Ray es verdaderamente único en la historia del cine y como técnico de efectos especiales en cuanto a que es realmente el autor de sus películas. Trabajando con muchos directores y guionistas, las criaturas y vehículos animados que Ray creó no solo eran las verdaderas estrellas de sus filmes, sino la principal razón para que estas películas existan.
John Landis
El director de Un hombre lobo americano en Londres (1981) declara públicamente ser un autentico «fan» del trabajo de Ray Harryhausen. Huelga decir que despertar este tipo de pasión en la persona que ha rodado a Michael Jackson transformándose en hombre lobo a ritmo de pop & soul en Thriller (1983) no es algo habitual; y resulta igualmente sorprendente que la práctica totalidad de maestros del cine fantástico contemporáneo demuestren ser tan forofos de esta singular figura de los efectos especiales como lo es el director de Granujas a todo ritmo (1980).
Así, Peter Jackson durante la gira promocional de sus películas sobre el universo de Tolkien también expresa su deuda creativa con Ray: «Quería hacer mi Jasón o mi Simbad. Me esforzaba en buscar historias de fantasía originales, antes incluso de llegar a la idea de adaptar El señor de los anillos. Esta es mi película Ray Harryhausen. Sin el amor que he sentido toda la vida por sus asombrosas imágenes y narración no hubiera podido rodarla».
George Lucas es igualmente claro: «La influencia de Harryhausen en los cineastas de mi generación es inmensa. En lo que a mí respecta, debo decir que sin su inspirador trabajo, posiblemente hoy día no existiría Star Wars».
Otros prefieren demostrar su admiración incluyendo guiños u homenajes al genial animador de stop motion en el metraje de sus películas. Así por ejemplo, el nombre de «Harryhausen» es la marca de fábrica de los pianos que aparecen en la película de Tim Burton La novia cadáver (2005) y en Wallace & Gromit: la maldición de las verduras (Nick Park y Steve Box, 2005); y también es el nombre del restaurante más exclusivo de la ciudad donde se desarrolla la acción de la película de Pixar Monstruos S. A. (2002).
Posiblemente, el mejor de estos guiños se encuentra en la escena final de Terminator (1985). En ella, James Cameron revela que, tras su apariencia completamente humana, en realidad se esconde una máquina asesina. Como el personaje de Arnold Schwarzenegger, las criaturas de Ray Harryhausen poseen un exterior de látex que simula la carne y una estructura interior o esqueleto articulado de metal; y creo que, con este sutil homenaje, Cameron ha entendido mejor que nadie que la magia del trabajo de Ray se basa en su capacidad para insuflar verdadera alma a los muñecos con los que realizaba sus trucajes.
Estas muestras de admiración incondicional, solo se explican si caemos en la cuenta de que el trabajo de Ray Harryhausen trasciende al de un creador de efectos especiales al uso, y que su figura alcanza la categoría de verdadero «autor» o «artista» de las películas en las que participa.
Valga como prueba de esta afirmación una anécdota de Kenneth Kolb, el que fuera su guionista en Simbad y la princesa (1958), que ilustra a la perfección el modus operandi del maestro de la animación de stop motion a la hora de enfocar su trabajo, aclarando en gran medida por qué Harryhausen puede ser tildado de autor de sus películas con pleno derecho.
En la primera reunión de trabajo con Ray Harryhausen y el productor del filme Charles Schneer, le muestran una serie de dibujos de gran tamaño, que incluían a un par de cíclopes, un ave de dos cabezas, un esqueleto, y toda una serie de criaturas magníficamente ilustradas por Ray.
A continuación, Harryhausen le describe con todo lujo de detalles las escenas que ha imaginado para cada uno de los personajes que había concebido y que posteriormente se encargará de animar. Incluso llega a mostrarle un storyboard de las acciones que quiere que sus criaturas desarrollen en el filme.
Finalmente, Schneer, con ese espíritu práctico que caracteriza a los productores de raza, da por terminada la reunión con la siguiente frase: «Es decir, que tu trabajo como guionista consiste básicamente en ligar todo esto a Simbad».
Bajo esta perspectiva, Harryhausen se revela como alma mater de las películas en las que participa.
