes. Empezar la pelea con una tormenta para intentar desequilibrar a Mayweather es la mejor oportunidad, si no la única, de McGregor, pero tampoco hay motivo para creer que así conseguirá lo que púgiles mucho más experimentados y con mucha mayor preparación técnica no consiguieron en su momento. Ni siquiera el hecho de que sea zurdo debería suponer una amenaza añadida, porque Mayweather se ha deshecho de todos los contrincantes zurdos a los que se ha enfrentado.
Es más, aunque McGregor necesita salir «a matar» durante los primeros asaltos, esa estrategia tendría desagradables consecuencias para él. Primero, no está acostumbrado a sostener una intensidad física tan elevada y durante tanto tiempo como lo requiere un combate de boxeo, y cuantos más asaltos vayan transcurriendo, más notará el desgaste. Mayweather, gracias a su supremo talento defensivo, es un maestro a la hora de alargar los combates y llevárselos a su terreno; ataca poco, por lo que se cansa menos que sus rivales, y contraataca mucho y bien, por lo que a ese desgaste suma el castigo y la acumulación de puntos. Es posible que el irlandés se anote por puntos alguna de las primeras rondas, pero hacia el ecuador del combate Mayweather debería estar dominando, como ha hecho siempre.
McGregor podría soñar, quizá, con un KO inesperado. Por descontado siempre cabe la posibilidad remota, pero no del todo descartable, de que el irlandés conecte un «Hail Mary», un golpe inesperado y repentino que tumbe al americano. Nada es imposible, pero esta clase de golpes se ve pocas veces. Recordemos que nadie, nunca, ha tumbado a Mayweather, y muy pocas veces se lo ha visto salir con heridas visibles de una pelea. Si se produjese esa rara incidencia, tendría más de accidente que de consecuencia lógica de lo que es una enorme desigualdad técnica entre ambos, o podría deberse a que la preparación de Mayweather no ha sido tan buena como todos creemos. Y si tal cosa no sucede, que es lo más previsible, McGregor se vería obligado a permanecer sobre la lona, viendo pasar los asaltos y sintiéndose cada vez más cansado frente a un rival a quien siempre resulta muy difícil golpear. En un combate largo, el irlandés carece de las herramientas para ablandar a Mayweather con ataques constantes; si las tiene, estará en posesión de un arsenal que ninguno de los rivales anteriores del americano ha disfrutado, incluyendo a nombres como Manny Pacquiao u Óscar de la Hoya. Recordemos, por ejemplo, que de la Hoya tuvo un 24% de acierto en sus golpes frente a un 57% de Mayweather. Por ahora no hay motivo para creer que McGregor obtendría un resultado mucho mejor. Sumemos a esto que por cada ataque del irlandés habrá un contraataque. Aunque Mayweather sea un púgil defensivo, puede pegar, puede pegar rápido, y puede pegar fuerte. En cambio, durante su carrera en las MMA, McGregor nunca ha tenido que hacer frente a esa clase de contragolpes, no tan seguidos, no tan hábiles, no tan centrados en el tren superior y desde luego no durante tantos minutos. Si no se da el caso, hasta hoy inédito, de que Mayweather caiga sobre la lona, se irá encontrando cada vez más cómodo conforme avance la velada, mientras que McGregor se verá en terreno desconocido, con sus fuerzas menguantes, y absorbido por la ya legendaria telaraña defensiva del rival.
Así pues, exceptuando un KO súbito, no se ve la manera de que McGregor obtenga un buen resultado. Incluso el presidente de la UFC, Dana White, ha dicho que no ve a McGregor ganando a los puntos, aunque le concede la posibilidad de endurecer el combate más de lo que está previsto. Eso sí, en el bando de Mayweather han tratado de rebajar su favoritismo; el propio boxeador ha hecho notar que el irlandés tiene más envergadura y que es conocido por medir muy bien las distancias, amén de recordar que él mismo ya no es tan joven y que ha estado inactivo durante un tiempo. Desde su entorno también insisten en que nunca se debe desestimar al rival; el promotor de Mayweather, Leonard Ellerbe, ha dicho: «Nunca diré que un tipo nunca tendrá una oportunidad. Mientras tenga dos manos, todo es posible». Esto no deja de ser cierto, y será interesante comprobar si en efecto es capaz de apabullar a Myweather al menos durante algunos tramos de los primeros asaltos, o si de alguna manera le inflige un castigo sobre el que trabajar después. El estadounidense está tan acostumbrado a defenderse, que quizá (y solo quizá) pueda verse sorprendido si McGregor emplea alguna táctica que no se le haya pasado por la cabeza a un boxeador profesional. Podría ser precisamente eso, su heterodoxia y el hecho de que proceda de otra disciplina, lo que tal vez añada algún ingrediente sorpresa. Aun así, es muy difícil imaginar a Mayweather perdiendo el norte ni siquiera ante tácticas imprevistas. Su frialdad y su paciencia son dos de las armas con las que ha forjado su inigualable historial. De hecho, son muchos los que no terminan de creerse estos súbitos arrebatos públicos de humildad por parte del estadounidense. El mexicano Óscar Valdez, campeón de los pesos pluma de la WBO, lo resume así: «Floyd está simplemente promocionando la pelea. Tiene tanta habilidad, tanto talento, una gran mandíbula, sabe cómo dictar el ritmo del combate… Sus golpes son como latigazos. Tiene cuarenta años, pero eso no importa. No puedes golpear aquello que no puedes ver».
