El informe de Brodeck, de Manu Larcenet
La guerra es el triunfo del mediocre, el criminal recibe la aureola de santo. Todos se prosternan ante él y lo aclaman. ¡Tan monótona les parece a los hombres la vida que prefieren la ruina! Yo los he visto a todos caminar con entusiasmo por la cresta que los separa del abismo. ¡Y sus ojos, Brodeck! Estaban fascinados por el vacío en que se agitaban las más viles pasiones.
A Brodeck, el único hombre con estudios en un pueblo fronterizo perdido en las montañas, sus vecinos le encargan un informe sobre el asesinato de De Anderer (El Otro, en alemán), un forastero afable y extraño que llegó hace poco tiempo a la localidad. Brodeck, recién salido de un campo de concentración tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, tiene que ahondar en las miserias de unos conciudadanos que lo traicionaron a él y a su esposa para poder redactar un informe que los proteja de sus terribles actos.
El informe de Brodeck es una adaptación realizada por Manu Larcenet de la novela homónima de Philippe Claudel que obtuvo el Premio Goncourt de los Estudiantes en 2007. Con una atmósfera a medio camino entre La tierra que pisamos de Jesús Carrasco y Twin Peaks, Manu Larcenet consigue a través de sus viñetas sobrecoger al lector, situando al ser humano frente al espejo de su mezquindad.
Cuerpos del delito, de Antonio Altarriba y Sergio García
En el fondo de sí mismo lo sabía. Miroslav sabía desde siempre que tenía buena puntería. Era una de esas certezas que no necesitan verificación. Por eso en el orfanato jamás hizo alarde tirando piedras, lanzando bolas de papel, ni si quiera cazando moscas durante el estudio en las largas tardes de verano. Se reservaba para el uso exclusivamente mortífero de su habilidad. De hecho, a partir del momento en que tuvo la zastava, no dejó de practicar. No lo hacía para mejorar su puntería sino para comprobar los efectos de sus constantes aciertos. Porque él siempre disparaba igual, pero cada víctima caía de manera distinta.
Sarajevo, año 1994, durante la guerra de los Balcanes. El francotirador serbo-bosnio Miroslav Matjevic observa el humo de un cigarrillo asomar por una ventana. Apunta hacia donde cree que se encuentra la cabeza del fumador y dispara mortalmente a François Laplanche, del regimiento francés de los Cascos Azules.
Antonio Altarriba y Sergio García exploran con la serie Cuerpos del delito una original narrativa en capas tanto en el fondo como en la forma. El elemento central del libro lo forma una lámina desplegable en A2 donde está dibujada la silueta del asesinado y sobre ella se narra en viñetas, desde cuatro líneas que convergen, la historia que rodea la muerte del finado. La novela ilustrada que contiene el mapa-cuerpo del delito consta de cinco capítulos. El primero arranca con el alegato sobre que No solo del tabaco muere el hombre, los siguientes relatan biográficamente la vida de los cuatro protagonistas. A pesar de la complejidad que se intuye en la producción del libro, la lectura es tan fluida y amena que deja con ganas de que aparezca el siguiente título de la serie.
El bebedor, de Jakob Hinrichs
Pensaba en lo que estaría haciendo Magda, y en esos momentos me convencía de que la amaba igual que antes y que era ella quien había traicionado nuestro amor. Entonces imaginaba que algún día volvería a casa sano y feliz: habría conseguido dinero de una forma inexplicable pero del todo legal, y todo el mundo estaría contento y me admiraría, y viviríamos felices y comeríamos perdices.
En este cómic, el ilustrador y dibujante Jakob Hinrichs combina la historia de Erwin Sommer, el protagonista de la novela El bebedor, con la vida de su autor, Hans Fallada. Erwin Sommer es un empresario mayorista que acaba de perder un importante contrato con la administración. Tras visitar a su agente bancario y viendo la que se le viene encima, Sommer empieza a beber entrando en una espiral de alcohol y autodestrucción. Mientras tanto Hans pasa sus días en la penitenciaría de Neustrelitz por disparar contra su mujer estando borracho.
Jakob Hinrichs cuenta que se inspiró en Las historietas de Roberto Alcazar y Pedrín para crear el clima cromático que aparece en la obra y que dota a la historia de un colorido expresionismo que en ocasiones se torna cegador.
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