El amor por los dinosaurios:
«Si he logrado ver más lejos, es porque he subido a hombros de gigantes». Con esta frase Isaac Newton reconoce el trabajo de los grandes físicos y matemáticos anteriores a él, cuyos descubrimientos previos han permitido que su trabajo haga avanzar de manera tan notoria a la ciencia de su época.
El gran desarrollo que los efectos especiales y el cine fantástico experimentan de mano de Ray Harryhausen hace que la comparación con el físico inglés no sea descabellada; pero, sobre todo, plantea la sugerente pregunta de cuáles son las figuras que le inspiraron y qué valiosas lecciones aprendió de ellas.
Harryhausen siente desde muy joven una poderosa atracción por las imágenes, o, mejor dicho, por un tipo muy concreto de representaciones que muestran seres fantásticos y desconocidos para su mente infantil.
En muchas ocasiones ha rememorado su visita siendo un niño al Natural History Museum of L. A. County, recuerdo que siempre ha permanecido vívido en su memoria, dado que es allí donde descubre a toda una serie criaturas prehistóricas que protagonizan diversos murales. Una de las composiciones que muestra a varios animales junto a un pozo de alquitrán deja una profunda huella en el joven Ray.
Su autor es Charles R. Knight, uno de los grandes pioneros americanos dedicados al arte de interpretar en dibujos los restos jurásicos de manera fidedigna, según los conocimientos de la paleontología de la época; y, además, un notable pintor en lo que a habilidad técnica se refiere.
Knight deja su huella en el estilo pictórico de Harryhausen. Esto es especialmente patente en las escasas ilustraciones en color que se conservan realizadas por el maestro de la stop motion, donde se observa con claridad que ambos manejan una paleta de colores casi idéntica.
Años más tarde reconoce la influencia de este artista en su trabajo; en especial como fuente de inspiración para sus películas protagonizadas por dinosaurios Hace un millón de años (1967) y El valle de Gwangi (1969), así como en proyectos fallidos que no llegan a buen término y que incluían a este tipo de criaturas, como Valley of the Mist, War Eagles o una secuela de Simbad en la que el marino viajaba a un lejano valle poblado de criaturas prehistóricas.
Más allá de la influencia temática, Harryhausen descubre en Knight a un gran narrador. Sin duda, es un maestro en lo que a uso del color, composición, anatomía y pose se refiere, y un solo vistazo a cualquiera de sus escenas permite al espectador comprender de manera instantánea la acción que se desarrolla en la obra.
Ray hace suya esta lección, consiguiendo que cualquier criatura jurásica sea tan expresiva y versátil como el mejor de los actores. Esto no pasa desapercibido a Steven Spielberg que en 1993 invita a Harryhausen a visionar las primeras pruebas de rodaje de su Parque Jurásico. El «Rey Midas» del cine contemporáneo americano se está aventurando en un territorio inexplorado para él, y si los grandes saurios han de ser los verdaderos protagonistas de su película, desea preguntar al viejo maestro si va por el buen camino.
La visión del mono gigante
Otro momento clave que va a marcar su trayectoria profesional se produce durante su primera visita a los estudios MGM, en la que Harryhausen, que aún no ha cumplido veinte años, se dispone a conocer al técnico en efectos especiales que había creado a King Kong (1933).
Dicha película le ha obsesionado durante siete años, cuando contempla por primera vez en una proyección en el Teatro Chino de Grauman de Los Ángeles cómo el gran simio se enfrenta a los dinosaurios en la isla Calavera y a los aviones desde lo alto del Empire State. Este filme es el responsable de despertar su pasión por los FX de cine y, tras una larga espera, por fin va a conocer a la persona que la ha hecho posible, el genio de los efectos especiales Willis O’Brien.
La oficina de producción de O’Brien resulta ser una auténtica «Capilla Sixtina» para el futuro animador. El técnico está preparando un filme titulado War Eagles y todas las paredes están cubiertas de maravillosos dibujos surgidos de la mano del maestro y de la de algunos de sus más estrechos colaboradores como Byron Crabbe, Mario Larrinaga o Duncan Gleason. El neófito artista de la stop motion siente algo parecido al síndrome de Stendhal, comprendiendo al instante el valor del dibujo para fijar aquello que en un principio solo existe de manera nebulosa en la imaginación. A partir de ese día, el papel y el lápiz se convierten en sus más fieles aliados a la hora de comunicar y plasmar cada una de las ideas que aparecen en sus películas.