En fin, todo esto pretende ser más un análisis que un pronóstico, aunque el pronóstico se desprenda del análisis. En boxeo nunca se puede dar nada por hecho, y la historia de este y de cualquier otro deporte nos trae ejemplos de sucesos inesperados. Es fácil equivocarse adivinando el futuro, porque todo lo posible, por raro que parezca, es susceptible de hacerse realidad en algún momento u otro. Lo impensable podría hacerse realidad este sábado, y entonces trataríamos de analizar por qué no ha sucedido lo que tenía que suceder. Pero de momento, siendo razonables, sería un atrevimiento decir que Mayweather deja de ser el apabullante favorito. Veremos lo que ocurre. Eso sí, y por mucho que algunos aficionados hayan denigrado el espectáculo desde el mismo momento en que se anunció, uno no puede evitar sentir curiosidad. Por más que haya un resultado casi cantado, la pequeña rendija hacia una sorpresa histórica le confiere un interés añadido al asunto. Y desde luego, la curiosidad de comprobar la manera en que un luchador de MMA puede adaptarse al boxeo de alto nivel (el contrato de la pelea estipula que McGregor perderá mucho dinero si se le escapan golpes no reglamentarios) y hasta qué punto la distinta preparación y experiencia pueden erigir una muralla insalvable o no. Si tuviese que apostar dinero, lo pondría sin dudar en una victoria del estadounidense, pero las convenciones, por muy escéptico que sea uno en el presente caso, están hechas para ser puestas a prueba. El placer de la anticipación por el espectáculo, al menos, es algo que no podrán quitarnos después.
Pequeña errata.
No son 39 sino 49, las victorias que hasta hoy tienen Marciano y Floyd.
http://www.elespectador.com/deportes/otros-deportes/muhammad-ali-tambien-enfrento-un-luchador-de-artes-marciales-articulo-709465
Una exhibición asquerosa de racismo, homofobia y machismo que lleva a un nuevo límite la doctrina de «pan y circo» para idiotizar y embrutecer al personal. Una glorificación de la violencia gratuita entre dos macarras y una vergüenza para el deporte y la sociedad, como bien dicen estos artículos de ‘Sports Illustrated» (https://www.si.com/boxing/2017/07/20/floyd-mayweather-conor-mcgregor-pierce-preview) y El País (https://smoda.elpais.com/moda/actualidad/mayweather-mcgregor-combate-mito-hombre/). Es lamentable que sigamos dándole bola.
Te has dejado la transfobia y la turismofobia.
Si el combate fuera con las reglas de las MMA Floyd no tendría ninguna oportunidad. Pues casi lo mismo pasa al revés. Supongo que McGregor saldrá en tromba en el primer asalto y podría tener la enorme suerte de conectar algún golpe que desorientara a Floyd. Si no es así, y es casi imposible que suceda, la pelea acabará cuando Floyd quiera.
Estoy totalmente de acuerdo con el autor del artículo, incluso me parece que es cauto al no desdeñar las chances del irlandés. Yo particularmente pienso que una victoria suya más que una gran sorpresa sería un milagro. Digamos que un buen aficionado no profesional del ajedrez podría ganarle a Carlsen, pero de ahí a que eso realmente suceda hay un gran trecho.
Cuando dijiste un «Hail Mary» te referías a un haymaker?
En el mundo deportivo estadounidiense, un «Hail Mary» significa una táctica desesperada en condiciones adversas. Nació en el fútbol americano, donde un «Hail Mary pass» es un pase profundo «al montón», con la improbable esperanza que un jugador propio lo intercepte, cuando a un equipo se le acaban las posesiones y esta demasiado lejos de la zona de puntuación. En baloncesto se habla de un «Hail Mary shoot» a los tiros sobre la bocina desde su propio campo.
En boxeo, un «Hail Mary» sería conectar un golpe que lleve a K.O. cuando el rival esta dominando claramente el combate. Que, por cierto, no le sucedió a McGregor.
¡Ja, ja, ja, ja! ¡Genial!
Vaya circo que os habeis tragado.
Por cierto la UFC al boxeo es como el futbol playa al futbol… Lo practican boxeadores frustrados o de segunda fila. Cualquier boxeador de elite con un golpe malo destruye a un luchador en el octogono, de aqui a Lima.