Gustave Doré y Harryhausen
Tras reunir el valor suficiente para enseñar a O’Brien algunas de sus primeras creaciones, este le hace ver las carencias anatómicas de sus modelos y le anima a superarlas mediante el estudio. Harryhausen sigue su consejo y se matricula en clases nocturnas de arte y anatomía en Los Ángeles City College (LACC), donde el contacto con el ambiente artístico le lleva a estudiar la obra de los grandes maestros del dibujo y la pintura, que dejan una impronta perenne en el trabajo de Ray.
El ilustrador, dibujante y grabador Gustave Doré es sin ninguna duda la influencia más notoria en el grafismo de Harryhausen. El maestro de la stop motion define al gran artista decimonónico como un director de arte cinematográfico antes de la invención del cine. Su admiración por Doré es tan grande que incluso llega a iniciar una pequeña pero selecta colección de grabados del francés.
Las lecciones que extrae de su trabajo son muchas, e incluyen aspectos tanto técnicos como creativos.
Entre los primeros se encuentran las cuestiones relacionadas con la técnica del dibujo y la ilustración. Es decir, la manera de componer las imágenes a base de planos, la construcción de atmósferas a través del claroscuro, el uso inteligente de la iluminación resaltando las partes más destacadas de la acción y dejando en penumbra los detalles accesorios y, por supuesto, el sentido único de la composición que posee Doré, gracias al cual guía inconscientemente la mirada del espectador hacia los lugares y detalles de la ilustración que le interesa resaltar.
Los segundos giran en torno a la rica iconografía del dibujante francés, capaz de plasmar con acierto e imaginación fantásticas criaturas y sorprendentes lugares en gran parte de su producción de grabados. La potencia de dichas imágenes aviva la imaginación de Harryhausen que, en numerosas ocasiones, recurre a ellas como punto de partida a la hora de crear sus propias criaturas y escenografías.
Resulta especialmente clara, por literal, la ilustración que Ray Harryhausen realiza de Cyrus Harding y sus compañeros explorando el desconocido bosque situado en el corazón de La isla misteriosa (1961). El exuberante paisaje natural que muestra este dibujo está basado en El bosque de la sangre, grabado realizado por Doré para ilustrar la novela Atala de François-René de Chateaubriand.
Otro ejemplo interesante se encuentra en la versión del pájaro Roc de Simbad y la princesa, que se inspira en el grabado titulado Los mercaderes cascando el huevo, realizado por Doré para ilustrar Las mil y una noches.
Sin embargo, la obra del francés que más le ha influenciado es el conjunto de grabados para la Divina comedia de Dante Alighieri. Así, la imagen de las serpientes devorando a los pecadores que ilustra el canto XXIV inspira una ilustración de los marineros luchando contra los reptiles en el filme El viaje fantástico de Simbad (1973). El demonio alado que arroja a las almas malditas a un lago, creado por Doré para el canto XXIII, deja su huella en una imagen a lápiz de una serie de demonios-murciélago para Simbad y la princesa.
Una de las criaturas más conocidas de Ray son los esqueletos guerreros que surgen de la tierra en Jasón y los Argonautas (1963), que tienen su punto de partida en el grabado del canto IX, que muestra a los muertos saliendo de sus tumbas.
Los ejemplos son tan numerosos que resulta imposible citarlos todos aquí, de modo que dejo en manos del lector la labor detectivesca de profundizar en esta búsqueda de referencias que une al genio de la ilustración del siglo XIX con el gran mago de los efectos especiales de la segunda mitad del siglo XX.
Los decorados de cine y el romanticismo inglés
Además de Doré, hay otros dos pintores que influyen de forma notable en la concepción plástica de Ray Harryhausen. Se trata de los británicos John Martin y Joseph Michael Gandy. El propio Harryhausen habla de dos cuadros concretos, Josué ordenando detenerse al sol en Gabaón y Jupiter Pluvius (1819), como una fuente constante de inspiración.
En el primero de ellos, la composición creada por Martin resulta muy cercana a la de los dioramas. Estos panoramas o grandes telas pintadas con motivos paisajísticos son uno de los entretenimientos más populares de su época, y se presentaban en ferias y barracas donde se conseguían animar gracias a ingeniosos efectos de luz artificial. Habitualmente se los considera como un antecedente del arte cinematográfico y quizá por ello la pintura de Martin es definida como precursora del cine épico. Sea como fuere, el pintor y grabador inglés dota a este cuadro de un aspecto claramente escenográfico. Las grandiosas arquitecturas y sus cuidados efectos atmosféricos propios de la pintura romántica de carácter sublime que protagonizan este cuadro influyen a Ray Harryhausen a la hora de imaginar el Olimpo, la imponente residencia de los dioses griegos que aparece en sus filmes Furia de Titanes (1981) y Jasón y los Argonautas.
La segunda de estas obras otorga a la arquitectura un protagonismo aún mayor. El estilo sobrio y elegante de los templos dibujados por Gandy resulta evocador para Ray. Basándose en este óleo, manda construir una maqueta de la ciudad de Argos para Furia de Titanes, y realiza algunos bocetos que serán la base del decorado del Olimpo en Jasón y los Argonautas. Uno de estos bocetos descartados para el filme, que muestra una gran estatua de Zeus, finalmente será usado en Furia de Titanes; en él, Harryhausen realiza su versión de la gran estatua del dios griego que protagoniza el cuadro de Gandy. Es más que probable que Júpiter Pluvius haya influenciado de manera más o menos consciente otros trabajos de Ray Harryhausen, dado que se trata de una fuente de inspiración muy cercana. En la actualidad este cuadro es propiedad de la Fundación Diana & Ray Harryhausen, pero durante muchos años ha presidido el salón del domicilio del animador. Así, no resulta difícil imaginarle lápiz en mano, admirando la obra que había comprado y esperando a que la chispa surja para empezar a dibujar sobre el papel.
Un mito pop del siglo XX
En 1967, una actriz poco conocida alcanza la fama luciendo un sugerente bikini de pieles prehistóricas en el filme Hace un millón de años. Su nombre es Raquel Welch y de la noche a la mañana se convierte en un icono de la cultura popular tan reconocible como Marilyn, Elvis o Superman.
Ray Harryhausen comentaba con ironía que sus criaturas eran las verdaderas protagonistas de sus películas y que la gente recordaba estos filmes por sus muñecos, con la notabilísima excepción de la actriz protagonista de Hace un millón de años. Esta «derrota», incontestable en el año de producción de la película, resulta menos clara en 2017.
Por un lado, la actriz no consiguió jamás un éxito similar al logrado con el filme que le dio la fama y a partir de los años ochenta fue sustituida por nuevos mitos eróticos cinematográficos como Kim Basinger o Sharon Stone. Por otro, la leyenda de Ray Harryhausen ha ido en aumento y sus criaturas, y en cierta medida él mismo, han terminado por convertirse en iconos de la cultura popular perfectamente reconocibles. Este proceso de mitificación proviene del apoyo que le brindan los grandes nombres del cine fantástico actual que en numerosas entrevistas y declaraciones se refieren a Ray como una de sus principales fuentes de inspiración. En este sentido, además de los citados anteriormente, se podría añadir a otras stars como Terry Gilliam, Joe Dante, Guillermo del Toro, Vincenzo Natali, y un largo etcétera.
Evidentemente, este tipo de reconocimiento también es habitual entre los directores más populares del mundo de la animación como John Lasseter, fundador de Pixar Studios, o Henry Selick, director de Pesadilla antes de navidad (1993), James y el melocotón gigante (1996) o Los mundos de Coraline (2009).
Lo mismo sucede con los grandes técnicos de efectos especiales. Sin ser exhaustivo, han realizado notorias declaraciones públicas a favor de Ray figuras de la talla de Phil Tippett, responsable de efectos especiales en películas como Star Wars (1977) o Parque Jurásico; Ken Ralston, creador del DeLorean con el que Marty McFly regresaba al futuro, o Randy Cook, maquillador que dio vida a Golum en la trilogía de El señor de los anillos.
Hasta el infinito y más allá
Pero para convertirse en un mito pop de pleno derecho, Harryhausen ha tenido que trascender su ámbito natural (el cinematográfico) e integrarse plenamente en otras manifestaciones de la cultura popular, otros medios audiovisuales y gráficos que han aportado su granito de arena a este proceso.
Por ejemplo, el canal británico MTV Animation otorga el protagonismo de uno de sus populares cortometrajes a una animación-homenaje a Ray Harryhausen con motivo de su ochenta cumpleaños.
En realidad, muchas producciones animadas le han evocado, incluyendo a algunas de sus criaturas como personajes que aparecen fugazmente en episodios de series tan conocidas como Los Simpson, Gravity Falls o South Park.
La música tampoco es ajena a la figura de Ray. La popular banda de pop-rock angloamericana The Hoosiers saltó a la fama gracias a su tema «Worried About Ray». Quien les preocupa no es otro que Harryhausen, tal y como atestigua su correspondiente videoclip, en el que vemos a un actor caracterizado como el genio de la stop motion. El grupo The Killers incluye varias referencias a Jasón y los Argonautas en su videoclip Bones; y Daniel Johnston nombra a Ray en su canción «King Kong», que en la versión de Tom Waits alcanza una notable popularidad.
Los videojuegos también se han acercado al universo de Harryhausen. Así, diversos títulos como la saga God of War, recurren a criaturas imaginadas por Ray en Jasón y los Argonautas como protagonistas, tal y como declara su creador David Jaffe: «Me influyó poderosamente la obra de Ray Harryhausen. Siempre me resultó fascinante y era algo con lo que quería jugar». Otros títulos también incluyen versiones más o menos cercanas a personajes creados por Ray. Así sucede por ejemplo en Golden Axe, The King of Dragons, Castlevania, The Astyanax o Ghosts and Goblins.
Mi favorito sin lugar a dudas es Crypt Killer, un videojuego en el que hay que ir matando a diversas criaturas inspiradas en los monstruos creados por Ray. Pero lo que hace especial a este juego es que al inicio de la partida y cada vez que se consigue superar un nivel aparece una cabeza flotante con el rostro de Harryhausen que te felicita por los logros conseguidos y te previene sobre los peligros que vas a encontrar a continuación.
Además, en el mercado hay todo tipo de juguetes, figuras de acción y pequeñas esculturas en resina de las criaturas que protagonizan las películas de Ray Harryhausen, y no hay revista dedicada al género fantástico que no le haya dedicado una portada en alguna ocasión. .
Harryhausen en viñetas
Muchas de sus películas han contado con su propia colección de cromos y su correspondiente versión en cómic. Entre todos ellos, mi favorito es la adaptación de Hace un millón de años, dibujada por el espléndido autor británico John Bolton, que acepta dicho encargo con alegría dado que él también se encuentra entre la legión de admiradores de Harryhausen.
Otros grandes ilustradores y autores contemporáneos han dejado patente su admiración por Ray, realizando ilustraciones temáticas centradas en sus criaturas o incluyendo pequeños guiños en sus cómics. Un extraordinario ejemplo es el maestro de la ilustración William Stout que le dedica un libro entero titulado Tribute to Harryhausen.
Otro sería Don Marquez, uno de los dibujantes de cómic que ha dedicado mayor atención en su carrera a los grandes iconos del cine fantástico y de terror, creando toda una serie de ilustraciones en las que las criaturas imaginadas por Ray Harryhausen se codean con otros personajes clásicos como los monstruos de las películas de la Universal de la década de los cuarenta.
En España contamos con el historietista e ilustrador Manuel San Julián o Sanjulián a secas, nombre con el que firma sus trabajos. Además de ser uno de los ilustradores españoles con mayor reconocimiento internacional, es un enamorado del cine, lo que le ha llevado a ilustrar carteles de muchas películas y a realizar sentidos homenajes cinematográficos de algunos de sus creadores más admirados, entre los que se encuentran Willis O’Brien o Ray Harryhausen.
También abundan los guiños introducidos como detalle en multitud de historietas: en el número dieciséis del afamado cómic Animal Man de Grant Morrison, un Tyrannosaurus rex hace estragos en una calle parisina cuyo nombre es Rue Harryhausen; o en una portada de Batman de la Edad de Oro en la que el hombre murciélago y su inseparable Robin se enfrentan a la bestia creada por Harryhausen para el filme El monstruo de los tiempos remotos (1953).
Otro ejemplo divertido se encuentra en el cómic paródico Rat-man de Leo Ortolani, concretamente en la aventura titulada «Cinzia la Barbara». En sus páginas, el héroe está literalmente sepultado por una horda de esqueletos armados con escudos y espadas contra los que combate. La cosa pinta muy mal para el protagonista de la historieta, hasta que se le ocurre la genial idea de matar al creador de dichas criaturas con la esperanza de que, privados de la mano que les da vida, también perezcan. Con sus últimas fuerzas dispara una flecha hacia lo alto y, tras unos segundos, los esqueletos comienzan a caer. La secuencia termina con una viñeta que muestra a Ray Harryhausen desplomado sobre la mesa de su despacho.
Pero quizá el caso más curioso sea el de los mangakas Hisaharu Nagai y Minami Yukinoja, que en 1991 realizan un cómic biográfico sobre Ray Harryhausen que, desde la tierra de los monstruos atómicos y los yokais, transmite auténtica admiración por cada una de las criaturas creadas por el genio americano de la stop motion.
Los dibujos de Ray Harryhausen y los diversos homenajes que le han tributado dibujantes e ilustradores remiten a un mundo que surge del papel y lápiz y que complementa al del celuloide. En ellos se aprecia a primera vista el rico mundo interior de uno de los cineastas claves del siglo XX.
Si dedican un buen rato a contemplar las imágenes que ilustran este artículo y se dejan seducir por ellas, quizá se active un resorte en su memoria y afloren recuerdos de la niñez; ese periodo de la vida en el que la fantasía es guía y permanente compañero de viaje; ese mundo que todos tenemos casi olvidado pero que, por suerte, Ray Harryhausen no ha abandonado jamás.
Pingback: Ray Harryhausen, mago de la stop motion – Jot Down Cultural Magazine | BRASIL S.A
Ray Harryhausen, Douglas Trumbull, Dennis Muren… Pioneros todos en el «nuevo arte» de los efectos visuales y que forman parte esencial de la vida de tantos y tantos apasionados de la ciencia ficción y la fantasía. Como niño «analógico» de los 70 solo puedo agradecer los momentos de placer, asombro y descubrimiento que me proporcionaron en mi infancia y que quedaron grabados a fuego en mi mente. MÁXIMO RESPETO
De niño alucinaba con Harryhausen cuando todavía no sabía quién era el maestro. Su obra es ya inmortal. Los actuales efectos CGI tienen una impagable deuda de honor contraída con Ray
Que grandes O’brien y Harryhausen.
Sin olvidar a Karel Zeman, otro entusiasta del grabado y la magia del stop motion.
En 1992 Tom Hanks dice algo así como: «Unos dicen Ciudadano Kane, yo digo Jason y los Argonautas»
Pepe, la frase exacta es: unos dicen que Ciudadano Kane, otros Casablanca, yo digo que la mejor película de la historia es Jasón y los Argonautas. Tom Hanks pronuncia la frase en la ceremonia de los Óscar, para presentar la entrega del premio a Harryhausen de la Academia Americana por su contribución técnica a la historia del cine.
Michael Jackson se transformaba en zombi, no en hombre lobo.
Alfredo, has de volver a ver Thriller, Jacko se transforma primero en hombre lobo, aunque al final resulta ser una peli que está viendo en el cine con su chica. Después salen a la calle y es cuando se produce la transformación en Zombie.
Muchas gracias Asier por el excelente y sumamente documentado texto sobre uno de los grandes, contribuyendo además al conocimiento y al reconocimiento de Ray Harryhausen, convertido en un clásico al que siempre se puede volver para encontrar una imaginación que no deja indiferente, ni en sus dibujos ni, sobre todo, en su labor en el cine, creando unos efectos especiales únicos.
Muy interesante. Con ganas de ver estas películas. Gracias por la información.
Maravilloso artículo Asier!! Ray fue sin duda alguna padre de los modernos efectos especiales y mentor de tantos geniales artistas.se le debe tanto a este maestro. Gracias por recordarlo en este genial texto y a Jotdown por publicarlo.